Idioma: español
Año de publicación: 2011
Valoración: muy recomendable. Imprescindible si se tienen sentimientos vascos.
Esta antología recoge los poemas de tres libros de Celaya: Rapsodia Euskarra (1961), Baladas y decires Vascos (1965) e Iberia sumergida (1978). El motivo de su unión es su nexo común: La idea de España en relación a lo vasco.
A lo largo de los tres libros se produce una evolución en los pensamientos del poeta de Hernani. En Rapsodia, España aparece como un enemigo que impone su lengua y sus costumbres a un pueblo prerromano y libre. En este momento se encierra en lo vasco, en sus montañas y en su mar. Un reducto de libertad a todo aquello que les es impuesto. Hay que recordar el momento en que Celaya escribe estas líneas, en mitad del Franquismo cuando todo sentimiento regionalista se une a las ideologías que persigue el régimen, se prohíbe la lengua y las costumbres. Celaya reivindica.
Más adelante, en Baladas y en Iberia, se retrotrae al momento anterior a España y a la situación actual: Iberia. Un lugar en el que todos tienen sitio: vascos, murcianos, castellanos y extremeños. Anterior al Imperio Romano al que no tolera, que impone, conquistador sobre los pueblos libres anteriores a su dominio. Es en la imagen pasada donde encontramos la patria común de una España desunida, rota y conquistada de nuevo.
Su vocación unificadora y federalista no le impide atacar Madrid y su chabacanería, su falta de aire limpio, su civilización bárbara. Lo mismo que la Castilla dominadora, iletrada y seca. Celaya es un regionalista del mar, de los bosques, de las flores y del shirimiri. Canta por las regiones oprimidas. Pero no es un canto de odio y venganza, canta desde la resignación del que está sometido, pero aún con esperanzas de ser libre.
Envuelve su lírica de leyendas y magia norteña. A través de cantos, invocaciones y cuentos. Las sorguiñas, Ferrón, el señor del bosque y la leyenda de Zugarramurdi, el caso de brujería más famoso de España.
Lunes. Martes. Miércoles. Tres.
Jueves. Viernes. Sábado. Seis.
El gato azul de la noche
ha enarcado su joroba.
La tijera cayó abierta
y la escoba barre sola.
También hay lugar para canciones, historias y paseos por Donosti. La poesía del euskaldún está repleta de todo ello: magia, historia y rimas. En este Silencio la poesía de Celaya es poco intimista, apenas hay amor, inquietudes o religión, a diferencia de Blas de Otero que también es un representante de la poesía social vasca. El carácter social es lo que parece impedir la egolatría. En este momento de represión el poeta canta por las minorías calladas, por las tierras calladas. Se hace pregonero del silencio vasco.
El vasco se puso al margen
de la civilización.
No tuvo historia; no tiene
más verdad que el cromlech-sol
Pero a veces sale un loco,
y por eso escribo yo,
que al predicar el silencio,
doy el sí, diciendo no.
Firmado: Guzmán García
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