jueves, 14 de agosto de 2025

Alejandro Sawa: Declaración de un vencido

Idioma original: Español
Año de publicación: 1886
Valoración: Entre recomendable y está bien

Alejandro Sawa, escritor bohemio de finales del siglo XIX e inicios del XX fuertemente influenciado por el decadentismo y el naturalismo, concibió la novela corta titulada Declaración de un vencido

Escrita a modo de autobiografía, Declaración de un vencido sigue los pasos de Carlos Alvarado, que abandona tanto su ciudad, Cádiz, como a sus comprensivos y adinerados progenitores, para ir a Madrid cuando apenas tiene dieciocho años. Allí espera encontrar un ambiente óptimo para desarrollar su vocación literaria. Sin embargo, se desencanta rápido. Una vez en «la corte de España» descubre que le desagrada el lugar, que el trabajo de periodista es incompatible con su honradez y que vender sus novelas y obras de teatro resulta extremadamente difícil. Asimismo, se enamora de una vecina mayor que él, que ya tiene dos hijas, y empeña las pocas cosas de valor que posee para mantenerlas a todas. Pero su amada lo abandona cuando descubre lo pobre que es, y entonces se entrega al alcohol y prostituye a una niña que lo adora y que deposita sus esperanzas en él. Finalmente, con veinte años, decide suicidarse, no sin antes escribir su historia, su «crónica de desventuras», para señalar al «rebaño social».

Carlos Alvarado, el protagonista de Declaración de un vencido, es un personaje fascinante. Aunque asume brevemente sus propios errores (por ejemplo, ocultar a sus padres la precariedad de su situación), culpa en general de su desgracia, miseria, penuria y degradación a la humanidad y a «la universal deshonra» «de las grandes poblaciones».

No en balde, Declaración de un vencido pretende ser una «pieza de acusación el día (...) en que se entable un proceso formal a la sociedad contemporánea». Y la verdad es que, pese a lo evidentes que son las equivocaciones, la autocompasión y el victimismo de nuestro protagonista, resulta difícil no concederle algo de razón. A fin de cuentas, «Los hipócritas dirán que he debido aceptar con gusto la opresión de mis desgracias, por el sagrado amor a Nuestro Señor Jesucristo y su Santísima Madre; los mojigatos, que he debido ocultar pudorosamente mi miseria, como quien se tapa una verruga; los prudentes, que he debido, por lo menos, aguardar más tiempo antes de matarme. Pero  a todos ellos les contesto que hablan de la desgracia, como a un hombre indocto que no hubiera nunca salido de Madrid se le ocurriría hablar de la China: por los mamarrachos que ha visto pintados en las vitelas de los abanicos; porque de otro modo, habiendo sufrido verdaderamente, no serían, ni hipócritas, ni mojigatos, ni prudentes. Sería, o imbéciles, o sublevados. A elegir.»

Como podéis intuir, Declaración de un vencido es una novela pesimista extremadamente trágica y amarga. Es, también, una novela de (de)formación, que retrata a un hombre acorralado hasta el extremo en que el suicidio es la única forma de terminar con el horror de la existencia, preservar sus últimos rescoldos de dignidad y elevar una «protesta contra la vida». Asimismo, es una novela de tesis, que describe cómo afecta la degradación moral y política de una época, y la desatención de los humanos a sus semejantes, a un individuo. Y, por último, es una novela que pretende servir de alerta, para que «algún joven corroído por la pasión de la gloria, ganoso de aventuras», tome «otros derroteros y otros caminos que los que yo he seguido».

Si bien he disfrutado mucho de Declaración de un vencido, le encuentro los mismos defectos que a otras obras de Sawa. Por un lado, que aunque está narrada con un estilo rico y expresivo, éste se antoja reiterativo y grandilocuente. Por otro, que adolece de un argumento tenue y unos personajes apenas esbozados, que son más bien una excusa para desplegar las ideas del autor. Pero estas ideas... ¡Qué ideas! Su trasfondo no siempre es objetivo, y la intensidad de su presentación es decididamente exagerada, pero precisamente por eso funcionan tan bien. Y es que, a la postre, no hay que tomarlas como otra cosa que las ideas del autor y su trasunto ficticio, envuletas en todo su subjetivo y apasionado esplendor.

Así pues, Declaración de un vencido es un clásico que conviene rescatar del olvido. Novela tan irregular como efectiva, tan anticuada como vigente, recomiendo leerla aunque sea por el vigor de la prosa de Sawa o por su potente último tercio (ese que retrata el envilecimiento de Carlos Alvarado). Pero cuidado, porque a más de uno puede reforzarle su visión fatalista de la mundo, o convencerlo de que «puesto que la sociedad era mi enemiga, mi más imperioso deber era sublevarme contra ella».


También de Alejandro Sawa en ULAD: Aquí

3 comentarios:

Alberto dijo...

Una reseña verdaderamente buena y completa. Muchas gracias. La vida de Sawa fue un melodrama patético que terminó fatal, pero, curiosamente, la posteridad se ha portado bien con él. Sawa. a fuerza de repetir que estaba olvidado, ha acabado por resucitar. Hoy se le sigue leyendo y reeditando, lo que resulta insólito para un autor cuya calidad siempre ha sido cuestionable. El estilo declamatorio y alambicado de Sawa chirría en los oídos, aunque este era un mal de la época. Pero tiene momentos en que su pluma coge vuelo, ligereza y sorprende. Creo que es en esta declaración de un vencido donde el protagonista descubre entre cachivaches olvidados un morrión de miliciano nacional de un abuelo o algo así. Y esto le sirve, un poco al estilo de la magdalena de Proust, para recordar con agudeza el fracaso del liberalismo español. Juguetes rotos. Así que estamos ante un fracasado en un país de fracasados (un mal de familia, diríamos). Ya se anuncia el 98.

Un cordial saludo.

Oriol dijo...

¡Hola, Alberto! Gracias por el comentario.

Estoy de acuerdo contigo en que el estilo de Sawa es declamatorio y alambicado. Sin embargo, logra una intensidad tan desprejuiciada que esto no me molesta tanto como en otros autores similares. Ah, y muy cierto que, cuando la pluma de Sawa coge vuelo, lo hace por todo lo alto, porque verdaderamente tiene pasajes para enmarcar.

Ahora me haces dudar sobre lo del morrión. Diría que no es en esta novela, pero podría ser que lo haya olvidado, porque Sawa dedica uno de los capítulos iniciales precisamente a abordar a gran escala su contexto histórico , hablando de política, economía y un puñado de otros asuntos.

Dicen algunos que esta es su mejor novela. Tú, que supongo que has leído varias, estarías de acuerdo? A mi juicio es un pelín mejor que Noche o Criadero de curas, pero admito que su calidad está bastante nivelada y que en general acusan los mismos errores y virtudes.

Alberto dijo...

Saludos Oriol. Para mí, el mejor libro de Sawa no es ninguna de sus novelas, sino un diario íntimo que llevó durante los últimos años de su vida y se publicó póstumamente en 1910 con el título de “Iluminaciones en la sombra” y prólogo de Rubén Darío. Es una pequeña joya, con reflexiones y aforismos del pesimismo más crudo (“el niño se convierte en cura como el plomo en bala; por una fatalidad bárbara”), además de una colección de retratos de escritores que Sawa había tratado. Ahí el pobre Sawa pasa revista a su vida recordando tiempos mejores en la meca parisina. El hombre seguía entregado al sacerdocio de la belleza cuando vivía ciego y miserable en una buhardilla. Como un anacoreta del modernismo. Las Iluminaciones son muy recomendables. Uno no tiene claro si Sawa era un mártir del ideal, un chiflado o alguien que ya había tirado la toalla y se dedicaba a tejer su leyenda.