domingo, 27 de agosto de 2023

Grafton Tanner: Las horas han perdido su reloj

Idioma original: inglés
Título original: The hours have lost their clock
Traducción: Miquel Sorribas (en catalán para Tigre de Paper) y Albert Fuentes (en castellano para Alpha Decay)
Año de publicación: 2021
Valoración: está bien


La nostalgia, ese mecanismo humano que tenemos que nos lanza un deseo de volver a un lugar o un tiempo ya conocido y añorado. Un sentimiento que a veces nos inunda y nos causa una fuerte sensación de deseo, pero también en ocasiones de desolación por no poder alcanzar a revivir esa situación concreta. Esa sensación agridulce de alegría momentánea para dejar paso a la añoranza y el peligro, también, de utilizar esa poderosa emoción para crear un ansia que otros aprovecharán para sus propios intereses.

Tal y como asevera Grafton Tanner en la introducción de este ensayo sobre la nostalgia, «ya no buscamos consuelo en la imaginación de lo que tiene que llegar, sino en el recuerdo de aquello que fue. Incluso en la fantasía de aquello que queremos creer que fue» y eso es utilizado con fines comerciales y políticos pues «el neoliberalismo explota la nostalgia sisífica de la misma manera que el fordismo se alimentó de la producción de novedades» porque «las razones que nos impiden deshacernos de esta emoción y creer en el mañana son muchas, y este libro esclarecerá unas cuantas». Así, el propio autor nos traza el objetivo del ensayo que nos ocupa y empieza diferenciando añoranza y nostalgia, pues «mientras la añoranza puede aligerarse volviendo a casa, la nostalgia no tiene cura, simplemente porque por regla general se siente nostalgia por un tiempo diferente del presente» (…) los nostálgicos «empiezan a recordar el pasado y empiezan a desear revivirlo» de manera que «la nostalgia, así mismo, no es solo una emoción de recuerdo, sino también una emoción de control. Nos ponemos nostálgicos cuando sentimos que perdemos el control, cuando parece que la situación se nos escapa de las manos». 

Establecido el marco emocional que nos evoca el concepto de nostalgia, el autor nos habla sobre el origen etimológico de la palabra, acuñada por el médico francés Hofer a finales del siglo XVII y que se descompone de dos palabras provenientes del griego: nostos (retorno) y algos (dolor)»; el autor se remonta por tanto siglos atrás para indicar los episodios temporales en los que la nostalgia se hizo más latente en la sociedad. Basándose en la afirmación que la nostalgia aparece con más fuerza en las personas cuando estas sienten que han perdido el control, el autor pone ejemplos (muchos, demasiados) sobre aquellas épocas en los que esta sensación era más evidente: soldados desplazados en las diferentes guerras y su deseo de volver a casa (y su paradójico deseo en bastantes casos de volver otra vez a la guerra una vez están en casa), el atentado de las torres gemelas, la pandemia mundial por COVID… todos estos momentos crean una ansiedad que intentamos contrarrestar queriendo volver a momentos en los que la vida era más apacible o menos incierta, pues Grafton Tanner evidencia que cada época tiene su nostalgia y que hay momentos históricos en los que este hecho se acentúa y, para intentar contrarrestarlo, nos aferramos al pasado en esos momentos en los que nos sentimos perdidos, como un lugar al que aferrarse cuando todo se tambalea.

Por ello, el autor afirma que la nostalgia se suele atribuir al tiempo pero en épocas pasadas iba más asociada a un deseo de volver a casa y, acertadamente, el autor amplía el término casa para englobar no únicamente un espacio en el que nos sentimos a gusto y confortables sino también un punto fijo en el tiempo al cual querríamos volver de manera parcial» pues «la nostalgia es una emoción de intensa añoranza por aquello que ya no es. Es la añoranza de un lugar al cual ya no podemos volver, porque somos prisioneros del presente. Es el anhelo de la estabilidad y la autonomía una vez hemos perdido el control. Es también una rememoración en silencio, un ligero suspiro por un tiempo pasado».

Avanzando en la lectura, después de que el autor se remonte a épocas concretas, hace que uno empiece a tener la sensación que el libro se alargará cual chicle, puesto que ya el propio autor afirma que «ponernos a debatir sobre si la nostalgia es un mal global que pide un baño de realidad o por el contrario es la fuerza atomizadora del consumismo no nos sirve de gran cosa» con lo que ya vemos que no habrá grandes conclusiones al respecto aunque sí hace mucho hincapié (demasiado) en el uso político y económico de la nostalgia. De esta manera, mencionado la tesis de Svetlana Boym, tipifica la nostalgia en dos variantes: la restaurativa y la reflexiva, afirmando que así como la restaurativa «quiere recuperar lo perdido, por cualquier medio» (utilizada en muchos casos por partidos políticos con tintes racistas, xenófobos y colonialistas) «la nostalgia reflexiva, al contrario, (…) a menudo se interesa más por la distancia que hay entre pasado y presente (…); es mucho más lúdica que la restaurativa». Por ello, el ensayo es mucho más interesante cuando habla de la nostalgia como concepto que cuando expone ejemplos de épocas napoleónicas o los cambios de mentalidad surgidos a raíz del 11S y las políticas implantadas en aras de la seguridad. Mucho más atrayente cuando se aproxima a la nostalgia desde el plano filosófico que cuando lo hace desde el histórico pues en este último caso expone demasiados ejemplos que lastran la lectura y aportan poco, una vez entendido el concepto.

El autor también reflexiona acerca del uso comercial y político que se hace de la nostalgia, y expone casos como el lamento extendido que hay acerca de la gentrificación y menciona a Sarah Schulman quien afirma que «la gentrificación es también el proceso que oculta la maquinaria de dominación de los mismos dominadores (…) la felicidad gentrificada se nos suele ofrecer a cambio de nuestra connivencia delante de la injusticia» y se centra durante gran parte de su exposición ensayística al uso económico de la nostalgia que nos devuelve, una y otra vez, a mediados de siglo XX afirmando que «en la industria de la nostalgia, todos los caminos llevan a la década de los 50. La estética popular de esos años se reaprovechó durante todo el siglo XX, una tendencia aún vigente» así como también el resurgimiento de la década de los ochenta a través de series y películas. También en un mundo donde la tecnología avanza a ritmos vertiginosos, hay cierta nostalgia por las tecnologías antiguas: vinilos, videojuegos, etc., y aquí el autor se muestra muy hábil al afirmar que «sentimos estima por las denominadas tecnologías “antiguas” por el simple motivo que crecimos utilizándolas», porque «no añoramos únicamente estas tecnologías en sí; echamos de menos también lo que pueden hacer, el tipo de historias que pueden transmitir, el tipo de realidades que pueden influir». De igual manera, el autor es crítico acerca de la inteligencia artificial pues «predecir el futuro con datos del pasado es querer repetir el pasado» y pone como ejemplo las recomendaciones de Spotify, basadas en lo que ya hemos oído. Así, «la finalidad de un algoritmo de recomendación no es sorprendernos ni desconcertarnos, sino reafirmarnos» con lo que «un futuro predicho por algoritmos será siempre un futuro anclado en el pasado». 

Por todo lo expuesto, es evidente que hay pasajes interesantes en el libro y que te llevan a reflexionar sobre donde nos dirigimos y hacia donde miramos cuando lo hacemos, pero el autor hincha y engrandece su exposición a base de ejemplos que, cabe decir, son excesivos, pues ni es necesario tanto ejemplo para tomar conciencia ni entender lo que el autor expone. Por todo ello, el libro hubiera mejorado mucho si su extensión fuera mucho más reducida y el autor se hubiera apoyado únicamente en unos pocos ejemplos para exponer su tesis más que inundar el libro de casos que la sostengan.

Dice el autor que «es inútil intentar erradicar la nostalgia, porque el problema no es la emoción en sí, sino el uso que se le da» y afirma que «la añoranza se puede curar, la nostalgia no». No sé si en un futuro añoraremos una relectura de este libro pero dudo que sintamos mucha nostalgia de nuestro momento actual donde el planeta hecha humo y las grandes corporaciones solo miran al pasado para ver cómo explotar aún más el futuro.

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