Título original: Idioten. Fünf Märchen
Año de publicación: 2003
Traducción: María Falcón Quintana
Valoración: está bien
El malogrado escritor alemán Jakob Arjouni, célebre por su serie del detective germano-turco Kayankaya, publicó en 2003 estos cinco cuentos que parten de una situación en común bastante original: a sus cinco protagonistas se les aparece un hada dispuesta a concederles un deseo -con ciertas restricciones, eso sí: no se puede pedir nada relacionado con la inmortalidad, la salud, el dinero o el amor. Ni la paz mundial o deseos así de genéricos-; ahora bien, una vez elegido, los cinco deberán asumir las consecuencias de lo deseado.
Que nadie piense, no obstante que se trata de cuentos destinados, supuestamente, al público infantil, con princesas, caballeros, cazadores y enanitos del bosque; los protagonistas de los relatos de Arjouni son, además de contemporáneos, inequívocamente urbanos y, para ser más concretos, berlineses: un ejecutivo de una agencia de publicidad, un estudiante de cine, la dominante madre de una estrella del punk-rock, un viejo escritor de novelas populares y un periodista free-lance, casado con una exitosa pianista. Casi todos tienen en común, además, que su percepción sobre sí mismos y sobre sus circunstancias y problemas difieren con lo que piensan quienes les rodean: de ahí que se les pueda calificar, en su más amplio significado, como "idiotas", como hizo el autor de los relatos, aunque también les cuadra lo de "tontainas" o incluso el tan ibérico "gilipollas", habida cuenta de sus problemas para asumir la realidad en la que viven y, sobre todo, para acertar con el deseo capaz de cambiarla (aunque esto último, me temo, es algo que seguramente nos ocurriría a todos y esa me parece la gran enseñanza del libro).
El punto fuerte de los diferentes cuentos o relatos es, sin duda, la construcción de los personajes protagonistas y sus vicisitudes; magnífica en todos los relatos, es en especial divertida la de la Sra. Radek, protagonista de Legítima defensa -quizás el mejor relato de los cinco, en mi opinión- y del periodista free-lance y bastante beodo Manuel Reuter, en Happy end. Las apariciones del hada de los deseos también están contadas con grandes dosis de humor y sorprendente naturalidad. La realización de cada deseo, en cambio, parece peor resuelta: en unos casos, porque el autor no encontró una idea que proporcionara un final con la suficiente potencia y sorpresa como para equilibrar la estupenda primera parte del relato; o bien que trató de hilar tan fino -es el caso del cuento de la madre dominante y también el del escritor, En el valle de la muerte- que el lector (al menos éste que escribe, quizá algo obtuso) se ve obligado a relaizar un ejercicio deductivo para encontrar sentido al relato. Lo que, en principio, no es algo malo, pero sí resulta contradictorio con el espíritu jocoso y satírico que anima a todos ellos. Aün así, resultan unas historias entretenidas, divertidas y muy bien escritas, lo que ya es bastante. El humor alemán, una vez más (y no dejo de sorprenderme por ello), en su mejor expresión.
6 comentarios:
Juan,
De las últimas 7 reseñas 3 son tuyas.....Te envidio la capacidad de lectura!
Saludos
PD: O te estás apoderando de ULAD silenciosamente? :p
Está haciendo méritos para un premio al reseñista más prolífico. El premio es una semana todo incluido en el islote Perejil y se lo está currando. Y encima le salen bordadas!
Saludos, don Gabriel
Hola a los dos:
A decir verdad, la cosa tiene truco; la reseña de hoy lleva ya algún tiempo escrita, la de ayer está hecha a medias con Danti y la anterior es un cómic, que siempre resulta más llevadero, y además releído. En realidad, por desgracua este mes de juluo apenas he podidi leer nafa, por causas ajenas a mi voluntad...¡espero resarcirme ahora en agosto!
En cuanto a lo de apodetarme de ULAD, amigo Gabriel, no creo que haga falta: ya les tengo subyugados con mi carisma y , ante todo, campechanía... (Yo ya me entiendo)
Carlos, si el Ejército o quien sea me asegura un suministo de vituallas y sobre todo, libros, lo de Peregil no suena tan mal... ; l
Un daludo a amvos
Cuando un autor hace una apuesta tan fuerte el principio, le cuesta encontrar un final a su altura. Por eso Poe, aconsejaba empezar pensando el final, una impresión poderosa a la que se subordinaba todo el desarrollo. Un saludo
Hols Ardills:
En realidad, no es que los finales de los relatos sean flojos o estén msl pensafos, peto parece como si el autor se desentendiera un poco de ellos o los dejase en manos de las dotes deductivas del lector.
Un saludo y gracias por comentar.
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