Idioma original: castellano
Fecha de publicación: 2016
Valoración: se deja leer
Lorenzo Falcó es el mercenario ficticio que Arturo Pérez-Reverte ha concebido para dar pie a un ciclo que constará, por lo pronto, de este primer volumen y de otro más, que llevará por título Eva. La Guerra civil no es un ambiente ajeno a los escritos del autor cartaginés: antecedentes suyos que trataron el tema serían las colaboraciones en El Semanal de ABC o el tomo La Guerra civil contada a los jóvenes. La imprecisa postura que mantiene sobre esta cuestión continúa enfrentando a sus seguidores y detractores en una polémica que se anuncia duradera.
El libro presenta un tiempo —aquellas décadas del siglo XX que explotaron a España como laboratorio político— y un país —espías a pie de pista, bien o mal pagados; más libertinaje militar del que se piensa; una nación dividida en bandos, suscritos a su vez a lealtades que actúan como infamantes parteaguas. En medio, una galería de caracteres distintivos de su creador que se relacionan de diversas maneras (escabrosos erotismos incluidos) con el agente secreto Falcó, encargado del motín que pretende liberar a Primo de Rivera de la prisión de Alicante. Su jefe es un almirante gallego ocupado con frecuencia en sacarle las castañas del fuego. Los secuaces, Eva Rengel, intachable mujer fatal; Juan Portela y los hermanos Cari y Ginés Montero, falangistas disconformes con las órdenes del protagonista; y algún secundario ocurrente, como el sicario Araña o el confiado Estévez.
Tal vez la obra ejerza como punto de partida de las siguientes entregas. Para calificarla de sospechosa basta saber que la constante puesta en escena de personajes y lugares comunes cede poco paso a la acción, así como que Reverte (tan contrario a Faulkner o Bolaño) nunca da cabida al pretexto estilístico. El tan provechoso paso del río Pisuerga por Valladolid permitiría debatir ad infinitum si la serie que comienza con Falcó no será, en realidad, una treta por parte de narrador o editorial con el fin de sacar una rentabilidad parecida a la que proporcionaron Las aventuras del capitán Alatriste, cuyo estreno, por cierto, tenía mucho más contenido. No sé si a medida que se conozcan las andanzas de este espía el interés individual de su primer tomo disminuirá. El aleatorio público me dispensará que sea poco adepto a los (casi siempre) excusables alargamientos y, por ende, persona desautorizada a la hora de juzgar este aspecto, típico de sagas como la que comienza con esta novela.
Fecha de publicación: 2016
Valoración: se deja leer
Lorenzo Falcó es el mercenario ficticio que Arturo Pérez-Reverte ha concebido para dar pie a un ciclo que constará, por lo pronto, de este primer volumen y de otro más, que llevará por título Eva. La Guerra civil no es un ambiente ajeno a los escritos del autor cartaginés: antecedentes suyos que trataron el tema serían las colaboraciones en El Semanal de ABC o el tomo La Guerra civil contada a los jóvenes. La imprecisa postura que mantiene sobre esta cuestión continúa enfrentando a sus seguidores y detractores en una polémica que se anuncia duradera.
El libro presenta un tiempo —aquellas décadas del siglo XX que explotaron a España como laboratorio político— y un país —espías a pie de pista, bien o mal pagados; más libertinaje militar del que se piensa; una nación dividida en bandos, suscritos a su vez a lealtades que actúan como infamantes parteaguas. En medio, una galería de caracteres distintivos de su creador que se relacionan de diversas maneras (escabrosos erotismos incluidos) con el agente secreto Falcó, encargado del motín que pretende liberar a Primo de Rivera de la prisión de Alicante. Su jefe es un almirante gallego ocupado con frecuencia en sacarle las castañas del fuego. Los secuaces, Eva Rengel, intachable mujer fatal; Juan Portela y los hermanos Cari y Ginés Montero, falangistas disconformes con las órdenes del protagonista; y algún secundario ocurrente, como el sicario Araña o el confiado Estévez.
Tal vez la obra ejerza como punto de partida de las siguientes entregas. Para calificarla de sospechosa basta saber que la constante puesta en escena de personajes y lugares comunes cede poco paso a la acción, así como que Reverte (tan contrario a Faulkner o Bolaño) nunca da cabida al pretexto estilístico. El tan provechoso paso del río Pisuerga por Valladolid permitiría debatir ad infinitum si la serie que comienza con Falcó no será, en realidad, una treta por parte de narrador o editorial con el fin de sacar una rentabilidad parecida a la que proporcionaron Las aventuras del capitán Alatriste, cuyo estreno, por cierto, tenía mucho más contenido. No sé si a medida que se conozcan las andanzas de este espía el interés individual de su primer tomo disminuirá. El aleatorio público me dispensará que sea poco adepto a los (casi siempre) excusables alargamientos y, por ende, persona desautorizada a la hora de juzgar este aspecto, típico de sagas como la que comienza con esta novela.
Firmado: César Muñoz
Otros libros de Arturo Pérez-Reverte en ULAD: Cabo Trafalgar, La sombra del águila, El maestro de esgrima, La reina del sur, Hombres buenos
Éste no lo ha plagiado? Seria interesante saberlo. Plagiar e insultar es su profesión. Felicidades por la reseña. Tiene mérito leer a semejante miserable.
ResponderEliminarNo soy nada devoto de Pérez-Reverte, sólo he leído un libro suyo, y ya; y tampoco me mola su pose. Pero hombre, tus comentarios me parecen excesivamente gruesos, la verdad.
ResponderEliminarBuena reseña, por otra parte.
Leí "El club Dumas" y me pareció una buena novela. Sé que algunos de sus libros han sido muy criticados pero no entiendo lo de miserable....
ResponderEliminarAlguien que insulta a los demás por el simple hecho de no pensar como él es un miserable.
ResponderEliminarTal vez sea más pertinente la palabra intolerante....
EliminarA mi no me gusta Perez Reverte. Solo he leido El Club Dumas y serà muy difícil que vuelva a intentarlo. Sencillamente creo que pierdo el tiempo. Pero yo jamás insultaría, aunque según he escuchado, él acusa cierta tendencia al insulto.
ResponderEliminarA ver si el anónimo va a ser el propio Pérez-Reverte insultándose a sí mismo para montar pollo...; )
ResponderEliminarSi es así, que quede consigo mismo en la puerta de la RAEL para pegarse..(uy, perdón por spoilear El Club de la Lucha...)
Es un escritor mediocre y un insultador profesional.
ResponderEliminarNinguna de las dos cosas son casuales. Son dos profesiones escogidas por él a conciencia, sabiendo que ambas generan unos beneficios sensacionales.
Me refiero a que ambas cosas se pueden y, seguramente, se deben criticar. Pero no como una torpeza o una carcaterística personal suya. Es un oficio. O dos. Muy lucrativos.
Si elegir oficios sólo por este motivo es censurable o no, es una cuestión que cada uno decidirá.
Por ser la voz discordante, digo que a mí me parece que sí escribe bien, domina el lenguaje y formalmente le considero un buen escritor. No es de mis favoritos, he leído varias de sus novelas y muchos de sus artículos (algunos infames, otros deñiciosos)
ResponderEliminarSí es verdad que el personaje público se ha comido al autor, pero también es cierto que tiene muchos seguidores.
A veces odioso, a veces ocurrente,
y siempre encantado de conocerse a sí mismo.
Pero qué sé yo..igual soy tonta por encima de mis posibilidades.Saludos
Vaya polémica que se armó!
ResponderEliminarPor algún motivo desconocido, decidí no leer a Pérez-Reverte. Conozco los títulos de algunas de sus obras, a su personaje más célebre y poco más. Incluso he recibido de regalo un libro suyo, del cual no recuerdo su nombre, que junta polvo en mi biblioteca.
Por qué ese desinterés? Francamente no lo sé. Es bastante famoso en Argentina, donde es venerado por algún integrante de la Academia Argentina de letras. Sin embargo, intuyo que esta lejanía perdurará.
Disfruté mucho del intercambio de ideas!
No he leído el libro ni tengo intención de hacerlo, no por la reseña, que intuyo acertada, sino porque es un autor que a día de hoy no me interesa como novelista. He leído varias de sus novelas y coincidiendo con Lupita, he de decir que en mi opinión escribe bien, de manera amena y sencilla, lo que le hace llegar a un numeroso público. De las que he leído, “El pintor de batallas” es para mí su mejor novela con diferencia. Como personaje, pues es un tipo que no se calla, que dice las cosas claras, como las piensa, y es precisamente su lado que más me interesa porque pienso que tiene una visión muy realista del mundo en que vivimos y el que nos espera; quizá, estoy seguro, que en ese carácter ha influido su dilatada carrera de corresponsal de guerra. Por otro lado, no seré yo quien le defienda de insultos, porque es a lo que se expone con su modo de expresar opiniones y con lo que seguro que cuenta. ToniLV
ResponderEliminarEs que su modo de expresar opiniones, como usted le llama, es a lo que llamo insultar. La mayoría de las veces.Y más, cuando aborda cualquier tema relacionado con la mujer. Con ese manto antiprogre tan guay que se pone por encima. Y creo que se equivoca. Que le parezca mal la hipocresía o el absurdo exagerado de ciertas posiciones, y con razón, no tiene por qué ser contrarrestado con opiniones casi fascistas y ofensivas para otros colectivos.
ResponderEliminarSi una persona suelta una chorrada, no es necesario insultarle o humillarle. Con señalar la majadería sería suficiente. No hay dos bandos en esto, como en casi nada.
Al igual que estar en contra de Trump no es estar a favor de Korea del Norte. Estar en contra de Rajoy no es ser de la CUP o de Bildu. Hay muchos asientos en medio.
Al Anónimo de las 12:02, 13:49, 17:30 y 17:56 (creo que es el mismo):
ResponderEliminarEste artículo sobre Umbral afirma que "en España ser odiado interesa" y que esta máxima la explotarían en la actualidad columnistas como Reverte. Es cierto que le han salpicado polémicas como el plagio o los desplantes de sus opiniones semanales. No soy quien para juzgar a la persona propiamente dicha, a la que desconozco. En España hay libertad de expresión, aunque el uso que de ella hace P-R pueda no ser el más ¿prudente?, tanto por las formas como por el contexto social en que lo ejerce.
Con la respuesta anterior contesto también a Gabriel Diz y a Jose Angel Suarez. Agrego además: a Gabriel, que El club Dumas es más estimable que la obra reciente de P-R; y a Jose Angel, que sobran autores que merecen una oportunidad antes que uno que sabes que te desagradará.
A Lupita:
Entre los escritores españoles recientes, P-R podría considerarse correcto. No es Auster, por supuesto, pero Territorio comancha o Alatriste, cada uno en sus circunstancias, no desmerecen.
A El Puma:
Es difícil no conocer a un autor cuya presencia en medios de comunicación y redes sociales es constante. El académico argentino de quien hablas podría ser Jorge Fernández Díaz.
Al Anónimo de las 13:15:
Razonable tu comentario sobre el personaje público. P-R considera a El pintor de batallas su testamento periodístico. Prefiero la frescura de Territorio comancha: la espontaneidad florece en las obras iniciáticas por la profusión de datos que se quiere volcar en ellas.
Agradezco a los moderadores Carlos Andia y Juan G. B. su ánimo y su intención de quitar hierro a ciertas cuestiones que, al final, terminan entrando en cuestiones ajenas al aspecto literario.
Como excepción, un juicio personal. Entre los que se escriben en castellano, este blog es de los más curiosos de crítica/reseña de libros. Pensé que un superventas de esta índole (con todo lo que la afirmación implica) merecía figurar aquí, aunque no fuese como Imprescindible. Creo sentirme más cercano, p. ej., a Gaddis o a Delibes, cuyas obras no se sometieron a un mercadeo como el que estruja a muchos escritores de hoy.
Creo que a Arturo P-R lo amas o lo odias. En mi caso sería lo primero, aunque es verdad que hay obras suyas que me han resultado bastante aburridas ("Un día de cólera", por ejemplo, no lo pude termninar). Pero para mí queda compensado con obras como "La Reina del Sur", "El Asedio" o "La Legión del Águila". De este último puedo decir que logró arrancarme carcajadas durante toda la lectura. Con sus ideas políticas y sus críticas a la sociedad se puede estar o no de acuerdo, pero para mí siempre resulta entretenida su lectura, a mí sí me gusta él como autor y como "personaje". En fin, que para gustos los colores.
ResponderEliminar