Año de publicación: 2018 (como libro)
Valoración: recomendable
He de confesar que éste es el primer "Halfon" que leo. Y también confieso (o, mejor, prometo) que no va a ser el último. De hecho, la mayor objección que le puedo poner a este librito de poco más de 100 páginas es que me ha sabido a poco.porque se trata de uno de esos libros misceláneos, una recopilación de artículos y otros textos ya publicados aquí y allá, que sirven de perfecto aperitivo, de entrante para abrir el apetito a obras más extensas y con más chicha (lo que no significa con más sabor) a las que hincarle el diente.
No son muchos los capítulos, pues ya digo que el libro no es muy extenso: seis artículos, en principio variados, pero que tienen en común, de una u otra forma, el veneno inoculado de la literatura, tanto en su vertiente lectora como, en su caso, en la práctica de la escritura. También la memoria, la personal y la familiar, que, me parece, es uno de los motores que mueven la obra literaria de este autor; de hecho, los vericuetos de la memoria son el tema principal -incluso en su título- de uno de los "capítulos" del libro, La memoria infantil.
Los demás textos, pese a su carácter diverso, ya digo que guardan también una relación entre sí, un hilo invisible que los une y que, sin ceñirlos en exceso, sí que les otorga una cierta coherencia: Biblioteca bizarra, que da título al volumen, es un repaso, con un aire algo calviniano, a una serie de bibliotecas personales que el escritor ha conocido -o incluso de ninguna manera ha podido conocer, como ocurre con la última, La biblioteca mojada-; en algún caso la descripción se hace de las bibliotecas de escritores conocidos: reconozco que cuando leí la que dedica a la de Leonardo Sciascia -o más bien a su colección de retratos de otros escritores-, conservada en la fundación que lleva su nombre, Halfon me ganó para la causa...
Los desechables, el segundo capítulo del libro, se refiere a una reunión que tuvo este autor en una biblioteca de barrio de Bogotá con personas que vivían en la calle y trataban de sobrevivir a ésta y al infierno de la adicicón que les había llevado a ella. Halfon, boy es la rememmoranza de la gestación y nacimiento de su hijo, que el autor entrevivió con la traducción de los poemas de William Carlos Williams, lo que le da pie para una nueva reflexión sobre la creación y sus complejidades, tanto referida a la literatura como a la de la vida de una persona. En Saint-Nazaire el escritor que le sirve para llevar a cabo estas reflexiones es Chéjov, cuya correspondencia estudia mientras se encuentra en esa localidad francesa, al tiempo que contempla el mamotreto de la base alemana de submarinos de la II Guerra Mundial (esas megaestructuras nazis, siempre tan sugerentes...).
Dejando aparte la ya mencionada La memoria infantil, el último capítulo del libro es quizás el mejor de todos: un artículo publicado originalmente en inglés titulado Mejor no andar hablando demasiado, en el que Eduardo Halfon va trenzando la historia reciente de su país, Guatemala, con la suya personal y su descubrimiento tardío y abducción por parte de la literatura. un artículo que avanza con una nostálgica suavidad hasta que Halfon, que como narrador no tiene un pelo de tonto (no va con segundas), de pronto incrementa la tensión hasta terminar con un mazazo que te deja sin respiración, pero, sin dudas con ganas de leer más, mucho más , de este escritor.
Termino ya, tranquilos todos, enlazando con la referencia anterior al gran Sciascia. Porque este librito -de apabullante sobrecubierta, hay que señalar- me ha recordado a alguno de este escritor siciliano, como Negro sobre negro, en el que también se aunaban una serie de reflexiones sobre las sutilezas de la vida o sobre las circunstancias histórico.políticas de su país con otras puramente literarias, de una exquisitez y sensibilidad inigualables. Al menos, para mí como lector, inigualables hasta ahora, que he descubierto a Eduardo Halfon.
2 comentarios:
Una reseña estupenda, Juan. Yo también me iniciaré en Halfon con este libro, mira tú qué casualidad. ¡Un abrazo, compañero!
¡Somos hermanos de Halfon!;)
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