miércoles, 31 de enero de 2024

Colaboración: La dependienta, de Sayaka Murata

Idioma original: japonés

Título original: Konbini ningen (コンビニ人間)

Traducción: Marina Bornas

Año de publicación: 2016

Valoración: muy recomendable


Escrita por la mujer del año 2016 (según Vogue Japón), "La dependienta" cuenta la historia de Keiko Furukura, una mujer de 36 años (tómese nota de la edad) que trabaja en una tienda de conveniencia en Tokio, estilo Seven-Eleven. Para más referencias, véanse los reels y tik-toks sobre estos combinis japoneses, mostrados como si fuesen parques temáticos de la comida kawaii. 

En México, y me imagino que es similar en todo Latinoamérica, las personas que trabajan en este tipo de tiendas provienen de diversos orígenes. Sin embargo, en Japón, el puesto de dependiente del seven es ocupado principalmente por estudiantes de prepa o universidad (y más recientemente, inmigrantes provenientes de países en desarrollo), los cuales combinan los estudios con su trabajo a media jornada. Atender la caja del combini es visto solo como un trabajo de paso, nadie piensa en hacer carrera o lograr un desarrollo profesional organizando los refrigeradores o haciendo inventarios. Además, al ser un trabajo que está en constante trato directo con los clientes (los cuales pueden ser personas horribles), es estresante y altamente demandante (afortunadamente, en Japón no se tienen que preocupar por los robos con violencia en mitad de la noche. Una de cal …).

Aquí es donde entra nuestra heroína, Keiko, una protagonista atípica, considerada una anomalía social por su familia y amigos, la cual encuentra sentido en la rutina y las reglas de su trabajo. Aunque la novela no lo especifica, es evidente que Keiko se encuentra dentro del espectro autista. Volcada en su interioridad y carente de una personalidad definida, adopta el comportamiento de sus colegas con el propósito de “encajar”. Su predilección por la rutina y el orden es tan marcada que, en un episodio, la encontramos organizando productos en una tienda donde no trabaja. La narración destaca su falta de reciprocidad emocional y su dificultad para adaptar su conducta a diferentes situaciones. Su comportamiento, aunque atípico, resulta particularmente útil en un entorno laboral rígidamente estructurado. Además, la novela resalta su asexualidad, un aspecto notable en el contexto de una sociedad conservadora como la japonesa. 

No sé hasta que punto la autora se describa a sí misma (la novela se desprende de sus experiencias trabajando en una tienda de conveniencia), pero tiene una capacidad sobresaliente para generar empatía y comprensión por la protagonista (a pesar de que Keiko no se ve a sí misma como una víctima). Murata escribe con claridad y precisión la atmósfera de la tienda de conveniencia y sus tejemanejes (descripción que podría ser un tanto excesiva para los que no viven en Japón, e innecesaria para los que sí). Su estilo es sencillo, con un tono que oscila entre lo cómico y lo melancólico, indagando las complejidades y las contradicciones de la sociedad moderna japonesa, principalmente el papel de aquellos que no quieren (o pueden) llevar una vida “normal”.

Aunque "La dependienta" es una obra destacada, hay ciertos aspectos negativos a señalar. Uno de ellos es la representación y el desarrollo del personaje principal, Keiko. A pesar de que su comportamiento y modo de pensar singular añaden profundidad al personaje, algunos lectores podrían encontrar que la novela no explora suficientemente las complejidades emocionales y psicológicas de Keiko, dejándola algo plana y enigmática. Creo que el hecho de que no se mencione directamente su neurodivergencia, y por lo tanto no se enfoque su comportamiento desde esa perspectiva, puede ser un intento de la autora por no encasillar a la protagonista bajo un diagnóstico médico, lo cual le restaría peso a su intento por hacernos empatizar con personas que llevan una vida poco convencional. Por otra parte, la novela, centrada intensamente en la vida diaria de la tienda de conveniencia, podría ser percibida por algunos como monótona o con falta de dinamismo narrativo, limitando su alcance a un escenario muy específico sin explorar a fondo otras facetas de la sociedad japonesa. Por último, la sutil crítica social que Murata intenta transmitir no llegue a ser completamente apreciada por lectores no familiarizados con las sutilezas y las normas culturales de Japón, haciendo que el mensaje se pierda o se malinterprete (por ejemplo, en un lector extranjero se podrían reforzar ciertos estereotipos negativos que se tienen de los japoneses). Considerando todo lo anterior, me parece un libro indispensable para cualquier interesado en la literatura japonesa del siglo XXI, y para los que no, no se preocupen, es un librito que se lee de una sentada.

Nota. “La dependienta” ganó el premio Akutagawa en 2016, uno de los premios literarios con más prestigio en Japón. 

Firmado: Alain Ríos


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