sábado, 23 de septiembre de 2023

Erri De Luca: Napátrida

Idioma original: .italiano
Título original: Napòlide
Traducción: Carlos Gumpert Melgosa para Periférica
Año de publicación: 2006
Valoración: recomendable


Bien es sabido, por estos lares nutridos de textos de ULAD, mi admiración por Erri De Luca, pues en sus textos siempre se puede encontrar la delicadeza, la pausa y la admiración por el entorno que el autor contempla con serena nostalgia y emotividad. También es cierto que Erri De Luca deja que su pasado tome forma en la prosa de sus libros, que exudan notas de la vida del autor napolitano. Por ello, los protagonistas de sus textos están, a menudo, situados entre la soledad y la compañía de los habitantes de los pequeños pueblos, entre la costa y las montañas, entre paisajes de idílica visión y añorado recuerdo.

De esta manera, el libro empieza con los recuerdos del autor, narrando su partida de Nápoles, su ciudad natal, a los 18 años, «tras una infancia soportada como una cuarentena». Una salida deseada, esperada, aunque en cierta manera también trágica dejando atrás su infancia, una infancia no siempre agradable ni acogedora, y nos lo transmite recordando que «escogí un tren y un horario para no entregarme al azar de un viaje en coche: quería ser el dueño de mi partida» (…) «cuando me picaron el billete de tren, sonó con la furia de un portazo a mis espaldas». Una salida de la ciudad que se asemeja a una huida, aunque acompañada de una nostalgia que le impacta en cada uno de sus retornos porque, tal y como afirma, cuando vuelve a Nápoles no tiene la sensación de estar de vuelta, pues «una ciudad no perdona la separación, que es siempre una deserción. Estoy de acuerdo con ella, con la ciudad: quien no estuvo o se ausentó ahora no está; su derecho a la ciudadanía ha prescrito».

Como se puede observar en estas primeras reflexiones, este relato de Luca es un relato marcadamente autobiográfico y, si bien es cierto que en la mayoría de sus obras hay trazos de su vida representadas  en ellas, esta es una narración en la que sus recuerdos y memorias son narradas de manera explícita y en los que no solo los recuerdos de su infancia cobran fuerza sino también en ella nos habla de la relación con sus padres y la educación recibida, una educación impartida en casa pero también en la escuela, estricta, con un profesor «justo, según la justicia de los tiempos» en una escuela que «punteaba y aporreaba los nervios de sus alumnos». 

El autor nos narra su vida con la mirada siempre puesta en la ciudad de Nápoles, a veces inmerso en la propia ciudad, otras mirándola desde la influencia del Vesubio, pero también desde sus alcantarillas y su mirada al mar, desde el fútbol y las creencias religiosas, desde la mirada de la gente que sigue en la ciudad y no la abandona pese a todo. Una ciudad muy singular que durante su infancia post Segunda Guerra Mundial, define como «la Norteamérica en casa» con «el dinero fácil de los puertos militares del mundo». Una ciudad viva y agitada, que marcó sus primeros años a nivel incluso sensorial afirmando que «tuve una infancia acústica; el oído era el órgano maestro. Después de la guerra, Nápoles era una ciudad a voz en grito: los insultos, las maldiciones, las lágrimas, las palizas y las llamadas a los soldados norteamericanos, de ronda alcohólica y en celo, subían hasta las ventanas». Esta es la ciudad real, la vivida y la narrada, porque «la Historia pasa por ahí, no por los libros ni las series ni la televisión, sino de boca en boca por las noches, en las fiestas de guardar, cuando los adultos se juntan y se ponen a recordar».

En esta corta obra, De Luca hace también en este relato un canto a favor de las mujeres y del feminismo, confesando que «soy consciente que soy testigo y partícipe de una decadencia del género masculino, al que veo vacilar ante el femenino con una consternación que al final de convierte en furiosa arremetida contra las mujeres. Lo que acaba matando a muchas jóvenes es la rabia por el complejo de inferioridad que sienten algunos hombres rechazados», una violencia que vemos continuamente en nuestro mundo, en todos lados, porque «hoy leemos historias de furores que estallan dentro de la impotencia, de varones a los que un nuevo analfabetismo sentimental incita al odio, por el desaliento de ser, ante la mujer deseada, el apéndice de la nada».

Por todo ello, este libro de Erri De Luca es recomendable para quien quiera conocer un poco más a un autor a través de la propia narración de su vida. Un autor que siempre y en cada uno de sus libros deja frases de gran belleza poética acompañadas de reflexiones que nos invitan a pensar sobre el mundo que vivimos y que dejamos.

2 comentarios:

irati dijo...

Lo estoy leyendo ahora mismo. Es mi primer Erri de Luca y no sé si habré comenzado por el más idóneo, pero me está gustando mucho y querré más. Tal vez Los peces no cierran los ojos, que recomendabas en otra entrada del blog. Gracias por la reseña!!

Marc Peig dijo...

Hola, Irati!
Celebro que estés disfrutando de la lectura de este libro. Si te gusta, entonces “Los peces no cierran los ojos” es una apuesta segura. Fue mi primer libro del autor y sigue siendo mi favorito.
Saludos, y gracias por comentar la entrada.
Marc