domingo, 12 de junio de 2022

Will Gompertz: ¿Qué estás mirando?

Idioma original: inglés

Título original: What Are You Looking At?

Traducción: Federico Corriente Basús

Año de publicación: 2012

Valoración: Muy recomendable…


… incluso Imprescindible para el lector interesado en el arte moderno. Quizá para cierto tipo de lector no muy familiarizado con ese mundo tan peculiar, pero que quiere entender mejor esas cosas que algunos todavía pueden estar valorando como mamarrachadas u ocurrencias, algunas de ellas que de verdad pueden chirriar al espectador bienintencionado, sobre todo cuando vemos noticias de subastas enloquecidas por algo que parece un garabato o directamente una tomadura de pelo.

Gompertz es periodista, director de arte de la BBC, y ocupó durante varios años un cargo relevante en la Tate Modern de Londres, nada menos. El perfil es desde luego el de un comunicador que conoce en profundidad el mundo del arte, y en el libro se explica con frescura y un punto de humor, con lo que el resultado puede calificarse como un trabajo divulgativo muy bien hecho, dirigido a ese público al que me refería, no experto pero sí interesado en la materia. Si todos los profesores de Historia del arte tuviesen la destreza de Gompertz, las vocaciones proliferarían como setas en otoño. Manuales sobre la historia del arte moderno los hay a montones, con mayor o menor caudal de información o ilustraciones, mejor o peor sistematizados. El que nos ocupa hoy es también uno de ellos, un libro de volumen relativamente generoso (cerca de 500 páginas) que, como manda el canon, arranca con los impresionistas allá por finales del siglo XIX, y alcanza hasta fechas bastante recientes, siguiendo más o menos un criterio cronológico. Pero aporta algunas peculiaridades muy interesantes.

Nada más abrir el libro, literalmente, encontramos algo bastante insólito: la historia del arte moderno resumida en un mapa estilo Metro, en el que hasta casi podemos distinguir la venerable Circle Line londinense. Cada uno de los ismos y movimientos artísticos conduce hacia los siguientes, a veces en línea recta, otras con paradas intermedias e intercambiadores en los que reciben influencias para desembocar en una nueva tendencia. Así, todas interrelacionadas, nutriéndose de lo que existió antes y alimentando lo que vino después, Gompertz muestra con claridad el objetivo del libro: ilustrar cómo toda la evolución del arte moderno es un gran movimiento, de enorme diversidad pero rara vez azaroso, cuyas mutaciones son a veces una reacción, a veces una evolución respecto de lo que otros hicieron. 

El deseo de mostrar coherencia impregna todo el texto, y el autor lo maneja de forma muy convincente, aun exponiendo algunas conclusiones algo arriesgadas y sacrificando si es necesario la cronología para no alterar el sentido del viaje. Empeñado en una didáctica dirigida en buena medida al aficionado algo reticente, Gompertz procura dejar claro que todas esas obras, por caprichosas o extravagantes que parezcan, responden a un por qué y tienen una posición concreta dentro de ese enorme flujo de creatividad. Bueno, todas o casi, porque en ocasiones es inevitable que algunas elucubraciones resulten algo forzadas, algo de lo que ni el propio Gompertz puede desembarazarse.

Visto como manual de arte moderno, el libro es muy bueno, seguramente uno de los mejores que conozco, pero en ocasiones va un paso más allá. En su estimable intención de explicar algunas de las claves más problemáticas de la materia, el autor resulta brillante desarrollando el paralelismo entre la música no vocal (algo que todo el mundo entiende con mucha naturalidad) y la pintura abstracta (algo sobre lo que muy pocos se abstienen de presentar objeciones), pone luz sobre conceptos como el de obra no retiniana de Duchamp o el de pintura pura de Picasso, el valor de la obra por sí misma y no como representación de algo, o el manejo de distintas paletas de color según los diferentes momentos o tendencias. Aspectos técnicos explicados de forma amena y muy clara, ideal para quien desee asomarse a ese mundo singular sin prejuicios e interiorizando algunos conceptos básicos.

Toca también Gompertz un asunto especialmente espinoso: la muy visible distancia entre el erudito y el espectador corriente. Alude al lenguaje alambicado y elitista de los catálogos, y entra de esta forma en el mundo del arte como negocio, como actividad profesional en la que los comisarios, que en definitiva comen de todo esto, se ven obligados a exhibir cierto nivel intelectual para mantener su prestigio. Es indudable que el autor conoce de primera mano los entresijos de ese mundillo, y es una lástima que no se extienda más en ese terreno (las políticas de los museos, las subastas, el peso de los críticos) pero, claro, todo no cabe en un volumen ya de por sí bastante robusto.

Teniendo a la vista un repaso a la trayectoria del arte moderno que es relativamente exhaustivo, echamos también de menos algunos nombres ilustres que ni siquiera merecen una cita, como Toulouse-Lautrec, Calder o Balthus, por poner algunos ejemplos (¿quizá por haber volado más libres y no ser fácil ubicarlos en aquella red metropolitana?); o nos hubiera gustado una visión algo más amplia y un poco menos descriptiva del arte de las últimas dos décadas (hay vida más allá de Koons, Hirst o Weiwei). Pero esto no desmerece en absoluto el valor del libro, que es claro, ameno, interesante, algo que merece ser leído incluso aunque el tema no nos entusiasme del todo.


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