Título original: Infamia
Traducción: Ledicia Costas
Año de publicación: 2019
Valoración: Muy recomendable
(Aviso: He leído este libro en el gallego original, por lo que no puedo opinar sobre la traducción).
En esta novela negra, de suspense, thriller, o como quieran llamarlo, nos metemos en la piel de una joven profesora que llega al pueblo de Merlo para una sustitución en la universidad; allí será conocedora de un crimen sucedido hace veinticinco años y se relacionará con los involucrados en la tragedia.
Infamia es una novela coral, con narrador omnisciente, pero en la que nuestra historia se ciñe a lo vivido por Emma, la protagonista principal – aunque, como en tantas buenas obras, la protagonista no es una persona, sino algo más abstracto: en este caso, quizá, la tragedia en su sentido más amplio, no me refiero a una desgracia en concreto, si no en su concepto; todos los personajes arrastran traumas por experiencias pasadas -. La narración comienza con la llegada de Emma a Merlo y concluye con su partida; esto deja algunos cabos sueltos que me gustaría tratar más adelante.
En lo que al argumento concierne, Infamia es la historia de personas condenadas a vivir acarreando las consecuencias de su pasado; algunos lo llevan mejor, como Rubén (este personaje es quizá el peor retratado de la novela por su “maldad absoluta”, junto con el comisario: la verdad es que lo tienen todo para ser despreciables, en ese sentido sí que están muy bien dibujados); otros, como Emma, Sara, o, incluso, en algún aspecto Noel y Salva, no fueron las causantes de sus respectivas tragedias, pero deben aprender a convivir con ella – pequeño destripe y posterior divagación (perdónenme): ninguno lo ha conseguido, ¿quizá sea este el mensaje de la novela? ¿hay sucesos tan terribles, tan trágicos, tan determinantes para nuestra propia vida, que no nos podemos deshacer de ellos, ni siquiera podemos aprender a compatibilizarlos con una “existencia normal”, sea lo que sea eso? -; y, finalmente, aquellos a los que les corroe la culpa y arrastran una existencia – más o menos, según el caso – penitente, lánguida, como en tercera persona, personajes secundarios en la historia de una vida ajena – entre estos incluyo a los anteriormente mencionados Salva y Noel, así como a Lucas, hombre sensible y poeta torturado -.
Por todo ello, Merlo es, en resumen, una gran telaraña donde sus vecinos viven atrapados, sobreviviendo como pueden mientras se degradan bajo el peso de la tragedia, la verdadera “culpable” de todo.
Quizá en algún momento haya unos comportamientos demasiado exagerados o incluso “peliculeros”, como el encontronazo en el pasillo de la facultad entre Emma y el comisario, o los excesos del cura y el sacristán; si fuesen un poco más comedidos sería más creíble, pero tampoco son tan desmedidos como para desligarnos de la narración. Lo que sí que no me gustó por fantasioso y fuera de lugar es el “futuro” de Blanca, si ustedes leen el libro me entenderán.
Ayuda mucho a la ambientación el ambiente sobrenatural de niebla y lluvia que tan bien encaja en el paisaje gallego; es una novela que, al igual que pasa con cierto tipo de música, no se disfruta igual en verano que en invierno, de día que de noche. Al leerla en verano, al son, he conseguido que no me afectara tan profundamente como, intuyo, podría suceder con un contexto invernal en consonancia con el clima de la novela. Ustedes, potenciales lectores, decidirán cuándo leerla (¡pero léanla!).
En cuanto a la duración, es bastante breve, lo cual no es necesariamente bueno: me hubiera gustado que fuera más larga, pero no para atar esos cabos sueltos a los que aludía antes, sino para permitirnos profundizar más en varios aspectos: a bote pronto, se me ocurren la relación entre Lucas y Emma, otro posible encontronazo de esta y el párroco, conocer más a Sara... lo malo que sucede con un libro tan bien escrito es que uno se queda con ganas de más.
Ledicia Costas - flamante ganadora de la medalla Castelao – escribe muy bien, con figuras literarias muy afortunadas y preciosistas, lleva un ritmo que hace muy ligera la lectura y salta de un escenario a otro sin que se acuse falta de continuidad; es una lectura muy llevadera.
Por último en par de breves apuntes: se nos da a conocer al malogrado poeta Félix Francisco Casanova, muy presente en toda la narración, y qué buen acierto es la elección del título del libro: La palabra “infamia” representa una injusticia no cobrada, una impunidad mal entendida y una impotencia abrumadora en las víctimas. Así, breve, rotundo, funciona como un resumen muy eficaz.
Novela que apetece leer con esta reseña. Añado un clásico español que parece no estar en su web y que es obra maestra: “La vida perra de Juanita Narboni”, de Ángel Vázquez. Hay un biótico, con perdón, en Filmin sobre este inclasificable autor olvidado.
ResponderEliminarDonde biótico es biopic.
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