Título original: Die Welt von gesternFecha de publicación: 1942
Valoración: Imprescindible
Hace unos días terminé de leer El mundo de ayer, la autobiografía póstuma de Stefan Zweig, una obra capaz de capturar la atención del lector desde sus primeras páginas. No me considero un buen lector de literatura de no ficción. En general, se me hace pesada, lenta y, en muchas ocasiones, necesito darle un respiro a un libro de no ficción, dejarlo reposar durante un tiempo en la mesita antes de retomarlo. Sin embargo, Zweig escribe una autobiografía apasionante, no sólo por los hechos que relata -las dos guerras mundiales de por medio- sino sobre todo por sus reflexiones, sus análisis de los cambios socio-políticos, su postura europeísta, su visión del exilio, sus contradicciones... En definitiva, la visión de un miembro de la generación eslabón entre los siglos XIX y XX que vivió en primera persona algunos de los conflictos más graves de la historia de la humanidad.
La biografía comienza en sus años infantiles y jóvenes pero, más allá de hablar de sus experiencias en la escuela, Zweig nos sitúa en un mundo y una sociedad en los que la seguridad es el valor primordial, en los que uno sabe aproximadamente qué va a ser de él desde que nace, un mundo y una sociedad que cambian lentamente, paso a paso, y que sufren determinados conflictos cada cierto tiempo, pero en los que una misma generación no suele conocer más que una gran guerra. De estos primeros años, es también destacable el relato de sus años de escuela, en la que coincide un grupo de adolescentes apasionado por el arte y conocedor de las últimas vanguardias, según Stefan Zweig, mejor incluso que los críticos literarios del momento. A partir de ahí, vamos a ir conociendo sus relaciones con toda la intelectualidad europea, pasajes apasionantes en los que describe sus encuentros y conversaciones con la mayoría de las grandes figuras del arte, la ciencia y la política europeas de la primera mitad del siglo XX.
Pero ese mundo de la seguridad se ve roto por completo con el estallido de la Gran Guerra, momento en que Zweig es plenamente consciente de la importancia de rescatar la unidad espiritual europea frente al patriotismo exacerbado que ha derivado en un desgarrador conflicto bélico. Y en sí, esa es la misión de su autobiografía, subtitulada Memorias de un europeo. Un documento excepcional de la historia y la intrahistoria del siglo XX en el que, página a página, vamos viendo cómo el pesimismo se va apoderando de un hombre que acaba suicidándose poco tiempo después, dejando al mundo huérfano de una mente aguda y brillante y un verbo genial.
Otras obras de Stefan Zweig en ULAD: ¿Fué él?, Fouché. Retrato de un hombre político, Mendel el de los libros, María Antonieta, Tiempo y mundo, Carta de una desconocida, Novela de ajedrez, Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Viaje al pasado, Los ojos del hermano eterno, Las hermanas, La piedad peligrosa o La impaciencia del corazón, Montaigne, Clarissa, Miedo, Ardiente secreto, Una boda en Lyon, El amor de Erika Ewald
La biografía comienza en sus años infantiles y jóvenes pero, más allá de hablar de sus experiencias en la escuela, Zweig nos sitúa en un mundo y una sociedad en los que la seguridad es el valor primordial, en los que uno sabe aproximadamente qué va a ser de él desde que nace, un mundo y una sociedad que cambian lentamente, paso a paso, y que sufren determinados conflictos cada cierto tiempo, pero en los que una misma generación no suele conocer más que una gran guerra. De estos primeros años, es también destacable el relato de sus años de escuela, en la que coincide un grupo de adolescentes apasionado por el arte y conocedor de las últimas vanguardias, según Stefan Zweig, mejor incluso que los críticos literarios del momento. A partir de ahí, vamos a ir conociendo sus relaciones con toda la intelectualidad europea, pasajes apasionantes en los que describe sus encuentros y conversaciones con la mayoría de las grandes figuras del arte, la ciencia y la política europeas de la primera mitad del siglo XX.
Pero ese mundo de la seguridad se ve roto por completo con el estallido de la Gran Guerra, momento en que Zweig es plenamente consciente de la importancia de rescatar la unidad espiritual europea frente al patriotismo exacerbado que ha derivado en un desgarrador conflicto bélico. Y en sí, esa es la misión de su autobiografía, subtitulada Memorias de un europeo. Un documento excepcional de la historia y la intrahistoria del siglo XX en el que, página a página, vamos viendo cómo el pesimismo se va apoderando de un hombre que acaba suicidándose poco tiempo después, dejando al mundo huérfano de una mente aguda y brillante y un verbo genial.
Otras obras de Stefan Zweig en ULAD: ¿Fué él?, Fouché. Retrato de un hombre político, Mendel el de los libros, María Antonieta, Tiempo y mundo, Carta de una desconocida, Novela de ajedrez, Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Viaje al pasado, Los ojos del hermano eterno, Las hermanas, La piedad peligrosa o La impaciencia del corazón, Montaigne, Clarissa, Miedo, Ardiente secreto, Una boda en Lyon, El amor de Erika Ewald
Yo disfruté muchísimo con estas memorias, que están escritas -como dices- por una de las mejores voces de su tiempo y desde una perspectiva privilegiada.
ResponderEliminarLo de la perspectiva, en fin, es un privilegio sólo para el lector, porque el mismo Zweig justifica la redacción de su autobiografía por los acontecimientos extraordinarios que le tocaron a su generación y a él le afectaron muy de cerca. Están, por ejemplo, la introducción de la técnica en lo cotidiano o la reinterpretación de los papeles de género, pero lo cierto es que casi todos esos acontecimiento extraordinarios fueron más bien sombríos: a Austria le tocaron dos guerras mundiales, la disgregación de un imperio, una inflación a lo bestia y la instauración del totalitarismo. El mismo Zweig apunta con cierta ironía el involuntario papel de primera fila que no podía dejar de corresponder, en todo eso, a un intelectual antinacionalista, pacifista y de origen judío.
Tienes razón en lo del pesimismo creciente. Deja la sensación amarga del hombre que ve que todo aquello por lo que ha luchado se hunde a su alrededor.
Pues me habeis convencido, voy a la biblioteca a buscarlo;-)
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSección fija "Stefan Zweig", ¡ya!
ResponderEliminarCreo que se merece una etiqueta :-)
ResponderEliminarDesde este blog deberíamos promover el Día de Stefan Zweig. Lo que no me queda muy claro es cómo podría mostrarse públicamente la reverencia por tan gran escritor...
ResponderEliminarLo acabo de terminar ahora después de meses leyendolo despacito, y sólo me hago una pregunta, ¿por qué este hombre se suicido si tanto amaba la vida?
ResponderEliminarPues sencillamente, porque la amaba. Vivió la terrible primera guerra mundial y cuando ésta acabó no habiendo transcurrido muchos años se desencadena la segunda. No pudo soportarlo. Su cerebro y sensibilidad estallaron al tomar concienza de lo que era el ser humano. Una cruel bestia.
EliminarLo empezamos a vivir también en nuestra sociedad. Nos estamos destruyendo "cambio climático".. No nos importa. Seguimos locamente "consumiendo" mientras otros seres humanos agonizan debido al hambre. Desesperante...
Sublime. Creo que es el mejor libro que he leido hasta el momento.
ResponderEliminarEs una maravilla de libro. Cómo te traslada sus emociones, su punto de vista incomprendido en su época. Un gran hombre que gritaba en el desierto del nacionalismo exacerbado. Qué triste se debió sentir al ver como Hitler (paisano suyo) y sus secuaces pisoteaban todo lo bueno. Es por ello que se suicidó, al ver triunfante el mal. Qué pena que no esperase unos meses más para ver como la guerra cambiaba las tornas y los nazis empezaban a perder batallas. Tan sólo un año después de su muerte los alemanes eran derrotados en Stalingrado
ResponderEliminarPrecioso libro. Me encanta este autor.
ResponderEliminarUn libro magnífico que expone de forma concisa y clara el sinfín de circunstancias que desembocaron en las dos guerras mundiales, Zweig es único a la hora de convertir las páginas en realidad, los personajes se convierten en algo cercano y la historia se vive y se comprende. A veces da la sensación de que cambian los nombres, pero la historia se repite y, por desgracia, algunas cosas suenan a plena actualidad. Imprescindible, y ojalá sirviese para aprender de los errores, la táctica de tensar la cuerda poco a poco y relajar hasta el siguiente tirón aún se aplica y la reacción de incredulidad del mundo no ha variado, se permanece en estado de expectativa con la esperanza de que la solución llegue sola.
ResponderEliminarUn saludo: Sol