Título original: The Return
Traducción: Jorge Salvetti
Año de publicación: 1910
Valoración: Recomendable
Arthur Lawford, un «ser más bien aburrido y sin gracia» (página 10), «alguien medio muerto, apenas consciente, sin un solo pensamiento o deseo realmente vivo en su cabeza o en su corazón» (página 175), de «vida monótona y angustiosa» (página 13), se duerme sobre una lápida. Al despertar tiene un rostro ajeno, «delgado y aventurero» (página 28).
Así empieza El regreso, exquisita novela de horror psicológico del escritor británico Walter de la Mare. La obra narra cómo un hombre propicio a la enfermedad experimenta una metamorfosis. Su cara es sustituida por la de un desconocido; asimismo, su cuerpo, voz y letra se parecen a los de una persona distinta. Incluso sus pensamientos y forma de actuar cambian, sutilmente al principio y acentuadamente después.
Dicho cambio afecta a Lawford de distintas maneras; según transcurre la historia, le produce un pavor indescriptible, aflicción existencial, vergüenza resignada o cierto encanto seductor. También otros personajes se ven salpicados, en mayor o menor medida, por el extraño fenómeno: Sheila, la esposa del protagonista; Alice, su hija; Bethany, su amigo el párroco; Herbert y Grisel, unos hermanos excéntricos que viven junto al río, etc...
La premisa de El regreso es, pues, harto interesante. Además, hay que remarcar que Walter de la Mare dota a su fórmula terrorífica de un trasfondo extremadamente sugerente. Y es que el autor emplea una posible posesión como excusa para reflexionar sobre cómo nuestra identidad, aparentemente estable, puede variar súbitamente, y cómo aquéllos que nos rodean pueden reaccionar ante ello. Otro tema explorado subrepticiamente en la novela sería la imposibilidad de comunicarse eficazmente con los demás.
Asimismo,Walter de la Mare cavila en torno a las diferencias culturales y sociales. No en balde el protagonista, un británico acomodado, parece haber sido invadido por el espíritu de un tal Sabathier, un francés libertino que se suicidó siglos atrás.
El primer aspecto formal a resaltar de El regreso es su prosa. Aunque algo recargado para los estándares actuales, la elegancia, precisición y minuciosidad del estilo de Walter de la Mare resultan extremadamente agradables para los sibaritas de las letras.
Por su parte, los diálogos de la obra están muy bien escritos, pues varían en función del personaje o estado de ánimo al que representan y saben mimetizarse adecuadamente con el tono oral. Sin embargo, acusan cierta afectación y redundan en demasía sobre los mismos asuntos, por lo que pueden llegar a hacerse pesados.
Otro apartado sumamente conseguido de El regreso es su potente atmósfera. Como sucede en otras ficciones de Walter de la Mare, ésta envuelve a la historia con una neblina vagamente asfixiante y tenuemente espectral.
Por último destacaría la ambigüedad del conjunto. Walter de la Mare desdibuja lo narrado (contra todo pronóstico, la precisión y minuciosidad de la prosa del autor no desentonan en absoluto con la mentada narración desdibujada), sugiere un elemento sobrenatural y cierra con un final abierto; todos estos detalles se confabulan para que las certezas del lector se desmoronen. ¿Los sucesos tienen una base psicosomática o sobrenatural? ¿Cuál de las muchas teorías contradictorias de Herbert es cierta? ¿Cuando el libro termina, es Lawford realmente el mismo que en un inicio?
Veo a mucha gente comparando El regreso, por obvias razones, con La metamorfosis de Franz Kafka. Aunque, personalmente, creo que la obra de Walter de la Mare tiene muchas más similitudes con El Castillo del esritor checo. Y es que en ambas aparecen, por ejemplo, una atmósfera onírica, interminables diálogos plagados de redundancias y un personaje femenino en el que el protagonista deposita vanamente todas sus esperanzas.
El regreso es, en suma, una novela recomendable, sobre todo para amantes de la literatura extraña y ambigua; una que evidencia el talento de un escritor único que deslumbró a autores de la talla de H.P. Lovecraft, Dylan Thomas o Robert Aickman. Inédita hasta ahora en español, la editorial Adriana Hidalgo la trae a nuestro idioma con una impecable traducción de Jorge Salvetti.
Reseña original: Aquí
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