Título original: Zivot s hvezdou
Año de publicación: 1949
Traducción: Patricia Gonzalo de Jesús
Valoración: Muy recomendable
Praga. 1939-1945 aproximadamente. Ciudad multiétnica, ciudad ocupada, ciudad oprimada y opresiva, ciudad terrible. Traslados, deportaciones, hambre y muerte dominan el panorama.
En esa Praga vive, o más bien sobrevive, Josef Roubicek, antiguo empleado de banca de origen judío. Roubicek está marcado por la estrella amarilla que debe llevar en la solapa, debe desempeñar trabajos que nadie realiza, está completamente solo y pasa hambre pero, pese a todo esto, se agarra a la vida. Elige para ello una doble vía. Por un lado, se aferra a los recuerdos de una vida pasada, casi idealizada, representada por un amor: el de Ruzena. Por otro, se aferra a los más nimios detalles de la vida cotidiana, ya sea un gato abandonado, unas míseras verduras o un molinillo de café. Ambos lados forma parte de la misma moneda y son pequeños rayos de luz que cruzan, a través de un resquicio, las tinieblas.
El libro se mueve entre el miedo, el absurdo, el horror, el espanto y la esperanza; el miedo de tener miedo, de no haber tenido el valor suficiente en su momento, ya sea en el amor o en la vida ("Teníamos que habernos marchado... Fue un gran error. Pero no me apetecía, ¿sabes?. Uno se acomoda y es incapaz de tomar una decisión"), el absurdo de las disposiciones de los ocupantes y de las acciones de los ocupados, el horror y el espanto de las desapariciones cotidianas ("Empezó a faltar gente en el cementerio. Unas veces se despedían y otras simplemente desparecían. No cambió nada, excepto que se incrementó el frío").
Pero siempre queda la esperanza. Roubicek, con mucho sentido común y ciertas dosis de humor negro se adapta a la situación, logra que la esperanza y la vida se abran lentamente camino y convierte su mera supervivencia en resistencia.
En definitiva, un libro muy bien escrito que, con su aparente sencillez, vuelve a mostrar, una vez más, el espanto del Holocausto. Eso sí, el horror no se refleja esta vez a través de los terroríficos campos de trabajo o de ejecuciones, sino a través de los actos cotidianos de un hombre corriente. Quizá por esto el efecto que produce sobre el lector sea menos inmediato, menos "fuerte" que en otras obras sobre el tema. Pese a todo, pasados unos días, escenas de la novela te vuelven a la cabeza y comprendes que el pobre Roubicek, como el capitán Kurtz, estaba en medio de EL HORROR.
Otras obras de Jiri Weil en ULAD: Mendelssohn en el tejado
10 comentarios:
Estupenda reseña. Que algunos momentos de la novela te sigan volviendo al recuerdo días de haberlos leído es muy buen indicio. Un saludo
Pues sí, es muy buena señal. Además, la otra reseña que hay de un libro de Weil (hecha por Francesc) tb es muy buena, lo que parece indicar que Weil tiene algo. Anímate a leerlo y nos cuentas. Creo que no te va a defraudar.
Abrazo!
Me quedan muchas ganas de leerlo. Veré de hacerme con él.
Genial reseña.
Un beso.
Deberían daros comisión, vuestras reseñas inducen a comprar los libros, con este acabo de hacerlo y ahora estoy con Terroristas modernos también gracias a vosotros.
Besos.
Muchas gracias, Rosa y Sol.
Está visto que vamos a tener que actualizar las tarifas que "se nos colaron" en la entrada del 28/12 :)
Abrazo!
Esa entrada del 28/12 fue genial, aunque no creo que una actualización esté a la altura este año, seguro que se os ocurre algo más original.
Leí, de este mismo autor, Moscú-frontera, muy recomendable.
Pues apuntado queda otro "muy recomendable" de un autor que conviene que no quede en el olvido.
Gracias!
Es impactante: la soledad, el miedo, la resignación, la humillación e intentar no ceder a la desesperanza, más que humor negro yo diría que hay algo de ironía a la hora de reflejar algunas situaciones, como las críticas sociales al tipo de suicidio escogido por una de las víctimas que no fue todo lo considerado que debiera con los que se quedaban. Sin embargo, a pesar de la ironía y la dureza del día a día, no es un libro amargo.
Excelente recomendación. Gracias.
Gracias a ULAD he podido leer grandes libros, que de otra manera jamás hubiera accedido a ellos, dada mi gran ignorancia de la literatura, a pesar de haber leído cientos de libros.Y ejemplo de ello es Mendelssohn en el tejado, de este mismo autor, un librazo como la copa de un pino. Y de una época oscura.
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