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domingo, 31 de julio de 2022
Kay Boyle: El caballo ciego
sábado, 30 de julio de 2022
Edmund Crispin: Enterrado por placer
Titulo original: Buried for pleasure
Año de publicación: 1948
Traducción: Magdalena Palmer
Valoración: se deja leer
¿Influyen lecturas pasadas en lecturas futuras? Quiero decir, como una secuencia cuando se lee de forma frecuente. Porque justo acudo a este libro (cuya elección no puede obedecer más a la casualidad, una biblioteca móvil lo ofrece y lo tomo por el mero hecho de ser publicado por Impedimenta, sin conocer al autor) después de leer Aniquilación, esa sí, lectura consciente y por placer.
Y resulta que me encuentro ante dos polos casi antepuestos: literatura rabiosamente actual y asida a todos los problemas y situaciones del mundo de hoy vs, (cómo definiría Enterrado por placer) novelita de misterio al uso con regusto a rancio desde los primeros párrafos.
No diré que haya que desdeñar por sistema los géneros anclados en otras épocas, no me definiría como anglofílo, pero tampoco anglofóbo, más bien tengo ciertas reticencias ante las corrientes culturales que puedan emanar de una sociedad que, en su núcleo duro, siempre se ha manifestado como clasista y peculiar, qué mejor ejemplo que el Brexit, y esta novela es prácticamente un compendio de ciertos defectos, que se aúnan a un poderoso aroma a deja vu y que se combinan, por lo general, con un amontonamiento de tópicos que, me perdonarán los incondicionales del género, convierten el género detectivesco en algo ya añejo. Como un Cluedo literario. Quizás por puro escapismo, gusto de muchos lectores, pero, y me refiero de nuevo a mi lectura de Aniquilación (muy notable, por cierto) sin que sean capaces de aportar más que eso.
Gervase Fen es uno de esos detectives al uso, que, saturado de vida urbana, se desplaza a un pueblo de la campiña inglesa con la intención de presentar candidatura al Parlamento (a pesar de no vivir allí, claro guiño futurista al Macarena Olona style), pero, claro, pronto se producen hechos misteriosos allí y su naturaleza investigadora no puede omitirlos. Hay locos que se pasean desnudos, espíritus que mueven cosas, hombres y mujeres con oscuros pasados, etc. Se producen dos asesinatos y Fen tiene que dejar de lado su carrera política para tomar cartas en el asunto. La investigación de la policía es tosca e insuficiente y Fen se mostrará de gran ayuda, por supuesto. Carrusel de tópicos que incluyen referencias muy reprobables a los personajes femeninos - aquí las mujeres o son fascinantes bellezas o puros trozos de carne con patas - alardes de sapiencia y diálogos de escasa credibilidad, puro culto al personaje de Fen, trasunto de tantos y tantos (de Holmes a Montalbano) ejemplos de detectives de pura raza, cultos e intuitivos pero con algún resquicio para imperfecciones que los humanicen. En fin, que no sé que hago leyendo este subgénero tan caducado ahora, en 2022, donde sí, el estilo es bueno, sí, la ambientación tiene su mérito, todo lo que queráis, pero, como lector, me planteo qué sentido tienen - salvo corregir actos de censura o traducciones previas atroces - estas recuperaciones.
viernes, 29 de julio de 2022
Ocean Vuong: En la Tierra somos fugazmente grandiosos
Título original: On Earth We're Briefly Gorgeous
Traducción: Yannick Garcia (trad. al catalán) y Jesús Zulaika Goicoechea (trad. al castellano) para Anagrama.
Año de publicación: 2019
Valoración: recomendable
jueves, 28 de julio de 2022
VV.AA.: Libertad
Debemos sustituir el debate sobre la libertad basada en el falso lema «menos limitaciones = más libertad» y preguntarnos por la naturaleza de esas limitaciones: ¿nos las dictamos nosotros mismos o las impuso el exterior? ¿Sirven o son útiles para la libertad de sólo algunos seres humanos o para las de todos?
miércoles, 27 de julio de 2022
Laura Pérez: Tótem
Año de publicación: 2021
Valoración: más que recomendable
Empezaré la reseña de esta novela gráfica explicando lo más obvio de la misma, pero que tal vez debería guardar para la conclusión: Tótem, de Laura Pérez, es una exquisitez. Exquisitez en la forma, con esos elegantes personajes -"personajas" aquí, sobre todo, si se me permite el palabro- que traza esta autora; la igualmente distinguida y original manera de colorear y la inteligente composición de viñetas y páginas. pero también exquisita es la historia o historias que nos cuenta, con una sutileza y encanto cautivadoras, además de conseguir una fluida complejidad de la narración, a pesar de -o quizás debido a- su laconismo. Historias que se van alternando sin que parezca tengan que ver entre sí, hasta que te das cuenta de que se han entrelazado para formar un tejido delicado, un estructura sutil que, a modo de liviana cesta, recoge y envuelve las situaciones y avatares que nos está contando la autora.
El misterio de la muerte de una arquitecta japonesa; dos mujeres jóvenes que recorren en coche el desierto de Arizona; una niña que descubre lo sobrenatural en un pueblo de la España pretérita... historias que, ya digo, parecen independientes unas de otras y se pueden leer así, aunque en verdad están unidas por unos lazos suaves, pero insoslayables, que otorgan al conjunto la consistencia de algo bien atado, sin perder la sugerencia propia de una narración más abierta.
Exquisita, sutil, delicada, liviana, enigmática, original, sugerente... también elegante y sorprendente; todos estos adjetivos `pueden calificar esta novela gráfica de Laura Pérez que, a mi entender y aunque no sea del todo correcto hacer comparaciones, ha dado un salto de calidad desde su anterior trabajo, Ocultos. Ojalá se mantenga en esta progresión, en un futuro.
En fin, que me ha gustado mucho, por si no os habías dado cuenta... ; )
También de Laura Pérez reseñado en Un Libro Al Día: Ocultosmartes, 26 de julio de 2022
André Gide: El inmoralista
Título original: L´immoraliste
Traducción: Julio Cortázar
Año de publicación: 1902
Valoración: Recomendable
Ante su padre agonizante, Michel ha prometido casarse con Marceline, una joven que es poco más que una simple conocida. El matrimonio arranca por tanto con escaso entusiasmo, aunque con el confort que proporciona acomodarse a las convenciones sociales. En su viaje de boda la relación parece fortalecerse, y llegan así a Túnez, donde Michel contrae la tuberculosis. Gide relata con cierto detalle el proceso de la enfermedad, el descenso hasta sentir próxima la muerte, y la posterior y lenta recuperación. Cuando más está sufriendo, Michel experimenta su epifanía: hasta entonces enteramente centrado en sus estudios, sin apenas ser consciente de ello empieza a valorar la salud, el vigor que en esos momentos le falta y que observa en los niños que merodean a su alrededor. Aunque siente, y agradece profundamente, las atenciones de Marceline, Michel ha descubierto el otro lado de la vida, los placeres que quizá no había sospechado, y que le impulsan a luchar por su curación.
Ya desde muy pronto tenemos esas dos caras de la existencia pugnando, no tanto por imponerse, pero sí por mantener una coexistencia que no resulta sencilla. El mundo reposado, amable y socialmente aceptable de un matrimonio convencional, dominado por el respeto, el afecto y los cuidados mutuos. Y la llamada de experiencias diferentes, que le harán deambular entre París y la casa familiar de Normandía (en una fase que recuerda bastante al hace poco reseñado Tolstoi), casi siempre con la compañía de muchachos muy jóvenes (vecinos, hijos del guardés o de un aparcero) cuya presencia va siendo cada vez más llamativa. Con esa prosa exacta, de cierto aire arcaico, Gide muestra en este punto una extraordinaria sutileza para sembrar la sospecha del lector e intensificarla de manera tan leve como perceptible, porque esos niños o adolescentes están ahí, obviamente, para ilustrar esa atmósfera hedonista que atrae a Michel cada vez con más fuerza que su vertiente más burguesa.
En esa dicotomía, lo que podríamos llamar el lado oscuro (o luminoso, según se mire) va acumulando elementos. Michel persiste en esas amistades que le transmiten vitalidad, y se afana en dirigir personalmente la gestión de sus tierras, lo que le permite llenarse de la sensualidad de la naturaleza, sus colores y sonidos. Pero también contacta con un antiguo amigo que le insta a decidirse, y llega tal vez al fondo de esa exploración conociendo las brutales escabrosidades de la familia Heurtevent. La atracción de ese mundo prohibido gana terreno (‘Llegaba a no gustar en los demás sino las manifestaciones más salvajes, a deplorar que una sujeción cualquiera las refrenara’), aunque siempre sin abandonar su otra vida, sin descuidar a la Marceline que siempre estuvo a su lado. Podría llamarse hipocresía, pero también búsqueda, necesidad de vivir varias vidas o de atender a lo que reclaman diferentes instintos. Tal vez lo más estremecedor es la relación de vasos comunicantes que se establece entre los dos miembros de la pareja. Mientras Michel va ganando confianza y deseos cada vez más acelerados de conocer y experimentar, Marceline parece irse difuminando, como si su marido estuviese absorbiéndole la vida.
A veces ocurre que la sensación más poderosa que transmite un libro no se deduce de lo que uno va leyendo, de los personajes o del argumento, sino de algo que solo se puede observar desde la perspectiva del libro terminado, y tal vez de un cierto tiempo transcurrido. Es lo que experimento en este caso. Leído página tras página, El inmoralista puede resultar algo aburrido, no sabemos a dónde nos lleva, ninguna circunstancia parece determinante para lo que viene después o para algún tipo de desenlace. Pero cuando se termina el libro todo se ve con más claridad, se trata de un proceso, una trayectoria que es realmente dramática, que es de ida y vuelta, con dos personajes que están fuertemente entrelazados por algún tipo de vínculo malsano. El posible spoiler me impide ir más allá, pero solo diré que así, desde esa distancia, por encima de los detalles, es como la historia se desvela con nitidez y en su totalidad.
lunes, 25 de julio de 2022
Leslie Feinberg: Stone Butch Blues
domingo, 24 de julio de 2022
Juancho Azuar: Cuidado con Chaikovski
Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Divercioso
Ilustraciones: Teresa Arroyo
Muestra de esa "vocación de servicio público", hoy traemos un libro ideal para que lectores de unos 10 -12 años (más o menos) pasen un rato de lo más divertido en estas vacaciones de verano y para que, ya de paso, sus sufridos progenitores aprovechen para tomarse un breve respiro. Casi nada, eh!
Hablamos de "Cuidado con Chaikovski", novela con la que Juan Ramón Azuar Romero (AKA Juancho Azuar) se adentra en la literatura infantil. Además del ya comentado rato de entretenimiento que proporciona la novela, creo que esta tiene otras virtudes. Así...
- Azuar consigue que, en términos generales, la voz narradora sea creíble. Este creo que es el aspecto más complicado en literatura infantil ya que no es nada fácil ponerse en la piel de un narrador de unos 10-12 años y que sus palabras no suenen excesivamente adultas o excesivamente infantiles.
- Narrativamente se trata de una historia bastante lograda, gracias a los saltos temporales que dotan de mayor carga al personaje principal.
- Las situaciones que aparecen en el texto son plenamente identificables para el lector: relaciones familiares o "socioescolares" son contadas sin tapujos pero con humor y delicadeza.
- Las ilustraciones, obra de Teresa Arroyo, que con su toque bestia y caricaturesco me han despertado más de una sonrisa.
¿Pero vamos a hablar de una novela infantil sin conocer la opinión que sobre ella tiene una lectora de 9 años? No! Aquí os dejo lo que dice Ainhoa, que se estrena hoy en ULAD!! (A ver si tiene más recorrido que su hermana, que ya pasa de su padre, de su madre, de ULAD y de todo lo que no sea fútbol):
Me ha gustado por los dibujos (por las narices que les ponen y porque son graciosos) y por las palabras inventadas del niño: grandigorda, piscologa, matecáticas, etc. La historia encima es graciosa y divertida.
Bueno. Parca en palabras la niña, pero suficiente para hacerse una idea, ¿no?
También de Juancho Azuar en ULAD: El vértigo del trapecista
sábado, 23 de julio de 2022
John Fante: Hambre
viernes, 22 de julio de 2022
Nicola Lagioia: La ciudad de los vivos
Título original: La città dei vivi
Año de publicación: 2020
Traducción: Carlos Milla Soler
Valoración: más que recomendable
Tremebunda novela ¿no ficción?, ¿true crime?, ¿crónica negra? ... lo que sea, basada en un crimen que, al parecer, conmocionó a Italia en 2016: un par de jóvenes, hijos de "buenas familias" de la clase media romana, asesinaron de forma brutal y sádica, pero sin motivos aparentes, a otro chico un poco más joven y de un inferior escalón social, de clase trabajadora y de la periferia de Roma. Todo sucedió el 4 de marzo, cuando los dos asesinos, Manuel Foffo y Marco Prato, tras varios días de consumo desenfrenado de alcohol y, sobre todo, cocaína, atrajeron al domicilio de Foffo a la víctima, llamado Luca Varani, a quien acabaron torturando, golpeando y acuchillando más de cien puñaladas- hasta causarle la muerte. Las truculentas y morbosas circunstancias (a la violencia y las drogas hay que añadir la más o menos homosexualidad de los participantes, y las fantasías, si no sadomasoquistas, sí un tanto tortuosas), la identidad de los asesinos y, sobre todo, el hecho de que se desconociese el motivo del brutal acto -incluso los perpetradores del mismo decían desconocer la razón- hicieron que la noticia pasara pronto a convertirse, vía prensa, televisión y redes sociales , en uno de los sucesos más comentados y controvertidos del año, en el que además parecía haberse cristalizado, como si fuera un catalizador, todo lo malo que sucedía en la ciudad (en ese momento, a la deriva, sin gobierno municipal, tras un escándalo que había hecho dimitir al consistorio anterior y antes de la elección de Virginia Raggi como alcaldesa), del país e incluso de esta nueva época, en general...
Uno de los cronistas que se vio atraído por el crimen, primero de forma profesional pero luego también como obsesión personal, fue Nicola Lagioia , por entonces el reciente ganador del premio Strega (con una novela, por cierto, que aún no ha sido publicada en castellano... espero que no tarde mucho) y que durante el tiempo que duró la instrucción del juicio e incluso después, se documentó, leyó todos los informes habidos y por haber, entrevistó a diferentes testigos, y participantes en el proceso, familiares y conocidos de los autores del crimen y de la víctima, etc. y luego, quizás precisamente para exorcizar su obsesión, lo volcó todo en este libro que, francamente, resulta una lectura adictiva, excepcional y, en cierto modo, catárquica.
Aunque quizá no sea tan excepcional: es evidente cuales son los antecedentes literarios que han servido para acabar gestando esta novela. Sin olvidar nunca la Operación masacre de Rodolfo Walsh (se supone que la primera "novela de no ficción" propiamente dicha), es inevitable recordar sobre todo la excepcional A sangre fría de Truman Capote y la notable El adversario, de Emmanuel Carrère, entre otros epígonos que les han ido saliendo con el tiempo...(*) Quizá la diferencia sea que Lagioia que también hace en su novela un ejercicio de autoficción (me resigno a que sea inevitable), o quizás más bien "autorreflexión", convierte a la ciudad de Roma, caótica, degradada, sucia, vital y, sobre todo, aniquiladora de la vanidad humana, en un personaje más de la historia. E incluso en el PERSONAJE, pues casi se diría que esta desgraciada conjunción de circunstancias y personalidades que les llevaron a tan luctuoso suceso no habría podido suceder en ningún otro lugar, que fue el influjo de a Ciudad Eterna la que les condujo, de forma inexorable, al crimen...
Tampoco es que el autor se limite a reflexionar sobre Roma y su esencia... de igual forma, reflexiona sobre la naturaleza del "relato" que conforma cualquier crimen, sobre las familias, las clases sociales, la deriva de una juventud que él ya no acaba de comprender, sobre los medios de comunicación y la autoridad del Estado, la responsabilidad individual y colectiva, el libre albedrío... Reflexiona, cómo no, sobre sí mismo y su historia pasada... En fin, a veces reflexiona un poco demasiado, o por lo menos eso le puede parecer a los aficionados al género negro (en este caso, sería más apropiado decir giallo, por sus connotaciones de "amarillismo" que puede tener fuera de Italia); tranquilos, éstos, porque cuando Lagioia se pone en faena, logra transmitir perfectamente la angustia de la espeluznante cuenta atrás que acabó derivando en la tragedia. Con una muy eficaz forma de transmitirnos las diferentes versiones de la misma habida cuenta que, por razones que no desvelaré, resulta imposible saber la verdad, más allá de que un chico de veintidós años fue salvajemente asesinado.
Una novela (?) que no decepcionará a los amantes del género negro y, muy posiblemente, interesará a quien no lo sea, siempre que esté curado de espanto. Y siempre, unos y otros, que no olvidemos de personas que existen o han existido y de sus familias, y que el dolor que ha causado toda este drama es real.
(*) Tengo cierta curiosidad por comparar este libro con otro también basado en un suceso real ocurrido en Roma: La escuela católica de Eduardo Albinati, que justamente recibió el premio Strega en ese 2016... Pero es que son más de 1200 paginacas, amiges, y uno tiene una vida o lo intenta...
jueves, 21 de julio de 2022
Clarice Lispector: La hora de la estrella
Título original: A hora da estrela
Traducción: Josep Domènech Ponsatí (trad. al catalán para Club Editor) y Ana Poljak (trad. al castallano para Ediciones Siruela)
Año de publicación: 1977
Valoración: entre recomendable y muy recomendable
miércoles, 20 de julio de 2022
Fran Ross: Oreo
Año de publicación: 1974
Traducción: José Luis Amores
Valoración: recomendable
Negra, judía, y mujer. Y, seguramente, pobre. Oreo (Christine, en realidad, que ha recibido el sobrenombre por el contraste entre labios oscuros y blanca dentadura) no es un personaje que vaya a acometer una vida fácil. Encima, se encuentra en el Nueva York de los primeros setenta, en medio de un ambiente caótico, resultado de la situación de la época. Persisten los comportamientos discriminatorios de todo tipo, la marca de Vietnam tizna la sociedad USA, hay una efervescencia artística condicionada por la cultura callejera y el uso de los narcóticos. Es una novela única en muchos sentidos. La única publicada de su autora, y una experiencia que quien espere una novela al uso puede considerar inasequible. Porque, me vienen a la memoria otras obras de marcado perfil afroamericano como la extraña Mumbo Jumbo o la muy ácida El vendido, cualquier intento de afrontar estas páginas esperando una narración convencional se va a encontrar con una narración irónica y chispeante, pero huidiza de cualquier patrón convencional, aunque sea para acabar encontrando semejanzas con el clásico griego de Teseo (lo siento, no llego a conocer a los clásicos, dicha relación viene establecida en una tabla de equivalencias al final del libro, junto al profuso y rothiano glosario de términos en yiddish) y convenir, de forma algo chocante, que estamos ante una muy libre y casi disruptiva adaptación.
Y, desde luego, no es nada descabellado relacionarla con Gaddis o Barth o Pynchon. De hecho, éste último parece rendirle un homenaje en los paseos detectivescos en Vicio propio, y ese ambiente narcótico y desencajado le pega a la perfección a la segunda mitad del libro, aquella en que Oreo, descarada, segura de sí misma, con una chulería impropia de las tres (o cuatro) condiciones relacionadas, se da un paseo que incluye toda serie de locales de mal ambiente de la ciudad. Quizás por eso, pero creo que es algo forzado, se atribuyen propiedades feministas. Porque entra en un burdel y se lía a palos con el proxeneta y parece liberar a las prostitutas, o darles la opción de que elijan su futuro. Pero no he percibido esa sensación por encima de la negritud. Como si fuera un personaje de una novela de Boris Vian, restémosle cierto sesgo de crueldad, Oreo se pasea y charla con la gente, conocida o no. Salpica su fraseo descarado de términos yiddish pero esta no es una novela que preste atención ni a la Shoah ni al judaísmo. Quizás un guiño de la novela de difícil interpretación, a lo mejor una ampliación del campo de batalla de todos los que puedan sentirse interpelados. Muy lejos de ser una lectura para todos los públicos, a millas de distancia de nada que pueda ser convencional y por supuesto constituyéndose en una novela única e irrepetible que tan absurdo es juzgar con criterios objetivos como elevar a los cielos sin comprenderla en su totalidad.
martes, 19 de julio de 2022
Nuria Barrios: La impostora
Año de publicación: 2022
Valoración: Recomendable
El viejo adagio, ya saben, traduttore traditore, puede ser un buen punto de partida para meternos de lleno en uno de los nudos recurrentes de la literatura: qué es la traducción más allá de lo obvio, la trasposición de un texto de un idioma a otro, qué implicaciones tiene, cuál es el papel del traductor, su aportación a la obra que traduce. El asunto es todo un clásico, y muy del gusto además de buen número de autores que son a su vez traductores, igual que Nuria Barrios, la autora de este ensayo.
Describe el libro cómo eso que parece no ofrecer muchas dudas, verter en un idioma las ideas expresadas en otro, es algo bastante más complejo de lo que puede aparentar. Cada lengua es también una forma de ver el mundo construida a lo largo de los siglos, llena de giros, metáforas incorporadas al lenguaje, polisemias y matices que resultan poco menos que imposibles de volcar en un código diferente. En definitiva, culturas distintas que alteran los significados hasta hacer inviable una correspondencia exacta. El traductor se enfrenta entonces no a un trabajo mecánico, sino a toda una interpretación del texto, una tarea que en algún momento Nuria Barrios define como imitación, que me parece un término muy exacto.
Porque no se trata solo de encontrar esas correspondencias. Aunque felizmente se consigan encajar aquellas expresiones peculiares de uno y otro idioma, se trata de lo que en lenguaje mercantil llamaríamos la imagen fiel, lo más parecido al original en todos los aspectos, no solo léxico o semántico: cada texto tiene una cadencia, un color, emite una vibración especial, transmite sensaciones por las que un autor es inmediatamente reconocible, y todos esos rasgos de personalidad pueden perderse aunque la traducción sea técnicamente correcta. Desgraciadamente ocurre con alguna frecuencia, y el traductor se convierte entonces en el traidor que ha impedido que la esencia del texto llegue finalmente al lector.
Es otro de los aspectos de la traducción, el de filtro, a veces barrera, entre el autor y el lector. Lo que leemos realmente no es lo escrito por el autor, sino por el traductor que, de manera parecida al pacto ficcional, damos por sentado que se corresponde con lo que concebido originalmente. Pero leemos una interpretación, una adaptación, y lo que de ella nos llegue determinará sin remedio la opinión que el libro nos merece. Ese juego un poco diabólico de las dos voces lo ilustra Barrios con una de las imágenes más llamativas del libro: como traductora de John Banville, le encargan traducir el texto de su aceptación del premio Príncipe de Asturias; presente en el acto, Nuria escucha al mismo tiempo el original leído por Banville y su propia versión a través de la traducción simultánea: ¿es el mismo texto en dos lenguas diferentes, o son dos, el de Banville y el suyo? Otra cuestión a analizar, la autoría, el tanto de creatividad que se permite al traductor, o que las circunstancias le imponen, según.
Muchos asuntos para los que da de sí la figura del traductor, que casi siempre es también autor, la coexistencia y fricción entre los dos idiomas, la diferencia de interpretación de un texto no solo en función de la lengua, sino también de la época, siempre dudas y encrucijadas que hay que resolver, por lo general en plazos apretados impuestos por el editor… Problemas que hacen mella en el traductor y que Nuria Barrios desgrana poco a poco, combinando una cierta sistemática expositiva con oleadas de reflexión personal que, sin dejar de tener interés, quizá hacen perder algo de tensión al trabajo cuando la lírica adquiere un mayor protagonismo.
A cambio, para el disfrute del lector corriente quedan naturalmente las anécdotas, esas pequeñas historias ocultas en los pliegues de esta profesión: la traducción de Kafka que Borges firmó aunque reconoció no haberla hecho, la obsesión de Kundera con los errores de sus traductores, la versión china del Quijote, traducida por un tal Lin Shu… de oídas, o las peripecias (lamentables) de las traducciones del discurso-poema de Amanda Gorman para la toma de posesión de Biden. Sin duda habrá innumerables historias en torno a la traducción, la mayor parte de las cuales nunca conoceremos, y posiblemente sea mejor que no conozcamos. Porque, nos guste o no, y salvo los privilegiados que pueden leer con garantías libros en idiomas distintos del suyo propio, la mayoría de nosotros no leemos a Dostoyevski, a Kerouac, a Ibsen o a Tanizaki, sino a sus respectivos traductores.
lunes, 18 de julio de 2022
Aroa Moreno Durán: La bajamar
Añio de pubicación: 2022
Valoración: Está bastante bien
:
¿Qué es lo que le da a una novela ese toque ilusionante, esas ganas de encontrar un rato libre para seguir leyendo? A veces no es tan fácil saberlo, creemos que está bien escrita, que la trama es interesante pero no acaba de engancharnos. Hay mucho de gusto personal, bastante de momento adecuado y un poco (o no tan poco) de falta de conexión con los lectores. La literatura es una actividad muy personal pero el escritor no debe olvidar que les está hablando a otros. Para mí, La bajamar no consigue lo que se ha propuesto, o no del todo, y es una pena porque lo que cuenta tiene interés, la prosa es agradable, el tono intimista, los sucesos históricos siguen levantando ampollas todavía, en algunas familias por lo menos. El problema, en mi opinión, está en su estructura. Me encantan las historias dentro de otras historias, pero hay que saber jerarquizar, y aquí nos encontramos con tres protagonistas, tres momentos muy distintos, tres problemáticas… y quien, se supone, dirige la orquesta es quien tiene menos que contar y, lo peor de todo, quien ni siquiera sabe qué pasó, porque quienes lo vivieron fueron las otras, sus antepasadas, esas secundarias del reparto sin cuya aportación el argumento no habría tenido ninguna consistencia.
Voy concretando. Adirane vuelve a la casa familiar decidida a romper con su vida anterior, sabemos que está en crisis, no la naturaleza de esta ni sus causas. Lo peor no es que lo ignoremos los lectores sino que la propia autora no ha debido creer necesario inventar hasta ahí, ya están los otros dos personajes femeninos para agregar contenidos de envergadura. Y tenemos que soportar su angustia, sus indecisiones, su ambigüedad sin elementos para comprenderla. Otra causa pendiente es la que tiene con su madre, a la que no habla porque, parece ser, no le explicó con suficiente claridad su origen. Pero ese gran drama se diluye cuando comprende que tampoco la madre tiene muchos datos que ofrecer. Tantas vueltas para nada, de repente la cuestión se resuelve sola. Poca consistencia, repito.
Pero detrás de Adirane, afortunadamente, aparecen los pesos pesados. Sobre todo Ruth, la abuela, la niña de la guerra civil española a la que sacaron del país junto a otros muchos para apartarla del peligro, la que vivió la miseria, el miedo y el hambre, pero también la añoranza durante años. Escribir sobre sus recuerdos es la excusa para requerir sus confidencias, un recurso ya muy manido que se agrava cuando comprobamos que esta señora no tiene entidad en el presente, solo es un cuerpo estático que arroja palabras. Imperdonable, pues si esas palabras son el elemento dramático más contundente del relato, ¿qué menos que haber dotado de entidad propia a un personaje con tanto potencial?
Y aguantando carros y carretas: cuidando de la madre enferma, recibiendo la hostilidad de la hija, aceptando una culpabilidad que no le corresponde, asumiendo un error que la hundió en la irrelevancia más absoluta, en la soledad, la resignación y el silencio, se presenta la madre. Esa es la cara de las auténticas víctimas, las que cargan con todo sin quejarse, pero tampoco a ella hemos podido escucharla. Adriana es la que calla, Adirane la que habla, y es que son los privilegiados los que suelen quejarse porque ellos sí tienen voz. No puedo saber si esta paradoja se ha escrito de forma consciente, me da la impresión de que no. En cualquier caso, me parece lo mejor de todo, lo más verosímil, porque la vida es así de injusta.
Volviendo a lo que decía al principio, con tres protagonistas sin demasiada conexión entre sí, a pesar de los lazos familiares, y tres argumentos independientes no se puede armar una novela sin que se resientan las costuras. Falta el ensamblaje, un armazón que los una, no en la imaginación de los lectores sino en las propias páginas del libro. Me dirán que no es la primera vez que varios personajes aportan su personal punto de vista, y tendrán razón. Pero en esos casos todos ellos hablan de lo mismo. Aquí no, aquí vemos a tres mujeres narrando tres realidades independientes, esa es la diferencia con otras novelas que, en apariencia, utilizan idéntico procedimiento, y su mayor punto flaco, aparte de los que ya mencioné. Pero queda otro, la gran tragedia que sirve de inicio y desenlace, otro pase mágico, la sorpresa sacada de la chistera y que no es más que un burdo truco: ahora te cuento una cosa, ahora te cuento otra para que sepas que te he estado engañando todo el tiempo.
domingo, 17 de julio de 2022
Salim Barakat: Los sabios de la oscuridad
- Su naturaleza híbrida. ¿La encasillamos dentro de la ficción metafórica? ¿Del costumbrismo fantasioso, quizá? ¿Del realismo mágico? ¿Del absurdo y onírico cotidiano?
- La imaginación que derrocha su planteamiento.
- La sensibilidad de su prosa.
- La belleza descriptiva con que evoca su escenario, un Kurdistán regionalista y folclórico.
- La elegancia con que baraja sus temas (la fe, las relaciones paterno-filiales, el amor y los desengaños que acarrea, el conflicto kurdo...).
- La lucidez que emanan sus reflexiones.
- Su elenco de personajes, todos ellos bien definidos, adecuadamente contradictorios y muy pero que muy humanos.
- La potencia de ciertos pasajes. Pienso, por ejemplo, en ese en que Bekas mantiene relaciones sexuales con su esposa.
sábado, 16 de julio de 2022
Borja Bagunyá: Los puntos ciegos
viernes, 15 de julio de 2022
Mario Satz: Bibliotecas imaginarias
Año de publicación: 2021
Valoración: Muy recomendable
Sé que se trata ya de un tópico excesivamente gastado por los reseñistas de libros, incluso (o empezando por) aquéllos que escriben en las revistas especializadas y suplementos culturales, pero no se puede decir de otra manera: este libro es una auténtica delicia. Una exquisitez, si lo preferís, un prodigio de erudición, sensibilidad y buen hacer literario, que resulta todo un placer leer, con la única pega de saber que pronto se acabará, pues tampoco hablamos de un libro demasiado extenso.
Bibliotecas imaginarias está compuesto de más de cuarenta capítulos o historias breves -de cinco o seis páginas a lo sumo, de un volumen de pequeño tamaño-, en los que recorremos gran parte del mundo y del tiempo, saltando de una biblioteca a otra: desde las saqueadas biblioteca del emperador de China o de Madina al-Zahra a las bibliotecas portátiles de Francisco de Quevedo o del beduino Anir Kunta, que (re)descubrió el café (alabado sea por siempre);de los Archivos Secretos del vaticano a los rollos escondidos por los esenios cerca del mar Muerto; conoceremos los accidentados avatares del llamado Fondo Kati o de la celebérrima biblioteca de Alejandría, pero también las de otras mucho más inciertas, como la de un pescador de esponjas griego, de un carpintero enamorado de las Musas, la biblioteca secreta de los judíos de Girona o la del arrasado ghetto de Varsovia... Compartiremos también la bibliofilia de un impresor veneciano, un legionario romano, un encuadernador de Amberes, de un ladrón de libros raros y también ladrona amante o del maestro Ibn Arabi de Murcia en su periplo por el fondo del mar ; pero también la de personajes aún más conocidos como Jenofonte, Arquímedes, San jerónimo, Ovidio, Paolo Uccello o la escritora japonesa Shei Shonagon...
El veterano escritor hispano-argentino Mario Satz muestra, como digo, toda su erudición, sensibilidad y talento -de las que no es ajeno, sin duda, su formación académica- en un libro que recuerda a Borges (referencia inevitable), pero también a las Vidas imaginarias de Marcel Schwob o a Ítalo Calvino... Incluso yo diría que existe no poca concomitancia, no sé si casual, de este libro con los de otro hijo de ese lugar, sin duda prodigioso, que es Coronel Pringles (provincia de Buenos Aires), el inefable César Aira. Como su paisano, Satz parte de lo que puede ser, quizás, una simple anotación en una enciclopedia o tratado, o un arquetipo, para desplegar su imaginación por medio de una prosa cuidada, elegante, que nos envuelve como volutas de humo y nos fascina para que sigamos sus evoluciones hacia lo alto, hasta tocar la maravilla y, en ocasiones, lo sublime.
jueves, 14 de julio de 2022
Pedro Simón: Los ingratos
Idioma original: español
Año de publicación: 2021
Valoración: está bien
El boom de la literatura de ambientación rural empieza a producirme un cierto hastío. Y si lo complementamos con la coartada nostálgica o con esa especie de reivindicación de perfil sociológico, permitiréis que mi escepticismo sea creciente. Y eso que no he leído toda la obra, y he de decir que he evitado escrupulosamente textos cuyos títulos ya me repelen de entrada, como La España vacía, pues ya que tengo propensión a ofuscarme ante cierto sesgo, he de preservar mi equilibrio mental y evitar cargar más las tintas. A ver si esto del karma va a ser cierto.
Para empezar, reconocer que algún prejuicio que tenía antes de leer esta novela (el título me parecía una réplica a Los asquerosos de Santiago Lorenzo) se me ha mostrado injustificado. Como consecuencia, la novela no me ha parecido abiertamente una más, aunque sí me ha invadido una sensación de batiburrillo mezclando la típica intriga rural propia de las comunidades reducidas con un amago de crónica de la transición, digo crónica pues la crítica aquí es poco clara, poco contundente y ello es, no podía fallar, por cierta obsesión por dulcificar ciertas situaciones apelando a la nostalgia. En este sentido, la novela arranca en medio de un cierto arrebato de referencias insertadas con calzador, modelos de coche y marcas y productos que ayudan a situar la acción en una época, pero cuyo detalle y meticulosidad me hacen preguntar si el autor no está vinculado a nefastos proyectos como la tontería esa del Yo fui a EGB. Cosa que, como comprenderéis, invalidaría absolutamente esta novela para ser tomada en serio. Sin llegar a perdonar semejante desliz, diría que la acción se sobrepone en cierta manera. David es uno de los tres hijos, el único varón, de una maestra de escuela, a mediados de los 70. Franco ya ha muerto y la maestra es destinada a un pueblo de la Meseta, donde tendrá que adaptarse a su situación: Natalio, su marido, va y viene desde Madrid, pues su trabajo no le ha permitido establecerse con su familia. Los hijos deben ser puestos al cuidado de Emérita, habitante del pueblo, mujer viuda y sorda que arrastra un importante trauma del pasado. Esta proyecta su cariño en David, que crece apegado a ella y que la considera una segunda madre. Una relación de afecto que se produce desde su niñez hasta su adolescencia, cuando un cambio de destino de la madre los acerque al entorno urbano, concretamente a Leganés.
Pero el núcleo de la novela se desarrolla en ese escenario cerrado que es un pueblo. Con sus habitantes dibujados en trazos muy gruesos. Don Eladio, que parece ser algún preboste del tardofranquismo. Los compañeros de clase de David, niños del pueblo que lo acogen, sin dejar de considerar su presencia como algo efímero. Los pequeños comercios, sus hermanas (con muy poca presencia en la novela), es casi inevitable (el léxico, el día a día) que la historia se precipite hacia lugares comunes. Que si la libertad - limitada - de las pequeñas poblaciones cuando un niño es pequeño. La relación discontinua con su padre, los altibajos de la relación con la madre. Todo resulta un poco arquetípico y muy reiterativo. Porque si Simón pretende lanzar un panegírico sobre la vida rural, sobre andar por las calles con todos los vecinos cuidando un poco de ti, he de decir que la empresa, con una trama que, desnuda, es una pura semblanza del devenir de cualquier vida, resulta un poco plagada de lugares comunes. O, en otras palabras, que si la vida en el campo es tan idílica, la red social tan solidaria, no sé qué hace que todos los países del planeta (bueno, muchísimos) registren movimientos en masa del entorno rural al urbano. Simón no dice nada que otros no digan, y aunque Los ingratos tampoco opta por ser un alegato hacia la impersonalidad, la frialdad, la indiferencia generalizada en los vecindarios de las grandes urbes, sí que he decir que su historia, con un muy tímido amago de crítica social, puede desarrollarse prácticamente en cualquier escenario. No hacía falta tanta jerga, tanto apero y tanta nostalgia equívoca en sus intenciones.
miércoles, 13 de julio de 2022
Daniel Keyes: Flores para Algernon
Título original: Flowers for Algernon
Traducción: Pere Verger Fransoy (en catalán para Les Altres Herbes) y Domingo Santos (en castellano para Alamut Ediciones)
Año de publicación: 1959, 1966
Valoración: muy recomendable