lunes, 8 de diciembre de 2025

Coda a la Semana de la poesía: El ritmo de las agujas del reloj de Grand Corps Malade

Idioma original: francés

Título original: Patients

Año de publicación: 2012

Traducción: Joan Riambau

Valoración: está bien (sobre todo, para fans)

No os voy a engañar, porque lo de "Coda a la semana de la Poesía", con un título tan cuqui además como El ritmo de las agujas del reloj puede dar lugar a equívocos, así que os lo diré cuanto antes: éste no es libro de poemas -pese a que sí encontramos alguno que otro-, pero está escrito por un señor que podemos considerar como un poeta (más o menos y entre otras cosas) y que nos cuenta aquí el episodio, no sé si más transcendente, aunque con bastante probabilidad el más decisivo de su vida... El título original, en francés tal vez os dé una pista: Patients, es decir, pacientes... porque sí,  queridos y queridas lectoras del blog, nos encontramos ante un libro de (HORREUR) autosuperación  y, además de la peor clases, de esos que cuentan alguna vivencia traumática para hacerle chantaje emocional al lector y éste no se sienta capaz de reconocer que el libro es una mierda decepción, aunque hasta la última célula de su ser le indique que sí... Quizá yo sea demasiado duro de corazón, pero, así por de pronto, es el tipo de libro que no tocaría ni con un palo con pincho, a no ser... a no ser por quién es su autor, claro.

Porque esto no lo ha escrito cualquier Albert Espinosa que ande por ahí, amigues, sino nada menos que Grand Corps Malade, nom de plume y de lo que no es plume de Fabien Marsaud, muchachote de la banlieue parisina -jugador de basket merced a sus casi dos metros de altura- al que, a los veinte años, una mala caída en la piscina de la colonia de vacaciones donde trabajaba le dejó tetrapléjico -incompleto, por lo que tenía la posibilidad de conseguir cierta recuperación-, de manera que se pasó muchos meses posteriores a su accidente en un centro de rehabilitación, tratando de volver a dominar su cuerpo, empezando por el dedo gordo del pie (sí, yo también me he acordado de Kill Bill al leerlo). Visto lo cual, Fabien, imposible su sueño de ser deportista de élite (o incluso deportista del montón) se volcó en su otra pasión: el rap y la poesía. Más concretamente, en el slam, variedad de competencia poética en la que los participantes tiene tres minutos para interpretar sus poemas  sobre un escenario (a nuestros lectores euskaldunes les sonará esto, sin duda,  pero la diferencia con el bertsolarismo es que aquí los poemas no siempre son improvisados y además, no es obligatorio tener las manos en los bolsillos ni detrás de la espalda). A partir de ahí y convertido en Grand Corps Malade -Corpachón Enfermo, por razones obvias-, nuestro autor de hoy se dedicó a la música (mejor dicho, al recitado con acompañamiento musical, solo o en compañía de cantantes), a doblar personajes en películas de animación, merced a su voz profunda y varonil, a escribir libros y guiones cinematográficos, y, más recientemente, a dirigir películas junto a su amigo Mehdi Idir (la última, un biopic de Charles Aznavour bastante resultón). Como se ve, GCM es un poeta, pero no sólo un poeta o uno bastante peculiar...

Por lo que respecta a este libro, el primero que escribió (y del que después se encargó del guión para adaptarlo al cine), lo que nos cuenta en él son esos meses que pasó en el primer centro de rehabilitación. Como es de suponer, buena parte del libro se centra en la aceptación de su nueva discapacidad y en el proceso de recuperación siquiera parcial de la movilidad. Es decir, autosuperación, etc. Pero eso no es el elemento central del libro y casi se diría que el autor lo trata más que nada porque, dadas las circunstancias, es imposible obviarlo. O mejor dicho: se diría que a GCM le gustaría obviar sus propias circunstancias, -algo a todas luces imposible- y centrar la narración en los demás, en aquellas personas que encontró en aquel centro y a quienes el otorga, en buena medida, el protagonismo de la historia: sus colegas Farid y Toussaint, otros pacientes como Samia, Steeve, Eddie, Fred... al igual que el personal sanitario o auxiliares de enfermería con quienes tenía trato diario y que le ayudaron a superar su situación. Esto no quiere decir que nos encontremos ante una narración edulcorada, todo buenos sentimientos y feel good; cuando alguien no le caía bien o, simplemente no estaban en sintonía, el autor no se corta en decirlo tal y como lo sentía. Por otro lado, el libro está escrito en un tono más bien funcional, casi seco, sin florituras -algo sorprendente para un poeta, quizás, si bien es cierto que la lírica de GCM lo mismo echa mano de las posibilidades más refinadas de la lengua francesa que del argot más descarnado-, lo que impide todo asomo de cursilería o sensiblería al tratar un tema que, por lo demás, puede ser proclive a esto último. El libro, sin recrearse en ello, no obstante, no nos ahorra imágenes de personas que no tiene ya posibilidad de recuperar ni el más mínimo dominio sobre su cuerpo, imágenes de grandes quemados, pacientes que se han intentado suicidar o que caen en la depresión más profunda... No es este un libro complaciente, aunque tampoco deja fuera la esperanza; simplemente, retrata la realidad -esta realidad tan cruda- tal y como es.

Para acabar, y para que vayáis conociendo otras facetas de este poeta, etc. os dejo el videoclip de un tema cantado a dueto con Camille Lellouche (bueno, en verdad la que canta es ella, porque lo de cantar tampoco es lo del amigo Fabien, il faut le dire):








domingo, 7 de diciembre de 2025

Semana de la poesía: Mientras tanto cógeme la mano de Kirmen Uribe

Idioma original: Euskera 
Título original: Selección de poemas de Bitartean heldu eskutik y del libro-disco Zaharregia. txikiegia agian
Año de publicación: 2001
Traducción: Kirmen Uribe, Gerardo Markuleta y Ana Arregi
Valoración: Bastante recomendable

Tengo los dos libros en casa: la edición en euskera de Bitartean heldu eskutik (Susa, 2001) y Mientras tanto cógeme la mano (Visor, 2004), versión bilingüe y parcial, eso sí, ya que no todos los poemas de aquel se trasladan al idioma de Cervantes, y con el añadido de algunos poemas del libro-disco Zaharregia. txikiegia agian. Hay que decidir, por tanto, qué leer y qué reseñar.

Bien, opto por la versión bilingüe, por ser la versión a la que la mayoría de nuestros lectores pueden acceder, pero leyendo los poemas en euskera, por aquello de que tengo la impresión de que buena parte del poema se queda por el camino en la traducción. No me refiero a este poemario en particular, sino a la todo la poesía traducida. Equivocada o no, es mi opinión. Dicho esto, ¡al lío!

Los poemas de Kirmen Uribe son, por lo general, sencillos (que no simples) y accesibles al público en general. El autor huye de lo barroco y de lo críptico y ofrece textos que se mueven a veces en la frontera entre el microrrelato y el poema, que están cerca de la oralidad o de lo popular y en los que se observa una fuerte influencia del entorno físico y emocional. Así, pone el foco en las pequeñas cosas de la vida (un secreto, un error, un gesto), que son trasladadas al poema y puestas en relación con el pasado y con el presente. 

Dice el autor en "Un secreto", texto que sirve de prólogo a la compilación, que Un poema es ritmo, es estructura, pero sobre todo, es sentido. En general, estoy de acuerdo con esta afirmación y, además, creo que los textos aquí agrupados tienen esos tres ingredientes.

El ritmo lo consigue gracias a la repetición de fonemas, series de palabras o estructuras gramaticales, a las rimas, a las enumeraciones y a la propia estructura de los textos. 

Ez dut gauez lorik egiten, esaten zigun arrebak,
beldur diot loak hartzeari, beldur amesgaiztoei.
Orratzek min egiten didate, eta hotz naiz,
hotza zabaltzen dit sueroak zainetan zehar.

En cuanto a la estructura, predominan la forma de "canción" y el poema narrativo. Pero llama la atención que muchos de los poemas comparten, además de esas repeticiones y reiteraciones de las que hablaba, versos (o estrofas) que vendrían a funcionar como estribillo (Zuhaitzen denbora, por ejemplo). 

La conjugación de estos dos elementos dota a los poemas de Kirmen Uribe de una musicalidad especial que no resulta fácil de trasladar a otro idioma.

Respecto al sentido, hemos de buscarlo en la realidad. Se trata de texto anclados en fragmentos de realidad en la que se entrelazan experiencias personales o familiares y un paisaje real o sentimental en el que el/la mar o la naturaleza son motivos recurrentes. Así, los temas podemos agruparlos en cuerpo, aprendizaje / iniciación, amor, identidad, palabra, tiempo y memoria, pero siempre tratados desde lo pequeño, escapando de lo grandilocuente.

En resumen, poesía apta para todos los públicos, poesía de lo pequeño e importante (unas sabanas tendidas, una caricia, una carta, un anillo perdido y encontrado), poesía de los gestos, poesía, como dice en Maiatza, poema que condensa a la perfección el universo de Uribe, para hablar de las cosas de siempre, del valor que tiene ser amable, de la necesidad de arreglárselas con las dudas, de cómo llenar los huecos que tenemos dentro.

También de Kirmen Uribe en ULAD: Lo que mueve el mundoLa hora de despertarnos juntos y Bilbao - New York - Bilbao

sábado, 6 de diciembre de 2025

Semana de la Poesía: Fuego la sed de María Sánchez

Idioma original: 
español
Año de publicación: 2024
Valoración: Muy recomendable
 
El nombre de María Sánchez ya debe ser familiar para cualquier persona que esté atenta a lo que pasa en las letras españolas, y eso pese a tener una producción (al menos en lo que se refiere a libros publicados) relativamente breve: un primer poemario que llamó la atención de la crítica, Cuaderno de campo; un ensayo igualmente bien recibido y comentado, Tierra de mujeres, en que recuperaba la voz y la historia de su familia con perspctiva de género; Almáciga, que como su nombre indica es Un vivero de palabras de nuestro medio rural, y más recientemente, su segundo poemario, Fuego la sed, que comento aquí; además de eso, naturalmente, ha aparecido en antologías, colabora en diferentes medios escritos y radiofónicos... y además de ello, es veterinaria de campo, su ocupación principal. 
 
De hecho, esta ocupación profesional es inseparable de su producción literaria, atravesada por la proximidad de la vida en el campo, del contacto con la naturaleza, con sus ciclos, sus riquezas y sus dificultades, y también con las desigualdades, invisibilizaciones y abandonos que se manifiestan en y hacia el mundo rural, en España como en otros lugares. 
 
En este sentido, Fuego la sed es una continuidad de una línea coherente de reflexión y creación, aunque atravesada, en este caso, por un contexto y un problema muy específico: las alteraciones climáticas, que se manifiestan, en nuestro entorno, a través de fenómenos meteorológicos extremos, y también a través de una progresiva desertificación de la Península. Estos son (entre otros significados posibles, naturalmente), el fuego y la sed nombrados en el título del libro.
 
Fuego la sed está escrito con una voz poética que huye rigurosamente del yo autobiográfico (o autopoético, si se quiere), algo que lo aleja, en cierto modo, de las obras anteriores de su autora, mucho más encarnadas en su historia personal y familiar. Tenemos así una voz colectiva y profética, que como Casandra anuncia el desastre que vendrá (y que ya nos rodea), pero que como Casandra teme que los augurios no sean escuchados y atendidos: 
a cada instante
alguien toca 
suavemente a la puerta
del universo
 
¿prestaréis ahora
atención? 
Ahora que tan de moda está la ficción postapocalíptica, casi podríamos denominar esta obra como poesía preapocalóptica: volviendo la vista (y el oído y el tacto), la voz poética observa los ríos secos, los árboles antiguos, los pájaros sedientos, y se pregunta: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Y también: ¿qué vamos a hacer ahora? Puede decirse, así, que es un libro que dispara en dos direcciones: primero, hacia el futuro, un futuro de huesos y fantasmas, de fuego y sed, pero también de una tímida esperanza ("Esta historia también es futuro / en el lecho de los ríos / hallaréis el sortilegio"). Y al mismo tiempo, hacia el pasado, un tiempo antiguo, no necesariamente un momento histórico, sino más bien un modo diferente de vivir la relación entre el ser humano y el planeta:
aquel al que llamabais salvaje
ofrecía disculpas a los seres
que tomaba prestados 
Frente a este "buen salvaje", se presenta el hambre insaciable y poderoso, "aquel que nombra", indiaando un deseo de posesión y subyugación a través del lenguaje, de la dominación, de la explotación del mundo.
QUISISTEIS CAMBIAR EL ROSTRO DE UN PAISAJE
a la fuerza
 
fiebre nueva el deseo
 
el deseo de nombrarlo
absolutamente todo 
Entre ambos extremos (el pasado antiguo, el presente/futuro de desesperanza), la naturaleza -los árboles, los ríos, las piedras- que aunque sufre sigue comunicando y comunicándose, ligando generaciones y culturas, frágil pero poderosa, capaz, a pesar de todo, de existirse y sobrevivir, sobrevivirnos. 
las aves más pequeñas 
se transforman 
cada vez
más deprisa más deprisa
en un mundo 
que se calienta   
Al comienzo de esta semana de la poesía comentaba un libro con un lenguaje muy diferente: transparente, luminoso, tierno. Es evidente que la poética de Fuego la sed es otra, mucho más seca y árida, como impone su tema, comenzando por esa disolución del yo en un "nosotros" (y ocasionalmente, de forma explícita, "nosotras"). Pero es también innegable el mérito de un poemario que consigue encarnar en palabras e imágenes poderosas, recurrentes y reconocibles una tragedia que, para la mayoría de nosotros, constituye una realidad abstracta difícilmente asumible en un plano más concreto: la terrible tragedia de la destrucción de la naturaleza y del planeta a manos de la ambición humana.

viernes, 5 de diciembre de 2025

Semana de la poesía: Poema en viñetas de Dino Buzzati

Idioma original: italiano

Título original: Poema a fumetti

Año de publicación: 1969

Traducción: Carlos Manzano

Valoración: recomendable

Más que curiosa, esta reelaboración del mito de Orfeo y Eurídice hecha en los años 60 por Dino Buzzati, uno de los más interesantes y, sobre todo, inclasificables escritores italianos del siglo XX; en su obra encontramos desde colecciones de retratos o alguna novela de amor otoñal (Un amor... que no es el de Sara Mesa, por suerte) a otra de Ciencia-ficción (El gran retrato). libros infantiles (La famosa invasión de Sicilia por los osos) o una ya más que clásica novela simbólico-existencialista como es la magnífica El desierto de los tártaros. Amén de otros libros dedicados a la exaltación de la montaña -Bàrnabo y las montañas, Los indómitos de la montaña-, nacido él, después de todo, en los Dolomitas, o al ciclismo -El Giro de Italia, recopilación de crónicas periodísticas, pues éste era su oficio-; cultivador, además, de la creación gráfica, conjugó textos e ilustraciones propias tanto en la ya citada La famosa invasión... como en I miracoli de Van Morel (creo que no ha sido publicado en español) y, sobre todo, en este alucinante Poema en viñetas.

Alucinante propuesta, digo, ya desde su concepción, pues Poema en viñetas se trata, más o menos de eso mismo, una suerte de cómic a base de ilustraciones que ocupan toda la página con textos, también del autor, que oscilan entre lo narrativo, lo poético y lo onírico/surreal. El argumento, no obstante, adapta una historia bien conocida, el mito de Orfeo y Eurídice (ya sabéis, el músico, tal vez semidios,  que descendió a los Infiernos para salvar a su amada), aunque aquí Orfeo es Orfi, cantante de gran éxito, hijo menor de los condes de Baltazano, y Eurídice es su novia Eura, que ha sido arrebatada por la Muerte, claro... Orfi entra una noche en el Hades a través de una puertecita que se encuentra frente al palazzo de su familia, en la vía Saterna de Milán, y es guiada no por el barquero Caronte, sino por una hermosa muchacha llamada Trudi -la aparición de bellas mujeres, con frecuencia semi o totalmente desnudas, es una constante a lo largo de buena parte del libro. Por lo que sea- que le introduce en el Averno, cuyos secretos le son explicados por el Diablo Custodio, que no es otro que... un abrigo vacío.

Si esto os parece un poco raro, esperad, porque aún queda mucho por venir. El resto de este poema a fumetti es un festival surrealista, con imágenes que recuerdan a las de Dalí y a la pintura metafísica de De Chirico, así como de los ilustradores de la contracultura pop de los 60, que se combina, en lo narrativo, con un transfondo existencialista y la inclusión de racconti, historias dentro de la historia como la muy inquietante Historia del hombre que se volvió o La historia de las Melusinas. Incluso con un toque de terror giallo, como en la historia El visitante de la tarde... Sin olvidar que  la sensualidad, el erotismo -centrado en los cuerpos femeninos, bien es cierto- está presente en todo momento; prueba, quizás, de que esta bajada a los Infiernos de Orfi es, en realidad, una exploración por su subconsciente. 

En fin, que este poema en viñetas, cómic lírico, novela gráfica (o poema gráfico, más bien) o como queráis llamarle resulta ser una obra no sólo curiosa e interesante, sino todo un hallazgo literario, artístico y hasta organoléptico (esto, sobre todo, si antes de leerlo os fumáis un cigarro de esos de la risa u os tomáis una determinada variedad de setas... con moderación, por favor... O mejor no lo hagáis. Repito: NO LO HAGÁIS, no sea que nos cierren el chiringuito por incentivar el consumo de sustancias psicotrópicas. Que no es el objetivo de este blog, aunque a veces lo parezca); un libro que merece la pena conocer de un autor que merece aún más la pena el gusto de leer.

También de Dino Buzzati y reseñados en Un Libro Al Día: El desierto de los tártaros, La famosa invasión de los osos en Sicilia

jueves, 4 de diciembre de 2025

Semana de la poesía: Senda hacia tierras hondas de Matsuo Bashō

Idioma original: Japonés

Título original: Oku no Hozomichi (奥の細道)

Traducción: Antonio Cabezas

Año de publicación: 1702

Valoración: Muy recomendable (Imprescindible para interesados)

A más de 300 años de su muerte, Bashō sigue siendo el principal exponente del haiku (incluso considerado por muchos expertos como el creador del haiku moderno). Su figura condensa, casi en un solo cuerpo, la tradición y la ruptura: el poeta que camina, observa, destila el mundo en tres versos y, al mismo tiempo, redefine lo que puede ser un poema breve.

Para los poco enterados, conviene recordar qué entendemos por haiku. Además de la métrica (5-7-5), tradicionalmente el poema debe aludir a una estación del año, o a un elemento de la naturaleza asociado a ella. He aquí un bonito ejemplo del propio Bashō:

桃の木の
その葉散らすな
秋の風

Que las hojas del melocotonero 
no se dispersen,
viento de otoño.

En apenas unas sílabas, el poema condensa una escena mínima (un árbol, unas hojas a punto de caer, una ráfaga de viento) y la carga de una súplica inútil, casi infantil, frente al avance inevitable de la estación. Ese es uno de los grandes hallazgos del haiku clásico: la emoción se sugiere a través de un detalle concreto.

Si bien esta es la regla del haiku tradicional, el haiku moderno tiende más a la sutileza o, directamente, a evitar el tema explícito de las estaciones:

カップ麺
ひとつじゃ足りぬ
長き夜

Una sopa instantánea
no me es suficiente.
Larga la noche.

Aquí no aparece la palabra “invierno”, pero se alude a las noches largas y frías propias de la estación. La escena cotidiana sustituye al tópico estacional. En esa misma línea, otro haiku podría aludir al contraste entre la vida cotidiana y a otro aspecto menos amable de esas noches, donde los incendios son más prevalentes:

わが女 
髪を潰して
火事匂う

Mi esposa 
se plancha el cabello.
Olor a incendio.

Leer los poemas de esta manera puede ser entretenido, pero quizá lo que más me guste de Senda hacia tierras hondas es que, más que una antología de poemas, es en realidad una crónica de viaje. Todos los textos están embebidos en el contexto de las impresiones de Bashō a medida que recorre el territorio de Japón desde Edo (la actual Tokio) hacia el norte profundo. El haiku deja de ser una pieza aislada y pasa a ser una suerte de cristalización súbita dentro de una prosa en movimiento. Anota paisajes, encuentros, posadas, templos, ruinas, personajes más o menos anónimos y, de pronto, una imagen se condensa en haiku. La idea es que el lector asista, casi en directo, al momento en que la experiencia se vuelve forma.

Además del contenido del libro, el contexto de la escritura me parece particularmente interesante. Bashō emprende su recorrido con cierto pesar, más como obligación que con la excitación de un viaje de placer. Parte a sabiendas de la posibilidad de morir en el trayecto, con una mezcla de desapego y fatalismo. Sin embargo, su labor de poeta necesitaba nuevas experiencias e imágenes con las cuales trabajar. Hay algo paradójico en su peregrinación: Bashō viaja para buscar algo que ya ha leído. Intenta replicar las rutas de antiguos poetas itinerantes, visitar los mismos lugares que ellos cantaron siglos antes. Lo que para nosotros es exotismo o turismo literario, para él es una forma de fidelidad: caminar donde caminaron sus maestros, mirar lo que ellos miraron y, al mismo tiempo, aceptar que el paisaje ya es otro, que el tiempo ha pasado también por los lugares.

Para cualquier interesado en la poesía japonesa, este es un libro necesario. Abordar los haikus dentro de su contexto ayuda mucho a entender las imágenes que se nos presentan, los silencios, las alusiones históricas o religiosas que a veces se nos escapan. Y si se tiene la fortuna de haber visto esos paisajes (aunque después de siglos hayan cambiado radicalmente) la lectura adquiere una capa extra de resonancia: el palacio de Nikkō (ese “templo de luz”) bajo la lluvia, el cambio de color de las hojas en otoño en los montes de Yamagata, la costa áspera donde el mar se estrella contra los riscos de Kanazawa...

Aquí algunos de los poemas incluidos en el libro, que dan una buena idea de ese cruce entre viaje, memoria y contemplación:


















Un mar bravío.
Y, tensa sobre Sado,
la Vía Láctea.


















Hierbas de estío:
ruinas son de sueños
de paladines.


















No lo abatieron
ni las lluvias de mayo.
¡Templo de luz!



















La deutzia en flor
me recuerda las canas
de Kanefusa.

Oku no Hosomichi es, al mismo tiempo, diario, poema y mapa emocional. Como crónica de viaje, permite asomarse a un Japón ya desaparecido; como libro de poemas, muestra al haiku en uno de sus momentos más altos, todavía anclado a las estaciones, pero ya cargado de una mirada profundamente personal.

La traducción de Antonio Cabezas hace el texto accesible al lector hispanohablante sin traicionar del todo esa sobriedad original, y eso no es poca cosa (aunque en ciertas partes me inclino más por las traducciones de Octavio Paz).

Senda hacia tierras hondas es imprescindible para quien tenga curiosidad por la poesía japonesa, por el haiku más allá de la cita suelta, o por la literatura de viajes que no busca destinos fotogénicos, sino momentos de atención radical. Un libro para leer despacio y que invita a mirar de otra manera los paisajes que nos rodean.

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Semana de la Poesía: Paisaje con grano de arena de Wisława Szymborska


Idioma original: polaco

Título original: Widok z ziarnkiem piasku

Año de publicación: en diversos volúmenes, entre 1957 y 1993. Como antología, 1995.

Traducción: Jerzy Sławomirski y Ana María Moix

Valoración: muy recomendable (por no decir imprescindible)

Primera antología -de cien poemas- publicada en castellano de la poeta (lo de "poetisa" ya no se lleva, me parece) polaca Wisława Szymborska, que recibiría el premio Nobel al año siguiente, en 1996. Esto, lo del premio, no tendría demasiada importancia aparte de que, hasta donde yo sé, todo el mundo coincide en que esa vez estuvo muy bien concedido... Como cabe deducir, los libros de los que se han extraído los poemas para esta selección son anteriores a la obtención del premio y en concreto se trata de Llamando al Yeti (1957), Sal (1962), ¡Qué monada! (1967), Acaso (1972), El gran número (1976), Hombres en el puente (1986) y Fin y principio (1993). Como en este blog ya han sido reseñados otros tres libros de poemas de esta autora, posteriores a esta fecha, creo que podemos considerar que, en conjunto, estamos mostrando un panorama suficientemente completo de su obra.

Imposible innovar a estas alturas sobre la maravilla que es la poesía de esta autora (si cesta reseña consigue, en todo caso, descubrírsela a quien no la conozca, me doy por más que satisfecho); en todas las críticas, reseñas y semblanzas que leáis sobre ella se destacan ciertos aspectos de su obra que no puedo sino corroborar: la atención a las pequeñas cosas -incluso humildes-: una piedra, un escarabajo muerto, una cebolla, una gota de lluvia, el prospecto de un medicamento... a los acontecimientos colaterales de aquéllos que se suele tener más en cuenta o a aspectos insólitos de la realidad -o la irrealidad- en los que no solemos pensar; el destino final de un currículum, lo que se dice en un entierro; lo que piensa un gato cuando muere su dueño, los milagros corrientes de cada día... También, que se centra en el individuo/a como eje de la experiencia con la que apreciar el mundo, pero no con una perspectiva egoísta o egocéntrica, sino profundamente humanista, como en Fin y principio o La realidad exige -sobre quien paga las consecuencias de las guerras-, o las más metafísicas Nada es regalo, Una versión de los acontecimientos, Es una gran suerte...  Por último, el rasgo más distintivo de la obra de esta gran poeta: la ironía -y el humor en su más amplia acepción-, que impregna toda su poesía, desde los poemas donde se aprecia más claramente, como en Primera fotografía de Hitler -huelga cualquier explicación-, la superpoblación del Hades en A orillas del Estigio, el gusto de los ángeles en Gags o la sorprendente Thomas Mann hasta otros en que aparece de forma más sutil (casi todas). En fin, cualquiera de los poemas recogidos en esta antología puede ser leído bajo alguna de estos prismas y todos denotan una calidad sobresaliente, aunque yo, personalmente, prefiero los escritos a partir de 1973, los que aparecen en Acaso, El gran número, Hombres en el puente y Fin y principio.

En todo caso, no es Szymborska una poeta hermética, cuyas crípticas metáforas haga falta descifrar al cabo de un aprendizaje iniciático. Al contrario y quizás ésta sea su mayor cualidad, resulta de una tremenda cercanía, de forma que si alguna de sus imágenes o referencias no nos resulta entendible, es simplemente porque no conocemos la referencia, ya sea ésta un cuadro de Brueghel o de Hiroshige Utagawa o algún escritor polaco del que por aquí no tenemos mucha idea (pero en Polonia, obviamente, sí). Su lírica, incluso en los casos en que prima la forma sobre el contenido, que también podemos encontrar alguno, se nos presenta como algo familiar, natural, reconocible como reflejo de nuestra propia experiencia y, sobre todo, de una gracia y una belleza cautivadoras. Lo mejor, sin embargo, es que os decidáis a leerla, quien no lo hay hecho antes y lo comprobéis por vosotros/as mismas.

Para finalizar la reseña, permitidme que transcriba algunos fragmentos de un poema de doña Wisława titulado El odio, que, en verdad, no es el mejor de los suyos, pero sí parece hecho ex profeso para los tiempos que vivimos (igual que lo estaba para 1993, cuando se publicó):

                                          Ved cuán activo está

                                                    y qué bien se conserva

                                                    el odio en nuestro siglo. 

                                                    Con qué ligereza salva obstáculos,

                                                    y qué fácil le resulta saltar sobre su

                                                    presa...

                                                    No es como los otros sentimientos.

                                                    Más viejo y, a la vez, más joven.

                                                    Por sí mismo genera la causa

                                                    de su despertar a la vida.

                                                    Duerme a veces, pero jamás con un

                                                    sueño eterno.

                                                    Y el insomnio no le resta fuerzas, se las

                                                    da.

                                                    (...)

                                                    ¡Qué anemia y apatía 

                                                    la de los otros sentimientos!

                                                    ¿Desde cuándo la fraternidad 

                                                    arrastra multitudes?

                                                    ¿Ha llegado alguna vez la compasión

                                                     primera a la meta?

                                                    ¿A cuántos voluntarios seduce la duda?

                                                    El odio sí seduce, ¡y cómo!, es perro

                                                    viejo.

                                                    (...)

                                                    Siempre dispuesto a nuevas tareas.

                                                    Si es necesario esperar, espera.

                                                    Dicen que es ciego. ¿Ciego?

                                                    Tiene los ojos de lince del francotirador

                                                    y mira el futuro con denuedo.

                                                    Él, sólo él.


Más libros de la gran Wisława Szymborska reseñados en este incomparable blog: Dos puntosAquíHasta aquíCorreo literario

martes, 2 de diciembre de 2025

Semana de la poesía: 101 + 19 = 120 poemas de Ángel González

Idioma original: Español 

Año de publicación: 2000

Valoración: Recomendable

101 + 19 = 120 poemas es una antología, publicada por Visor allá por el año 2000, en la que se recoge una muestra de los 10 poemarios publicados hasta ese momento por el ovetense Ángel González, a los que se añaden una serie de poemas inéditos, algunos de los cuales, por cierto, verían la luz en forma de libro años después. 

Lo anterior supone, por tanto, un recorrido simplificado a través de más de 40 años y hace que esta reseña y la valoración que la encabeza sean, a su vez, la simplificación de una simplificación, pero allá vamos y que sea lo que Dios quiera.

Perteneciente a la generación del 50, Ángel González se caracteriza por el empleo de un lenguaje cercano a lo coloquial, por el tono conversacional e irónico y por situar sus poemas a medio camino entre la experiencia personal y la experiencia colectiva. Entre los temas que predominan en su obra cabe citar los "problemas metafísico - existenciales", las reflexiones sobre la poesía y sus mecanismos, lo político - social, el amor o el paso del tiempo.

En su primera etapa (desde Áspero mundo (1956) hasta Tratado de urbanismo (1967)), en la que se observa una clara vinculación con otros poetas de su quinta o ligeramente más mayores, como Blas de Otero, ocupan un lugar central los temas existenciales y políticos, si bien en ellos asoman ya el humor y las "torceduras" de la realidad (un ejemplo se puede observar en Ayer). Es la de esta época una poesía de la derrota y de esperanza oscura en la que el existencialismo de corte más individual da paso progresivamente a preocupaciones políticas y sociales.

Personalmente, esta es la etapa que más me interesa del autor, por la potencia y la fuerza de su imaginería, por su mayor conexión con inquietudes y preocupaciones atemporales, así como por una mayor musicalidad general en los poemas.

En la segunda etapa (desde Breves acotaciones... (1969) hasta Deixis en fantasma (1992)), ganan peso las rupturas de la lógica, la ironía y los motivos más "anecdóticos", hasta el punto de acercarse en ocasiones a lo meramente aforístico. Unido a esto, el paso del tiempo y la melancolía y el desencanto cobran mayor protagonismo, en especial en Muestra corregida... (1976). En este sentido, es revelador el poema Contra-orden (Poética por la que me pronuncio ciertos días), en el que dice...

(...)
Aquí esta permitido
fijar carteles, 
tirar escombros, hacer aguas
y escribir frases como

Marica el que lo lea,
Amo a Irma
Muera el ... (silencio)
Arena gratis,
Asesinos,
etcétera

Esto es un poema.
Mantén sucia la estrofa.
Escupe dentro.
(...)

Parece observarse, así, una desacralización de la poesía, en lo formal y en lo temático. Los poemas se vuelven prosemas y las piernas de una mujer, por poner solo un ejemplo, pueden ser su "leit motiv". No sé cómo lo veréis vosotros, pero yo me quedo con el Ángel González más cercano a lo clásico, el que delimita de forma más clara las fronteras. Vaya, que prefiero ese lenguaje más "elaborado", más "profundo", musical o rítmico, con mayor potencia en las imágenes, etc de la primera época. 

Y aunque, como he dicho, personalmente esta segunda etapa de la poesía del ovetense me parece bastante más floja, es innegable que Ángel González es uno de los poetas españoles más representativos de la segunda mitad del siglo XX. Además, como dice el refrán... "algo tendrá el agua cuando la bendicen". Por algo será que a Ángel González le dieron el Príncipe de Asturias de las Letras en 1985 o el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1996, ¿no?