viernes, 5 de enero de 2024

Alan Moore & Eddie Campbell: From Hell

Idioma original: inglés

Título original: From Hell 

Publicación:  a partir de 1991, por capítulos; 1999, como obra completa

Traducción: Jaime Rodríguez, asistido por Beatriz Barba

Valoración: imprescindible

En el muy improble caso (aunque a saber, que estos suecos, cuando se ponen, están muy locos)de que se concediera el premio Nobel de literatura a un creador del mundo del cómic, me parece que hay pocas dudas de que uno los principales candidatos, si no el primero, sería el guionista Alan Moore, por muchas razones, entre las que se cuentan los guiones de novelas gráficas tan destacadas como Watchmen, V de Vendetta o la que ocupa la reseña de hoy, otra obra magna de este arte (ya no recuerdo si era el octavo o noveno.): From Hell, una recreación/elucubración de la figura y los asesinatos del célebre Jack el Destripador. Como véis, amigues, el espíritu navideño aún no ha abandonado ULAD...

No me andaré con rodeos por miedo a destri... perdón estropearle la lectura a alguien, puesto que en el libro a la autoría de los  crímenes se desvela o atribuye casi desde el comienzo y, de hecho, buena parte de la novela consiste en acompañar al asesino mientras los comete. Siguiendo la hipótesis del autor Stephen Knight, que en 1976 publicó Jack the Ripper: The Final Solution, el Destripador habría sido Sir William Gull, primer médico real y destacado masón, que habría matado a sus víctimas para tapar el escándalo de cierto desliz cometido por un joven y alocado miembro de la casa real. Por ellos, en el complot estarían desde la mismísima reina Victoria hasta miembros prominentes de Scotland Yard, así como simples agentes, etc. Aunque en su momento tuvieron bastante éxito -incluso se realizó una película basada en el libro, con Sherlock Holmes persiguiendo al famoso serial killer-, parece que las tesis de Knight han sido refutadas desde entonces y no gozan, hoy día, de demasiado crédito.


Pero eso poco importa. En primer lugar, porque también Moore, aunque siga estas ideas durante todo el desarrollo de la novela, las pone en cuestión, así como al resto de teorías que han ido surgiendo sobre la identidad del destripador, en uno de los dos apéndices, titulado, significativamente Dance of the gull catchers (es decir, la danza de atrapagaviotas, pero también de los farsantes). Y, por otra parte, porque lo interesante de su narración no es tanto si la autoría hay que atribuírsela a éste o aquel personaje, sino el retrato descarnado que hace de un alma humana desquiciada, ambiciosa y megalómana... y de una sociedad, la del Imperio Británico de la era victoriana, que se correspondía punto por punto con ese retrato individual. Porque si algo se hace evidente en esta novela gráfica es que, crímenes aparte, el mayor horror del Londres en el que se desarrolla es la tremenda diferencia económica entre unos y otros, la miseria en la que viven los habitantes de Whitechapel, donde suceden los asesinatos, en contraste con la opulencia de la buena sociedad del West End, la autocomplacencia de los francmasones, la hipocresía de la realeza... Un mundo de desigualdades donde las más perjudicadas son las mujeres y, sobre todo, aquellas que se ven obligadas a "hacer la calle" para sobrevivir, como las víctimas del asesino; es más, en el libro el propio Gull ve sus actos como parte de una guerra de los hombres contra las mujeres, en la que aquellos han conseguido revertir la  situación, tras muchos milenios de dominio de éstas... Los crímenes del Destripador no serían para él sino unos sacrificios rituales para asentar el poder del heteropatriarcado, en la eterna lucha de lo femenino y lo masculina, de la diosa Luna contra el dios Sol... (no está mal para unos señoros de hace 30 años, ¿eh, amigues?). También hay que decir que a Gull -o al Gull que nos presenta Alan Moore- se le iba un poco bastante la pinza con los rollos esotérico-metafísicos y, de hecho, uno de los capítulos más memorables del libro no es para nada truculento, sino un recorrido "psicogeográfico" que hace por Londres, siguiendo la pista de las iglesias de su admirado Hawksmoor y otros monumentos, que resulta fascinante y también bastante perturbador. 


Enfrente, el asesino tiene al inspector Abberline, representación no ya del policía honesto pero poco imaginativo, sino del hombre común que se ha de enfrentar, con evidente impotencia, al monstruo, pero no sólo al que representa el asesino, sino también al de la degradación humana y social que ve a su alrededor, en esas calles de las que trata de huir sin conseguirlo. Ambos, Jack/Gull y Abberline son los dos protagonistas, sin lugar a dudas, de la narración, aunque sin olvidar a las prostitutas víctimas del Destripador, a las que los autores tratan con especial deferencia y compasión, deteniéndose lo suficiente en la vida de cada una de ellas, para que no convertirlas en simple atrezzo de vísceras y sangre, como ocurre en tantas novelas o películas policiacas, incluso en aquellas también basadas en casos reales. A su lado aún hay sitio -son casi 600 páginas- para encontrar a personajes destacados que pululaban por el Londres de la época: desde miembros de la familia real, como ya he dicho, al célebre "hombre elefante", John Merrick, Oscar Wilde, William Morris, los pintores Whistler y Sickert -éste, metido de hoz y coz en el asunto, de hecho-, etc. Todos se mueven por una ciudad recreada con todo detalle y conocimiento, en contraste buscado, en más de una viñeta, con el abocetamiento de las figuras humanas. Londres, sin duda, es en esta obra no ya el escenario, sino uno más de los personajes y no el menos importante...

He hablado durante toda la reseña de Moore porque es el autor de un guión de una complejidad y profundidad que rara vez se suele encontrar en las novelas gráficas, pero no quiero olvidar la magnífica labor gráfica del escocés Eddie Campbell, que en un estilo aparentemente sobrio -a esa impresión contribuye no sólo el imprescindible blanco y negro (aunque, por lo visto, existe también una edición posterior coloreada que no tengo la menor intención de ver jamás, ni por curiosidad...), sino la estricta y casi invariable distribución de las viñetas en la página- consigue no obstante transmitir todo el horror y la agitación inherentes a una historia tan tremenda, con un estilo que podríamos llamar "expresionista contenido". Las escenas de los crímenes en sí, basadas en el mejor montaje cinematográfico son, sencillamente, aterradoras. Sólo por el aspecto gráfico de este cómic (aunque el término aquí, más que en ninguna otra obra, se queda muy corto) ya merecería la pena el libro, pero si le sumamos el guión de Moore, no cabe duda de que nos encontramos ante una gran novela tanto policíaca como de terror, más un estudio psicológico y sociológico de primer orden y una narración absorbente que convierten a esta obra, definitivamente, en imprescindible.



También del maestro Moore y reseñados en Un Libro Al Día: V de Vendetta, Watchmen y La broma asesina



1 comentario:

Anónimo dijo...

Alan Moore, Alan Moore, Alan Moore... Pero este cómic, sin Eddie Campbell, no sería ni de lejos la joya que es. Y este señor brilla con luz propia también como guionista. No os perdáis su obra maestra "Baco".