lunes, 23 de junio de 2025

Russell Banks: Los abandonos


Idioma original: 
inglés

Título original: Foregone

Año de publicación: 2022

Traducción: Benito Gómez Ibáñez

Valoración: bastante recomendable 

 

Esta es la penúltima novela de su autor, que falleció en 2023 sin disponer de la repercusión de otros novelistas estadounidenses de, vamos a decirlo así, primera línea, como Cormac Mc Carthy o Philip Roth. Y he de reconocer  que la lectura de Los abandonos me ha planteado una duda algo reincidente sobre la cuestión del panorama literario de su país: si, como se suele repetir, se trata de un mundo que basa su enorme repercusión en su poderoso aparato promocional- premios, publicaciones, potentes grupos editoriales o si, como a menudo me inclino a pensar, se trata de una sociedad que, dentro de sus defectos y contradicciones, atesora las circunstancias propicias para generar un ecosistema donde hasta algunas de sus figuras secundarias pueden llegar a tener destellos de mucho calado.

Esto es lo que me ha sucedido con Banks, y aunque Los abandonos dista de ser una novela deslumbrante a la primera sensación, pasados unos días y a la hora de afrontar esta reseña, dispone de una persistencia que, frente a la capacidad reciente de demasiadas novelas de ser leídas y olvidadas con semejante facilidad, obra mucho en su favor. No solo eso, esa perspectiva la enriquece y la hace acumular algo así como capas de consistencia y cohesión. Con lo cual, lo que podríamos simplificar como una novela de situación se proyecta en varios ámbitos y abarca desde cierto prisma político a una crítica social retrospectiva e incluso un agrio cuadro de cómo la sociedad de hoy en día amortiza y exprime a sus mitos en aras de una supuesta coartada artística.

Leonard Fife se encuentra en los últimos días de su existencia. Atendido por una enfermera que se ocupa de él ante la mirada circunspecta de su esposa, se ha prestado a otorgar una larga entrevista para un documental que resumirá su existencia: huyó de Estados Unidos hacia Canadá para librarse de ser alistado en la guerra de Vietnam e, instalado en el país vecino, dedicó su vida a la producción de documentales de fuerte y polémico contenido progresista que hicieron de él una celebridad, de ahí que se halle rodeado de focos, cámaras, en un diálogo discontinuo con sus entrevistadores pues sus fuerzas ya han empezado a flaquear. Fife decide desnudar su alma a través de esas entrevistas, una decisión que se manifiesta con la contundencia y determinación de aquél a quien el tiempo se le escurre, pero que queda matizada por todo lo que concurre en esa confesión: sus polémicas decisiones vitales, la vida que dejó atrás cuando decidió cruzar la frontera, sus parejas, sus hijos, el supuesto conflicto de intereses entre el compromiso político de una cierta época y los miedos íntimos y personales. El libro traza idas y venidas que podremos achacar a su propia personalidad, a su legítimo deseo de quedar en paz consigo mismo y con aquellos a quien pudo causar daño. Banks pudo tomarse todas las licencias del mundo, desde saltos temporales de décadas atrás y adelante desde la habitación medicalizada, hasta pasajes que parecen devaneos o incluso delirios combinados por las trampas de la memoria y los efectos de los medicamentos paliativos del dolor. Ese juego aporta una enorme profundidad a la novela, que tan pronto puede interpretarse como una agria crónica de la decadencia física como de una puesta un contexto de unos ideales, los de los finales de los sesenta, llenos de trampas y contradicciones.

No hay comentarios: