Año de publicación: 2020
Valoración: entre recomendable y está bien
Fabius Exelius Fulgentius es un legado imperial romano enviado al mando de los seis mil hombres de la Legión Lupina a pacificar la montañosa provincia de Panonia. Pero el verdadero motivo que lleva a este veterano general a proseguir su cursum honorum más allá de una edad adecuada para ello no es la ambición personal ni el servicio al Imperio, sino otra más íntima -aunque, paradójicamente, necesite del concurso del público para llevarla a cabo-: ver representada, en cada ciudad por donde pasa, una obra de teatro que escribió de joven y que le tiene a él mismo -es decir, a su yo futuro- como protagonista.
Así, mientras se desarrolla la campaña de Panonia, Fulgentius puede asistir en varias ciudades -Vindobona, Carnutum, Sirmium- a representaciones de su obra, más otra que trata de montar él mismo con sus soldados durante el acantonamiento invernal, disfrutando y valorando los distintos matices de cada puesta en escena. Así como reflexiona sobre su vida y el mundo en general, a partir de los nuevos lugares y personas que va encontrando. adelanto (quizá no debería hacerlo) que pese a su apariencia de severo y eficiente prócer romano, tanto el pensamiento como el ánimo del legado Fulgentius son bastante cambiantes, y, en última instancia, uno no sabe si considerarlo un hombre cabal, un soñador o un cretino, sin más.
No conozco lo suficiente la muy extensa obra literaria de César Aira (y a ver quién) como para encuadrar esta peculiar novelita "histórica" -entrecomillo el adjetivo porque, aparte de su dudosa adscripción a un acontecimiento histórico verdadero, resulta bastante hiperbólica para ser realista-; quizás el elemento común con el resto de su obra, hasta donde yo conozco, sea el humor... En este caso, una ironía, por no decir guasa, más o menos camuflada en una corrección estilística extremada, al límite del engolamiento, pero que funciona como vector humorístico precisamente por eso. Tal ironía paree dirigida, sobre todo, hacia ese afán de transcendencia, de encontrar un sentido a la existencia, que, se supone, afecta a todos los seres humanos en algún momento de nuestras vidas, pero, sobre todo, (nos) sobreviene con más denuedo a los "señoros" al llegar a la mediana edad o, más aún, cuando se empieza a superarla, como es el caso del protagonista de esta novela y también de su autor... Ahora bien, lo que nos viene a decir éste es que podemos mover carros y carretas para trataar de trascender, de dejar huella en este mundo, pero, por importantes que nos creamos, donde no hay mata, no hay patata, amigos...
Esto, me temo, sucede incluso en el caso de los escritores, que aspiran a dejar tras de sí una obra más o menos memorable: Aira vuelve a efectuar aquí una transposición irónica presentándonos a un autor que, al contrario de lo que suele suceder, escribe una obra idealizando su propia vida al principio de la misma, para pasarse el resto de la misma recreándose en ella, con un interés entre narcisista y masoca (supongo que habrá algún término psicológico más preciso, que desconozco); de esta forma Fulgentius aspira a que sea su vida la que justifique su obra literaria y no al revés, como es lo habitual (también ignoro si César Aira trató de satirizar aquí la moda de la autoficción, pero , en todo caso, le salió como si...).
En fin, ya lo sé: parece mucha densidad conceptual para una novela tan breve -no llega a las 170 páginas-, porque además hay que añadir coloridas descripciones, escenas de la vida militar romana, personajes peculiares, anécdotas varias, etc. , aunque hacedme caso, si hay algún escritor capaz de embutir tanto contenido en tan exiguo continente, sin duda es éste.
Más títulos de César Aira reseñados en Un Libro Al Día: El congreso de literatura, La villa, Una novela china, Las noches de Flores, Los fantasmas, Prins
Esto, me temo, sucede incluso en el caso de los escritores, que aspiran a dejar tras de sí una obra más o menos memorable: Aira vuelve a efectuar aquí una transposición irónica presentándonos a un autor que, al contrario de lo que suele suceder, escribe una obra idealizando su propia vida al principio de la misma, para pasarse el resto de la misma recreándose en ella, con un interés entre narcisista y masoca (supongo que habrá algún término psicológico más preciso, que desconozco); de esta forma Fulgentius aspira a que sea su vida la que justifique su obra literaria y no al revés, como es lo habitual (también ignoro si César Aira trató de satirizar aquí la moda de la autoficción, pero , en todo caso, le salió como si...).
En fin, ya lo sé: parece mucha densidad conceptual para una novela tan breve -no llega a las 170 páginas-, porque además hay que añadir coloridas descripciones, escenas de la vida militar romana, personajes peculiares, anécdotas varias, etc. , aunque hacedme caso, si hay algún escritor capaz de embutir tanto contenido en tan exiguo continente, sin duda es éste.
Más títulos de César Aira reseñados en Un Libro Al Día: El congreso de literatura, La villa, Una novela china, Las noches de Flores, Los fantasmas, Prins
8 comentarios:
De Aira leí El santo. Me pareció mediocre por no decir otra cosa. Cuando me gasto casi veinte euros en un libro decepcionante, no me olvido del autor. Aira y yo terminamos ese día.
Hola, Salvador:
No he leído el libro que comentas, pero he de recordar que este aytor tiene más de 100 tílulos publicados, creo, así que si ése fuera el único malo, no estaría nada mal, la proporción, ¿no? : )
De todas formas, tomo nota de tu observación, por si acaso. Gracias por el comentario.
Desde el desconocimiento, Aira me ha generado durante cierto tiempo un gran interes como "concepto", hasta que al fin hace unas semanas comencé a leer, alternandolo con otras lecturas, las Diez Novelas que sacó Radom House.
De momento, acabando recién la segunda de las diez, puedo decir que me gusta aunque no puedo formarme aún una opinión (como dices, Juan B. G, con alguien que tiene cien libros publicados, coger una pequeña parte como muestra del todo es cuanto menos atrevido, aunque entiendo que si no gusta, no gusta), y me sigue interesando, aunque a veces no haya sabido muy bien lo que estaba leyendo.
Hola, GtM:
Por lo que yo he leído (no mucho) de César Aira, me da la impresión de que la sensación de cierto desconcierto que tú comentas es la habitual que producen sus libros, aunque claro, con 100 publicados, es difícil.asegurarlo. Habrá que leer más...
Un saludo.
Me hace gracia lo que dice GtM. Si no entiendes lo que estás leyendo, mal vamos. Pero aun así sigue leyendo sus libros. No hay nada como ser famoso para vender.
Respondiendo a tu comentario, Juan, hay tanto para leer. Hay tanto. Que incluso me he cargado a Random House. Desde El santo, no he vuelto a comprar un libro de Literatura Random.
Hay tantas editoriales. Tantas. Y eso que no leo traducciones si exceptuamos a Baricco. O sea: Aira-Random nunca más. Sin embargo, me gusta leer reseñas como esta. Y hasta ahí me acerco a ese señor y a su editorial.
Bueno, la incertidumbre, el desconcierto, la incongruencia también pueden ser sensaciones más que válidas en una lectura (o película o lo que sea), si el durante gusta. O incluso si no; puede haber algún algo, añgún intangible que te atraiga a algo, no tiene por qué ser literatura, que te haga volver a ello. Incluso el rechazo, el asco (no hablo de Aira en concreto) puede ser válido.
En cualquier caso, lo de "seguir leyendo sus novelas", que suena a ir regalando dinero a Random House... no es que haya comprado más que una; ese Diez Novelas es un único libro donde vienen diez de sus novelas (o relatos largos o novelas cortas...)
Bueno, yo sólo puedo decir que, como no soy accionista ni empleado de Random House ni agente o heredero de César Aira, pues me parece bien lo que dices, Salvador. Es decir, ni bien ni mal; en todo caso, te deseo un mayor acierto en tus lecturas, que de lo que se trata es de disfrutar con esto.
A mí, como creo que ya quedado claro en la reseñs (y gracias de nuevo por leerla), sí que me ya gustafo, sun sin patecerme la recaraba... En todo cado, como apunta GtM, sí que me ha creado algún desconcierto, pero tampoco toene porque ser una sensación negativa.
Nuevos saludos a ambos y gracias por seguir comentando.
Pues sí, GtM, el arte es más para sentirlo que para entenderlo. Y la Literatura es arte, claro, aunque curiosamente se vende más la literatura, esa que no tiene estilo y que se podría comparar a una pintura bonita sin estilo, sin personalidad.
Está bien eso de los diez libros en uno. Había respingado, ¿sabes? Diez de golpe. Menudo golpe.
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