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jueves, 30 de septiembre de 2021
J. M. Sala: Arde Torrevieja
miércoles, 29 de septiembre de 2021
Luisa Horno: Vida normal
Año de publicación: 2017 (edición revisada)
Valoración: está bien
Vida normal, de la zaragozana Luisa Horno, recoge un montón de relatos que, sin llegar a ser "micro", se desarrollan casi todos en unas pocas páginas, a veces debido a una voluntad de despojamiento de todo lo superfluo y otras porque ésa era la extensión justa y necesaria para que el relato funcionase. De esta manera, en un librito bastante breve encontramos nada menos que 21 cuentos o relatos, de los cuales ya adelanto que al menos cinco o seis me han parecido bastante buenos y el resto, correctos o incluso acercándose al nivel de la media docena que he mencionado; ninguno, desde luego, desastroso: he de decir que en todos los casos había algún elemento interesante, alguna idea o matiz que, de haberse desarrollado siguiendo otras directrices o con una ejecución más sorprendente, podrían haber llegado a ser excelentes relatos.
La mayoría de ellos se articulan a partir de dos vectores -aunque entrelazados en más de una ocasión-: lo cotidiano, incluso costumbrista, si se quiere, por un lado y lo fantástico/sobrenatural, por otro. Encontramos así desde crisis matrimoniales, triángulos amorosos o bullying adolescente a casas encantadas, inquietantes desdoblamientos o metamorfosis liberadoras... Los cuentos que más me han gustado corresponden a un tono más fantástico, aunque hay alguno , como Los hermanos no se van, donde se retrata con escalofriante sutileza una situación familiar aparentemente idílica. También Pasión por el cine, pese a estar protagonizado por una improbable madurita vengadora, tiene un aire inequívocamente costumbrista: Y aunque tampoco parezca demasiado realista, no sé hasta qué punto podemos situar a Tan fea en el género fantástico... Sí que entrarían en esta categoría tanto Mis monstruos, ambientado en el lago Ness, nada menos, como Orion, protagonizada por un astronauta que les tiene reservada una sorpresita a sus compañeros de tripulación... Y, desde luego, Otro reino, relato más bien descriptivo, basado en una sugestiva foto de Cecilia de Val, de igual manera que hay otro, titulado Lluevo, a partir de un cuadro del surrealista Magritte.
Ya digo que éstos no son los únicos cuentos apreciables, aunque sí los que más me han gustado o interesado a mí. pero estoy seguro de que cualquiera que lea esta recopilación encontrará alguno que sea de su agrado, cuando menos, podrá leer un conjunto de ellos escritos con suma corrección, gusto y habilidad, por más que, lógicamente, unos hayan llegado a mejor puerto que otros.
martes, 28 de septiembre de 2021
Woody Allen: A propósito de nada. Autobiografía
Traducción: Eduardo Hojman
Año de publicación: 2020
Valoración: Chanchi
Algunas personas ven el vaso medio vacío, otras lo ven medio lleno. Yo siempre veía el ataúd medio lleno.
Estáis leyendo la autobiografía de un analfabeto misántropo que adoraba a los gángsters...
En tercer lugar es un texto desmitificador y, al mismo tiempo, alejado de cualquier presuntuoso ejercicio masturbatorio (otra vez "Annie Hall") y de la falsa modestia. Resulta sorprendente observar el "desapego" que Allen siente hacia el éxito o el fracaso, hacia su modo de hacer cine y hacia sus películas, hasta el punto de autodefinirse como "cineasta imperfecto", de no leer las críticas o de no volver a ver sus películas una vez finalizado todo el proceso, sin que esto sea obstáculo para declarar su amor incondicional por el séptimo arte.
La gracia de hacer una película es hacerla, el acto creativo. Los aplausos no significan nada (...) Basta de perder el tiempo con trivialidades
A mi me gusta rodar, irme a casa y ver un partido de baloncesto.
Podría seguir, pero creo que lo voy a resumir en que conjuga de forma magistral memoria personal con una cierta forma de memoria colectiva y con historia del cine, todo ello a un ritmo (de jazz, como no podía ser de otra manera) trepidante. Solo un pero, relacionado con la parte en la que se refiere a su relación con Mia Farrow y a las acusaciones (de las que jamás fue declarado culpable) de abusos sexuales: parece un poco "ajuste de cuentas" y, aunque no deja de ser algo importante en su biografía, creo que se equivoca al concederle tanto espacio. Pero, ¿quién soy yo para llevar al contraria a don Allen Stewart Koningsberg?
También de Woody Allen en ULAD: Cómo acabar de una vez por todas con la cultura
lunes, 27 de septiembre de 2021
Uxue Alberdi: Reverso
Idioma original: euskera
Título original: Kontrako eztarritik
Año de publicación: 2021
Traducción: Miren Iriarte
Valoración: Recomendable e interesante
De los creadores de a las mujeres no se les dan bien las ciencias y las mujeres no reúnen las condiciones para jugar a fútbol o la alta cocina es cosa de hombres (como Soberano), llega a nuestras pantallas: las mujeres no pueden ser bertsolaris.
Bertsolaris (*1) son improvisadores populares de versos en vasco que se dedican a componer, cantar y/o improvisar según unas reglas de rima y métrica concretas. El bertsolarismo es una tradición fuertemente arraigada en euskadi que se ejerce como un oficio más; cuenta con escuelas de formación, organismos culturales y profesionales, y una serie de certámenes que se siguen con interés a través de diversos medios de comunicación autonómicos. Existe hasta un documental Bertsolari (2011).
Pero aunque era necesario enmarcar el fenómeno, Reverso (Premio Euskadi de Ensayo 2020) no trata sobre el bertsolarismo, si no que explora desde el bertsolarismo aquellos mecanismos que limitan la voz pública de las mujeres en general y de las de ese colectivo en particular. ¿Otro ensayo feminista? ¡Oh, no!
Oh, sí. (*2)
Parece que nos pasa lo de la mujer del tiempo, es decir, el hombre bertsolari puede ser mayor, pero las mujeres, a día de hoy, parece ser que no envejecemos (...)
De pronto, el reverso toma la forma de un sujeto colectivo que agarra el micrófono y habla. Entonces, lo que antes nos parecía normal, pierde la "l" y desnuda una serie de asfixiantes normas.
domingo, 26 de septiembre de 2021
Jordi Benavente: Tots els focs totes les pistoles
Traducción: sin traducción al castellano en el momento de publicar esta reseña
Año de publicación: 2021
Valoración: entre recomendable y muy recomendable
sábado, 25 de septiembre de 2021
Chris Offutt: Kentucky seco
- Blue Lick y Cuarto menguante son, para mí, los mejores del libro -aunque tampoco es que haya grandes diferencias en cuanto a calidad entre todos-, con la característica común de que se trata de dos "historias dentro de la historia" -un racconto, en el primer caso-, en las que un narrador relata algo que ya ha pasado:en el primero, un niño explica las tronchantes, aunque tristes, circunstancias que han desestructurado aún más su ya de por sí heterodoxa familia y en el segundo el viejo -de hecho, difunto- Cody cuenta una historia de antes de la guerra de Secesión, cuando la naturaleza de los Apalaches era aún más salvaje y despiadada que en los tiempos actuales.
- Otro grupo de cuentos están protagonizados por individuos que, de una forma u otra, se resisten a comportarse como se espera de ellos o , al menos, como lo hacen los demás en su entorno, buscando y encontrando su propio camino: el chico que se propone sacarse el título de Bachillerato en el excelente Serrín, que abre el libro; el joven Everett, que se refugia en el juego de billar en Bola 9; William, que trata de sacar adelante a su familia cultivando maría en los terrenos de la compañía minera -Hierba de caballo-; Mercer, que se resiste a ser tan racista como sus paisanos, en La ascensión de la casa y Vaughn, un niño iniciado en los secretos del bosque por su peculiar abuelo, en Lo que se queda, quizáss el cuento con el tono más lírico del conjunto.
- Por último, un par de relatos que no se pueden considerar dentro de la anterior categoría: el costumbrista Ahumadero, alrededor de una partida de cartas en pleno invierno y La abuela Lith, casi una versión montañesa de un cuento de los hermanos Grimm -algo de eso tiene, y también de la Antigua Grecia-...
viernes, 24 de septiembre de 2021
Antonio Fernández Molina: Solo de trompeta
jueves, 23 de septiembre de 2021
Fernando Vallejo: Memorias de un hijueputa
Año de publicación: 2019
Valoración: cascarrabias
Fernando Vallejo cumple con el tópico: o se le ama o se le odia. Una virtud, desde luego, lo de no despertar indiferencia. Y sus obras siempre disponen de esa extraña cualidad en estos tiempos: primorosamente escritas y llenas de frases que son puñaladas. Ni un ápice de miedo a meterse con quien sea usando desde el más afilado eufemismo hasta el más directo insulto. Su coartada puede ser el registro autobiográfico, la pura creación o, como en este caso, una especie de jugueteo levemente paródico donde parecen convivir, de forma algo excesiva y desquiciada, pura mordacidad con una especie de autoparodia que combina elementos clásicos de la literatura del boom - esta es una novela, o un trasunto de novela de dictador con una muy actualizada puesta en escena. En Memorias de un hijueputa Vallejo demuestra ser un escritor de su tiempo y no hay pocas apelaciones al mundo digital.
Pero a Vallejo también se le puede volcar el tintero en la mesa o llenársele de bilis en exceso. Como si de un alter-ego se tratara, y convirtiéndose en una especie de Houellebecq centroamericano (o de Thomas Bernhard vivito y coleando con la libido desbocada) ese es el tono dominante en esta novela, que casi podría definirse como un monólogo con muy poco aderezo externo o hasta, parafraseemos, una especie de dictado, que para eso están los dictadores y así se enorgullecen (en la intimidad) de ser calificados. Poca puesta en escena es necesaria: le explica a Peñaranda, supuesto biógrafo en la sombra, sus caóticas decisiones una vez en el poder, consistentes básicamente en un ajuste de cuentas continuo y cruel. Ordena ejecuciones a mansalva, incluyendo las de todos los anteriores mandatarios de su país, Colombia, en una especie de sueño enajenado al que no le falta aderezo alguno. Incluso cierta curiosa promoción: la guisa que crea Vallejo no deja de aludir a otro texto del autor, La puta de Babilonia, que toma como punto de partida para diatribas sin respiro, con varios focos muy concretos: Colombia como país y los colombianos como colectivo; las religiones monoteístas, los Estados Unidos, España y en especial el rey emérito (el cazador de elefantes). Ni una de esas gallinas (o gallos) deja Vallejo sin desplumar a base de prosa juguetona y ácida, una especie de martillo percutor que apenas descansa sino para tomar fuerzas. Lo cual es a la vez lo peor y lo mejor de la novela. Una obra para incondicionales, pues a cualquier no iniciado en la obra del de Medellín estas ciento ochenta páginas podrán hacérsele cuesta arriba. Vallejo emplea párrafos como mero apuntalamiento de otros. Casi se diría que resulta algo grotesco en su necesidad de mostrar (con personaje interpuesto) su rabia, por momentos desesperanzada, y sus pullas pueden agotar, aunque el mensaje vaya calando en el lector, aunque sea por las malas artes usadas. Prosa precisa y descarnada, gota malaya que penetra y ya sabemos lo que pasa con la gota malaya. Quizás lejos de ser su mejor obra, pero plenamente coherente con una evolución, vuelvo a referirme a Houellebecq, en que edad y condición personal deben pesar lo suyo. Y estas memorias mentirosas no son siempre fácilmente digeribles. Pero si lo fueran, no hablaríamos de ese outsider a su pesar que es Vallejo.
miércoles, 22 de septiembre de 2021
Contrarreseña: José Donoso; El lugar sin límites
Año de publicación: 1966
Valoración: Imprescindible
No me cansaré de repetirlo: leer a los maestros es como
volver al paraíso perdido, se está tan a gusto que dan ganas de no marcharse
nunca. De esta gran personalidad de las letras hispanoamericanas, José Donoso (1924-1996), no hay nada que no se haya dicho
ya. De todas formas, y como me consta que nos lee gente muy joven, comentaré
que se trata de uno de los representantes del boom latinoamericano que crearía
escuela en los años 60-70, aunque él siguió publicando regularmente hasta su
fallecimiento, y aún después a título póstumo. Sus novelas más complicadas,
esas que aluden al mundo real mediante símbolos, es decir, no hay que leerlas
literalmente, como El obsceno pájaro de
la noche y Casa de campo –ambas,
difíciles donde las haya, doy fe–, a pesar de estar consideradas como grandes
obras maestras de la literatura en castellano y, la segunda, formar parte del
famoso canon de Harold Bloom, o lo que es igual, el súmmum del súmmum de la
literatura de Occidente, no están aún
reseñadas aquí. Pero todo se andará, jeje, ustedes no pierdan la esperanza.
Más allá de esto,
todo lo escrito por él es magnífico, pues a su gran talento unía una gran
meticulosidad (ocho años le costó escribir cada una de las dos novelas que cito
más arriba) y el hecho de haber estudiado a fondo a los grandes maestros y de saber
manejar los recursos literarios como pocos. He dicho magnífico, sí, pero tan
desazonante que siempre acaba tocando en los lectores algo muy profundo. Aun
así, tranquilos, en El lugar sin límites
al menos sabemos de qué se trata, en sus novelas complicadas, en cambio, se nos
amenaza e inquieta sin que logremos entender bien por qué.
Utilice una perspectiva realista como aquí o metafórica como
en muchas de sus novelas, Donoso pone el foco en una esquina de la sociedad, en
los parias –psíquicos, económicos, por sexo, orientación sexual, lo que sea– a
los que retrata ácida y sarcásticamente. Y siempre da en el clavo. Con una
prosa inusualmente certera representa la sordidez, desamparo, miseria y astucia
de los despojados de todo. Por eso tendré que analizar, más que el aspecto literario,
la situación real que se nos muestra. Porque el retrato geográfico, psicológico
y social es tan exacto en su esquematismo, las imágenes son tan poderosas, sus
poquísimos trazos son tan esenciales y están hechos con un pincel tan fino, el
de la prosa exacta, envolvente y arraigada al terruño, que el lector no está
leyendo sino sumergido en aquel ambiente y codeándose con los personajes. La
ventaja es que nosotros podemos salir de allí cuando queramos y ellos, los
auténticos, evidentemente no. Para muestra, aquí tienen parte del primer párrafo:
“La Manuela despegó con dificultad sus ojos lagañosos, se estiró apenas y volcándose hacia el lado opuesto de donde dormía la Japonesita, alargó la mano para tomar el reloj. Cinco para las diez. Misa de once. Las lagañas latigudas volvieron a sellar sus párpados en cuanto puso el reloj sobre el cajón junto a la cama. Por lo menos media hora antes que su hija le pidiera el desayuno.”
En muy pocas líneas se nos presenta al personaje principal,
Manuela, un travesti que no reconoce como hija a la mencionada por
circunstancias, bastante retorcidas, que entenderán cuando lean la novela. Tampoco
se acepta a él mismo, en parte por el rechazo que provoca, en parte por una
incoherencia que proviene de los estereotipos sociales más rancios y arraigados,
a la que se suma su extrema pobreza. Esto puede parecer irrelevante, pero
imaginen que la Manuela, en lugar de no tener donde caerse muerto, formase
parte de la sociedad más opulenta. ¿Creen que los que le rodean, incluso los
extraños, no le harían la rosca? Yo, desde luego, no lo dudo. Su gran drama es
que, por culpa de la miseria y la ignorancia, el primero que no se respeta es
él a sí mismo. Además, su pensamiento atropellado lo mezcla todo: el placer con
la economía de subsistencia que practica, la condescendencia abusadora del amo
con apoyo y complicidad, su propio deseo con supuesta atracción hacia él, la
marginación que sufre con una inexistente repulsa por parte de la Japonesita
que, en el fondo y si se dejara, estaría encantada de apoyarle. El resultado es
que todos los habitantes de la casa nadan en la precariedad, endiosando a quien
les explota y sin ninguna empatía entre ellos, menos aún cariño o unión de
fuerzas. Una pequeña comunidad integrada por islas flotantes, los personajes,
sufriendo a solas, ignorándose unos a otros, braceando para huir de ese océano
de angustias pero incapaces de hacer ni un movimiento correcto para salir a
flote, o al menos mejorar un poco.
Donoso se centra en la Manuela porque, como varón, comprende
mejor su situación y es capaz de empatizar con él. Pero no se le escapa ese
ambiente sórdido al que están condenadas las mujeres de ese lugar desde que
nacen. Ellas son, más que nadie, víctimas que ni siquiera tienen esperanzas o
sueños como el protagonista, sino que se hunden en una apatía resignada y
determinista en la que vegetan, cada una por su cuenta, sin que se les ocurra
compartir sus soledades.
Pero ahí mismo, en
ese primer párrafo, está (casi) todo. Aparece también el causante de la miseria
que asola el poblado, aunque ninguno de ellos sea consciente de ello. Veamos:
“Habían comenzado a molestar a la Japonesita cuando llegó don Alejo, como por milagro, como si lo hubieran invocado. Tan bueno él. Si hasta cara de Tatita Dios tenía, con sus ojos como de loza azulina y sus bigotes y cejas de nieve.”
“Tan bueno él” que hasta las mujeres del pueblo hicieron la
vista gorda cuando sus maridos visitaron el prostíbulo en bloque, ya que lo
hacían para homenajear al gran señor. Porque, efectivamente, ese es el negocio
que regentan padre e hija, sobre todo ella, porque la Manuela siempre ha sido
un socio sin demasiado compromiso y ahora, que la edad la ha hundido en su drama,
todavía más que al principio. En ese sitio, cuya suciedad es una de las
metáforas utilizadas para pintar su sordidez, se cocinó el triunfo del cacique;
la propaganda que hizo la casa –debido
a sus promesas de mejorar el pueblo, de que la carretera principal pasaría por
allí, de que traería la electricidad a las viviendas– convirtieron en diputado
a don Alejo, pero ahora, cuando todo ha quedado en nada, cuando se propone derribar
los edificios y convertir el suelo en tierra de labor, siguen adorándole. Sí, cuando
lo leemos resulta incomprensible, pero esto sucede tal como lo cuenta Donoso.
No puedo dejar de mencionar ese final paradigmático que
debería formar parte de una selección de desenlaces maravillosamente bien
planteados, tal como se hace a veces con los mejores comienzos de ficción. Hemos
visto a la Manuela salir con Pancho y su cuñado, les hemos seguido un rato, ¿y
luego? Lo que pasa después no lo vemos pero lo oímos, se nos transmite a través
de alusiones y de pensamientos de la Japonesita que, por cierto, se
equivoca de plano. Una forma ingeniosa de decir algo sin decirlo, por medio de
sugerencias. Porque no hace falta más, somos los lectores quienes debemos interpretar
las señales, mucho mejor esto que darnos todo hecho y digerido, como si se
dudase de nuestra capacidad para entender.
Otras obras de José Donoso: Coronación, El lugar sin límites (reseña original)
Obras sobre José Donoso: Correr el tupido velo
martes, 21 de septiembre de 2021
Sara Gallardo: Los galgos, los galgos
lunes, 20 de septiembre de 2021
Baudoin: Travesti, de Mircea Cărtărescu
Título original: Travesti
Traducción: Lorenzo F. Díaz
Año de publicación: 2007
Valoración: Muy recomendable
Si les ha parecido turbadora esa imagen la cubierta (feto gestado o deglutido por una enorme araña negra) no les cuento lo que viene después... pero sí, porque para eso estamos aquí, se supone. En esta novela gráfica el ilustrador Edmond Baudoin pone imágenes, y tal vez reinterpreta, la novela que en España se tituló Lulu (Travesti en el original) de Mircea Cărtărescu. Como ni he leído el original ni he querido ver comentarios sobre él hasta terminar el libro, me siento en libertad total para valorarlo sin prejuicios. Pero lo que está claro es que no ha de ser una lectura amable, ni siquiera pacífica.
Victor es un adolescente diríamos rarito: le gusta leer (tiene unos poemas de Rilke, y por ahí asoman Kafka y Cioran, así que ya ven que amenaza tormenta), está convencido, como otros tantos a su edad, de que en un cierto plazo escribirá el libro definitivo, alcanzando quizá profundidades desconocidas de la mente humana, y naturalmente huye de la ordinariez de sus compañeros, rechaza su diversión vacía, rehúye (hasta cierto punto, y hasta un punto quizás poco sano) el flirteo con las chicas, intenta disfrutar el silencio y la soledad… todo ello en un campamento de verano donde, claro está, todas esas vulgaridades alcanzan proporciones colosales. El chico se aferra a sus obsesiones y alimenta un mundo propio en el que se funden con recuerdos y pesadillas que no acierta a definir como reales o soñadas. Acecha la locura, y la perspectiva de escribir no está claro si es liberadora o da nueva energía a los monstruos.
Menudo panorama. Pero esto no ha hecho más que empezar, porque nuestro amigo Baudoin parece haber entendido muy bien el horror que se cuece en el cerebro de Victor, y lo interpreta con fidelidad escalofriante. Nada mejor que un dibujo expresionista brutal, en riguroso blanco y negro, para ilustrar las amenazas, la oscuridad, el frío de la soledad llenando imágenes pobladas de insectos, de sombras, figuras grotescas (se diría que traídas de la serie negra de Goya), muñecas inquietantes, cráneos y espectros, una hermosa estatua que parece contener un soplo de vida de algún tipo. He leído que este dibujante emplea con frecuencia el pincel, y se aproxima entonces a la pintura más que al cómic para presentar con más crudeza la devastación que vive el protagonista. Pero es también capaz de reflejar la serenidad en dibujos de línea fina, muy básicos, sobre un blanco virginal, algo que deja caer en muy contadas ocasiones como para mostrar el contraste con un mundo posible, si no luminoso, sí al menos claro y estático.Ese entorno furioso (quizá simplemente la duda y los temores de la adolescencia multiplicados por una sensibilidad extrema) termina de implosionar con la aparición de Lulu, un muchacho vital y excesivo con quien Victor entra en contacto en la fiesta final del campamento. Es una experiencia muy breve, puede que ni siquiera realmente sexual, pero que se incrusta como una lanza en la mente del protagonista. O cataliza ese torrente de miedo y demencia que el muchacho siente sobre sí. Porque ahí se mezclan muchas cosas, y todas ellas perturbadoras, tanto para el chico como para el lector: el sexo, claro, pero también algo parecido a un desdoblamiento de personalidad en el que confluyen el propio Victor (o un Victor doble, adolescente y adulto) y la imagen de una niña no identificada (o sí). Lulu, que seguramente no es sino otro simple adolescente más o menos descerebrado, enciende la mecha con aquel incidente, encarna de alguna manera los horrores que Victor siente sobre sí, y despierta recuerdos quizá enterrados en el subconsciente.Muchas interpretaciones posibles, todas ellas desasosegantes, que se nos enredan como los hilos de la araña que preside el panorama. Como también podemos poner el foco en los sueños del artista adolescente que se siente distinto a los demás, creador, capaz de hundirse en mundos que los demás ni siquiera imaginan y que, pasados los años, comprueba con la desolación prevista cómo sus compañeros se sumergen en la vida burguesa, abandonando las utopías que quizá soñaron, sumándose al carril de la sociedad del que Victor siempre sintió la necesidad de escapar.
En esa desesperación, además de machacar al lector con las terribles imágenes a las que me refería antes, no sé hasta qué punto Baudoin entra y sale del texto original del Cărtărescu, quizá fundiendo las experiencias de Victor con las suyas propias. Es, como se puede deducir, un relato duro, sin concesiones y sin tregua, en el que no estoy seguro de si esas imágenes refuerzan la crudeza de la historia o si, por macabras que sean, terminan por distraer del argumento y por tanto, paradójicamente, diluirlo. Para tenerlo claro tendría que leerme el Lulu del autor rumano, que veo que tantas alabanzas suscita, pero la huella que ha dejado este Travesti me parece suficientemente profunda como para hurgar todavía un poco más. Por ahora.
domingo, 19 de septiembre de 2021
Ali Smith: Verano
Idioma original: inglés
Título original: Summer
Traducción: Dolors Udina (trad. al catalán) y Magdalena Palmer (trad. al castellano)
Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable
sábado, 18 de septiembre de 2021
Àngel Guimerà: Terra baixa
Traducción: (*)
Año de publicación: 1896
Valoración: Imprescindible
- Subordinación de toda una comunidad a la voluntad de un solo individuo que ostenta un poder de fundamento básicamente feudal y hereditario. La autoridad del amo Sebastià no se pone en duda bajo ningún concepto a pesar de que cometa actos deleznables.
- Pedofilia. Sebastià aprovecha la situación de vulnerabilidad extrema de una niña de catorce años (Marta) para convertirla en su amante sin el menor escrúpulo.
- Violencia de género. No solo porque la Marta adulta vive sometida, física y emocionalmente, a la voluntad de Sebastià, sino porque la gente del pueblo no la considera una víctima sino una «perdida» que no merece la misma consideración que el resto.
- Alienación social. Una comunidad pequeña y hermética en la que se aceptan una serie de actitudes arraigadas a pesar de que son moral y humanamente reprobables e injustas. Tiene que venir alguien de fuera, en este caso Manelic, para poner en crisis todo su sistema de valores.
viernes, 17 de septiembre de 2021
Koushun Takami: Battle Royale
Como sin duda saben nuestros más acérrimos seguidores (y, si no, yo os lo cuento), la última reseña firmada por este vuestro seguro servidor, la de ¡Abajo el colejio!, estaba dedicado a los desventurados alumnos que comienzan en estas fechas el curso escolar. Ahora bien, he de reconocer que, nada más escribirla, sentí un puntito de remordimiento y la sensación de haber sido injusto con esos otros héroes y heroínas del sistema educativo: los y las sufridas docentes, que cada año deben aguantar a niños y/o adolescentes en cantidades ingentes (a quienes, me atrevo a aventurar, ni siquiera soportan, de uno en uno, en sus propias casas). Con la misión casi imposible, además de evitar que se demanden en exceso, de desasnar un poco a esas pequeñas y no tan pequeñas bestias. Casi nada...
Así pues, pensé yo, como desagravio, ¿qué es lo que más desearía cualquier miembro o miembra del cuerpo docente, e incluso, me atrevo a decir, del personal subalterno de los centros educativos, sobre todo si son de Secundaria? ¿Más días de vacaciones (aún)? ¿Un aumento de sueldo? ¿Que la máquina de café de la sala de profesores sirva carajillos sin fin, y gratis? No, amigos y amigas de ULAD: el sueño húmedo y oscuro de todo profesor o profesora, podéis creerme, sería encerrar a sus alumnos en algún lugar sin posibilidad de escapatoria... una isla, por ejemplo, y obligarles a exterminarse entre sí, a matarse unos a otros hasta que no quedase ninguno en pie. Bueno, o uno solo, por mantener cierta motivación... Pues eso mismo es lo que hizo en 1999 el japonés Koushun Takami... en la ficción, claro está: secuestrar a los 42 chicos y chicas de la clase de 3º del instituto Shiroiwa -15 añitos-, proporcionarles un armamento variopinto y meterlos en una "Battle Royale", es decir, una competición de todos contra todos. El libro, huelga decirlo, fue un exitazo inmediato en Japón y dio lugar, al año siguiente, a una no menos célebre película y después, a una serie de manga, por no hablar de los remedos (cuando no plagios) que les han salido, como los no menos exitosos libros y pelis de Los juegos del hambre.
De todos modos, hay que señalar que entre la novela y la peli de Battle Royale hay algunas diferencias; en ésta última (de no poca influencia en Kill Bill de Tarantino, por cierto), el instructor que explica el juego a los chavales es un profesor suyo, interpretado por el gran Takeshi Kitano, harto de su deplorable comportamiento, que les ha llevado a ser elegidos para la "batalla". En la novela, en cambio, la clase de 3º de Shiroiwa es elegida por sorteo como parte de un programa de instrucción militar de la República del Gran Oriente Asiático, donde se desarrolla la acción, gobernada por un distópico régimen totalitario (*).Esto le da a la trama de la novela una dimensión política más acentuada que en la peli, que se centra más en la representación de la violencia. Ahora bien, la dimensión política de esta historia no de limita a la denuncia de un hipotético, aunque plausible régimen totalitario (*), también se puede leer como una parábola bastante evidente de las opciones que tienen los jóvenes (y, en realidad, todos nosotros) para enfrentarse a los problemas que les esperan en el futuro, ya sean laborales, de convivencia, defensa de sus derechos, etc.: o tratar de resolverlos cada cual por su cuenta y manera, de forma individualista, o unirse para afrontarlos en común, apoyándose unos en otros, aunque para ellos haya que renunciar a parte el libre albedrío propio...
Otra cosa que diferencia al libro es que en éste se hace más hincapié en la personalidad, circunstancias y pasado de cda estudiante. Sobre todo, del trío compuesto por Shogo, Shuya y Noriko, protagonistas , en gran medida, de la novela, aunque el autor le dedica cierta atención a todas y todo los estudiantes, incluso a aquéllos que van a morir unas páginas más adelante, conformando todo un catálogo de tipos -y tópicos- del universo teen: los admirados deportistas, los malotes -incluso algún que otro psicópata-, las chicas enamoradizas, el payaso de la clase, etc. Unos y otras van cayendo como moscas a lo largo de la novela. Y éste supone es el aspecto más perturbador del libro, pues despierta nuestro vouyerismo más sádico: por más que empaticemos con estos pobres chicos y chicas obligados a asesinarse entre sí, resulta fascinante y hasta adictivo asistir a la matanza; cuando aparece un nuevo personaje, el lector no puede dejar de pensar en cómo morirá y a manos de quién... con gran disfrute, siento decirlo.
De ahí, sin duda, el escándalo que acompañó a la publicación de esta novela, aunque también su éxito y que en poco tiempo se convirtiera en casi (o sin casi) un libro de culto. En todo caso, me juego lo que sea a que entre el profesorado de todo el mundo sí que lo es...
(*) He puesto "totalitario" porque sé que hay lectores del blog muy sensibles con otros términos, pero en el libro se dice claramente "fascista".
jueves, 16 de septiembre de 2021
Yael Tamir: El porqué del nacionalismo
- Hay que aprovechar las virtudes del marxismo (la noción de conciencia de clase), el liberalismo o ciertos movimientos sociales, pero criticar al mismo tiempo sus contradicciones y excesos.
- Hay que reconocer que la formación de los Estados nación promovió conquistas democráticas importantísimas.
- Hay que reivindicar la figura del Estado nación (cuya importancia es capital en unos tiempos amenazados por el hiperglobalismo, las crisis migratorias o el cambio climático) en la actualidad, en tanto que mayor fuente de servicios duraderos e intergeneracionales.
- Hay que garantizar (e incluso revalorizar) el Estado del bienestar y todo lo público.
- Hay que trabajar para que el Estado se convierta en patria, un lugar al que nos vinculamos no en virtud de motivos instrumentales, sino debido al afecto y la fortuna, donde los individuos se sienten involucrados en una entidad continua que aviva sus dependencias y responsabilidades mutuas.
- Hay que celebrar el nacionalismo, cuyas virtudes participativas e igualitarias son deseables, en tanto que fuerza con capacidad aglutinante y emancipadora.
- Hay que abordar con diplomacia varias problemáticas contemporáneas: las consecuencias del neoliberalismo salvaje, el «largo periplo global» de las élites, la indignación de las masas provocada por su desamparo y la creciente desigualdad, las ínfulas separatistas de ciertas regiones...
- Hay que primar la igualdad, incluso cuando ésta pueda socavar en parte lo que algunos entienden por libertad. En ese sentido, hay que restar justicia a actitudes como la defensa del librecambismo o la libertad de tránsito, para sumársela a metas como la lucha contra la pobreza y la superación de las brechas sociales y económicas.