sábado, 21 de noviembre de 2020

Michael Herr: Despachos de guerra

Idioma original: inglés

Título original: Dispatches

Año de publicación: 1977

Traducción: J.M. Álvarez Flórez y Ángela Pérez

Valoración: imprescindible

Vietnam es la primera brecha en la cabeza del poderío USA. Igual Corea o el 11-S tienen impactos parecidos, pero Vietnam es un conflicto prolongado y coincidente en el tiempo con una cierta efervescencia creativa y una serie de acontecimientos (el movimiento hippy, el asesinato de Kennedy) que, empujados por el auge de los medios de comunicación de masas y la repercusión que estos eran capaces de obtener como altavoces de la chispeante industria cultural, nos conduce casi irremisiblemente a toneladas de tópicos. Guerras televisadas, equilibrio de bloques, uso subterráneo de las influencias. Todo es en colores pero todo es sucio y susceptible de dudas, si no en su plasmación gráfica sí en su recorrido oculto. 

Despachos de guerra, gracias, Tuli Márquez, por la recomendación indirecta, es una constatación terrible de esa presencia física. Un periodista, Herr, que se sitúa en la primera línea del conflicto, con solo un distintivo y los trastos propios del oficio que lo distingan de los marines a los que acompaña. Y crónicas que publica en Esquire, extensos textos de una densidad sobresaliente y una crudeza tan real que solo las imágenes que, por ejemplo, espléndidas películas, las dos contando con Herr como asesor de contenidos, como Apocalypse Now y La chaqueta metálica, pueden contribuir a completar, casi mejor digamos a complementar, no porque al libro le falte nada, simplemente porque todo lo que representa es tan visual que su plasmación en pantalla resulta una especie de constatación, un punto final de confirmación, aunque sea a través de imágenes, que todo fue real.

Herr convive con los soldados en escenarios dantescos gobernados por el caos, la crueldad, el uso de las sustancias como necesarios elementos de escape de un entorno que, al margen de las dosis necesarias de corrosivo humor negro, necesarias porque todo es terriblemente duro ahí, desde la actitud de un enemigo de otra raza, de otra ideología, de otra cultura, un enemigo, caricaturizado el Vietcong como los dinks, como Charlie que es una mera organización de resistentes (armados, eso sí por el bloque soviético) que no acepta la injerencia, que rechaza con lo que tiene a mano la maquinaria bélica USA, hasta la propia actitud de los soldados, arrancados de sus familias y de su país para ir a defender no saben bien qué, eso sí, envueltos en la bandera de la land of the free sin más explicaciones que las órdenes de alistamiento y la consabida apelación al sentido patriótico. Vietnam fue, claro, una herida en el orgullo yankee y una inagotable fuente de inspiración para el mundo artístico, un mundo siempre escorado hacia la izquierda que no entendía (o lo entendía demasiado) qué hacían ahí todos esos jóvenes pertrechados de armamento frente a gente que conocía el territorio en el que vivían. Herr empieza las crónicas muy enfocado en el hecho bélico, en las contingencias de combate, de escaramuzas de trágicos resultados, de rutina en los enclaves alejados del frente, y las acaba, cercano el regreso a casa, habiendo trazado un recorrido hacia el absurdo. Compañeros de profesión fallecidos o enajenados, crudas descripciones que incluyen hileras de bolsas de cadáveres mutilados o desfigurados, crueldad sin límites ejercida por ambos  bandos, arraigado su antagonismo y actuando este como espoleta de una locura que hoy nos puede parecer plásticamente fascinante, caótica, apabullante en lo visual, pero que las páginas de Herr, magnífico escritor, magnífico descriptor del viaje a la nada que es la guerra, nos permiten matizar, dejándonos en el suelo. Un suelo lleno de cascotes, polvoriento, con un aire fétido mezcla de napalm, muerte  y podredumbre. Tan necesario como abrumador, casi hostigador, en su lectura. Menudo libro.

10 comentarios:

Diego dijo...

No es de imprescindible fácil usted.
Queda apuntado, gracias.

Carlos Andia dijo...

Siempre he pensado que la insistencia en el carácter especialmente atroz de la guerra de Vietnam no es más que una forma de justificar la derrota americana. Es decir, si hemos perdido esta guerra es porque hemos luchado frente al mismo demonio, disfrazado de asiáticos desarrapados.

Sin que ello desmerezca para nada el libro ni unas cuantas buenas películas (y algunas muy malas).

Saludos.

Diego dijo...

Más malas que buenas, me temo.
Nos criamos con las pelis de Vietnam y los que eramos hijos de conservadores llegamos a la adolescencia creyendo que Estados Unidos había ganado. O sea, los buenos habían ganado... Y que Chuck Norris liberó a todos los prisioneros. Aunque uno siempre moría por saltar sobre la granada para salvar al resto, sacrificio, y otro herido decía "Largate John!" "Sabes que no podré lograrlo". Y John se largaba porque creía en la sanidad privada y en que los débiles tienen que hacerse a un lado para que los héroes puedan salvarse.

Por suerte nos salvó Coppola, Kubrick y Oliver Stone. Después, los libros nos fueron salvando del cine.

Marc Peig dijo...

Buena reseña, Francesc.
Por si a alguien le apetece ver cómo se utilizan las imágenes no para documentar, sino para “vender” una realidad, ya sea Vietnam, la Guerra del Golfo, etc, os recomiendo el libro “Ante el dolor de los demás”, reseñado también en ULAD: http://unlibroaldia.blogspot.com/2019/04/susan-sontag-ante-el-dolor-de-los-demas.html?m=1
Saludos
Marc

Lupita dijo...

Hola a todos:
Me resulta muy curioso ver como yo no tengo esa imagen que trasladáis de la guerra de Vietnam, porque no he visto ninguna película bélica de esa guerra.. y creo que de ninguna. La violencia, la sinrazón que transmiten, desde siempre me echaron atrás.

Ahora de adulta sí me estoy acercando a esas épocas históricas por ganas de saber, aunque la guerra en sí (líneas de combate, bombardeos, estrategias, etc..) no me gusta como tema.

En fin, una visión quizás infantil, porque todos odiamos las guerras, pero es que "ante el dolor de los demás" (como el título reseñado por Marc) me pongo enferma.
Personalmente, la guerra que me dejó estupefacta por su crueldad, por la magnitud del infierno que supuso, fue la de Ruanda.

Saludos

Antonieta dijo...

Gracias.
Abraz🌀s

Carlos Ávila dijo...

Totalmente de acuerdo, absolutamente imprescindible.

Unknown dijo...

Lo tengo en mi modesta biblioteca
Me gustó.. Lo lei con facilidad.. Mayor Thompson

Anónimo dijo...

Afortunadamente los malvados yankees perdieron y desde entonces Vietnam es una gran democracia con libertad para su gente....ah espera...que va a ser que no...

Francesc Bon dijo...

Gracias por los comentarios. Pasado casi medio siglo del final del conflicto he de decir que no tengo una posición clara. Ni soy antiUSA ni creo que las intromisiones de cualquier tipo deban tolerarse.