Idioma original: inglés
Título original: Although of Course You End Up Becoming Yourself
Año de publicación: 2017
Traducción: José Luis Amores
Valoración: estupefaciente
Hablemos de las bambalinas de este blog.
Por ejemplo: de la coordinación. La mera idea de que exista una coordinación resulta risible. Sí que mantenemos una correspondencia interior que empieza en debates sobre nimiedades (qué responder a los trolls, quién se ocupa de la próxima fecha vacía, por qué nada satisface a ciertos colectivos exigentes) y acaba en naderías.
Pero en uno de esos correos yo sugerí a la gente que saliera de vez en cuando de sus zonas de confort (autores, géneros) para evitar que nuestros lectores nos acusaran de previsibles. Ya está XX reseñando otra vez a XX y diciendo lo mismo de siempre.
Y este soy yo predicando con el ejemplo.
Aunque por supuesto terminas siendo tú mismo es mi enésima (no me hagáis contarlas, empieza a darme mucha vergüenza) aportación relacionada con David Foster Wallace. Pero va y resulta que es, casi, la que más me siento obligado a aportar. Más incluso que aquel lejano Conversaciones con David Foster Wallace que publicó también Pálido Fuego. No negaré que tenga que ver lo suyo el hecho de que, apenas hace dos semanas, me encontraba sumido en la lectura y posterior reseña de La broma infinita, libro con el cual éste tiene mucho que ver. Porque aquí nos encontramos, en una transcripción que parece bastante exhaustiva, cinco días de conversaciones entre David Lipsky y DFW, aquél en calidad de periodista de Rolling Stone encargado de la cobertura de la gira de presentación de la novela, éste en calidad de algo alucinada estrella literaria, sincerándose progresivamente. Esa sinceridad, lógico, no es inmediata, claro, pero cinco días dan para muchas situaciones y casi 400 páginas dan para observar ese avance de la confianza mutua, una cuestión nada sencilla dada la proverbial timidez que se atribuía a DFW. Resulta curioso que el reportaje en su día no llegó a publicarse, lo cual, pasadas dos décadas, hemos de agradecer. Seguramente un reportaje de unas decenas de páginas hubiera encontrado acomodo en alguna de sus recopilaciones posteriores de artículos, y entonces nos hubiéramos perdido este festín, que podrá tildarse de endogamia o necrofilia, pero que, por encima de todo, dispone de la baza de la autenticidad. No una autenticidad morbosa o inducida en la edición del texto.
Lipsky y Foster Wallace viajan en coche, en avión, comen en bares y restaurantes de comida rápida, repostan, acaban en casa del escritor con el protagonismo de los dos perros que el escritor tenía para despedirse. Ya en ese momento Wallace confía en Lipsky, pero la buena relación con los animales parece corroborarlo. El extenso diálogo da para todo y el libro parece mutar en una suerte de buddy-movie atípica, donde ciertos temas son recurrentes y nos sitúan prácticamente (con las limitaciones de la transcripción de un diálogo grabado y la traducción, esto es un milagro) como si el interlocutor del escritor fuéramos los lectores. No porque Lipsky sea plano en su trabajo. Sus notas entre corchetes ayudan lo suyo, como sus silencios o sus respuestas concisas al estilo "sigue, sigue". Entonces no solamente al fan de DFW puede interesar esta maravilla. También a quién tenga curiosidad acerca del hecho literario, de la fama, de la reacción ante la fama.
Así que de esta lectura obtendremos jugosa información privada, pero olvidemos el morbo. También abundan detalles curiosos, como la insistencia del entrevistado en negar, a cualquiera que se tercie cualquier otra relación con Lipsky que la profesional. DFW habla de su relación con su obra, de su proceso de concepción, de sus dudas sobre aceptar anticipos, de diversas sustancias, de su depresión, de las mujeres (curiosa su reflexión acerca de no haber "mojado" en la gira), acerca de sus diversas épocas como estudiante como docente, del duro proceso de tira y afloja con Michael Grietsch, editor, por el que La broma infinita se acabó publicando tras diversos severos recortes de contenido (¿dónde está el material que se descartó? ¡Por Dios!) y, de hecho, es de extraordinario valor todo lo concerniente a la obra promocionada en la gira. Su desarrollo, la explicación de su estructura, su intención de crear algo difícil pero asequible, la proyección de detalles personales dentro de los personajes. No sé si afirmar que este libro sacia la curiosidad del completista sea un poco osado. No sé si aventurar que en la misma medida que se otorga importancia al DFW escritor hay que otorgarle importancia al DFW persona, dada la obvia maniobra de conexión con el lector que conseguía en sus escritos. Pero os pido que analicéis el hecho de que sobre un libro así se haya llegado a hacer una película, The end of the tour. Una película sobre una entrevista a un escritor minoritario promocionando una difícil novela de más de 1.000 páginas. Qué grande.
Así que de esta lectura obtendremos jugosa información privada, pero olvidemos el morbo. También abundan detalles curiosos, como la insistencia del entrevistado en negar, a cualquiera que se tercie cualquier otra relación con Lipsky que la profesional. DFW habla de su relación con su obra, de su proceso de concepción, de sus dudas sobre aceptar anticipos, de diversas sustancias, de su depresión, de las mujeres (curiosa su reflexión acerca de no haber "mojado" en la gira), acerca de sus diversas épocas como estudiante como docente, del duro proceso de tira y afloja con Michael Grietsch, editor, por el que La broma infinita se acabó publicando tras diversos severos recortes de contenido (¿dónde está el material que se descartó? ¡Por Dios!) y, de hecho, es de extraordinario valor todo lo concerniente a la obra promocionada en la gira. Su desarrollo, la explicación de su estructura, su intención de crear algo difícil pero asequible, la proyección de detalles personales dentro de los personajes. No sé si afirmar que este libro sacia la curiosidad del completista sea un poco osado. No sé si aventurar que en la misma medida que se otorga importancia al DFW escritor hay que otorgarle importancia al DFW persona, dada la obvia maniobra de conexión con el lector que conseguía en sus escritos. Pero os pido que analicéis el hecho de que sobre un libro así se haya llegado a hacer una película, The end of the tour. Una película sobre una entrevista a un escritor minoritario promocionando una difícil novela de más de 1.000 páginas. Qué grande.
12 comentarios:
Maldito Fancesc. Dedícate a dar charlas sobre DFW. Y de Bolaño.
Un abrazo!!
¿Merece la pena para quienes hemos leído "Conversaciones con DFW"?
Eso mismo iba a preguntar yo, si somos fans de DFW pero ya hemos leído "Conversaciones con DFW", ya tienes la sensación de que lo conoces muy bien (y lo amas sin reservas, claro), ¿merece la pena?
He leído varios libros de DFW y me encanta aunque todavía no he leído La broma infinita. Puedo leer esto sin haber leído la novela? Porque iba a avalanzarme sobre él. Gracias!
Mi historia con Foster Wallace empezó con la película que mencionas. Me gustó. Me gustó porque en ella vi reflejada, más que nada, esa inquietud que Foster tenía... No sé explicarlo... Esa necesidad que tenía de no ser lo que provocó. Luego, como en todas partes me aconsejaban no empezar con la broma infinita, empecé con La broma infinita. Fue una muy buena experiencia. Dejando claro que "buena" incluye también un poco de sufrimiento o, mejor dicho, desazón. En fin. Creo que Wallace merece el culto que recibe. Creo que la broma es un libro con características que lo hacen merecer un espacio en el recuerdo por mucho, mucho tiempo, pero ta. No llego a más. No porque no quiera, más bien por no restar valor a tantos otros que creo merezco leer. No me cabe duda de que volveré a leer a Wallace, pero algo así, leer sobre Wallace, no. (No creo ni que el propio Wallace lo desease). La idea que me dejó la película sobre él es que si el supiera de estos libros probablemente volvería a quitarse la vida. No sé. Igual son cosas mías. Sobre este autor, recuerdo que al final de la peli, Wallace, que sin duda fue un diamante dentro de una nuez, le dice: "Tu no quieres ser yo". No sé si no le comprendió o si con eso se "enamoró" más de él.
En fin bis. Lo que quiero decir es que pases página, Francesc, y nos regales y te regales una reseña de "El libro uruguayo de los muertos" de Mario Bellatin que también merece culto. Juas!
Al anónimo anterior. Mi humilde opinion es que puedes leer, incluso, un manual sobre la broma infinita sin que tenga nada que ver con la experiencia de leer la propia broma.
Gracias Interlunio por comentar, y también a David. En mi caso, os diré también he leído «la broma infinita» y fue después de leer «Conversaciones con DFW». La lectura de las conversaciones me despertó las ganas de leerlo, que los dos primeros intentos que había hecho no habían conseguido. A veces es bueno que otro libro te abra el apetito y te dé ese empujón necesario para empezar una novela de tal volumen. Tampoco diría que me gustara el libro, sí ciertos episodios, pero es innegable que DFW merece un lugar entre los grandes, ya sea por su estilo, por su capacidad, por su talento o por sus numerosos libros que un talento tan fructífero nos has dejado en relativamente poco tiempo.
Esperaremos el veredicto de Francesc, pero conociéndolo un poco creo que dirá que cualquier lectura de o sobre DFW vale la pena, en el orden que sea. (Ahora es cuando Francesc comenta y me contradice ;-)
Gracias a todos por comentar.
Saludos
Marc
Empieza a poner a prueba mi paciencia: La insistencia del mundo editorial (en conjunto) en recuperar la figura de DFW. Igual si lo hubieran hecho en vida. Igual.
Francesc bon dixit
Buenos días a todos y mil excusas por el retraso, cuestiones profesionales a veces se imponen, ya sabéis.
Pues aún (que os suene a amenaza: lo es) no he acabado con lo de DFW aquí. Es una obligación que acarreo feliz. La cuestión de si es éste o "Conversaciones..." el libro a leer, permitidme que la zanje con un político "ambos". Pues en éste la progresión de la confianza (o sea, como DFW se "suelta") resulta curiosa.
Necrofilia: una lástima que sea una palabra presente. Como si DFW fuera el Kurt Cobain de la nueva literatura americana. En fin, como NO está todo dicho, y mi convencimiento de que esa cacareada sobrevaloración (efecto pèndulo, señores) no debería afectar a un juicio equitativo, pues os sugiero a todos lo mismo: probad con sus obras más asequibles (el mejor ejemplo que se me ocurre es "Algo supuestamente..." y, si veis que es vuestro hombre, pues seguid. "La broma infinita" nunca debería ser el primer acercamiento. A ese libro hay que llegar con hambre atrasada.
Saludos y gracias por los comentarios.
* Dios: "cómo" en "o sea, como..." y tras las comillas de "supuestamente..." debería cerrar un paréntesis.
A mí The end of the tour me resultó entre repugnante e insípida. Quiero creer que es una mala destilación del libro.
Por qué repugnante?
Creo que, como suelo hacer en muchos casos, y a pesar de mi obvia DFWfilia, optaré por no ver la película, o quizás por verla sin esperar nada de ella.
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