martes, 17 de noviembre de 2020

Martín Caparrós: Ahorita

 Idioma original: castellano

Año de publicación: 2019

Valoración: Recomendable (alto)

En el momento de publicarse este reseña, probablemente tengamos ya (o quizá no) un desenlace definitivo, pero cuando la escribo, unos días antes, todavía no se ha dilucidado si el payaso del flequillo rubio sigue siendo, cuatro años más, el presidente del país que hasta ahora, o hasta hace poco, ha sido durante medio siglo el más poderoso del planeta, el que ha irradiado hacia todas partes cierto tipo de cultura (entiéndase en sentido muy amplio), costumbres, léxico, principios, imágenes, muchas cosas. Que semejante personaje haya sido elegido como la más alta autoridad en ese país, aunque solo haya sido una vez, es algo muy significativo, algo que también ha ocurrido en algunos otros lugares y ha estado muy cerca de ocurrir en otros muchos, ya saben, el populismo cutre, mayoritariamente escorado a la derecha aunque no siempre, la actitud o el lenguaje chulesco, el mensaje simplicísimo, la agitación de los sentimientos más primarios, la democracia como un simple instrumento que se usa o se desprecia según convenga. Perdón por el mitin. Porque además Caparrós no hace referencia a nada o casi nada de esto; pero a lo mejor esta explosión de vulgaridad y mesianismo autoritario es en alguna medida consecuencia, entre otras muchas cosas, de lo que describe el periodista argentino. 

Ahorita es un retrato robot de esta nuestra civilización occidental en las últimas décadas, básicamente, entiendo yo, de este inicio del siglo XXI que tantas expectativas parecía querer abrir aunque solo fuese por ese cardinal tan atractivo y el rollo fin de milenio. Quede claro que no se trata propiamente de un ensayo o un trabajo compacto que defienda una tesis, sino de pequeñas píldoras, comentarios de dos o tres páginas en torno a cuestiones puntuales que decoran nuestro día a día. Vean a modo de ejemplo:
  • Las necesidades artificiales
  • El antitabaquismo
  • El teletrabajo
  • El culto a la imagen
  • La ecología
  • La sacralización de las mascotas
  • El volunturismo (turismo de voluntariado)
  • El lenguaje inclusivo
  • Los vientres de alquiler
Etc., etc. Temas de nuestro tiempo que diría Gombrich, actividades, tendencias o actitudes que nos rondan durante los últimos años y que son reflejo de este tipo de sociedad que se ha venido construyendo a partir de la eclosión del capitalismo triunfante, la globalización y el derrumbe de las ideologías. Un mundo nuevo en el que, a falta de grandes principios, el foco se traslada de lo colectivo a lo individual (esto creo que lo decía Žižek), y ahí es donde obligatoriamente reina la felicidad de Instagram (la sonrisa del carísimo blanqueamiento dental), la religión del reciclaje o el animalismo a ultranza. Desactivados los grandes movimientos sociales, todo se reduce a pequeñas batallas domésticas en el marco de la corrección política, del buenismo si ustedes gustan.

De nuevo me he ido por las ramas, pero esta es la sensación que en mi opinión corrobora la pequeña miscelánea de Caparrós. Cosas que observamos a diario a nuestro alrededor y que el bigotudo argentino desgrana con agudeza, empapadas de ironía y a veces acompañadas de datos curiosos, que entiendo más como adorno que como pretensión científica. Opiniones las de Caparrós que –ojo- pueden compartirse o no (o no siempre), pero que dibujan un paisaje que nos debe sonar muy cercano.

El libro, insisto, no tiene ínfulas sociológicas, ni tan siquiera políticas, es una serie aleatoria de comentarios con clara intención de agitar un poco las conciencias, de presentar así, de corrido, un panorama de algunos de los rasgos de esta sociedad, un dibujo improvisado que a lo mejor, por exclusión, nos puede hacer pensar en la pervivencia de las grandes lacras con las que sangra el planeta como lo ha hecho siempre: el hambre, el paro, el déficit educativo, el fanatismo, la discriminación por raza, por sexo o inclinación sexual, la violencia ¿seguimos? Cosillas sin importancia que se ocultan tras el ropaje de la modernidad, el fin de las ideologías y cosas por el estilo. Y quizá porque todo eso permanece ahí mientras ya solo nos ocupamos de esa fachada multicolor que describe Martín, quizá por eso, entre otros motivos, dejamos la puerta abierta a que aparezcan tipejos como al que me refería al principio. 

Pero bueno, tampoco se alarme el lector de ULAD, porque si Caparrós no ha pretendido escribir un libro de filosofía política, el reseñista mucho menos. Son solo reflexiones al rebufo de una lectura. Ustedes lo leen también y nos cuentan si les sugiere lo mismo.

También de Martín caparrós en ULAD: Aquí

10 comentarios:

Aitor dijo...

Martín Caparrós es sobre todo un excelente cronista. Magistral. Como novelista, a mi juicio, no alcanza ni de lejos ese nivel. Siendo este librito una especie de minicrónica variada debe de merecer la pena...o no

Diego dijo...

Buenas. Gracias por la reseña.
Leí de este autor "el hambre" y no me dejó buenas impresiones. Básicamente, la mayoría de sus reflexiones eran las que me sobraban en el libro que, aunque sea una lectura recomendable por el tema que trata, parecía que todo aporte singular de Caparrós le restaba al trabajo final. Sin mencionar contradicciones u opiniones completamente erróneas relacionadas a la ecología o hidrografía de los lugares que visitó. Eso sí, todas sus opiniones desde un pedestal...

En fin. Que no me arrepiento de leerle y encontré cosas interesantes más allá de su "me las sé todas" y el resultado sensacionalista que dio su mal obrar a un trabajo tan importante, pero me quedé sin ganas de leer su libro sobre el cambio climático por todo lo que digo antes.

Tu opinión es importante para mí pero no sé si le daré otra oportunidad en cuanto a No ficción.
No soporto demasiado a esos izquierdistas que sostienen que la ecología es cosa de pijos y, al igual que Nexxon, Shell y negacionistas varios de hace década y media, afirman que miseria, hambre, guerra o emigración son los asuntos verdaderamente importantes.

Saludo.

Diego dijo...

Me expresé muy mal. Yo también creo que son los asuntos importantes, pero desligarlos de ecología o medioambiente es cosa del siglo pasado...
Caparrós pecaba de eso en El hambre. Sí aquí pone la ecología al mismo nivel que las necesidades artificiales temo que peque de lo mismo. Un nostálgico de su tiempo.

Carlos Andia dijo...

Unknown, yo creo que sí merece la pena. Ya nos dirás.

Diego, no sé en otros textos, pero en lo que se refiere a este libro, no me parece que Caparrós pontifique para nada, se trata de opiniones sobre temas muy puntuales y naturalmente se puede estar de acuerdo en todas, bastantes o algunas. Sobre la ecología no hace tampoco una exposición general (error mío el enumerarlo de forma tan escueta), sino a propósito de alguna cuestión concreta que ahora mismo no recuerdo. Tendría que echarle otro vistazo, aunque sí podría dar la impresión de no darle la importancia que a mi juicio sí tiene.

Efectivamente, ese último párrafo de tu primer comentario sí que me ha dejado un poco helado porque parecía que te referías a mí. Aclarado el tema, te diré que esa especie de conclusiones sobre los temas fundamentales y los accesorios es más bien de mi cosecha. Caparrós, gracias a su sarcasmo, se podría decir que va también un poco en esa línea, pero no hace esa distinción relegando a lo irrelevante por ejemplo a la ecología frente a otros problemas de la humanidad. Apunta cosas, rasgos de nuestra sociedad, algunos de los cuales podrá parecernos no banales, pero más que el detalle de cada uno me interesa el poso que deja el libro, por decantación, y es lo que he intentado reflejar en la reseña.

Y no sé bien por qué, pero tengo la sensación de que en general el libro no te disgustará.

Un saludo a los dos.

Diego dijo...

Caparrós tiene ese tono que a los uruguayos nos produce indigestión y nos hace estereotipar a los porteños. Culpa mía.

Sí, el librito puede estar muy bien. [Igual le da palo a Greta (y todo lo que la rodea) y resulta que me encanta]. Jeje

Me expresé muy mal y no solo no me refería a tí... Quiero decir, también entiendo a cualquier hijo de vecino que diga que le da igual que los osos polares se queden sin Ártico mientras haya gente que muere de hambre. Solo que a un autor serio le pido algo menos simple.
De todas formas reconozco que me tiré al agua con el cuchillo entre los dientes mirando solo el punto "ecología" y "religión del reciclaje". Culpa mía otra vez.

Si lo leo, vuelvo.

Lupita dijo...

Hola, hola:

Leí la reseña y me iba riendo yo misma imaginando, al leer los temas: un cumpleaños de perros, un hurón con tutú, un video sobre gallinas violadas, los memes de Trump, los consejos sobre cómo alcanzar la cetosis o una manifestación anti 5G con carteles como "Tu roomba te vigila" (visto en la plaza del ayuntamiento de Pamplona por mí misma) Me venían a la cabeza no sé: Darío Adanti, Pedro Vera, Quino, Forges..y lo sano que es reírse de uno mismo.

Me apetece leerlo, estamos muy encabronados.

Diego.. mmm..encontrar el punto en el que lo que nos enfada no nos haga perder la perspectiva, el empuje para seguir "protestando" es difícil, y el empuje de muchas personas parece diluirse en cuestiones fútiles. A mí también me enfadan muchas actitudes complacientes, pero busco mi "manera" de seguir, de no dejar amargarme, apoyándome en gente que merece la pena, y que mira a los problemas de frente.

Que no nos gane la amargura, dicho desde el cariño
Besos a todos

Carlos Andia dijo...

Me encanta esa actitud, Lupita. Yo creo que te vas a reír con el libro, porque se trata de cosas que vemos todos los días y el autor les busca su punto cómico, aunque luego se pueda hacer una lectura más seria, como comentaba con Diego.

Saludos!

Diego dijo...

Hola, Lupita, estimada. Con el permiso de Carlos (que antes creía que era Koldo) te respondo.

Pensándolo bien, quizás este libro en particular sea el ideal para apreciar a Caparrós. Ya sabes, reírse y reírse de nosotros mismos.
Sí, si Caparrós viera esto diría: "otro uruguayo con la alegría de vivir" jeje. Somos los amargados del río de la Plata.

En serio, más allá de mis tonterías y mis prontos, no me gusta la manera en que este crack intenta romper esquemas.
Repito, solo leí "El Hambre" y me empalagaban las veces en que se ponía a hacer juegos de palabras o una especie de poesía en prosa que, supongo, intentaba sensibilizar, pero que a mí me pareció de cuarta.

Hace varios años leí "Los Pobres" de William T. Vollmann. Sus entrevistas a los muertos de hambre eran crudas por verídicas. Sus reflexiones razonadas, argumentadas y acorde al trabajo que realizó.
No quiero decir que Martincito se invente las entrevistas que hace, pero sí resultan forzadas varias de ellas para acabar con moraleja al estilo Galeano en las palabras andantes.
(Galeano también empalagaba pero al menos vendía ficción).
En ese libro ya se permitía soltar sus juicios generales contra ONGs o llamarnos "ecololos".... y... qué querés que te diga... los trabajadores de la ONG de la que soy socio cobran gracias a inversores privados, que si Don Caparrós quiere, somos personas que solo intentamos autocomplacernos o lavar nuestras pobres conciencias, pero aliviamos sufrimientos mientras él vende libros con los mismos tipos de juicios de cuarta y recontra gastados que Abascal, por ejemplo.

Sobre el cambio climático, y por las reseñas que leí, decía en el ¡2010! que aún no sabemos cuáles serán sus efectos y que era una chorrada de capitalistas contra capitalistas para mantener el orden mundial y no darle de comer a los pobres. ¿Cuándo? En 1975? En los ochentas? Noventas? Primeros años del siglo? No.
No. Este crack suelta su negacionismo de izquierda setentera en pleno 2010. ¡¡Después del AR4!! ¡Un auténtico campeón!

El libro que publicó en 2010 demuestra que es un oportunista. Me encantaría saber qué dice ahora, después de cuatro años con el rubio yanqui paralizando los "esfuerzos" contra el cambio; según sus argumentos, o los de los dirigentes de Exxon... o los de Clint Eastwood y Espinosa de los Monteros, en estos cuatro años de Trump ahorrándonos dinero en chorradas climáticas y conversión energética seguro que reducimos el hambre y la desigualdad...no? Es decir, nosotros los ecololos capitalistas tontos que peleamos contra los otros capitalistas malos.
Él no. Él no es de aquí. Él es de la luna o de Buenos Aires capital, pero está por "arriba" de los capitalistas mientras cobra dinero público de la ONU y privado del New York Times...

Masonmenos es eso lo que me molesta de Caparrós. Creo que es un listo incapaz de no ser el protagonista en los trabajos que le encomendamos desde la ONU, con una filosofía que se basa en tres puntos:

-Pobres = Buenos y oprimidos.
-Ricos = Malos malísimos.
-Todos los males vienen del imperialismo y que no me digan que lo que yo hago está mal. Que soy de izquierda y políticamente incorrecto; todo lo necesario, hoy, para ser guay... con eso y un buen bigote, a vender.

Abrazo.

Lupita dijo...

Hola de nuevo, Diego:

Entendido todo, y perdón, porque yo no he leído a Caparrós, sólo me apetecía poner un toque de humor.

Con tu comentario me has recordado la posición ante el progreso y la relación hombre-naturaleza que tenía Delibes, al que se considera un precursor del ecologismo.

Te recomiendo leer su discurso de ingreso en la RAE en 1975, cuyo enlace te dejo aquí:

https://www.rae.es/sites/default/files/Discurso_de_ingreso_Miguel_Delibes.pdf
¡Fue en 1975!

Siempre le he admirado muchísimo porque, entre otras cosas, leerle era como oír a mi abuelo: los refranes del tiempo, el vuelo de la perdiz, saber la hora mirando al sol..Es lo que tiene ser una anticuada.

Saludos


Diego dijo...

Gracias por el enlace. Si no recuerdo mal, ChuangTzu también me habló de él.

A ver, Caparrós tiene una amplia trayectoria, muchos lectores y profesionales que le avalan. Los juicios de un mediocre como yo tampoco son motivo para despreciarlo. Que si el hombre viviera en la época de Kapuściński sería más feliz y sus teorías más certeras, no me cabe duda, pero bueno.

Si a alguien le interesa la guerra que hubo para ocultarnos las certezas científicas en la primera parte de este siglo, recomiendo los excelentes trabajos de Naomi Oreskes. "Mercaderes de la duda" también se publicó en 2010 y es uno de esos libros que demuestran que en ese caso Caparrós llegó tarde y llegó mal.

Saludo.