Título original: Ninety percent of everything
Año de publicación: 2013
Traducción: Juan A. García Román
Valoración: muy recomendable
Francesc: Yo he de confesar que uno de los poderosos motivos para leer este libro es trabajar en el sector del transporte marítimo, pero en tierra. Me fascinaba saber, y hacerlo desde una vertiente literaria, algo más acerca de su funcionamiento. Tú, Izas, ¿por qué leíste este libro?
Izas: Porque el tema también me toca de cerca. Mi padre es marino, ha trabajado toda su vida en barcos que transportaban gas de una punta del planeta a la otra y, aunque ha hablado muchas veces de sus vivencias en el mar, quería conocer más sobre el tema. Es cierto que Rose George habla de otro tipo de buques y de un transporte menos específico (por si no se lee con claridad en la foto que acompaña este texto, el largo subtítulo de este libro es La industria invisible que te viste, te llena el depósito de gasolina y pone comida en tu plato. O, como dice la frase inicial en el título original, que se ha obviado en la traducción: Inside shipping: Dentro de la industria naviera), pero en origen es lo mismo: barcos inmensos que transportan todo lo que directa o indirectamente utilizamos a diario.
Francesc: Porque de eso se trata: Rose George accede a uno de esos enormes buques mercantes: el Maersk Kendal. Una mole flotante que puede cargar miles de contenedores, pero que la tecnología permite que sea gobernada por veinte tripulantes, a costa, claro de que su explotación, de sus condiciones leoninas. Claro: cuando vives en el mismo sitio en qué trabajas, en qué otra cosa vas a entretenerte que trabajar. Rose George vive el día a día a bordo: se entera de quienes están, qué hacen, y qué pasa.
Izas: Y de dónde son. Puede parecer poco importante, pero no lo es. Cuando en un espacio limitado como un barco, en el que en determinadas ocasiones es necesario tomar decisiones con rapidez, se juntan filipinos, ingleses, alemanes, españoles, estadounidenses, indios, chinos y quién sabe cuántas personas de cuántas nacionalidades diferentes, cada uno con una formación diferente y no siempre con el mismo nivel de inglés, no resulta nada fácil organizarse ni ser tan efectivo como se debería.
Francesc: Mis dos experiencias más memorables con la literatura marinera son curiosas: la alucinante estancia de David Foster Wallace en Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, y la constante presencia en mi estante de Moby Dick, reclamándome que algún día llegue su turno. Pero Noventa por ciento de todo son, también, palabras mayores. Consciente el lector de que los libros de crónicas son un universo aparte, de que su valor se compone tanto de lo que explican como de cómo lo explican, este es un fascinante recorrido por cómo funciona esto del tráfico marítimo de mercancías, clave en el comercio internacional, y en que podamos contar con la gran mayoría de los objetos que nos rodean, empezando por los componentes del ordenador en que escribo o la camisa made in Bangladesh que llevo puesta.
Izas: Y tan clave. Es barato y rápido y, pese a los riesgos que conlleva, increíblemente eficiente, mucho más que cualquier otra forma de transporte. E influye muchísimo en nuestra sistema económico, algo que se suele pasar por alto.
Francesc: Y detrás de eso están las personas que se sacrifican en prolongadas estancias en buques que son jaulas en las que, además, puedes ahogarte y otras lindezas. George, aguerrida periodista de esas que se mete en fregaos muy poco aconsejables, disecciona a fondo, y el tono de denuncia es constante. A las condiciones de contratación, a la búsqueda de las triquiñuelas y amparos legales bajo complicadas legislaciones internacionales que permite rocambolescas situaciones. Al propio riesgo de los empleos en un barco. Un trabajo duro y opresivo, un mundo casi exclusivamente masculino en el que Rose George se aventura, y a cambio de lo cual nos regala estas 300 páginas que son una lectura muy recomendable para cualquier lector, pero un absoluto y fervoroso must para cualquier interesado en la cuestión marítima.
Izas: He de decir que, en este sentido, la autora lo clava. La mayoría de las cosas que cuenta en este libro se las llevo oyendo contar a mi padre desde que era una cría: las relaciones entre los trabajadores, las experiencias con piratas (sí, son más habituales de lo que creemos, aunque sólo últimamente se les haya prestado cierta atención), el poco contacto con la familia, la compleja y contradictoria relación que tienen con el mar, incluso los insultos que se dedican de unos buques a otros por radio (parece ser que lo del filipino monkey no pasa de moda)... Es increíble que, a pesar de todo lo que ha cambiado la industria, la parte "humana" se mantenga casi imperturbable desde hace (por lo menos) medio siglo.
Francesc: A mí me hubiera gustado que la parte dedicada al tema de los piratas fuera algo más breve y, por curiosidad, que se hubiera hablado de cómo se establecen los sistemas de precios para los fletes marítimos y qué tipo de intereses turbios hay detrás. Pero comprendo que, invitada por una naviera como estuvo Rose George, no pudiera entrar en ese juego.
Izas: Ahí no estoy de acuerdo. Creo que es importante hablar del tema de la piratería, porque en general se cree que se tratan de incidentes aislados, y no siempre queda muy claro por qué hay piratas, qué hacen y qué es exactamente lo que hacen cuando suben a un barco. En resumidas cuentas, considero que esta obra es un must para todo el mundo, no sólo para los interesados en el tema, pues, a menos que alguien cercano trabaje en la industria (como es mi caso), uno no sabe ni hasta qué punto dependemos de ella, ni lo que supone trabajar en un barco, ni lo mucho que sufren los océanos (y, por ende, la flora y la fauna que habitan en ellos y, al final, nosotros mismos) por su causa, ni cómo la economía mundial se ve influída por ella.
Si alguien quiere oír a la autora hablando de este tema, puede hacerlo aquí.
También de Rose George en UnLibroAlDía: La mayor necesidad
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