jueves, 12 de octubre de 2017

Carmen M. Cáceres: Una verdad improvisada



Idioma original: Castellano 
Año de publicación: 2016
Valoración: Muy recomendable


Cuando una pareja inicia su vida en común, ese cohete despegando con toda la trompetería reventando en encandilado fragor, los amantes se sitúan en una encrucijada donde todas las maravillas que por llegar están se imaginan blindadas ante la amenaza que supone todo lo previo que aporta cada una de las partes del nuevo sujeto afectivo. En vano, por supuesto. Las novelas llevan contándonos miles y miles y decenas de miles de historias de parejas, sus expectativas y desenlaces, sus quiebros y mutaciones, sus deslices y grandezas, sus particularidades y categorías. El filón es inagotable, como viene a corroborar Una verdad improvisada.

La primera novela de Carmen M. Cáceres (Posadas, Argentina, 1981) pone en el microscopio de su escritura la relación de Clara y Bruno. Los acompañamos desde el estallido inicial de melodía y ritmo (“Hay una ingenuidad que no vuelve, dijo Bruno un día, o lo dije yo, da lo mismo, estábamos de acuerdo.”) a través de las primeras sombras (“Queríamos ser honestos, pero éramos rústicos”) hacía las zonas más templadas de la rutina y la cotidianidad. Donde, de repente, erupciona el sarpullido de los celos, un escozor irritante e insufrible, que se alimenta no ya de la inseguridad sino de la impotencia, de la incapacidad de aniquilar de la vida del otro los momentos de dicha tenidos en relaciones previas. Momentos despreciables, puesto que suponen una merma del valor de la situación actual. Ya se sabe, somos seres racionales absolutamente imprevisibles, disparatados.

Una verdad improvisada es un relato levantado con carnalidad y sofisticación, en el que se desmenuzan momentos intrascendentes y caseros y se proponen categorías que despiertan la simpatía del lector, como la de los silencios: el de rutina, el del reproche, el de la parálisis y el biológico, ese que es tan de agradecer, donde no se habla por no tener nada que decir. Cuando la enfermedad hace su aparición, en forma de agarrotamiento de una de las cuerdas vocales de Bruno, la relación exigirá un reajuste en las estrategías, prioridades personales y conjuntas y estados de ánimo: “Cuando pasa el tiempo en las parejas dejan de ser importantes los grandes gestos y todo se mide en el menudeo. El menudeo puede ser maravilloso. El menudeo es siempre mezquino”. 

La presión de los acontecimientos genera nuevas situaciones, nuevos miedos y amenazas, nuevos momentos inesperados y sorprendentes, como una tarde en las carreras de caballos deliciosamente retratada, donde se desata una forma salvaje de libertad, de una intensidad tal que la aguja de las revoluciones del motor alcanza la intensidad de las escenas más físicas. Que también aparecen de sopetón, como se supone que actúa la tensión entre dos cuerpos que se atraen.

Es muy difícil aguantar la mirada firme de la persona que nos ve vivir cada día cuando no transmite deseo, ternura, reproche”. Pese a la concisión, apenas sobrepasa el centenar de páginas, Una verdad improvisada contiene una notable abundancia de detalles, matices, razonamientos, exabruptos, nimiedades, imágenes y sorpresas como para concluirla con la certeza reafirmada de que, en efecto, cuando esto de la pareja funciona, proporciona mucha, pero que mucha, vidilla.

6 comentarios:

Oriol dijo...

La verdad es que tu reseña me ha dado ganas de leerlo, ¡felicidades!

carlos ciprés dijo...

Hola Oriol,
¡Pues anímate y comparte con nosotros qué te ha parecido!
Muchas gracias por tu comentario.

Gabriel Diz dijo...

Hola Carlos, me sorprendiste con la reseña de mi compatriota: no había escuchado sobre ella.
Gracias!

carlos ciprés dijo...

Hola Gabriel,
Es su primera novela publicada, así que desde luego es un debut de lo más prometedor. Si la lees, sería estupendo conocer tu opinión.
¡Salud y gracias!

Pilar Vargas dijo...

Hola C. Ciprés,

Me gusta la reseña. Has despertado mi interés y eso que la pareja como tema es difícil de abordar ya que es fácil caer en prototipos o ser demasiado intimista y no conectar con el lector. Tomo nota. Gracias.

carlos ciprés dijo...

Hola Pilar,

Precisamente, creo que uno de los aciertos de la autora es saber mantenerse es ese territorio más templado, de lo cotidiano, sin perder ese filo que da interés a la narración. Te agradezco el comentario y si la lectura acaba "cayendo", me gustaría mucho saber qué te ha parecido.
¡Salud!