Año de publicación: 2006
Valoración: muy recomendable
Esta novela del escritor y académico Antonio Muñoz Molina es una obra de comienzos y de retornos: es la historia de la iniciación de un adolescente escrita desde una madurez retrospectiva. Quien la haya leído comprenderá a qué me refiero; quien no, ya lo entenderá... ("Lo entenderás cuando seas mayor, hijo").
En El viento de la Luna se respira una lentitud opresiva. La vida en Mágina es cíclica (los diferentes estadios de la cosecha, los refranes que explican la vida...), y esa repetición que a la mayoría de sus habitantes aporta seguridad es una condena para nuestro joven protagonista. De repente ha dejado de reconocerse a sí mismo y a los que le rodean, y el entorno no le resulta familiar y acogedor sino que le provoca una sensación de extrañamiento. Sencillamente, se está haciendo mayor.
Su paso de la niñez a la madurez coincide con el viaje a la Luna del Apolo XI, lanzado al espacio el 16 de julio de 1969. En la ranciedad de la España franquista, la expedición lunar es un acontecimiento de honda carga simbólica. Es un despertar.
Antonio Muñoz Molina escribe muy, muy bien. (¿Por qué decirlo con palabras rimbombantes? Es así de simple, así que lo digo llanamente). Su prosa es precisa; su precisión, incisiva. Crea un ambiente -el de Mágina en pleno julio- cargado y claustrofóbico, con tintes en ocasiones alucinatorios. Los diálogos, escasos -no comete el error de abusar de ellos-, son un oasis de frescura. Y los personajes que estos nos desvelan, con su estrechez de miras, resultan verosímiles y entrañables.
Es una de esas novelas que se disfrutan casi más al terminarlas por el poso dulce que deja.
También de Muñoz Molina en ULAD: El jinete polaco, Plenilunio, Todo lo que era sólido
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