Título original: The Abbess of Crewe
Año de publicación: 1974
Traducción: Pepa Linares
Valoración: entre recomendable y está bien
Feliz y para mí reciente descubrimiento -gracias a ULAD- de la escritora británica Muriel Spark, así que, con permiso, aquí va otra reseña de un libro suyo: en esta ocasión, se trata de una breve novela cuya acción se sitúa en un convento de monjas, en el corazón de Inglaterra. A la muerte de la abadesa Hildegarde se desata una lucha sucesoria, más o menos soterrada -pues las monjas pueden elegir a la nueva abadesa, pero no pedir el voto por ninguna-, entre la hermana Alexandra, inteligente, culta y distinguida, devota del Niño Jesús de Praga y de los poetas ingleses contemporáneos, y la hermana Felicity, por otro lado, de aire más plebeyo -aunque origen no menos aristocrático-, partidaria de la renovación de la regla monástica y aficionada, en su caso, a la costura y a los encuentros nocturnos con el padre Thomas, jesuita. Felicity cuenta con el apoyo de las sediciosas monjas del taller de costura, mientras que Alexandra dispone de la lealtad incondicional de sus acólitas Walburga, Mildred y Winifrede, así como con la ayuda de un sistema de escuchas electrónicas que han escondido por todo el convento. Completa el panorama de la abadía la ausente hermana Gertrude, siempre en alguna misión por distintos lugares del mundo y que, por línea telefónica, parece aportar la cordura -aunque sea desde el hartazgo-, frente a las intrigas y desvaríos de sus compañeras.
La novela -no hace falta ni decirlo- tiene un marcado tono humorístico y aun paródico: no olvidemos que se publicó en 1974, en pleno auge del escándalo Watergate, del que en ese momento resultaba imposible sustraerse. No obstante, hoy en día, cuando aquel affaire no es sino parte de la Historia, el libro sigue funcionando a la perfección como una sátira del poder político (aunque no sólo político), de sus operaciones y triquiñuelas, de los juegos de información y desinformación a los que acostumbra (y recordemos a este respecto que Muriel Spark perteneció durante la II G.M. al servicio de contraespionaje británico, donde se hizo amiga de Graham Greene, otro que tal...), del cínico maquiavelismo -la referencia no es gratuita- de quien considera que el fin está por encima de los medios empleados y que, a poco que se descuide y pierda la perspectiva, acaba conducido al delirio y de ahí, al ridículo.
También es evidente la crítica a las dinámicas internas de la Iglesia Católica, a las diatribas de sus distintas facciones y la absurdez de ciertas prácticas (curiosa crítica, puesto que Muriel Spark se había convertido, ya en la edad bien adulta, al catolicismo. Aunque es verdad que otro converso, como era Evelyn Waugh, también soltaba alguna que otra andanada en sus libros). Es cierto, por otra parte, que el tema monjil siempre ha dado mucho juego para la ficción; muy en especial, cuando se trata de monjas de clausura (no puedo dejar de recordar aquella divertida película del primer Almodóvar, Entre tinieblas). Supongo que ciertas elucubraciones son inevitables cuando hablamos de recluir juntas a un montón de personas del mismo sexo y especialmente sensibles a su condición de pecadoras; más aún si los únicos entretenimientos que les son permitidos se resumen en el Ora et labora...
Por último -tranquilos, que ya acabo-, también se puede ver en el libro una crítica al archiconocido clasismo británico, al parecer aún bastante vigente en aquella época ( no sé si sigue estándolo todavía, pero es que yo, con ciertas sutilezas, me pierdo); sor Alexandra, en concreto, parece ver en la abadía, más que un espacio consagrado a a mayor gloria del Señor, uno que lo esté a la preservación de un sistema de castas y regido por una élite más preparada y exquisita -ella misma, básicamente-; una especie de reducto o reserva de los valores propios del Antiguo Régimen... aunque sin desdeñar para su preservación los más modernos métodos de espionaje y control, claro, que una cosa no quita la otra... (¡Caramba!... a ver si va a resultar que estamos todos metidos en la abadía de Crewe, sin saberlo).
Portada deliciosamente ácida de Sara Morante, por cierto.
Más libros de Muriel Spark reseñados en Un Libro al Día: Memento Mori, Los solteros, El asiento del conductor, La plenitud de la señorita Brodie
Portada deliciosamente ácida de Sara Morante, por cierto.
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