miércoles, 23 de agosto de 2023

Pablo Matilla: Barrancos

Idioma original:
español
Año de publicación: 2023
Valoración: está bien
 
Esta reseña debe empezar con uno de esos disclaimers para que no haya equívocos ni opacidades (¡aprende, Feijó!): el autor de la novela me la ofreció, porque pensaba que podía gustarme. Claro que también hay que hacer un disclaimer del disclaimer: cuando decidió enviarme la novela, Pablo Matilla no me conocía de nada, y yo no conocía de nada a Pablo Matilla, así que no había propiamente por mi parte obligación de escribir una reseña, ni de que fuese positiva. Si la reseña existe, es porque de hecho la novela me ha parecido notable en algunos aspectos, aunque también creo que hay otros que la lastran un poco (y de ahí que mi valoración no sea más alta).

Para situarnos en la novela, Barrancos se centra en un hombre, apellidado Barrancos, originario de un lugar no identificado del norte de España (que creo que fácilmente se puede situar en la Asturias más industrial), que dedica su vida a vagar, beber y vaguear. Cuando necesita dinero, Barrancos vuelve a la casa paterna (su madre murió durante el parto) para pedir dinero e intercambiar reproches y rencores con su padre, que vive inmerso en su propia soledad, en un mausoleo dedicado a la memoria de su mujer fallecida. Solo que esta vez, la visita tiene un desenlace diferente: el padre le informa de que está a punto de morir y, si quiere heredarle y resolver su vida (por lo menos durante algún tiempo), deberá llevar sus cenizas a su pueblo natal y enterrarlo bajo el olivo de la casa familiar. Esa petición provoca un viaje, al estilo de una road movie (pienso por ejemplo en A Straight Story de Lynch), en el que Barrancos irá cruzándose con diferentes personajes que lo ayudan, lo acompañan o conversan con él, y le hacen el camino más leve.

Aunque existan, como digo, otros personajes secundarios, sin duda el peso fundamental de la novela lo cargan Barrancos y su padre, y sobre todo la relación que se establece entre ellos, dominada por el silencio y los reproches. En ese sentido, Barrancos podría definirse como un estudio sobre la masculinidad, o al menos sobre cierta masculinidad, esa que se es incapaz de mostrar sentimientos o de procesar la pérdida, de mostrarse vulnerable o de perdonar. Esta violencia en las relaciones, unida a la predominancia de paisajes decrépitos, abandonados o llenos de despojos, entroncaría a esta novela con un cierto realismo sucio, a lo Bukowski o a lo Fante, aunque sin la carga poética del estilo del primero, ni la ternura por los personajes que supuran los textos del segundo (lo que, sin duda, habría ayudado a suavizar o contrastar tanta negrura). El peligro de caer en el tópico cuando tu protagonista es un vividor vagabundo (casi) alcohólico es grande, y creo que Barrancos solo consigue evitarlo parcialmente. Lo mismo podría decirse del estilo, que se esfuerza por despegar de lo concreto para ser poético, pero que personalmente (y esto es quizás uno de los aspectos más subjetivos) me ha parecido algo sobrecargado (o sobreactuado, si se quiere).
 
Uno de los aspectos notables de la novela que mencionaba al comienzo es la gestión de la trama y del suspense. Con un argumento limitado, Pablo Matilla consigue sostener la novela, por una parte, volviendo a escenas del pasado (de hecho la memoria, particularmente traumática, y lo que hacemos con ella, es otro de los grandes temas de la novela, como se ve por la importancia de las fotografías, los recortes o los lugares fetichizados); y por otra parte, a partir de cierto momento del texto, apuntando a un cierto secreto de familia que podrá explicar el origen de todos los traumas, y que acaba por funcionar más bien como un "McGuffin" para sostener la atención del lector. No voy a contar el final, obviamente, pero sí que puedo decir que me resultó algo anticlimático, sobre todo teniendo en cuenta el hype que se había creado para conducirnos hasta él.

Siendo una primera novela, después de un libro de relatos que tuvo una muy buena acogida (quedó finalista en dos de los premios de relato más prestigiosos, el Premio Setenil y el Tigre Juan), Barrancos tiene indudables virtudes, que demuestran control de la técnica narrativa y una notable capacidad de construcción de personajes. Aunque algunos aspectos no me hayan dejado completamente satisfecho, creo que esta es una novela que no merece pasar desapercibida.

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