viernes, 18 de julio de 2025

Reseña + entrevista: La ballena azul de Raúl Quinto

Idioma original: Español

Año de publicación: 2025

Valoración: Está muy bien

Lo fácil, tras el éxito de crítica y público de Martinete del rey sombra, Premio Nacional de Narrativa incluido, hubiera sido saltar a una editorial grande, escribir un libro "parecido" y aprovechar el tirón. No sería el primero ni el último (y no me hagáis dar nombres...), aunque tampoco es que sea criticable per se.

Pero quienes ya hemos leído con anterioridad a Raúl Quinto sabemos que es un escritor al que le va la marcha. Por eso no nos sorprende del todo que continúe con Jekyll y Jill y que su nueva entrega sea un artefacto como La ballena azul, libro que ahonda, aunque desde otra perspectiva, en temas ya tratados en los magníficos La canción de NOF4 y Martinete del rey sombra, aunque creo que tiene más que ver con el primero que con el segundo).

Artefacto. Creo que esa es la palabra que mejor define a un texto que no es puramente novela de terror, ni "historiografía" del mal, ni ensayo, ni poema en prosa, pero que admite, aunque sea solo parcialmente, todas esas lecturas. Especialmente la de novela ya que hay unos personajes, una trama o una acción que se va desarrollando; eso sí, olvidaos del tradicional "planteamiento-nudo-desenlace".

Ahondando en la búsqueda de una definición, días después de la lectura (¡lo que son las cosas!) se me ocurre que La ballena azul podría definirse como unos Cantos de Maldoror de la era de la tecnología.

Estructurado en 50 (o 51) capítulos basados en las 50 pruebas que habían de superar los jugadores del macabro "La ballena azul", el texto es una indagación en lo más oscuro y perturbador del alma humana, un desasosegante desfile de fantasmagorías proyectadas sobre nuestros cerebros, de atrocidades y violencias "patrocinado" por una mente manipuladora que juega con los miedos de gente sola y rota en espacios aparentemente destinados a normalizar las heridas y "abandonar" la soledad, aunque esas huidas se conviertan en paranoias. 

Y así, una sociedad hiperconectada acaba convertida en un conjunto de islas habitadas por seres para los cuales es mejor el dolor que el vacío, el horror que el aburrimiento o la sangre que la nada, en un lugar en el que tipos como Fritzl, Koresh o Breivik se convierten en íconos de lo oscuro y en  el que hijos de puta redomados son capaces de tomar el control.

Creo que lo más destacado del libro está en:

  • Las imágenes. Recuerdo haber dicho en otras reseña que Raúl Quinto viene de la poesía y eso se nota en la construcción y manejo de las mismas, contribuyendo de forma decisiva a la atmósfera del texto.
  • El progresivo crecimiento del desasosiego que genera en el lector según avanzan los capítulos.
  • La representación de la soledad contemporánea como epidemia e Internet como síntoma. La soledad, el miedo o el dolor no son nuevos; lo que cambian son las formas en las que los profetas y salvapatrias del más variado se aprovechan de ello.
  • Las preguntas que suscita: ¿por qué no somos capaces de ver el horror?, ¿o acaso no lo queremos ver? o, ¿lo vemos y nos da exactamente igual?

Como podéis imaginar, La ballena azul no es un libro para todo tipo de lectores. Digamos que se sale de lo habitual en fondo y forma y que uno se queda con "mal cuerpo",  pero ¿es que no existe aquello de lo que no se habla, aquello que no se nombra, aquello que solo se deja ver el los márgenes?

Aquí os dejo, además, el enlace a la interesantísima charla que mantuvimos con Raúl Quinto para nuestro canal de Youtube (SUSCRIBÍOS AL CANAL, QUE SI NO OS PONEMOS DOS VELAS NEGRAS, TETES!!!!)


También de Raúl Quinto en ULAD: La canción de NOF4 y Martinete del rey sombra

jueves, 17 de julio de 2025

Metaentrada: Ni Akutagawa, ni Naoki

¿Qué pasó? 

En 1998, un hecho inusual sacudió la escena literaria japonesa: no hubo ganadores de los premios literarios Akutagawa ni Naoki. Ninguno de los candidatos alcanzó la calidad necesaria para obtener una decisión unánime del jurado. Entre las razones oficiales por las que, en el pasado, no se ha otorgado alguno de estos premios se incluyen la imposibilidad de alcanzar un consenso, preocupaciones éticas y, por supuesto, la interrupción causada por la Segunda Guerra Mundial. 

El pasado 16 de julio, los asistentes a la ceremonia de premiación apenas pudieron contener su asombro al revelarse que, por primera vez en 27 años, ningún autor sería premiado: ¡¿Naaaniii?!

¿Qué es un Akutagawa? 

En resumidas cuentas, el Premio Akutagawa y el Premio Naoki son los galardones literarios más prestigiosos de Japón. Se suele decir que el primero está dirigido a escritores emergentes, en su mayoría jóvenes, mientras que el segundo reconoce a autores consolidados, valorando su trayectoria y popularidad, casi como una versión japonesa del Nobel, pero centrada en la ficción. 

La repercusión comercial de estos premios es enorme. Ganar el Akutagawa, en particular, puede convertir al autor en un idol literario de la noche a la mañana. Un ejemplo claro es Hibana, la novela de Naoki Matayoshi galardonada en 2015, que vendió más de dos millones de copias. Puede que esa cifra no parezca impactante a escala global, pero considerando que solo en Japón se habla japonés, equivale a que casi el 2% de la población del país haya adquirido el libro. En términos internacionales, sería como si una novela escrita en inglés vendiera tanto como Harry Potter en su momento. 

Sin embargo, el propósito original de estos premios, fundados en 1935, era mucho más claro. El Premio Akutagawa fue concebido para distinguir obras de literatura “jun” (純文学), es decir, literatura “pura” o artística, centrada en la introspección, el estilo y la exploración de la condición humana. Por otro lado, el Premio Naoki estaba orientado a la literatura “taishū” (大衆文学), o literatura popular, con énfasis en la narración, la accesibilidad y el entretenimiento. 

Ambos premios, creados en memoria de los escritores Ryūnosuke Akutagawa y Sanjugo Naoki, respectivamente, reflejan desde sus inicios una dualidad fundamental en la literatura japonesa: la tensión entre arte y consumo. 

Jun y Taishū 

Me parece necesario hacer un paréntesis para hablar sobre una dicotomía fundamental, aunque hoy en día bastante desdibujada, en la literatura japonesa: la división entre junbungaku (純文学) y taishūbungaku (大衆文学). Comprender esta separación es clave para entender no solo el propósito original de los premios Akutagawa y Naoki, sino también la evolución de la industria editorial japonesa. 

Junbungaku: La literatura "pura" 

El término junbungaku se refiere a la "literatura pura" o "literatura seria", centrada en la introspección, la psicología de los personajes, los dilemas existenciales y la búsqueda estilística. Sus obras suelen publicarse en revistas literarias de prestigio como Shinchō, Gunzō, Subaru o Bungakukai. Estas revistas han sido, desde principios del siglo XX, el semillero de escritores de alto calibre y un espacio donde la experimentación formal y temática es bienvenida. En estas revistas han publicado figuras como los Murakamis, las Kawakamis, Ōe, Abe, entre otros.

Publicar en estas revistas era (y en cierta medida aún es) una especie de rito de paso para los escritores serios. Los textos se publicaban como cuentos o novelas cortas completas, muchas veces seguidas de críticas o reseñas por parte de otros escritores o críticos. 

Taishūbungaku: La literatura "popular" 

Por otro lado, la taishūbungaku, o "literatura popular", está orientada al entretenimiento y al consumo masivo. Incluye géneros como el misterio, la aventura, el romance o el drama histórico. Estas obras eran tradicionalmente serializadas en revistas semanales o mensuales de gran tirada como Kingu o Sunday Mainichi, pensadas para un público más amplio y menos especializado. 

La publicación por entregas no solo respondía a criterios económicos y editoriales, sino que también moldeaba el estilo narrativo: los autores debían mantener al lector enganchado semana tras semana, con giros argumentales, cliffhangers y personajes cómicos y carismáticos. 

Aunque la frontera entre jun y taishū se ha ido desdibujando, con autores que transitan entre ambas categorías, e incluso obras que combinan ambas tradiciones, los premios Akutagawa y Naoki aún reflejan esa división originaria. Hoy, plataformas digitales, editoriales independientes, y fenómenos como el web-novela (webu shōsetsu) han reformulado completamente las formas de publicación, distribución y legitimación de la literatura en Japón. Sin embargo, las revistas literarias tradicionales siguen siendo un símbolo de prestigio, y el sistema de premios mantiene viva, aunque sea de forma simbólica, esta antigua tensión entre arte y mercado. 

Un escaparate llamado Akutagawa 

Aunque el Premio Akutagawa fue concebido originalmente como un reconocimiento a la calidad literaria en su forma más pura, hoy resulta ingenuo pensar que se mantiene ajeno a intereses editoriales y dinámicas de mercado. Las revistas literarias que tradicionalmente han sido las plataformas del junbungaku no solo publican las obras candidatas: también hacen lobby activamente para impulsar a sus autores y asegurar que su publicación sea premiada. 

El mecanismo es más o menos el siguiente: una revista promueve a un autor emergente con una novela corta o media, acompañada de reseñas favorables y entrevistas estratégicas. Una vez nominada al Akutagawa, comienza una campaña de visibilidad: eventos, portadas, menciones en medios literarios. Si el premio se concreta, el libro pasa a imprimirse bajo un sello comercial del mismo grupo editorial, por ejemplo, Bungeishunjū o Shinchōsha, y, en muchos casos, se adapta para cine, televisión o manga. La saturación es tanta que la calidad de estas adaptaciones es, en el mejor de los casos, mediocre. El Akutagawa se convierte así en un escaparate para transformar papel en moneda. 

Un caso polémico que puso en evidencia esta lógica fue el de Akio Miyahara, ganador del Akutagawa en 1972 con Derek ga Sawatta. Poco después de recibir el premio, se descubrió que su obra incluía fragmentos plagiados de trabajos académicos. Aunque no se le retiró oficialmente el galardón, el escándalo provocó un intenso debate sobre el proceso de selección, la presión editorial y la responsabilidad crítica del jurado. 

Más recientemente, en 2024, se desató otra controversia cuando Rie Kudan admitió haber utilizado herramientas de inteligencia artificial para generar fragmentos de su novela Tokyo-to Dojo-to. Aunque la autora fue transparente y defendió su decisión como parte del proceso creativo, críticos literarios y escritores reaccionaron con escepticismo, cuestionando si un texto parcialmente generado por IA podía representar el espíritu del junbungaku

Estas situaciones demuestran que el Akutagawa, lejos de ser una torre de marfil literaria, funciona también como un dispositivo de visibilización y, en ocasiones, como una maquinaria de legitimación mediática y comercial en un ecosistema editorial altamente competitivo. 

Dazai vs Kawabata

El Premio Akutagawa no siempre ha sido una celebración pacífica del talento literario. Ya desde su primera edición, en 1935, hubo tensiones, desilusiones y acusaciones veladas. Uno de los protagonistas de aquel primer episodio fue un joven Dazai Osamu, apenas debutante, luchando contra una adicción a los barbitúricos y con deudas acumuladas por el costo de sus medicamentos. Los rumores daban por ganador a Dazai, por lo que él ya tenía ese dinero gastado. El premio de 500 yenes era, para él, más que un reconocimiento: era una tabla de salvación. Y sin embargo, no lo ganó. 

En el proceso de deliberación, uno de los jurados, nada más y nada menos que el Nobel Yasunari Kawabata, hizo comentarios que dejaron una marca en Dazai. Según Kawabata, aunque Dōke no Hana (La flor del bufón), la obra defendida por el círculo cercano a Dazai, contenía talento y una visión literaria clara, el propio autor estaba envuelto en “una nube desagradable” que empañaba su expresión creativa. Para Kawabata, el genio de Dazai no fluía con honestidad ni transparencia. 

Lejos de aceptar en silencio el veredicto, Dazai reaccionó con furia (supongo que no estaría en sus cinco sentidos). En un texto titulado “Carta a Kawabata Yasunari”, publicado en Bungei Tsūshin, le respondió con palabras cargadas de resentimiento, casi odio. Cuestionó la autoridad moral de Kawabata, ironizó sobre su estilo de vida refinado: “¿acaso criar pajaritos y mirar danzas es una vida admirable?”; y lo acusó de representar una falsa objetividad, una hipocresía “dostoievskiana” disfrazada de frialdad crítica. Incluso sugirió que hubo presiones externas o favoritismos en el proceso de selección, alimentadas por las expectativas que su amigo Dan Kazuo había depositado en Kawabata como posible aliado. 

La carta no solo fue un acto de rebeldía, sino también una declaración de principios: Dazai se negó a participar de ese desfile de las vanidades que, desde entonces, y hasta hoy, acompaña a los premios literarios. En su amarga pero brillante respuesta, se revela no solo el orgullo herido de un escritor rechazado, sino también una temprana intuición: el Premio Akutagawa no sería un simple laurel literario (por no decir un buen apoyo economico para un escritor joven), sino una mescolanza de estética, poder, mercado y rivalidad. 

Las razones oficiales 

El pasado 16 de julio de 2025, durante la 173ª edición de los premios, el anuncio fue inesperado: ningún ganador del Premio Akutagawa ni del Premio Naoki. Era la primera vez en 27 años que ambos galardones quedaban con el anticlimático 該当作なし (sin obras aplicables).

En el caso del Premio Akutagawa, la escritora Hiromi Kawakami, miembro del comité, explicó que “cada una de las obras finalistas tenía aspectos atractivos, pero todas compartían una carencia indefinida, como si algo esencial estuviera ausente.” Ninguna, según su criterio, alcanzó el nivel de madurez o contundencia necesario para representar con dignidad la literatura japonesa contemporánea. La declaración es vaga, pero revela algo claro: se espera que el ganador del Akutagawa no solo demuestre talento, sino que encarne una visión sólida del mundo y una maestría técnica de la forma literaria. 

Por el lado del Premio Naoki, el presidente del comité, Natsuhiko Kyogoku, fue más directo: “Todas las obras estaban al mismo nivel; había un empate de calidad. Aunque debatimos durante más de cuatro horas, no pudimos llegar a una decisión unánime.” La afirmación pone en evidencia un problema distinto: la abundancia de buenas obras (tal vez un eufemismo para decir que todas eran igual de mediocres), pero la ausencia de una que destacara claramente por encima del resto. En el mundo de la literatura popular, donde el atractivo narrativo suele ser más valorado que la complejidad estética, esta indecisión sugiere que ninguno de los finalistas logró cautivar completamente al jurado. 

Ambas declaraciones, con sus matices, revelan un trasfondo común: la crisis de la literatura japonesa contemporánea. En un panorama literario cada vez más diverso, híbrido y mediado por nuevas formas de circulación, ¿qué significa hoy “merecer” un premio literario? ¿La obra más innovadora, la más legible, la que más se vende, la que conmueve a un jurado en particular, la que más apoyo reciba por parte de sus agencias literarias? 

Epílogo 

En un mundo editorial cada vez más dominado por el marketing, las cifras de ventas y la necesidad de visibilidad inmediata, la decisión de no otorgar ni el Premio Akutagawa ni el Premio Naoki en 2025 puede leerse también como un gesto de resistencia. Al abstenerse de premiar por compromiso, por impulso mediático o por simpatías editoriales, el jurado reafirma, aunque sea simbólicamente, el principio de que la literatura debe sostenerse primero en su calidad, no en su conveniencia comercial. 

Es cierto: esta decisión conlleva costos. Las obras nominadas, al no recibir el respaldo oficial de un premio, tendrán menos impulso en librerías. Las editoriales no podrán imprimir la ansiada faja roja con letras doradas, y las librerías verán disminuidas sus ventas, especialmente en una industria que ya vive tiempos precarios.

Pero hay algo profundamente valioso en esta negativa. Un premio que se niega reafirma su importancia. En este silencio institucional hay, paradójicamente, una forma de respeto: hacia los lectores, hacia los escritores, y, sobre todo, hacia la literatura misma. 

Pueden ver la (no) ceremonia de premiación del 16 de Julio de 2025: 第173回「芥川賞・直木賞」

Referencias 

1. 朝日新聞デジタル「芥川賞と直木賞、27年ぶりの該当作なし 『何かが足りず』『拮抗』」2025年7月16日 

https://www.asahi.com/articles/AST7J31J8T7JUCVL01KM.html 

2. 毎日新聞「芥川賞・直木賞ともに『該当作なし』 27年ぶり」2025年7月16日 

https://mainichi.jp/articles/20250716/k00/00m/040/281000c 

3. 日本文学振興会(日本文学賞): https://www.bunshun.co.jp/shinkoukai/award/akutagawa/ 

4. 芥川龍之介賞: https://ja.wikipedia.org/wiki/芥川龍之介賞 

5. 直木三十五賞: https://ja.wikipedia.org/wiki/直木三十五賞 

6. 中村真一郎「純文学と大衆文学」『日本文学史概説』岩波書店、1998年 

7. Fowler, Edward. The Rhetoric of Confession: Shishōsetsu in Early Twentieth-Century Japanese Fiction. University of California Press, 1988. 

8. 角田光代「純文学って何ですか?」NHK出版、2012年 

9. 片山倫太郎・田村嘉勝「文豪をめぐる八人の作家たち」『別冊太陽 川端康成』平凡社、2009年  

10. 太宰治「川端康成へ」『文藝通信』1935年10月号 

11. Fuente de la foto: 2025年7月16日午後7時55分、東京都内、浅野哲司撮影


miércoles, 16 de julio de 2025

Tuli Márquez: 365 momentos estelares de la música


Idioma original: 
español

Año de publicación: 2025

Valoración: recomendable 

No deja de ser curioso que Tuli Márquez siga inédito en español por sus cuatro brillantes novelas y, en cambio, su primer título publicado en este idioma sea esta colección de artículos de título inequívocamente zweigiano, casi un guiño o un juego privado, como un acto de levantar la mano y apuntar, sotto voce, en realidad soy un novelista que pasaba por aquí. 365 momentos estelares de la música es un curioso experimento a medio camino entre aquellas añejas agendas que, aparte del santoral del día, añadía citas o aforismos y una de los fetiches habituales de los entornos culturales: las listas de referencias.

Márquez juega con una doble ventaja: la del senior que ya acumula una experiencia de cómo han ido las cosas por este planeta nuestro y la del abnegado pero incansable oyente de todo tipo de música. Me cuesta no imaginar al hombre entregado febrilmente a su oficio de escritor mientras la música desfila por la amortizadísima cuenta premium de alguna plataforma, cuestión que, si el algoritmo se comporta, acaba resultando más práctico y confortable que levantarse cada cierto rato de la silla y elegir ese vinilo, ese CD. O, por despojarlo de tanta alharaca trasnochada, es un freak de la música. Y el reto aquí es vincular efemérides del mundo musical con fechas señaladas de la historia contemporánea, y hacerlo para todas y cada una de las fechas de un año no debe haber resultado sencillo, y ello es perceptible en el ritmo del texto. No hacía falta, por eso, esos tres apuntes en la portada que parecen recomendar el libro como si se tratara de una enciclopedia comprimida, algo impersonal. De impersonal, este libro no tiene nada. Por el, ahora sí, enciclopédico conocimiento de Márquez, que es capaz de saltar de Nino Bravo a Japan, de los Beatles a Kraftwerk, en elecciones que pueden resultar chocantes o incluso antagonistas, y de salpimentar tantas menciones a fechas de publicaciones de discos, de conciertos, con las fechas clave de la historia contemporánea, como recordando esa coexistencia de realidades globales, con una lógica preponderancia de los acontecimientos del mundo occidental (bullidero, por otra parte, de una buena proporción de la producción musical más difundida), lo que acaba procurándonos una excitante y refrescante lectura de esas que empujan a la exploración de nuevos territorios.

Más reseñas de Tuli Márquez en ULAD: aquí 

martes, 15 de julio de 2025

Wilkie Collins: El fantasma de John Jago

Idioma original:
Inglés
Título original: John Jago's Ghost
Traducción: Miguel Ángel Herranz
Año de publicación: 1874
Valoración: Prescindible

Un abogado londinense se toma un tiempo de descanso en la granja de Estados Unidos de un pariente de su madre. Aunque nuestro protagonista anhela paz y tranquilidad lejos de su exigente profesión, no las halla en absoluto. Al contrario: descubre que sus anfitriones no se llevan nada bien y es testigo de una desaparición que la opinión pública no tarda en tildar de asesinato.

Esta es la premisa de El fantasma de John Jago, novela corta de unas cien páginas. Su autor, Wilkie Collins, era sumamente habilidoso, por lo que está correctamente escrita. Sin embargo, da la sensación de que fue elaborada de una manera algo rutinaria y carece de la chispa de otras obras de Collins (quizá esté demasiado apegada a los hechos reales en los que se basa). Por lo tanto, no sólo es inferior a clásicos como La dama de blanco o La piedra lunar, sino que también se queda corta al compararla con propuestas menores tan entretenidas y solventes como El hotel encantado.

Ya digo que El fantasma de John Jago está correctamente escrita. Desgraciadamente, es una novela insulsa por culpa de su argumento lineal, sus personajes acartonados, su ambientación desaprovechada y su prosa meramente funcional. Algunos de sus apartados relucirían un poco si se hubiera puesto mayor esmero en ellos. Por ejemplo, el elenco principal de la obra podría enriquecerse con matices si no se situara en un marco puramente dicotómico, en el que sólo hay personas buenas o mezquinas. Asimismo, la trama despertaría más interés si no fuera tan sencilla y obvia, y si las pocas revelaciones que la salpican, como la que le hace John a Naomi, suvbirtieran las expectativas del lector, en vez de reafirmarlas.

Yo comparaba inevitablemente El fantasma de John Jago con La bestia en las sombras, de Edogawa Rampo. Ambas son novelas cortas con toques de misterio y romance en las que un protagonista varón trata de ayudar a una mujer de quien se ha enamorado. Sin embargo, en la obra del japonés la intriga y tensión están mucho más conseguidas, la atmósfera está mejor plasmada, las revelaciones son inesperadas y gratificantes en vez de previsibles, el argumento es harto complejo, el protagonista tiene una verdadera participación en la historia y todos los personajes ofrecen claroscuros.


También de Wilkie Collins en ULAD: Aquí

lunes, 14 de julio de 2025

Samanta Schweblin: El buen mal

Idioma original: 
español
Año de publicación: 2025
Valoración: recomendable (pero esperaba más)
 
Cada libro que saca Samanta Schweblin es todo un acontecimiento. Primero, porque son pocos (seis libros en total en 23 años: cuatro volúmenes de relato y dos novelas), y después, porque son muy buenos. Pájaros en la boca o Siete casas vacías tienen legiones de fans (aunque a Juan no le gustase demasiado el segundo); por mi parte, tengo Distancia de rescate en un altar, lo he leído media docena de veces (la suerte es que es corto), lo he elegido como lectura para varias de mis clases, y me parece una de esas joyitas de ciento y pico páginas que se pueden leer de una sentada, pero que dejan poso para unos cuantos días. Con estos antecedentes, El buen mal tenía todos los ingredientes para ser una de las lecturas del verano, en sentido individual y colectivo.
 
Bueno, pues como dice la valoración ahí arriba, no diría que es un mal libro pero, siendo un libro de Samanta Schweblin, esperaba más... De los seis relatos que componen el libro, uno me ha parecido buenísimo; dos, buenos, y los otros tres, ni fu ni fa. Habrá quien diga que un relato buenísimo justifica un libro, y quizás sea verdad, pero personalmente esperaba una regularidad algo mayor, y que más cuentos me sorprendiesen, me impactasen, me hiciesen volar.
 
Empiezo por el cuento que me parece buenísimo: "El ojo en la garganta", la historia de un niño que sufre un terrible accidente que condiciona su relación con el mundo y su (in)capacidad para comunicarse con quienes lo rodean. Algo que hace que el cuento sea aún más impactante es el punto de vista, que es el del propio niño protagonista, que refleja los miedos, las inquietudes, los miedos, los errores de los adultos (incluso aquellos que no ha presenciado directamente, pero, a pesar de esta aparente inverosimilitud, es una voz que funciona). Uno de estos errores en particular marcará el destino de la familia, como una herida traumática que nunca se acaba de cerrar. Es un cuento angustioso, por la historia que cuenta, pero también por la atmóstfera que construye, a través de un conjunto de personajes y situaciones inquietantes (me gusta mucho el inglés ominous para referirse a este tipo de sensaciones) que hacen que, a pesar de este ser un cuento esencialmente realista, en el sentido de no incluir ningún elemento fantástico o sobrenatural, este sea también sin duda un relato de terror.
 
Lo mismo puede decirse del primero, "Bienvenida a la comunidad", que arranca con la escena de una mujer que intenta suicidar ahogándose, y que continúa con la vida después de la casi-muerte, pero ahora teñida de una especie de maldición, de desconexión con la realidad y con el mundo que solo el dolor puede paliar. Un vecino, otra figura "ominosa", sirve como su cicerone en esta nueva condición que en términos psicoanalíticos podríamos denominar como "abyecta". El tercer y último cuento que me ha gustado, aunque algo menos, es "El Superior hace una visita", un cuento de una violencia brutal y ligeramente absurda que hace pensar en algunas películas de los hermanos Coen o de Tarantino. 
 
Los tres cuentos restantes, ya lo he dicho, me han dejado bastante frío, por muy bien escritos que estén. "Un animal fabuloso" y "La mujer de la Antártida" comparten el retorno doloroso, y al mismo tiempo mágico, de ciertas memorias terribles de la infancia; en el segundo vuelve también el tema, ya explorado por la autora en relatos anteriores, de la invasión de casas ajenas, con mejores o peores intenciones (tema que, por cierto, también resuena en cierto modo en "El Superior hace una visita"). Por último, "William en la ventana" es, como confiesa la propia autora en una nota final, un cuento autobiográfico, y aunque contiene la insinuación de un cuento de fantasmas, acaba por integrar la larga tradición de relatos sobre escritores que escriben sobre otros escritores, y que personalmente me resulta bastante cargante...
 
Naturalmente, no me arrepiento de haber leído el libro, aunque solo sea por haber disfrutado de "El ojo en la garganta". Y aunque esta obra no me haya terminado de llenar, no creo que por eso deje de comprarme la siguiente. Solo he echado de menos, en la mitad de sus cuentos, esa vibración oscura y extraordinaria que hace que su lectura sea profunda e inolvidable. 
 

domingo, 13 de julio de 2025

John Steinbeck: El invierno de mi desazón

Idioma original: Inglés
Título original: The winter of our discontent
Traducción: Miguel Martínez-Lage
Año de publicación: 1961
Valoración: Recomendable

Now is the winter of our discontent
Made glorious summer by this sun of York;
And all the clouds that lour'd upon our house
In the deep bosom of the ocean buried.

El invierno de mi desazón es el shakesperiano título de la que fue la última novela del estadounidense John Steinbeck, Nobel de Literatura en el año 1962. Una buena novela, sin duda alguna, aunque algo lejos de obras como Las uvas de la ira, Los vagabundos de la cosecha, De ratones y hombres o  Al este del Edén. Esto se debe, en mi opinión, a que El invierno de mi desazón carece de la fuerza y del toque casi épico de las anteriores, en parte a causa de que el protagonismo de la novela recae sobre un personaje más terrenal.

Recapitulemos. Ethan Allen Hawley, "abnegado" marido y padre de dos "simpáticos" adolescentes, es el protagonista casi absoluto de esta novela. Se trata de un hombre que desciende de una de las grandes familias de New Baytown, una familia de pioneros y acaudalados armadores, entre otras cosas, a los que diversas circunstancias llevan a perder buena parte de su fortuna, lo que hace que nos encontremos a un Ethan que en la actualidad trabaja como dependiente en la que fue su propia tienda. Para más inri, ¡la tienda es ahora propiedad de un italiano!

Como podréis imaginar, todo esto es algo que ni Ethan ni su familia llevan demasiado bien. Por suerte (o no), a Ethan se le presenta la ocasión de progresar de una forma no demasiado honrada, lo que le convertirá en una suerte de Raskolnikov moderno, lleno de dudas, dilemas y remordimientos provocados por las presiones que recibe, en un sentido o en otro, por parte de familia y amigos. 

Así, Steinbeck construye toda la novela en base a personajes y situaciones u opciones contrapuestas. Algunos ejemplos: la esposa de Hawley (Mary) y la amiga de esta (Margie), los viejos y los nuevos amigos, los nuevos ricos y las familias de siempre venidas a menos, los valores tradicionales y los nuevos "valores", etc. Unos y otros tironean de un Hawley que se verá enfrentado a la necesidad de tomar decisiones. 

En su conjunto, El invierno de la desazón es un dura crítica a los valores de la sociedad estadounidense. La acción transcurre entre los días de Pascua, días de recogimiento y de exaltación de valores como el sacrificio o la redención, y el 4 de julio, fiesta nacional y día de glorificación de los "valores americanos", pero los personajes que protagonizan la novela se pasan unos valores y otros por el Arco del Triunfo. Para colmo, la novela llega a su clímax, aparentemente bastante contrario a los "valores americanos", el día 4 de julio.

Además de lo anterior, y pese a que el individualismo parezca uno más de esos "valores americanos", quisiera destacar la importancia que concede Steinbeck a este "valor". La inmensa mayoría de los personajes, pese a ser miembros respetados de la comunidad, viven en soledad. Y aquellos que no viven en soledad apenas son capaces de reconocer la capa exterior de sus seres más cercanos. Por momentos, incluso, son incapaces de conocerse a sí mismos.

Resumiendo, y como decía al comienzo de la reseña, quizá esta no sea la mejor novela de John Steinbeck, quizá nos parezca algo "light" comparada con otras obras del autor, pero es una novela plenamente vigente en la actualidad, sólida, bien construida y absolutamente disfrutable y recomendable. 

Unos cuantos libros de John Steinbeck en ULAD AQUÍ

sábado, 12 de julio de 2025

Karina Sainz Borgo: El Tercer País

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2021

Valoración: Entre Recomendable y Está bien


El Tercer País es un cementerio, un camposanto alegal situado en alguna zona fronteriza, quizá entre Colombia y Venezuela, y gestionado por Visitación, una mujer negra que recoge y da sepultura a cadáveres de las localidades próximas, cuerpos de gente desconocida o sin medios para pagarse un enterramiento oficial. Al lugar llegan Angustias y su marido, huyendo como tantos otros de una epidemia de peste y cargando con sus dos hijos recién nacidos y recién muertos, cuyos ataúdes son sendas cajas de zapatos.

Toda esta crudeza nos va a acompañar sin respiro durante las casi trescientas páginas de este volumen a través de tierras inhóspitas y polvorientas donde el calor es una maldición y donde campan a sus anchas los personajes más abyectos y los más bajos impulsos del ser humano: la ambición del terrateniente, la cobardía del alcalde corrupto, la bestialidad de los paramilitares, la rapacería del juglar, la ignorancia, el miedo, la indiferencia, el ansia de sangre. Solo Visitación mantiene la dignidad y el apego a la vida en su extraño reducto, sin que conozcamos sus motivos ni su historia.

El ritmo de la narración es de una regularidad aplastante, con capítulos muy cortos que le dan cierto aire cinematográfico y la hacen adictiva, aunque a veces se permite algunos guiños que quieren sonar a García Márquez y cambios de perspectiva no del todo justificados. Pero fundamentalmente lo que la autora no quiere es perder la pulsión dramática, añadiendo horrores con precisión de cirujano: violaciones, perros feroces, incendios, amenazas, desapariciones y mucha sangre, la violencia como vicio, diversión, como forma de vida.

Ciertamente el libro está muy bien escrito, responde a un patrón claro y lo cumple a rajatabla sin un vacío y con total eficacia. También los personajes, al menos los principales, están bien definidos, aunque en mi opinión tienen más bien poca profundidad, es más, con el paso de las páginas empiezan a caer un tanto en el estereotipo. Y por este mismo camino viene mi principal crítica: me da que tanta crudeza en todas sus variantes, tantos personajes tan marcadamente despreciables, el tono tan brutal, casi apocalíptico, a la hora de describirnos ese mundo ¿no está conduciendo la narración por el camino del efectismo?

Es una impresión que solo surge cuando la lectura está bastante avanzada, pero me parece inevitable, porque todo, personajes, situaciones, entorno, prosa, parecen estar al servicio de un objetivo, que no es otro que buscar el mayor impacto, dejar al lector sin aliento y sumergido en la atmósfera viciada y cruel de esos parajes de la sierra infestados de maldad, pobreza y violencia. Sin dobleces ni recorrido, la narración se sostiene por sí sola en ese medio hostil y solo en él, y lo que empezaba pareciendo una aproximación interesante a la gran literatura latinoamericana se convierte en algo diferente, un producto muy bien hecho, eso sí, potente y construido con destreza, pero algo que igual se aproxima un tanto al mero entretenimiento.

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