lunes, 10 de junio de 2019

Seth: La vida es buena si no te rindes


Idioma original: inglés
Título original: It's a Good Life, If You Don't Weapúblicos n
Año de publicación: entre 1993 y 1996, como serie dentro del cómic Palooka-Ville
Traducción: Esther Cruz Santaella
Valoración: está bien

Nos encontramos hoy ante uno de los libros que, hace veinte o incluso treinta años, hicieron que cambiase la percepción general acerca de los cómics como algo destinado a los lectores infantiles, a los frikis de los superhéroes o a la contracultura, underground o punk, y pasaran a ser considerados, o al menos alguno de ellos, como obras literarias tan profundas y complejas como cualquier novela sin dibujicos (recordemos otros títulos como Maus o Fun Home). Aunque, en realidad, el concepto "novela gráfica" ya existía antes de que se comenzase a aplicar a los libros de historietas con ciertas ínfulas literarias, en el sentido de referirse a una historia extensa, obra de un solo, o una pareja, dibujante y guionista (me refiero a no como en los equipos del manga o de los sistemas de producción de las editoriales de cómics norteamericanas), se generalizó entre el público modernete de ciertas inquietudes culturales, como cómics "de autor", a partir de las obras, ya digo, de dibujantes como éste, el canadiense Seth, a.k.a. Gregory Gallant (*)

Esta novela gráfica, pues, comparte además con algunas de sus congéneres una característica que, en principio, debería haberme hecho huir de ella como gato escaldado del agua... ¿cual va a ser, amigas  y amigos biblioadictas? En efecto: el protagonista de esta historia resulta ser un dibujante canadiense (¡Oh, sorpresa!) llamado Seth (¡Oh, maravilla!) y de inopinado parecido físico  con el autor del libro (¡Oh...bueno, vale, ya lo dejo). Es decir, me encontraba yo una vez más ante mi Némesis como sufrido lector: la autoficción pajillera que nos ha invadido como una plaga de oruga pasionaria en un pinar. Debería haber huido, lo reconozco, pero si no lo hice  fue por la combinación de: 

1- Dibujo claro y poco abigarrado, fácil de mirar. A tres tintas y chimpún.

2- Poco texto, fácil de leer. Eso siempre es un punto a favor en estos casos.

3- La necesidad imperiosas de reseñar algo para alimentar el monstruo insaciable que es este  blog (¿os acordáis el cuadro Saturno devorando a sus hijos? Pues por ahí va la cosa...).

La trama, por lo demás, tampoco tiene demasiada complicación: el protagonista, ya digo, es un historietista canadiense llamado Seth, un tipo solitario, tranquilo y, para qué negarlo, bastante moñas. Es un hombre sumido en una melancolía perpetua, al que le disgusta la vulgaridad del presente y se refugia en la añoranza por su propia infancia y por un pasado que incluso no llegó a vivir. Viste como en los años 40 o 50, le encantan los viejos edificios de tiempos pretéritos .sobre todo las áreas industriales o las granjas abandonadas- y se dedica a rebuscar en tiendas de segunda mano para coleccionar revistas y tebeos de aquellas épocas que ha idealizado. Así, descubre a un dibujante que firma como Kalo y que llegó a publicar viñetas en The New Yorker y en otras revistas como Esquire.  Resulta que además el tal Kalo -abreviatura de Jack Kalloway- era un dibujante de Ontario, igual que él y, lo que es más, ¡vivía en un pueblo donde estuvo unos años Seth, de pequeño! 

Como es de esperar, el protagonista se obsesiona con su precedente y poco conocido colega de profesión y dedica buena parte de su tiempo a indagar sobre su vida y obra. Como confidente en esta pesquisa, Seth tiene a su paciente amigo Chet y alguna que otra novieta que, sorprendentemente, consigue ligarse (lo digo porque el pobre me parece un sinsorgo de cuidado, aunque supongo que puede tener su encanto). Y esa es toda la historia, en esencia. Entre medias, viajes en tren, paseos por paisajes nevados, contemplación de edificios antiguos y cosas así, junto con claro, reflexiones del personaje acerca de su propia personalidad  melancólica y un poco misántropa; Seth no se engaña y sabe que es un tío raruno con tendencia a la infelicidad, aunque quizás (no quiero "spoilear" nada), la  pesquisa sobre Kalo le sirva para sobrellevar esta condición.

Lo mejor del libro resultan, sin duda, las viñetas sin diálogo que retratan lugares de Toronto y otras localidades canadienses: viejos almacenes, tiendas, pequeñas casa, estaciones, etc... así cómo las que reflejan el paso del tiempo, a través de la meteorología -hay varias páginas mudas muy notables, a ese respecto-; en verdad, son los que le otorgan cierto empaque de "novela de autor" a este libro. Por lo demás, los dibujos, aunque sencillos, tienen su encanto y es muy posible que el resultado agrade a muchos lectores más que a mí: reconozco que, sin que me haya llegado a aburrir, me ha dejado bastante frío... pero, caramba, también es que se pasa nevando casi todo el libro...; )


(*) Autor que ha visitado España en fecha reciente, por cierto, para promocionar su última obra, Ventiladores Clyde, con gran éxito de crítica y público.

2 comentarios:

lupita dijo...

Hola, Juan:
Este cómic lo leí hace meses básicamente porque ya me he leído casi todo lo que hay en la biblioteca (excepto superhéroes de la Marvel y similares)en la sección correspondiente y ese no había caído. Coincido contigo en la valoración, y a mí tampoco me aburrió del todo, aunque un amigo me dijo que era una "moñada aburridísima" Creo que a las personas que buscan acción e historias trepidantes no les gustaría nada, pero claro, algunas otras nos lo pasamos bomba mirando por la ventana. Y qué caramba, de vez en cuando algo tranquilo no viene mal.

Saludos

P.D: mientras leía el cómic recordé varias veces el ambiente grunge depresivo de aquellos primeros años 90. Quizás sólo me pase a mí

Juan G. B. dijo...

Hola Lupita:
Bueno, el tipo mut grunge no parece, con su gusto de vestir como un contable de los años 40, pero estiendo lo que quietes decir...
Por lo demás, lo de que es una moñada lo suscribo, aunque ynono diría que aburridísima. En fin es el estilo o la forma de narrar de este autor y desde luego tiene sus fans, entre los que yo no me cuento, aunque tampoco lo desdeño del todo.
Un saludo y gracias una vez más por tu comentario.