sábado, 16 de noviembre de 2019

Natalia García Freire: Nuestra piel muerta

Idioma original: Español
Año de publicación: 2019
Valoración: Recomendable

Las jóvenes escritoras ecuatorianas vienen pisando fuerte. Buena muestra de ello son las obras, ya reseñadas en ULAD, de María Fernanda Ampuero (Pelea de gallos) y de Mónica Ojeda (Nefando y Mandíbula). A estos dos nombres hemos de sumar el de Natalia García Freire, quien comparte con las dos autoras mencionadas nacionalidad, generación y, como decía Juan en su reseña de Mandíbula, una cierta obsesión por mundos cerrados, asfixiantes y enfermizos, pero adictivos como el veneno de las serpientes.

Mucho de eso hay en este “Nuestra piel muerta”, título que hace referencia a la muda de piel que realizan algunos artrópodos, adorables bichitos que son claves en el desarrollo de la novela.

Retrocedamos. “Nuestra piel muerta”, como tantas otras obras, parte de un viaje. En esta ocasión, el viaje es, al mismo tiempo, un retorno, una huida y una búsqueda: retorno a la casa familiar en cuyo jardín yace enterrado el padre de Lucas, principal protagonista de la novela; huida de un pasado negro como la pez; búsqueda de un ¿sentido?, de una ¿respuesta?, de un ¿final redentor?

¿Qué vine a buscar, padre? ¿El silencio? ¿Un espejismo? ¿Una patria?

Todo lo anterior bajo la forma de monólogo con el cadáver del padre y a través de capítulos en los que la autora dosifica acertadamente la información mediante la alternancia de un presente y un pasado no sabemos si del todo fiables, porque…

“La memoria, cuando no puede recordar, deforma”

De ahí que la novela tenga tanto de novela negra (¿qué ocurrió realmente?, ¿qué fue lo que desencadenó la decadencia de la familia de Lucas?, etc) como de novela psicológica y de formación (la evolución de Lucas).

Más allá de su argumento, “Nuestra piel muerta” es una novela poética en la que símbolos e imágenes son fundamentales y, como tal, susceptibles de las más variadas interpretaciones. Hasta el punto de que, por momentos, llegue a pensar en Felisberto y Eloy (intrusos que llegan a la casa de Lucas) como símbolos del advenimiento de la ultraderecha que ya ronda por estos lares. ¡A lo mejor me estoy volviendo loco, doctor!

Símbolos e imágenes como la casa ocupada por intrusos, el jardín abandonado e invadido por la mala hierba, la vaca muerta rodeada de moscas en medio del jardín o los insectos, cuevas, sequías y lluvias torrenciales que atraviesan la novela… y que traen a la memoria algunos elementos del realismo mágico.

Pero las influencias no se quedan ahí. Así como en determinados pasajes la novela me recordaba, por ejemplo, a la permanente sensación de tragedia que rodea a “La mala hora” de García Márquez, creo que las influencias más notables son las de autores norteamericanos como Faulkner o Gass. Esos ambientes opresivos, ese narrador no del todo fiable y guiado por percepciones sensoriales, esa sensación de violencia que crece como las nubes de tormenta hasta explotar en un instante final revelador traen a la memoria historias como “El ruido y la furia” (sobre todo, la parte narrada por Benjy) o “El chico de Pedersen”.

Ese es, creo yo, el punto más “débil” del libro: el de unas influencias en exceso visibles. Imagino que esto se debe a que estamos ante el debut de García Freire e imagino, también, que solo será sea cuestión de tiempo que la autora se aleje, en la medida de lo posible, de sus autores de cabecera y su voz se convierta en algo más personal. En cualquier caso, me quedo con lo positivo, que es mucho: el manejo de la información, el potencial lírico de los símbolos e imágenes utilizados, la terrible recreación de un mundo convertido en algo opresivo hasta la asfixia “gracias” al peso de la tradición, del machismo, del poder sin medida y del miedo... ¡Ah, y que estamos ante una autora que tiene menos de 30 años y toda una carrera por delante!

3 comentarios:

Juan G. B. dijo...

¿Yo escribí semejante frase? ¡Vamos, no me lo creo...eso es que nos han hackeado el blog!
En todo caso, tomo nota de esta autora porque es cierto que ahora mismo hay escritoras ecuatorianas, pero también argentinas, uruguayas, mexicanas, etc...(e incluso alguna que otra española) que están escribiendo de lo mejorcito en lengua castellana.
Bueno, qué te voy a contar a ti...; )

Koldo CF dijo...

Sí, lo mejor en lengua castellana raitnau está escrito por mujeres. Es así de claro

Anónimo dijo...

Raitnau.. esto no es Twitter.
Quizás haya quien no lo entienda