Título original: Blasted
Título en español: Reventado
Año de publicación: 1995
Valoración: Muy recomendable
Cuando Blasted* fue estrenada en el Royal Court Theatre Upstairs de Londres, el crítico Jack Tinker declaró en el Times que la obra no era más que un "asqueroso banquete de porquería". En realidad, nadie que asistiera al estreno de Blasted en 1995 salió de aquella diminuta sala inalterado por la espiral de violencia que acababa de ver representada a un palmo de su cara.
Si bien es cierto que Blasted sumerge al público en un mundo de pesadilla, las sucesivas imágenes de violencia no son en absoluto gratuitas. Kane decidió situar la acción en la habitación de un lujuso hotel de Leeds -"tan lujoso que podría estar en cualquier parte del mundo", reza una acotación- para acercar, así, al imperturbable rostro de los británicos la realidad de las guerras yugoslavas, en las que la violencia sexual llegó a ser blandida como un arma devastadora.
Sin embargo, una bomba desbaratará tanto forma como contenido: de repente nos encontramos con que, aunque a los personajes no les sorprenda en absoluto, una guerra está teniendo lugar afuera. Tras la entrada del Soldado, cuyo único interés parece ser relatar a Ian las brutalidades cometidas en sus campañas militares, personajes y público se encuentran atrapados en una atmósfera de pesadilla -más propia del teatro expresionista- que alcanza sus más altos picos cuando, por ejemplo, el Soldado se come los ojos de Ian o cuando Ian devora un bebé muerto. No obstante, el lector ha de permanece alerta para descubrir las muchas claves que sugieren que no todo en Blasted está ocurriendo en el plano de la realidad.
Debido a que Kane fue acortando la obra hasta que sólo quedó "lo esencial", sus 61 páginas no aptas para estómagos delicados pueden resultar desconcertantes: son casi más importantes los huecos que el lector/público tiene que esforzarse por rellenar. De forma similar a Bertolt Brecht, Sarah Kane quiso sacudir a su público para que reflexionara sobre los horrores de una guerra que los medios retransmitían como relativa a otro planeta. La diferencia es que la distancia intelectual resulta inútil con esta obra: Blasted no puede ser digerida más que con el estómago.
Si alguien tiene interés en ahondar en los recovecos de esta obra, puede acercarse a la clarificadora la lectura que hace de ella Peter Buse según la "teoría del trauma".
*"blasted" = "reventado(s)" o "maldito(s)"
Si bien es cierto que Blasted sumerge al público en un mundo de pesadilla, las sucesivas imágenes de violencia no son en absoluto gratuitas. Kane decidió situar la acción en la habitación de un lujuso hotel de Leeds -"tan lujoso que podría estar en cualquier parte del mundo", reza una acotación- para acercar, así, al imperturbable rostro de los británicos la realidad de las guerras yugoslavas, en las que la violencia sexual llegó a ser blandida como un arma devastadora.
Sin embargo, una bomba desbaratará tanto forma como contenido: de repente nos encontramos con que, aunque a los personajes no les sorprenda en absoluto, una guerra está teniendo lugar afuera. Tras la entrada del Soldado, cuyo único interés parece ser relatar a Ian las brutalidades cometidas en sus campañas militares, personajes y público se encuentran atrapados en una atmósfera de pesadilla -más propia del teatro expresionista- que alcanza sus más altos picos cuando, por ejemplo, el Soldado se come los ojos de Ian o cuando Ian devora un bebé muerto. No obstante, el lector ha de permanece alerta para descubrir las muchas claves que sugieren que no todo en Blasted está ocurriendo en el plano de la realidad.
Debido a que Kane fue acortando la obra hasta que sólo quedó "lo esencial", sus 61 páginas no aptas para estómagos delicados pueden resultar desconcertantes: son casi más importantes los huecos que el lector/público tiene que esforzarse por rellenar. De forma similar a Bertolt Brecht, Sarah Kane quiso sacudir a su público para que reflexionara sobre los horrores de una guerra que los medios retransmitían como relativa a otro planeta. La diferencia es que la distancia intelectual resulta inútil con esta obra: Blasted no puede ser digerida más que con el estómago.
Si alguien tiene interés en ahondar en los recovecos de esta obra, puede acercarse a la clarificadora la lectura que hace de ella Peter Buse según la "teoría del trauma".
*"blasted" = "reventado(s)" o "maldito(s)"
9 comentarios:
Bienvenida al blog, Paula, espero que te lo pases bien con nosotros :)
Interesantísima esta reseña, ya me gustaría leer y, sobre todo, ver representada esta obra. No conocía a esta autora, que por lo que cuentas, fue un auténtico terremoto teatral a finales del siglo XX. ¿Sabes si se ha publicado como libro en España, o si alguien la está representando actualmente? (o alguna otra de sus obras...)
¡Gracias, Santi!
Estoy mirando y la Casa del Libro se supone que tiene sus "Obras Completas" (que son sólo 6 o así, porque se suicidó muy joven...), pero en inglés. En castellano (¡e incluso en gallego!) parecen estar editadas algunas de ellas, sueltas.
Recientemente ha habido un montaje de "El amor de Fedra" en Madrid con motivo del Festival de Otoño. Lo curioso es que era una producción de una compañía creo que Serbia, y esta obra también tiene como trasfondo el conflicto de la antigua Yugoslavia...
Me sumo a la bienvenida al blog, Paula! Pero no así a las ganas de ver esta obra... Me parece muy legítimo que un autor (o autora) decida sacudir a su público con escenas de violencia extrema, ahora bien, creo que yo no quiero verlo. Ya estuve en una obra de teatro, por ejemplo, en la que los actores se dedicaban durante el último cuarto de hora a tirar trapos a la cara del público, gritando como posesos, todo ello acompañado de luces cegadoras y sonido ensordecedor. Y, en fin, no es sólo que la experiencia no fuera grata (que no hace falta), sino que no le vi sentido alguno a tanta molestia. Este puede ser un caso totalmente distinto, claro. Pero como que no me dan muchas ganas...
Hombre, si he entendido bien, y a juzgar por lo que he leído en otros sitios (o sea, en Wikipedia), en este caso se trata de provocar una reacción por la violencia directa y cruda de las escenas que se muestran, no porque realmente al espectador se le "haga" nada. Y creo, además, que este caso sí tenía un propósito, en sentido estético e ideológico.
Ya, ya entiendo lo que quieres decir, Jaime... Y no, en teoría no tendrían por qué hacerle nada al público. Además, aquí entran otras dos cuestiones (como mínimo) en juego. Por un lado, que todo depende de cómo pongan en escena estas imágenes violentas (porque es obvio que no se van a comer a un bebé muerto de verdad, etc.). Por ejemplo, pueden hacerlo de forma muy realista... o totalmente simbólica. No sé qué opción sería mejor ni cuál peor, pero está claro que sería totalmente diferente. Por otro lado, la misma Kane comentó que es casi más impresionante leer Blasted (porque realmente ves en tu cabeza un niño siendo devorado) que verlo en escena, porque en ese caso "es más que obvio que no es un bebé de verdad". Todos somos conscientes de que lo que ocurre ahí arriba no es de verdad.
Ah, y también cambia la cosa si se ve la obra representada en el Paraíso del Arriaga que si se ve en una sala pequeña e íntima, como aquélla en la que se estrenó...
¿Qué opináis de todo esto?
Yo si algún día veo la obra voy a estar totalmente viciada por todo lo que he leído...
Vale, de acuerdo, veo la diferencia entre "escenas de contenido violento" y "cosas violentas que se le hacen al público". El problema que yo tengo con esta última modalidad es que se empieza a dejar de lado la representación, ¿no creéis? Cuando tiramos trapos a la cara del público y le gritamos, ¿estamos representando o estamos obligando al público a formar parte de una performance de la que no se les había informado?
Pensándolo dos veces, ya me doy cuenta de que esto de Blasted va por otro lado. Como bien dices, Paula, la violencia puede representarse de muchas maneras en teatro (sin dejar de ser representación) y, de hecho, las tragedias clásicas siempre tienen argumentos de lo más salvaje (que, sin embargo, no se representaban en escena, a los ojos del público). De hecho, esto puede "sacudir" mucho más que lo de violentar físicamente al público. A mí aquella obra me dejó indiferente, sólo me molestó (pero a un nivel trivial, quiero decir). Sin embargo, es muy probable que Blasted me impactara mucho. Vaya, ahora ya me va entrando curiosidad.
Por cierto, que no había oído nunca antes esto del "in yer face theatre". ¿Es muy reciente, Paula? ¿Hay otros autores? (Como se nota que es viernes a la tarde, y hay muy pocas ganas de currar, jejej..)
Suena muy interesante!Bienvenida Paula! Espero poder ver esta obra representada;-) Me encantan las obras que interpelan al espectador- eso sí, no la que comenta Jaime, por ejemplo, si no tiene sentido lo que hacen y sólo provocan sin más, no tienen gracia- pero si consiguen llamar tu atención y hacer que entres en catarsis con la obra y su mensaje, aunque de una forma más novedosa adecuándose a los tiempos y tendencias actuales, genial. Esa es la Obra de Teatro;-)
En enero Striga presenta Hambre que es una adaptación de esta obra. No la he visto ni pertenezco al colectivo (de hecho, he llegado a tu blog para ver si me enteraba de qué trataba la obra) pero conozco a algunos de los integrantes del colectivo y seguro que hacen algo maravilloso.
Buenas, soy estudiante de arte dramático y actualmente estoy estudiando a Sarah Kane, para las personas a las que les ha llamado la atención me gustaría aportar un granito de arena. Sarah Kane escribió esta obra después de ver en la MTV la Guerra de los Balcanes, la MTV la emitió en directo y son cortes. Sarah Kane vio esto mientras escribía la obra Blasted, le estalló en la cara la guerra sin esperarlo, así que decidió cambiar la historia y hacer que a los personajes le estallara la guerra como le estalló a ella, de ahí llamado este tipo de teatro "in your face". Las historias relatadas por el soldados son cosas que de verdad ocurrieron en esa guerra y que además fueron emitidas por la MTV en directo.
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