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lunes, 31 de julio de 2023

Michael J. Sandel: La tiranía del mérito

Idioma original
: inglés
Título original: The tiranny of merit: what's become of the common good?
Traducción: Albino Santos Mosquera
Año de publicación: 2020
Valoración: Bastante recomendable y decepcionante a la vez

Antes de nada permítanme explicar la valoración: es recomendable, porque es una buena lectura que nos aclarará algunos conceptos y nos ayudará a establecer algunas ideas. Pero también decepcionante por dos razones muy concretas: el ombliguismo yanqui y la falta de profundidad. Debo decir que ya se debía contar con esto, puesto que un libro llamado a ser un superventas en EEUU debe contar con al menos esas dos cualidades.

En este ensayo, el famosísimo Sandel trata de indagar en la presunta justicia que hay tras la meritocracia, y como esta se corrompe en favor del, y debido al, establishment. Sandel se opone desde un principio al éxito de dicha meritocracia y dedica el libro a tratar de mostrarnos el porqué es una decisión errónea basar en ella nuestra sociedad.

Para reforzar su argumento, Sandel aboga por los efectos indeseados que pueda tener instaurar una meritocracia ideal, utópica: aquellos que han llegado a lo más alto, inevitablemente acabarán por creerse que esto es así porque se lo merecen, desarrollando un inevitable sentimiento de soberbia, mientras que los que se han quedado abajo engendrarán una inquina y un resquemor contra la cima de la pirámide que tarde o temprano tendrá que explotar de alguna forma, aunque sea de una forma pacífica en forma de sensación de inutilidad.

Sandel aduce que, por lo tanto, la meritocracia como tal, o no existe, o no se puede llevar a cabo en el contexto actual. Dedica su introducción a contarnos cómo en EEUU hijos de padres adinerados, gracias a un sistema corrupto, tenían sus notas adulteradas, ya fuese con su conocimiento o no, así como eran “protagonistas” de otros muchos métodos fraudulentos de promoción con el único fin de acabar entrando en universidades de élite, lo que les llevaría en un futuro a labrarse un porvenir mucho más cómodo de lo que en un principio les correspondería. 

En el prólogo, escrito tras la pandemia del Covid, Sandel nos habla sobre como este fue un perfecto ejemplo de su tesis: mientras que hubo millones de trabajadores que perdieron su empleo y/o se empobrecieron, los niveles más pudientes de la sociedad pudieron seguir ejerciendo su profesión a través del teletrabajo. Aprovecha entonces el autor para hablarnos de una nueva teoría: como consecuencia de la meritocracia aplicada a día de hoy, la lucha política ya no se mantiene entre derecha e izquierda, sino entre abierto y cerrado. En el caso de la crisis provocada por la pandemia, lo abierto se refiere a la economía global; aquellos trabajadores cuyas funciones se limitaban al comercio local, lo cerrado, fueron los más perjudicados laboralmente por la ella.

En posteriores capítulos, el autor ahonda en el desarraigo sufrido por gran parte del electorado que llevó a partidos populistas al poder. Vuelve a centrarse en la teoría del abierto y cerrado, y lo ejemplifica con la victoria de Trump, el brexit, el auge de la extrema derecha en Europa, etc.

Así mismo, fundamenta en los críticos años 80 de Reagan y Tatcher el inicio de lo que ha dado en llamar “credencialismo”, la importancia de verse reconocido socialmente por tener un título universitario. Cree Sandel que esta distinción es hoy día más visible que cualquier otra discriminación por razón de sexo, raza o género. Hacia la parte final del libro, se centra en los discutibles méritos aportados por los alumnos para entrar en las elitistas universidades yanquis, y proclama que es un sistema fallido. Bueno, no es nada que no supiéramos, ¿verdad? Este centrarse en el caso de los EEUU es lo menos interesante de la obra.

Y permítanme añadir un pequeño detalle malicioso: en un ensayo en el que se habla sobre importancia de la gente por sus logros, Sandel decide no llamar por su nombre a la prostituta a la que Trump pagó una fuerte suma por su secreto. Se ve que la meritocracia todavía no llega a todas las profesiones. O que los prejuicios del propio Sandel son más grandes de lo que él mismo piensa.

Mi apunte final va para mencionar la gran traducción de Albino Santos, que no se limita a cumplir su papel sino que además nos aclara posibles confusiones entre términos que no significan lo mismo en el léxico yanqui que en Europa o Sudamérica.

domingo, 30 de julio de 2023

Zach McDermott: El Gorila y el Pájaro

Idioma original: Inglés 
Título original: Gorilla and the Bird. A memoir os madness and a Mother´s love
Año de publicación: 2017
Traducción: Sandra Caula
Valoración: Recomendable

El tema de la salud mental ocupó, hace no demasiado tiempo, un papel importante en el debate político de este país. El reciente proceso electoral que hemos vivido parece haber puesto un poco en cuarentena este asunto, pero imagino que volveremos a oír hablar de él ya que se hace necesaria una visibilización que desestigmatice una serie de enfermedades cada vez más frecuentes en nuestra sociedad.

Mientras tanto, podemos leer textos como este de Zach McDermott, que nos cuenta, en primera persona, el brote psicótico que sufrió cuando tenía 26 años, su diagnóstico como trastorno bipolar, sus sucesivas recaídas y su toma de conciencia acerca de su enfermedad.

En todo este proceso es de vital importancia el papel del Pájaro (mote que McDermott (Gorila) pone a su madre), apoyo inquebrantable del autor y personaje fundamental del texto.

Lo anterior podría hacer creer que El Gorila y el Pájaro es la clásica historia de autosuperación, condescendiente, lacrimógena, quizás hasta cercana al telefilm de domingo de sobremesa. Por suerte, el autor esquiva, en gran medida (quizá la parte dedicada a la madre es la que más flirtea con los aspectos comentados), esos riesgos y muestra la realidad de forma cruda. La desorientación, la psicosis, la deshumanización de las instituciones de salud mental, el papel de la medicación, etc aparecen reflejadas en toda su magnitud y en toda su complejidad. 

Pero más aún que este relato en primera persona del propio descenso a los infiernos, me resulta más interesante la vertiente sociológica o antropológica que tiene el texto. Me explico. McDermott es originario de Wichita (Kansas), procede de una familia de clase media-baja y trabaja en Nueva York como abogado de oficio. Esto le permite desmontar un sistema judicial absolutamente aberrante y mostrar un retrato demoledor y tragicómico de esa América profunda, blanca, empobrecida, racista, conservadora e hipócrita que tan de moda se puso con el trumpismo.

En fin, una combinación de intimismo y "sociología" que funciona, que permite oxigenar la lectura y hacer de la propia experiencia del autor algo más amplio, más complejo y más llamativo para el lector. 

sábado, 29 de julio de 2023

Jordi Graupera: La perplexitat

Idioma original: catalán
Título original: La perplexitat
Traducción: sin traducción al castellano hasta la fecha
Año de publicación: 2023
Valoración: entre recomendable y muy recomendable


Le tenía muchas ganas a este ensayo de Jordi Graupera, alguien a quien considero una de las mentes más lúcidas del panorama periodístico y filosófico catalán y a quien sigo en tertulias y artículos en periódicos desde hace años por su habilidad en hilvanar un discurso argumentado y razonado con claridad expositiva. 

En este ensayo, el autor teje un arco temporal que centra especialmente entre las elecciones estadounidenses de 2008 que le dieron la presidencia de los Estados unidos de América y las elecciones de 2016 en las que tomó el relevo Donald Trump, una etapa en la que el autor vivió en Nueva York y en la que vivió de primera mano la transformación de un país.
 
El autor empieza el libro con toda una declaración de intenciones que envuelve en el ambiente de esperanza y júbilo propio de quién se encontraba en Times Square en el momento en el que Obama se proclamaba el primer presidente negro de los Estados Unidos de América. Un momento especial, del que se envuelve y se embriaga de un modo intenso propio de quién es consciente de estar viviendo una situación histórica y que narra afirmando que «cuando volví a casa, en Harlem, todo el barrio era una fiesta (…) mi pie no me permitía ir arriba y abajo por el barrio, meter la nariz en todos los sitios, bailar hasta el amanecer. Esto era lo que quería, quería ser esa borrachera» porque «era imposible no pensar que la historia, el mundo, avanzaba hacia un lugar mejor. Que “el arco del universo moral es largo, pero se inclina hacia la justicia” como había dicho un millar de veces el recién elegido presidente Obama». 

De esta manera empieza el relato, situando como inicio y fin la era Obama, pero en el que el autor intercala su día a día en la ciudad de los rascacielos con episodios de su pasado que parten de su propia infancia. El libro tiene un marcado tono confesional y revisionista que el autor no elude al explicar que «a veces vivimos en una vida que es medio cierta (…) hay un instante en el que el subconsciente se te abre y te deja ver con claridad aquello que te escondes a ti mismo» y traslada su relato su época de adolescencia, marcada por una inteligencia que pretendía disimular de cara al exterior de igual manera que su madre ocultaba su precariedad económica que sufría interiormente; una madre que sufrió un cáncer siendo él aún joven y se confiesa al hablarnos del duelo, de su duelo, y de cómo puede llegar a ser adictivo el dolor pues te empuja a buscar y tratar de encontrar siempre refugio y calidez en la cercanía de los demás. 

El autor nos narra también su perpetuo sentimiento de síndrome del impostor al percibir su talento como muy inferior al que ven los demás; un síndrome del que intenta una y otra vez escapar a través de trabajo y dedicación porque «la única fe que me sostenía era tratar de leer todo lo que mi actitud hacia presuponer que ya había leído». Así, su recorrido intelectual, tal y como insinúa en repetidas ocasiones, es una carrera sin fin para llegar a saber aquello que los demás creen que sabe, pretendiendo alcanzar las expectativas que otros ponían sobre él (aunque en base a lo que él mismo transmitía). Un síndrome del impostor con el que topa una y otra vez, también en Nueva York como profesor, pues «tenía la sensación de que me habían contratado por un malentendido» confesando que «como siempre pensaba que las expectativas que yo había proyectado en la entrevista eran imposibles de cumplir».

De este modo, el ensayo autobiográfico alterna dos subrelatos no siempre vinculados: su propia evolución personal y sus vivencias, con el análisis político e histórico de su país de acogida. Y, referente a esta última parte, dedica extensos episodios a la política estadounidense hablando de Obama y su biografía y autobiografía, de la que afirma que «su biografía cruza el rasgo íntimo de la mezcla racial y cultural —un negro educado por blancos, que fue a un buen instituto de Hawái porque era un niño inteligente— y el hecho público de su negritud ostensible» y habla de «una hipocresía de fondo, tanto por parte de él, que se hacía pasar por más negro de lo que era, como por el país, que celebraba la emergencia de un líder nacional negro cuando en realidad sólo lo aceptaban porque no lo era completamente: porque era un negro comportándose como un blanco». Y, en ese análisis sobre racismo, el autor lo enlaza de manera muy acertada con el nazismo afirmando que «el hitlerismo ve en la genealogía, en el árbol genealógico, en la transmisión de los genes, una comunidad cultural. Es la democratización del pensamiento monárquico: si los árboles genealógicos de los reyes expresan la continuidad política, los árboles genealógicos del pueblo expresan la continuidad cultural, pero no por transmisión, sino por biología». Con ello, y volviendo a su análisis político, Graupera afirma que «Obama vive dividido de una manera antropológica, prepolítica, sin una identidad que se corresponda a sus resonancias diversas» debido a que «política y socialmente es negro. Pero interiormente no tienen ninguna constancia de la historia de los negros en Estados Unidos y siempre está en falso». De esta manera, nos habla de Obama y del racismo especialmente en estados unidos, nos habla de las contradicciones de una sociedad y también de una comunidad negra que a veces se percibe insertada en un territorio ajeno y nos recuerda la figura de James Baldwin y su obra y legado. 

De la misma manera en que el autor extiende su análisis a la historia de los últimos siglos de Estados Unidos hablando de racismo y de la comunidad negra y confrontando en dos frentes a Garvey y Malcolm X por un lado (de actitud más confrontadora) con Du Bois y Luther King por otro, con actitudes en apariencia más razonables, hace la mismo hacia la política catalana y española y afirma que para la derecha española, «la razón es nacional. La prioridad es la nación y la democracia es solo un vehículo histórico que puede ser adecuado ahora e inadecuado mañana» y afirma también que «la izquierda española, como los jacobinos de la revolución francesa, está hecha de nacionalistas radicales. Pretenden que la ciudadanía universal se puede concretar en la nacionalidad española». Una visión política que le lleva al título del libro, pues confiesa que «mi obsesión es la perplejidad, que es el momento exacto en que el malentendido llega a un punto de no retorno (…) políticamente, la perplejidad encuentra su pulso en el momento justo en el que piensas que el otro no puede estar defendiendo nada de lo que defiende si no es desde la mala fe o de un profundo retardo cognitivo».

En este interesante ensayo, Graupera combina reflexiones políticas e ideológicas con aspectos de su propia vida, más interesante cuando esta tiene un vínculo con Nueva York que cuando la tiene con sus lazos familiares pues, en este último caso, sus lazos son más emocionales mientras que en su etapa estadounidense son más racionales, más ligados a la búsqueda de uno mismo en el mundo, y donde intenta frenéticamente encajar su vida real con su ideal, con su vida aspirada. Y eso se ve perfectamente cuando reconoce que intenta conseguir que le guste el burbon o el jazz, intentado con su esfuerzo alcanzar su ideal, constatando en el intento que «los primeros pasos para alcanzar tus aspiraciones piden esfuerzo (…) los primeros pasos son habitualmente tediosos, y básicamente performativos: imitas el comportamiento de las personas que ya los han alcanzado esperando que de la repetición surja algo que haga el clic».

Dice Graupera que «cuando logras lo que creías que querías, la experiencia no es a menudo como te la imaginabas, porque en la transformación siempre hay por fuerza un cambio de perspectiva». Y eso es lo que intentamos conseguir con lecturas como esta, no intentar llegar al conocimiento irrefutable de nada (a fin de cuentas, la realidad no es única en muchos casos) sino forzarnos a abrir nuevas miradas, a expandir nuestro horizonte intelectual cambiando, por convicción o por contraste, nuestra perspectiva de las cosas.

viernes, 28 de julio de 2023

Fight Combo (y resopón de ULAD hace Historia): El affaire Martin Guerre

Existe un claro vínculo entre la Historia y la ficción, ya hablemos de literatura o de cine: a menudo, un escritor o escritora extrae de los estudios, documentos y manuales sobre algún hecho o personaje histórico la idea y el material para escribir una novela más o menos fiel a lo ocurrido en la realidad; de vez en cuando, una de estas novelas históricas es adaptada en el guión de una película que, a su vez, incrementa la popularidad tanto de la novela como del hecho histórico o personaje en cuestión. éste suelo ser el camino habitual, pero, en alguna ocasión el sentido de esta influencia se invierte, lo que deviene en un caso más interesante. Tal fue lo ocurrido con la figura de Martin Guerre, el joven hijo de un hacendado de un pueblo de los Pirineos, que un día decidió ausentarse de su casa por un tiempo para escapar del enojo de su padre, dejando atrás esposa e hijo. Cuando regresa, ocho años más tarde, parece haber cambiado su carácter -a mejor, eso sí- y todo el mundo le acoge con alegría. pero en su esposa, Bertrande de Rols, y en su tío se instala poco a poco la sospecha de que ése no es su auténtico marido y acaban por denunciarlo por impostor, produciéndose el juicio subsiguiente.

A partir de noticias recogidas en diversos libros, desde el siglo XVI -bien es cierto que, entre otros, se habla de él en uno de los Ensayos de Montaigne, que asistió al juicio en Toulouse en 1560 y sobre todo en el que escribió uno de los jueces, Jean de Coras, aunque también en textos de Alexandre Dumas y Rubén Darío- la noveslista americana Janet Lewis escribió, como primer título de una trilogía de novelas históricas dedicadas a controversias jurídicas por el uso abusivo de pruebas circunstanciales, La mujer de Martin Guerre, que sirvió de base para la película francesa El regreso de Martin Guerre (que luego tuvo un remake hollywoodiense, ambientado en la Guerra Civil estadounidense) como asesora del proyecto cinematográfico trabajó la historiadora Natalie Zemon Davis, quien, a raíz de su investigación para la película, publicó a su vez un libo, esta vez ya de Historia propiamente dicha, con, en principio, todos los requisitos académicos, titulado de igual manera.


Idioma original: inglés

Título original: The Wife of Martin Guerre

Año de publicación: 1941

Traducción: Antonio Iriarte

Valoración: recomendable

La mujer de Martin Guerre es un novela histórica -como ya digo, primera de una trilogía- que recrea los hechos fundamentales de esta suplantación y denuncia, pero es, antes que libro de historia, una novela; en aras de una narración más ágil su autora obvió algunos aspectos del asunto, simplificó el proceso judicial y acentuó el dramatismo de un final apoteósico, aunque respetando en gran medida lo que sucedió en realidad, bien es cierto... Pero, sobre todo, otorgó el protagonismo, ya desde el propio título y una mayor hondura psicológica a la esposa de Martin, bertrande de Rols, de la que se nos cuentan sus actos y pensamientos desde el día de su boda, a la tierna edad de once años, hasta la resolución del insólito asunto (que no voy a contar). Sin embargo, y pese a esa atención, no queda muy claro el motivo de su cambio de parecer respecto a su supuesto -o no- y recobrado -o tampoco- marido, más allá de su convicción por esclarecer la verdad, la defensa de su honestidad y de sus valores cristianos. Aún así, resulta, sin duda, un personaje de lo más interesante y hasta memorable.

Destacan también, en esta notable aunque corta novela, la reconstrucción, es de suponer que pormenorizada, de la vida campesina hace casi 500 años y, sobre todo, las maravillosas descripciones de la naturaleza y el efecto del paso del tiempo sobre ella que nos brinda Janet Lewis. Un punto fuerte de esta novela, que, no obstante y como ya he explicado, deja a un lado ciertos aspectos del asunto, que para se recogidos y explicados debieron esperar aún cuatro décadas más a que se escribiera...


Idioma original: inglés

Título original: The Return of Martin Guerre

Año de publicación: 1983

Traducción: Helena Rotés Rull

Valoración: más que recomendable

A día de hoy, este libro de la historiadora norteamericana Natalie Z. Davis es el más conocido sobre este famoso affaire, cosa notable, al tratartse de un estudio histñorico, propiamente dicho (de microhistoria, en realidad, siendo uno de sus ejemplos más célebres), con sus disquisiciones habituales, sutilezas -jurídicas, y religiosas, en este caso-, notas y lista interminable de referencias bibliográficas. pero, claro, tode este asunto tiene unas connotaciones y derivaciones tan fascinantes -la impostura, la identidad, la inquietante posibilidad de tener un döppelganger-, además de un carácter literario tan perfectamente estructurado desde el punto de vista narrativo, que no se pueden obviar. Sin embargo, hay también algunos puntos, puntualizaciones que no se pueden soslayar desde el rigor historiográfico, que la novela de Lewis no tocaba y es te libro, en cambio, desarrolla e incluso les concede gran importancia:
  • El origen vasco de Martin Guerre y su familia-oriundos de Hendaya y cuyo apellido proviene, al parecer, de Daguerre-, es decir, de una región del reino de Francia donde algunas costumbres y, sobre todo, la preservación y transmisón del aptrimonio familiar son diferentes a las del condado de Foix, donde se asentaron.
  • Las disensiones religiosas de la época, inmediatamente anterior a las guerras de religión que asolaron Francia. En Gascuña, de hecho, la presencia protestante era muy importante y Davis insinúa que tal vez Bertrande pudiera haberse visto atraída por la Reforma (sin olvidar que el juez del caso que escribió el primer libro al respecto del mismo, Arrest Memorable, tenía simpatñias cada vez mayores por el protestantismo y, lo que es más, años más tarde acabó linchado por ello).
  • El papel mucho más ambiguo de bertrande de Rols, a la que, por otro lado, se le da aquí menos protagonismo. Natalie Davis supone que , en realidad, estaba muy a gusto con su marido "nuevo" o "recobrado" (según) y que  si le denunció fue sólo al verse obligada a ello, pero que en secreto prefería perder el juicio.
Ésta es, precisamente, la principal objeción que se pone al libro de davis y que hace arrugar el morro a algunos historiadores: que abundan las suposiciones, extrapolaciones, las "hipótesis que podemos dar por válidas", los sobrenetendidos admisibles en una narración literaria, pero no tanto en una obra de tipo histórico. De hecho, en cierto modo se puede extender el análisis que hace esta autora del Arrest Memorable de Coras a su propio libro, cuyaas "características esenciales" consistirían también "en su mezcla de estilos y de enfoques. Se trata de un libro sobre cuestiones legoles que cuestiona el funcionamiento de la ley; de un relato histórico que sugiere dudas sobre su propia veracidad (...) un texto a medio camino entre el cuento moral, la comedia y la tragedia(...) en el que los héroes parecen villanos y los villanos parecen héroes y en el que la historia se cuenta de dos maneras distintas al mismo tiempo".

Pero esa es, justamente, la clave de la fascinaciónn que produce la peripecia de Martin Guerre y los libros (y películas) que se han basado en ella; la Hisotria vista no como una reliquia que acumula polvo en un museo, sino como un trozo palapitante de vida (perdón por el topicazo), una porción de la experiencia humana que nos concierne tanto a nosotros como a quellas gentes del siglo XVI en los Pirineos.

jueves, 27 de julio de 2023

Arthur Schopenhauer: El arte de tener razón

Idioma original: Alemán
Título original: Eristische Dialektik: Die Kunst, Recht zu behalten
Traducción: Luis Fernando Moreno Claros
Año de publicación: 1864
Valoración: Recomendable para interesados

El arte de tener razón (también conocida como Dialéctica eurística) es una obra de Arthur Schopenhauer publicada póstumamente. Se aleja de la metafísica que caracterizó la aportación de juventud del autor y se centra en una filosofía más práctica. No tiene, a mi juicio, el nivel de refinamiento de otros trabajos del pensador, ni en forma ni en fondo. Aun así, no sólo es intrínsecamente interesante, sino que sigue siendo relevante a día de hoy. 

¿De qué trata? Básicamente (y dejando de lado apartados menos enjundiosos), ofrece 38 estratagemas con las que imponerse en un debate. No son particularmente éticas, pero, según Schopenhauer, el hombre recurrirá, dada su «maldad», a toda clase de «astucias, ardides y bajezas» en una discusión, por lo que uno debe enfrentar al enemigo en igualdad de condiciones.

En efecto: para Schopenhauer, «si fuésemos honestos por naturaleza, intentaríamos simplemente que la verdad saliera a la luz en todo debate, sin preocuparnos en absoluto de si ésta se adapta a la opinión que previamente mantuvimos, o a la del otro; eso sería indiferente o, en cualquier caso, algo muy secundario.» Sin embargo, no suele ser así; tendemos a embarrar los intercambios de ideas, hasta tal punto que no los empleamos para acercarnos a la verdad, sino para salir victoriosos. 

En este sentido, remarca el filósofo que «la verdad objetiva de una tesis y su validez en la aprobación de los contrincantes y los oyentes son dos cosas distintas. (Hacia lo último se dirige la dialéctica).» Después añade que «Quien queda como vencedor de una discusión tiene que agradécerselo por lo general no tanto a la certeza de su juicio al formular su tesis como a la astucia y habilidad con que la defendió.» 

Y por esto considero que El arte de tener razón es no sólo reivindicable, sino que de rabiosa actualidad. En una cultura del debate pueril, los zascas, las cámaras de eco y los memes simplificados, incluso los portadores de la verdad (o, mejor dicho, de tesis más próximas a la verdad que su rival) se ven obligados a pelear como salvajes. 

Ojalá viviéramos en un mundo perfecto, en el que los individuos cercaran las verdad. Ojalá fuera posible hacer caso a la sensatez de Mark Twain cuando sostenía que «Nunca discutas con un idiota. Te rebajará a su nivel y te ganará por su experiencia». Ojalá pudiéramos respetar al propio Schopenhauer, que advierte que, al debatir, «ambos contrincantes deben estar igualados en cuanto a cultura e inteligencia. Si uno de ellos carece de la primera, no entenderá todo (...). Si carece de la segunda, el rencor que sentirá por ello le instigará a actuar deslealmente con astucia o groseria.» 

Lamentablemente, en el infierno fanático, tribal y polarizado que nos ha tocado en suerte no nos podemos permitir semejantes lujos; uno no puede ser excesivamente selectivo, íntegro o riguroso al debatir contra dogmáticos, tribalistas y prejuiciosos que siempre van a la defensiva y cuya autocrítica brilla por su ausencia.

Porque debéis tener claro que estamos encerrados en un enorme manicomio, rodeados de gente con la que debatir es igual a desafiar a una paloma en un juego de ajedrez. «La paloma no hará sino tirar todas las piezas y defecar en el tablero para luego volar, cantando con orgullo su victoria y dejando atrás todo el desorden y la suciedad que otros tendrán que limpiar.» Eso afirmaba Ece Temelkuran sobre debatir con Donald Trump. Mas, no por ello debemos agachar la cabeza y fingir que esa clase de gente no existe y sus palabras carecen de impacto. Lo siento, Temelkuran, pero no basta con rebatir y criticar desde la distancia a ese tipo de personas; hay que debatir. 

E insisto: no es la «dialéctica» la que determina «la verdad objetiva de una tesis», así que no hace falta sobredimensionar la importancia de «la aprobación de los contrincantes y los oyentes». Los debates son lo que son, y exigirles una probidad o precisión a los que, como formato, no se prestan, es ingenuo.

En fin: no abordaré cada una de las estratagemas prescritas por Schopenhauer individualmente, porque algunas se solapan o pueden inferirse de otras (por ejemplo, la 4 y la 9, o la 8 y la 38). Sólo señalaré que, en general, me parecen sumamente eficaces. Asimismo, remarcaré que las hay ilustradas con ejemplos, e incluso se nos da herramientas para evitar o contrarrestar un buen puñado de ellas. 

Llegados a este punto, dejad que alabe la edición de El arte de tener razón publicada por Acantilado. La introducción, a cargo de Luis Fernando Moreno Claros (responsable también de la traducción y las notas), es un tanto dispersa, pero muy exhaustiva y esclarecedora. Moreno Claros hace una labor encomiable al contextualizar la obra: establece referentes, la sitúa cronológicamente, sugiere cuáles pudieron ser sus gérmenes… 


Libros sobre Arthur Schopenhauer en ULAD: Arthur SchopenhauerEn presencia de Schopenhauer

miércoles, 26 de julio de 2023

Bertolt Brecht: La ópera de cuatro cuartos

Idioma original: alemán

Título original: Die Dreigroschenoper

Año de publicación: 1928

Valoración: Se deja leer


Tengo que reconocer algo, una cosa que me avergüenza un poco, pero no voy a ocultar: no me gusta demasiado el teatro de Bertolt Brecht. No he leído sus poemas más allá de alguno suelto, tampoco la famosa Madre Coraje, reconozco claro está su compromiso político-social, asumo su aportación a las artes dramáticas, su capacidad para romper moldes e innovar en la relación con el público, alterar las formas de conectar con el espectador y provocar su reacción. No recuerdo si he llegado a ver representada alguna de sus obras, seguramente sí, pero en las varias que he leído esa famosa técnica del distanciamiento no ha conseguido más que justamente eso, distanciarme. Sé que Brecht rehúye utilizar la subjetividad, el elemento emotivo, para llegar al espectador, buscando precisamente que no se involucre en la trama para moverle a pensar y captar el mensaje de forma racional. Pero a la hora de leer o asistir a la representación, personalmente me quedo en esa distancia, y ni disfruto ni me empapo del todo, al menos como a mí me gustaría, del subtexto que fluye por la obra.

Lo intento una vez más con La ópera de cuatro cuartos, que es en realidad un libreto para la música de su amigo Kurt Weill, con lo que es muy probable que luzca más en el formato para el que fue concebida, y no en la fría lectura en un sofá. Por lo visto la obra tuvo un éxito resonante hasta que los nazis la prohibieron, y ostenta múltiples traducciones y representaciones de todo tipo. 

La cosa tiene un tono de ópera bufa tras la que se oculta, a veces más y a veces menos, el esperable trasfondo de crítica social. Los antagonistas son el maleante Mackie Messer (Mackie Navaja, nombre que parece haber triunfado a lo largo de las décadas), ladrón clásico y sin escrúpulos, putero de vocación y con buenos contactos en la Policía; y un tal Peachum, una especie de proxeneta de mendigos, a los que recluta para formar toda una gran empresa, en realidad un monopolio mafioso de la mendicidad, léase esclavitud. Algunos enredos sentimentales/sexuales de Mackie acabarán enfrentando a los dos tipos, en lo que se adivina una manifestación metafórica de la lucha de clases.

Ya lo vemos, el ‘empresario’ respetable frente al delincuente común, seguramente de origen humilde. Pero no solo eso. Tenemos un ejemplo nítido de corrupción policial, con raíces en la vida militar, otra derivación con tintes críticos. O muestras de manipulación de la opinión pública, y de paso, de la volubilidad de esa misma opinión pública, encantada con la fiesta de coronación de la reina, o rey, no sé, algo que será decisivo para el desenlace. De paso, una curiosa dualidad entre los amores profesados por la hija del burgués, que no duda en pasarse al ‘otro lado’ para demostrar sus sentimientos, y la prostituta a la que le falta tiempo para traicionar a su amado.

Todo esto, que parece tan didáctico, se presenta sin embargo tan sumergido en la caricatura, tan envuelto en el tono general de sainete, que el mensaje queda en mi opinión arrinconado, diluido entre risas y sorpresas, poco menos que reducido a algo inofensivo. Aunque creo que Brecht lo utilizó en alguna ocasión más, puede que el formato operístico no sea el más adecuado, o que simplemente esa técnica del distanciamiento que el autor propone con tanta frecuencia no funcione bien con mis esquemas mentales. Ha habido otros muchos autores que se han servido del humor para lanzar críticas corrosivas y en mi opinión el resultado ha sido mucho más eficaz. O es posible que simplemente ciertos recursos generen conexiones con unos espectadores y no con otros. Se puede probar, pero por mi parte me temo que, una vez más, voy ser de los escépticos.

P.S: El título de la obra y sus traducciones genera una muy curiosa diversidad. El original, como se ve arriba, habla de tres groschen, que debían ser monedas sin apenas valor, que es el sentido que hay que dar a la expresión. En castellano la traducción más usada es la de cuatro cuartos, pero en francés se ha titulado como cuatro sous, o en inglés tres peniques, todo con la misma intención de subrayar su carácter aparentemente liviano o de opereta.

Otras obras de Bertolt Brecht reseñadas en ULADPoemas y cancionesMadre Coraje y sus hijos

martes, 25 de julio de 2023

Ledicia Costas: Infamia

Idioma original:
gallego
Título original: Infamia
Traducción: Ledicia Costas
Año de publicación: 2019
Valoración: Muy recomendable

(Aviso: He leído este libro en el gallego original, por lo que no puedo opinar sobre la traducción).

En esta novela negra, de suspense, thriller, o como quieran llamarlo, nos metemos en la piel de una joven profesora que llega al pueblo de Merlo para una sustitución en la universidad; allí será conocedora de un crimen sucedido hace veinticinco años y se relacionará con los involucrados en la tragedia.

Infamia es una novela coral, con narrador omnisciente, pero en la que nuestra historia se ciñe a lo vivido por Emma, la protagonista principal – aunque, como en tantas buenas obras, la protagonista no es una persona, sino algo más abstracto: en este caso, quizá, la tragedia en su sentido más amplio, no me refiero a una desgracia en concreto, si no en su concepto; todos los personajes arrastran traumas por experiencias pasadas -. La narración comienza con la llegada de Emma a Merlo y concluye con su partida; esto deja algunos cabos sueltos que me gustaría tratar más adelante.

En lo que al argumento concierne, Infamia es la historia de personas condenadas a vivir acarreando las consecuencias de su pasado; algunos lo llevan mejor, como Rubén (este personaje es quizá el peor retratado de la novela por su “maldad absoluta”, junto con el comisario: la verdad es que lo tienen todo para ser despreciables, en ese sentido sí que están muy bien dibujados); otros, como Emma, Sara, o, incluso, en algún aspecto Noel y Salva, no fueron las causantes de sus respectivas tragedias, pero deben aprender a convivir con ella – pequeño destripe y posterior divagación (perdónenme): ninguno lo ha conseguido, ¿quizá sea este el mensaje de la novela? ¿hay sucesos tan terribles, tan trágicos, tan determinantes para nuestra propia vida, que no nos podemos deshacer de ellos, ni siquiera podemos aprender a compatibilizarlos con una “existencia normal”, sea lo que sea eso? -; y, finalmente, aquellos a los que les corroe la culpa y arrastran una existencia – más o menos, según el caso – penitente, lánguida, como en tercera persona, personajes secundarios en la historia de una vida ajena – entre estos incluyo a los anteriormente mencionados Salva y Noel, así como a Lucas, hombre sensible y poeta torturado  -.

Por todo ello, Merlo es, en resumen, una gran telaraña donde sus vecinos viven atrapados,  sobreviviendo como pueden mientras se degradan bajo el peso de la tragedia, la verdadera “culpable” de todo.

Quizá en algún momento haya unos comportamientos demasiado exagerados o incluso “peliculeros”, como el encontronazo en el pasillo de la facultad entre Emma y el comisario, o los excesos del cura y el sacristán; si fuesen un poco más comedidos sería más creíble, pero tampoco son tan desmedidos como para desligarnos de la narración. Lo que sí que no me gustó por fantasioso y fuera de lugar es el “futuro” de Blanca, si ustedes leen el libro me entenderán.

Ayuda mucho a la ambientación el ambiente sobrenatural de niebla y lluvia que tan bien encaja en el paisaje gallego; es una novela que, al igual que pasa con cierto tipo de música, no se disfruta igual en verano que en invierno, de día que de noche. Al leerla en verano, al son, he conseguido que no me afectara tan profundamente como, intuyo, podría suceder con un contexto invernal en consonancia con el clima de la novela. Ustedes, potenciales lectores, decidirán cuándo leerla (¡pero léanla!).

En cuanto a la duración, es bastante breve, lo cual no es necesariamente bueno: me hubiera gustado que fuera más larga, pero no para atar esos cabos sueltos a los que aludía antes, sino para permitirnos profundizar más en varios aspectos: a bote pronto, se me ocurren la relación entre Lucas y Emma, otro posible encontronazo de esta y el párroco, conocer más a Sara... lo malo que sucede con un libro tan bien escrito es que uno se queda con ganas de más.

Ledicia Costas  - flamante ganadora de la medalla Castelao – escribe muy bien, con figuras literarias muy afortunadas y preciosistas, lleva un ritmo que hace muy ligera la lectura y salta de un escenario a otro sin que se acuse falta de continuidad; es una lectura muy llevadera.

Por último en par de breves apuntes: se nos da a conocer al malogrado poeta Félix Francisco Casanova, muy presente en toda la narración, y qué buen acierto es la elección del título del libro: La palabra “infamia” representa una injusticia no cobrada, una impunidad mal entendida y una impotencia abrumadora en las víctimas. Así, breve, rotundo, funciona como un resumen muy eficaz.

lunes, 24 de julio de 2023

Michel Houellebecq: Unos meses de mi vida

Idioma original: francés 

Título original: Quelques mois dans ma vie

Traducción: Jaime Zulaika

Año de publicación: 2023

Valoración: bastante recomendable

Vamos a confesar que, incluso dentro de los que escribimos este blog, hay disparidad de opiniones sobre Houellebecq. Prevalezca o no la máxima de que uno tiene que conseguir que se hable sobre él, aunque sea mal, el escritor francés aprovecha su condición de rock-star literaria para entregarnos un texto sumamente personal que se aleja de sus habituales entregas en narrativa. No hay lugar aquí para el perfil del personaje houellebecquiano... porque el protagonista es el propio escritor. Y tampoco descartemos que esta publicación responda a alguna intención no estrictamente literaria. En Unos meses de mi vida Houellebecq escribe sobre dos incidentes recientes que le han tenido como protagonista. En el primero, el filósofo Michael Onfray lo ha entrevistado y algunas declaraciones han sido sacadas de contexto. En especial, referentes a la población francesa de credo musulmán. Primera gran sorpresa, especialmente con el historial que el francés acumulaba desde la publicación, hace dos décadas, de su sublime novela Plataforma, sin miedo de mostrar sus reticencias hacia la penetración en Europa, cuyo planteamiento llega a su colofón en la excelente Sumisión, y la casualidad hace que este texto se publique con los recientes disturbios en las banlieues aún recientes. Curioso ver al escritor (mil veces apelado de enfant terrible) matizando y rectificando sus expresiones, llegando a intercalar párrafos como si de una fe de erratas se tratara. Muy curioso, más cuando en su última novela, Aniquilación, parecía entregarse a una especie de exorcismo donde el amor acababa representando un leit motiv más recurrente que las filias sexuales, omnipresentes en sus novelas.

Y alguien diría que el segundo incidente hace las veces de contrapunto con ese reblandecimiento. El feo asunto de Kirac, que en más de un sitio he llegado a leer que se trataba de una especie de polémica orquestada y pactada. Houellebecq como actor porno en una especie de experimento cinematográfico en que una lectora ávida de su obra se presta a tener un contacto sexual con el escritor, una especie de pretexto para ejecutar una extraña performance en la que el escritor se ve, de forma sorprendentemente ingenua tratándose de quien se trata, involucrado en un contrato abusivo en el que ha renunciado a cualquier derecho sobre el contenido del material, con lo que la segunda parte del libro se dedica a trazar ese episodio, usando apelativos para los que han perpetrado el engaño y llegando a publicar el contenido íntegro del contrato (transcripción de tres páginas) y, para los conocedores de la evolución del genio galo, resulta chocante y casi enternecedor que se queje amargamente, como si fuera un anciano que ha sido embaucado por un  teleoperador para que cambie de compañía telefónica, y que en esa queja extendida por decenas de páginas, incluyendo detalles escabrosos, Houellebecq se muestra, y para los que conocemos en profundidad su obra esto nos resulta muy notable, como una persona vulnerable que ha sido víctima de un engaño, quizás un precio excesivo a pagar por su extenso currículum de diletante, una compensación desequilibrada para quien ha usado su ojo quirúrgico para destripar, siendo muchas veces malinterpretado, todas las contradicciones de nuestra sociedad. Por contra, una lectura que puede ser disfrutada por igual por incondicionales y detractores. Puede que por morbo estos últimos, como para regodearse en algo que interpreten como justicia poética. Eso sí; su prosa es precisa, ácida y eficaz como siempre. Solo a veces se nota que alguien ha localizado algunos de sus puntos débiles, y le ha atacado donde más duele.


También de Michel Houellebecq en ULAD: Aquí

domingo, 23 de julio de 2023

ULAD hace Historia #7: El mundo alucinante de Reinaldo Arenas

Idioma original: Español

Año de publicación: 1965

Valoración: Está muy bien

¿Qué es la Historia? ¿Una fila de cartapacios ordenados más o menos cronológicamente? (...) Los impulsos, los motivos, los secretas percepciones que instan (hacen) a un hombre no aparecen, no pueden aparecer recogidos por la Historia, así como, aún bajo el quirófano, no se captará jamás el sentimiento de dolor del hombre adolorido. 

La Historia recoge (...) lo evidente. (...) El efecto no la causa. Por eso, más que en la Historia busco en el tiempo. En ese tiempo incesante y diverso, el hombre es su metáfora. Porque el hombre es, en fin, la metáfora de la Historia, su víctima, aun cuando, aparentemente intente modificarla y, según algunos, lo haga.

Extraigo estos párrafos de la introducción que el propio autor escribió quince años después de la publicación de la novela y lo hago porque en ellos recoge preguntas y afirmaciones absolutamente atinadas sobre el Poder, la Escritura y la Historia, los tres ejes sobre los que gira esta novela que Reinaldo Arenas escribió cuando apenas tenía veintidós años (22, sí).

La "excusa", en esta ocasión, es la vida de Fray Servando Teresa de Mier, personaje es que intervino en los procesos de independencia de la repúblicas americanas y que, en lo literario, enlaza con la tradición literaria española (el Quijote y Sancho, el Lazarillo...). De ahí que inicialmente se pudiera pensar que El mundo alucinante es una novela histórica, pero su posterior lectura creo que la sitúa más en una novela sobre el Poder y su influencia en el destino del hombre.

Pero más importante, o al menos tan importante como el tema de fondo de la novela, es la forma de ésta. Como respuesta a las preguntas planteadas en el primer párrafo, Arenas construye una novela en la que conviven la primera, la segunda y la tercera persona (¿cuál es la versión "correcta" de la Historia?), en la que mito y realidad aparecen mezclados, en la que encontramos referencias clásicas, poemas, diarios... versiones contradictorias y complementarias de los mismos hechos, personajes reales y ficticios como ya ocurría en Los conspiradores (Los pasos de López) de Ibargüengoitia, etc.

Por tanto, no hay en esta novela una continuidad narrativa al uso ni un intento de recreación "fiable" de la Historia. Al contrario, la lógica narrativa salta por los aires gracias a hechos inexplicables, animales que hablan, hipérboles, exageraciones, etc. Esto ha hecho que buena parte de la crítica sitúe a Reinaldo Arenas como precursor del realismo mágico, pero a mí me parece que el cubano está más cercano a los planteamientos del surrealismo, del absurdo o de Raymond Queneau y Oulipo que a Garcia Márquez y compañía. En esta novela, sin ir más lejos, hay mucho más humor (grotesco, absurdo, etc la mayoría de las veces), mucho más irreverencia, mucho más juego. O eso me parece, vaya.

Lo anterior no es obstáculo para que Reinaldo Arenas no critique el régimen cubano ni a buena parte del establishment cultural de la época, unas veces de forma más velada y otras de forma abierta. En este sentido, se establece un paralelismo autor - personaje, ambos perseguidos, ambos en permanente huida, que no podemos obviar.

En suma, El mundo alucinante es una novela que parte de una premisa aparentemente sencilla pero que esconde en sus páginas una complejidad y unos registros que pueden descolocar al lector no avisado. Eso sí, quien logre entrar en el mundo de Reinaldo Arenas seguro será capaz de disfrutarla y echarse unas buenas risas con las tragicómicas aventuras de Fray Servando.

P.S.: Diría que Rowan Atkinson (AKA Mr. Bean) ha leído El mundo alucinante. Cierta escena del libro y cierto sketch con la Reina Isabel II como protagonista así parecen indicarlo.


También de Reinaldo Arenas en ULAD: Antes que anochezca

sábado, 22 de julio de 2023

ULAD hace Historia #6: La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la cultura francesa, de Robert Darnton

Idioma original: inglés

Título original: The Great Cat Massacre and Other Episodes in French Cultural History 

Traducción: Carlos Valdés

Año de publicación: 1984

Valoración: Muy recomendable


Usualmente, la enseñanza de la Historia se ha asociado a reyes, guerras, conquistas, revoluciones, fechas y lugares, es decir, lo que llamaríamos Historia política. A ello se han ido añadiendo elementos como la economía o los cambios sociales, el arte y la cultura. No basta con el relato de batallas y alianzas o rupturas entre gobernantes, importa la sociedad, el pensamiento, los avances científicos. Pero hay algo más, otras perspectivas a ras de tierra, lo que últimamente se denomina microhistoria, y Robert Darnton (norteamericano pero muy afrancesado él) llama Historia de la mentalité, que sin mucho esfuerzo traducimos como la mentalidad, la idiosincrasia de los ciudadanos, cómo piensan y sienten, cómo razonan, qué cosas les emocionan o les sublevan, qué tienen a su alrededor, a partir de hechos o documentos muy concretos que en principio pasarían inadvertidos. Darnton se sitúa en la Francia del siglo XVIII, su especialidad, el Siglo de las Luces, las últimas décadas del Antiguo Régimen, el tiempo de la Enciclopedia, cuando fermenta la Revolución.

Es un asunto difícil, claro, meterse en la cabeza de personas que vivieron hace trescientos años, a quienes solo podemos aproximarnos, y únicamente mediante indicios, a través de noticias o documentos alejados de la retórica oficial, materiales directamente relacionados con personas anónimas, campesinos, artesanos o estudiantes que dejan en ellos el reflejo de una sensibilidad colectiva. El autor lo intenta a través de seis pequeños ensayos en torno a otros tantos documentos muy singulares:

  • Los cuentos de Charles Perrault en relación con otras variantes, así como con la tradición oral
  • El relato de un impresor sobre una matanza de gatos (la que aporta el muy llamativo título) en un barrio de París
  • La detallada descripción que un ciudadano hace sobre la ciudad de Montpellier
  • Un informe policial sobre los escritores franceses del momento
  • El árbol del conocimiento descrito en la Enciclopedia
  • Los pedidos de libros de un joven lector a una editorial suiza

Reconoce Darnton que la empresa tiene sus riesgos, porque cabe la tentación de generalizar a partir de testimonios no extrapolables a lo colectivo, pero ahí está el trabajo del historiador, desbrozar lo excepcional para encontrar el camino correcto hacia lo que es realmente significativo para definir la personalidad de la sociedad en un momento determinado. El resultado me parece espectacular.

Por señalar muy por encima algunas de las aportaciones del libro, quedémonos de momento con una pequeña descripción de la sociedad del momento:

Los campesinos (…) habitaban un mundo de madrastras y huérfanos, de trabajo cruel e interminable, y de emociones brutales, crudas y reprimidas. 

Por eso los cuentos recuperados de la tradición oral, reflejando esa realidad, están repletos de crueldad en grado muy superior a lo recopilado por Perrault, y mayor aún que en las adaptaciones posteriores de los hermanos Grimm, por ejemplo.

La vida es 'sórdida, brutal y breve', y la picaresca es un arma para intentar sobrellevarla, nunca una tendencia a subvertir el orden establecido.  La brutalidad se muestra igualmente en la matanza de gatos, surgida un poco por casualidad a partir de unas desavenencias entre el patrón y los trabajadores de una imprenta. Tampoco hay sin embargo una auténtica voluntad de rebelión, sino más bien una gran gamberrada en la que los gatos (animal siempre asociado con el misterio y las desgracias) llevaron la peor parte, en un episodio que por otra parte tampoco era tan excepcional en una sociedad en la que, con pocas excepciones, los animales no son precisamente objeto de respeto.

Sirvan estas dos pinceladas como muestras más gráficas del contenido del libro, aunque se incide también en cuestiones de orden quizá más intelectual. Un peculiar informe policial, que más que un seguimiento de posibles actividades revolucionarias, que también, es una especie de estudio casero que incluye el estilo, fisionomía y entorno social de un montón de escritores, sirve para presentar la realidad del mundo de las letras, ajeno entonces al moderno concepto de mercado editorial, y donde era impensable no contar con un ‘padrino’. O las algo ingenuas descripciones de la sociedad de Montpellier, que dan para un análisis de la estratificación social vista desde un pequeño burgués de provincias.

El ensayo en torno a la Enciclopedia, quizá el de lectura más ardua, ahonda en su aportación el sistema del conocimiento humano y su contraste con los conceptos anteriores de Bacon y Chambers. Y finalmente, la abundante correspondencia del joven ansioso de lecturas permite indagar nada menos que en la forma de leer de los franceses en el siglo XVIII: 

Nada puede ser más erróneo (…) que suponer que la gente siempre ha leído como lo hacemos hoy en día. (…), y comprender cómo leían entonces es comprender cómo pensaban.

Cuestión sumamente interesante, incluido el propio formato de los libros y el número de títulos disponibles, que se completa con una amplia exposición de las reacciones populares a la obra narrativa de Rousseau, llena de emotividad, y muy alejada de su aportación a la filosofía política.

Es Robert Darnton uno de los más importantes especialistas del mundo en la Francia de la época a la que nos estamos refiriendo, y es una maravilla contemplar con qué profundidad y rigor examina y analiza cada una de las cuestiones. Como es también un placer volver a tener entre manos, muchos años después, una exquisita publicación de la venerable editorial Fondo de Cultura Económica. Qué más se puede pedir para, a través de este puñado de trabajos, entender un poco mejor a quienes vivieron hace más de dos siglos y, ganando un poco de humildad, asumir que se movían en un mundo muy diferente, con códigos y valores que no deben ser juzgados en base a los parámetros actuales.


viernes, 21 de julio de 2023

ULAD hace Historia #5: La voz de los dioses de Diego Chapinal-Heras (Colaboración)

Idioma original:
castellano
Año de publicación: 2023
Valoración: Muy recomendable para lectores interesados por la historia.

Aunque creemos haber cambiado mucho en nuestro camino como humanos desde la Antigüedad hasta ahora, lo cierto es que en determinados temas no lo hemos hecho prácticamente nada. La ciencia o la tecnología no impiden a algunos seguir aferrándose, por ejemplo, a aquellas prácticas que parecen poder predecir lo que nos deparará el futuro o ayudarnos con un problema: el tarot, el horóscopo, las religiones… De esta conexión tan fascinante con nuestros antepasados helenos trata en el fondo La voz de los dioses de Diego Chapinal, así como de una de las caras más misteriosa, irracional y menos conocida de los antiguos griegos entre el gran público: la adivinación a través de los oráculos.
 
Posiblemente estemos ante el ensayo más completo en castellano sobre la adivinación en la Antigua Grecia y, sin duda, ante el más ameno de ellos, sin perder por ello ni un ápice de rigor académico. Su autor consigue trasladarnos a la realidad de la Antigüedad helena a través de su narración y dar respuesta a varias de las preguntas que nos surgen cuando pensamos en los oráculos griegos: ¿Dónde aparecieron? ¿Cuál fue su importancia en la cultura helénica y cuáles fueron los más relevantes? ¿Cómo eran los métodos empleados para consultar a los dioses? ¿Por qué fueron tan importantes en su momento? Y, especialmente, el interrogante que nos puede asaltar al final de nuestro viaje: ¿Cuándo y por qué empezaron a decaer?
 
Contaba Diego Chapinal en una de sus primeras presentaciones (en Pamplona, en su Feria del Libro), que siempre ha sentido curiosidad por las religiones desde un punto de vista antropológico y que los oráculos, para él, son el ejemplo más evidente de unas creencias que, como ya he comentado al principio, aún llegan hasta nosotros. La voz de los dioses es un recorrido a través de la historia de los oráculos y de sus prácticas, para que el lector conozca la complejidad de sus técnicas y la magia de su embrujo, muchas veces tejido en la consciencia colectiva a través de la mitología y las epopeyas griegas. Así, Diego nos habla en su ensayo de los mitos fundacionales de los centros oraculares, de su relación intrínseca con la polis, de sus principales dioses (Apolo y Zeus). También nos narra muchas cosas que el lector puede llegar a desconocer, como la existencia de los adivinos ambulantes o la figura de los cresmólogos (que se dedicaban a la salida de los templos a ofrecer sus servicios para dar una nueva interpretación al creyente de la respuesta que había recibido), los sobornos en algunos famosos casos conservados o las diferentes tipologías de centros, entre las que destaca los nekyomanteia u oráculos de la muerte. Todo un abanico de temas que dejará a cualquiera anonadado, una vez más, ante la hermosa y mistérica fascinación del mundo griego que, como bien decía Dodds, poco tiene de racional en muchos momentos de su existencia.
 
A título personal, lo que más me ha gustado del estudio de Chapinal es su hincapié en el estudio del oráculo de Dodona. Siempre obnubilados por la imagen de Delfos (de cuya investigación se encargó y de maravilla Michael Scott en un ensayo del mismo nombre publicado por Ariel), Dodona es como una joya insólita que Diego nos descubre con una habilidad magnífica. Chapinal reivindica la importancia de Dodona porque, durante las investigaciones de los últimos años, el oráculo epirota ha dado a los expertos una serie de datos fuera de lo común: desde su práctica de poner las consultas por escrito por parte de los propios peregrinos (fuente vital para los estudiosos de los dialectos griegos y los lingüistas y que tira por tierra muchas de las teorías que se venían manteniendo sobre la alfabetización del pueblo bajo) hasta su enorme cantidad de consultas privadas cotidianas, Dodona es un ejemplo más de que Grecia siempre tiene una sorpresa para nosotros y que su sociedad, con sus problemas cotidianos, no es tan diferente a la nuestra en la actualidad.
 
Con la llegada de la Roma cristiana, los oráculos parecieron tener un declive pero, sin embargo, siguieron siendo un referente para la comunidad del Imperio, que los asimiló en su propio beneficio. Y es que, aunque nos parezca lo contrario, lo mistérico nunca pierde su poder de atracción.
 
En definitiva, nos encontramos ante un estudio riguroso y a la vez divertido que explora uno de los temas más seductores del mundo griego, escrito con una pluma ágil y cercana y que no duda en utilizar las fuentes documentales, arqueológicas y epigráficas más actuales para acercarnos a la verdad de los designios divinos. Todo un ejemplo de lo que es un buen ensayo de historia.

Firmado: Silvia Broome (librera)

jueves, 20 de julio de 2023

ULAD hace Historia #4 El queso y los gusanos de Carlo Ginzburg

Idioma original: italiano

Título original: Il formagio e i vermi

Año de publicación: 1976

Traducción: Francisco Martín

Valoración: bastante recomendable (aunque quizá algo ríspido para quien no sea lector habitual de Historia)

Pese a lo que tal vez alguien pueda pensar,  debido a su curioso título (enseguida voy con eso), éste es un libro de Historia comme il faut, con su excelente contextualización, sus -muchas- notas a pie de página y su abundante bibliografía. Es más, se trata de la obra señera de la corriente historiográfica conocida como "microhistoria", escrita por su más conspicuo practicante, el prestigioso historiador italiano Carlo Ginzburg. Tal microhistoria es una tendencia o rama de la Historia social que consiste en centrarse en algún acontecimiento o personaje del pasado, en principio secundario o incluso marginal y analizarlo, como si se estudiars con una lupa o microscopio, hasta poder extraer conclusiones  y generalizaciones que se puedan relacionar con los grandes procesos y cambios históricos; de esta forma, el estudio de los sucesos individuales ayudan a entender la verdadera dimensión del desarrollo de los sucesos históricos. Es una tendencia que ha tenido (aunque no sólo y en esta semana en la que ULAD hace Historia os vamos a mostrar más de un ejemplo), especial predicamento en Italia,hasta el punto de que incluso la cultivaron, en cierto modo, escritores de narrativa o ensayo, como Leonardo Sciascia en La bruja y el capitán.

En el caso de este célebre estudio, quizás el más emblemático de esta modalidad historiográfica, Carlo Ginzburg se centró en la figura de Domenico Scandella, alias Menocchio, un molinero del pueblo friulano de Montereale, que en 1584 fue procesado por el Santo Oficio debido a una denuncia -tal vez del párroco del pueblo- por haber pronunciado "palabras heréticas impías sobre Cristo". Durante este proceso y el que tuvo de nuevo lugar en 1599 , cuyas actas el historiador analiza pormenorizadamente, punto por punto, los inquisidores asistieron, atónitos, al despliegue cosmogónico y religioso que Menocchio -cuya aspiración era poder debatir con papas y emperadores, pero se conformaba con los doctos miembros del Tribunal- hacía ante ellos: una mezcla de, más que elementos luteranos, como se temía los inquisidores, anabaptistas, más panteísmo, universalismo, lecturas religiosas -o no- interpretadas según su libre albedrío, razonamientos propios más o menos coherentes y, al fondo del todo, según código Ginzburg, la presencia de una religión secular campesina, fuertemente materialist y transmitida por medio de la tradición oral, al menos hasta la aparición de la Contrarreforma, en los países católicos. Sirva como ejemplo del resultado -ya llego, por fin-, la imagen del queso y los gusanos: según Menocchio, Dios no había creado el mundo, sino que éste se habría generado a partir deun caos primigenio, semejante a la leche cuajada que da lugar al queso y del que habrían surgido el propio Dios y los ángeles, como los gusanos que aparecen en este queso. Imaginemos por un momento la cara que pusieron los señores inquisidores...

Quizás lo más interesante para nosotros, amigos y amigas bibliófilos y hasta bibliómanos, sea que buena parte de estas ideas, de su "corpus teológico", por así decirlo, proviniera de sus, si no abundantes, sí recurrentes lecturas, pues resulta que Menocchio era un lector voraz de los libros que caían en sus manos; sobre todo, el muy cristianó Florilegio de la Biblia, pero también el medieval libro de los Viajes de John Mandeville y el Decamerón. Y, probablemente, según Ginzburg, puede que también la Divina Comedia, De Trinitatus erroribus de Serveto (es decir, Miguel Servet) y hasta el Corán.  De esta heterogénea lista de lecturas y otras ( es notable, por cierto, la relativa abundancia de libros que circulaban por esa zona rural en aquella época si bien se encuentra cercana a Venecia), según el bueno de Menocchio había extraído sus ideas,"que habían nacido del aislamiento, por el solo contacto con los libros". Es decir lo mismo que le pasó a un famoso personaje de ficción  contemporáneo suyo, sólo que a don Alonso Quijano sus lecturas le impelieron a convertirse en caballero andante, mientras que al molinero friulano las suyas le sugirieron la aspiración de ser un profeta, nada menos.

De todas formas, el autor de este libro le resta importancia a la influencia de esas lecturas en el pensamiento de Menocchio, y considera que "(...) como hemos visto, él proyectaba sobre la página impresa elementos extraídos de la tradición oral"; es decir, de ese sustrato de creencias populares a las que Ginzburg concede la mayor importancia: "Es esa tradición, profundamente enraizada en la campiña europea, lo que explica la tenaz persistencia de una religión campesina intolerante ante dogmas y ceremonias, vinculada a los ritmos de la naturaleza, fundamentalmente precristiana. Era frecuentemente un auténtico extrañamiento del cristianismo (...)". Es más, para ilustrar esta tesis, también nos presenta dos casos contemporáneos al de Menocchio y más o menos análogos de otras regiones de Italia: el del poeta popular de Lucca llamado Scolio y el de otro molinero, Pighino Baroni, de la Romaña.

En cualquier caso y también independientemente de lo delirantes que nos puedan parecer estas u otras ideas religiosas (o todas), Menocchio  no deja de ser un mártir de la libertad de pensamiento y expresión. Porque -y  lamento si alguien considera esto como spoiler, pero, después de todo, hablamos de un caso que es Historia- y pese a haberse retratado y pasar unos años en prisión, nuestro molinero volvió a las andadas, expresando de nuevo en público sus heréticas opiniones, de forma que volvió a ser detenido y procesado por la Inquisición en 1599. Con la mala fortuna, esta vez, de ser condenado a muerte y ejecutado, casi a la vez que otro pensador heterodoxo mucho más conocido, Giordano Bruno, lo era en Roma. Y todo por tener unas ideas más o menos extravagantes, pero propias, consideradas heréticas y peligrosas por el poder, pero que hoy no llamarían la atención en las redes sociales entre tanto terraplanista, conspiranoico e illuminati varios (e incluso serían consideradas un ejemplo de mesura). Por suerte, en nuestra sociedad occidental ya no existe el peligro de ser procesado ni encarcelado por leer libros y sacar nuestras propias conclusiones es sobre la religión, por ejemplo, y expresarlas en público, y es es algo que ya no va a volver a pasar, ¿verdad? ¿VERDAD?

miércoles, 19 de julio de 2023

ULAD hace Historia #3: La fortaleza de Meša Selimović

Idioma original: Serbio
Título original: Tvrđava
Traducción: Miguel Roán
Año de publicación: 1970
Valoración: Recomendable (aunque no para todo el mundo)

La fortaleza es un clásico de la literatura yugoslava y, junto con El derviche y la muerte, la obra más representativa y lograda de Meša Selimović. Nos traslada al Sarajevo otomano del siglo XVIII, así que puede considerarse una novela histórica; personalmente, también la encasillaría dentro de la narrativa existencialista y filosófica.

Sigue los pasos de Ahmet Šabo, un profesor que acaba de regresar de la guerra. Una noche, el joven se enemista con las autoridades locales, las cuales le cerrarán puertas a nivel social y laboral. Sobrellevará su vida condenada al ostracismo y la pobreza gracias a una dignidad tambaleante y un amor incondicional hacia su esposa, Tijana.

Entre las muchas virtudes que le he encontrado a esta obra, destacaría las siguientes: 

  • Su factura demuestra madurez, inteligencia y sensibilidad. 
  • Su ritmo, por lo general pausado e introspectivo, permite que la acción se afianze y las meditaciones de Ahmet calen.
  • Las citadas meditaciones, junto a las disertaciones y los diálogos, barajan ideas interesantísimas. Ideas que, pese a su nivel de sofisticación, jamás se hacen pasar por verdades universales, ya que tanto el argumento como el propio protagonista las cuestionan a menudo. A excepción, claro, de algún que otro aforismo difícilmente rebatible, como, por ejemplo, «El dolor y la reflexión nos privan de la risa despreocupada».
  • La ambientación es exquisita. Sin recurrir apenas a descripciones ni requerir más que un puñado de notas del traductor, logra situar al lector en un lugar y una época lejanos.
  • Abunda en escenas conmovedoras que plasman el egoísmo e hipocresía humanos, la pobreza, la fuerza de la amistad y el amor, los abusos del poder, la religión, etc...
  • Los personajes están muy bien caracterizados. Todos se sienten complejos, contradictorios y, por tanto, verosímiles.
  • Nunca se endulzan las interacciones entre los personajes; éstas se abordan con sus luces y sus sombras. 

Creo haber dado suficientes razones para animaros a leer La fortaleza, siempre y cuando no os amedentren su extensión, su ambientación exótica, la densidad de su contenido, su argumento pausado o los meandros de su prosa. Pero, por si acaso, quiero mostraros la belleza formal y la riqueza conceptual de uno de mis pasajes favoritos. 

En él, Ahmet confiesa: «Cuando me sentía amedrentado, solo pensaba en ella y me animaba con su presencia. Cuando las cosas me iban mal, pronunciaba su nombre, como en una oración, y encontraba alivio. Cuando me sentía dichoso, corría a compartirlo con ella, agradecido, como si mi felicidad le correspondiera.» (199) Inmediatamente añade: «Esta mujer era todo mi mundo, la necesitaba para admirarla pero también necesitaba sentir mi poder sobre ella. La había creado, como un salvaje crea su ídolo, para que estuviera por encima del fuego de la cueva, la defensa contra el trueno, los enemigos, las fieras, la gente, el cielo y la soledad, para esperar lo ordinario pero también exigir lo imposible, sentir ilusión pero también indignación, para poder agradecer y discutir a la vez, siempre consciente de que, sin ella, los miedos serían insoportables, las esperanzas sin fundamento, las alegrías efímeras. / Gracias a ella, incluso la gente me parecía más cercana.» (200)

Llegados a este punto, sólo quiero reiterar que La fortaleza es un novelón. Un novelón en el que se plasman con asombrosa lucidez la tragicomedia humana, los sinsabores de la existencia y la angustia que provoca la búsqueda de sentido en un mundo lleno de maldad cotidiana y desigualdades obscenas. Un novelón que igual no gustará a todos, pero hará las delicias a quienes amamos la literatura de gran calibre.

martes, 18 de julio de 2023

ULAD hace Historia #2: Los reyes del río de Cat Jarman

Idioma original: inglés

Título original: River Kings. A New History from Scandonavian to the Silk Road

Año de publicación: 2021

Traducción: Ana Herrera

Valoración: más que recomendable 

Los vikingos están de moda o, cuando menos, lo han estado hasta hace poco. Prueba de ello son película  como The Northman, Valhalla Rising (para quien se atreva) o las basadas en los personajes de la mitología escandinava, aunque sea vía MARVEL... De igual forma podemos encontrar series como El Último Reino (basado en las novelas de Bernard Cornwell) o la directamente titulada Vikingos... Gracias a ellas la imagen de estos aguerridos nórdicos ha pasado de ser la de unos gordinflas con cascos con cuernos a la de unos bigardos tó mazaos vestidos de cuero y con tatuajes molones en el cuerpo (otra cosa que se ha puesto de moda). Eso, sin olvidar a las aguerridos vikingas en plan Xena, la princesa guerrera, que también han proliferado... De ahí que haya quien ve aquel mundo como una suerte de matriarcado, mientras los nazis de toda la vida se ponen ca... entusiasman recreándolo como el epítome de una supuesta raza aria.

En medio de este batiburrillo es de agradecer un poco de rigor histórico y buen tino, y eso es lo que nos proporciona este estupendo libro de la arqueóloga noruega Cat Jarman. Antes que nada, hay que decir que no estamos ante un manual al uso de toda la Historia de los pueblos nórdicos y ni siquiera de las expediciones vikingas. Jarman se centra sobre todo en ciertos aspectos de estas expediciones, el establecimiento de una extensa red tanto militar como, sobre todo, comercial, que les llevó tanto a Occidente como a las muy lejanas tierras meridionales y orientales desde su Escandinavia de origen. Nos propone un viaje que nos lleva desde el yacimiento de Repton en Derbyshire, vestigio del Gran Ejército que holló Gran Bretaña en el 874 hasta la populosa Miklagard -es decir, Constantinopla- y aún más allá: el Caúcaso, las costas del mar Caspio, Persia, Bagdad... Pasando, claro está, por enterramientos y ciudades comerciales de Noruega, Suecia, el Báltico, Rusia y Ucrania.

El hilo conductor que utiliza Cat Jarman para guiarse y guiarnos por todo este periplo está compuesto por varios objetos encontrados en los diferentes yacimientos. Objetos no demasiado aparatosos e incluso aparentemente modestos... pero sumamente reveladores, como una cuenta de cornamenta hallada en Repton y que muy bien podría proceder de la India. También, en otros capítulos, nos habla de un dírham de plata, una estatuilla de Buda encontrada cerca de Estocolmo, aros o torques de cuello o una pequeña representación de una guerrera, hallada por un detectorista de Dinamarca (esto es lo que menos me gusta del libro: que, hasta cierto punto, justifica la actividad de los 'piteros')... A partir de estos objetos, como digo, la autora va desarrollando diversos aspectos de la época vikinga, como la importancia de sus contactos con el mundo árabe, como atestigua la gran difusión de sus monedas por todo el Norte de Europa, el papel de las mujeres en la sociedad nórdica y, sobre todo, la órbita vikinga -también en sus campañas bélicas- o la compleja identidad de los rus, establecidos en aquella época en las cuencas de Dniéper y el Volga. 

Para estudiar y divulgar todos estos aspectos, Jarman no sólo se ciñe a las fuentes escritas y a los restos arqueológicos, en su aspecto exterior, sino que además echa mano de técnicas más recientes de la bioarqueología, como el análisis del ADN mitocondrial y de los isótopos de estroncio, para conocer el origen geográfico de los individuo estudiados. Lo cual nos lleva a la conclusión, por cierto, de que la sociedad vikinga era no sólo más compleja, sino también más variada étnicamente de lo que cabría pensar (y, desde luego, más de lo que pensaban los nazis y sus herederos), incluso en la propia Escandinavia.

En conclusión, no nos encontramos ante una exhaustiva y ordenada crónica histórica sobre la época vikinga, ni siquiera en clave de divulgación (como puede ser el también muy originalmente titulado Libro de Neil Price Vikingos, publicado en España por esta misma editorial), pero Los reyes del río es, sin duda, una muy entretenida y recomendable forma de conocer determinados aspectos de la misma; sobre todo lo que respecta a las relaciones entre las distintas zonas por la que se movieron aquellos legendarios navegantes, guerreros y, parece que de forma especialmente intensa, comerciantes nórdicos. Por ponerle un pero al libro, quizás acerca una cierta vocación de divulgación... hacia el público británico o anglófono -después de todo, su autora reside en Inglaterra-, que sospecho piensa que los vikingos no hicieron aparición en la Historia hasta el saqueo de Lindisfarne, en el 793 y desaparecieron tras la batalla de Stamford Bridge. Porque sospecho que los lectores del resto de Europa y no digamos ya de los países eslavos, tienen mucho más clara desde hace mucho la importancia de la presencia vikinga en diversos  lugares del continente, no sólo en las Islas Británicas. Pero, en fin, cosas del target editorial... Por lo menos, ya no hace falta aclarar que sus cascos no llevaban cuernos.

lunes, 17 de julio de 2023

ULAD hace Historia #1: Tiberio, de Allan Massie

Idioma original: inglés
Título original: Tiberius
Traducción: María Isabel Butler-Foley
Año de publicación: 1992
Valoración: Muy recomendable

Sí señor, así sí. Qué gusto tan grande cuando uno encuentra un libro con buena pinta, prometedor, que parece apropiado para el momento personal en el que se quiere leer y, oh fortuna, todo encaja, todo es lo que parece.

Qué buen libro, cómo me alegro de haberlo elegido; lo he disfrutado muchísimo; francamente, no me esperaba que fuese tan bueno. Pero dejemos en paz al señor Lobo y vayamos al lío.

Tiberio, el más triste de los mortales, el más solitario de los emperadores. Un rara avis en la pútrida alta sociedad romana de su tiempo, un tipo con restos de humanidad en un entorno donde nadie se puede fiar de nadie, o al menos así es como nos lo pinta Massie: un hombre que, sencillamente, ni puede ni quiere asumir la carga del imperio sobre sus hombros.

El autor nos pinta a un Tiberio retraído, tímido, mesurado en sus actos y poco amigo de los excesos; una persona entre monstruos, alguien que, a pesar de ser el más poderoso de las gentes de su tiempo, es imposible no empatizar. 

Después de leer algo de la biografía del emperado quizá no sea oro todo lo que reluce y la versión de Massie sea más dulce de lo que en realidad fue, pero es importante tener presente de que esto es una novela y no una autobiografía. La fiabilidad de los hechos en este caso no nos importa; me consta que existe un libro de Gregorio Marañón (Tiberio: Historia de un resentimiento, ya reseñado en ULAD) más fiel al pasado, o al menos con una visión más tradicional de Tiberio como monstruo y antecesor de Nerón y Calígula. Habrá que leerlo.

Se plantea en la novela una trama de engaños, traiciones, asesinatos... pero también la búsqueda constante de Tiberio de un apoyo: algo (o alguien) en quien poder confiar y soportar la inmensa carga del poder. No será fácil en un mundo donde la corrupción y la crueldad son santo y seña de la cotidianeidad más rutinaria.

Me ha parecido ver en el protagonista un reflejo de aquellos que, teniéndolo todo, no han sido capaces de lograr la satisfacción. Tiberio, ni en el fin de sus días, en ningún momento alcanza la suficiente madurez emocional como para comprender que la causa de sus angustias es su personalidad y no sus condiciones externas. Esto le llevará a huir, a esconder la cabeza, y finalmente a su perdición. Busca la paz, pero, asqueado, no encuentra más que humanidad. 

Como diría su madre: Felicidad. Un concepto para poetas de la clase media. 

Bien, una vez tratado el argumento, el elefante en la habitación: son inevitables las comparaciones con las Memorias de Adriano de Yourcenar, y me temo que, a pesar de mi pasión por esta novela, no son comparables; la de Yourcenar es muy superior a esta (¡y está traducida por Cortázar!), pero eso no quita que Massie nos ofrezca un agradable rato de buena literatura. 

Técnicas que no son de mi agrado, como la del manuscrito encontrado (incomprensible para mí, aquí no pinta nada y no es necesario), el sueño que no se sabe si es realidad o fantasía o la extraña fantasía del comienzo la alejan, a mi juicio, de la calificación de imprescindible.

En cualquier caso, muy recomendable para todo el mundo, un ejemplar de muy buena literatura.

domingo, 16 de julio de 2023

Scott Spencer: Amor sin fin

Idioma original: Inglés
Título original: Endless love
Traducción: Inmaculada Pérez Parra
Año de publicación: 1979
Valoración: Bastante recomendable

Amor sin fin es una extensa novela que podríamos emparentar con dos películas estrenadas también a finales de los setenta y con dos libros perfectamente conocidos por todos. Y las películas serían Malas tierras y Alguien voló sobre el nido del cuco y las novelas serían El guardián entre el centeno y El túnel.

Empecemos por el final. La asociación con la novela de Sábato tiene su origen en un primer párrafo o una primera página verdaderamente apabullante en la que el narrador confiesa haber prendido fuego a una casa en cuyo interior estaban las personas a las que más adoraba en el mundo; la vinculación con la novela de Salinger se debe a la primera mitad del texto, en la que un narrador adolescente observa extrañado el mundo de los adultos; el nexo con la película de Milos Forman tiene que ver con un final en la que uno puede imaginarse a Dave Axelrod en la situación en la que se encontraba el personaje interpretado por Jack Nicholson; por último, el vínculo con la película protagonizada por Martin Sheen y Sissy Spacek tiene que ver con el propio argumento de esta, que si recordáis trataba de una pareja de adolescentes que vivía un amor apasionado y trataba de escapar del mundo de los adultos a través de él. Creo que esas cuatro referencias pueden servir para que os hagáis una idea del argumento de la novela.

Más allá del argumento, lo que importa es el cómo, qué es lo que hace que Amor sin fin sea una muy buena novela. Varios son los aspectos a destacar:
  • La construcción de los personajes. Obviamente el peso de la novela recae en Dave, narrador en primera persona de los hechos, y este es el personaje más destacado, especialmente por la evolución que tiene y el tratamiento que el autor concede a sus vaivenes emocionales. Pero además de Dave, los secundarios son mostrados en toda su complejidad y son fundamentales para el desarrollo de la historia
  • Los diálogos, ágiles y creíbles, que contribuyen a esa construcción de personajes de las que hablaba
  • Las tramas secundarias que acompañan y complementan la historia de Dave y Jade. Mención especial merece la crónica de la generación de los padres de estos y la brecha abierta entre ambas. 
Así, queda la sensación de haber leído una muy buena novela sobre la que solo queda añadir un comentario. Como sucede con El guardián entre el centeno (y también con Rayuela o con La insoportable levedad del ser), tengo la impresión de que Amor sin fin es una novela que puede impactar más a un lector más joven. Esos amores tan absolutos, esa angustia juvenil, esas búsquedas desesperadas entre el sexo y la confusión, entre la desesperación y el deseo, no suenan igual a los 20-25 años que a los 45. Cuestión de tiempo, quizá, porque como dice el propio Dave Axelrod hacia el final de la novela...
Ahora había una muerte entre nosotros y cuatro años de separación., había amantes y tribunales y hospitales y cartas sin mandar y diez mil horas de terror y de duda, pero no es que fuéramos menos por eso, solo menos felices. 
P.S.: Hay un par de versiones cinematográficas de la novela, aunque no parecen estar a la altura de esta. O, al menos, eso dicen los que las han visto.