Título original: Wittgensteiens Neffe
Traducción: Miguel Sáenz
Año de publicación: 1982
Valoración: está bien
Confieso cierto reparo en reseñar una obra de Thomas Bernhard, por la grandeza del autor, y por la insignificancia de quién reseña este libro. Y a pesar de haber disfrutado con «Sí» (motivo por el cual me animé a seguir indagando en la obra del autor), debo reconocer que este libro me ha dejado algo tibio, por diferentes motivos. Vamos allá.
El libro, de carácter autobiográfico, parte de un episodio de la vida del autor, en el que estuvo internado en el hospital para tratarse de la tuberculosis. En su estancia, coincide con Paul Wittgenstein (a quien hace referencia el título y sobrino del filósofo Ludwig Wittgenstein, por quién Bernhard sintió una profunda admiración), quien se halla internado en el ala de enfermos mentales. Los momentos compartidos entre Bernhard y Paul en el hospital, aunque ubicados en diferentes alas del recinto, son el origen y la semilla de este ensayo, en el que el autor utiliza como vehículo esta particular coincidencia hospitalaria para hablar sobre los temas que giraban en torno su vida.
De esta manera, Bernhard se nutre de las reflexiones originadas durante su estancia hospitalaria para trazar una serie de reflexiones acerca de la vida y la amistad. Así, a modo de ejemplo, el autor realiza un análisis acerca del funcionamiento de los hospitales, pero poniendo el foco en los pacientes internados en él y, en especial, en aquellos que son tratados por enfermedades mentales. Aquí el autor es hábil, y puede que esta parte sea una de las mejores del libro, pues nos habla de la fina línea entre enfermedad mental y genialidad; habla sobre aquellos que son considerados como locos y sus causas para, utilizando como ejemplo a su amigo Paul, analizar el caso de aquellos que se les supone una locura por motivos de un exceso de reflexión sobre el mundo, entendiendo su enfermedad como al exceso de riqueza mental que tienen los filósofos, provocando que estallen su cerebros, pues son incapaces de contener y albergar tantas ideas y reflexiones; el autor lo expone en el siguiente párrafo:
"A uno, Ludwig, lo hizo famoso su filosofía, al otro, Paul, su locura. Uno, Ludwig, fue quizá más filósofo, el otro, Paul, quizá más loco, pero posiblemente creemos que el primero, el Wittgenstein filosófico, es el filósofo, solo porque llevó al papel su filosofía y no su locura, y que el otro, Paul, era un loco porque reprimió su filosofía y no la publicó y solo exhibió su locura. (...) Uno dio publicidad a su cerebro y el otro no. Podría decirse incluso que uno publicó su cerebro y el otro practicó su cerebro."
Más allá de los aspectos relacionados con el hospital, el centro de la obra es la relación del autor con Paul, con el que compartió su pasión por la ópera y la música clásica; el análisis de la relación permite que el autor exponga, a través de sus conversaciones y sus habituales monólogos internos, sus reflexiones sobre diversos aspectos de su día a día. Así, y siempre crítico a la condición humana, Bernhard nos habla también de la capacidad y necesidad de ver más allá de lo que nos conviene, pues a menudo solo vemos aquello que se adapta a nuestras propias ideas u opiniones, estableciendo un marco donde todo encaja sin necesidad de analizarlo, evitando así cuestionar nuestras propias creencias, y asumiendo como única realidad posible la contenida en nuestro marco mental. Asimismo, estableciendo su amistad con Paul como sustento narrativo, el autor analiza y disecciona el concepto de amistad, no únicamente de la suya propia sino del concepto de amistad que la sociedad entiende. Así, con la crítica a la que nos tiene acostumbrados, denuncia las falsas amistades y la supuesta solidaridad de algunos, que la utilizan como vehículo para la satisfacción y contentamiento de uno mismo. Para Bernhard, la amistad es algo muy exclusivo, y difícil de encontrar y mantener:
"Y hoy pienso que las personas que han significado realmente algo en nuestra vida podemos contarlas con los dedos de una mano, y muy a menudo esa mano se rebela contra la perversión que consiste en creer que tenemos que recurrir a toda una mano para contar a esas personas, cuando, si somos sinceros, podríamos arreglárnoslas sin un solo dedo."
Es innegable que Bernhard escribe bien, realmente bien, pero debo admitir que, a pesar de ciertos momentos donde sí he disfrutado del libro por sus reflexiones e incluso por sus críticas ácidas a ciertos aspectos de la sociedad, me da la sensación que el autor abusa en exceso de saberse hábil en el manejo de las palabras y acaba componiendo un relato con exceso de detalle que dudo que entusiasme a los lectores a menos que: 1) sean filósofos (o que sientan un profundo interés por la filosofía), 2) sean amantes de la música clásica, 3) se sientan atraídos especialmente por la opera. Y me da también la sensación que Bernhard escribió este libro como reconocimiento a la influencia positiva que tuvo Paul en él, y de alguna forma el texto que nos ocupa le sirvió al autor para disculparse por haberse distanciado de su amigo en sus días finales y no haber estado la altura de la amistad que mantuvieron ni a la admiración que por él profesaba.
Aun así, el libro tiene sus momentos interesantes por sus críticas afiladas y su evidente sarcasmo, pero también porque la novela es un canto a la amistad verdadera, a aquella que se establece a pesar de la disconformidad en varios aspectos y contiene reflexiones interesantes (compartidas o no) sobre aspectos cotidianos, ya sea la propia amistad o el mundo literario; también es una advertencia a aquellos que abandonan la amistad a la fragilidad de su salud, pues como el propio cuerpo humano, merece todos los cuidados necesarios para que no se desvanezca sin haberla disfrutado a fondo.
También de Bernhard en ULAD: El origen, El sótano, Sí, Corrección
El libro, de carácter autobiográfico, parte de un episodio de la vida del autor, en el que estuvo internado en el hospital para tratarse de la tuberculosis. En su estancia, coincide con Paul Wittgenstein (a quien hace referencia el título y sobrino del filósofo Ludwig Wittgenstein, por quién Bernhard sintió una profunda admiración), quien se halla internado en el ala de enfermos mentales. Los momentos compartidos entre Bernhard y Paul en el hospital, aunque ubicados en diferentes alas del recinto, son el origen y la semilla de este ensayo, en el que el autor utiliza como vehículo esta particular coincidencia hospitalaria para hablar sobre los temas que giraban en torno su vida.
De esta manera, Bernhard se nutre de las reflexiones originadas durante su estancia hospitalaria para trazar una serie de reflexiones acerca de la vida y la amistad. Así, a modo de ejemplo, el autor realiza un análisis acerca del funcionamiento de los hospitales, pero poniendo el foco en los pacientes internados en él y, en especial, en aquellos que son tratados por enfermedades mentales. Aquí el autor es hábil, y puede que esta parte sea una de las mejores del libro, pues nos habla de la fina línea entre enfermedad mental y genialidad; habla sobre aquellos que son considerados como locos y sus causas para, utilizando como ejemplo a su amigo Paul, analizar el caso de aquellos que se les supone una locura por motivos de un exceso de reflexión sobre el mundo, entendiendo su enfermedad como al exceso de riqueza mental que tienen los filósofos, provocando que estallen su cerebros, pues son incapaces de contener y albergar tantas ideas y reflexiones; el autor lo expone en el siguiente párrafo:
"A uno, Ludwig, lo hizo famoso su filosofía, al otro, Paul, su locura. Uno, Ludwig, fue quizá más filósofo, el otro, Paul, quizá más loco, pero posiblemente creemos que el primero, el Wittgenstein filosófico, es el filósofo, solo porque llevó al papel su filosofía y no su locura, y que el otro, Paul, era un loco porque reprimió su filosofía y no la publicó y solo exhibió su locura. (...) Uno dio publicidad a su cerebro y el otro no. Podría decirse incluso que uno publicó su cerebro y el otro practicó su cerebro."
Más allá de los aspectos relacionados con el hospital, el centro de la obra es la relación del autor con Paul, con el que compartió su pasión por la ópera y la música clásica; el análisis de la relación permite que el autor exponga, a través de sus conversaciones y sus habituales monólogos internos, sus reflexiones sobre diversos aspectos de su día a día. Así, y siempre crítico a la condición humana, Bernhard nos habla también de la capacidad y necesidad de ver más allá de lo que nos conviene, pues a menudo solo vemos aquello que se adapta a nuestras propias ideas u opiniones, estableciendo un marco donde todo encaja sin necesidad de analizarlo, evitando así cuestionar nuestras propias creencias, y asumiendo como única realidad posible la contenida en nuestro marco mental. Asimismo, estableciendo su amistad con Paul como sustento narrativo, el autor analiza y disecciona el concepto de amistad, no únicamente de la suya propia sino del concepto de amistad que la sociedad entiende. Así, con la crítica a la que nos tiene acostumbrados, denuncia las falsas amistades y la supuesta solidaridad de algunos, que la utilizan como vehículo para la satisfacción y contentamiento de uno mismo. Para Bernhard, la amistad es algo muy exclusivo, y difícil de encontrar y mantener:
"Y hoy pienso que las personas que han significado realmente algo en nuestra vida podemos contarlas con los dedos de una mano, y muy a menudo esa mano se rebela contra la perversión que consiste en creer que tenemos que recurrir a toda una mano para contar a esas personas, cuando, si somos sinceros, podríamos arreglárnoslas sin un solo dedo."
Es innegable que Bernhard escribe bien, realmente bien, pero debo admitir que, a pesar de ciertos momentos donde sí he disfrutado del libro por sus reflexiones e incluso por sus críticas ácidas a ciertos aspectos de la sociedad, me da la sensación que el autor abusa en exceso de saberse hábil en el manejo de las palabras y acaba componiendo un relato con exceso de detalle que dudo que entusiasme a los lectores a menos que: 1) sean filósofos (o que sientan un profundo interés por la filosofía), 2) sean amantes de la música clásica, 3) se sientan atraídos especialmente por la opera. Y me da también la sensación que Bernhard escribió este libro como reconocimiento a la influencia positiva que tuvo Paul en él, y de alguna forma el texto que nos ocupa le sirvió al autor para disculparse por haberse distanciado de su amigo en sus días finales y no haber estado la altura de la amistad que mantuvieron ni a la admiración que por él profesaba.
También de Bernhard en ULAD: El origen, El sótano, Sí, Corrección
Lo mejor de Berhard es su autobiografía repartida en cinco libros (El origen, El sótano, El aliento, El frío, y Un niño), obras que creo que solo una vez se han editado en un solo volumen y siempre debieran serlo así (unitariamente) para facilitar y favorecer su lectura.
ResponderEliminarLos cinco volúmenes citados no tienen, a mi juicio, nada que envidiar a la Recherche de Proust.
Por la reseña que publicáis, creo que la obra comentada (que no he leído) puede ser un buen complemento para esa maravillosa autobiografía de Thomas Bernhard, que por cierto no recoge toda su vida, sino sólo hasta la adultez o madurez, y además no por orden estrictamente cronológico.
Hola, Sandra, gracias por el comentario.
ResponderEliminarCreo que tienes razón, y coincide en uena medida en las puntuaciones que tiene en ULAD "EL origen" y "El sótano". En castellano vi en un solo volumen los cinco libros autobiográficos y creo que se puede tratar de una buena opción (les eché un ojo hace un tiempo pero al final no me lo compré, tendré que repensarlo). Pero sí, puede ser un buen complemento a las lecturas que propones.
Gracias por comentar la entrada, y por tu aportación.
Saludos
Marc
Aquí podéis leer un fragmento de la autobiografía de Thomas Bernhard que comentáis:
ResponderEliminarhttp://relatosexpres.blogspot.com.es/2017/10/sabado-por-la-tarde-thomas-bernhard.html?m=1
Otro fragmento, este IMPRESIONANTE y sacado del volumen El Origen, podéis leerlo aquí:
ResponderEliminarhttp://relatosexpres.blogspot.com.es/2017/10/el-origen-thomas-bernhard.html?m=1
Hola, Pablo M y zUmO dE pOeSíA, Muchas gracias por los enlaces compartidos, los leeré con cariño.
ResponderEliminarSaludos, y gracias por comentar y por vuestras aportaciones.
Saludos
Marc
Muy de acuerdo con Sandra, la autobiografía es buenísima y deberia publicarse en un único volumen. "El sobrino de Wittgenstein" podria leerse despues como apéndice o complemento.
ResponderEliminarPara mi lo mejor de Bernhard es "Corrección", dificil de leer pero una obra maestra.
Saludos
Hola, Fran. En este caso creo que he optado por el camino inverso, pues no descarto leer la autobiografía algun día. Me apunto "Corrección" para mi lista de futuribles.
ResponderEliminarGracias por comentar, y sugerir otros títulos del autor.
Saludos
Marc
El tomo recopilatorio de los cinco libros autobiográficos al que hacen referencia Sandra y Marc se tituló Relatos autobiográficos y lo publicó Anagrama en 2009.
ResponderEliminarNotables reseña, crítico y comentaristas.
Hola, César. Gracias por el apunte, sin duda es un libro a tener en cuenta y más teniendo los cinco libro en un solo tomo. Y gracias también por los elogios, me alegro que te haya gustado la reseña.
ResponderEliminarSaludos
Marc
El análisis resulta rudimentario y es carente,acertado en cuanto al valor de la amistad y en cuanto al borde o frontera de la supuesta locura al ser del artista.Pero no existe tal Paul,es una invención que se desbobla en la mente del relator como un posible doble,alguien soñado que es soñado a su vez,es el idilio del gran artista que nuestro entorno fustiga,condenándolo antes que pueda realizarse,alquien que existe sólo en una suceción de recuerdos.Es imposible que un hospital de enfermos pulmonares está ligado a un pabellón psiquiátrico.PAUL W. FUÉ PIANISTA,DE ALTO NIVEL,Y EMIGRÓ A USA.Igualmente vale,SALUDOS
ResponderEliminarComparar la autobiografía de Bernhard con la Recherche de Proust.., en fin.
ResponderEliminarFue lo primero que leí de Bernhard y me decepcionó muchísimo.. al punto que pasaron 10 años hasta que me decidí a leer nuevamente a éste autor.. por suerte para mi, luego de leer SI y Extinción mi opinión cambió bastante y planeo leer más de Bernhard. Estaría buena una reseña de Extinción o de Corrección (que es el próximo título que tengo apuntado).
ResponderEliminarMuchísimas gracias por hacer éste blog, los sigo y me guío mucho por sus reseñas antes de comprar un libro desde hace tiempo. Saludos!!!
Hola, Anónimo.
ResponderEliminarCoincido en que es un tanto decepcionante y para nada comparable a "Sí" que es un muy buen libro.
Anoto los dos libros que comentas, pues también hace tiempo que dejé de leer a Berhard y sería bueno retomarlo.
Saludos, y gracias por el comentario. Y por seguirnos y seguir nuestro criterio desde hace tiempo.
Marc