jueves, 23 de mayo de 2024

Stephen King: El fugitivo

Idioma original: inglés
Título original: The running man
Traducción: Hernán Sabaté Vargas
Año de publicación: 1985
Valoración: Recomendable si no esperas una historia de terror

Antes de nada, comentar que esta novela fue una de las que Stephen King sacó bajo el pseudónimo de Richard Bachman, quizá en un intento de alejarse de las novelas de terror que tanto éxito le han proporcionado.

¿Y qué nos propone aquí el archiconocido autor? Bueno, es cierto que no es este un “libro de miedo” en la línea de Misery o It, pero también es verdad que el bueno de King no hace mucho por ocultar su verdadera identidad: el mundo de la novela es un escenario agónico y moribundo donde no cabe sitio para la esperanza.

Nos alejamos de horrores sobrenaturales y nos ubicamos en un futuro distópico en el que la televisión (librevisión) se ha erigido como tótem de las falsas esperanzas y única vía de escape para el sucedáneo de vida que lleva la mayoría de la gente. Pero claro, no una televisión como la conocemos nosotros: una versión maligna, pervertida y morbosa que juega con la vida de los concursantes para regodeo de los pobres diablos televidentes; aunque visto así, la verdad es que sí que suena como la nuestra... en fin.

Ben Richards - interpretado por Arnold Schwarzenegger en una adaptación para el cine, probablemente el actor con el físico que peor podría encajar con el personaje - es un pobre hombre con una mujer obligada por las circunstancias a prostituirse y una pequeña niña enferma a la que no puede costear los fármacos; el clásico estereotipo de fracasado (en el “buen” sentido, una persona que jamás tuvo posibilidades) que nos remite a las obras más reconocibles de King. Apremiado por las circunstancias, y rozando un nihilismo ya bastante acusado, decide presentarse a uno de los concursos más salvajes pero también con más retribución de la librevisión: El fugitivo.

Este programa es una especie de Battle Royale un poco desnivelado: Todos contra uno. El concursante debe mantenerse el mayor tiempo posible con vida mientras toda la sociedad lo persigue. Cuanto más tiempo libre, más dinero para la familia - se da por hecho que ningún concursante puede sobrevivir -.

Pues bien, Ben, hastiado, cabreado con el mundo, conocedor de que no va a salir vivo de la prueba, decide dar el todo por el todo: comienza una aventura suicida que le lleva a batir los récords de duración del concurso y a un inesperado final (no tan inesperado, si tienes un poco de intuición) que dejará huella en la historia de la librevisión.

Una vez esbozado el argumento, creo que los temas a tratar están más que claros: la más evidente, el presunto alienamiento producido por la televisión y medios de comunicación (King no fue capaz de prever Internet, no le culpo), la lucha de clases, la conspiración, y la rebelión del antihéroe que busca justicia en un mundo donde no hay – no puede haber – lugar para ella. Nada nuevo bajo el sol, pero eso no significa que sea malo; es muy  difícil ser original. 

Es una novela rápida y corta, sin mayor trascendencia, interesante para aquellos que quieran ver a Stephen King fuera de su ámbito habitual – aunque como digo, no tan fuera como para no reconocerlo – e interesante, claro que sí. Pero no es ninguna maravilla. Solo se la puedo recomendar a aquellos fans del geniecillo malvado de Maine a los que no les importe salirse por un breve espacio de tiempo del género de terror, pero no muy lejos.


Todo lo de Stephen King reseñado en ULAD aquí.

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