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sábado, 31 de mayo de 2014

VV.AA.: Palabras perdidas / Mundos perdidos

Título original: Lost Words / Lost Worlds. Eine europäische Sprachreise
Idioma original: sueco, francés, español, italiano, ucraniamo, alemán, inglés, japonés, serbio, portugués, polaco y rumano (traducidos al alemán)
Año de publicación: 2013
Valoración: muy recomendable

Europa, además de ser un continente cuyos países y fronteras interiores han cambiado en gran medida durante las últimas décadas, es un conglomerado de culturas e idiomas que no siempre reciben tanta atención como deberían (porque desgraciadamente siempre hay cosas más importantes, como la economía o el fútbol, por ejemplo, de las que ocuparse).

El colectivo alemán Kulturgenossenschaft, sin embargo, lleva varios años organizando coloquios, charlas, lecturas y demás eventos para reivindicar el poder y el valor de la cultura en nuestra sociedad, centrándose para ello en la literatura y la lengua. Su último proyecto se llama Lost Words / Lost Worlds. Eine europäische Sprachreise (Palabras perdidas / Mundos perdidos. Un viaje para aprender un idioma europeo) y consiste, además de en coloquios que tuvieron lugar en 2013 en Leipzig y Berlín, en la publicación de una serie de textos de catorce autores europeos.

Así, en Lost Words..., Stefanie Stegmann, Kateryna Stetsevych y Katarina Tojic (las responsables de Kulturgenossenschaft) han reunido a Joanna Bator, Mircea Cărtărescu, Aris Fioretos, Barbara Honigmann, Alexis Jenni, Katja Lange-Müller, Antonio Muñoz Molina, Goran Petrović, Martin Pollack, Adania Shibli, Gonçalo M. Tavares, Yoko Tawada, Nino Vetri y Serhij Zhadan en una antología en la que cada autor habla sobre la cultura, sobre su lengua materna y sobre lo que entiende como ese ente hipotético que es Europa. 

Con semejante cartel de escritores, el resultado de esta compilación de textos es una obra completa e interesantísima, donde cada autor da lo mejor de sí y ofrece artículos que tratan desde los términos que olvidamos debido al desuso hasta el tratamiento (pésimo) que recibe la cultura romaní, pasando por el significado de la música o la equivalencia entre llaves y palabras. 

Que yo sepa, esta antología sólo ha sido publicada en alemán, pero no creo que pase mucho tiempo hasta que aparezca en inglés (o no debería pasar mucho tiempo, al menos, pues merece muchísimo la pena). De cualquier manera, si tenéis la mínima posibilidad de haceros con ella, hacedlo sin dudarlo. No os arrepentiréis.

viernes, 30 de mayo de 2014

Rose George: Noventa por ciento de todo

Idioma original: inglés
Título original: Ninety percent of everything
Año de publicación: 2013
Traducción: Juan A. García Román
Valoración: muy recomendable

Francesc: Yo he de confesar que uno de los poderosos motivos para leer este libro es trabajar en el sector del transporte marítimo, pero en tierra. Me fascinaba saber, y hacerlo desde una vertiente literaria, algo más acerca de su funcionamiento. Tú, Izas, ¿por qué leíste este libro?

Izas: Porque el tema también me toca de cerca. Mi padre es marino, ha trabajado toda su vida en barcos que transportaban gas de una punta del planeta a la otra y, aunque ha hablado muchas veces de sus vivencias en el mar, quería conocer más sobre el tema. Es cierto que Rose George habla de otro tipo de buques y de un transporte menos específico (por si no se lee con claridad en la foto que acompaña este texto, el largo subtítulo de este libro es La industria invisible que te viste, te llena el depósito de gasolina y pone comida en tu plato. O, como dice la frase inicial en el título original, que se ha obviado en la traducción: Inside shipping: Dentro de la industria naviera), pero en origen es lo mismo: barcos inmensos que transportan todo lo que directa o indirectamente utilizamos a diario.

Francesc: Porque de eso se trata: Rose George accede a uno de esos enormes buques mercantes: el Maersk Kendal. Una mole flotante que puede cargar miles de contenedores, pero que la tecnología permite que sea gobernada por veinte tripulantes, a costa, claro de que su explotación, de sus condiciones leoninas. Claro: cuando vives en el mismo sitio en qué trabajas, en qué otra cosa vas a entretenerte que trabajar. Rose George vive el día a día a bordo: se entera de quienes están, qué hacen, y qué pasa.

Izas: Y de dónde son. Puede parecer poco importante, pero no lo es. Cuando en un espacio limitado como un barco, en el que en determinadas ocasiones es necesario tomar decisiones con rapidez, se juntan filipinos, ingleses, alemanes, españoles, estadounidenses, indios, chinos y quién sabe cuántas personas de cuántas nacionalidades diferentes, cada uno con una formación diferente y no siempre con el mismo nivel de inglés, no resulta nada fácil organizarse ni ser tan efectivo como se debería.

Francesc: Mis dos experiencias más memorables con la literatura marinera son curiosas: la alucinante estancia de David Foster Wallace en Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, y la constante presencia en mi estante de Moby Dick, reclamándome que algún día llegue su turno. Pero Noventa por ciento de todo son, también, palabras mayores. Consciente el lector de que los libros de crónicas son un universo aparte, de que su valor se compone tanto de lo que explican como de cómo lo explican, este es un fascinante recorrido por cómo funciona esto del tráfico marítimo de mercancías, clave en el comercio internacional, y en que podamos contar con la gran mayoría de los objetos que nos rodean, empezando por los componentes del ordenador en que escribo o la camisa made in Bangladesh que llevo puesta.

Izas: Y tan clave. Es barato y rápido y, pese a los riesgos que conlleva, increíblemente eficiente, mucho más que cualquier otra forma de transporte. E influye muchísimo en nuestra sistema económico, algo que se suele pasar por alto.

Francesc: Y detrás de eso están las personas que se sacrifican en prolongadas estancias en buques que son  jaulas en las que, además, puedes ahogarte y otras lindezas. George, aguerrida periodista de esas que se mete en fregaos muy poco aconsejables, disecciona a fondo, y el tono de denuncia es constante. A las condiciones de contratación, a la búsqueda de las triquiñuelas y amparos legales bajo complicadas legislaciones internacionales que permite rocambolescas situaciones. Al propio riesgo de los empleos en un barco. Un trabajo duro y opresivo, un mundo casi exclusivamente masculino en el que Rose George se aventura, y a cambio de lo cual nos regala estas 300 páginas que son una lectura muy recomendable para cualquier lector, pero un absoluto y fervoroso must para cualquier interesado en la cuestión marítima.

Izas: He de decir que, en este sentido, la autora lo clava. La mayoría de las cosas que cuenta en este libro se las llevo oyendo contar a mi padre desde que era una cría: las relaciones entre los trabajadores, las experiencias con piratas (sí, son más habituales de lo que creemos, aunque sólo últimamente se les haya prestado cierta atención), el poco contacto con la familia, la compleja y contradictoria relación que tienen con el mar, incluso los insultos que se dedican de unos buques a otros por radio (parece ser que lo del filipino monkey no pasa de moda)... Es increíble que, a pesar de todo lo que ha cambiado la industria, la parte "humana" se mantenga casi imperturbable desde hace (por lo menos) medio siglo.

Francesc: A mí me hubiera gustado que la parte dedicada al tema de los piratas fuera algo más breve y, por curiosidad, que se hubiera hablado de cómo se establecen los sistemas de precios para los fletes marítimos y qué tipo de intereses turbios hay detrás. Pero comprendo que, invitada por una naviera como estuvo Rose George, no pudiera entrar en ese juego.

Izas: Ahí no estoy de acuerdo. Creo que es importante hablar del tema de la piratería, porque en general se cree que se tratan de incidentes aislados, y no siempre queda muy claro por qué hay piratas, qué hacen y qué es exactamente lo que hacen cuando suben a un barco. En resumidas cuentas, considero que esta obra es un must para todo el mundo, no sólo para los interesados en el tema, pues, a menos que alguien cercano trabaje en la industria (como es mi caso), uno no sabe ni hasta qué punto dependemos de ella, ni lo que supone trabajar en un barco, ni lo mucho que sufren los océanos (y, por ende, la flora y la fauna que habitan en ellos y, al final, nosotros mismos) por su causa, ni cómo la economía mundial se ve influída por ella.

Felicidades a Capitán Swing, otra de esas pequeñas editoriales con sabroso catálogo a cuestas.

Si alguien quiere oír a la autora hablando de este tema, puede hacerlo aquí.

También de Rose George en UnLibroAlDía: La mayor necesidad

jueves, 29 de mayo de 2014

Colaboración: Restaurante caníbal de Gabriel Magalhães

Idioma original: portugués
Título original: Restaurante Canibal
Año de publicación: 2014
Valoración: recomendable



La novela Restaurante caníbal, de Gabriel Magalhães, es una ficción que se sitúa deliberadamente “en el límite”, en una línea de desafío y de riesgo a varios niveles. Quería hablar aquí, precisamente, de esos riesgos, y de cómo la novela “sobrevive” a ellos con éxito.

El primer riesgo está anunciado en el propio título (Restaurante caníbal) y en el tema que explora (el canibalismo o antropofagia), porque en esta obra la expresión “restaurante caníbal” no es (solo) una metáfora, sino la designación literal de un establecimiento, un restaurante, alrededor del cual gira la intriga. Probablemente para aclarar las cosas para los lectores incautos, la portada del libro explica que se trata de una novela, una ficción, y más concretamente “una sátira divertida del más puro humor negro”.

Sí, esta obra explora los mecanismos del humor y la sátira. Ese es otro de los riesgos que asume.

La narración se asienta en un hiperrealismo que, por la acumulación de referencias a los pormenores de la realidad contemporánea, muestra de un modo avasallador lo real cotidiano, que de tan intenso se vuelve banal, familiar, ligeramente cómico. La realidad aparece así, en la acumulación de estos pormenores y con una profusión de marcas comerciales que funcionan como “efecto de realidad”, mezclados con un humor sutil. También esta comicidad se acentúa en los diálogos de los personajes, que no escatiman en el uso de la jerga propia de la ciudad de Oporto.

Y sí, hay un restaurante caníbal en Oporto. No hablaré del restaurante, de sus propietarios, empleados y clientes: hay que leer la novela para conocerlos. Basta decir que parecen ser, en su mayoría, personas como nosotros. Nada más inquietante…

Creo que es importante hacer referencia también a los modelos novelísticos con los que se relaciona esta obra. Durante toda la primera mitad de la narrativa, Restaurante caníbal parece una parodia de la novela de costumbres: las personas que viven “alrededor del restaurante” son una muestra de la actual sociedad de Oporto (de Portugal), y esta historia nos presenta sus vicios y virtudes.

Ya en la segunda parte de la historia, el lector encuentra ecos de la novela académica. Hacia el final, la protagonista, Susana descubre (y nosotros con ella) que el negocio del restaurante caníbal está asociado con un centro de investigación de la Universidad de Oporto; más concretamente, el restaurante está en la base de un proyecto financiado por un programa europeo. Y así se abre camino un juego con las situaciones y los discursos ahora triunfantes en el mundo universitario (portugués y europeo) que Gabriel Magalhães conoce de primera mano.

Voy concluyendo. Sí, hay un restaurante caníbal en Oporto. Pero no existe simplemente porque Susana lo inventó en un ejercicio escolar más o menos gratuito. La historia sugiere que el restaurante existe porque la vida contemporánea permite que exista; dicho de otro modo, el restaurante caníbal parece ser el resultado inevitable de la existencia en la contemporaneidad, puesto que la relatividad de los valores (la frontera incierta entre el bien y el mal) permite la aceptación resignada de la violación de todas las prohibiciones. Es esta idea el mayor riesgo que la Restaurante caníbal decide correr. Toda la situación retratada, aunque excesiva, se asienta en una inquietante verosimilitud. Nada es imposible.

La novela de Gabriel Magalhães sugiere que estamos siempre en el umbral de un restaurante caníbal cualquiera, y nos invita a pensar cómo, y por qué motivo, podemos decidir no entrar. 

Firmado: Ângela Fernandes

miércoles, 28 de mayo de 2014

Amélie Nothomb: Diario de Golondrina

Idioma original: francés
Título original: Journal d'Hirondelle
Año de publicación: 2008
Traducción: Sergi Pàmies
Valoración: insustancial hasta decir basta

Amélie Nothomb es prolífica. En un estante de mi biblioteca solamente hay libros suyos. Tantos, que, tras este, que he despachado en una horita o así, me han dado ganas de ir a por otro, no por haberme quedado con ansia de más, más bien para constatar, para armarme de razones, para fundamentar mi opinión. Entonces podría hasta haber estafado a la masa lectora con dos reseñas ligeramente diferenciadas y espaciadas en el tiempo. Y eso no hubiera sido honesto.
Amélie Nothomb es, entonces, insistente. Irá a libro al año o así, supongo (malsupongo) que, para lo que le viene a salir, es más que suficiente con un año, incluyendo promoción, sesiones de fotos (sale en la portada de muchos de sus libros, cosa que sólo le perdono a Vila-Matas o a Houellebecq, ambos jugando en división de honor) y toda la parafernalia.
Es insistente, como el burro del chiste (esto ya debo haberlo escrito, pero es así).
Porque Diario de Golondrina, novela esta en que Nothomb, pásmense, se pone en la piel ya no de un personaje masculino, sino, pásmense más aún si cabe, de todo un asesino a sueldo, es exactamente como todos los otros libros de Nothomb que me he leído: prescindible de arriba a abajo. Por lo descabellado e inverosímil de su planteamiento, carente de toda lógica. Por lo simple y estrambótico de su argumento (un mensajero despedido de su trabajo contacta de la manera más casual con un tipejo llamado Yuri que le encarga asesinatos que él va ejecutando de modo frío y despiadado), que dista de toda lógica de lo que - si a Nothomb su ombliguismo le hubiera permitido indagar en la mecánica de funcionamiento de las organizaciones criminales - debe ser el mundillo de los sicarios. Y ya puestos, no es que lo escriba particularmente bien: algunas frases y algunas metáforas usadas, aunque en voz de las personajes, son sonrojantes, chirrían, son de un existencialismo de pacotilla, tanto como esa pretendida trascendencia de la escritora escribiendo en modo machote. Amélie, no te enteras. Y la figura final, el colofón del asesino enamorado y semi-arrepentido en modo póstumo. Qué despropósito.
Ni un icono particular, como las repetidas menciones a Radiohead, rescata a esta novela del naufragio al que necesariamente conducen sus pretensiones, su incoherencia y su amago inexplicable de espiritualidad (la escenita de la golondrina es un ejemplo avergonzante), así que, fans de Nothomb que deben estar contentos, pues la novela es más de lo mismo, y no fans de Nothomb, como, habréis notado, el que esto escribe (que, como me pasa con los altramuces, de vez en cuando pruebo otra vez para recordar lo absurdo que encuentro que le gusten a alguien), pues a digerir y a esperar si otra de sus novelas, de sus hasta hoy insufribles novelas, es capaz de hacernos cambiar de opinión.

martes, 27 de mayo de 2014

VV. AA.: Al otro lado del muro. La RDA en sus escritores

Idioma original: alemán
Año de publicación: 2014
Traducción: Ibon Zubiaur
Valoración: muy recomendable

Recuerdo que, hasta poco antes de cumplir doce años, Alemania eran dos países: la República Federal Alemana y la República Democrática Alemana. Lo único que sabía de la RDA entonces era que "pertenecía a los rusos", que sus habitantes no podían abandonar el país libremente y que, por lo que pudiera pasar, era mejor no dejarse caer por allá bajo ninguna circunstancia (palabras de mis profesoras, no mías). 

Por suerte, con los años he aprendido muchas otras cosas sobre la RDA que no sólo no suenan a amenaza de la Guerra Fría, sino que no son tan terribles como nos hacían creer antes de la caída del muro de Berlín. Un ejemplo de ello es su producción literaria. Cualquiera podía pensar que en un país en el que no existe libertad de prensa (amén de otras tantas libertades fundamentales), la literatura tenía que estar completamente contaminada por el régimen, pero no era del todo así.

No se puede negar que las obras publicadas entonces pasaban un filtro y sufrían una gran censura, pero también es cierto que la literatura se convirtió en quizá el único lugar en el que el debate político y social estaba medianamente permitido. Aun a costa de tener que leer entre líneas, los ciudadanos alemanes del Este podían en estas obras ver un atisbo de discusión o de enfrentamiento al poder establecido, consiguiendo desarrollar una sensibilidad literaria que ayudó además a otorgar a los autores un estatus social de lo más privilegiado.

Y, sin embargo, prácticamente ninguno de nosotros puede nombrar a uno solo de estos autores. Conocemos a algunos autores en lengua alemana, claro, pero seguramente no son alemanes (como Herta Müller) o son alemanes del Oeste. Los del Este han quedado relegados al olvido, como la mayoría de las cosas que tienen que ver con la RDA o con el bloque socialista.

Por suerte para nosotros, Ibon Zubiaur se ha encargado de recopilar y traducir textos de quince de los autores más importantes de la RDA: Stephan Hermlin, Stefan Heym, Erich Loest, Brigitte Reimann, Helmut Skaowski, Franz Fühmann, Erik Neutsch, Hermann Kant, Günter de Bruyn, Irmtraud Morgner, Volker Braun, Wolfgang Hilbig, Hans Joachim Schädlich, Günter Kunert y Jurek Becker bajo el título Al otro lado del muro. La RDA en sus escritores, para ofrecer una muestra de lo que fue la producción literaria en Alemania del Este hasta 1990.

En este libro podemos encontrar fragmentos de novelas, de autobiografía, ensayos... que ofrecen interesantes reflexiones sobre la literatura, el arte, el papel del escritor en la sociedad o el efecto que tenía en la literatura la influencia del régimen, con los que empezar a conocer a este heterogéneo grupo de escritores (entre los cuales los encontramos tanto a partidarios como a detractores del régimen socialista) que hoy en día siguen escribiendo, alejados, eso sí, de los circuitos comerciales. 

lunes, 26 de mayo de 2014

Raul Brandão: Humus

Idioma original: portugués
Título original: Húmus
Año de publicación: 1917
Valoración: Muy recomendable


Humus (publicada originalmente en 1917, aunque revisada posteriormente por el autor hasta en dos ocasiones) es una obra fundamental de la literatura portuguesa del siglo XX: un clásico que forma parte indudable del canon y que ha influido directa o indirectamente en Helberto Helder, Agustina Bessa-Luis o Vergílio Ferreira. Es, sin embargo, una obra difícilmente clasificable, y que en su momento no tuvo una acogida excesivamente entusiasta. Denominada habitualmente "novela", comparte sin embargo rasgos con la poesía en prosa, con el diario, incluso con el ensayo.

No se puede, propiamente, decir que Humus tenga un argumento: más bien tiene un universo. La villa: un lugar casi abstracto, dominado por la descomposición, la rutina y la inmovilidad, donde el tiempo parece no transcurrir y donde no hay esperanza ni futuro ni vida. Un lugar lleno de ruinas, materiales y humanas; poblado de personajes vacíos, ridículos, mezquinos, crueles: las viejas, Gabiru, el Santo... En este marco de soledad, decadencia e inacción, una voz que es muchas voces reflexiona sobre la muerte, sobre la (in)existencia de Dios, sobre la inutilidad de la vida o sobre la propia insuficiencia del lenguaje.

Humus ha sido relacionado con el movimiento existencialista, y también con el Simbolismo y el Expresionismo. (Recordemos que Del sentimiento trágico de la vida de Unamuno, que comparte algunos temas pero no una estética con Humus, también se considera una obra existencialista). Yo añadiría a la lista el Modernismo, tanto en el sentido que se le da en el mundo hispánico como en el europeo: esteticismo, experimentación, fragmentarismo y lirismo son algunas de sus características esenciales.

Pero al margen de etiquetas, Humus es un libro poderoso, dominado por una voz poética única (aunque provenga de personajes variados) que giran constantemente en círculos en torno a los mismos temas, configurando un texto memorable, cautivador, obsesivo. Es un libro lleno de frases susceptibles de convertirse en citas, en himnos, en leit-motivs: "Mi cuerpo me pide tierra"; "Si Dios existe, soy un hombre; si no existe, soy un hombre completamente distinto"; "Solo la insignificancia me permite vivir"... Y contiene capítulos enteros brutales, geniales, como el de la mujer de la limpieza, o la carta con los últimos consejos de una madre a su hijo...

Humus es una obra de su época, que mirado con ojos posmodernos algo cínicos podría parecer demasiado gesticulante o histriónica; pero hay que dejarse atrapar por su lenguaje, por su desesperación existencial, por su ambientación decadentista, y disfrutar. Porque estamos ante un gran libro.

Nota para quien quiera leer este libro: existen varias traducciones al español, una realizada por Ribera i Rovira en los años 20 y otra reciente, realizada por Verónica Palomares Maíllo y publicada por la editorial Luis Revenga en 2007. Quien consiga leer medianamente bien en portugués, se la puede descargar gratuita y legalmente (ya está en el dominio público) en esta página.

domingo, 25 de mayo de 2014

Íñigo Domínguez: Crónicas de la Mafia

Idioma original: castellano
Año de publicación: 2014
Valoración: Muy recomendable

Para quien no lo sepa: éste es el libro cuya presentación en la sede
romana del Instituto Cervantes (esa hermosa institución pública que tiene por objeto la salvaguarda y extensión por el mundo de la lengua y la cultura españolas... y, muy especialmente, afianzar las relaciones con el gobierno de Guinea Ecuatorial) fue vetada el pasado mes de abril... perdón, quería decir que "no encajaba con la programación del centro". Por tal motivo, me parece pertinente, y hasta necesaria, la publicación de esta reseña, para darle al libro tanta repercusión como sea posible. Bueno, ejem... y también porque los aficionados a las historias de mafiosos (que no es lo mismo que "mafiofilos", que conste) somos una suerte de trekkies, siempre ávidos de más. Por lo que debemos estarle agradecidos al sr. Domínguez.

Íñigo Domínguez es periodista, corresponsal en Italia del diario El Correo y del grupo Vocento. Escribe además, un estupendo y divertido blog sobre asuntos italianos (aquí) Por tanto, era inevitable para él encontrarse a menudo  con sucesos y noticias relacionados con cualquiera de las mafias que operan en ese país. De hecho, él mismo cuenta que se convirtió en un gesto cotidiano buscar esas noticias y todos los días encontraba no menos de media docena. Para construir este libro, sin embargo, ha echado mano de una serie de crónicas sobre la historia de la Cosa Nostra, tanto siciliana, como la italoamericana, que se publicaron en El Correo en el año 2012, pero enriqueciéndolas con su experiencia más reciente como corresponsal. No es una Historia tan exhaustiva como la que elaboró John Dickie en Cosa Nostra, sobre todo en lo que se refiere a la Mafia anterior a la II G.M., pero en cambio, Domínguez, quizá menos académico y con el instinto del buen periodista ciertamente desarrollado, establece de forma más elocuente conexiones entre diversos hechos, que nos llevan con pulso firme del pasado al presente y viceversa (y de Italia a América con billete de ida y vuelta), aderezado todo con anécdotas que, precisamente por tratarse de personajes tan siniestros y de sucesos a menudo sangrientos y horripilantes, resultan aún más fascinantes. Más aún puesto que el libro se detiene sobre todo en los últimos años de la organización (mejor dicho, en las últimas décadas, desde la toma del poder por parte de los corleonesi), así que lo que se cuenta resulta de lo más instructivo para entender acontecimientos de nuestra propia época, y no sólo los relacionados con el crimen o lo delincuencial, sino, sobre todo, con la política (sí, alguno dirá incluso que eso resulta ser un pleonasmo... No seamos cínicos, por Dios).

Así, se establece claramente la relación entre el gran aumento del consumo de drogas de los años 70 y 80 en todo el mundo, con la reunión de mafiosos en Palermo en el año 58, que estableció las bases para la colaboración  entre ambas ramas de Cosa Nostra, la americana y la siciliana, en el tráfico de heroína, y que está también en el origen de las diversas guerras por el poder interno que azotaron ambas organizaciones, en esas mismas décadas. También nos habla de la relación casi simbiótica entre la Mafia y el mismo Estado italiano, que la habría utilizado, ya desde el mismo momento de su unificación y (al menos) hasta los años 90 del siglo pasado, como brazo armado allí donde no llegaba el  poder del propio Estado. Muy significativa, por ejemplo, resulta la historia del "romántico" bandolero Salvatore Giuliano, en realidad poco más que un mercenario al servicio del aparato anticomunista, italiano e internacional (Gladio, Stay Behind...) ante el avance del PCI entre el campesinado siciliano. Por no hablar de las relaciones entre la Mafia y el muy honorable estadista Giulio Andreotti, más que conocidas por todo el mundo. 

Como regalo para los ¿"Mafiadictos"?... no, tampoco me gusta el término; bueno, como regalo (sin más), Domínguez nos ofrece y comenta una lista de películas (259 títulos, nada menos) relacionadas con el tema, casi todas americanas o italianas, claro (pero no tantas italianas como cabría esperar....) En realidad, algunas de ellas no hablan de la mafia italoamericana propiamente dicha, sino del hampa o incluso de la figura del gangster más o menos solitario, como Dillinger. pero lo que pretende hacer Domínguez es precisamente mostrarnos ala evolución que ha tenido la figura del maleante y, a partir de ahí, del mafioso en la historia del cine, que después de todo ha sido y es el forjador de los iconos contemporáneos. En este repaso se detiene especialmente, como no podía ser menos, en dos títulos emblemáticos, "El Padrino" y "Uno de los nuestros", que representan, la primera de ellas,  la versión idealizada de sí misma que le gusta a la Mafia, y, en el caso de la segunda, la versión  de lo que la Mafia es en realidad (según el pentito Tommasso Buscetta, que algo sabía del tema) y que no le gusta nada.

     Visto lo visto, ¿cual es el problema para presentar este libro en el Instituto Cervantes, dirán ustedes, puesto que todo lo dicho se puede encontrar en los muchos libros sobre la Mafia que ya han sido editados hasta ahora? Pensando mal, puede que el problema esté en un extenso capítulo sobre el origen de la fortuna del cavaliere Silvio Berlusconi y sus muy curiosas relaciones a lo largo del tiempo.... Por ejemplo, que su "mozo de cuadras", un tal Mangano, fuese en realidad un capo mafioso. O que su mano derecha, el siciliano Dell'Utri, haya sido condenado por asociación externa con la Mafia. O que fuese fianaciado por un pequeño banco de Milán donde  trabajaba y llegó a dirigir su señor padre... un pequeño banco que utilizaba la Mafia para blanquear dinero. O que este banco estuviese controlado por Giulio Andreotti, el Primer Ministro italiano "absuelto por prescripción" del delito de asociación mafiosa. O frecuentado por Michele Sindona, el conocido banquero de la Mafia (y del Vaticano); asociado además al famoso Joe Adonis, socio a su vez, de Lucky Luciano. O que el cavaliere perteneciese a la logia ilegal P-2, de Licio Gelli. O, simplemente, que hasta el momento no se sepa el origen de su fortuna y los libros que en su momento se escribieron investigando el asunto sean hoy inencontrables.... En fin, todo casualidades, como explica Iñigo Domínguez y que seguro que no tienen nada que ver con el veto a este libro en el Instituto Cervantes en Roma. Mejor dicho, que su presentación "no encajase con la programación del centro". Otra casualidad.

 
(Por cierto, éste es de los pocos libros que he visto que no dan ganas de tirar a la papelera su faja promocional. Y ni siquiera de utilizarla de marcapáginas. Un botón de muestra de lo que se puede encontrar en ella: )





sábado, 24 de mayo de 2014

Colaboración: El efecto cebra de Harkaitz Cano e Iñaki G. Holgado

Idioma original: euskara
Título original: Zebra efektua
Año de publicación: 2013
Valoración: Recomendable.

Sin ser ningún experto en la materia puedo decir sin dudar que no es un género muy fructífero en euskara. Por otro lado, esta no es la primera incursión de Cano en la historieta: junto a Iñaki G. Holgado firmó en 2008 Piztia Otzanak (Mansas bestias). Y como en la anterior, en la que se narraba una historia ligeramente basada en el caso de Anna Politkóvskaya, Zebra Efektua mantiene cierta fijación en las conspiraciones contra aquellos que poseen información que pone en entredicho al poderoso de turno.

La premisa bajo la que opera Zebra Efektua es lo suficientemente interesante como para llamar la atención del lector. Un sicario negro descubre que la maldición que afecta a los varones de su familia lo convierte en blanco las noches de luna llena. A partir de ahí Cano inicia una retrospectiva para llegar al origen de la maldición sirviéndose de la historia de la comunidad afroamericana en  los EE.UU., llegando, por supuesto, al periodo de la esclavitud. Así, la premisa de que bajo cada historia hay una maldición se refleja tanto en el devenir de los personajes como en la historia de los EE.UU.

Pese a la brevedad de esta obra, Cano consigue cerrar la historia de un modo satisfactorio, atando todos los cabos por atar. Y es por ello que la brevedad de una historia que se desarrolla de un modo tan correcto no es ninguna ventaja, ya que al terminar Zebra Efektua queda la sensación de querer más. La ilustración de Iñaki G. Holgado, y lo dice alguien que no tiene ni idea del tema en cuestión, al ser a todo color y con una línea muy definida se revela satisfactoria a la hora de retratar el efecto de la maldición, el cambio de color en la persona.

También de Harkaitz Cano en ULAD: Aquí

Firmado: Paulo Kortazar

viernes, 23 de mayo de 2014

Richard Ford: Canadá

Idioma original: inglés
Año de publicación: 2013
Título original: Canada
Traducción: Jesús Zulaika
Valoración: imprescindible

Muy sobrado debe andar Richard Ford, cuando se expone a revelar los dos hechos capitales de Canadá en sus dos primeras frases. Un atraco, protagonizado por los padres del narrador, y dos asesinatos. Y el segundo párrafo los acaba definiendo, a todos, como personas normales. Entonces, nosotros, lectores, debemos afrontar más de 500 páginas restantes, para averiguar cuál es la historia que enlaza y justifica esas dos condiciones. Personas normales que atracan o asesinan.
Difícil reto.
Decir que Ford sale triunfador es decir poco. Canadá es una lectura fascinante, absorbente como pocas, una novela ejemplar a todos los niveles. Y con un pie mucho más plantado en la realidad cercana de lo que esos lejanos años 60 parecen apuntar, demasiado cercana incluso para que nos sintamos cómodos.
Porque la historia relatada por Dell Parsons, hijo de Bev y Neeva, hermano de Berner, es de una crudeza que no requiere entrar en demasiado detalle. Aunque hasta como novela negra serviría, reacio como es el que escribe a adjetivar y etiquetar, diría que Canadá es, por encima de todo, una novela contemporánea. Ford ha sabido conjugar tantos detalles susceptibles de trasladar a otro contexto: la angustia adolescente elevada a su máximo exponente cuando los padres, empujados por las malas relaciones producto de trapicheos por la supervivencia, optan por delinquir. Las necesidades materiales, la rebeldía propia de la edad, las sociedades cerradas en el mundo rural americano. La mala fortuna de dos adolescentes a los que sus padres, con la mejor intención, exponen a la peor de las situaciones: el abandono alejado de sus orígenes. La madurez inducida por las tragedias, la inocencia que Dell no pierde: simplemente los hechos lo despojan de ella. La soledad absoluta. La incerteza hacia el futuro que obliga a ir escogiendo males menores.
Al margen de este abanico de simbolismos posibles, el auténtico gancho de esta novela es cómo atrapa a quien la lee, cómo Ford reparte sutiles golpes, da noticias, sin necesidad de efectismo, en una historia que parece contada a la inversa y que juega con el lector, estimulando su voraz curiosidad. Una vez se sabe lo que ha pasado, nos es imposible no indagar el motivo. Sin misterios, sin fuegos artificiales, imposible renunciar a conocer los entresijos que nos han llevado ahí. Cada personaje definido con rigor, cada situación importante en su desenlace. Tres partes, estructura clásica con capítulos numerados.

A veces pienso en ellos y en su gran atraco al banco -dijo esta palabra con énfasis-. No puedo hacer otra cosa que reírme. Fue el acontecimiento de nuestra vida, ¿no te parece? Un puto desastre, sobre el que todo fue amontonándose después.

Amontonándose.

Ahora que Philip Roth ha decidido abandonar tanto la escritura como cualquier actividad pública, no sé si resulta reiterativo incorporar a Ford (junto a McCarthy, quizás junto a DeLillo) como uno de los grandes, de ese codiciado trono de escritor de referencia o de potencial autor de la gran novela americana, a la que Canadá presenta aquí una muy justificada candidatura. No ha sido exactamente un autor prolífico, y ha estado alejado de las cifras de ventas mareantes. Si en vez de apenas una decena, hubiera publicado 30 novelas, seguramente nada sería igual. Incluso ésta misma, que ha tardado varios años en escribir. Puede que Canadá no fuera la maravilla que es, si Ford no hubiera dispuesto del tiempo que se tomó con ello. Canadá es una lección soberana de narración. Una historia sin fisuras, con un estilo impoluto, un manual de instrucciones de cómo progresar y dejar al lector sin respiro, y una muy merecida presencia en lo más alto de las listas de lo mejor del 2013. Una recomendación a gritos y arrepentimiento, por mi parte, por haber tardado tanto en prestarle la atención que se merece. Absolutamente arrebatadora.

También de Richard Ford en ULAD: Rock SpringsDe mujeres con hombresIncendios

jueves, 22 de mayo de 2014

Cameron West: Mis múltiples personalidades

Título original: First Person Plural
Idioma original: inglés
Año de publicación: 2000
Valoración: está bien

Seguro que muchos de vosotros habéis oído hablar –bien porque lo habéis visto en una película o un reportaje o porque habéis leído sobre el tema– del trastorno de identidad disociativo (lo que antes se llamaba trastorno de personalidad múltiple): la existencia de dos o más personalidades dentro de un mismo individuo. No hay duda de que este trastorno da mucho juego para escribir una novela o un guión de cine, pero ninguno de nosotros puede imaginar lo que supondría padecerlo.

Eso es lo que le ocurre a Cameron West, un hombre normal que disfruta de una vida de lo más normal (está felizmente casado, tiene un hijo pequeño y no hay ningún problema serio que le quite el sueño) hasta que empieza a tener lapsos de memoria. Pronto descubre que no sólo le faltan horas a sus días, sino que también tiene heridas que no sabe cómo se ha hecho, se encuentra en un lugar al que no sabe cómo ha llegado o las entradas en su diario (que escribe por recomendación de su médico) parecen escritas por varias personas distintas.

Así descubre que padece el trastorno de identidad disociativo, pero ahí no acaban sus problemas: las sesiones con su terapeuta sacarán a la luz que fue víctima de abusos sexuales cuando era un niño y que, debido a ello, desarrolló un total de 24 personalidades diferentes. Que se dice pronto. ¿Qué pasa entonces? ¿Cómo puede alguien asimilar que alberga tantas personalidades dentro de sí? ¿Cómo se supera, si es que se puede superar? Y, ¿cómo pueden vivir con eso su mujer y su hijo?

En Mis múltiples personalidades (la verdad es que yo prefiero el título en inglés) West narra cómo descubrió lo que le ocurría y cómo aprendió a vivir con ello, así como lo que experimentaron su mujer y su hijo (especialmente, su mujer) mientras intentaban acostumbrarse a las diferentes personas que de forma inesperada "surgían" de Cameron.

Como podéis imaginar, este libro no es ni un tratado médico ni una gran obra literaria, sino el mero testimonio de una persona que ha tenido que salir adelante viviendo una situación que nadie querría para sí. Merece la pena leerlo porque aporta bastante información sobre un trastorno sobre el que no sabemos demasiado y porque denuncia, también, las dificultades que tuvo a la hora de encontrar un médico que de verdad pudiera ayudarlo y que le ofreciera la terapia adecuada. Si alguien siente curiosidad y quiere ver a Cameron West en la actualidad, puede hacerlo aquí.


miércoles, 21 de mayo de 2014

Eloy Tizón: Técnicas de iluminación

Idioma original: español
Año de publicación: 2013
Valoración: Muy recomendable

A quien leyera, en su momento, mi reseña de Velocidad de los jardines, también de Eloy Tizón, le va a parecer que me he confundido y que estoy reseñando dos veces el mismo libro. Lo digo porque los dos son muy similares, y muchas de las cosas que voy a decir aquí ya las dije allí, y creo que es bastante inevitable, la verdad.

Técnicas de iluminación es, como Velocidad de los parques, es una recopilación de relatos con el sello inconfundible de su autor: un estilo entrecortado, poético, sugerente e ingenioso y una gran capacidad para crear atmósferas y personajes, que en algunos casos se sobreponen incluso a la idea de trama o narración propiamente dicha. Leer a Eloy Tizón es aceptar ese juego: no esperar un relato en el sentido convencional del término, sino una sucesión de sugerancias, apuntes, mundos que muchas veces parecen esconder algo que no se termina de decir del todo.

El libro está compuesto por diez relatos, algunos de los cuales resultan prácticamente imposibles de resumir, como "Fotosíntesis", el que abre el volumen. Otros incluyen un misterio, pero la clave de ese misterio se esconde más allá del texto, donde el lector no alcanza (es el caso de la caja misteriosa de "Ciudad dormitorio" o el incidente de la fiesta en "La calidad del aire"). Por último, los hay que consisten en la creación de personajes que tienen algo de perturbado y perturbador, como en "Los horarios cambiados" o "Alrededor de la boda".

La lectura de los relatos de Tizón se disfruta, por la brillantez del estilo (¿he hablado ya del estilo?) y por el sentido del humor que rezuma de sus textos. Incluso cuando no cuenta nada, da gusto cómo lo cuenta. En sus textos hay greguerías, metáforas audaces, ironía, enumeraciones caóticas, personajes grotescos, rasgos de coloquialismo que sorprenden cuando menos los esperas, humor y un toque de absurdo. Con todos estos ingredientes, raro será el lector que consiga aburrirse...


También de Eloy Tizón en ULAD: Velocidad de los jardines

martes, 20 de mayo de 2014

Colaboración: Pulphead de John Jeremiah Sullivan

Idioma original: Inglés
Título original: Pulphead
Año de publicación: 2011
Valoración:
Recomendable

Ensayo periodístico, extenso, lucido e inteligente. Referencias como David Foster Wallace funcionan para tener una idea de lo que es Pulphead, pero sólo por la falta de referentes de quién la reseña escribe. Sin ser una pieza de literatura sublime, el libro se revela como un objeto muy recomendable por un carácter propio del género trabajado, el ensayo periodístico, y por el contenido de los artículos de Sullivan.

La centralidad de la música es el elemento a tener en cuenta a la hora de valorar esta colección de artículos como accesible a cualquiera que no tenga especial interés en la literatura. Hay piezas en torno a Michael Jackson y Axl Rose - en esta se menciona una graciosa anécdota que ocurre en Bilbao - y sobre Bunny Wailer, integrante de The Wailers, en la que se profundiza en la cultura Rastafari y la cultura de violencia política y mafias en Kingston. El rock cristiano y la forma que tiene Sullivan de acercarnos a dicho fenómeno, quitándonos los prejuicios hacia las personas que disfrutan de este tipo de música, es otra pieza a tener en cuenta. A otra categoría pertenece el que versa sobre la música blues de antes de la guerra mundial: la búsqueda del grial moderno en forma de canciones imposibles de encontrar, la necesidad de la filología para entender una letra de blues y el misticismo que emana de los objetos de colección en los que se han convertido las canciones que sobreviven en un solo vinilo en todo el mundo son los ingredientes que hacen del artículo algo especial.

Reflexiones in situ sobre el Katrina, sobre la movilización política que genera el Tea Party e incluso sobre el Gran Hermano americano y su industria periférica en forma de ex-integrantes haciendo apariciones en discotecas son otros de los temas incluidos, que junto a los artículos sobre música conforman el universo de lo Pulp. Los datos tienden a ser interpretados hacia un análisis del estado de la cultura en los EE. UU., facilitando que todos los artículos puedan ser leídos como una única pieza: el relato periodístico de la cultura popular americana.

Lo más interesante tal vez sea la perspectiva que Sullivan consigue trabaja en la mayoría de los casos: seguir la historia desde dentro, experimentarla y sumergirnos a los lectores en ella mediante la descripción de los sucesos desde el lugar en el que ocurren hasta llegar al punto de inflexión en el que el periodismo pasa a ser relato, y no porque se convierte en ficción, sino por que adquiere la magia de la narración literaria.


Firmado: Paulo Kortazar

lunes, 19 de mayo de 2014

Jean Echenoz: Ravel

Idioma original: francés
Título original: Ravel
Año de publicación: 2007
Traducción: Javier Albiñana
Valoración: un obvio muy recomendable

Tengo una relación de amor/odio con estos escritores dados a las obras breves. Que son muy útiles, sobre todo para finalidades tan perversas como cumplir con las draconianas exigencias de un blog de reseñas diarias. Pero a la vez peligrosos: uno siempre concede su atención pensando que el tiempo invertido será escaso y que a cambio se obtendrá (supongámosle valor a este hecho) una opinión fundada sobre un autor. Lo hice hace unos años con Amélie Nothomb: me tragué cuatro de sus librillos de cientoypico páginas (solo recuerdo tres: Estupor y temblores, en el que había un jefe japonés muy estricto, Antichrista, en el que había una adolescente muy malota, y Un viaje de invierno, el que menos me repugnó, y del que sólo recuerdo que salía la Torre Eiffel en la portada). Mi conclusión es que la Nothomb no parecía ser santo de mi devoción, pero eso solamente me costó una asequible media docena de horas. Igual me da cualquier día por confirmar que aún es así.
Bien.
Jean Echenoz lo pone aún más sencillo. Después de menos de 100 páginas de 14, 124 son las que se tarda en despachar este Ravel, novelando los hechos más destacables de los últimos diez años de la vida de Maurice Ravel, insigne compositor y autor del universal Bolero.
Formidable recreación, donde se nos muestra al músico en sus diversas vertientes, todas ellas que cuadran mucho con el concepto de excentricidad tan atribuído a los genios: caprichoso, despótico y a veces desconsiderado con cierta corte de aduladores que encajaba hasta los peores desprecios como parte del paquete. Narcisista, obsesionado hasta lo enfermizo por su vestimenta y su calzado, fumador empedernido de Gauloises, evanescente, de aspecto frágil pero elegante, de salud precaria y largo historial de enfermedades desde la juventud. El cuadro soñado que nos lleva a la fascinación como lectores, a buscar si ese Frontispicio es una obra tan compleja a cinco manos sobre el piano, si ese Concierto para mano izquierda es real y es realmente así. Pues bien; si ese efecto sobre el lector cabe medirlo en suscitar interés y devorar texto no voy a poner ni una pega.
Ahora bien.
Quizás, y el ejemplo del propio Ravel como músico viene a corroborarlo, no todo en la vida es la técnica impecable y la perfección formal. Lo dije en 14 y lo digo aquí. Echenoz es mencionado como uno de los valores de la alicaída escena literaria francesa, pero no llega a los niveles de Houellebecq. Uh; yo prometi no hace mucho que no volvería a comparar a todos los escritores franceses con Houellebecq. Me pregunto, por cierto, que debe decir el cascarrabias de Houellebecq sobre Echenoz y su precisión.
Ravel es una lectura excelente, pero me temo que acaba mostrando más a Echenoz como sublime redactor que como gran creador. Con eso puede que confunda a quien me lea. Pero no es una sensación desagradable, sino una mera confirmación del perfil de su talento. Queda claro que, para concebir esta novela, se informó y profundizó en la figura de Ravel, y que el resultado de su trabajo es impecable. Pero, a veces, sentidos como la improvisación, la frescura, o cierta falta de planificación, suelen ser mucho más agradecidos.

También de Jean Echenoz en UnLibroAlDía: CorrerRelámpagos, Capricho de la reina14

domingo, 18 de mayo de 2014

Ermanno Cavazzoni: Breviario de idiotas

Título original: Vita brevi di idioti
Idioma original: italiano
Traductora: Marina Pino
Año de publicación: 1994
Valoración: Recomendable

Ermanno Cavazzoni es un escritor, guionista (junto a Fellini, nada menos), director de cine y profesor italiano. Publicó en 1994 este Breviario de idiotas, de subtítulo harto elocuente: "Cuando la idiocia es tan perfecta que debería servir de ejemplo a los niños". Y eso es exactamente lo que nos encontramos en el libro: toda una serie de biografías de personajes, a modo de "vidas de santos", cuya aventura vital está siempre condicionada por una estupidez, o mejor dicho, idiocia (recordemos la distinción al respecto  que hacía el personaje de Belbo en El péndulo de Foucault, de Umberto Eco), a veces congénita y otras sobrevenida, pero que siempre determina un final más o menos trágico, como colofón de una existencia más o menos cómica.

Ciertamente, estás biografías (¿inventadas?) reflejan una idiotez llevada a su extremo. No obstante, y aquí está lo inquietante del libro, no resulta difícil reconocer, en uno u otro caso, y exagerados, a algún personaje de los que podemos tratar a diario o hemos conocido a lo largo de nuestra existencia; incluso a algún amigo o familiar... O, más inquietante aún, a ese ser que nos mira cada mañana desde el espejo: Cavazzonni opta por el humor para presentarnos esta colección de tipos disfuncionales, casi fenómenos de feria en algún caso, pero cuyas manías y obsesiones podrían muy bien ser sustituidas por las que, quien más o quien menos, tenemos todos. El catálogo es suficientemente colorido como para que cualquiera encuentre su "idiota favorito", así que me limitaré a enumerar una pequeña muestra, para que ustedes se hagan una idea de por dónde van los tiros:

- El marxista Raffaello Pelagatos, que creía que los Reyes Magos eran unos extraterrestres (y su antagonista, el padre Pelaperros).
- Bruno Primavera, pirómano fraudulento.
- Un superviviente  de Mauthausen que no se dio cuenta de que era un campo de concentración, porque en su pueblo se pasaba aún más hambre. 
- Rosa María Blanconegro, puta fracasada.
- El doctor Diálisis, mártir de los pies.
- Vincenzo Cusiani, escritor realista, que se dedicaba a transcribir absolutamente todos los hechos de su vida diaria, por nimios que fueran (sospecho que éste era el favorito de Cavazzonni. Además de que parece un adelanto de ciertos escritores actuales de la última hornada).

Y así unos cuantos más. El único personaje real que yo conozco (no excluyo que haya más), es el afamado Cesare Lombroso, ese "científico" que en el siglo XIX trató de establecer toda una tipología de humanos, y en especial de seres antisociales, como artistas y criminales, basándose en consideraciones estadísticas y en estudios antropométricos y, sobre todo mediciones craneales. Sus hallazgos, como no podía ser menos, tuvieron bastante eco, unos años después, en los corpus ideológicos de otros ilustres idiotas, como fueron los fascistas y los nacionalsocialistas alemanes (e incluso hoy, a menudo se echa mano de tópicos de ese tipo o de consideraciones geográficas, para sentenciar alegremente sobre las supuestas tendencias delincuenciales de alguna etnia o nacionalidad determinada).

El género al que podemos adscribir estos relatos es , sin duda, el humorismo, pero que nadie espere aquí un humor "blanco" o "naif", por más que se finja en alguna de las biografías. de hecho, el estilo varía desde la más afilada ironía hasta el sarcasmo o la metáfora evidente ( como en la historia del noble Pordiosero, que se  cubría la cara antes de salir de casa, para disimular sus arrugas, con una gruesa capa de laca, que al trascurrir el día iba cuarteándose). Otras "vidas" ya caen directamente en lo esperpéntico o, incluso en lo "felliniano" (puesto que ambos creadores trabajaron juntos); en una mezcla de lo tierno, lo repulsivo y lo patético que denota un humor más amargo que risueño y que a quien lo lee también le deja un sabor acre, para nada divertido. En otras ocasiones, no obstante, la desazón proviene de percatarnos de que las historias que nos cuenta el autor tampoco difieren mucho de las que podemos leer en los periódicos o escuchar en algún cotilleo de vecindad. Por ejemplo, no me resisto a reproducir uno de los brevísimos "suicidios con error" que aparecen en un capítulo del libro:

     "Un abogado alcohólico y reducido a la miseria se tiró, el 10 de Diciembre, de un puente. pero con él cayó también un jubilado que había intentado detenerlo. El jubilado se ahogó, mientras que el abogado fue rescatado borracho e inconsciente".

(Parece una metáfora de la crisis económica o de sus efectos. O de tantas cosas...).

En definitiva, un libro absolutamente recomendable, pero no apto para espíritus delicados. Ni tampoco para aquellos que vivan convencidos de hallarse en el mejor de los mundos o encantados de haberse conocido a sí mismos. Porque lo que Cavazzonni insinúa a lo largo de todo este breviario, es que la idiocia  absoluta no es un estado tan lejano de la "normalidad" como solemos creer. En un momento dado, todos podemos ser unos perfectos idiotas. Si es que no lo somos ya.


sábado, 17 de mayo de 2014

Charles Simic: Mi séquito silencioso

Idioma original: inglés
Título original: My Noiseless Entourage: Poems
Año de publicación: 2005
Valoración: entre recomendable y está bien
Traducción: Antonio Albors

Charles Simic (Belgrado, 1938) emigra a Estados Unidos en 1954, donde reside desde entonces. Galardonado con numerosos premios, entre ellos el Pulitzer en 1990, ha publicado con Vaso Roto, además de Mi séquito silencioso, Una mosca en la sopa (trad. Jaime Blasco, 2010) y El mundo no se acaba (trad. Jordi Doce, 2014).

Desde "Descripción de algo perdido", primer poema de la serie, el autor nos traslada a un escenario eminentemente urbano (hay algunas referencias a lo rural,  a los porches con una mecedora en la entrada, a las gasolineras de carreteras secundarias, etcétera) donde las películas de miedo, las cafeterías de media noche, los bares oscuros, los salones de billar y las calles satinadas por la lluvia sirven de marco para un cuadro repleto de personajes, de una multitud, de un séquito silencioso, que vagan, se alejan y descienden en un andén vacío/ sin ningún pueblo a la vista

Algo violento y misterioso se intuye en los poemas de este poeta estadounidense, algo se roza, pero nunca acaba por nombrarse. Estamos ante un lenguaje del silencio que envuelve al objeto y al ser humano y lo acalla. No hay memoria o, por lo menos, en el caso de muchos de los protagonistas de los poemas es preferible no tenerla (hablo por ejemplo de personas que vivieron el horror de la guerra y que se han quedado ancladas en un pasado violento y doloroso o, simplemente, de individuos que desconocen su destino o qué hacen en un lugar determinado): Nunca tuvo un nombre/ ni recuerdo cómo lo encontré./ Lo llevé en mi bolsillo/ como un botón perdido/ salvo que no era un botón.

Simic vuelve pues a lo urbano, a los andenes desiertos, a las conversaciones de vecinos que hablan sobre gatos ciegos que salen por las noches, a trozos de carreteras lúgubres, que, mediante lugares y objetos que reconocemos como parte del universo del ser humano (maletas, colchones enrollados, sartenes), penetran una vez más en el enigma, en lo fantasmagórico y ahondan en ese gesto que le es propio a la poesía: el acercarse a lo innombrable, pero, como la utopía, lo innombrable, apenas perfilado, apenas intuido en el poema, escapa a la palabra.

A primera vista, debido a sus escenarios fantasmagóricos, a la aparición de lo onírico y al vacío que muchos de sus protagonistas desprenden (pensemos en la pareja de autostopistas, en el hombre que arrastra una cuerda, parece que, para ahorcarse pero que, acto seguido se olvida de su cometido) y el hecho de que algunos poemas resulten un poco flojillos ("El pajarito", "Festín de medianoche", "En la mañana medio-dormido" o "Nuestro viejo vecino"), el lector de Mi séquito silencioso puede pensar que la poesía de Simic no es para tanto. O, por lo menos, la de este poemario (parece que El mundo no se acaba tuvo una mayor acogida). Sin embargo, hay pequeños detalles que nos hacen ver que se trata de un buen poeta.  

Algo a destacar de su universo poético es que muchas de las piezas podrían funcionar de arranque para un buen relato protagonizado por gasolineros, barmans, amantes o fantasmas que habitan una casa hechizada. Sus textos proponen un mundo cerrado y compacto, definido, con algunas imágenes surrealistas muy bien escogidas que no representan sino el reflejo de un mundo decadente que esconde una grieta. Como esos guiños de los relatos de Samanta Schweblin, cinematográficos y terribles por todo aquello que insinúan. 

Hay una gran verdad, atroz, que pesa a lo largo de las páginas, que va cobrando cuerpo, pero que nunca llega a estallar. Hay algo que acecha y traga, pero en un callejón lúgubre, a espaldas del lector, que busca, a sabiendas de que algo se esconde ahí, pero nunca se muestra. A pesar de todo, hay poemas como "El papel del insomnio en la historia" que ofrecen una pista:

Los tiranos nunca duermen:
un apenado, severo
e imperturbable ojo
observa la noche. 

La mente es un palacio
de paredes con espejos.
La mente es  una iglesia en el campo
invadida de ratones. 

Cuando llega el amanecer,
los santos se arrodillan,
los tiranos alimentan sus perros
con pedazos de carne cruda.


El resto del camino debe descubrirlo, en soledad, como si de un personaje de Simic se tratara,  el propio lector.


viernes, 16 de mayo de 2014

Colaboración: Querido Diego, te abraza Quiela, de Elena Poniatowska

Idioma original: español
Año de publicación: 1978
Valoración: Muy recomendable

Lo primero, es de bien nacidos ser agradecidos, dar las gracias a este blog que puso en mis manos esta pequeña joyita que me ha permitido acercarme hasta la ahora desconocida por mí Elena Poniatowska, último Premio Cervantes, y cuya prosa es sencilla pero de una eficacia pasmosa. Porque digámoslo ya: esta novela corta de apenas 96 páginas conmueve y remueve, agita el interior, estremece y te hace empatizar con el dolor y el desamparo de Angelina Beloff, y su infinita soledad, y su amor no correspondido.

Así, de forma epistolar —imposible por momentos no pensar en Carta de una desconocida de Zweig— la autora nos va desgranando en doce cartas la pasión injustificada y destructiva de dicha artista hacia su idealizado Diego Rivera. Doce misivas enviadas de forma obsesiva, compulsiva, mecánica, sobre las aristas de la locura. Doce epístolas huérfanas de solemnidad, anémicas, siempre sin respuesta, siempre sin acuse de recibo alguno, para mayor desespero de una Angelina Beloff cada vez más desvalida e infeliz en un París de infaustos recuerdos.

Me sorprende, por cierto, haber leído que desde ciertos colectivos feministas se acusara en su día a la autora por incidir con Angelina Beloff en una figura femenina emocionalmente demasiado dependiente, débil, sumisa, autodestructiva, etc. Y me pregunto yo: ¿esas personas habrán leído acaso las Noches blancas de Dostoievski o las Cartas de amor a Mina Loy de Walter Cravan? ¿Acusarían de lo mismo a Elizabeth Smart y su escritura en primera persona de En Grand Central Station me senté y lloré? ¿No se dan cuenta de que el “Amor”, entendido como fenómeno absurdo, inexplicable y aniquilador, no entiende de géneros? No lo deben ver, no, porque en caso contrario en vez de buscar oscuras intenciones habrían recabado en la prosa de Angelina Beloff y  en sus palabras como dentelladas:

«Angelina, ¿qué no sabes que el amor no puede forzarse a través de la compasión?»
Eso, y no otra cosa, ofrece esta obra: una nouvelle epistolar dolorosa, emotiva e intensa. Y con semejante base en la realidad que de las doce cartas que la componen, la última es de la verdadera Angelina Beloff, ¡de su propio puño y letra! Uf, terrible este hecho, constatar que la realidad sucede de tal manera a la ficción novelada que no se nota el tránsito. Y terrible, casi insoportable, asomarse hoy al retrato que Diego Rivera hiciera de Angelina Beloff y sus insondables ojos tristes...



Me despido de esta reseña con unos versos de Rober Frost, quien escribió: «Para la destrucción / el hielo es poderoso / y bastaría también.». Del hielo y su poder, de eso precisamente trata esta novela. Del frío y la distancia como tortura. De la incapacidad para el desapego como vía crucis personal. Y cerrando el libro, dando un portazo que nos deja helados, inerte, suspendida e irreal como si la observáramos a través de una gasa, quedará para siempre flotando la última pregunta de Angelina Beloff mendigando una respuesta, suplicando a su amado que se dirija a ella y le diga algo, tan solo eso, limosneando patética, resignada y vencida aunque solo sea tal cosa, que le conteste sucintamente: «¿Qué opinas de mis grabados?»

Firmado: David Villar Cembellín

De la misma autora en ULAD: Leonora