viernes, 20 de octubre de 2017

Deborah Levy: Nadando a casa

Idioma original: inglés
Título original: Swimming Home
Año de publicación: 2011
Traducción: Susana de la Higuera Glynne-Jones
Valoración: está bien (supongo...)

Veamos: novela corta, compacta, con pocos escenarios y tan sólo un puñado de personajes: se trata de un famoso poeta que pasa las vacaciones con su familia y unos amigos en una villa de la Costa azul, cerca de Niza. Comienzo llamativo, prometedor: un día en la piscina de la finca aparece desnuda una hermosa y enigmática joven -tranquis, que no está muerta; esto no va de crímenes-, que es invitada por la esposa del poeta a quedarse con ellos... Todo apunta a tragicomedia sobre las debilidades y contradicciones de la clase burguesa intelectualoide, con la chica, Kitty Finch, actuando de catalizador. Prosa más que correcta, por otra parte; "esto me lo ventilo yo en una tarde", piensa uno...

Pues que si quieres arroz, Catalina... me ha costado un número inconfesable de días terminar esta novelita. Sin duda, no es culpa suya; ya digo que creo que cualquiera podría con ella en una tarde, a lo sumo dos. Y es cierto que tanto mis circunstancias personales como los acontecimientos políticos (para qué les voy a contar) han hecho que me dispersara lo impredecible con esta lectura. Que, por otra parte, de cómica tiene muy poco y sí bastante de tragi-; amén de que la figura de Kitty sí resulta ser un catalizador de los problemas larvados, aunque no exactamente como yo preveía... (esto, he de decirlo , me parece lo más interesante de la novela). Fatalismo, autodestrucción y desequilibrio como ingredientes fundamentales del plato. Desencuentro. Infelicidad. Desamparo existencial, si se quiere... En suma, una serie de cosas que hacen que una historia más o menos dramática no pinte mal, lo que supongo que significa que está bien. O viceversa.

Pero el caso es que, al final, lo que se impuso fue el ruido de fondo, lo que impidió que este mediocre lector se concentrara y ahora, más aún, le impide dar un dictamen consistente sobre lo leído. Porque si, como se dice, es el lector el que escribe o al menos completa un libro cada vez que éste es leído, a mí me ha salido un libro difuso, fragmentario e irregular. Cosa que, probablemente, no sea cierta, si quien lo lee es uno de vosotros. Pero también puede que, si una narración, por interesante que nos parezca a priori, no logra mantener nuestra atención, subyugarnos, por decirlo así, entonces tampoco cumpla su primera función. Que no es la de enseñarnos cosas, entretenernos ni deleitarnos con la belleza del lenguaje, sino absorbernos, arrebatarnos y mientras duren sus páginas otorgarnos un plus de vida, una intensificación de nuestra existencia como no podría hacerse de otra manera...

Aunque igual estoy equivocado ¿qué opináis?



7 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien explicado. Alguna vez me ha pasado algo parecido. Circunstancias personales me han impedido concentrarme en la lectura. Y pasaban dos cosas. Por un lado el libro me duraba mucho más de lo normal, y por otro, mi nivel de atención no era el mejor.
Supongo que esto es 'leer mal' un libro. Y me pasa como a ti, que te quedas con la duda a la hora de evaluarlo.

Manuel Benet Navarro dijo...

Depende de la concepción que se tenga de la literatura, que en mi opinión va más allá de "absorbernos, arrebatarnos y mientras duren sus páginas otorgarnos un plus de vida, una intensificación de nuestra existencia como no podría hacerse de otra manera".

Creo que cabría valorar otros propósitos, como analizar la naturaleza humana y su existencia, las relaciones personales y otras cosas del comer. Creo que algunos libros son para devorar, y otros más para masticar y saborear, y cada cual tiene sus ventajas (disfruté como un enano leyendo La tapadera, pero no me atrevería a calificarla de "obra maestra", sea lo que sea lo que eso signifique), aunque como he dicho es una opinión personal.

Por ejemplo, me cuesta creer que a la mayoría de lectores, leer "Viaje al fin de la noche", "La montaña mágica", "El Ulises" o "En busca del tiempo perdido" les genere ese arrebato-atrapamiento-huida de la realidad que comentas, pero no por eso deberíamos arrojarlos a la basura.

Dicho más brevemente, no todo es entretenimiento.

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«[…] Espero que a todos los lectores esta historia les sirva para estar prevenidos y hacer alguna aportación a las alas del tiempo, problema, joder, es que casi todos los lectores preferirían estar en el cine. Prestar atención, pensar algo, sacar una conclusión, problema, joder, es que casi todos los libros están escritos para lectores completamente satisfechos con lo que son, preferirían estar en el cine, llegan con las manos vacías y se van igual, joder, lo que le decía a Scharmm Bast. Si les pides que hagan un mínimo esfuerzo, joder, quieren que se lo den todo hecho, se levantan y se van al cine, […]» (Pág.446-447)

Jota Erre, William Gaddis.

Ana Navarro dijo...

Pues ahora mismo estoy en esa fase y, creo, que por los mismos motivos que describes. Empiezo y libro, lo aparco. Luego otro, y otro, y otro. Y no, no es que los escritores sean regulares, malos o menos buenos, se trata que la situación me come toda la capacidad de concentración que tengo. De todas formas, y si te quedas con la duda en la evaluación, casi mejor que lo dejo para otra fase. Gracias por el comentario

Interlunio dijo...

Hola. La reseña me ha encantado, Juan. Vamos, que de un libro que no te ha atrapado, has sacado provecho con una reseña que va más allá de él.

Yo me inclino más a la postura que plantea Manuel Benet: en la literatura busco otras cosas antes que el entretenimiento. Lo digo sin orgullo ni vergüenza. Es sumamente valorable lo que planteas de que el libro debe, antes que nada, absorvernos. Y supongo también que ese viaje del que hablas entre libro lector dependa, no solo de lo que busca cada uno en la literatura, si no, de la manera, el estado en que se encuentra cuando emprende el viaje. Los factores que interactuan son muchos. Tus dudas sobre el libro son correctas, no nos conformamos con pensar: "Juan estaba distraído y no lo supo valorar", ya que mañana puedes pillar un Ellroy y aunque te caiga una bomba en la esquina, seguirás absorto y eso subraya tu posición de que este libro no debe ser tan bueno porque no logró lo que Ellroy. Y nadie puede llevarte la contraria.

Yo creo que, como con todo, el que viene a darnos las respuestas es el tiempo. Roa Bastos afirmaba que escuchábamos con el recuerdo más que con el oído. También se aplica para la lectura, pienso yo. Y en este punto es donde cada uno da el valor a una obra que la obra merece solo para él. En mi caso, como el del chico que comenta arriba, olvido los libros que "unicamente" me entretuvieron. Los acabo, les agradezco el servicio prestado, yo pagué por ellos y ellos me sacaron de aquí unos días, y todo saldado. Sin embargo, aquellos libros que, aunque me hagan tener que volver atrás, aunque me exijan y me agoten, me dejen cuestionandome cosas sobre ellos y sobre mi, son los que recuerdo más tarde y los que me dejan con esa sensación de admiración y agradecimiento, ya que pagué por ellos, pero ellos me dieron mucho más que el tiempo que pasamos juntos. Siguen latentes en mi mucho después de leer la última página. Me hacen volver tiempo despúes.

Tu preguntas si estás equivocado. Claro que no. Imposible para nosotros decir lo que los libros son para ti. Injusto. Cualquier respuesta que pretenda decir más que lo que los libros son para cada uno en particular, no tiene sentido.
Juan, los libros son para aprender.
Santi, Marías es el número uno.
Carlos, los experimentales son malos... Catalán, tu eres español...
Todas pérdidas de tiempo.
Es más valioso escucharnos o leernos sobre lo que cada cosa es para cada uno. Pienso yo.

"Nadando a casa" Deborah Levy. ¿Lo leeré? Casi seguro que no. Pero lo recordaré como aquel libro donde en el blog, Juan, planteó que la subjetividad existe, y es mucho más rica que los absolutos.
Por mi parte, otra vez, felicitaciones por la reseña; de lo que para ti fue un desierto has extraído agua para los lectores del blog. Espero que te paguen bien. ¡juas!

Un saludo.

Gabriel Diz dijo...

Hola Juan,

Has terminado la reseña con una frase muy bella: "...absorbernos, arrebatarnos y mientras duren sus páginas otorgarnos un plus de vida, una intensificación de nuestra existencia como no podría hacerse de otra manera..." Creo que esto pasa solamente con los grandes libros, independientemente de cuales sean para cada uno de nosotros. La literatura, como toda manifestación artística, tiene la capacidad de generar sentimientos o sensaciones diferentes en cada persona por lo cual un libro que para mí ha sido un mero entretenimiento puede ser para otro un libro arrebatador...
Sí me gustaría reivindicar la literatura en su sentido utilitario....no está mal que un libro sea solamente un entretenimiento......me parece!

Saludos

Interlunio dijo...

* absorbernos
* sino

Juan G. B. dijo...

Hola a todos:
Ante todo, gracias por tantos comentarios en una reseña que, si bien no es "interruptus", porque sí que acabé el libro, reconozco que no sabía muy bien como afrontar, por las razones ya expuestas. En cualquier caso, quiero insistir que esta inoperancia mía no es, sin duda, culpa de la novela, sino a una conjunción de circunstancias personales y políticas que me han dificultado la concentración.
Quiero agradeceros también a todos las aportaciones que hacéis en vuestros comentarios, la variedad de los mismos y el interés de vuestras reflexiones. No puedo ni quiero rebatir ninguna de ellas; simplemente me llama la atención que varios habéis mencionado el concepto de "entretenimiento", algo que yo no he mencionado ni tenía en mente en ningún momento. El último párrafo de la reseña no se refiere a la literatura de evasión o entretenimiento, sino a la capacidad de arrebatarnos que puede y debe tener la buena literatura (y sí, también la de Joyce o Gaddis) y mi pregunta final va más en el sentido de hasta qué punto la percepción de esa obra literaria está determinada por las circunstancias externas a ella, por todo lo que rodea su lectura.
Y ya lo dejo; gracias de nuevo a todos y un saludo ; )