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viernes, 30 de septiembre de 2011
Marie Luise Kaschnitz: Lugares
Idioma original: alemán
Título original: Orte
Año de publicación: 1973
Valoración: muy recomendable
Cuando uno lee un libro de viajes, lo hace por una de estas dos razones: o bien espera que el autor le describa el lugar (o los lugares) a los que ha viajado, para así conocerlos antes de tener la oportunidad de llegar a ellos; o bien espera que el autor exprese qué ha sentido en esos sitios en los que ha estado, de forma que construya un nuevo espacio distinto a cualquier otro, distinto incluso al lugar del que está hablando.
Lugares es uno de esos libros. Kaschnitz viaja por Europa y nos cuenta su Europa, su pasar por cientos de sitios en los que sus experiencias, por la forma en la que están contadas, harían enmudecer a cualquiera.
A veces da la impresión de que no sabemos adónde nos lleva e intentamos encontrar un una señal del lugar al que nos dirigimos. Otras veces, sin embargo, nos dejamos llevar. Porque da lo mismo adonde la autora nos lleve, mientras siga hablando.
Lugares es un libro de viajes, pero es mucho más que eso. Es una experiencia vital, una caída poética al final de la cual no sabemos qué vamos a encontrar. Pero, afortunadamente, es tan bella la caída que su término acaba por darnos igual.
jueves, 29 de septiembre de 2011
Emma Donoghue: La Habitación
Título original: Room
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 2010
Valoración: Muy recomendable
De todas las novelas que me he leído este año, hasta ahora, por supuesto, La Habitación es una de las que más me ha impactado. Su argumento, extendido en casi cuatrocientas páginas ágiles y fáciles de leer, me ha absorbido de tal manera que me lo he terminado en cuatro tardes.
Publicada en 2010, esta novela escrita por la irlandesa establecida en Canadá Emma Donoghue está inspirada en los terribles y extraños casos de Natascha Kampusch y el llamado "monstruo de Amstetten", casos que supongo que la mayoría de los lectores de ULAD habrán conocido gracias a los medios de comunicación y que por eso no me detendré en explicar.
La Habitación es la estancia (un dormitorio con cocina, retrete y bañera y una claraboya en lo alto del techo por donde se ve un círculo de cielo) donde viven una joven (Mamá durante toda la historia)de veintiséis años y Jack, su hijo de cinco y el narrador de la novela.
La madre de Jack fue secuestrada por un desalmado cuando tenía diecinueve años e iba camino de la universidad. Por lo tanto, lleva siete años cautiva en La Habitación; siete años sin haber vuelto a ver la luz del sol. Allí, el tipo que la secuestró tiene relaciones sexuales con ella cada noche; en estas ocasiones, la mujer esconde a su hijo Jack, concebido y nacido en La Habitación, en el armario para que su captor nunca le vea aunque, por supuesto, sepa de su existencia. La madre y Jack llaman a su secuestrador el Viejo Nick, una forma que se tiene en el mundo anglosajón de referirse al Demonio.
Así, para el pequeño Jack su mundo está en La Habitación, con El Techo, El Suelo, La Cama, El Armario, etc... Y la única persona que conoce es Mamá.
La Habitación tiene una tele; en ella, los cautivos ven sobre todo programación infantil y la madre le hace creer a su hijo que lo que allí sale no es real, "sólo Tele", y que fuera de la habitación hay una especie de espacio exterior. El Viejo Nick es alguien a quien hay que temer, pero también quien les compra la comida, les saca la basura y, los domingos, les concede un capricho material que ellos han de escoger, desde prendas de ropa, lápices de colores, libros o juguetes. Esto es el Gusto del Domingo...
La rutina de ambos cautivos en La Habitación se hace soportable gracias a que Mamá hace en todo momento el papel de madre protectora pero también el de una excelente compañera de juegos (inventa toda clase de juegos posibles en un espacio tan reducido y hace toda clase de juguetes con su hijo a base de cosas como rollos de papel higiénico o cáscaras de huevo) y dota a su hijo de una educación epatente. Sólo en ocasiones, Mamá se derrumba y se queda en estado catatónico. Pero esta extraña rutina pronto llegará a su fin: un buen día, Jack y su madre preparan un plan de escape inspirado en el Conde de Montecristo que será su única esperanza de salir con vida de La Habitación, cuya puerta se abre con un código numérico que sólo el Viejo Nick conoce...
Con estos elementos, Donoghue podía haber escrito un pestiño, pero nada de eso ocurre. La escritora es sabia e intuitiva y según he leído en alguna que otra entrevista, se ha inspirado en el mayor de sus dos hijos para engendrar a su Jack literario, el que, salvo algún que otro detalle, es más o menos creíble. También ayuda el hecho de que la historia la narre el niño: sólo conocemos su punto de vista, no sabemos cómo está la madre en realidad ni lo que se le pasa por la cabeza ni quién es realmente el Viejo Nick. Pero casi mejor así: la frescura de Jack hace que al lector se le haga potable la lectura de una historia que podía haber sido un artefacto angustioso y torturador, sobre todo en la parte del plan de escape, que me mantuvo en una tensión que hacía tiempo que no sentía con la lectura de un libro o el visionado de una película.
No contaré nada más, si el plan de escape tiene éxito o no, quiero decir: prefiero que lo lean y vean cómo se desarrolla y termina esta historia que deja claro que el amor de una madre por su hijo puede conquistar metas que parecían imposibles; que el ser humano es una criatura con un instinto de supervivencia grandioso que puede llegar a vivir dignamente incluso en los entornos más desasosegantes; que el mal más absoluto puede anidar en personas con aspecto y rutinas de lo más convencional, y que la esperanza, más que una palabreja que sale una y otra vez en frases y mensajes más bien ñoños y superficiales, es la materia prima de la que están hechos los luchadores natos.
Que me ha gustado. Y mucho.
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 2010
Valoración: Muy recomendable
De todas las novelas que me he leído este año, hasta ahora, por supuesto, La Habitación es una de las que más me ha impactado. Su argumento, extendido en casi cuatrocientas páginas ágiles y fáciles de leer, me ha absorbido de tal manera que me lo he terminado en cuatro tardes.
Publicada en 2010, esta novela escrita por la irlandesa establecida en Canadá Emma Donoghue está inspirada en los terribles y extraños casos de Natascha Kampusch y el llamado "monstruo de Amstetten", casos que supongo que la mayoría de los lectores de ULAD habrán conocido gracias a los medios de comunicación y que por eso no me detendré en explicar.
La Habitación es la estancia (un dormitorio con cocina, retrete y bañera y una claraboya en lo alto del techo por donde se ve un círculo de cielo) donde viven una joven (Mamá durante toda la historia)de veintiséis años y Jack, su hijo de cinco y el narrador de la novela.
La madre de Jack fue secuestrada por un desalmado cuando tenía diecinueve años e iba camino de la universidad. Por lo tanto, lleva siete años cautiva en La Habitación; siete años sin haber vuelto a ver la luz del sol. Allí, el tipo que la secuestró tiene relaciones sexuales con ella cada noche; en estas ocasiones, la mujer esconde a su hijo Jack, concebido y nacido en La Habitación, en el armario para que su captor nunca le vea aunque, por supuesto, sepa de su existencia. La madre y Jack llaman a su secuestrador el Viejo Nick, una forma que se tiene en el mundo anglosajón de referirse al Demonio.
Así, para el pequeño Jack su mundo está en La Habitación, con El Techo, El Suelo, La Cama, El Armario, etc... Y la única persona que conoce es Mamá.
La Habitación tiene una tele; en ella, los cautivos ven sobre todo programación infantil y la madre le hace creer a su hijo que lo que allí sale no es real, "sólo Tele", y que fuera de la habitación hay una especie de espacio exterior. El Viejo Nick es alguien a quien hay que temer, pero también quien les compra la comida, les saca la basura y, los domingos, les concede un capricho material que ellos han de escoger, desde prendas de ropa, lápices de colores, libros o juguetes. Esto es el Gusto del Domingo...
La rutina de ambos cautivos en La Habitación se hace soportable gracias a que Mamá hace en todo momento el papel de madre protectora pero también el de una excelente compañera de juegos (inventa toda clase de juegos posibles en un espacio tan reducido y hace toda clase de juguetes con su hijo a base de cosas como rollos de papel higiénico o cáscaras de huevo) y dota a su hijo de una educación epatente. Sólo en ocasiones, Mamá se derrumba y se queda en estado catatónico. Pero esta extraña rutina pronto llegará a su fin: un buen día, Jack y su madre preparan un plan de escape inspirado en el Conde de Montecristo que será su única esperanza de salir con vida de La Habitación, cuya puerta se abre con un código numérico que sólo el Viejo Nick conoce...
Con estos elementos, Donoghue podía haber escrito un pestiño, pero nada de eso ocurre. La escritora es sabia e intuitiva y según he leído en alguna que otra entrevista, se ha inspirado en el mayor de sus dos hijos para engendrar a su Jack literario, el que, salvo algún que otro detalle, es más o menos creíble. También ayuda el hecho de que la historia la narre el niño: sólo conocemos su punto de vista, no sabemos cómo está la madre en realidad ni lo que se le pasa por la cabeza ni quién es realmente el Viejo Nick. Pero casi mejor así: la frescura de Jack hace que al lector se le haga potable la lectura de una historia que podía haber sido un artefacto angustioso y torturador, sobre todo en la parte del plan de escape, que me mantuvo en una tensión que hacía tiempo que no sentía con la lectura de un libro o el visionado de una película.
No contaré nada más, si el plan de escape tiene éxito o no, quiero decir: prefiero que lo lean y vean cómo se desarrolla y termina esta historia que deja claro que el amor de una madre por su hijo puede conquistar metas que parecían imposibles; que el ser humano es una criatura con un instinto de supervivencia grandioso que puede llegar a vivir dignamente incluso en los entornos más desasosegantes; que el mal más absoluto puede anidar en personas con aspecto y rutinas de lo más convencional, y que la esperanza, más que una palabreja que sale una y otra vez en frases y mensajes más bien ñoños y superficiales, es la materia prima de la que están hechos los luchadores natos.
Que me ha gustado. Y mucho.
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Percival Everett: X
Título original: Erasure
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 2011
Valoración: Recomendable
Thelonius Ellison, más conocido como Monk, es un escritor negro (en realidad, un trasunto de Everett) a quien la negritud como tema novelístico no le interesa en absoluto – algo que en Estados Unidos no parece entenderse muy bien – y cuya fidelidad a sus ideas artísticas le impide triunfar en el panorama literario actual. Sus anteriores publicaciones han pasado con más pena que gloria y para su última obra ni siquiera encuentra editor. Su agente - por medio del cual se advierte que Monk no es ningún iluso sino un incomprendido - es el único que, sin sentimentalismos de ninguna clase, ve un valor objetivo en sus obras. Pero esto no tiene mayor importancia si la imposibilidad de publicar es crónica, no hay oficio razonablemente remunerado a la vista y se van desencadenando, una tras otra, una serie de desgracias familiares que únicamente nuestro héroe puede paliar o resolver. Es entonces, en medio de la mayor desesperación y desconcierto, cuando surge Porculo, novela-dentro-de-la-novela, deliberadamente insulsa y estereotipada, concebida como una parodia sin ninguna ambición, que surge como desahogo a las frustraciones del personaje y se acaba transformando en una filón económico y un experimento social.
Hay que reconocer que Porculo, sin ser ninguna obra maestra y a pesar de que el autor ni siquiera se molesta en acabarla y de su espantosa ortografía, no es tan desastrosa como se pretende. Aunque cambie de tono, temática y escenario es evidente que la mano que escribe es la misma, una mano que no puede evitar caracterizar a sus personajes y situarlos en un contexto creíble. Los hechos que presenta, las vidas que retrata y la problemática que plantea tienen tanto interés como la novela principal, es la indiferencia que Everett muestra hacia los nuevos protagonistas y sus circunstancias lo que acaba contagiando al lector. Monk define así su engendro: “Es una idea fallida, un feto sin formar, una semilla que ha caído en la arena, una mano sin dedos, una palabra sin vocales. Resulta ofensiva, está mal escrita, es racista y no tiene ni pies ni cabeza” sin embargo la crítica especializada, por boca de un jurado de expertos en la materia la define así: “El gueto vive entre esas páginas. En ellas el autor nos permite vislumbrar la experiencia de la calle y por ello debemos estarle eternamente agradecidos. La escritura es deslumbrante, los diálogos de un realismo insuperable, simplemente auténticos.”
De vez en cuando aparecen fuera de contexto fragmentos de diálogos filosóficos en los que se plantean cuestiones ya implícitas, como qué es lo que convierte a un objeto en obra de arte o dónde radica el valor real de un producto. Pero cuando este heterogéneo conjunto adquiere todo su sentido es en su última parte, donde tanto las ideas de Everett sobre arte, literatura y procesos narrativos en particular como el delicado momento que atraviesa el personaje desembocan en una situación que explota inevitablemente en sus manos. Nuestro protagonista ha contemplado perplejo un mundo que está mucho más loco de lo que hubiera podido imaginar, donde todo funciona al revés de cómo debería, los egoístas se creen víctimas de todo lo que ocurre y los altruistas son mandados al otro mundo sin más. Un mundo donde voluntaria o involuntariamente, todos acaban traicionándole. Lo peor es que, a pesar de los atenuantes, de la urgente necesidad de dinero, él también se traiciona a sí mismo pues aunque la jugarreta no ha sido premeditada le ha salido redonda y él sabe aprovechase de su golpe de suerte. Por lo menos hasta el último momento, ya que Everett deja al personaje a punto de explicarse y ese desenlace abierto que nos impide conocer su última decisión quizá sea el mejor entre todos los posibles pues la moraleja que se atisba no conseguiría más que destruir las virtudes del texto.
Everett es un escritor con talento y amor propio que no puede conformarse con una obra mediocre pero es evidente que, igual que su personaje pero de un modo mucho más sensato y una vez demostrado su potencial sobre todo a sí mismo, ha decidido rebajar su autoexigencia para mantener el lugar que ha conseguido en el panorama literario de hoy.
Idioma original: inglés
Fecha de publicación: 2011
Valoración: Recomendable
Thelonius Ellison, más conocido como Monk, es un escritor negro (en realidad, un trasunto de Everett) a quien la negritud como tema novelístico no le interesa en absoluto – algo que en Estados Unidos no parece entenderse muy bien – y cuya fidelidad a sus ideas artísticas le impide triunfar en el panorama literario actual. Sus anteriores publicaciones han pasado con más pena que gloria y para su última obra ni siquiera encuentra editor. Su agente - por medio del cual se advierte que Monk no es ningún iluso sino un incomprendido - es el único que, sin sentimentalismos de ninguna clase, ve un valor objetivo en sus obras. Pero esto no tiene mayor importancia si la imposibilidad de publicar es crónica, no hay oficio razonablemente remunerado a la vista y se van desencadenando, una tras otra, una serie de desgracias familiares que únicamente nuestro héroe puede paliar o resolver. Es entonces, en medio de la mayor desesperación y desconcierto, cuando surge Porculo, novela-dentro-de-la-novela, deliberadamente insulsa y estereotipada, concebida como una parodia sin ninguna ambición, que surge como desahogo a las frustraciones del personaje y se acaba transformando en una filón económico y un experimento social.
Hay que reconocer que Porculo, sin ser ninguna obra maestra y a pesar de que el autor ni siquiera se molesta en acabarla y de su espantosa ortografía, no es tan desastrosa como se pretende. Aunque cambie de tono, temática y escenario es evidente que la mano que escribe es la misma, una mano que no puede evitar caracterizar a sus personajes y situarlos en un contexto creíble. Los hechos que presenta, las vidas que retrata y la problemática que plantea tienen tanto interés como la novela principal, es la indiferencia que Everett muestra hacia los nuevos protagonistas y sus circunstancias lo que acaba contagiando al lector. Monk define así su engendro: “Es una idea fallida, un feto sin formar, una semilla que ha caído en la arena, una mano sin dedos, una palabra sin vocales. Resulta ofensiva, está mal escrita, es racista y no tiene ni pies ni cabeza” sin embargo la crítica especializada, por boca de un jurado de expertos en la materia la define así: “El gueto vive entre esas páginas. En ellas el autor nos permite vislumbrar la experiencia de la calle y por ello debemos estarle eternamente agradecidos. La escritura es deslumbrante, los diálogos de un realismo insuperable, simplemente auténticos.”
De vez en cuando aparecen fuera de contexto fragmentos de diálogos filosóficos en los que se plantean cuestiones ya implícitas, como qué es lo que convierte a un objeto en obra de arte o dónde radica el valor real de un producto. Pero cuando este heterogéneo conjunto adquiere todo su sentido es en su última parte, donde tanto las ideas de Everett sobre arte, literatura y procesos narrativos en particular como el delicado momento que atraviesa el personaje desembocan en una situación que explota inevitablemente en sus manos. Nuestro protagonista ha contemplado perplejo un mundo que está mucho más loco de lo que hubiera podido imaginar, donde todo funciona al revés de cómo debería, los egoístas se creen víctimas de todo lo que ocurre y los altruistas son mandados al otro mundo sin más. Un mundo donde voluntaria o involuntariamente, todos acaban traicionándole. Lo peor es que, a pesar de los atenuantes, de la urgente necesidad de dinero, él también se traiciona a sí mismo pues aunque la jugarreta no ha sido premeditada le ha salido redonda y él sabe aprovechase de su golpe de suerte. Por lo menos hasta el último momento, ya que Everett deja al personaje a punto de explicarse y ese desenlace abierto que nos impide conocer su última decisión quizá sea el mejor entre todos los posibles pues la moraleja que se atisba no conseguiría más que destruir las virtudes del texto.
Everett es un escritor con talento y amor propio que no puede conformarse con una obra mediocre pero es evidente que, igual que su personaje pero de un modo mucho más sensato y una vez demostrado su potencial sobre todo a sí mismo, ha decidido rebajar su autoexigencia para mantener el lugar que ha conseguido en el panorama literario de hoy.
martes, 27 de septiembre de 2011
Agatha Christie: Noche eterna
Idioma original: inglés
Título original: Endless Night
Año de publicación: 1967
Valoración: Está bien
Los que lleven con nosotros aquí en ULAD algún tiempo, probablemente sepan ya de mi debilidad por la novela policiaca, uno de esos placeres culpables que uno asume y que no me avergüenzo de reconocer. Y dentro de esta perversión mía, últimamente he empezado a recuperar a Agatha Christie, una autora a la que leí batante en mi adolescencia y que había abandonado desde entonces (y que, por cierto, tuvo una vida de lo más interesante: hay por ahí dos autobiografías suyas que no estaría mal reseñar algún día).
La mayoría de los libros de Christie siguen el esquema típico de las novelas policiacas: planteamiento y presentación de personajes (que en Agatha Christie suele ser inusualmente extenso), crimen, investigación a cargo del detective de turno, resolución. Pero los dos últimos que he leído rompen ese esquema: Los elefantes pueden recordar, porque el crimen se produce doce años antes de la investigación; y Noche eterna porque, durante la casi totalidad de la novela, no hay crimen.
En realidad, Noche eterna es casi una novela gótica, o amaga con serlo, más que una novela policiaca. Cuenta, en primera persona, la historia de Michael Rogers, un joven vividor que se enamora de una señorita millonaria, y se traslada con ella al Campo del Gitano, un terreno supuestamente maldito. Pero que nadie espere tampoco una novela de casas encantadas: la mayor parte del texto se refiere a los asuntos familiares de los dos protagonistas, sus difíciles relaciones con madres, madrastras, tíos, nodrizas y demás. Muy poca acción, muchas insinuaciones, algunos indicios de lo sobrenatural, mucho enredo social.
Tanto Los elefantes pueden recordar como Noche eterna demuestran que, en el momento de escribirlas, Agatha Christie dominaba ya el género policiaco como nadie, y por eso mismo podía permitirse subvertirlo, hacerle modificaciones, jugar con él y hasta darle le vuelta como un calcetín. En este caso parece haberse metido en el traje de Patricia Highsmith (su Michael Rogers no está muy lejos del "talentoso Mr. Ripley", que seguro que Christie conocía), aunque da la impresión de que para que le termine de sentir bien el traje le falta un poco de mala leche o de mala entraña.
Vamos, que no está mal, pero yo me quedo con Agatha Christie cuando es más puramente Agatha Christie: cuando Poirot nos enseña su bigote y se pone manos a la obra.
También de Agatha Christie: Asesinato en el Orient Express, Misterio en el Caribe, Diez negritos
Título original: Endless Night
Año de publicación: 1967
Valoración: Está bien
Los que lleven con nosotros aquí en ULAD algún tiempo, probablemente sepan ya de mi debilidad por la novela policiaca, uno de esos placeres culpables que uno asume y que no me avergüenzo de reconocer. Y dentro de esta perversión mía, últimamente he empezado a recuperar a Agatha Christie, una autora a la que leí batante en mi adolescencia y que había abandonado desde entonces (y que, por cierto, tuvo una vida de lo más interesante: hay por ahí dos autobiografías suyas que no estaría mal reseñar algún día).
La mayoría de los libros de Christie siguen el esquema típico de las novelas policiacas: planteamiento y presentación de personajes (que en Agatha Christie suele ser inusualmente extenso), crimen, investigación a cargo del detective de turno, resolución. Pero los dos últimos que he leído rompen ese esquema: Los elefantes pueden recordar, porque el crimen se produce doce años antes de la investigación; y Noche eterna porque, durante la casi totalidad de la novela, no hay crimen.
En realidad, Noche eterna es casi una novela gótica, o amaga con serlo, más que una novela policiaca. Cuenta, en primera persona, la historia de Michael Rogers, un joven vividor que se enamora de una señorita millonaria, y se traslada con ella al Campo del Gitano, un terreno supuestamente maldito. Pero que nadie espere tampoco una novela de casas encantadas: la mayor parte del texto se refiere a los asuntos familiares de los dos protagonistas, sus difíciles relaciones con madres, madrastras, tíos, nodrizas y demás. Muy poca acción, muchas insinuaciones, algunos indicios de lo sobrenatural, mucho enredo social.
Tanto Los elefantes pueden recordar como Noche eterna demuestran que, en el momento de escribirlas, Agatha Christie dominaba ya el género policiaco como nadie, y por eso mismo podía permitirse subvertirlo, hacerle modificaciones, jugar con él y hasta darle le vuelta como un calcetín. En este caso parece haberse metido en el traje de Patricia Highsmith (su Michael Rogers no está muy lejos del "talentoso Mr. Ripley", que seguro que Christie conocía), aunque da la impresión de que para que le termine de sentir bien el traje le falta un poco de mala leche o de mala entraña.
Vamos, que no está mal, pero yo me quedo con Agatha Christie cuando es más puramente Agatha Christie: cuando Poirot nos enseña su bigote y se pone manos a la obra.
También de Agatha Christie: Asesinato en el Orient Express, Misterio en el Caribe, Diez negritos
lunes, 26 de septiembre de 2011
Guy Deutscher: Through the Language Glass
Idioma original: inglés
Título original: Through the Language Glass. Why the World Looks Different in Other Languages
Año de publicación: 2010
Valoración: recomendable
—Aquí dice que Homero dijo que la miel era de color verde, el buey del color del vino y el hierro de color violeta...
—¿Era daltónico?
—No, para nada. En tiempos de Homero no existía una terminología fija del color. Cada poeta se encargaba de seleccionar la palabra que se adecuara mejor a lo que quería expresar.
—Ya. También dice que hay tribus que afirman que el cielo es de color negro...
—Porque en muchos idiomas el azul está considerado como una variación del negro.
—O sea, que no distinguen el azul del negro.
—Sí, sí los distinguen, pero no tienen una palabra para cada uno. Que un idioma no tenga ciertos términos no quiere decir que sus hablantes no comprendan el concepto que esos términos designan. Simplemente, los expresan de otra manera.
—Pero eso no quiere decir que todos veamos los mismos colores...
—Mmmm... pues no. De hecho, se han hecho muchos estudios sobre el tema.
—Claro, porque tener nombres sólo para algunos colores da que pensar.
—Claro.
—Aunque también es interesante la cuestión del género. ¿A qué se debe que algunos idiomas distingan el masculino, el femenino o el neutro y otros no?
—La verdad es que hay idiomas que distinguen esos tres géneros, idiomas que distinguen sólo femenino y masculino e idiomas casi completamente neutros.
—Pues eso. ¿Qué pasa, que los que distinguen los géneros son más sexistas que los otros?
—No tiene nada que ver. Además, los idiomas que distinguen los géneros rara vez coinciden en el género que se le otorga a las cosas. Por ejemplo, en español, "tenedor" es masculino, en inglés ("fork") es neutro y en alemán ("Gabel") es femenino.
—Fffff... vaya lío. ¿Y dices que todo eso se explica en este libro?
—Más que explicarse, se plantean ciertos dilemas lingüísticos y el autor trata de averiguar sus orígenes, haciendo además un repaso a los estudios que se han realizado antes sobre ellos. Y también explica un montón de cosas curiosas...
—¿Cómo cuál?
—Como que hay idiomas que utilizan las coordenadas egocéntricas e idiomas que utilizan las coordenadas geográficas.
—¿Per-do-na?
—Por ejemplo, si yo digo "muévete hacia la derecha", estoy utilizando coordenadas egocéntricas. Si digo "muévete hacia el sur", estoy utilizando coordenadas geográficas.
—Ya, bueno, ¿qué tiene eso de especial?
—Si utilizas las coordenadas geográficas, tienes que tener una conciencia espacial extraordinaria, porque nunca estás en la misma posición. Dependiendo de dónde estés, nuestro "muévete a la derecha", puede traducirse como "muévete hacia el norte, el sur, el este, etc.". Hay un millón de posibilidades.
—Arrea. Creo que este libro va a ser demasiado para mí.
—Qué va, qué va, si es muy entretenido. Las teorías sobre los colores que explica el autor son interesantísimas. Y llega a ciertas conclusiones que, oye, te hacen pensar.
—¿Como cuál?
—Como que así como nuestra cultura determina cómo es el idioma que hablamos, el idioma que hablamos también determina la manera en la que pensamos.
—Ajá. Y tú te lo crees.
—Yo, de momento, me lo planteo. Y tú deberías leer este libro y después decirme qué opinas. Puedes no estar de acuerdo con lo que dice Deutscher, pero sin duda te va a hacer pensar al respecto.
—Sí, me lo leeré, supongo. Pero ahora tengo que irme. ¿Dónde he dejado mi abrigo?
—Un par de metros al sur.
—Bueh.
domingo, 25 de septiembre de 2011
José Eduardo Agualusa: A Feira dos Assombrados
Idioma original: portugués
Título original: A Feira dos assombrados
Año de publicación: 1992
Valoración: Recomendable
Creo que con esta reseña estoy incumpliendo una de las normas implícitas de ULAD (mea culpa, mea culpa, mea culpa) al reseñar un libro que, hasta donde he podido averiguar, no ha sido todavía traducido al español (y debería: editores a la caza de buenos libros, esta es vuestra oportunidad). Por eso, también, no me atrevo a poner un título en español en el encabezamiento, porque ¿qué pasaría si pongo uno, y luego la traducción española pone otro? Quedaría poco serio. Y ULAD, si es algo, es la seriedad personalizada, o mejor, bloguizada. Además, la palabra "assombrados" del título no significa, como podría pensarse, "asombrados", sino más bien "embrujados, hechizados, encantados"... A saber por cuál van a optar los futuros traductores (o editores) españoles... Mejor dejarlo como está, por si acaso...
Pero bueno, vamos al contenido: A Feira dos Assombrados es una mezcla de Miguel Street, de Naipaul, y casi cualquier relato de García Márquez (por ejemplo "Un señor muy viejo con unas alas enormes"). Creo que el realismo mágico latinoamericano tiene aquí su contrapunto africano; no digo que Agualusa copie a los maestros del boom, sino que quizás sus realidades americana y angoleña, y el modo en que esas realidades son interpretadas, tienen elementos comunes que se trasladan a la literatura. En el caso de Agualusa, el mensaje (ya desde el subtítulo "y otras historias verdaderas e inverosímiles") es bastante evidente: no importa tanto lo que realmente suceda o haya sucedido, como la narración de los hechos (narrar es explicar y dominar al mismo tiempo) que se construya y que consiga perdurar.
En esta novela -o ciclo de relatos con un escenario común, la aldea de Dondo, en Angola, en pleno cambio del siglo XIX al siglo XX-, lo maravilloso se inicia con la aparición en el río de una serie de cadáveres cada vez menos humanos, que el sacerdote del pueblo se niega a enterrar en suelo sagrado. Los capítulos dedicados a los cadáveres-pez se entrelazan con otros dedicados a los habitantes del pueblo: el niño criado por monos; el cacique enamorado de la muchacha más bonita; el hipnotizador milagroso... Todo ello (no es por repetirme, pero: como en el realismo mágico latinoamericano o, por qué no, en Kafka) contado con el mismo estilo desapasionado y rutinario con que contaría que alguien sale a comprar el periódico en cualquier ciudad europea una mañana de miércoles.
A los relatos que componen el núcleo principal del libro se añaden todavía cuatro o cinco fragmentos narrativos independientes que, tal y como yo lo interpreto, insisten en la misma idea general: no importa la verdad de los hechos, sino la narración de los hechos. Quien controla la memoria y sus construcciones, tiene el poder.
Título original: A Feira dos assombrados
Año de publicación: 1992
Valoración: Recomendable
Creo que con esta reseña estoy incumpliendo una de las normas implícitas de ULAD (mea culpa, mea culpa, mea culpa) al reseñar un libro que, hasta donde he podido averiguar, no ha sido todavía traducido al español (y debería: editores a la caza de buenos libros, esta es vuestra oportunidad). Por eso, también, no me atrevo a poner un título en español en el encabezamiento, porque ¿qué pasaría si pongo uno, y luego la traducción española pone otro? Quedaría poco serio. Y ULAD, si es algo, es la seriedad personalizada, o mejor, bloguizada. Además, la palabra "assombrados" del título no significa, como podría pensarse, "asombrados", sino más bien "embrujados, hechizados, encantados"... A saber por cuál van a optar los futuros traductores (o editores) españoles... Mejor dejarlo como está, por si acaso...
Pero bueno, vamos al contenido: A Feira dos Assombrados es una mezcla de Miguel Street, de Naipaul, y casi cualquier relato de García Márquez (por ejemplo "Un señor muy viejo con unas alas enormes"). Creo que el realismo mágico latinoamericano tiene aquí su contrapunto africano; no digo que Agualusa copie a los maestros del boom, sino que quizás sus realidades americana y angoleña, y el modo en que esas realidades son interpretadas, tienen elementos comunes que se trasladan a la literatura. En el caso de Agualusa, el mensaje (ya desde el subtítulo "y otras historias verdaderas e inverosímiles") es bastante evidente: no importa tanto lo que realmente suceda o haya sucedido, como la narración de los hechos (narrar es explicar y dominar al mismo tiempo) que se construya y que consiga perdurar.
En esta novela -o ciclo de relatos con un escenario común, la aldea de Dondo, en Angola, en pleno cambio del siglo XIX al siglo XX-, lo maravilloso se inicia con la aparición en el río de una serie de cadáveres cada vez menos humanos, que el sacerdote del pueblo se niega a enterrar en suelo sagrado. Los capítulos dedicados a los cadáveres-pez se entrelazan con otros dedicados a los habitantes del pueblo: el niño criado por monos; el cacique enamorado de la muchacha más bonita; el hipnotizador milagroso... Todo ello (no es por repetirme, pero: como en el realismo mágico latinoamericano o, por qué no, en Kafka) contado con el mismo estilo desapasionado y rutinario con que contaría que alguien sale a comprar el periódico en cualquier ciudad europea una mañana de miércoles.
A los relatos que componen el núcleo principal del libro se añaden todavía cuatro o cinco fragmentos narrativos independientes que, tal y como yo lo interpreto, insisten en la misma idea general: no importa la verdad de los hechos, sino la narración de los hechos. Quien controla la memoria y sus construcciones, tiene el poder.
sábado, 24 de septiembre de 2011
Jorge Carrión: Teleshakespeare
Idioma original: español
Año de publicación: 2011
Valoración: recomendable
Aviso de que éste es un libro sólo para los interesados en la materia. Si te gustan las series de televisión, si sabes qué hacen la HBO, AMC, BBC, etc... entonces, puedes leer este libro. Si no es así, pasa de largo.
Porque lo que hace Jorge Carrión es, precisamente, eso, un estudio sobre las series de televisión (estadounidenses, eso sí) más importantes del momento (que no son, en todos los casos, las que más altos índices de audiencia tienen) y de cómo éstas han revolucionado el mundo televisivo y qué influencia han tenido y recibido del cine y la literatura.
Así, tras un capítulo titulado "Episodio piloto" (que, en mi opinión, debería haber sido más corto) en el que explica los porqués y cómos del libro, nos ofrece dieciocho capítulos en los que analiza cada una de las series (haciendo un concienzudo repaso a sus orígenes, referencias, comparativas, valoraciones, influencias...) que él considera más importantes: A dos metros bajo tierra, Breaking Bad, Californication, Carnivàle, Daños y perjuicios, Dexter, Flashforward, Fringe, Galáctica, Héroes, Los Soprano, Mad Men, Perdidos, Rubicon, The Good Wife, The Wire, Treme y V.
En mi opinión, ni están todas las que son ni son todas las que están, pero éste es sin duda un buen libro para ver qué hay detrás de esta forma de entretenimiento, para comenzar a comprender qué tienen estas historias o estos personajes o estas maneras de contar que enganchan cada día a millones de personas frente a un televisor.
Debo hacer, eso sí, una advertencia: este libro está lleno, llenísimo, rebosante de spoilers. Así que, si queréis simplemente una recomendación, recurrid a otra fuente.
También de Jorge Carrión en ULAD: Los muertos, Librerías
viernes, 23 de septiembre de 2011
Zoom: El gran cuaderno, de Agota Kristof
Idioma original: francés
Título original: Le grand cahier
Año de publicación: 1986
Valoración: muy recomendable
Ahora me dispongo a atacar la segunda parte, La prueba, porque el final abierto de la primera me ha dejado muchas ganas de saber qué pasa con estos niños a los que la guerra ha convertido prematuramente en adultos despiadados...
También de Agota Kristof en ULAD: Claus y Lucas, Ayer, La analfabeta, La hora gris o el último cliente. John y Joe, La hora gris y otras obras, El monstruo y otras obras, ¿Dónde estás, Mathias?
Título original: Le grand cahier
Año de publicación: 1986
Valoración: muy recomendable
El gran cuaderno da comienzo a una trilogía ya comentada en su conjunto en este blog. En esta reseña, pues, vamos a analizar en profundidad la primera parte… lo cual quizá sea un error, puesto que una parte no puede más que ser un fragmento de un todo -aún no sé si perfecto o resquebrajado-. Pero me voy a tomar la licencia, ya que, cuando escribió esta primera parte, ni la propia autora imaginaba que compondría dos más. (Agota Kristof cuenta estas y otras cosas en una entrevista muy interesante que le hicieron en El País hace unos años).
Narrada muy peculiarmente en la primera personal del plural, la historia tiene como protagonistas a una pareja de gemelos -en principio inseparables- que describen en un cuaderno los acontecimientos de su corta vida en medio de la guerra. Pero los niños ni dicen que son húngaros ni que están viviendo la Segunda Guerra Mundial: hablan, por ejemplo, de su país, del otro país y de la lengua extranjera de los oficiales, y nunca llegamos a conocer sus nombres (conocemos su edad aproximada porque sabemos que aún tienen dientes de leche).
Narrada muy peculiarmente en la primera personal del plural, la historia tiene como protagonistas a una pareja de gemelos -en principio inseparables- que describen en un cuaderno los acontecimientos de su corta vida en medio de la guerra. Pero los niños ni dicen que son húngaros ni que están viviendo la Segunda Guerra Mundial: hablan, por ejemplo, de su país, del otro país y de la lengua extranjera de los oficiales, y nunca llegamos a conocer sus nombres (conocemos su edad aproximada porque sabemos que aún tienen dientes de leche).
Este ejercicio de redacción no es más que uno de los muchos a los que los gemelos se dedican desde que su madre los envía al campo a casa de su abuela para escapar del peligro de la ciudad. También hacen ejercicios de fortalecimiento del cuerpo, ejercicios de fortalecimiento del alma, ejercicios de ayuno, ejercicios de ceguera y de sordera e incluso ejercicios para volverse inmunes a los frecuentes insultos... y a la necesidad de caricias. Los dos niños, dueños de una extraordinaria inteligencia que irán desarrollando de manera autodidacta, aprenderán que en la guerra todo vale para sobrevivir.
Esta novela corta se lee en apenas dos sentadas, pero sin embargo no se digiere fácilmente. Lo que se cuenta es de una fealdad, dureza y crueldad extremas; el estilo con que está escrito, el escogido por los dos niños para la redacción de sus ejercicios, resalta, por contraste, la monstruosidad de los hechos:
"Está prohibido escribir: la abuela se parece a una bruja. Pero sí está permitido escribir: la gente llama a la abuela "la bruja" (…). Escribiremos: comemos muchas nueces, y no: nos gustan las nueces, porque la palabra gustar no es una palabra segura, carece de precisión y de objetividad. Nos gustan las nueces y nos gusta nuestra madre no puede querer decir lo mismo".
Ahora me dispongo a atacar la segunda parte, La prueba, porque el final abierto de la primera me ha dejado muchas ganas de saber qué pasa con estos niños a los que la guerra ha convertido prematuramente en adultos despiadados...
También de Agota Kristof en ULAD: Claus y Lucas, Ayer, La analfabeta, La hora gris o el último cliente. John y Joe, La hora gris y otras obras, El monstruo y otras obras, ¿Dónde estás, Mathias?
jueves, 22 de septiembre de 2011
Colaboración: escritos de Friedrich Engels y Karl Marx
Idioma original: inglés, alemán
Título original: Value, price and profit (Londres, 1898); Lohnarbeit und Kapital (Neue Rheinische Zeitung nº 269, 11 abril 1849); Kritik des Gothaer Programms (publicado en la revista Neue Zeit, núm. 18, t. I, 1891); Die Entwicklung des Sozialismus von der Utopie zur Wissenschaft (publicado originalmente en la revista Vorwarts de Leipzeig, órgano del Partido Socialista, entre 1876 y 1878)
Fecha de publicación: siglo XIX
Valoración: imprescindibles
Admitámoslo: El Capital nos queda grande. En nuestro caso, hemos leído algunas páginas del primero de los varios mamotretos que lo componen, y no hemos entendido nada. Nada de nada. Lo hemos dejado cuando le retórica pregunta que nos martillaba, "¿qué carajo hago leyendo este libro que no hay forma de entenderlo?" dejó de ser retórica. Y fue una pena, en su momento, porque los varios mamotréticos tomos que teníamos en nuestra casa de Buenos Aires habían sido impresos en forma clandestina en México, habían viajado a nuestra ciudad vaya uno a saber cómo, habían resistido, incluso, una dictadura militar que no habría dudado un segundo en reventar a sus dueños en caso de que los hubieran encontrado donde estaban escondidos: bien envueltos en bolsas de plástico y enterrados en el patio de la casa, junto a otros ejemplos ilustres del pensamiento subversivo. Mis mamotretos resistieron una dictadura, pero no resistieron la emigración: nos vinimos a las Europas y vaya uno a saber dónde fueron a parar. Me consuela pensar que, quizás, su dueño actual sí ha podido leérselos enteros, todos los tomos, hasta el final. Y entenderlos. Vaya uno a saber...
Según puede averiguarse por los prólogos, mis cuatro libritos fueron publicados, al principio, en los periódicos del Partido, como La Gaceta del Rin y después fueron traduciéndose a las principales lenguas europeas, con conocimiento de sus autores o sin él. Algunos son adecuaciones de intervenciones en reuniones. Es decir, libros escritos al fragor de la lucha, pero revisados y ampliados posteriormente por los mismos autores, tanto en las ediciones siguientes como en las traducciones, algunas de las cuales las realizan ellos mismos.
Pero a lo que íbamos. Si usted es como yo, amable lector, y ya está persuadido de que nunca en su vida leerá El Capital o, si lo lee, no entenderá nada, siempre tiene la opción de leerse estos pequeños libritos que fueron editando en vida y en distintos idiomas los buenos de Friedrich Engels (Federico Engels en mis ediciones madrileñas) y Karl Marx (Carlos Marx en mis ediciones madrileñas). Son algo así como leerse Marxismo para tontos (Marxism for dummies sería el título en el original, si existiera) con la ventaja de que están escritos por los padres de la criatura, que no nos tratan de tontos desde la misma portada (si no hay que juzgar a los libros por su cubierta, que ellos, los libros, se apliquen el cuento con nosotros coño/carajo) y que, en fin, han sido escritos.
Es muy interesante leerse estos libritos a la luz de los acontecimientos económicos actuales. Obviamente, usted y yo, amable lector, nos congratulamos de no vivir en Korea del Norte, pero ese es otro tema. Leer los acontecimientos actuales teniendo frescas las nociones de "crisis periódica del capitalismo", "proceso de concentración de capitales", "fetichismo de la mercancía" y esas cosas le hacen comprender a uno que existe otro mundo fuera del pensamiento único, de la derecha sin complejos, de los invitados técnicos de los programas periodísticos que siempre, pero siempre, analizan la realidad a partir de la premisa de que ésta no puede cambiar.
Título original: Value, price and profit (Londres, 1898); Lohnarbeit und Kapital (Neue Rheinische Zeitung nº 269, 11 abril 1849); Kritik des Gothaer Programms (publicado en la revista Neue Zeit, núm. 18, t. I, 1891); Die Entwicklung des Sozialismus von der Utopie zur Wissenschaft (publicado originalmente en la revista Vorwarts de Leipzeig, órgano del Partido Socialista, entre 1876 y 1878)
Fecha de publicación: siglo XIX
Valoración: imprescindibles
Admitámoslo: El Capital nos queda grande. En nuestro caso, hemos leído algunas páginas del primero de los varios mamotretos que lo componen, y no hemos entendido nada. Nada de nada. Lo hemos dejado cuando le retórica pregunta que nos martillaba, "¿qué carajo hago leyendo este libro que no hay forma de entenderlo?" dejó de ser retórica. Y fue una pena, en su momento, porque los varios mamotréticos tomos que teníamos en nuestra casa de Buenos Aires habían sido impresos en forma clandestina en México, habían viajado a nuestra ciudad vaya uno a saber cómo, habían resistido, incluso, una dictadura militar que no habría dudado un segundo en reventar a sus dueños en caso de que los hubieran encontrado donde estaban escondidos: bien envueltos en bolsas de plástico y enterrados en el patio de la casa, junto a otros ejemplos ilustres del pensamiento subversivo. Mis mamotretos resistieron una dictadura, pero no resistieron la emigración: nos vinimos a las Europas y vaya uno a saber dónde fueron a parar. Me consuela pensar que, quizás, su dueño actual sí ha podido leérselos enteros, todos los tomos, hasta el final. Y entenderlos. Vaya uno a saber...
Según puede averiguarse por los prólogos, mis cuatro libritos fueron publicados, al principio, en los periódicos del Partido, como La Gaceta del Rin y después fueron traduciéndose a las principales lenguas europeas, con conocimiento de sus autores o sin él. Algunos son adecuaciones de intervenciones en reuniones. Es decir, libros escritos al fragor de la lucha, pero revisados y ampliados posteriormente por los mismos autores, tanto en las ediciones siguientes como en las traducciones, algunas de las cuales las realizan ellos mismos.
Pero a lo que íbamos. Si usted es como yo, amable lector, y ya está persuadido de que nunca en su vida leerá El Capital o, si lo lee, no entenderá nada, siempre tiene la opción de leerse estos pequeños libritos que fueron editando en vida y en distintos idiomas los buenos de Friedrich Engels (Federico Engels en mis ediciones madrileñas) y Karl Marx (Carlos Marx en mis ediciones madrileñas). Son algo así como leerse Marxismo para tontos (Marxism for dummies sería el título en el original, si existiera) con la ventaja de que están escritos por los padres de la criatura, que no nos tratan de tontos desde la misma portada (si no hay que juzgar a los libros por su cubierta, que ellos, los libros, se apliquen el cuento con nosotros coño/carajo) y que, en fin, han sido escritos.
Es muy interesante leerse estos libritos a la luz de los acontecimientos económicos actuales. Obviamente, usted y yo, amable lector, nos congratulamos de no vivir en Korea del Norte, pero ese es otro tema. Leer los acontecimientos actuales teniendo frescas las nociones de "crisis periódica del capitalismo", "proceso de concentración de capitales", "fetichismo de la mercancía" y esas cosas le hacen comprender a uno que existe otro mundo fuera del pensamiento único, de la derecha sin complejos, de los invitados técnicos de los programas periodísticos que siempre, pero siempre, analizan la realidad a partir de la premisa de que ésta no puede cambiar.
miércoles, 21 de septiembre de 2011
Junot Díaz: La maravillosa vida breve de Óscar Wao
Idioma original: inglés
Título original: The Brief Wondrous Life of Oscar Wao
Año de publicación: 2007
Valoración: Muy recomendable
Hace poco, a cuenta de esta novela y de otras, me decía una compañera de la Facultad que una de las características propias de la literatura del Caribe puede ser que cuenta cosas terribles, pero te descojonas de la risa mientras las lees. Esa capacidad para vestir la tragedia en traje de comedia, unida a una carga de sensualidad o "carnalidad" que lo empapa todo, definen la literatura (y a lo mejor, la vida) caribeña. Y esas dos características juntas explican esta Maravillosa vida breve de Óscar Wao, una novela en la que casi todo el mundo está obsesionado con el sexo y en la que todo el mundo es desgraciado, pero que se hace de lo más llevadera.
La historia que cuenta la novela, efectivamente, es terrible: aunque el protagonista es Óscar (un nerd dominicano negro, gordo y virgen que reside en Nueva Jersey), la novela recorre tres generaciones de una familia de perseguida desde la República Dominicana hasta Estados Unidos por un fukú (una maldición implacable) desde que uno de sus antepasados se tropezó con el implacable y libidinoso dictador Trujillo (cuyo régimen perverso y casi demoniaco, encerrado más allá de la Cortina de Plátano, se describe con detalle). Los abuelos, la madre, la hermana de Óscar, todos sufren en sus carnes la maldición transformada en maltrato, humillación, abandono, pobreza, violencia, infelicidad, soledad, palizas, engaños, dolor.
Y sin embargo, mientras lo lees, te descojonas de la risa. Porque Junot Díaz escribe sobre casi todas estas cosas (bueno, hay momentos que no son para bromas) con un desparpajo brutal -y muchísimas referencias nerd a comics, series de televisión y juegos de rol que al que las vaya pillando le encantarán-, y con un estilo que mezcla el español estándar, con el español coloquial dominicano, con expresiones de Spanglish que le dan al texto un lenguaje muy especial, muy "fresco" (lo siento, no me gusta esa palabra pero no se me ocurre una mejor ahora mismo).
Y sobre esto, es inevitable hacer una mención al traductor, Achy Obejas, porque ha conseguido trasladar al español los efectos que solo puedo suponer que Junot Díaz usaba en el original: una lengua especial que mezcla varias lenguas que se contaminan entre sí, que alterna momentos de bonita prosa poética con otros de frases cortas y coloquiales, casi vulgares, y que mantiene un ritmo rápido y constante a través de casi 300 páginas de texto. Que no se diga que solo nos acordamos de los traductores cuando lo hacen mal.
Nota para mí mismo: ahora sí que tengo que leer sin falta La fiesta del chivo (a la que Junot Díaz alude varias veces, no con demasiado cariño, creo entender), para comparar...
También de Junot Díaz en ULAD: La maravillosa vida breve de Óscar Wao (reseña anterior), Así es como la pierdes, Los boys
Título original: The Brief Wondrous Life of Oscar Wao
Año de publicación: 2007
Valoración: Muy recomendable
Hace poco, a cuenta de esta novela y de otras, me decía una compañera de la Facultad que una de las características propias de la literatura del Caribe puede ser que cuenta cosas terribles, pero te descojonas de la risa mientras las lees. Esa capacidad para vestir la tragedia en traje de comedia, unida a una carga de sensualidad o "carnalidad" que lo empapa todo, definen la literatura (y a lo mejor, la vida) caribeña. Y esas dos características juntas explican esta Maravillosa vida breve de Óscar Wao, una novela en la que casi todo el mundo está obsesionado con el sexo y en la que todo el mundo es desgraciado, pero que se hace de lo más llevadera.
La historia que cuenta la novela, efectivamente, es terrible: aunque el protagonista es Óscar (un nerd dominicano negro, gordo y virgen que reside en Nueva Jersey), la novela recorre tres generaciones de una familia de perseguida desde la República Dominicana hasta Estados Unidos por un fukú (una maldición implacable) desde que uno de sus antepasados se tropezó con el implacable y libidinoso dictador Trujillo (cuyo régimen perverso y casi demoniaco, encerrado más allá de la Cortina de Plátano, se describe con detalle). Los abuelos, la madre, la hermana de Óscar, todos sufren en sus carnes la maldición transformada en maltrato, humillación, abandono, pobreza, violencia, infelicidad, soledad, palizas, engaños, dolor.
Y sin embargo, mientras lo lees, te descojonas de la risa. Porque Junot Díaz escribe sobre casi todas estas cosas (bueno, hay momentos que no son para bromas) con un desparpajo brutal -y muchísimas referencias nerd a comics, series de televisión y juegos de rol que al que las vaya pillando le encantarán-, y con un estilo que mezcla el español estándar, con el español coloquial dominicano, con expresiones de Spanglish que le dan al texto un lenguaje muy especial, muy "fresco" (lo siento, no me gusta esa palabra pero no se me ocurre una mejor ahora mismo).
Y sobre esto, es inevitable hacer una mención al traductor, Achy Obejas, porque ha conseguido trasladar al español los efectos que solo puedo suponer que Junot Díaz usaba en el original: una lengua especial que mezcla varias lenguas que se contaminan entre sí, que alterna momentos de bonita prosa poética con otros de frases cortas y coloquiales, casi vulgares, y que mantiene un ritmo rápido y constante a través de casi 300 páginas de texto. Que no se diga que solo nos acordamos de los traductores cuando lo hacen mal.
Nota para mí mismo: ahora sí que tengo que leer sin falta La fiesta del chivo (a la que Junot Díaz alude varias veces, no con demasiado cariño, creo entender), para comparar...
También de Junot Díaz en ULAD: La maravillosa vida breve de Óscar Wao (reseña anterior), Así es como la pierdes, Los boys
martes, 20 de septiembre de 2011
Janne Teller: Nada
Título original: Intet
Idioma original: danés
Fecha de publicación: 2000 (en España, 2011)
Valoración: Se deja leer
Buenos días. Me llamo Ian y no hace demasiado escribía reseñas en ULAD, no sé si se acordarán. Pero un buen día lo dejé (al gual que dejé otras cosas) y me fui de viaje, un largo viaje. Pues bien, el viaje ha finalizado y hoy me adentro de nuevo en estas tierras cibernético-literarias con una reseña de un libro que me ha dejado patidifuso. Pero no me parece justo lapidarlo con un "Repugnante" porque la verdad es que se lee rápido y bien. Se trata de Nada, de la danesa con ascendencia austro-germana Janne Teller, una mujer que trabajó en la ONU como mediadora en conflictos en países en desarrollo hasta que dejó sus tareas para dedicarse a la literatura .
Pero a lo que vamos...
Nada es una novela corta que su autora escribió cuando le encargaron "algo para adolescentes", lo que en principió echó para atrás a la dama. Pero luego cambió de opinión y a raíz de una frase que se le ocurrió estilo "nada importa, en cien años todos muertos", se puso con una historia rarita-rarita pero sugerente-sugerente narrada en plan filosófico soft...
La cosa: un buen día, un chaval de catorce primaveras decide que la vida es un sinsentido lleno de tonterías y se sube a lo alto de un ciruelo dispuesto a alejarse del mundo y pasar sus horas sin hacer nada (excepto lanzar ciruelas a los que le molesten y comerse alguna que otra...). Y sus compañeros de clase, para convencerle de que en la vida sí que hay cosas importantes y para que baje de una vez el petardo de él, deciden hacer un "montón de significado" en una serrería abandonada. La idea es que cada uno de ellos entregue al montón algo que le importe mucho y que tenga un gran significado para su joven vida. Y aunque al principio la cosa no promete mucho (que si unas sandalias, que si unas trenzas cortadas...), como en el jueguecito cada uno tiene que OBLIGAR a otro a entregar algo determinado, empiezan a pedirse "cosas" impensables e intolerables humana y moralmente... Pero dejémoslo aquí, porque si cuento qué clase de "cosas" comienzan a poner las criaturitas en el montón de significado, me cargaré la savia de la obra...
Bueno, con lo que acabo de contar dejo claro que el libro está lleno de mensajes y escenas truculentas, ¿no? Sin embargo, su lectura completa me ha provocado malestar y rechazo no porque contenga crudas provocaciones ni porque supure casi todo el tiempo una desgarrada violencia difícil de soportar. No, más bien ha sido que me ha dejado la sensación de que Janne Teller, una mujer que debe de ser muy culta y que ha debido de escribir Nada con un lenguaje y una forma muy austeros para generar la atmósfera y el ritmo que deseaba, nos ha tomado el pelo.
Es que yo, personalmente, no he conseguido creerme esta fábula en la que falta coherencia dentro de la trama/metáfora que ofrece. ¿Un chaval viviendo en un ciruelo sin que nadie tome medidas drásticas? ¿Adolescentes enfadados que en vez de enfrentarse primero con tacos y exclamaciones se dedican a arrearse y derribarse y darse de leches cada dos por tres? Y sin incurrir en SPOILER, también diré que no me creo que por mucha presión que pueda ejercer el grupo en el individuo y que por muy dolorosa e intensa que sea la adolescencia, un quinceañero acepte entregar ciertas "cosas" con el único objetivo de que un pirado (que tampoco parece despertar demasiadas filias) se baje de un ciruelo. Que no, que no, Janne Teller: que no.
Está claro que la autora no quería escribir precisamente Las gemelas de Sweet Valley, pero a mí esta Nada me parece un experimento fallido. Falta coherencia, repito, y sobran varias píldoras de esa violencia tan descocada que escupe de continuo, porque quizás en Dinamarca los críos se arreen así, pero a quien firma esta reseña le parece irreal. ¿Será que la escritora está demasiado condicionada por su anterior ocupación?
Descrita por méritos propios como una novela controvertida y polémica, al poco de publicarse en Dinamarca hace más de una decena de años, Nada despertó indignación y admiración a partes iguales. Mientras que algunos colegios querían que sus alumnos la leyeran sí o sí y ciertos críticos hablaran de que Teller había tejido una obra maestra, asociaciones de padres y gentes conservadoras en general prácticamente animaban a quemar ejemplares de Nada en hogueras montadas en plazas públicas. Pero digamos que Teller ha salido bien parada y que Nada atesora más piropos que reprimendas a nivel internacional.
Muchos comparan Nada con El señor de las moscas, de William Golding, reseñada en este blog. Pero yo pienso que poco o nada tiene que ver la novela de Teller con la obra del Nobel británico, lectura obligatoria en muchos colegios de Inglaterra. Quizás la autora pretendía ser la nueva "señora de las moscas" pero su Nada me ha recordado más, qué quieren que les diga, a El club de la lucha. Versión quinceañera y nórdica, eso sí, quitando a un pobre muchacho musulmán que aparte de tener la desgracia de ser musulmán tiene un violento padre que le arrea porque cree que es un mal musulmán.
Lo dicho: violencia a tutiplén, pero eso sí, en plan filosófico y existencial.
Ciruelas, mamporros, teensión y muchas cosas para el montón. Im-presionante...
También de Janne Teller en ULAD: Ven
Idioma original: danés
Fecha de publicación: 2000 (en España, 2011)
Valoración: Se deja leer
Buenos días. Me llamo Ian y no hace demasiado escribía reseñas en ULAD, no sé si se acordarán. Pero un buen día lo dejé (al gual que dejé otras cosas) y me fui de viaje, un largo viaje. Pues bien, el viaje ha finalizado y hoy me adentro de nuevo en estas tierras cibernético-literarias con una reseña de un libro que me ha dejado patidifuso. Pero no me parece justo lapidarlo con un "Repugnante" porque la verdad es que se lee rápido y bien. Se trata de Nada, de la danesa con ascendencia austro-germana Janne Teller, una mujer que trabajó en la ONU como mediadora en conflictos en países en desarrollo hasta que dejó sus tareas para dedicarse a la literatura .
Pero a lo que vamos...
Nada es una novela corta que su autora escribió cuando le encargaron "algo para adolescentes", lo que en principió echó para atrás a la dama. Pero luego cambió de opinión y a raíz de una frase que se le ocurrió estilo "nada importa, en cien años todos muertos", se puso con una historia rarita-rarita pero sugerente-sugerente narrada en plan filosófico soft...
La cosa: un buen día, un chaval de catorce primaveras decide que la vida es un sinsentido lleno de tonterías y se sube a lo alto de un ciruelo dispuesto a alejarse del mundo y pasar sus horas sin hacer nada (excepto lanzar ciruelas a los que le molesten y comerse alguna que otra...). Y sus compañeros de clase, para convencerle de que en la vida sí que hay cosas importantes y para que baje de una vez el petardo de él, deciden hacer un "montón de significado" en una serrería abandonada. La idea es que cada uno de ellos entregue al montón algo que le importe mucho y que tenga un gran significado para su joven vida. Y aunque al principio la cosa no promete mucho (que si unas sandalias, que si unas trenzas cortadas...), como en el jueguecito cada uno tiene que OBLIGAR a otro a entregar algo determinado, empiezan a pedirse "cosas" impensables e intolerables humana y moralmente... Pero dejémoslo aquí, porque si cuento qué clase de "cosas" comienzan a poner las criaturitas en el montón de significado, me cargaré la savia de la obra...
Bueno, con lo que acabo de contar dejo claro que el libro está lleno de mensajes y escenas truculentas, ¿no? Sin embargo, su lectura completa me ha provocado malestar y rechazo no porque contenga crudas provocaciones ni porque supure casi todo el tiempo una desgarrada violencia difícil de soportar. No, más bien ha sido que me ha dejado la sensación de que Janne Teller, una mujer que debe de ser muy culta y que ha debido de escribir Nada con un lenguaje y una forma muy austeros para generar la atmósfera y el ritmo que deseaba, nos ha tomado el pelo.
Es que yo, personalmente, no he conseguido creerme esta fábula en la que falta coherencia dentro de la trama/metáfora que ofrece. ¿Un chaval viviendo en un ciruelo sin que nadie tome medidas drásticas? ¿Adolescentes enfadados que en vez de enfrentarse primero con tacos y exclamaciones se dedican a arrearse y derribarse y darse de leches cada dos por tres? Y sin incurrir en SPOILER, también diré que no me creo que por mucha presión que pueda ejercer el grupo en el individuo y que por muy dolorosa e intensa que sea la adolescencia, un quinceañero acepte entregar ciertas "cosas" con el único objetivo de que un pirado (que tampoco parece despertar demasiadas filias) se baje de un ciruelo. Que no, que no, Janne Teller: que no.
Está claro que la autora no quería escribir precisamente Las gemelas de Sweet Valley, pero a mí esta Nada me parece un experimento fallido. Falta coherencia, repito, y sobran varias píldoras de esa violencia tan descocada que escupe de continuo, porque quizás en Dinamarca los críos se arreen así, pero a quien firma esta reseña le parece irreal. ¿Será que la escritora está demasiado condicionada por su anterior ocupación?
Descrita por méritos propios como una novela controvertida y polémica, al poco de publicarse en Dinamarca hace más de una decena de años, Nada despertó indignación y admiración a partes iguales. Mientras que algunos colegios querían que sus alumnos la leyeran sí o sí y ciertos críticos hablaran de que Teller había tejido una obra maestra, asociaciones de padres y gentes conservadoras en general prácticamente animaban a quemar ejemplares de Nada en hogueras montadas en plazas públicas. Pero digamos que Teller ha salido bien parada y que Nada atesora más piropos que reprimendas a nivel internacional.
Muchos comparan Nada con El señor de las moscas, de William Golding, reseñada en este blog. Pero yo pienso que poco o nada tiene que ver la novela de Teller con la obra del Nobel británico, lectura obligatoria en muchos colegios de Inglaterra. Quizás la autora pretendía ser la nueva "señora de las moscas" pero su Nada me ha recordado más, qué quieren que les diga, a El club de la lucha. Versión quinceañera y nórdica, eso sí, quitando a un pobre muchacho musulmán que aparte de tener la desgracia de ser musulmán tiene un violento padre que le arrea porque cree que es un mal musulmán.
Lo dicho: violencia a tutiplén, pero eso sí, en plan filosófico y existencial.
Ciruelas, mamporros, teensión y muchas cosas para el montón. Im-presionante...
También de Janne Teller en ULAD: Ven
lunes, 19 de septiembre de 2011
Craig Thompson: Cuaderno de viaje
Idioma original: inglés
Título original: Carnet de Voyage
Año de publicación: 2004
Valoración: recomendable
Después de publicar Blankets, Craig Thompson se convirtió en uno de los autores de cómics más buscados del momento. Le llovieron premios y ofertas de traducción y de publicación de su obra en otros países. Y, cómo no, cruzó el charco y pasó tres meses viajando por Europa y Marruecos, promocionando su libro y buscando inspiración para el siguiente.
Pero no sólo hizo eso. Del 5 de marzo al 14 de mayo de 2004 Thompson hizo algo más que viajar, conocer gente, visitar ciudades y firmar ejemplares de Blankets: escribió (¿escribió?) un diario de viaje. Como él mismo dice, se inspiró en la publicación francesa L'Association para hacer este libro y no utilizó cámara fotográfica alguna que le sirviera de ayuda. Todo lo dibujó de memoria o al momento.
Esa inmediatez (o frescura, mejor dicho) es algo que queda patente a lo largo de toda la obra. En algunas ocasiones nos presenta simples esbozos de las cosas o personas que le rodean y, en otras, retratos, paisajes y todo tipo de escenas profusamente detallados. La mayoría de estos dibujos están acompañados de diversas clases de textos: los hay meramente explicativos, para que el lector sepa dónde estaba el autor (o qué estaba viendo) en ese momento, pero también los hay que reproducen conversaciones o reflexiones que tuvo a lo largo de su viaje y que nos acercan un poco más a la persona que está detrás de Craig Thompson.
Puede que ésta no sea una obra maestra, pero en absoluto es un mal libro. Es entretenido, ágil, curioso, a veces trágico, a veces gracioso, en ocasiones desconcertante... Una obra sincera y cercana, en definitiva, que nos cuenta un más que interesante viaje y nos regala buenísimos dibujos para que, o bien seamos testigos del mismo, o bien juguemos a imaginar qué se esconde más allá de cada trazo.
También de Craig Thompson en ULAD: Blankets, Adiós, Chunky Rice, Habibi
domingo, 18 de septiembre de 2011
Franz Kafka: Dibujos
Idioma original: alemán
Título original: Einmal ein grosser Zeichner. Franz Kafka als bildender Künstler
Año de publicación: 2006
Valoración: muy recomendable
Niels Bokhove, responsable de la edición de esta obra en su versión original, afirma que la vocación de Franz Kafka por el dibujo se despertó cuando contempló en un escaparate dos cuadros que le causaron una gran impresión. A pesar de que las primeras (y decepcionantes) clases de dibujo que recibió hicieron, según sus propias palabras, que desapareciera toda tu pasión por ese arte, lo cierto es que Kafka nunca dejó de dibujar. Hacía dibujos en sus apuntes, como acompañamiento a numerosos escritos...
Max Brod recopiló muchos de aquellos dibujos, a veces recortándolos de los apuntes del autor o bien rescatándolos de la papelera (lamentablemente, la mayoría están custodiados por la heredera de Brod y no deja a nadie acceder a ellos), pues tenía la intención de publicar una compilación de los mismos llamada "cartapacio Kafka", pero ese proyecto nunca llegó a materializarse. Si bien muchos de estos ejercicios pictóricos han sido publicados a lo largo del pasado siglo de diversas maneras (como ilustración de cubierta de muchas de sus obras, como ilustraciones interiores o como secuencias en un proyecto catalán para la película de animación Animació K.), nunca antes habían sido reunidos en conjunto. Así pues, en este libro se recogen todos los dibujos de Kafka que se conocen y han sido publicados.
Acompañados por fragmentos de texto escogidos de su obra completa o bien por los textos originales en los que el autor los insertaba, estas pequeñas obras de arte nos permiten observar una faceta del escritor checo que pocos habían visto antes. Inquietantes, curiosos, oníricos, simples, absolutamente complejos, siempre interesantes... hay mil maneras de calificar e interpretar estos trazos. Pero eso queda en manos del lector.
Todas las reseñas sobre Franz Kafka en ULAD: Aquí
sábado, 17 de septiembre de 2011
P. D. James: Hijos de hombres
Idioma original: inglés
Título original: The Children of Men
Año de publicación: 1992
Valoración: se deja leer
Pues este es un caso raro: una novela que me ha gustado menos que la película que se basó en ella, una adaptación dirigida por Alfonso Cuarón (que también dirigió una de las entregas de Harry Potter) con Clive Owen y Julianne Moore. La película, sin ser yo un experto en cine, me pareció estética y narrativamente bastante buena; la novela, en cambio, me ha decepcionado mucho. Y mira que P. D. James, en su faceta de escritora policiaca, me gusta bastante...
Aunque hay bastantes modificaciones entre el libro y la película, la base argumental es la misma: en un futuro no tan lejano, toda la humanidad ha quedado simultáneamente estéril, y está por lo tanto abocada a la extinción. Al mismo tiempo, y como consecuencia de lo anterior (aunque el lazo lógico entre las dos cosas me parece bastante débil), en Reino Unido se ha instaurado una dictadura a lo 1984, gobernada con mano de hierro por el Guardián. Los omegas (la última generación de la humanidad) imponen el terror en las calles, mientras que los ancianos son "eutanasiados" en suicidios colectivos llamados Quietus.
A la novela le veo dos pegas fundamentales: narrativamente, mezcla fragmentos de diario del protagonista, Theo Faron, con fragmentos en tercera persona, sin que se consiga entender muy bien esta dualidad, que además no se aprovecha de ninguna forma creativa (por ejemplo, para contraponer la visión de Faron con la de otros personajes, o con la voz supuestamente objetiva del narrador en tercera persona). Pero sobre todo lo que menos me gusta es que se nota que P. D. James ha querido escribir su propio 1984, y no lo ha conseguido: sus esfuerzos por darle grandiosidad a la trama fracasan; las descripciones del sistema administrativo y punitivo dictatorial están claramente forzadas y no resultan explicables desde el punto de vista narrativo; la "conversión" de Theo Faron de "malo" a "bueno" es excesivamente rápida; los paralelismos entre el Guardián y Rolf (uno de los rebeldes a los que se une el protagonista) en la parte final de la novela son tan obvios que resultan ridículos... Tampoco ayudan demasiado algunos aspectos de la traducción (independientemente de lo que dijera el original, traducir "tomó el recordado desvío" no es aceptable) y algunas erratas, no demasiadas (por ejemplo "el hombruno estaba interesado" por "el hombre no estaba interesado") pero suficientes para sacarte de la lectura.
No le pongo un "repugnante" a la novela porque, bueno, porque no es repugnante. Es una novela distópica más, con un planteamiento interesante (la idea de la infertilidad; no tanto la del autoritarismo que ya está muy vista) pero que se queda a medio camino: ni es tan entretenida como una novela de consumo rápido, ni consigue adentrarse en el terreno de las obras maestras del género, como a P. D. James le habría gustado.
Título original: The Children of Men
Año de publicación: 1992
Valoración: se deja leer
Pues este es un caso raro: una novela que me ha gustado menos que la película que se basó en ella, una adaptación dirigida por Alfonso Cuarón (que también dirigió una de las entregas de Harry Potter) con Clive Owen y Julianne Moore. La película, sin ser yo un experto en cine, me pareció estética y narrativamente bastante buena; la novela, en cambio, me ha decepcionado mucho. Y mira que P. D. James, en su faceta de escritora policiaca, me gusta bastante...
Aunque hay bastantes modificaciones entre el libro y la película, la base argumental es la misma: en un futuro no tan lejano, toda la humanidad ha quedado simultáneamente estéril, y está por lo tanto abocada a la extinción. Al mismo tiempo, y como consecuencia de lo anterior (aunque el lazo lógico entre las dos cosas me parece bastante débil), en Reino Unido se ha instaurado una dictadura a lo 1984, gobernada con mano de hierro por el Guardián. Los omegas (la última generación de la humanidad) imponen el terror en las calles, mientras que los ancianos son "eutanasiados" en suicidios colectivos llamados Quietus.
A la novela le veo dos pegas fundamentales: narrativamente, mezcla fragmentos de diario del protagonista, Theo Faron, con fragmentos en tercera persona, sin que se consiga entender muy bien esta dualidad, que además no se aprovecha de ninguna forma creativa (por ejemplo, para contraponer la visión de Faron con la de otros personajes, o con la voz supuestamente objetiva del narrador en tercera persona). Pero sobre todo lo que menos me gusta es que se nota que P. D. James ha querido escribir su propio 1984, y no lo ha conseguido: sus esfuerzos por darle grandiosidad a la trama fracasan; las descripciones del sistema administrativo y punitivo dictatorial están claramente forzadas y no resultan explicables desde el punto de vista narrativo; la "conversión" de Theo Faron de "malo" a "bueno" es excesivamente rápida; los paralelismos entre el Guardián y Rolf (uno de los rebeldes a los que se une el protagonista) en la parte final de la novela son tan obvios que resultan ridículos... Tampoco ayudan demasiado algunos aspectos de la traducción (independientemente de lo que dijera el original, traducir "tomó el recordado desvío" no es aceptable) y algunas erratas, no demasiadas (por ejemplo "el hombruno estaba interesado" por "el hombre no estaba interesado") pero suficientes para sacarte de la lectura.
No le pongo un "repugnante" a la novela porque, bueno, porque no es repugnante. Es una novela distópica más, con un planteamiento interesante (la idea de la infertilidad; no tanto la del autoritarismo que ya está muy vista) pero que se queda a medio camino: ni es tan entretenida como una novela de consumo rápido, ni consigue adentrarse en el terreno de las obras maestras del género, como a P. D. James le habría gustado.
viernes, 16 de septiembre de 2011
Roberto Bolaño: Los detectives salvajes
Idioma original: español
Año de publicación: 1998
Valoración: Muy recomendable
Lo primero que le diría al futuro lector de esta novela coral es que tiene sentido a pesar de lo que su aspecto inconexo pueda dar a entender. Sólo hay que disfrutar
de los personajes y sus peripecias sin intentar recordarlos a todos ni relacionarlos siempre entre sí.
Después de acompañar a todos ellos en su loca carrera hacia ningún sitio, de emocionarme con sus demenciales vidas, de averiguar los vínculos que les unen y cogerles cariño a casi todos, deduzco que lo que Bolaño intenta transmitir es, sobre todo, escepticismo. Autor y criaturas parecen estar de vuelta de todo; los ideales literarios y políticos, amor, amistad, lealtad, todo es relativo y discutible. Cualquier aspecto de la vida se convierte en un amargo juego dónde lo único que importa es la supervivencia y ésta quizá no dure mucho. Bolaño pretende legar a la posteridad una obra todo lo extensa y perfecta que el tiempo le permita. Como dice por boca del pintor Guillem Piña: “Qué más da, todo eso no son más que nimiedades. Todos nos vamos a morir, piensa en la eternidad”. Para alguien que no tiene fe en ella la vida no tiene más propósito que el de subsistir por medio de la obra de arte. Todo lo demás, la ética, la estética, los sentimientos, no existen o no importan, sólo hay algo real e inminente que es el punto final.
A base de escepticismo Bolaño ha conseguido una imitación bastante fiel de la vida real, un mundo igual de caótico, imprevisible y arbitrario que la muestra, dónde los personajes aparecen y desaparecen y a cada momento encontramos gente nueva, otros ambientes y paisajes, problemas distintos. Un mundo donde reinan: la locura entendida como el triunfo de la incoherencia, la literatura como forma de supervivencia y la muerte como único futuro cierto e inevitable. Pero ni siquiera ficción y supervivencia se toman del todo en serio: la obra de Cesárea, a pesar de ser el motor de la trama, no tiene mayor interés artístico y existe una amenaza de muerte que se oculta la mayor parte del tiempo, no para prolongar la intriga sino por considerarse irrelevante, sólo un aspecto más, como lo es el desahucio médico en la vida del escritor.
Lo metaliterario implícito o explícito recorre toda la obra y esto, que no siempre es garantía de calidad y que a veces se reduce a mero añadido soporífero, en Bolaño, igual que en Cervantes, resulta un motivo más de diversión al plantear las cuestiones narrativas desde la propia ficción, convertir la teoría literaria en algo lúdico, incluso irónico y poner en tela de juicio el oficio y sus advenedizos. “Belano y Lima no eran revolucionarios. - explica el pintor Camargo - No eran escritores. A veces escribían poesía, pero tampoco creo que fueran poetas. Eran vendedores de droga. Básicamente marihuana, aunque también ofrecían un stock de hongos en potes de cristal”. Decir esto cuando el primero de ellos es el alter ego del propio Bolaño supone por su parte verdadero afán desmitificador.
En un momento bastante rutinario de la vida de la novela, Bolaño encuentra un lenguaje y una estructura nuevos y personales para transmitir su peculiar visión de las cosas, pero también para divertir, sincerarse y expulsar algunos fantasmas pasados y presentes. Todos los recursos, tanto el carácter fragmentario como la ruptura argumental o el enfoque de la realidad desde ángulos distintos consiguen su objetivo: zarandear con fuerza al lector, agitar ideas y sensaciones de forma que todo el que ha conectado con esta obra será, cuando la acabe, mucho más bolaño que antes.
Del mismo autor en ULAD: Aquí
jueves, 15 de septiembre de 2011
Thomas Ott: El número 73304-23-4153-6-96-8
Idioma original: alemán
Título original: Die Nummer 73304-23-4153-6-96-8
Año de publicación: 2008
Valoración: muy recomendable
Poco antes de ser llevado a la silla eléctrica que acabará con su vida, un reo observa un pedazo de papel en el que está escrito el número 73304-23-4153-6-96-8. Una vez ajusticiado, el guardia que se encarga de limpiar y recoger la sala encuentra ese papel y se lo lleva a casa. A partir de entonces, todo lo que le ocurre tiene relación con esa extraña sucesión de números, hasta tal punto que llega (¿el guardia o el lector?) a creer que éstos controlan su destino.
Ése es, muy resumido, el punto de partida de esta historia. No contaré más, porque corro el riesgo de revelar demasiados detalles. Y en un cómic como éste es un crimen imperdonable.
Ott, una vez más, utiliza en esta obra el estilo que tantos seguidores le ha hecho ganar a lo largo de los años: el raspado. Es decir, dibuja en blanco sobre fondo negro (o pinta una hoja de negro y luego raspa el trazo para que aparezca el blanco, como sea que lo haga), al contrario de lo que hacen el grueso de dibujantes en la actualidad. Obviamente, porque "dibujar" con esta técnica es muchísimo más difícil y no permite el mínimo error.
Y, como también es habitual en sus obras, no hace uso de diálogo alguno. Es la imagen la que consigue enganchar al lector y llevarlo hacia donde el autor desea. En este caso, realizamos un viaje siniestro (sí, algo que también es muy habitual) y fantástico, donde nada es lo que parece ser y cuyo desenlace (más que correcto, genial) nos convence totalmente y nos deja con ganas de más.
Y sí, a nuestro pesar y durante varios días (creedme, me ha pasado) no podremos quitarnos el número 73304-23-4153-6-96-8 de la cabeza. Maldito Ott...
miércoles, 14 de septiembre de 2011
Zoom: Conferencia sobre Ética, de Ludwig Wittgenstein
Idioma original: inglés
Título original: sin título
Fecha de publicación: 1965
Valoración: recomendable
Sin ser desconocida, ni mucho menos, puede decirse que esta es una de las obras más raras de Ludwig Wittgenstein. Para quienes no tengan fresco el temario del bachillerato, diremos que todo el trabajo de este filósofo austríaco se centró en dos campos muy relacionados: la lógica y la teoría del lenguaje. Por eso esta pequeña charla que dictó en 1929 es más bien excepcional. Al comienzo aclara que no va a hablar de lógica ante un público lego en la materia porque necesitaría mucho más que una sola conferencia para lograr que entendieran algo (tacto, lo que se dice tacto, no tenía este buen hombre, célebre por amenazar a Popper con un atizador...). La Ética, sin embargo, le parece un tema fácilmente liquidable en 60 minutos. Esto no lo dice él, pero se infiere del mismo núcleo de su argumentación.
Pese a lo que pueda parecer por lo que acabo de decir, Wittgenstein no despreciaba a la Ética; todo lo contrario. Según su sistema filosófico (al menos el de ese momento, cristalizada en el Tractatus), la Ética trata vanamente de decir cosas que no pueden decirse. El mundo y el lenguaje son isomorfos, es decir, que todos los estados de cosas de que se compone el mundo pueden expresarse en proposiciones que serán verdaderas o falsas. Ahora bien, ninguna de esas proposiciones referentes a hechos podrá tener nunca el valor absoluto que reclaman los juicios morales. De hecho, el argumeto de Wittgenstein es aún más radical, porque incorpora en la Ética todo aquello que suele denominarse más bien estético, y también la religión, la Metafísica, etc. En general, dice, "no hay proposiciones que, en ningún sentido absoluto, sean sublimes, importantes o triviales". Un pensamiento al que hay que reconocerle bastante fuerza de atracción...
¿Cómo puede no suponer esto una descalificación radical de la Ética? Bueno, supone su descalificación como ciencia, desde luego, o sin más, como conjunto de proposiciones dotadas de significado. Sin embargo, Wittgestein estaba convencido de que lo más importante de la existencia tenía que ver precisamente, no con cómo es el mundo y qué estados de cosas lo conforman, sino con que el mundo sea. Y esto, se ponga uno como se ponga, no puede decirse, sino que sólo puede mostrarse. Relegar la Ética a lo que no se puede decir no la rebaja, la eleva. El propio Tractatus de Wittgenstein trataba también de mostrar algo que no podía decirse. Acabo con una imagen lo suficientemente reveladora: "si un hombre pudiera escribir un libro de ética que realmente fuera un libro de ética, este libro destruiría, como una explosión, todos los demás libros del mundo".
(La fotografía es de Ben Richards y está tomada de aquí.)
Título original: sin título
Fecha de publicación: 1965
Valoración: recomendable
Sin ser desconocida, ni mucho menos, puede decirse que esta es una de las obras más raras de Ludwig Wittgenstein. Para quienes no tengan fresco el temario del bachillerato, diremos que todo el trabajo de este filósofo austríaco se centró en dos campos muy relacionados: la lógica y la teoría del lenguaje. Por eso esta pequeña charla que dictó en 1929 es más bien excepcional. Al comienzo aclara que no va a hablar de lógica ante un público lego en la materia porque necesitaría mucho más que una sola conferencia para lograr que entendieran algo (tacto, lo que se dice tacto, no tenía este buen hombre, célebre por amenazar a Popper con un atizador...). La Ética, sin embargo, le parece un tema fácilmente liquidable en 60 minutos. Esto no lo dice él, pero se infiere del mismo núcleo de su argumentación.
Pese a lo que pueda parecer por lo que acabo de decir, Wittgenstein no despreciaba a la Ética; todo lo contrario. Según su sistema filosófico (al menos el de ese momento, cristalizada en el Tractatus), la Ética trata vanamente de decir cosas que no pueden decirse. El mundo y el lenguaje son isomorfos, es decir, que todos los estados de cosas de que se compone el mundo pueden expresarse en proposiciones que serán verdaderas o falsas. Ahora bien, ninguna de esas proposiciones referentes a hechos podrá tener nunca el valor absoluto que reclaman los juicios morales. De hecho, el argumeto de Wittgenstein es aún más radical, porque incorpora en la Ética todo aquello que suele denominarse más bien estético, y también la religión, la Metafísica, etc. En general, dice, "no hay proposiciones que, en ningún sentido absoluto, sean sublimes, importantes o triviales". Un pensamiento al que hay que reconocerle bastante fuerza de atracción...
¿Cómo puede no suponer esto una descalificación radical de la Ética? Bueno, supone su descalificación como ciencia, desde luego, o sin más, como conjunto de proposiciones dotadas de significado. Sin embargo, Wittgestein estaba convencido de que lo más importante de la existencia tenía que ver precisamente, no con cómo es el mundo y qué estados de cosas lo conforman, sino con que el mundo sea. Y esto, se ponga uno como se ponga, no puede decirse, sino que sólo puede mostrarse. Relegar la Ética a lo que no se puede decir no la rebaja, la eleva. El propio Tractatus de Wittgenstein trataba también de mostrar algo que no podía decirse. Acabo con una imagen lo suficientemente reveladora: "si un hombre pudiera escribir un libro de ética que realmente fuera un libro de ética, este libro destruiría, como una explosión, todos los demás libros del mundo".
(La fotografía es de Ben Richards y está tomada de aquí.)
martes, 13 de septiembre de 2011
François-Marie Banier: Pasado compuesto
Idioma original: francés
Título original: Le passé composé
Fecha de publicación: 1971 en Francia; 2010 en España
Valoración: Está bien
Otro libro que cacé en la biblioteca gracias a sus lomos, anterior y posterior. En la portada, primerísimo plano, en blanco y negro, de un joven con cara de melancólico interesante, pinta de extranjero (para qué nos vamos a engañar) y frondosa melena; en la contraportada, resúmen de un argumento donde la palabra "incesto" brilla como sangre sobre la nieve, buenas palabras para el escritor y un trocito del glorioso prólogo, escrito por Louis Aragon. "Toma ya, este me lo llevo para casa", me dije. Porque la cosa prometía, ¿que no?
Para quien no lo sepa, François-Marie Banier es uno de esos franceses intelectuales, existencialistas y polifacéticos que le hacen sentirse a uno insulsa carne humana. Escritor de varias obras apadrinado en sus inicios por celebrities estilo Salvador Dalí o Samuel Beckett, amigo de cineastas y mentes brillantes de todas las áreas y actor secundario en numerosos filmes (era el secundario predilecto del peculiar Rohmer, fíjate tú), la novela que hoy nos ocupa fue su segundo engendro. La escribió con 23 otoños; la primera, con 21.
Y sí, en Pasado compuesto hay incesto, como promete su contraportada...
En el seno de una familia de franceses muy poco familiares, la bella y rarita Cécile se enamora de su hermano Olivier y aprovechando que se quedan solos una semana en su casa de la costa, dan rienda suelta a su insana pasión mezclando sexo desenfranado con extraños juegos más propios de niños (al leer estas páginas no pude evitar acordarme de los Soñadores de Bertolucci que, por cierto, no me gustó nada de nada). Pero luego Olivier, frágil y aún más peculiar que Cécile, no aguantará tantas encontradas emociones y se suicidará. Poco tiempo después, Cécile, aún obsesionada por el fantasma de su hermano/amante, inicia una extraña relación con un apuesto pero trepa muchacho (apunte: la familia de Cécile está montada en el dólar) al que quiere transformar en una suerte de sosias de Olivier, un poco en la línea del Vértigo hitchcockiano...
Termino dejando claro que para mí Pasado compuesto es una novela corta, ágil, apasionada y muy bien escrita, pero algo sobrevalorada y no lo suficientemente armada y densa como para ser recomendada. Quedémonos en que está bien y ya verán los lectores de esta reseña si desean adentrarse en los tumultuosos territorios que contiene esta obra de Banier.
PD: como se puede comprobar una vez más, en ULAD no hacemos ascos al incesto literario...
Título original: Le passé composé
Fecha de publicación: 1971 en Francia; 2010 en España
Valoración: Está bien
Otro libro que cacé en la biblioteca gracias a sus lomos, anterior y posterior. En la portada, primerísimo plano, en blanco y negro, de un joven con cara de melancólico interesante, pinta de extranjero (para qué nos vamos a engañar) y frondosa melena; en la contraportada, resúmen de un argumento donde la palabra "incesto" brilla como sangre sobre la nieve, buenas palabras para el escritor y un trocito del glorioso prólogo, escrito por Louis Aragon. "Toma ya, este me lo llevo para casa", me dije. Porque la cosa prometía, ¿que no?
Para quien no lo sepa, François-Marie Banier es uno de esos franceses intelectuales, existencialistas y polifacéticos que le hacen sentirse a uno insulsa carne humana. Escritor de varias obras apadrinado en sus inicios por celebrities estilo Salvador Dalí o Samuel Beckett, amigo de cineastas y mentes brillantes de todas las áreas y actor secundario en numerosos filmes (era el secundario predilecto del peculiar Rohmer, fíjate tú), la novela que hoy nos ocupa fue su segundo engendro. La escribió con 23 otoños; la primera, con 21.
Y sí, en Pasado compuesto hay incesto, como promete su contraportada...
En el seno de una familia de franceses muy poco familiares, la bella y rarita Cécile se enamora de su hermano Olivier y aprovechando que se quedan solos una semana en su casa de la costa, dan rienda suelta a su insana pasión mezclando sexo desenfranado con extraños juegos más propios de niños (al leer estas páginas no pude evitar acordarme de los Soñadores de Bertolucci que, por cierto, no me gustó nada de nada). Pero luego Olivier, frágil y aún más peculiar que Cécile, no aguantará tantas encontradas emociones y se suicidará. Poco tiempo después, Cécile, aún obsesionada por el fantasma de su hermano/amante, inicia una extraña relación con un apuesto pero trepa muchacho (apunte: la familia de Cécile está montada en el dólar) al que quiere transformar en una suerte de sosias de Olivier, un poco en la línea del Vértigo hitchcockiano...
Termino dejando claro que para mí Pasado compuesto es una novela corta, ágil, apasionada y muy bien escrita, pero algo sobrevalorada y no lo suficientemente armada y densa como para ser recomendada. Quedémonos en que está bien y ya verán los lectores de esta reseña si desean adentrarse en los tumultuosos territorios que contiene esta obra de Banier.
PD: como se puede comprobar una vez más, en ULAD no hacemos ascos al incesto literario...
lunes, 12 de septiembre de 2011
Antonio Muñoz Molina: El viento de la Luna
Idioma original: español
Año de publicación: 2006
Valoración: muy recomendable
Esta novela del escritor y académico Antonio Muñoz Molina es una obra de comienzos y de retornos: es la historia de la iniciación de un adolescente escrita desde una madurez retrospectiva. Quien la haya leído comprenderá a qué me refiero; quien no, ya lo entenderá... ("Lo entenderás cuando seas mayor, hijo").
En El viento de la Luna se respira una lentitud opresiva. La vida en Mágina es cíclica (los diferentes estadios de la cosecha, los refranes que explican la vida...), y esa repetición que a la mayoría de sus habitantes aporta seguridad es una condena para nuestro joven protagonista. De repente ha dejado de reconocerse a sí mismo y a los que le rodean, y el entorno no le resulta familiar y acogedor sino que le provoca una sensación de extrañamiento. Sencillamente, se está haciendo mayor.
Su paso de la niñez a la madurez coincide con el viaje a la Luna del Apolo XI, lanzado al espacio el 16 de julio de 1969. En la ranciedad de la España franquista, la expedición lunar es un acontecimiento de honda carga simbólica. Es un despertar.
Antonio Muñoz Molina escribe muy, muy bien. (¿Por qué decirlo con palabras rimbombantes? Es así de simple, así que lo digo llanamente). Su prosa es precisa; su precisión, incisiva. Crea un ambiente -el de Mágina en pleno julio- cargado y claustrofóbico, con tintes en ocasiones alucinatorios. Los diálogos, escasos -no comete el error de abusar de ellos-, son un oasis de frescura. Y los personajes que estos nos desvelan, con su estrechez de miras, resultan verosímiles y entrañables.
Es una de esas novelas que se disfrutan casi más al terminarlas por el poso dulce que deja.
También de Muñoz Molina en ULAD: El jinete polaco, Plenilunio, Todo lo que era sólido
También de Muñoz Molina en ULAD: El jinete polaco, Plenilunio, Todo lo que era sólido
domingo, 11 de septiembre de 2011
Andrea Camilleri: La intermitencia
Idioma original: italiano
Título original: L'intermittenza
Año de publicación: 2010
Valoración: está bien
A mí es que, como se suele decir del cerdo, de Camilleri me gustan hasta los andares. Me cae genial, el hombre, y además sus novelas me parecen entretenidísimas.Así que hace poco me compré no una, sino dos de sus obras: una de la serie de Montalbano y esta otra, que no es de la serie de Montalbano. Y bueno, esta segunda es algo menos entretenida que las otras, pero tampoco está mal. O será que yo a Montalbano lo miro siempre con buenos ojos...
A diferencia de la serie "policiaca pura" de Montalbano, esta es una especie de thriller financiero, un poco como de JohnLe Carré Grisham, aunque en un entorno italiano. Hay absorciones empresariales, traiciones entre socios, relaciones más sexuales que amorosas, una trama de corrupción empresarial y, claro, las intermitencias del título, que son unas pérdidas momentáneas de consciencia que sufre uno de los protagonistas.
La intermitencia comparte con el resto de las novelas de Camilleri su visión cínica y desencantada de la vida, en general, y de la vida italiana, en particular. No hay estrato, profesión, región, religión o sexo (los hombres son unos cabrones; las mujeres, unas estúpidas) que se libre de su crítica. Pero para ser como las mejores de sus novelas, a esta le faltan dos cosas: un héroe con el que identificarse -aunque sea un héroe tan atípico como el hedonista Montalbano- y el sentido del humor que normalmente llega de la mano de Mimí Augello y de Catarellla, y que aquí solo aparece con cuentagotas, haciendo que la novela resulte algo más oscura de lo habitual.
En fin, no está mal ver a Camilleri defendiéndose en un género algo distinto, pero, a pesar de toda la admiración (¿veneración?) que le tengo, prefiero las novelas de Montalbano.
También de Andrea Camilleri en ULAD: Aquí
Título original: L'intermittenza
Año de publicación: 2010
Valoración: está bien
A mí es que, como se suele decir del cerdo, de Camilleri me gustan hasta los andares. Me cae genial, el hombre, y además sus novelas me parecen entretenidísimas.Así que hace poco me compré no una, sino dos de sus obras: una de la serie de Montalbano y esta otra, que no es de la serie de Montalbano. Y bueno, esta segunda es algo menos entretenida que las otras, pero tampoco está mal. O será que yo a Montalbano lo miro siempre con buenos ojos...
A diferencia de la serie "policiaca pura" de Montalbano, esta es una especie de thriller financiero, un poco como de John
La intermitencia comparte con el resto de las novelas de Camilleri su visión cínica y desencantada de la vida, en general, y de la vida italiana, en particular. No hay estrato, profesión, región, religión o sexo (los hombres son unos cabrones; las mujeres, unas estúpidas) que se libre de su crítica. Pero para ser como las mejores de sus novelas, a esta le faltan dos cosas: un héroe con el que identificarse -aunque sea un héroe tan atípico como el hedonista Montalbano- y el sentido del humor que normalmente llega de la mano de Mimí Augello y de Catarellla, y que aquí solo aparece con cuentagotas, haciendo que la novela resulte algo más oscura de lo habitual.
En fin, no está mal ver a Camilleri defendiéndose en un género algo distinto, pero, a pesar de toda la admiración (¿veneración?) que le tengo, prefiero las novelas de Montalbano.
También de Andrea Camilleri en ULAD: Aquí
sábado, 10 de septiembre de 2011
Lena Ullrich y Giovanni Rigano: Mil muertes
Idioma original: alemán
Título original: Tausend Tode
Año de publicación: 2011
Valoración: recomendable
La muerte acecha en cada esquina. Basta comer pescado para que se nos clave una espina en la garganta y muramos de asfixia. O pasear tranquilamente y terminar engullidos por arenas movedizas. O ir a nadar y ser devorados por un grupo de pirañas. O absorbidos por un agujero negro, o alcanzados por un rayo, o devorados por una planta carnívora... Pero no. Resulta que, en contra de lo que se suele creer, morir es bastante difícil. Y también resulta que las formas de pasar al otro mundo que acabo de comentar y otras muchas que aparecen en este libro son exageraciones o simples mentiras que hemos llegado a creernos porque durante años han sido repetidas hasta la saciedad por el cine y la literatura.
Lo que Lena Ullrich hace en esta obra, precisamente, es presentar cada leyenda urbana o creencia absurda relativa a la muerte que generalmente solemos dar por sentada y desmontar el mito. Algo así como lo que hacen en Los cazadores de mitos, pero en otro soporte y acompañada de las ilustraciones de Giovanni Rigano.
Podríamos decir que éste es un libro de no-ficción bastante poco científico, pues el tono humorístico con el que ha sido escrito no deja lugar a dudas de que, a pesar de la seriedad del tema tratado, no tiene que tomarse demasiado en serio. Rigano (que ha trabajado para Disney y Tim Burton, entre otros muchos), además, realiza un estupendo trabajo de acompañamiento y le ofrece al lector ilustraciones de pesadilla que, sin embargo, resultan tan simpáticas como el propio texto.
Si os apetece saber cómo NO es probable que viajéis al otro mundo o si, simplemente, os apetece leer un texto divertido y disfrutar de sus ilustraciones, hacéos con este libro.
Podéis echarle un vistazo en este vídeo: http://youtu.be/2BVH_ZJEJmU
Hablan en alemán, pero se pueden ver varias ilustraciones. Suficiente para hacerse una idea.
viernes, 9 de septiembre de 2011
Eloy Tizón: Velocidad de los jardines
Idioma original: español
Año de publicación: 1992
Valoración: Muy recomendable
Esta también fue una apuesta algo arriesgada: no había oído en la vida el nombre del autor (ya veis, confieso mi ignorancia, porque resulta que Eloy Tizón es un escritor bastante re-conocido), pero me sedujo el título, el resumen de la contraportada, algún fragmento que leí al azar, y por qué no reconocerlo, también el precio en Compactos Anagrama (6.50€, lo que te cuesta una entrada de cine en Bilbao). Y ha merecido la pena, porque Velocidad de los jardines es una recopilación de cuentos con personalidad, con un estilo muy especial y que, aunque se pueda leer prácticamente en una tarde, contiene hallazgos y sugerencias para muchas más.
Después, ya para situarme, he buscado más información, y veo que no soy el único que piensa así, ni mucho menos: el autor, y este libro en concreto, han recibido el reconocimiento casi unánime de la crítica, hasta el punto de que Eloy Tizón ocupa ya un lugar en la Historia de la literatura española editada por crítica y coordinada por J. C. Mainer, y Velocidad de los jardines ha sido considerado uno de los volúmenes de relatos más interesantes de los últimos 25 años. Ahí es nada, para un escritor de menos de 50 años.
Ahora, también conviene estar prevenido, estos relatos no son relatos al uso y a lectores que busquen esencialmente una historia que les atrape quizás les decepcionen: aunque contienen historia, personajes, e incluso algunas veces una estructura casi clásica (presentación, nudo, desenlace), lo esencial es -creo yo, a lo mejor me equivoco- el lenguaje, el estilo, la manera impresionista, dislocada y a veces casi estática que tiene Tizón de presentarnos el mundo. Más que una narración hilada, sus relatos están compuestos por sucesiones de escenas descritas con meticulosidad y poesía, y con un amplio espacio para la sorpresa, el contraste, el descubrimiento lúdico o lúcido.
Creo que es imprescindible copiar aquí un párrafo (elegido casi al azar, porque hay una coherencia estilística casi total en todo el volumen) para que os hagáis una idea de lo que vais a encontrar si leéis este libro:
He dicho que el argumento de los cuentos no me parece lo más importante de los relatos, pero tampoco es que sean totalmente despreciables: "Los viajes de Anatalia" cuenta el desplazamiento de una familia algo peculiar en pleno contexto bélico, camino de un balneario-refugio; "La vida intermitente" narra una peculiar historia de amor; "Austin", la huida motorizada de un desilusionado profesor universitario... Curiosamente, "En cualquier lugar del atlas", el más narrativo de los relatos, es el que menos me ha gustado. Y el que más, probablemente, el que da título y final al volumen, "Velocidad de los parques", un regreso nostálgico al mundo mágico y tremendo de la adolescencia, que por su tono elegíaco me ha recordado a una obra maestra como Las batallas en el desierto.
Resumen: estos relatos que cais no son relatos valen con creces los 6.50€ que pagué por ellos, e incluso el doble. No gustarán a todo el mundo, pero los lectores sensibles a la poesía disfrutarán con ellos como niños. Un "Muy recomendable" como una casa.
Bonus: Esta entrevista del autor en El síndrome Chejov: además de escribir bien, el tío hasta parece majetón...
También de Eloy Tizón en ULAD: Técnicas de iluminación
Año de publicación: 1992
Valoración: Muy recomendable
Esta también fue una apuesta algo arriesgada: no había oído en la vida el nombre del autor (ya veis, confieso mi ignorancia, porque resulta que Eloy Tizón es un escritor bastante re-conocido), pero me sedujo el título, el resumen de la contraportada, algún fragmento que leí al azar, y por qué no reconocerlo, también el precio en Compactos Anagrama (6.50€, lo que te cuesta una entrada de cine en Bilbao). Y ha merecido la pena, porque Velocidad de los jardines es una recopilación de cuentos con personalidad, con un estilo muy especial y que, aunque se pueda leer prácticamente en una tarde, contiene hallazgos y sugerencias para muchas más.
Después, ya para situarme, he buscado más información, y veo que no soy el único que piensa así, ni mucho menos: el autor, y este libro en concreto, han recibido el reconocimiento casi unánime de la crítica, hasta el punto de que Eloy Tizón ocupa ya un lugar en la Historia de la literatura española editada por crítica y coordinada por J. C. Mainer, y Velocidad de los jardines ha sido considerado uno de los volúmenes de relatos más interesantes de los últimos 25 años. Ahí es nada, para un escritor de menos de 50 años.
Ahora, también conviene estar prevenido, estos relatos no son relatos al uso y a lectores que busquen esencialmente una historia que les atrape quizás les decepcionen: aunque contienen historia, personajes, e incluso algunas veces una estructura casi clásica (presentación, nudo, desenlace), lo esencial es -creo yo, a lo mejor me equivoco- el lenguaje, el estilo, la manera impresionista, dislocada y a veces casi estática que tiene Tizón de presentarnos el mundo. Más que una narración hilada, sus relatos están compuestos por sucesiones de escenas descritas con meticulosidad y poesía, y con un amplio espacio para la sorpresa, el contraste, el descubrimiento lúdico o lúcido.
Creo que es imprescindible copiar aquí un párrafo (elegido casi al azar, porque hay una coherencia estilística casi total en todo el volumen) para que os hagáis una idea de lo que vais a encontrar si leéis este libro:
En las tardes nubladas olía a matemáticas. En algún lugar de la casa crujía un péndulo. La señora Orfila apartaba las cortinas y pronosticaba enormes aguaceros. Estaba bien segura porque acababa de tender la ropa. Nunca fallaba. Acabas de tender y llueve. Bernardo miraba de reojo la solución a un problema, el pasillo con el anciano secuestrado al fondo, la madre que corría y descorría las cortinas cada vez con más violencia, todo al mismo tiempo; eran viajes del polinomio al abuelo. Por fin llovía, y la señora Orfila se apresuraba a proclamarlo, triunfal, orgullosa de aquel tiempo que le daba la razón y arruinaba su colada.
He dicho que el argumento de los cuentos no me parece lo más importante de los relatos, pero tampoco es que sean totalmente despreciables: "Los viajes de Anatalia" cuenta el desplazamiento de una familia algo peculiar en pleno contexto bélico, camino de un balneario-refugio; "La vida intermitente" narra una peculiar historia de amor; "Austin", la huida motorizada de un desilusionado profesor universitario... Curiosamente, "En cualquier lugar del atlas", el más narrativo de los relatos, es el que menos me ha gustado. Y el que más, probablemente, el que da título y final al volumen, "Velocidad de los parques", un regreso nostálgico al mundo mágico y tremendo de la adolescencia, que por su tono elegíaco me ha recordado a una obra maestra como Las batallas en el desierto.
Resumen: estos relatos que cais no son relatos valen con creces los 6.50€ que pagué por ellos, e incluso el doble. No gustarán a todo el mundo, pero los lectores sensibles a la poesía disfrutarán con ellos como niños. Un "Muy recomendable" como una casa.
Bonus: Esta entrevista del autor en El síndrome Chejov: además de escribir bien, el tío hasta parece majetón...
También de Eloy Tizón en ULAD: Técnicas de iluminación
jueves, 8 de septiembre de 2011
Hjalmar Söderberg: Doctor Glas
Idioma original: sueco
Título original: Doktor Glas
Año de publicación: 1905
Valoración: Muy recomendable
El doctor Glas es un hombre cultivado, buen profesional, buen ciudadano, que sin duda siempre hace lo correcto. O, mejor dicho, siempre cumple con su deber y hace lo que tiene que hacer. No importa cuánto se le llore, porque no le afecta lo más mínimo. El doctor Glas se aferra al código deontológico –o a la ley– y hace aquello que la sociedad espera de él. Por eso, es una persona que despierta la simpatía de sus conciudadanos y que goza de todo su respeto.
Sin embargo, el doctor Glas no es feliz. A sus treinta años no se ha acostado con ninguna mujer ni parece que vaya a hacerlo, y ni siquiera se plantea casarse y tener hijos porque es lo que hay que hacer. Porque, de hecho, cada día que pasa tiene menos claro si lo que hace es lo correcto o simplemente lo que se espera de él. Porque cada día que pasa desea tomar decisiones que se alejan "del deber" y se siente incapaz de actuar. O, mejor dicho, se siente incapaz de asumir y sobrellevar las consecuencias que puede tener tomar las decisiones que considera correctas, aunque contradigan la moral ajena.
Hasta que recibe la visita de la esposa del clérigo, una mujer joven que confiesa que el contacto con su marido (que le lleva más de veinte años y se cree con derecho a tomar y hacer todo aquello que desee en nombre de Dios y de sus creencias) le produce repulsión y que le suplica que le ayude a convencerle de que no la toque. El doctor, conmovido, acepta ayudar a la joven. Y a partir de ahí la mente de Glas entra en una espiral de contradicciones, reflexiones, pesares y miedos como nunca antes había conocido.
Redactada en forma de diario personal, esta obra es algo más que la historia que vive el protagonista con la joven y su viejo marido. Porque sí, ese acontecimiento es el motor de la novela, pero lo más interesante de ésta son las reflexiones que realiza el médico, así como sus planteamientos acerca de la eutanasia y el aborto, cuestiones que –parece mentira– siguen siendo temas de debate más de un siglo después de que Söderberg escribiera este libro. Testimonio despiadado de la desesperación y el abatimiento de un hombre que descubre que ha perdido las riendas de su vida (o que, de hecho, nunca las ha tomado), esta novela corta es una gran joya que contiene frases y párrafos ciertamente memorables.
Un consejo: dejad para el final la lectura del prólogo, si no queréis que os destripe gran parte de la historia.
También de Hjalmar Söderberg en ULAD: El juego serio, La juventud de Martin Birck
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Gabriel García Márquez: Crónica de una muerte anunciada
Idioma original: español
Año de publicación: 1981
Valoración: muy recomendable
Esta "crónica" trata de esclarecer las circunstancias de la muerte violenta de Santiago Nasar, pero, como el lector pronto descubre, esta es una empresa imposible. En su afán periodístico, el narrador de la crónica entrevista a numerosos personajes para que cada cual aporte su versión de los hechos. Pero ¿cómo reconstruir la trágica historia después de 23 años?
La ingente variedad de personajes aporta datos e impresiones contradictorias, ninguna de las cuales sirve para explicar la duda fundamental: ¿por qué nadie previno a Santiago Nasar de que los hermanos Vicario estaban esperándolo para matarlo y reparar con el crimen la honra dañada de su hermana? Van saliendo a la superficie diferentes posibles motivaciones, que van desde la incredulidad ante lo que iba a pasar hasta el puro morbo colectivo de culminar con sangre una fiesta nupcial.
En la narración de la muerte anunciada de Santiago Nasar se mezclan lo sobrenatural-espiritual con lo cómico y lo costumbrista. Al terminar, nos queda una idea muy clara de cómo son los habitantes de este pequeño pueblo y el papel que cada uno juega, pero no nos queda claro por qué nadie evitó que Santiago Nasar fuera asesinado cuando incluso los propios autores del crimen hicieron todo lo posible por que se lo impidieran. Ni siquiera nos queda claro si Santiago Nasar merecía que lo asesinaran.
Todas las obras de Gabriel García Márquez reseñadas en ULAD: Aquí
martes, 6 de septiembre de 2011
Martin Suter: Lila, Lila
Idioma original: alemán
Título original: Lila, Lila
Fecha de publicación: 2004
Valoración: Está bien
Título original: Lila, Lila
Fecha de publicación: 2004
Valoración: Está bien
He estado dudando durante un buen rato si etiquetar a este libro con un sedejaleer o un estábien. Y aunque lo cierto es que me ha dado más frío que calor, finalmente me he decantado por la segunda opción porque creo que tiene su mérito. El argumento que le da cuerpo es muy atractivo, sus personajes han sido dignamente construidos y su ritmo es ágil y agradecido. Es el final, precipitado y fantasma, lo que, en mi opinión, le quita muchos puntos...
Pero dejémonos de reflexiones y vayamos al grano. ¿Quién ha escrito esta novela? ¿De qué va? ¿Defectos y virtudes?
Martin Suter es un célebre y querido periodista suizo, cosecha del 48, que se ha hecho famoso como escritor hace sólo unos pocos años gracias a una serie de novelas de intriga. En cambio, Lila, Lila, aunque posea como argumento central una historia que rezuma misterio, pretende ser una novela de amor.
El ¿héroe? de la historia es David, un joven camarero más bien tímido, casi retraído diría yo, que sirve copas en un local donde destaca, entre toda la clientela, un grupillo de amiguetes con ínfulas artísticas e intelectualoides. Uno de sus miembros es la bella Marie, una estudiante de Literatura y escaparatista de la que David se enamora platónicamente y a la que no sabe cómo acercarse. Su oportunidad surgirá cuando se compre una mesilla de segunda mano y descubra que en su atrancado cajón se esconde el manuscrito de una tierna novela escrita por un completo desconocido. David no tardará en pasar a ordenador y adjudicarse la misteriosa historia. Luego se la dejará a Marie con la única intención de ganarse su admiración/corazón, pero ésta, embelesada por el libro, no se quedará de brazos cruzados, y en menos que canta un gallo, David se verá convertido en una joven celebridad de la literatura y en el enamoradísimo novio de Marie. Sin embargo, el miedo de que el autor verdadero pueda aparecer de un momento a otro es la amenaza que se cierne sobre el afortunado impostor de forma constante, y ésta no tardará en cuajarse en terrible realidad...
Así pues, la historia está bien, ¿no? Y Martin Suter no escribe mal, y es interesante esa idea de que hay escritores que escriben para que les quieran (los lectores, las mujeres, los hombres, su familia...), y tiene su cosa ver cómo el autor se mete con los engranajes y los personajillos del mundo literario, pero tampoco en profundidad, no penséis que es una crítica corrosiva y elaboradísima... Supongo que por eso tampoco puedo decir que la novela me haya fascinado y que sea recomendable: es fácil de leer y contiene cosas interesantes, sí, pero vamos, que es ligera. Pero bueno, si se lee sabiendo de antemano lo que tenemos entre manos, se puede disfrutar apaciblemente.
PD: acabo de alucinar en colores al ver el trailer de la película que han hecho en Alemania sobre el libro. El lánguido David es el atractivo Daniel Brühl, Marie es más una princesita urbana que la joven Edith Piaf que pinta la novela y el villano de la función parece un tipo saladísimo. Vamos, nada de la atmósfera gris y derrotista que me transmitió la novela, sino una comedieta romanticona y un poco tonta de factura europea queriendo imitar al amigo americano. Qué cosas.