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viernes, 31 de mayo de 2024

Michele Mari: Verdigrís

Idioma original: Italiano
Título original: Verderame
Traducción: Carlos Gumpert
Año de publicación: 2007
Valoración:
Bastante recomendable

Si las cosas fueran como tienen que ser, este sería uno de los "libros sorpresa" del año. Desgraciadamente, las cosas son como son y lo más probable es que este libro pase desapercibido y que solo reductos inexpugnables de la exquisitez literaria como este (sí, hoy hemos despertado con el ego subido) nos hagamos eco de Verdigrís.

Y si tuviera que resumir en tres palabras los motivos de la primera afirmación, estas serían ORIGINALIDAD, TERNURA y VARIEDAD DE REGISTROS. ¡Al lío!

El punto de partida de la novela me lleva directo a Miguel Delibes. Felice, viejo campesino que por momentos recuerda al Azarías de Los santos inocentes, está perdiendo la memoria y Michele, un chaval algo resabiado de unos 13 años (y nieto del patrón, para más señas) trata de ayudarle a través de una serie de reglas mnemotécnicas. Tristeza, humor y ternura se funden en una parte inicial que podría ser una especie de diálogo entre Daniel el Mochuelo de El camino y el Azarías, siempre y cuando el Azarías hable en un dialecto con un punto poético de lo más interesante.

Lo que uno no espera es que esa novela "delibesiana" gire de pronto y que las influencias pasen a ser otras bien diferentes. Lo fantástico se cuela en la novela y Delibes deja paso a lo real maravilloso, al terror gótico, al mito de Frankenstein, a la novela de intrigas y aventuras en las que hay babosas, rusos emigrados, muertos que hablan, nazis asesinados, etc.

Y así, el intento de ayuda se convierte por parte de Michele se convierte en un carrusel de preguntas, hipótesis y conjeturas que nos llevan a cuestionarnos tanto sobre el origen de Felice sobre cómo se construye una historia y una vida (y aquí me viene a la cabeza el recientemente fallecido Sergio Chejfec).

Todo ello sin que la novela salte por los aires, manteniendo el ritmo y la tensión, con dos personajes aparentemente antitéticos como Michele y Felice que nos guiarán a través de un complejo laberinto de pasiones y sentimientos de lo más humano.

Solo un "pero" se le puede poner a la novela, aunque no sea algo baladí. Ese "pero" está relacionado con la voz de Michele. Digamos que se confunde el Michele narrador, ese que narra pasados un montón de años desde los hechos, con el Michele protagonista. ¡Me pasa como con Helena o el mar de veranoque me chirría tanto leer que un niño de trece años hable como un adulto hecho y derecho!

Cosas mías, quizá. Lo importante es que este Verdigrís me ha sorprendido para bien, tanto es así que espero que sea el primero de muchos libros de Michele Mari que veamos publicados por estos lares.

jueves, 30 de mayo de 2024

VV.AA.: El pintor del cielo

Idioma original: Turco
Título original: ¿?
Año de publicación: 2021
Traducción: ¿?
Valoración: Está bien (recomendable para niños)

El pintor del cielo es un álbum ilustrado dirigido al público infantil. Lo han escrito y dibujado, respectivamente, los turcos Göktuğ Canbaba y Ceyhun Şen.

Trata sobre el Pintor del Cielo, cuyo trabajo es pintar las noches de hermosos tonos azul marino. Como siempre trabaja en la oscuridad, se siente solo y cree que nadie lo ve, por lo que decide hacer algo al respecto.

Debo señalar que los mimbres del argumento de El pintor del cielo son un tanto débiles. Por ejemplo, la historia introduce personajes que luego tienen escasa relevancia (pienso en Nuberu y Doña Estrella); asimismo, el arco del protagonista se me antoja forzado. Pese a esto, la historia narrada no deja de tener su encanto, especialmente para los más pequeños. Y es que resulta moderadamente imaginativa y entrañablemente colorida; también encierra una valiosa lección. 

Las ilustraciones que complementan al relato, de página entera e incluso doble página, son deliciosas, a excepción de un par de ellas menos inspiradas que el resto. De factura clásica en su composición y cromatismo, las eleva cierta audacia en su acabado; sobre todo valoro la miríada de texturas que regalan al espectador que las contempla.

miércoles, 29 de mayo de 2024

Agatha Christie: El espejo se rajó de parte a parte

Idioma original: inglés

Título original: The Mirror Crack'd from Side to Side

Año de publicación: 1956

Traducción: María Dolores Raich de Ullán

Valoración: recomendable

Como muchos otros millones de personas (sé que no soy especial), durante mi adolescencia fui un lector voraz de las novelas de Agatha Christie y seguramente a ella debo en buena medida la persistencia ente vicio afición que me ha traído hasta aquí, a perpetrar reseñas de lo que leo, con más entusiasmo que acierto... Confieso, además, que de todas sus novelas, las que más me gustaban eran las protagonizadas por Miss Marple (Poirot me resultaba un tanto fatuo...aunque supongo que esa era la intención. pero es que, además, la señorita Jane Marple , aunque se tratara de una anciana, me parecía un modelo de detective más moderno e innovador), esa amable viejecita que resolvía crímenes mientras tomaba el té en su casa de St. Mary's Mead... qué menudo pueblo, por cierto, donde el índice de asesinatos por habitante debía de ser más alto que una favela de Rio de Janeiro.

En cualquier caso, en este libro, ambientado ya en los años 50 del siglo pasado, en St. Mary's Mead se han producido algunos cambios; ya no es ese pequeño villorrio típicamente inglés, cerrado sobre sí mismo, pues han llegado nuevos habitantes que rompen el status quo social, inquietando a los vecinos de siempre (¿de qué me sonará a mí esto?): jóvenes matrimonios provenientes de la ciudad han ido a vivir al nuevo barrio del Ensanche, donde los chavales tienen pinta de gamberretes... En fin, que ha llegado el siglo XX al mundo de las tacitas, por decirlo así. Por si fuera poco, la mansión de Gossington Hall ha sido adquirida por una estrella de Hollywood, aunque de origen británico, la actriz marina Gregg junto a su marido, el productor americano Jason Rudd. Este aporte de glamour (no es difícil pensar que se trata de un trasunto de Elizabeth Taylor, que a su vez fue quien interpretó al personaje cuando la novela se llevó al cine) gusta más a los vecinos/as de St. Mary's Mead, claro, hasta que resulta que una de ellas, la señora Badcock, muere envenenada durante la recepción que los nuevos dueños ofrecen en la mansión. Aunque, según apuntan todos los indicios, el objetivo del asesino o asesina no era esta buena señora, sino la misma Marina Gregg...

El misterio está servido. Y la señorita Marple acabará por resolverlo desde su casita, informada por los cotilleos que les cuentan las visitas y su joven asistenta Cherry. Con sus habilidades deductivas y, sobre todo, con su conocimiento de la naturaleza humana, sorteará pistas falsas e increíbles casualidades 8ay, doña Agatha...) hasta dar con la terrible verdad, como no podía ser de otra manera. También, no debo olvidarlo, con la inestimable ayuda de Alfred Tennyson, cuyos versos sobrevuelan toda la novela: 

                                    "Voló la telaraña y flotó lejos

                                                El espejo se rajó de parte a parte;

                                                -La maldición ha caído sobre mí- exclamó

                                                La dama de Shalott

(Una vez más, no me puedo resistir a poner una de las magníficas cubiertas de la editorial Molino para los libros de esta autora)

Más novelas de doña Agatha reseñadas: aquí


martes, 28 de mayo de 2024

Reseña + Entrevista: Ella entró por la ventana del baño de Élmer Mendoza

Idioma original: español

Año de publicación: 2021

Valoración: muy recomendable

Imagínense que estamos en Ciudad Juárez y que somos niños, boy scouts. Ha venido gente de la Ciudad de México a traernos noticias muy gratas. Ha venido la esposa del presidente, una señora muy amable, que, la verdad, me cae muy bien. Ha llegado el momento en que nosotros, los niños, tenemos que darle nuestro saludo a la esposa del presidente y a la gente que la acompaña, y eso es lo que vamos a hacer ahora:

“¿Cómo juegan los niños en Ciudad Juárez?” (Se tira pecho a tierra). “Arriba”.

“¿Cómo juegan los niños en Tijuana?” (Se tira pecho a tierra). “Arriba”.

Así termina una plática de Élmer Mendoza en “Casa de América” en España sobre “La estética de la violencia”. Alguien en el público se ríe, otros se notan incómodos. En mi caso, me sentí perturbado. Al final, el público aplaude contento. Este es el tono con el que Élmer aborda el eterno tema de la violencia en México, en particular la asociada al crimen organizado, o como le decimos en México con cariño, “El Narco”. Lo que más me llama la atención del trato que da Élmer a estos temas, y que le ha traído muchas críticas, es su acercamiento amoral. No pretende en ningún momento condenar al narco, a la corrupción policiaca, o a la complicidad política que lo acompaña. Así mismo, no romantiza ese estilo de vida (como sí lo hacen muchas series televisivas como “Narcos”). Élmer se limita a hacer un retrato de la sociedad mexicana, principalmente la del norte del país, con todos sus matices posibles. Sin embargo, como dice una canción de Café Tacuba, no se piensa matar por convicciones ajenas, haciendo alusiones directas a algún narco o un político. Sin embargo, para aquellos que siguen las noticias en México, es fácil imaginar a quién está haciendo referencia.

Considerado como el fundador de la “Narcoliteratura” en México, Élmer Mendoza continúa una serie de novelas policiacas que tiene como protagonista al “Zurdo” Mendieta, un detective muy “mexicano”. Aquellos que hayan leído libros anteriores de Élmer saben muy bien que el “Zurdo” no es un héroe inmaculado; es un producto de su entorno, moldeado por una realidad donde las líneas entre el bien y el mal son difusas. Él navega en un sistema donde la justicia es a menudo inalcanzable a través de medios convencionales, y donde la supervivencia y la efectividad requieren una buena dosis de pragmatismo y flexibilidad moral. Mendieta no duda en aceptar sobornos, alterar evidencias o colaborar con delincuentes si esto le permite avanzar en sus investigaciones o proteger a aquellos a quienes considera valiosos. Este comportamiento refleja una crítica a las instituciones mexicanas, que Mendoza retrata como ineficaces y a menudo cómplices del crimen que deberían combatir. Sin embargo, a pesar de sus métodos cuestionables, el Zurdo mantiene un código de honor personal, lo cual lo hace aún más parecido a los narcos.

En "Ella entró por la ventana del baño", Mendoza nos presenta una trama oscura, con sus respectivos giros de tuerca, como debe ser, y personajes complejos. La historia comienza con un asesinato que parece rutinario en el caótico paisaje de Culiacán, pero pronto se revela como una red mucho más intrincada de secretos y poder. El “Zurdo” Mendieta, con su peculiar mezcla de cinismo y honor, debe navegar a través de un laberinto de pistas falsas y enemigos peligrosos para llegar al fondo de la verdad. Lo interesante aquí es que la novela no solo se centra en la investigación del crimen, sino que también ofrece una mirada profunda a la vida en una ciudad marcada por la violencia y la corrupción. Además, se nos presenta una trama paralela, la que da título al libro, en la que el “Zurdo” debe encontrar a una mujer misteriosa que, por azares del destino, entró por la ventana de un baño. Sí, como la canción de los Beatles.

Mendoza tiene un talento especial para capturar el habla y las costumbres de la gente del norte de México, dotando a sus personajes de una autenticidad que resuena con el lector. Su estilo es directo y sin adornos, reflejando la brutal realidad de la vida bajo la sombra del narcotráfico. Su estilo “quebrado”, como él le llama, al describir las escenas de acción, funciona muy bien para variar el ritmo de la narración y ajustarla a los distintos escenarios. Sus descripciones del paisaje urbano y rural de Culiacán son vívidas y envolventes.

Uno de los aspectos más fascinantes de "Ella entró por la ventana del baño" es cómo Mendoza integra la violencia en la vida cotidiana de sus personajes. La violencia impregna cada aspecto de sus vidas, moldeando sus decisiones y destinos. Sin embargo, a pesar de la crudeza del tema, Mendoza usa un sentido del humor muy particular, lo que hace muy entretenida la lectura. Si les gusta el personaje del "Zurdo" tanto como a mi, chequen las otras novelas donde aparece.

Élmer me regaló un poco de su tiempo para hablar de su obra y de su visión sobre el panorama social mexicano. Chequen la entrevista en el enlace de abajo.




lunes, 27 de mayo de 2024

Raynor Winn: El sendero de la sal


Idioma original:
inglés
Título original: The Salt Path. A memoir
Traducción: Lucía Barahona
Año de publicación: 2018
Valoración: está bien

 

Me resulta curioso que una editorial normalmente militante como Capitán Swing haya incorporado no sólo esa medallita (Best Seller internacional) sino también renunciado a su característica maquetación de portada para este libro. También, como no leí más que de soslayo la sinopsis pues mi interés surgió, creo, a raíz de algún comentario en Instagram, me sorprendió leer que no se trataba de una novela sino de una crónica personal de hechos que le sucedieron a la autora. Pero esto ya es un pequeño defecto propio, que peco de precipitación pues hay que cumplir semanalmente y ya, en caliente, acabado el libro, someterlo a un juicio inmediato, casi sin dejar que los rescoldos de su lectura se enfríen, no sea que me salga otra vez una pésima reseña.

Por completar los precedentes, esta  es una primera obra de una autora que, parece desprenderse también de ciertos comentarios en contraportada e incluso de los agradecimientos, decidió publicar su experiencia con ciertas intenciones de reciclaje profesional y obtuvo un éxito comercial de alcance, que, sin llegar a desconcertarme, si me provoca cierta sorpresa, pues si bien puedo llegar a estar de acuerdo con cierta definición - "una historia de esperanza" - su lectura no ha llegado a transmitirme una intención directa de reivindicar una actitud vital concreta, más que la constatación de la adaptabilidad a las situaciones como recurso lógico de cualquier individuo o, vamos a ser algo reduccionistas, especie animal. Raynor y Moth, su esposo con el que lleva décadas de matrimonio, sufren un duro avatar del destino y un juez los desposee de su casa, que gestionan como residencia turística. De golpe se ven a sí mismos sin hogar, sin trabajo, anegados de deudas, con edades difíciles, pasada la cincuentena, y con una circunstancia adicional: Moth, el marido, resulta diagnosticado de un raro trastorno neurológico incurable que no solo le acarreará dolores que le incapacitan para una vida cotidiana normal sino una perspectiva de un escaso tiempo de vida. Deciden recorrer a pie los mil y pocos kilómetros de la costa de Cornualles con sendas mochilas a cuestas, dormitando en una tienda precaria donde encuentren lugar cada noche y subsistiendo de una exigua ayuda semanal que van retirando en los cajeros de las poblaciones que van recorriendo. Cuestión que me genera mi primera suspicacia, que espero que nadie me replique de forma furibunda: ¿tienen dos hijos en edades universitarias y ninguno de ellos hace nada por evitar que sus padres puedan llevar a cabo una aventura tan dura e incierta? En todo caso, es una crónica personal y nadie dice que todo haya de ser coherente y completamente ceñido a una lógica. 

Porque entiendo que El sendero de la sal se interpreta en clave doblemente reivindicativa. O triplemente incluso. Lo implacable del sistema judicial ante las personas en situaciones de fragilidad, por un lado. Porque pasan de una existencia digna a la indigencia casi sin escalones intermedios. La persistencia del amor como elemento por encima de toda circunstancia, cuando la pareja decide mantenerse unida contra toda dificultad, incluso contra la advertencia médica de que ese peregrinaje por caminos costeros, por parajes inhóspitos y agrestes puede perjudicar la evolución de la enfermedad de Moth. Y el tercero, que lo siento pero ya desprende cierto tufillo, lo que se describe como "el poder regenerativo de la naturaleza", coartada esta que ya me despierta escepticismo pues ni esto es Walden ni cuenta que con el espíritu periodístico de Chatwin o Krakauer. La aventura es forzada y la pareja atraviesa sus vicisitudes en medio de precariedad, de condiciones difíciles, de situaciones al borde de la indignidad, no es que el texto refleje una queja constante pero sí un engañoso aire de buddy movie como si la población indigente o sin hogar tuviese un sentimiento colectivo de hermanamiento o, incluso, en un país asolado por el clasismo como el Reino Unido, todo el mundo estuviese dispuesto a ayudar a un par de personas mayores que trasiegan pesadas mochilas. Lo siento, esta parte no me la he creído, y en algún punto, pues lo más persistente del libro es su extensa y detallada descripción de los lugares y paisajes que ese sendero de mil kilómetros atraviesa, me ha parecido que esas excesivas trescientas páginas se escoran casi más hacia la guía de viajes o el folleto promocional que hacia el testimonio de la experiencia iniciática o casi catártica (qué superficiales somos por querer dormir a cubierto todas las noches) que el libro amaga, en su conjunto, en representar.

domingo, 26 de mayo de 2024

Ernest Schakleton: Sur. Relato de la Expedición del Endurance y Aurora 1914-1917

Idioma original: Inglés
Año de publicación: 2012 (esta edición)
Traducción y adaptación: Servanda de Hagen, Verónica Weinstabl y Teresa García, J.A. Sanz
Valoración: Bastante recomendable

Pues sí, queridos niños. Por si alguien no la conoce, estamos ante una de las mayores historias de supervivencia que ha dado la exploración polar (y mira que hay historias!). Un barco que se queda atrapado en el hielo hasta su hundimiento, una deriva agónica en la banquisa y por mares tempestuosos, una isla inhóspita, un viaje de 1300 km a través del océano austral para llegar a las Georgias de Sur (y luego tener que atravesar la isla en una caminata de 36 horas), un rescate al límite, etc. Vamos, que ni Julio Verne, tetes!

Este es el resumen resumido de la odisea que hubo de pasar la expedición del Endurance, liderada (a su manera, que toca desmitificar un poco) por Sir Ernest Shackleton y esto es lo que, a grandes rasgos, se narra en Sur. 

Pero como suele ocurrir, esta es solo una parte de la historia. Y es que la Expedición Transantártica no fue, solo, "la expedición de Shackleton" ni Sur es solo la historia del Endurance. Porque fueron dos los barcos que se dirigieron al continente helado (aunque la Historia "Oficial" hable solo del Endurance en el que iba Sir Ernest), porque hay personajes, como Worsley o McNish, claves para entender el feliz desenlace de la aventura que no han sido debidamente reconocidos, porque Sir Ernest quizá no fue ese jefe tan "megamaravilloso" al que, por otro lado, sería injusto negar su mérito (pero de ahí a casi canonizar hay un trecho), etc.

De todo lo anterior se deriva una posible doble lectura del libro, en función de si el lector tiene o no conocimientos previos sobre las peripecias de Shackleton y compañía. ¡Al lío!

En el caso de que sea la primera vez que uno oiga hablar de la expedición, alucinará con el viaje. Una aventura que roza los límites de lo increíble, hombres en situaciones extremas en plena noche polar, drama, tragedia, la condición humana, recetas culinarias, etc condensadas en casi 600 páginas.

En cambio, para quien ya haya visto o leído algo sobre la expedición Sur puede ser otras cosas. La aventura no deja de ser brutal y posee todos los elementos que hacen de ella algo casi mítico, pero el lector más "experto" verá cómo ese "ejemplo de liderazgo" que pareció ser Shackleton igual no lo fue tanto y descubrirá otros nombres y otras historias con los que podrá sentirse más identificado. 

Sobre el liderazgo de Shackleton, llaman la atención cuatro cosas:

  • su escaso o nulo agradecimiento a dos personajes clave en toda la historia. Y es que Sir Ernest y el James Caird jamás habrían llegado a las Georgias del Sur tras un viaje de 1600 kilómetros orientándose como buenamente pudieron sin Frank Worsley, pero es que igual Worsley y Shackleton igual estaban criando malvas en 1916 si no hubiera sido por McNaish (el carpintero, así a secas para el cabronazo de Sir Ernest)
  • las pocas referencias a la organización del grupo durante la expedición, lo que unido a ciertas referencias a drásticas medidas dejan entrever a un Shackleton muy en su papel de jefazo. (A ver, ¿quién cojones es Sir en este puto barco, so inútiles?)
  • su nula autocrítica. Sí, todo tu grupo llegó vivo y todo lo que quieras pero algo mal tuviste que hacer, ¿no?
  • la poca atención que presta a los sentimientos o historias de sus compañeros de expedición. El tono de la narración es más bien frío y centrado en aspectos exteriores o en el propio narrador (aunque hay momentos en los que trasluce bien la desesperación y el hastío del grupo) y lo aleja de tipos como Nansen, mejor escritor y (parece que) mejor persona que Sir Ernest.

En cuanto a otros nombres y otras historias, me refiero fundamentalmente a los diarios de uno de los miembros de la expedición del Aurora: Ernest Joyce. La aventura (con ecos de los últimos de días de Scott) de su grupo con los depósitos de víveres, con dos mil kilometros a cuestas, ventiscas, frío espantoso, etc y la oscura poética que esconden sus lacónicos diarios deberían figurar entre lo mejor de la exploración polar.

Releo lo anterior y parece que se trata de un ajuste de cuentas con Sir Ernest. Si lo es, lo es con el Shackleton "mito", lo que no significa que no reconozca los méritos y el valor de un texto verdaderamente recomendable para amantes de trágicas aventuras polares con final (no tan) feliz.

sábado, 25 de mayo de 2024

Thomas Gilbert: La voz de las bestias, el ansia de los hombres

Idioma original: Francés
Título original: La Voix des bêtes, la faim des hommes
Traducción: Fernando Ballesteros
Año de publicación: 2023
Valoración: Recomendable

La voz de las bestias, el ansia de los hombres es una novela gráfica guionizada e ilustrada por el francés Thomas Gilbert. Nuevo Nueve la ha editado excelsamente en un lujoso volumen de tapa dura.

Sigue los pasos de Brunhilde, una líder lobo que recorre la Francia de finales de la Edad Media. Pese a su misantropía, nuestra heroína no ceja en su empeño de obrar bien e intentar que la naturaleza, los animales y los humanos coexistan en armonía.

La historia narrada en La voz de las bestias, el ansia de los hombres es ciertamente interesante. Introduce escenas prescindibles y descarta algunas ideas de forma abrupta, pero está por lo general correctamente estructurada. Me gustan especialmente los capítulos que la subdividen, pues se suelen cerrar a sí mismos sin por ello descuidar un arco argumental mayor.

Los personajes que salpican La voz de las bestias, el ansia de los hombres son, pese a la sencillez de sus diseños y caracterizaciones, sumamente funcionales. Quizá los más memorables sean Paulin, un carismático buhonero, y el terrorífico a la par que trágico antagonista. 

Por su parte, el estilo de dibujo de Thomas Gilbert me parece muy atractivo. Tiene un nivel de detalle elevado pero no sobrecargado, sabe imprimir gracia y movimiento a las figuras, compone excelentemente las escenas y emplea una acertadísima paleta de colores.

Por cierto, destacaría tres cosas que la hábil mano de Gilbert plasma con absoluta maestía: los paisajes, los animales y la imaginería fantástico-terrorífica. Sobre todo me gustan las ilustraciones de página entera con que se abre cada capítulo, y la originalidad que imbuye a los elementos cristianos.

Poco más puedo añadir: La voz de las bestias, el ansia de los hombres es un cómic la mar de entretenido. Sin duda, su solvencia en los apartados visual y de guion regalarán una gratificante experiencia a los amantes del medio.


viernes, 24 de mayo de 2024

Charles Bukowski: Hollywood

Idioma original: inglés

Título original: Hollywood

Traducción: Cecilia Ceriani

Año de publicación: 1989

Valoración: Está bien


No creo que me equivoque mucho si digo que casi todos hemos catado en alguna medida a Bukowski en nuestra juventud. Es que es irresistible, todo eso del realismo sucio, hablando sin tapujos de sexo, de alcohol, libros en los que se dice follar y que te jodan, tipos antisociales que se ríen de las convenciones. Una especie de versión cínica de Kerouac, un Borroughs en viaje de vuelta. Un cóctel apetecible para alguien ansioso de conocer el lado oscuro del vicio, el riesgo y las peleas. Muchos años más tarde echamos un vistazo a aquellas historias y, claro, impresionan bastante menos pero ¿pueden seguir resultando atrayentes?

Un director de cine encarga a Bukowski (o a su inevitable alter ego Chinaski) que escriba un guion. Tras algunas dudas consigue sacarlo adelante, y ahora toca hacer la película. Todo son dificultades con productores y actores, con la financiación y los caprichos de la industria, problemas que el guionista contempla a cierta distancia, más vinculado al proyecto por amistad que por auténtico interés (al margen del económico, claro). Las múltiples vicisitudes que se van sucediendo, algunas disparatadas pero con el aspecto de ser muy reales, constituyen el cuerpo del relato de principio a fin.

Bukowski siempre habla de Bukowski, con lo que la lectura de todos sus libros nos proporciona algo parecido a una biografía completa. Esta tendencia a contarnos sus excesos y aventuras puede resultar un poco cansina, y hasta poner en cuestión la creatividad del autor. Pero bueno, es innegable que con su personaje a cuestas consigue arrastrar a buen número de incondicionales que disfrutan de su aspereza y su sarcasmo. Todo esto lo encontramos, claro está, en Hollywood, que por lo demás me parece un texto algo monótono, una colección de anécdotas más o menos cómicas que desde el punto de vista narrativo no dan mucho más de sí.

Claro que Bukowski no es mal escritor, no solo tiene un estilo muy personal y domina perfectamente la acción (no por nada es su propio protagonista y puede estirar, adornar o reinventar su propia experiencia), sino que también sabe colocar elementos que realcen su relato. Aunque sea en una capa menos visible, podemos detectar la decadencia que marca la edad, y una especie de viaje involuntario, casual o no tanto, a lugares visitados en la juventud, un punto muy tenue que, sumergido en la ironía dominante, se diría que el autor no quiere que se llegue a apreciar. El peculiar papel del guionista asoma también entre las páginas, es quien ‘hace latir los corazones’ de sus personajes, quien les da ‘palabras para hablar’, les hace vivir o morir; pero

¿Y dónde estaba el escritor? ¿Quién fotografiaba alguna vez al escritor? ¿Quién aplaudía? Aunque menos mal ¡joder!, claro que menos mal: el escritor estaba donde debía estar: en algún rincón oscuro, observando.

Ya, se podría añadir, o más bien en el bar, o en ese mismo rincón oscuro trasegando un par de botellas de vino. Porque si nos parásemos a contar las botellas que se vacían en este relato (sobre todo vino, pero también whisky, vodka, lo que se tercie) nos podría salir un número cercano a ese gúgol que nos es tan familiar, no por nada la presencia del alcohol en los relatos de Bukowski, o sea, en su propio día a día, es de esas cosas que en principio hacen gracia, diríamos que despiertan simpatía, pero sobrepasada una frontera, empiezan a dar bastante grima. Quizá también porque, queriéndolo o no, todo tiene un ligero aire de autoparodia: al autor le gusta presentarse como el alcohólico irreductible que ha aprendido a integrar su vicio con cierta dignidad, y también como el sexagenario bien curtido al que nada asusta, el superviviente que se ríe del mundo y sus pequeñas miserias.

Naturalmente, hay en el fondo una corriente crítica con la industria del cine, el gobierno implacable del dinero y la ambición, los caprichos de las estrellas y la mezquindad de los productores, la falsedad escondida en fiestas aburridas donde cada uno busca su oportunidad. Y por ahí, ocultándose o saludando, anda Bukowski, que a fin de cuentas parece un buen hombre, buscando al camarero para que le ponga otra copa.

Más de Charles Bukowski reseñado en ULADaquí


jueves, 23 de mayo de 2024

Stephen King: El fugitivo

Idioma original: inglés
Título original: The running man
Traducción: Hernán Sabaté Vargas
Año de publicación: 1985
Valoración: Recomendable si no esperas una historia de terror

Antes de nada, comentar que esta novela fue una de las que Stephen King sacó bajo el pseudónimo de Richard Bachman, quizá en un intento de alejarse de las novelas de terror que tanto éxito le han proporcionado.

¿Y qué nos propone aquí el archiconocido autor? Bueno, es cierto que no es este un “libro de miedo” en la línea de Misery o It, pero también es verdad que el bueno de King no hace mucho por ocultar su verdadera identidad: el mundo de la novela es un escenario agónico y moribundo donde no cabe sitio para la esperanza.

Nos alejamos de horrores sobrenaturales y nos ubicamos en un futuro distópico en el que la televisión (librevisión) se ha erigido como tótem de las falsas esperanzas y única vía de escape para el sucedáneo de vida que lleva la mayoría de la gente. Pero claro, no una televisión como la conocemos nosotros: una versión maligna, pervertida y morbosa que juega con la vida de los concursantes para regodeo de los pobres diablos televidentes; aunque visto así, la verdad es que sí que suena como la nuestra... en fin.

Ben Richards - interpretado por Arnold Schwarzenegger en una adaptación para el cine, probablemente el actor con el físico que peor podría encajar con el personaje - es un pobre hombre con una mujer obligada por las circunstancias a prostituirse y una pequeña niña enferma a la que no puede costear los fármacos; el clásico estereotipo de fracasado (en el “buen” sentido, una persona que jamás tuvo posibilidades) que nos remite a las obras más reconocibles de King. Apremiado por las circunstancias, y rozando un nihilismo ya bastante acusado, decide presentarse a uno de los concursos más salvajes pero también con más retribución de la librevisión: El fugitivo.

Este programa es una especie de Battle Royale un poco desnivelado: Todos contra uno. El concursante debe mantenerse el mayor tiempo posible con vida mientras toda la sociedad lo persigue. Cuanto más tiempo libre, más dinero para la familia - se da por hecho que ningún concursante puede sobrevivir -.

Pues bien, Ben, hastiado, cabreado con el mundo, conocedor de que no va a salir vivo de la prueba, decide dar el todo por el todo: comienza una aventura suicida que le lleva a batir los récords de duración del concurso y a un inesperado final (no tan inesperado, si tienes un poco de intuición) que dejará huella en la historia de la librevisión.

Una vez esbozado el argumento, creo que los temas a tratar están más que claros: la más evidente, el presunto alienamiento producido por la televisión y medios de comunicación (King no fue capaz de prever Internet, no le culpo), la lucha de clases, la conspiración, y la rebelión del antihéroe que busca justicia en un mundo donde no hay – no puede haber – lugar para ella. Nada nuevo bajo el sol, pero eso no significa que sea malo; es muy  difícil ser original. 

Es una novela rápida y corta, sin mayor trascendencia, interesante para aquellos que quieran ver a Stephen King fuera de su ámbito habitual – aunque como digo, no tan fuera como para no reconocerlo – e interesante, claro que sí. Pero no es ninguna maravilla. Solo se la puedo recomendar a aquellos fans del geniecillo malvado de Maine a los que no les importe salirse por un breve espacio de tiempo del género de terror, pero no muy lejos.


Todo lo de Stephen King reseñado en ULAD aquí.

miércoles, 22 de mayo de 2024

Yasmina Khadra: Los virtuosos

Idioma original: Francés
Título original: Les vertueux
Año de publicación: 2022
Traducción: Wenceslao-Carlos Lozano
Valoración: Recomendable

Es curioso. Pese a ser Yasmina Khadra uno de los escritores árabes más leídos y traducidos (si no el que más), hasta ahora solo hemos reseñado una de sus novelas. Enmendamos en parte el "error", extensible por cierto a la literatura árabe, con la reseña de su última novela, esta Los virtuosos localizada en la Argelia natal del autor y ambientada entre los años 1914 y 1950, aproximadamente.

Protagonizada por Yacin, una suerte de Ulises de las arenas del desierto argelino sometido a pruebas que a veces entroncan con las del héroe homérico, Los virtuosos no puede tener un comienzo más prometedor: el citado Yacin, pastor más pobre que las ratas y más inocente que un recién nacido, es "convocado" por el caid, una especie de caudillo local, para que sustituya al hijo de este en el ejército francés que combatirá en la Primera Guerra Mundial. Promesas y amenazas mediante, al bueno de Yacin no le quedará más remedio que embarcarse en el horror.

Terminado el periplo europeo, Yacin regresa a su Argelia natal y la novela pasa de ser una novela de "formación" a ser más una novela de "aventuras" en la que sucesivos destierros y reencuentros, búsquedas y hallazgos, violencias y remansos de paz, nos harán acompañar a Yacin y a algunos de sus compañeros de armas en su particular odisea y nos acercarán a la historia argelina de la primera mitad del siglo XX.

Pese a ese prometedor punto de partida inicial, creo que a esa primera parte de la novela le cuesta despegar. En particular, las escenas bélicas me remiten a películas ya vistas, a libros ya leídos y a historias más y mejor contadas (me vienen a la cabeza testimonios directos como El miedo de Chevalier, Sin novedad en el frente de Remarque o películas como la inolvidable Senderos de gloria). Esto no significa que sea una mala primera parte de la novela, ojo. Su integración en el todo de la novela es más que correcta y cumple su función como introducción de personajes que luego serán fundamentales en el desarrollo de la novela y como presentación del personaje de Yacin. 

A partir de ahí, creo que la novela crece. La historia trágica y, al mismo tiempo ridícula, de Yacin se convierte en la historia de sucesivas búsquedas, interiores o no, en una exploración por las contradicciones del ser humano en un contexto histórico y geográfico muy determinado pero bastante universal. 

Así, Los virtuosos resulta ser un texto en el que ternura y crudeza se complementan, en el que el destino juega un papel clave y que, pese a cierta desproporción entre el peso de unas escenas y otras (por ejemplo, los más de 10 años de cárcel de Yacin se despachan en un puñado de páginas mientras otros períodos más breves y más de "transición" ocupan mucho más espacio) y algunas expresiones algo chirriantes (desconozco si venían ya de serie o son cosas de la traducción), acaba dejando un buen sabor de boca.

También de Yasmina Khadra en ULAD: El loco del bisturí

martes, 21 de mayo de 2024

Daniel Saldaña París: El baile y el incendio

 
Idioma original: español
Año de publicación: 2021
Valoración: muy recomendable

Como uno más entre los (muchos) espíritus libres que escriben en este blog, la elección de mis lecturas responde a los mecanismos más erráticos y azarosos, dándose la casualidad de que en los últimos tiempos he reseñado muchos libros de Sexto Piso y todavía más de Anagrama. No pondré a prueba la paciencia de los lectores asiduos con la repetición cansina de los motivos de mi enorme cariño por esta editorial, hasta el punto de perdonar su insistencia en publicar la insufrible entrega anual de la Nothomb (la equivalencia literaria del primo pesado que se presenta en todas las celebraciones familiares cuando nadie lo quiere a su lado). Pero sí que os haré partícipes de esta curiosa casualidad: los dos últimos libros han sido, la portada lo proclama con cierta discreción levemente condescendiente con los eternos subcampeones (por favor, no hagamos símiles futbolísticos), finalistas de sendos Premios Herralde.

Hasta aquí la analogía con mi anterior reseña con la que esta brillante novela tiene bien poco que ver. Y no voy a establecer comparaciones que solo pueden rezumar odio e injusticia. Mi patrón oro establecería que Estrella distante es el 10 absoluto - certera, breve, densa, mortífera - y (aquí la elección se hace más huidiza) Ordesa es el 0 ejemplar - ñoña, estúpida, repetitiva, irrelevante. 

Y quizás el párrafo anterior tenga más de preámbulo de lo que parece, ya que esta El baile y el incendio es una novela de obvios regustos bolañescos, desde la elección de México (en este caso, la ciudad de Cuernavaca) como escenario hasta la estructura con cambios de narrador, la existencia de los amigos unidos desde la infancia, la evocación con discontinuidades temporales de los vínculos, quebradizos pero perseverantes, generados en la adolescencia y la juventud.

Natalia es una coreógrafa a la que le sale una oportunidad que le ha posibilitado su emparejamiento con Argoitia, pintor de cierta celebridad, mayor que ella: ha de organizar un baile en unos jardines públicos, Erre, amigo y anterior pareja, ha regresado a su ciudad natal tras una mala experiencia amorosa. Conejo, tercer elemento, sigue viviendo en la ciudad con el padre que ha sufrido una ceguera definitiva como prueba del deterioro que la edad avanzada acarrea. Su relación no es exactamente un triángulo. De hecho los tres protagonistas solo coinciden en escena de forma retrospectiva. El telón de fondo es una ciudad rodeada de bosques y campos que se queman, un remedo de pandemia donde el agua escasea, los conspiracionistas creen que la población está siendo envenenada o narcotizada por un nuevo metal, las cenizas flotan en el ambiente y se responsabiliza a esas situaciones de extraños episodios callejeros: la gente rompe a bailar y se comporta de modos extraños e inexplicables. Cada uno de los protagonistas, Natalia, Erre, Conejo, toman la voz en una de las partes del libro. El día de la presentación de la coreografía parece ser el punto en que finalmente han de confluir. En el camino, especialmente en las partes de Natalia y Erre (la de Conejo es para mí la parte más directa, más terrenal) evocarán, sobre todo Natalia, su iniciación sexual, y algunas de sus influencias culturales, circunstancia ésta que permite a Saldaña otro giro, al insertar anécdotas e historias que convierten esta novela en un muy estimulante ejercicio de estilo y solvencia narrativa.


lunes, 20 de mayo de 2024

Walter Hill , Matz & Jef: Balas perdidas

Idioma original: francés

Título original: Balles perdues

Año de publicación: 2015

Traducción: Gema Moraleda García

Valoración: entre recomendable y está bien

Supongo, espero, QUIERO PENSAR que no hará falta que explique quién es Walter Hill pero, aunque sólo sea por rellenar esta reseña en atención a una hipotética e improbable persona que no lo conozca (léase con tono desengañado) lo comentaré: Walter Hill es una leyenda viviente (de momento y por muchos años, ahora que nos ha dejado otro monstruo del cine de entretenimiento, Roger Corman) del cine norteamericano, sobre todo de acción, director de grandes títulos del género como The Driver, The Warriors, Southern Comfort, The Long Ryders, Límite 48 horas, Johnny el Guapo, Cruce de caminos, etc. y productor y/o guionista de otras películas incluso más míticas, como la saga Alien... 

Ahora bien, ¿qué tiene que ver este cinesata de arraigada y celebrada carrera con el mundo del cómic o, para ser más exactos, con el de la Bande Dessinée? Pues bien, resulta que durante la promoción de la película Una bala en la cabeza, dirigida por él, pero basada en un cómic dell guionista francés Matz (Alexis Nolent), éste preguntó a Hill si, a su vez, no guardaría algún guión en el cajón del escritorio que pudiese ser trasladado a viñetas. El cineasta le respondió que un montón de ellos, entre otros el de este Balas perdidas, que había escrito 30 años antes.  A resultas de esta colaboración, Matz se puso manos a la obra junto con el ilustrador Jef (Jean-François Martínez) y el resultado, al cabo de unos años, fue este cómic o novela -negra- gráfica que hoy reseñamos (luego repetirían la experiencia con Cuerpo y alma), toda toda una lección del noir más clásico aunque, sin duda, -aprtiendo de un guión de Walter Hill no podía ser de otra forma-, bastante escorado hacia el hardboiled.

Sinopsis de la historia: en la época de la Ley Seca llega, a un pueblucho de Arizona, un tipo trajeado en un lujoso coche, buscando al dueño del bar, con el objeto de que salde cierta deuda... Sólo que el tipo trajeado es Roy Nash, un asesino implacable que, hasta poco antes, cumplía condena en una cárcel de Chicago, de donde se ha fugado con ayuda de la Mafia, a cambio, eso sí, de que lleve a cabo un ajuste de cuentas múltiple para ellos (*) Su siguiente parada será Los Ángeles, donde Roy, además, intentará encontrar a su antiguo amor, Lena, el verdadero motivo de su fuga y búsqueda.

Como cualquiera puede imaginar, la historia está llena de tipos duros como el pedernal, villanos más malos que la sarna y mujeres bellas como un sueño húmedo... Destaca, además, tanto el elegante trazo de Jef y su composición panorámica de las viñetas como la cuidada ambientación, gracias en buenamedida, al acertado uso de la transferencia fotográfica y de una paleta de color de lo más adecuado, sobre todo en la parte que se desarrolla en Arizona.

Tampoco os voy a engañar: esta novela gráfica -y supongo que el guión original de Hill- tiene más de recreación p incluso de homenaje al cine negro más clásico que de una historia que aporte un punto de vista original al género, pero, aún así, no me cabe duda de que los amantes del noir, del polar y del cómic, en general, disfrutarán de lo lindo con ella. Después de todo, lleva encima el marchamo de calidad de toda una leyenda...

(*) Esta primera parte tiene un regusto a una película dirigida por Hill en 1996, El último hombre o Last Man Standing (o quizá sea al revés, puesto que su guión de Balas perdidas es anterior).




domingo, 19 de mayo de 2024

Re-reseña: El regreso, de Walter de la Mare

Idioma original: Inglés
Título original: The Return
Traducción: Jorge Salvetti
Año de publicación: 1910
Valoración: Recomendable

Arthur Lawford, un «ser más bien aburrido y sin gracia» (página 10), «alguien medio muerto, apenas consciente, sin un solo pensamiento o deseo realmente vivo en su cabeza o en su corazón» (página 175), de «vida monótona y angustiosa» (página 13), se duerme sobre una lápida. Al despertar tiene un rostro ajeno, «delgado y aventurero» (página 28).

Así empieza El regreso, exquisita novela de horror psicológico del escritor británico Walter de la Mare. La obra narra cómo un hombre propicio a la enfermedad experimenta una metamorfosis. Su cara es sustituida por la de un desconocido; asimismo, su cuerpo, voz y letra se parecen a los de una persona distinta. Incluso sus pensamientos y forma de actuar cambian, sutilmente al principio y acentuadamente después. 

Dicho cambio afecta a Lawford de distintas maneras; según transcurre la historia, le produce un pavor indescriptible, aflicción existencial, vergüenza resignada o cierto encanto seductor. También otros personajes se ven salpicados, en mayor o menor medida, por el extraño fenómeno: Sheila, la esposa del protagonista; Alice, su hija; Bethany, su amigo el párroco; Herbert y Grisel, unos hermanos excéntricos que viven junto al río, etc...

La premisa de El regreso es, pues, harto interesante. Además, hay que remarcar que Walter de la Mare dota a su fórmula terrorífica de un trasfondo extremadamente sugerente. Y es que el autor emplea una posible posesión como excusa para reflexionar sobre cómo nuestra identidad, aparentemente estable, puede variar súbitamente, y cómo aquéllos que nos rodean pueden reaccionar ante ello. Otro tema explorado subrepticiamente en la novela sería la imposibilidad de comunicarse eficazmente con los demás. 

Asimismo,Walter de la Mare cavila en torno a las diferencias culturales y sociales. No en balde el protagonista, un británico acomodado, parece haber sido invadido por el espíritu de un tal Sabathier, un francés libertino que se suicidó siglos atrás.  

El primer aspecto formal a resaltar de El regreso es su prosa. Aunque algo recargado para los estándares actuales, la elegancia, precisición y minuciosidad del estilo de Walter de la Mare resultan extremadamente agradables para los sibaritas de las letras.

Por su parte, los diálogos de la obra están muy bien escritos, pues varían en función del personaje o estado de ánimo al que representan y saben mimetizarse adecuadamente con el tono oral. Sin embargo, acusan cierta afectación y redundan en demasía sobre los mismos asuntos, por lo que pueden llegar a hacerse pesados.

Otro apartado sumamente conseguido de El regreso es su potente atmósfera. Como sucede en otras ficciones de Walter de la Mare, ésta envuelve a la historia con una neblina vagamente asfixiante y tenuemente espectral. 

Por último destacaría la ambigüedad del conjunto. Walter de la Mare desdibuja lo narrado (contra todo pronóstico, la precisión y minuciosidad de la prosa del autor no desentonan en absoluto con la mentada narración desdibujada), sugiere un elemento sobrenatural y cierra con un final abierto; todos estos detalles se confabulan para que las certezas del lector se desmoronen. ¿Los sucesos tienen una base psicosomática o sobrenatural? ¿Cuál de las muchas teorías contradictorias de Herbert es cierta? ¿Cuando el libro termina, es Lawford realmente el mismo que en un inicio? 

Veo a mucha gente comparando El regreso, por obvias razones, con La metamorfosis de Franz Kafka. Aunque, personalmente, creo que la obra de Walter de la Mare tiene muchas más similitudes con El Castillo del esritor checo. Y es que en ambas aparecen, por ejemplo, una atmósfera onírica, interminables diálogos plagados de redundancias y un personaje femenino en el que el protagonista deposita vanamente todas sus esperanzas.

El regreso es, en suma, una novela recomendable, sobre todo para amantes de la literatura extraña y ambigua; una que evidencia el talento de un escritor único que deslumbró a autores de la talla de H.P. LovecraftDylan Thomas o Robert Aickman. Inédita hasta ahora en español, la editorial Adriana Hidalgo la trae a nuestro idioma con una impecable traducción de Jorge Salvetti.


Reseña original: Aquí

sábado, 18 de mayo de 2024

Reseña + Entrevista: Ella en la otra orilla y La cigarra del octavo día de Mitsuyo Kakuta

Idioma original: japonés
Título original: Taigan no kanojo (対岸の彼女); Yokame no semi (八日目の蝉)
Traducción: Yoko Ogihara y Fernando Cordobés
Año de publicación: 2004; 2007
Valoración: muy recomendable x 2

Había pensado en escribir reseñas separadas para estas dos novelas, pero opté por presentarlas juntas para presentar la obra de una autora que, en mi opinión, no ha sido suficientemente apreciada fuera de Japón. Aunque Mitsuyo Kakuta es una figura destacada en su país, no ha alcanzado la fama internacional de otros escritores japoneses. A través de estas dos obras —las únicas de Kakuta traducidas al español hasta la fecha— se abordan temas comunes como la maternidad, el papel de la mujer en la sociedad moderna, el aislamiento y las crisis de identidad.

Mitsuyo Kakuta ha escrito numerosas novelas, cuentos y ensayos, algunos de los cuales han sido adaptados a series o películas; por ejemplo, "La cigarra del octavo día" está disponible en Netflix. Además, y es la principal razón por la que soy su fan, Kakuta-san ha llevado a cabo la monumental tarea de traducir al japonés moderno el Genji Monogatari (además de usar un lenguaje simple, sin los honoríficos), la obra fundacional de la novela japonesa. Pero bueno, a lo que los truje.

“Ella en la otra orilla” cuenta la historia de Sayoko, una madre que, a pesar de estar casada (parece ser que los padres desobligados están por doquier), se enfrenta sola a la crianza de su hija, al tiempo que lucha por darle sentido a su vida más allá de los roles de "madre" y "ama de casa". Sayoko decide tomar las riendas de su vida y consigue un trabajo en una empresa de limpieza. Allí se reencuentra con Aoi, la que será su jefa, una vieja amiga de la universidad y presidenta de la empresa. Aoi, soltera y volcada al trabajo y a los placeres, representa un claro contraste con la vida de Sayoko.

La dinámica entre Sayoko y Aoi sirve como muestra de las elecciones (o resignaciones) de vida y las presiones sociales que enfrentan las mujeres en Japón, y por extensión, en todo el mundo. A través de este reencuentro, Sayoko y Aoi comienzan a cuestionarse sus propias identidades y las decisiones que ha tomado a partir de graduarse de la universidad. Los monólogos de Sayoko mientras realiza sus tareas de limpieza aparecen como momentos profundamente conmovedores y reveladores. Kakuta aprovecha estos momentos de aparente trivialidad para explorar las profundidades de la insatisfacción y la resignación de Sayoko. A través de sus reflexiones, entendemos su lucha interna y su sentido de identidad, que se ve continuamente fragmentado entre su rol como madre y esposa, y sus propias aspiraciones personales. Estos monólogos no solo enriquecen la comprensión del personaje, sino que también plantean preguntas sobre el sacrificio, la felicidad y el autoconocimiento. Además, la dificultad que experimenta la hija de Sayoko para relacionarse y hacer amigos le recuerda sus propias luchas del pasado. A medida que Sayoko observa y reflexiona sobre las dificultades de su hija, se enfrenta a sus propios recuerdos de aislamiento y ansiedad social, aunque está determinada a ayudar a su hija a superar estos obstáculos.

Por otro lado, “La cigarra del octavo día” ofrece una historia igualmente compleja sobre los lazos familiares y las consecuencias de las decisiones pasadas. La protagonista, Kiwako, secuestra a la bebé de su amante. Esta decisión desesperada inicia una cadena de eventos que no solo afecta la vida de Kiwako sino también la de la niña y su familia biológica. A lo largo de la novela, Kakuta teje en entramado de emociones y conflictos éticos, explorando situaciones como la maternidad ilegítima y la identidad robada.

Otro de los temas de esta novela, y que es de mi particular interés, son las sectas religiosas, cuyo auge en Japón a partir de la segunda mitad del siglo XX ha sido tema de debate público. Desde casos infames de cultos que recurren al terrorismo y a la violencia, como Aum Shinrikyo, hasta aquellas que mas que preocupación, provocan vergüenza ajena. En este caso, se nos presenta una comunidad religiosa formada exclusivamente por mujeres, la cuales se dedican a una vida de devoción y ascetismo, aunque algunas enfrentan un conflicto interno al cuestionar la legitimidad y las intenciones de su líder. La inserción de este contexto permite a Kakuta explorar cómo las creencias y la fe pueden ser manipuladas y convertirse en herramientas de control emocional y psicológico, principalmente en personas que acuden en momentos de desesperación.

La narrativa de "La cigarra del octavo día" no solo destaca por su intensa exploración de los lazos rotos y la búsqueda de redención, sino también por cómo Kakuta maneja las complejidades de las relaciones humanas entrelazadas con los temas de poder, fe y vulnerabilidad. A medida que la historia de Kiwako se desarrolla, se revelan las capas de su propia lucha interna y deseo de pertenencia, mostrando cómo su acto inicial de desesperación se entrelaza con las vidas de aquellos a su alrededor.

Ambas novelas, aunque distintas en sus tramas, se entrelazan en su exploración de la maternidad y la identidad femenina, ofreciendo una perspectiva empática hacia las presiones sociales que moldean las vidas de las mujeres en la sociedad japonesa contemporánea.

Mitsuyo Kakuta es, a mi parecer, una voz esencial en la literatura japonesa. Sus obras traducidas al español son solo una muestra de su capacidad para contar historias que son a la vez íntimas y universales. "Ella en la otra orilla" y "La cigarra del octavo día" son ejemplos destacados de su talento y son altamente recomendables no solo por su mérito literario sino también por abordar aspectos de la cultura japonesa que frecuentemente quedan marginados en las obras de autores más mainstream.

Kakuta san tuvo la enorme amabilidad de platicar conmigo en persona acerca de sus libros. Aquellos que estén interesados en profundizar en su obra o escuchar las opiniones sobre los temas abordados directamente de la autora pueden checar la entrevista en el link de abajo.



viernes, 17 de mayo de 2024

Camila Fabbri: La reina del baile

Idioma original: español
Año de publicación: 2023
Valoración: recomendable

A riesgo de, a estas alturas, inventar la Re-member-seña voy a tener que entregarme a una algo futil digresión.

Hoy 13 de Mayo de 2024, la reseña se publica cuatro días después, he de devolver mi ejemplar de La reina del baile a la biblioteca barcelonesa donde lo tomé prestado. De hecho, hay otras cuatro peticiones del libro a continuación de la mía, así que entiendo que el libro está solicitado y por lo menos hay cuatro potenciales lectores, digamos, algo impacientes de que les llegue su turno. Ello implica que lo obtuve hace justo un mes, y que seguramente en cuanto me hice con el ejemplar - supongo que por algún comentario o alguna reseña que despertó mi curiosidad - no tardaría (la novela no alcanza las doscientas páginas) más de una semana en leerlo por lo que, mala costumbre que tengo de esperar a que llegue el día de publicar para afrontar su redacción, me lanzo a redactarla el día 12, y he de hacer un esfuerzo mental para recordar detalles memorables. De un libro que fue finalista del Premio Herralde.

Quiero decir: esta es una novela de estructura moderna, aunque ya algo convencional, Los capítulos dan saltos atrás en el tiempo y tienden a confluir: empezamos con un accidente de tráfico con nuestra protagonista y una adolescente en el vehículo. El juego de la casualidad trágica se pone en marcha y parece que toda la novela se enfoque en resolver cierto enigma: qué hacen esas dos personas juntas en ese vehículo, cuándo la evolución de la trama no las relaciona en absoluto. La protagonista se ha separado y ha viajado a casa de una amiga y anda por ahí un perro de curioso nombre (o curioso apellido) pero, cosas de las estructuras modernas aunque ya algo convencionales, no hay grandes sobresaltos argumentales al margen de esos hechos tan de hoy en día, los emparejamientos, las separaciones, los devaneos existenciales, cierta angustia generacional de ese rango de edades entre boomer y millenial. Todo simplemente OK,  aunque la contratapa disponga de elogios más que encendidos de escritores de cierto perfil. La alternancia de capítulos y los diferentes tempos otorgan cierto aire de suspense. Aunque sabemos que el accidente no ha tenido efectos devastadores, el tiempo está congelado mientras se presenta la ayuda, las liberan del vehículo, la internan en la ambulancia y acuden al hospital. En la otra trama, todo es más dilatado, existe la relación, la ruptura, esa especie de huida sin rumbo, quizás demasiado estructurado para que todo quede así, abierto, estimulante, impecable desde el punto de vista narrativo.

Y otra vez, la duda. Por suerte (recuerdo muy vagamente Crash, una película algo enfermiza, creo recordar, de David Cronenberg, en que gente que había sufrido accidentes de tráfico se relacionaba de forma algo turbia) esta no es una novela que se recree en las casualidades que se esconden tras cierto tipo de tragedias. Más que morbosa, diría que es una novela dinámica y más bien esperanzada, o no del todo desesperanzada. Pero me preocupa eso, que en tres semanas su rastro se desvanezca hasta al punto de no retener una escena, una imagen, un párrafo.

jueves, 16 de mayo de 2024

Karl Schlögel: Terror y utopía. Moscú en 1937

Idioma original: Alemán 
Título original: Terror und traum
Año de de publicación: 2008
Traducción: José Aníbal Campos
Valoración: Casi imprenscindible

Dos metáforas constituyen el capítulo inicial y final de esta mastodóntica obra de poco más de 1000 páginas con la que el profesor alemán Karl Schlögel dibuja un panóptico del Moscú y la Unión Soviética en el tristemente célebre año de 1937. No son decisiones casuales, obviamente. 

La primera, la elección de un análisis de El maestro y Margarita de Bulgakov (nota mental nº1: tengo que releerla y reseñarla) como apertura de la obra, resulta de la estructura que posteriormente adoptará Terror y utopía, de ese vuelo con el que Bulgakov y Schlögel tratan de aprehender la totalidad de la vida moscovita pasados veinte años del triunfo de la Revolución. Pero no solo eso porque, al igual que ocurre en la novela, en Terror y utopía lo insólito ya no es extraordinario.

La segunda, la elección del gigantesco Palacio de los Soviets de Boris Iofán que debía construirse sobre los restos de la demolida Catedral del Cristo Redentor y que finalmente resultó inacabado (en parte por la invasión alemana), sirve como perfecta metáfora del destino de la URSS.

Entre medias, como ya digo, treinta y ocho capítulos que recorren casi todos los ámbitos de la vida de un año que ha pasado a la Historia por los Procesos de Moscú, pero que encierra aspectos que quizá han quedado olvidados o infravalorados a la luz de las terribles purgas y matanzas que asolaron al país en esos años (y anteriores y posteriores, ojo) y de las que los 3 Procesos de Moscú son solo un porcentaje ínfimo. Porque Moscú en 1937 no se agota en lo político.

Habla así Schlögel de un país y un momento histórico que quizá hayan sido simplificados en años posteriores, pero que esconden una complejidad que hace de Moscú y de 1937 un lugar y un tiempo tan terrible como fascinante, al menos para mí. De esta forma, conocemos un país que constituye un inmenso laboratorio social, que se encuentra inmerso en una serie de cambios demográficos debidos a la colectivización forzosa y a la industrialización, que resulta una sociedad de arenas movedizas que un Partido debilitado por purgas y nepotismos parece incapaz de controlar, pero también un país que juega con la modernidad en lo artístico / cultural, que avanza como pocos lugares lo habrán hecho en tan breve espacio de tiempo.

Moscú en 1937 es un lugar y un tiempo de síntesis y de homogeneización pero también de crisis, de permanente estado de excepción, con un poder debilitado en sus cimientos, con un orden social en equilibrio precario, etc. Cambios y coyunturas que provocan ese nuevo orden social del que el Censo de 1937 (de cara a las elecciones de diciembre) se hace eco, del que el Plan General de Reconstrucción de Moscú (1935) es reflejo, y que supone un cambio de paradigma en todos los ámbitos: económico, cultural, artístico, laboral, político, o incluso físico, etc. Nada escapa a este nuevo país que se construye, a esta nueva identidad que desde las altas instancias se intenta crear, y para ello sirven el arte, los nuevos medios de masas, la propaganda, los desfiles los descubrimientos geográficos, etc y, sobre todo, la violencia política. Porque nada mejor que un enemigo más o menos imaginario contra el que "unir fuerzas".

Todo esto es lo que muestra Schlögel en este monumental Terror y utopía. Para ello se sirve de archivos y publicaciones de la época, de actas, de estudios posteriores, de testimonios de extranjeros (destacan los de Lion Feuchtwanger y el embajador estadounidense Joseph Davies) o de nacionales como Yelena Bulgakova. 

Si con algo me tuviera que quedar de Terror y utopía, además de con el mérito del autor en hacer que una lectura de unas 1000 páginas (y de un tema tan denso) sea relativamente amena, es con esa visión global que va más allá de reduccionismos y que hace que el libro funcione tanto como ensayo sociopolítico, reportaje cultural o novela de terror (considerando "la parte de los crímenes" de 2666 como novela de terror). Moscú en 1937 es, al mismo tiempo, laboratorio social, campo de reclutamiento y vanguardia de corrientes artísticas y culturales, pero casi nada de esto es algo aislado. Moscú en 1937 no se agota en lo político pero lo político "infecta" casi todos los campos.

En el lado menos positivo, tengo la impresión de que Schlögel deja fuera el culto a la personalidad de Stalin. Se cita, aparece por ahí, pero quisiera saber cómo se forja, cuáles son los mecanismos que llevan a un pueblo a una ceguera tal que permita atrocidades semejantes es algo que merecería más espacio en el texto. Digo yo.

En cualquier caso, creo que Terror y utopía es un texto imprescindible para cualquier interesado en la materia, un hilo del que tirar hacia otras lecturas que profundicen o completen (Bulgakov, Platonov, Robert Conquest, Feuchtwanger, Bujarin, Ordzhonikidze, cine o arquitectura soviético, la construcción del canal Volga-Moscova, literatura concentracionaria, etc) lo ya apuntado en el texto. Tarea hay por delante.

miércoles, 15 de mayo de 2024

Mario Levrero: Dejen todo en mis manos

Idioma: español

Año de publicación: 1994

Valoración: está bien

Un escritor uruguayo no demasiado exitoso recibe el encargo, por parte de sus editores, de localizar en una ciudad del interior del país a quien haya escrito una novela magnífica que han recibido y con quien no pueden ponerse en contacto. El improvisado detective se desplaza a esa desabrida localidad, a la que llama penurias, y, durante los días de su estancia allí, lleva a cabo unas pesquisas más o menos exitosas -me callo si finalmente tiene éxito en la misión encomendada o no-, conoce a una serie de personajes más o menos pintorescos y tiene algunos encuentros, más o menos eróticos. con mujeres...

Novelette ésta (perfectamente la podría haber etiquetado como "zoom" de tan corta que es) que bebe, como es obvio, de la clásica novela negra norteamericana -de hecho, en el libro encontramos más de una referencia a Raymond Chandler-, sólo que con un tono paródico e incluso bufo, lo que, digámoslo claramente, es lo que salva la historia, que, por lo demás, tampoco tiene mucha chicha, más allá de algunas reflexiones del protagonista y de la ambientación en un escenario un tanto laberíntico y onírico -los propios sueños del escritor-sabueso tienen también bastante presencia en la novela, por cierto-; tengo entendido, sin haberla leído, que esta ambientación está relacionada con la de La ciudad, del mismo autor. Aunque, de hecho, a mí tanto la localidad de Penurias como la repetición de ciertas rutinas diarias del tipo me han recordado algo la película Atrapado en el tiempo... influencia que bien podría haber existido en su redacción, de no ser el estreno de este filme justamente contemporáneo de la publicación del libro. Lo mismo me ocurre con la prosa de César Aira, cuyo estilo me ha recordado esta novelita de Levrero. Pero, probablemente (quien sepa más del tema, que se manifieste, si quiere), la influencia, de existir, sea en sentido contrario, puesto que la mayor parte de la muy extensa obra del argentino se ha publicado después de este librito.

En cualquier caso, estamos ante una novela cortita y divertida -en algún momento, incluso hilarante-, aun sin demasiada sustancia y que, con seguridad, no se encuentra entre las obras más señeras de este escritor uruguayo. Se lee en un plis-plas, eso sí, luego está bien para pasar el rato y hasta ahí.

Otros libros de Mario Levrero reseñados en este blog: Trilogía involuntariaLa banda del ciempiés

martes, 14 de mayo de 2024

Joyce Carol Oates: Un jardín de placeres terrenales

Idioma original:
Inglés
Título original: A Garden of Earthly Delights
Traducción (al catalán): Núria Busquet Molist
Año de publicación: 1966
Valoración: Ambicioso y decididamente recomendable

Menudo novelón es Un jardín de delicias terrenales. Varios son los aspectos por los que destaca esta ambiciosa obra de Joyce Carol Oates: la sensibilidad del conjunto, la voluptuosidad de su prosa, el tono agridulce global, su capacidad para retratar a la América rural y la complejidad de su elenco.

La protagonista indiscutible de Un jardín de delicias terrenales es Clara, quien en un inicio convive con su familia de jornaleros, luego escapa junto a Lowry, se casa con Curt y finalmente cuida de su hijo Swan. 

Los capítulos que subdividen el libro llevan el nombre de tres de los hombres que tanto han marcado la vida de Clara. El primero, por ejemplo, se titula "Carleton", en honor al padre de nuestra heroína; lo siguen "Lowry" y "Swan".

Son numerosos los temas barajados en esta novela. Yo destacaría la pobreza estructural, el maltrato en todas sus acepciones o las esperanzas y los desencantos existenciales. Estos temas se abordan con absoluta maestría a través del argumento y, en menor medida, de las incursiones en la psicología de los personajes. 

Solamente le pondría dos pegas a Un jardín de delicias terrenales. La primera sería su extensión; aunque el libro no se llega a hacer largo o pesado en ningún momento, dilata innecesariamente ciertas escenas. 

En segundo lugar, reprocharía a la novela que repita de vez en cuando información aportada previamente; esto último puede deberse a que Oates quiere enfatizar determinados detalles, pero a mí me sobran, por ejemplo, tantas menciones a la obsesión de Carleton por el tono de piel blanco, o a la idea de que, para Lowry, Clara no es más que un perro encontrado en la carretera. 

Ah, una última cosa: Un jardín de placeres terrenales es la primera novela (autoconclusiva, tranquilos) de una tetralogía llamada Wonderland. Según tengo entendido, el resto de la saga mantiene el nivel, por lo que estamos hablando sin duda de uno de los proyectos narrativos norteamericanos más grandes en lo que a escala y calidad respecta.


También de Joyce Carol Oates en ULAD: Aquí

lunes, 13 de mayo de 2024

Ian Haydn Smith: Breve historia de la fotografía

Idioma original: inglés
Título original: The Short Story of Photography
Traducción: Carolina Bastida Serra
Año de publicación: 2018
Valoración: Está bien

Con cierta frecuencia es recomendable no hacer mucho caso de los títulos de los libros. A todos nos ocurre, o a mí al menos, que es lo primero que despierta la atención, y especialmente cuando no se trata de libros de ficción le concedemos un carácter descriptivo. Quiero decir, se supone que el contenido responde a lo que enuncia el título. Luego ocurre que a veces no es así y, según lo que hayamos ido a buscar, puede venir la decepción. Pero tampoco siempre.

La verdad es que un título que empieza por ‘Breve historia…’ no pinta nada bien, parece algo que podría venderse con el periódico del domingo, un texto de divulgación sin mucho fundamento, para interesados superficiales en algún asunto. Confieso que era un poco mi caso, empujado a conocer algo más de la historia de la fotografía por culpa de aquella buena novela de Miguel Ángel Hernández que hablaba de daguerrotipos y retratos mortuorios. 

Así que de entrada la elección me pareció equivocada, porque basta abrir el libro por la primera página para comprobar que de historia de la fotografía, entendida como descripción de técnicas, materiales e innovaciones expuesto con cierto orden cronológico, pues prácticamente nada. Pero lo que hay puede tener su gracia si cambiamos el foco: menos historia convencional a la manera de los manuales de arte, a cambio de un muestrario bastante interesante de buenas fotos que han dejado huella en la no tan larga trayectoria de esta actividad, manifestación artística o modo de expresión, como queramos verlo.

Aunque de un formato algo modesto, este sería un libro como para habitar en la estantería del salón, junto a volúmenes sobre animales (pongamos perros o caballos, al gusto), algo de pintura clásica, quizá algún deporte plásticamente vistoso (tenis, automovilismo), paisajes espectaculares o libros sobre mitología ricamente ilustrados. Cosas que podemos enseñar a las visitas cuando de pronto surge la conversación y tenemos a mano el material con el que impresionar. También es verdad que en este caso no impresiona mucho, pero sí que ofrece buenos ejemplos de fotos que por alguna razón hicieron historia, supusieron una ruptura con lo anterior o aportaron innovaciones en técnica, temática o perspectiva.

Hay imágenes sorprendentes, desde aquellas que exigían tiempos de exposición casi eternos, hasta esos mismos efectos buscados a propósito muchas décadas más tarde para crear una atmósfera de misterio, perspectivas insospechadas para fotografiar un pimiento o un tenedor (dos de mis preferidas en el libro), enfoques alucinantes de la gran ciudad por la noche o de un almacén de Amazon, retratos de gobernantes tratados con diferentes técnicas, o imágenes oníricas que hicieron las delicias de surrealistas y dadaístas. Todo un muestrario que arranca desde algunos pioneros del siglo XIX hasta cerca de la actualidad, cada foto con unos breves comentarios para ponerla en contexto y destacar un par de pinceladas sobre su autor.

Entiendo que el objetivo es justamente reunir una serie de imágenes interesantes, que eso creo que lo consigue, más que presentar un relato ordenado sobre la evolución de la fotografía, como insinúa el engañoso título. Pero, siempre desde mi posición de profano, quizá me atrevería a deducir que la historia de este arte, o esta técnica, puede que no admita esa exposición parecida a las que acostumbramos a ver en relación con las artes plásticas o la literatura, organizadas en torno a ismos y tendencias que, al menos en líneas generales, marcan una evolución más o menos explicable y coherente. En el caso de la fotografía el aspecto técnico es fundamental, pero a nivel creativo no está tan claro que haya movimientos que se vayan sucediendo en el tiempo, tal vez se trata de iniciativas o descubrimientos puntuales que conviven con otros de forma más bien aleatoria hasta formar un amplísimo panorama que tiene mucho que ver con el talento o la creatividad individuales. 

Es una primera impresión así, muy desde fuera, pero si nos basta con hacernos una idea rápida de lo que se ha hecho en fotografía desde hace casi dos siglos, el libro ofrece una muestra que tiene su interés, algo que puede servir de aperitivo, quizá para inducirnos a explorar un poco más en ese terreno.