Idioma original: español
Año de publicación: 2020
Valoración: bastante recomendable
Aunque sea personalmente reacio a prejuzgar en función de circunstancias particulares de los autores, he de reconocer que leer a Borja Goyenechea (21 años, improbable miembro de una Generación Z literaria, como más adelante explico) tras leer a un Don DeLillo (seis décadas les separan) publicando- onerosamente, eso sí - al ralentí, me resulta una experiencia curiosa. Aunque sea por los planteamientos de partida, y ya no fuerzo más la comparación pues no se trata de eso: Goyenechea no tiene miedo a iniciar sus relatos con bloques de texto de cierto espesor conceptual, resulta curioso en estos tiempos donde el uso del skip amenaza cualquier manifestación artística el joven autor se atreva con párrafos de entrada que podrían asustar al lector poco bregado.
Por si el incierto presente del mundo literario no fuera suficiente, publicar una primera obra en plena pandemia e iniciarla con un cuento - un excelente cuento - que refiere al virus y lo coloca en el centro sin apenas preámbulos, requiere de un autor joven mostrar personalidad, y Goyenechea no se queda ahí. Aunque muestre altibajos, los propios del escritor que, por edad y curiosidad propia, especulo, genera obra casi a medida que engulle la de otros y la deja transpirar en sus escritos. Me apuntan Mairal, pero diría que Cortázar también y, presumo, pero puedo equivocarme, que algo de Saer y algo de Borges o Bolaño, claro, el realismo mágico, por supuesto, y algún préstamo de esa corriente de escritoras de las que ya hablamos aquí, jóvenes escritoras en español escoradas sin miedo hacia relatos de terror, de suspense, de carnalidad desacomplejada.
Los personajes de Goyenechea son centrales, casi siempre lo que les ocurre es periférico en sus relatos. Son personajes que sufren y que muestran ese sufrimiento en su diálogo interior, otra seña de identidad, algo que puede que trabe o dificulte el avance en lo narrativo pues no hay aquí ligereza ni frivolidad, hay párrafos con contenido valioso en cada arranque. Sufren porque han tomado decisiones radicales que pueden acarrearles trágicas consecuencias. Son soldados que se refugian en cuevas o seres que huyen o tipos a los que no les llega el dinero para tomar agua, para comprar un ataúd. Ese padecimiento lleva a ciertos grados de desesperación. El libro mantiene una unidad en ese sentido y cada lector hallará su cuento favorito e identificará esas influencias lógicas, personalmente creo que lectores y autores constituyen mundos separados como para que yo, en tanto que perteneciente a los primeros, le dé un consejo al autor cara a futuras obras, que tiene la pinta de haberlas y creo que de mayor enjundia. Le he visto decisión, buen trato del lenguaje, capacidad de describir la paleta psicológica (de hecho la única referencia literaria directa es a Kafka), le he visto la obvia intención del debutante en demostrar versatilidad, puede que con algún disculpable exceso de rigidez, pero en general El francés y otros relatos es un alentador ejercicio que conjuga ambición y maneras, que compensa esa soledad del escritor de fondo (estudiante peruano en Madrid, dice la solapa) con la convicción de quien confía en lo que escribe. No le colguéis etiquetas porque, entre la maraña de juntaletras situacionistas que anega la edición independiente - o directamente la autoedición para allegados y amiguetes, le veo una luz propia que él, creo, sabrá pulir y definir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario