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martes, 21 de septiembre de 2021

Sara Gallardo: Los galgos, los galgos

Idioma original: Español 
Año de publicación: 1968
Valoración: Imprescindible (o casi)

Que Sara Gallardo se ha convertido en estos últimos tiempos en una de mis autoras de cabecera lo demuestra el hecho de haber leído en apenas año y medio cuatro de sus cinco novelas.  El deslumbramiento inicial llegó con "Eisejuaz", la confirmación vino de la mano de "Enero" y, pese a que la no reseñada en ULAD "Pantalones azules" resultó algo decepcionante (es una buena novela, pero no llega al nivel de las dos citadas), la lectura de "Los galgos, los galgos" ha supuesto la confirmación de la altísima calidad de la obra de Gallardo, a quien ha de situarse entre los nombres más destacados de las letras hispanoamericanas de la segunda mitad del siglo XX. 

Pasado este primer párrafo escrito en modo "fanboy loco", me centro en la novela. Publicada originalmente en 1968, y recuperada hace escasas semanas por la madrileña Malas Tierras, "Los galgos, los galgos" supone una cierta ruptura con la obra anterior de Gallardo y muestra su habilidad para manejarse en diferentes registros. Así, y más allá de sus casi 500 páginas (por las apenas 100-150 de "Enero" o "Pantalones azules"), se trata de una novela más ambiciosa en lo formal, más "total" que estas, con lo que prefigura en cierto modo lo que tres años después vendrá  en"Eisejuaz".

Más allá de esa evolución en lo formal, la poética de Enero permanece intacta. El manejo de las imágenes y de las metáforas, de una belleza terrible, evocadora, oscura y melancólica al mismo tiempo, y los diálogos, afilados e incisivos, hacen de Los galgos, los galgos una novela dotada de una potencia y una fuerza similar a las ya citadas.

Con voces quebradas, las colas pendiendo como tripas, se tambalean perdidos en abismos de desamparo apenas se apartan un paso de las madres.

Ahora, ¿de qué carajo trata Los galgos, los galgos? En modo ultrarresumido, no sería otra cosa que la dolorosa evocación de la vida de Julián y de su relación con Lisa. ¿Fácil, verdad? ¡Y una mierda! Porque la novela tiene, además de la "historia de amor", varias posibles lecturas interrelacionadas entre sí. 

A la más obvia, al menos inicialmente, novela de iniciación o de formación (Julián recibe en herencia un terreno y trata de iniciar junto a Lisa una nueva vida alejada de la ciudad y de sus orígenes) se superponen la novela existencialista y la crítica social. La primera de ellas nace del desarraigo y extrañamiento de Julián, abogado clase media alta, contemplativo, ser indolente tironeado por fuerzas visibles e invisibles sin que quiera, pueda o sepa oponer resistencia alguna. Vamos, una especie de Horacio Oliveira con un punto menos de cinismo (y ojo que esta no es la única reminiscencia de Rayuela, sin Morelli y sin las 500000 referencias, por suerte). La segunda, por su parte, surge del demoledor retrato de una clase social en decadencia, de una clase que ha hecho de la impostura, la farsa, la imitación y el apego a las "tradiciones" su modus vivendi. 

Todo lo anterior, ya digo, siempre con un halo melancólico de pasado añorado, de derrota que se presagia desde los primeros instantes, de ilusiones truncadas, de expectativas incumplidas... favorecido por la elección de un narrador en primera persona que habla desde la distancia temporal y "espiritual".  En fin, un LIBRAZO (así, con mayúsculas) del que no quiero ni puedo desvelar más. Sería destripar demasiado. Mejor acercarse, levantar la primera tranquera, levantar la segunda y entrar en Las Zanjas con Corsario y con Chispa, corretear por ahí o sentarse a mirar...

También de Sara Gallardo en ULAD: Eisejuaz y Enero

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