Título original: Brennendes Geheimnis
Traducción: Berta Vías Mahou (ed. en castellano) / Ester Capdevila (ed. en catalán)
Año de publicación: 1911
Valoración: recomendable
Es de sobras conocida la capacidad de Zweig para escribir sobre la condición humana y sobre las emociones, pues sabe entender como pocos aquello que sentimos, aquello que nos mueve, aquello que nos impulsa a actuar de una cierta manera, y esa mirada clara y precisa la transmite perfectamente en sus libros.
En este breve libro, Zweig despliega nuevamente su alta capacidad narrativa para implicarnos directamente y de manera inmediata en la historia. Así, no necesita muchas páginas para situarnos en ella y, establecido el marco ambiental, nos narra la llegada de un joven barón a un pequeño pueblo, donde se dispone a pasar unos días de vacaciones. El joven, poco amante de aventurarse en la exploración de uno mismo pretende dedicar su estancia a buscar compañía femenina, pues no se encuentra a gusto en la soledad y tiene pulsiones que le empujan a buscar y encadenar relaciones íntimas. Además, la lejanía respecto a su lugar donde habita, su buen parecido y unas ya demostradas artes seductoras, le brindan una buena ocasión para ello. Y parece que el azar se conjura con ello, pues encuentra en su mismo hotel una mujer que pasará unos días en la compañía única de su hijo pequeño. Qué mejor oportunidad para dar rienda suelta a sus pasiones, pues la ocasión parece propicia e idónea. O eso parece.
Ya en las primeras páginas, el estilo inconfundible del autor austríaco nos da las pinceladas suficientes para enmarcar la historia en un paisaje que sirve de escenario de los devaneos amorosos del protagonista, pero la habilidad de Zweig se pone de manifiesto realizando un ligero cambio en la aproximación a la historia al cambiar el foco inicial centrando la figura no en el joven barón aparentemente protagonista, sino en el hijo de la mujer que pretende conquistar. Y es a través de ese enfoque donde Zweig despliega su magnífico talento pues vemos en el niño aparecer todas las dudas que seguirán de mayores, que nos perseguirán, y asoman la soledad, la incomprensión, el miedo a perder el cariño de los seres queridos o admirados y, por extensión, el autor nos transmite bajo la mirada del niño todos aquellos sentimientos que envuelven los corazones de los adultos. Así, el autor cubre el espectro de las pasiones existentes en las diferentes edades en un solo personaje, y es a partir de él que la historia se centra en ellas, haciéndolas crecer y creando un despertar consciente de aquello que reside en cada uno de nosotros. A partir del triángulo formado por los tres (y únicos) protagonistas, Zweig alterna los equilibrios entre las relaciones que se crean entre ellos, decantando la balanza sentimental hacia un lado u otro, para explorar, en cada uno de ellos, aquello que les motiva y les conmueve, aquello a lo que aspiran y desean, aquello que quieren conservar aún a costa de arriesgar lo que ya tienen, y en ese vaivén emocional se abren las suficientes fisuras para dejar entrar y crecer, las dudas, los miedos y el egoísmo. Porque Zweig tiene la facilidad de con muy poco, captar, analizar, exponer y explotar los miedos y las pasiones que conforman la condición humana, el ego y el atrevimiento, el deseo y el rechazo, y la perversa habilidad de quien lucha por conseguir aquello que desea, sin tener en cuenta la voluntad o sentimiento de los demás.
Así, Zweig sabe perfectamente conectar con el lector, y despertar en el no únicamente la curiosidad en querer ávidamente avanzar en la novela, sino también en descubrir, averiguar y profundizar en aquellos sentimientos que albergamos en nuestro interior y que, en ocasiones mostramos, y en ocasiones escondemos, no únicamente a las personas de nuestro entorno sino también a nosotros mismos.
Si ubicamos la novela en la prolífica vida literaria del autor, y siendo una de sus primeras novelas, es interesante ser testigos de cómo a los treinta años Zweig ya se encontraba en una madurez narrativa sublime, no únicamente por saber retratar a la perfección cada uno de los personajes, sino también para conocer y expresar qué ocurre dentro de ellos. La narración en tercera persona es muy hábil pues, a pesar de que el punto de vista principal se centra en el niño, transmite perfectamente qué siente cada uno de los personajes, sus dudas, sus miedos y sus odios, estableciendo así un marco perfecto dentro del cual ubicar emocionalmente cada uno de los vértices de este extraño triángulo sentimental que conforman el niño, su madre y el joven barón.
Aunque probablemente no sea el mejor libro del autor, es innegable su calidad literaria y cómo consigue siempre conectar con el lector a través, no únicamente de su clara estructura, sino de una prosa que recrea perfectamente el ambiente por el cual se mueven sus siempre reflexivos y apasionados personajes. Siempre es un placer leer Zweig, y cada libro es una ocasión más para deleitarnos con las historias que magistralmente narra.
Otras obras de Stefan Zweig en ULAD: El mundo de ayer, ¿Fué él?, Fouché. Retrato de un hombre político, Mendel el de los libros, María Antonieta, Tiempo y mundo, Carta de una desconocida, Novela de ajedrez, Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Viaje al pasado, Los ojos del hermano eterno, Las hermanas, Montaigne, La piedad peligrosa o La impaciencia del corazón, Clarissa, Miedo, Una boda en Lyon, El amor de Erika Ewald
En este breve libro, Zweig despliega nuevamente su alta capacidad narrativa para implicarnos directamente y de manera inmediata en la historia. Así, no necesita muchas páginas para situarnos en ella y, establecido el marco ambiental, nos narra la llegada de un joven barón a un pequeño pueblo, donde se dispone a pasar unos días de vacaciones. El joven, poco amante de aventurarse en la exploración de uno mismo pretende dedicar su estancia a buscar compañía femenina, pues no se encuentra a gusto en la soledad y tiene pulsiones que le empujan a buscar y encadenar relaciones íntimas. Además, la lejanía respecto a su lugar donde habita, su buen parecido y unas ya demostradas artes seductoras, le brindan una buena ocasión para ello. Y parece que el azar se conjura con ello, pues encuentra en su mismo hotel una mujer que pasará unos días en la compañía única de su hijo pequeño. Qué mejor oportunidad para dar rienda suelta a sus pasiones, pues la ocasión parece propicia e idónea. O eso parece.
Ya en las primeras páginas, el estilo inconfundible del autor austríaco nos da las pinceladas suficientes para enmarcar la historia en un paisaje que sirve de escenario de los devaneos amorosos del protagonista, pero la habilidad de Zweig se pone de manifiesto realizando un ligero cambio en la aproximación a la historia al cambiar el foco inicial centrando la figura no en el joven barón aparentemente protagonista, sino en el hijo de la mujer que pretende conquistar. Y es a través de ese enfoque donde Zweig despliega su magnífico talento pues vemos en el niño aparecer todas las dudas que seguirán de mayores, que nos perseguirán, y asoman la soledad, la incomprensión, el miedo a perder el cariño de los seres queridos o admirados y, por extensión, el autor nos transmite bajo la mirada del niño todos aquellos sentimientos que envuelven los corazones de los adultos. Así, el autor cubre el espectro de las pasiones existentes en las diferentes edades en un solo personaje, y es a partir de él que la historia se centra en ellas, haciéndolas crecer y creando un despertar consciente de aquello que reside en cada uno de nosotros. A partir del triángulo formado por los tres (y únicos) protagonistas, Zweig alterna los equilibrios entre las relaciones que se crean entre ellos, decantando la balanza sentimental hacia un lado u otro, para explorar, en cada uno de ellos, aquello que les motiva y les conmueve, aquello a lo que aspiran y desean, aquello que quieren conservar aún a costa de arriesgar lo que ya tienen, y en ese vaivén emocional se abren las suficientes fisuras para dejar entrar y crecer, las dudas, los miedos y el egoísmo. Porque Zweig tiene la facilidad de con muy poco, captar, analizar, exponer y explotar los miedos y las pasiones que conforman la condición humana, el ego y el atrevimiento, el deseo y el rechazo, y la perversa habilidad de quien lucha por conseguir aquello que desea, sin tener en cuenta la voluntad o sentimiento de los demás.
Así, Zweig sabe perfectamente conectar con el lector, y despertar en el no únicamente la curiosidad en querer ávidamente avanzar en la novela, sino también en descubrir, averiguar y profundizar en aquellos sentimientos que albergamos en nuestro interior y que, en ocasiones mostramos, y en ocasiones escondemos, no únicamente a las personas de nuestro entorno sino también a nosotros mismos.
Si ubicamos la novela en la prolífica vida literaria del autor, y siendo una de sus primeras novelas, es interesante ser testigos de cómo a los treinta años Zweig ya se encontraba en una madurez narrativa sublime, no únicamente por saber retratar a la perfección cada uno de los personajes, sino también para conocer y expresar qué ocurre dentro de ellos. La narración en tercera persona es muy hábil pues, a pesar de que el punto de vista principal se centra en el niño, transmite perfectamente qué siente cada uno de los personajes, sus dudas, sus miedos y sus odios, estableciendo así un marco perfecto dentro del cual ubicar emocionalmente cada uno de los vértices de este extraño triángulo sentimental que conforman el niño, su madre y el joven barón.
Aunque probablemente no sea el mejor libro del autor, es innegable su calidad literaria y cómo consigue siempre conectar con el lector a través, no únicamente de su clara estructura, sino de una prosa que recrea perfectamente el ambiente por el cual se mueven sus siempre reflexivos y apasionados personajes. Siempre es un placer leer Zweig, y cada libro es una ocasión más para deleitarnos con las historias que magistralmente narra.
Otras obras de Stefan Zweig en ULAD: El mundo de ayer, ¿Fué él?, Fouché. Retrato de un hombre político, Mendel el de los libros, María Antonieta, Tiempo y mundo, Carta de una desconocida, Novela de ajedrez, Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Viaje al pasado, Los ojos del hermano eterno, Las hermanas, Montaigne, La piedad peligrosa o La impaciencia del corazón, Clarissa, Miedo, Una boda en Lyon, El amor de Erika Ewald
Lo mejor de los libros de Zweig es que no les sobra nada.
ResponderEliminarLo que otros autores dicen en una página, Zweig lo dice en un párrafo. Lo que otros dicen en un párrafo, Zweig lo dice en una frase. Lo que otros dicen en una frase, Zweig lo dice en una palabra.
Siempre me han producido esa fascinante sensación sus novelas, y también sus relatos e incluso su obra ensayística y biográfica. Además está la calidad de la prosa, impecable y fluida, casi musical.
Lo primero que leí de él fue "Mendel el de los libros". Es un relato breve, que se lee en un par de horas o menos. Y sin embargo, cuando lo leí tuve la impresión de haber leído una obra mucho más extensa. Y es que Zweig condensa su trama en unas pocas páginas.
Recientemente he leído "Magallanes", en una edición descatalogada de editorial Juventud. No sé si se habrá reeditado últimamente. Lo digo porque este 2019 se cumplen 500 años de la primera vuelta al mundo, en una expedición financiada por España, capitaneada por Magallanes (portugués naturalizado español) y culminada (a la muerte de éste en plena travesía) por Elcano. Creo que es buen momento para leer este libro, que, siendo un relato fiel de aquella peripecia histórica, se devora como una novela de ficción.
Sandra Suárez
Hola Marc, cómo estás? Que me recomiendas de Zweig?!He leído solo Novela de Ajedrez y tu reseña me han dado ganas de volver a leerlo.
ResponderEliminarSaludos
Hace poco encontraron un guion primerizo de Stanley Kubrick adaptando esta novela, no sé si acabará siendo película.
ResponderEliminarHola a todos. Contestaré por orden ;-)
ResponderEliminarSandra, coincido plenamente contigo, Zweig calibra como pocos la extensión que deben tener sus textos y parece como si todo estuviera perfectamente milimetrado para que, con las palabras justas, cuente aquello que desea. Acerca de la biografía de «Magallanes», jo eres la primera persona que la recomienda y eso hace que considere de nuevo su lectura, aunque la lista de pendientes es larga (como os ocurre a muchos, intuyo).
Gabriel, todo bien gracias, espero que tú también. De Zweig te recomendaría, en su obra novelística «Carta de una desconocida» (relató muy breve pero muy bueno) o »La impaciencia del corazón». Acerca de sus ensayos, me gusto mucho «Montaigne», también por la figura del gran humanista. Creo que todos reseñados en ULAD, aunque solo «Montaigne» lleva mi firma.
Sergio, interesante aportación y hubiera sido muy interesante la visión de Kubrick acerca de este libro. Si finalmente se lleva a la pantalla, espero que mantengan esa atmósfera que el libro refleja.
Muchas gracias a todos por los comentarios, y encantado de veros por aquí.
Saludos
Marc
Otro buen libro de Zweig, hay que leerlos todos, no seguidos para no agotarlos
ResponderEliminarQué maravilla que se siga leyendo a uno de los grandes escritores del siglo XX. En mi blog hago una serie que llamo Mis autores favoritos y Zweig apareció el segundo en la serie. Aún me quedan varios libros por leer: las biografías de María Estuardo, de María Antonieta y de Magallanes y el libro sobre Balza. Como afirmas muy acertadamente es uno se esos escritores que saben dedicar el espacio que necesita la historia, ni más ni menos; algo que aunque parezca fácil yo lo encuentro bien difícil de conseguir.
ResponderEliminarGracias por la reseña y espero que hagas alguna más. Un saludo.
Hola, Carlos. Me alegro de verte por aquí.
ResponderEliminarCoincido contigo en que, también para mí, es uno de los grandes escritores del siglo pasado, pues ya sea ensayo o novela, toda su obra es de gran valor literario. A mí también me quedan varios libros de él por leer (los que indicas y varios más) por lo que tarde o temprano caerá alguna otra reseña (aunque en ulad ya hay mucho de su obra).
Gracias por tus palabras y por el comentario.
Saludos
Marc
Stephan Zweig nunca defrauda.
ResponderEliminarMe he preguntado los ùltimos años el porqué se ha rescatado de las brumas a grandes escritores como Sandor Marai o Irene Nemirovsky, mientras que si no fuera por individuos como Marc, Zweig permanecería en ellas...
Gracias, como siempre, Marc, por tu excelente reseña.
PD: qué buen apunte sobre el guión de Kubrick, tal vez uno de mis directores de cine favoritos
Hola Marc! Anteriormente habíamos ya comentado de éste escritor Austriaco que libro, cuento o biografía, siempre nos aporta información bien documentada, psicología y reflexión del ser humano...
ResponderEliminarSandra: has descrito la escritura de Zweig excelentemente! Y así es.....
Les comento que un día hablando con un psicólogo sobre pensamiento Adictivo, él argumentaba que tenía solución con terapia y Yo por experiencias familiares le decía que una vez que naces con la Adiccion, es muy difícil erradicarla. En fin,....
A donde quiero llegar, es que al Psiquiatra le regalé el libro “ Veinticuatro Horas de una mujer” y ahí Zweig explica en poquísimas hojas lo que les llevo escribiendo. En fin!!
Saludos a todos y a leer a Zweig que lo catalogan como literatura media...
hola, eduideas, El Puma y Marcela. Os respondo por orden.
ResponderEliminarEduideas, tal como bien dices, coincido en que hay que leer Zweig, todos sus libros, sin prisa pero sin pausa, pues no defrauda nunca.
El Puma, coincido, siempre es un acierto leer a Zweig, y muchas gracias por tus elogios.
Marcela, también coincido, siempre aporta información sobre la condición humana y, por tiempo que pase, sigue siendo vigente, pues aquello que nos conmueve, nos ilusiona, nos anima y nos desespera, siempre acaba siendo lo mismo aunque vista de diferente forma (en función de la sociedad recreada); en el fondo, no hemos cambiado tanto a lo largo de las décadas, seguimos siendo "movidos" por lo mismo.
Dicho lo dicho, a leer a Zweig, siempre que se pueda, aunque de manera escalonada para no agotar toda su obra.
Saludos, y gracias por comentar.
Marc