jueves, 4 de junio de 2020

Bruce Jay Friedman: Towns

Idioma original: Inglés
Título original: About Harry Towns
Año de publicación: 1974
Traducción: Manuel Moreno
Valoración: Entre recomendable y está bien

Towns, de Bruce Jay Friedman, versa sobre la vida de Harry Towns, un guionista de cine que se ha separado de su esposa, hace cómicos esfuerzos por ganarse el cariño de su hijo, vive por encima de sus posibilidades en un apartamento de lujo de Manhattan, se acuesta con múltiples mujeres, ha perdido a sus padres y, amén de ludópata, es adicto a la cocaína. Los defectos del bueno de Harry son considerables; sin embargo, él es consciente de ellos e incluso los señala de forma explícita o implícita, por lo que se gana la simpatía del lector.

Como afirma Rodrigo Fresán en el prólogo de este volumen, Towns es una «novela-en-cuentos» (género híbrido también conocido como ciclo cuentístico). La conforman cinco capítulos: "Volver de la costa", "Socios", "Alto, fuerte y guapo", "Nieve", "Uno tras otro" y "Otro intento". Aunque dichos capítulos-relatos se pueden leer de forma autónoma, en su conjunto desprenden una cierta continuidad y gravitan alrededor de cuestiones recurrentes.

A mi juicio, los tres primeros superan con creces a los que les siguen. Friedman tiende a la dispersión, pero en estas narraciones iniciales hay un empaque la mar de satisfactorio, además de una exploración temática francamente lograda. De modo que son muy interesantes. Por el contrario, ninguno de los textos que siguen a "Alto, fuerte y guapo" me ha llegado a impactar en demasía, salvo en pasajes puntuales.

Quizás le pondría una pega a la prosa de Friedman, y es que tengo la impresión de que el autor no sabe cuándo terminar un párrafo. En lo que respecta a la traducción de Manuel Moreno, decir que siente un apego excesivo por expresiones propias del argot norteamericano que en nuestro idioma suenan poco naturales, como «el tipo» o «el chico» (ésta última hace referencia al hijo de Towns). También criticaría de la traducción de Moreno la reiteración de ciertas palabras sin intencionalidad estilística mediante.

En resumen, Towns es una lectura irregular que gustará especialmente a aquéllos familiarizados con las inquietudes de la ficción americana de segunda mitad del siglo XX, a aquéllos que encuentren entrañables a sus escenarios y personajes, a aquéllos que disfruten del humor amable cuyo origen es la amargura. Porque si algo hay en estas páginas es este tipo de humor.  

5 comentarios:

Juan G. B. dijo...

Hola, Oriol:
El libro tiene buena pinta, pero, para ser sincero, no entieno por qué, cuando comentas en el comentas en el primer párrafo las características del protagonista, añades que se ve que no es buena persona...¡Hombre, ño peor que tiene essu adicción al juego y la cocaína, adicciones que hoy día se consideran como una enfetmedad y que sobre todo son destructivas para quien las padece, aunque también puedan proporcionar algunas satisfacciones pasajeras...! El resto de sus características no me parecen, en sí mismas, propias de una mala persona e incluso algunas de ella francamente envidiables...
Saludos de un crápula frustrado.

Oriol dijo...

Juan, reformularé el primer párrafo, porque veo que no se entiende lo que quiero transmitir. Así que gracias por el toque. A lo que me refiero es que Harry Towns es un personaje ficticio con defectos, pero éstos no son particularmente graves y, además, los admite, por lo que el lector empatiza fácilmente con él. A veces emplea estratagemas un tanto manipuladoras para ligarse a una tía, por ejemplo, pero el bueno de Harry lo reconoce y se nos hace difícil tenérselo en cuenta.

Por cierto, aprovecho para comentar que he etiquetado la reseña de "Towns" como efemérides porque, según me ha indicado Koldo esta misma mañana, Friedman nos ha dejado hoy mismo. Descanse en paz.

Anónimo dijo...

Como os gustan el humor negro y la incorrección política..La verdad, ser cocainómano y ludópata es poco defecto..mi próxima pareja al menos tiene que ser político corrupto, coprófago y violador de ancianas.

Oriol dijo...

Anónimo, no seamos ingenuos. A un personaje ficticio, por más que pueda compartir similitudes con el autor que lo concibió, se le pueden perdonar cierto tipo de comportamientos moralmente cuestionables, y hasta empatizar (o simpatizar) con él pese a los mismos. Mientras una narración no haga apología de dichos comportamientos, o no los glorifique, ¿qué problema hay con que los plasme? Léete "Memorias del subsuelo", de Dostoyevski, un excepcional estudio de personaje sobre un ser despreciable al que sólo los moralistas se atreverían a criticar por la caracterización de su protagonista.

Sí, Harry Towns es un ludópata que abandona a su hijo en varias ocasiones, ya sea en un hotel o en un casino, para satisfacer su compulsión. Sí, Harry Towns manipula deliberadamente, hasta cierto punto, a algunas mujeres con las que se quiere acostar. Eso no lo hace peor que la mitad de seres humanos. Además, Towns tiene la deferencia de tener aspectos redimibles.

Ah, y por si mi comentario ni te he parecido suficientemente cínico, deja que añada algo: viva el humor negro y la incorrección política. Faltaría más.

Anónimo dijo...

Muy interesante oriol... Mayor Thompson