Año de publicación: 1962
Valoración: recomendable
Al comienzo de Los enanos se nos narra una escena que bien podría resumir toda la novela: en el fondo del patio de luces de un edificio de pisos de Barcelona, donde se encuentra la pensión Eloísa, en la que se desarrolla la historia, entre un montón de desechos se mueven unas ratas, cuyos requiebros y peleas entretienen a los vecinos del inmueble y, sobre todo, a a los inquilinos de la pensión. La metáfora resulta más que clara, puesto que esta novela lo que nos cuenta son los quehaceres, sinsabores y enfrentamientos entre una serie de personajes, a cada cual más mísero y desgraciado. Sin embargo, y aunque la autora no renuncie a esa imagen de las ratas, el título del libro, aunque vaya en el mismo sentido, hace referencia a una reflexión que una de las pensionistas escribe en un cuaderno:
"Huir, locamente, alegremente, de ese gigante que nos fuerza a ser lo que somos y nos obliga a andar por donde él quiere. Somos enanos rodeados de enanos y los gigantes se esconden para reírse."
Tales "enanos", como he comentado, por tanto, son los habitantes de una cutre pensión de Barcelona allá en la época en que España comenzaba a salir, aun muy poco a poco, de los rigores de la larga posguerra; una colección de perdedores, ya sea por las circunstancias de la vidao de nacimiento, que han recalado allí por diversos motivos: el boxeador Mohatá, que un promotor utiliza como saco humano para impulsar la carrera de otros púgiles, el señor Alfredo, judío de Tánger y su esposa doña Cleo, que abandonaron la ciudad marroquí tras su independencia de España y sobreviven malvendiendo lo poco que salvaron de su anterior vida acomodada; la planchadora Sabina, huida de su pueblo y dispuesta a prosperar, aunque sea ofreciendo su cuerpo al mejor postor... y así todo un reguero de personajes no demasiado afortunados, en el mejor de los casos, o abocados a la miseria material y anímica, en los demás. El contrapunto, siquiera en el tono, a la narración de tantas cuitas y sinsabores cotidianos de estas vidas desgraciadas lo ponen las confesiones y reflexiones, en primera persona, que escribe en un cuaderno la señorita María, una joven de Mallorca, hermana de un cura, que en su momento escapó a Barcelona con su amante, un hombre casado, y ahora sobrevive cuidando niños de familias burguesas. Pero ya digo que es un contrapunto relativo, pues puede que ella sea la más desdichada de todas.
Es ésta una novela dura, no tanto por la truculencia de lo que nos cuenta o por un lenguaje áspero y chabacano, sino porque no da tregua al lector; en todo momento deja claro que a los personajes no les va a ir mejor e incluso, seguramente, su situación empeorará, con lo que, aunque algunos no sean demasiado simpáticos, es inevitable sentir lástima por ellos. Sin duda, se trata de una novela propia de su época, cuando estaba en auge el realismo social y deudora, sin demasiado disimulo, de La colmena, de Cela, aunque más limitada a un espacio concreto y a menos personajes (también se percibe un cierto regusto a Nada, por lo menos a su primera parte). Además, en Cela se aprecia un menor apego por sus criaturas, una mirada más fría, de entomólogo, mientras que Alós muestra una mayor empatía, una comprensión más acentuada, especialmente en lo que le ocurre a las mujeres de su novela, quienes, por otra parte, llevan el mayor peso de la historia.
Concha Alós, escritora valenciana (aunque criada en Castellón) que tuvo su mejor momento en los años 60 y 70, ha sido felizmente recuperada en los últimos tiempos por La Navaja Suiza, y fue, no cabe duda, una gran escritora, con un estilo limpio y directo, pero sin renunciar a la complejidad narrativa. Esperemos que no vuelva a caer en el olvido.
Como curiosidad, decir que Los enanos ganó el premio Planeta en 1962 (está claro que eran otros tiempos), pero su autora hubo de renunciar a él porque ya había comprometido la publicación de la novela con otra editorial. Quizá en compensación por este contratiempo, le volvieron a conceder premio dos años después, con Las hogueras esta vez sin problema alguno.
También de Concha Alós y reseñada en Un Libro Al Día: Las hogueras
2 comentarios:
Que también está reseñada en el blog. Las hogueras digo 😉
Ah, pues se me había pasado...Ahora mismo lo enlazo. ¡ Mil gracias, Montuenga!
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