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sábado, 31 de marzo de 2018

Jordi Puntí: Esto no es América

Idioma original: Catalán
Título original: Això no és Amèrica
Año de publicación: 2017
Traducción: Rita Da Costa
Valoración: muy recomendable

He de reconocer que me tentaba, incluso antes de llegar a las 40 o 50 páginas de esta colección de relatos, lanzarme a una pequeña exposición sobre la influencia de la narrativa de Quim Monzó (reciente Premi D'Honor de les Lletres Catalanes) sobre la generación de narradores en catalán que han acabado siendo casi sus coetáneos. Y hablar de una alargada sombra que se proyectaba y les condicionaba.
Bueno: casi lo he hecho, pero hubiera sido injusto, y no he necesitado más que un par de relatos para convencerme de que Puntí, escritor no demasiado prolífico (esta es su segunda colección de relatos, y cuenta además con una novela y otra publicación por encargo de una revista, que reseñamos aquí) dispone de una voz propia, y que esta tiene su propia personalidad, ergo, es capaz de proyectar sus propias sombras y no palidecer ante comparación alguna. 
Con cierta ventaja ha contado, por eso: me encanta la narrativa que es prolija en anclarse a iconos culturales y Puntí usa ese recurso con sabiduría y cierto gusto por el que siento afinidad, cuestión que genera cercanía y complicidad. Pero esto no sería suficiente si no se sostuviera en lo narrativo. Y aquí, y me remito a ese fallido primer párrafo, la sorpresa ha sido muy agradable. Los personajes que pueblan estos relatos resultan memorables, sin necesidad de efectismo, sin cargas artificiales en lo estrictamente creativo, todos esos hombres maduros resultan creíbles y posibles, capaces de distinguirse entre ellos aunque su unión aporte una inequívoca sensación de conjunto, cada uno de los relatos aporta algo a ese todo y el mensaje final, el del conjunto, es esperanzado y deja una sensación de historias trabajadas, de obra pensada y modelada. 
Aprovecho para aconsejar con firmeza leer siempre que es posible al escritor en la lengua en que concibió su obra. Afortunadamente he podido hacerlo (el libro está traducido al español, por eso) y el catalán de Puntí es juguetón, arriesgado, sin miedo al uso de vocablos poco habituales en ese catalán bastardo (a mucha honra) que es el metropolitano. Otro incentivo más, ya sé, restringido al lector catalano-parlante pero que aseguraría habrá estado bien traspasado en la traducción. En fin, sin querer repasar relato por relato, aquí hay hombres sobre los cuarenta y muchos en distintos estados de unas existencias que tendrán futuro. Puntí no usa recurso trágico alguno. Son tipos normales a los que les pasan cosas normales con algún detalle levemente surrealista. Solo en esbozo. Un tipo que se dedica a desplazarse usando el auto-stop durante unos determinados días de la semana. Otro que se embarca solo en un crucero por despecho en medio de una relación que queda en suspenso. Un adicto al juego que se va a trabajar a Las Vegas. Un hermano que irrumpe de repente en la vida de otro tras décadas de alejamiento. Un hombre que se obsesiona con la idea de una mujer a la que pueda unirle una obsesión por una canción determinada.
Esa clase de cosas. Qué queja puedo tener cuando el título se saca de una canción que Bowie interpretó para una vieja película con Sean Penn. Qué elegancia en la descripción de las referencias musicales que proliferan por doquier sin el lacrimógeno recurso y con un uso elegante y contenido eludiendo esa nostalgia a la que suelo, personalmente, manifestarme tan alérgico.
Y el truco final, el que eleva a Puntí a ese Olimpo poco habitado de escritores que saben  jugar con el lector y conseguir que ese juego sea capaz de activar el cosquilleo, la sensación de estar ante un autor con algo diferente. El último cuento en que, entre abruptos cambios de la primera a la tercera persona, desplazando la atención en una broma autoreferencial, y añadiendo una muy brillante analogía para distinguir entre dos tipos de escritores, cierra este brillante colección dejándonos expectantes, dejándonos impacientes.

viernes, 30 de marzo de 2018

Ahmet Hamdi Tanpinar: Cinco ciudades

Resultado de imagen de cinco ciudades tanpinar amazonIdioma original: turco
Título original: Beş Şehir
Año de publicación: 1946 (En España: 2018)
Valoración: Recomendable




Tras haber descubierto a Tanpinar (1901-1962) gracias a esta colección de cinco ensayos breves, estoy deseando conocer su narrativa. Espero encontrar en ella la misma portentosa capacidad de observación, el don de convertir en poesía lo que toca y –puede que lo más importante– la pasión que le acompaña en todo momento, germen de su curiosidad insaciable (y contagiosa) por cualquier aspecto de la vida y más allá. La edición que manejo es una traducción reciente basada en la segunda edición en turco, de 1960, ampliada por su autor para aportar información sobre la dinastía selyúcida (inmediatamente anterior a la otomana).
Con el pretexto de descubrir estas ciudades –todas menos Estambul situadas en la península de Anatolia– Tanpinar aporta una visión muy personal de algunos personajes de la historia turca, las batallas que encabezaron, las traiciones que protagonizaron y sufrieron, los grandes y pequeños monumentos, los parajes naturales y su transformación mediante arquitectura y paisajismo, los rincones más humildes, la influencia europea en la cultura turca y la moda orientalista en occidente; sus recuerdos de infancia, anécdotas personales, epopeyas, leyendas, relatos y poemas que, junto a su particular lirismo, dan lugar a un texto ecléctico, imprevisible, incluso didáctico si aprovechamos para tomar nota de todos esos personajes, lugares y sucesos, que quizá desconozcamos, con vistas a documentarnos para un eventual viaje a la zona, o por el mero placer de ampliar conocimientos. 
Su objetivo –tanto más estimulante por su evidente imposibilidad– es captar la esencia del alma turca a base de sumergirse en la historia, de preguntarse sobre cada individuo con alguna relevancia, de conocer hasta el último rincón de calles y monumentos ya desaparecidos, de desenterrar elementos culturales y hábitos cotidianos sepultados por el tiempo. El nuestro debería ser dejarnos llevar por musicalidad y metáforas sin pretender agotar en una primera lectura la inabarcable cantidad de datos que se nos suministran, un poco a voleo y sin ninguna intención didáctica. Son páginas para leer a ratos, para dejar caer el libro tras unos cuantos párrafos y soñar despiertos con la Turquía del pasado y del presente, con todas esas referencias musicales, pictóricas, arquitectónicas, procedentes de oriente y occidente, capaces de emocionar a cualquiera. El sincretismo es casi constante, lo encontramos en alusiones a Fidias, Lamartine, Moliere, Turner, Mozart etc. o en párrafos como este, referente a Erzurum:

“Pocas cosas podían ser tan patéticas y hermosas. Porque en aquellas caras consumidas por la guerra, el desinterés y las cargas hereditarias había una expresión como solo podemos encontrarla en esos crueles grabados de Goya, a quien conocí con posterioridad y que tanto llegó a gustarme; una expresión que llegaba abiertamente a la caricatura y a la sátira. Y, con todo, si uno se fijaba un poco en las caras se veía que aquellas personas, en quienes la débil luz hacía destacar la miseria y el brillo febril de los ojos, habían ido allí para recibir su ración de lo que más necesitaban: sueños y maravillas.” *

Ankara, Erzurum, Konya, Bursa, Estambul con sus períodos de auge y decadencia. Las primeras envueltas en misterio, más una promesa que algo concreto, el tiempo pasado que parece haberse detenido en la ciudad de Bursa, imágenes vislumbradas apenas, titubeantes por basarse en recuerdos de infancia o en elementos apenas entrevistos en un par de visitas; más resueltas, detalladas y completas en la última sección, la más extensa, dedicada a la ciudad donde nació.
Nadie puede dejar de referirse a la posición estratégica de Estambul, pero Tanpinar lo hace con la seguridad del que conoce bien el terreno que pisa. Piensa que su ciudad estimula la imaginación de sus habitantes, les proporciona buen gusto y habilidad artística. Habla de su transformación de los últimos años, de su multiculturalismo, de unas diversiones que tiempo atrás no entendían de diferencias de clase, del papel de los cafés en la vida social, de su particular arquitectura que tan bien armoniza con su entorno natural, así como de la decadencia (o destrucción) de ambos. Pero cuando realmente se explaya es hablando del Bósforo, del que está decididamente enamorado y al que dedica un buen puñado de páginas.
Tanpinar es consciente de la importancia que concede al pasado, se pregunta por la razón de esa nostalgia y concluye que, en realidad, no siente interés por resucitarlo pues lo que le atrae es el carácter mítico de todo lo que ha quedado atrás.

*Traducción de Rafael Carpintero Ortega

jueves, 29 de marzo de 2018

Clive Barker: Hellraiser. El corazón condenado

Idioma original: Inglés
Título original: The hellbound heart 
Traductor: Juan Carlos Postigo Ríos 
Año de publicación: 1986
Valoración: Recomendable 

Casi todos los fanáticos del género de terror conocerán Hellraiser, película de culto donde las haya. Probablemente eso tenían en mente los de Hermida Editores al publicar con este nombre (junto con el original) la novela corta en la que está basado el film. 

Me permitiréis que comience hablando acerca de la película. Fue adaptada y dirigida por el escritor del libro en que se inspira, Clive Barker. Su estreno, en 1987, supuso un punto y aparte en el mundillo del género; llamadme exagerado, pero la repercusión que ha tenido la cinta no es en absoluto desdeñable. Barker creó entonces a uno de los incuestionables iconos del horror; uno que, para muchos, no se queda a la zaga de Michael Myers o Freddy Krueger. Por supuesto, estoy hablando de Pinhead. Quizás la magnífica interpretación de Doug Bradley (descanse en paz) robó protagonismo al resto de cenobitas, pero su imponente presencia lo valía. Otros valores añadidos del film son un guión memorable, la excelente banda sonora y la inteligente dirección. Tampoco puedo dejar de alabar los efectos especiales, muy bien realizados pese al escaso presupuesto con que se contaba. Bueno, exceptuando unos cutres rayos azules, que ya debían estar obsoletos en la época en que aparecieron. En fin, igualmente la cinta está muy bien.


Es curioso lo mucho que se beneficia la siniestra iconografía de Barker en imágenes. Las palabras se le dan de maravilla, y aunque el autor explota sus posibilidades más sugerentes, siempre acaba derivando hacia las descripciones explícitas. Lo gráfico potencia la visceralidad y contundencia de su imaginería. Pero esa inclinación hacia lo visual no provoca que el concepto que hay detrás de Hellraiser deambule mejor por el cine que en la novela. 

Y ya que mencionamos a la novela, vamos a ella. Es una obra literaria de una calidad excepcional que se decanta por búsquedas distintas a las de la película. Aquí no encontrarás a un "slasher" sobrenatural, sino un drama íntimo y delicado. The hellbound heart (el nombre de la historia original) va sobre la condición de los malditos, sobre el amor perdido y luego encontrado, sobre lo que tienen en común la desesperación y el deseo. Ya escucho a los de siempre, los detractores del género del terror; pues no, The hellbound heart no es pretencioso en su mensaje, su objetivo jamás peca de ínfulas. Su ambición y exigencia (enormes, por cierto) son asumibles dentro del terror. Y por si hacía falta decirlo, Barker lo borda.

The hellbound heart es una historia descarnada, narrada con crudeza y austeridad la mayor parte del tiempo, pero no exenta de arrebatos líricos. El título, por ejemplo; nadie me negará que The hellbound heart es más elegante, más evocador, que Hellraiser. Este detalle es significativo, porque la prosa de Barker siempre aprovecha estas bellas sutilezas. Para muestra un botón: las primeras páginas de la "novelette" son imposibles de traducir al lenguaje fílmico. En ellas habita una amalgama de sensaciones, descripciones trémulas e incapaces de enjaular un sentido concreto. La musicalidad de este inicio en el idioma original es apabullante, por cierto.

Así pues, este libro es recomendable a todos los amantes del género, pero también a aquellos que quieran disfrutar de un buen drama. Al fin y al cabo, los elementos sobrenaturales tienen un peso muy anecdótico. La película ya ofrece unos personajes bastante bien trabajados, sobre todo dentro de los estándares del terror, pero, en el libro, tanto ellos como sus anhelos y debilidades son el foco principal.

Por último querría destacar la traducción de Juan Carlos Postigo Ríos. Leí The hellbound heart por primera vez en una biblioteca pública, en un ejemplar de la ya difunta Factoría de Ideas (titulado simplemente como Hellraiser), y lo cierto es que la traducción era bastante mala. Por suerte, esta edición revisada que publican en Hermida Editores consigue plasmar con mayor acierto el lirismo de Barker. 

PD: Aquí adjunto un vídeo, para el que le interese, que recoge las diferencias entre el libro y la película. Está en inglés y, por supuesto, plagado de spoilers. Avisado quedas. 

También de Clive Barker en Unlibroaldía: El juego de las maldiciones, Sortilegio, Los evangelios escarlata

miércoles, 28 de marzo de 2018

Ngũgĩ wa Thiong’o: Desplazar el centro. La lucha por las libertades culturales

Idioma original: Inglés
Título original: Moving the centre (Studies in African literature)
Traducción: Víctor Sabaté
Año de publicación: 1993
Valoración: Muy recomendable

Bajo el más que sugerente título "Desplazar el centro. La lucha por las libertades culturales" se recogen una serie de conferencias impartidas / dictadas por el escritor keniata entre 1980 y 1992 en las que el tema principal fue lo que podríamos llamar la "descolonización cultural". Según Thiong'o, para alcanzar está "descolonización cultural" se hace necesario desplazar el centro. ¿A qué se refiere con esto? Pues tanto a desplazar los centros de poder cultural, político y económico desde las tradicionales potencias coloniales (Europa Occidental, Estados Unidos, etc) a los países africanos, asiáticos o latinoamericanos como a hacerlo desde las clases dominantes de los países "desarrollados y subdesarrollados" a las clases trabajadoras de los mismos. Casi nada, eh!

Centrándonos en el aspecto cultural, Thiong'o pone el foco en una serie de tareas tales como liberar la cultura del eurocentrismo, de los legados coloniales o del racismo. Pero no es tarea fácil. El peso de 400 - 500 años de Historia e historias de conquistas y expolios, no solo económicos sino también culturales, con unas lenguas, tradiciones y culturas impuestas y otras, mientras tanto, perseguidas, castigadas y exterminadas, es muy grande y el proceso de desplazamiento será largo y doloroso.

Pese a que algunas de las conferencias fueron dictadas hace más de 30 años, su contenido sigue, en la mayoría de los casos, plenamente vigente. Y es que términos como globalización, neocolonialismo, imperialismo, luchas de liberación nacional, etc siguen, aunque sea disfrazadas de eufemismos, en primera plana de la actualidad política. En el caso que nos ocupa, estos término son puestos en relación con la cultura, la educación, la literatura o el papel de los intelectuales, tanto de los países del mal llamado Tercer Mundo como de los países "occidentales".

Es obvio que Thiong'o aborda estos temas desde un punto de vista progresista, en el que se nota la influencia de líderes como Fanon o Nkrumah, pero independientemente de que uno pueda o no estar de acuerdo con el autor (en mi caso, lo estoy), se trata de textos absolutamente necesarios ya que nos ofrecen puntos de vista diferentes a los que estamos acostumbrados a ver y escuchar desde nuestros cómodos sillones. Además, y pese a que el tema pueda parecer un tanto "áspero", se nota la mano del Thiong'o profesor ya que los textos no son particularmente complejos o inaccesibles.

Es, resumiendo, una selección de textos de fuerte carga política que consigue reivindicar el valor imprescindible de las "pequeñas" culturas, esas que permiten a los diferentes pueblos acercarse desde lo particular a lo general.

También de Thiong'o en ULAD: Sueños en tiempo de guerra, No llores, pequeño, Descolonizar la menteEl río que nos separa, Luchar con el diablo

martes, 27 de marzo de 2018

Christiane V. Felscherinow y Sonja Vukovic: Yo, Christiane F. Mi segunda vida

Idioma original: alemán
Título original: Christiane F., Mein zweites Leben
Traducción: Regina López Muñoz
Año de publicación: 2015
Valoración: Recomendable


Han pasado más de treinta y cinco años desde que Christiane Vera Felscherinow conmocionara al mundo con el relato de su experiencia en Yo, Christiane F. Hijos de la droga. Al libro le siguió la película y el éxito de ambos convirtió a su joven protagonista en la primera (y tal vez la única) «yonki-star» de la historia. Pero justo antes de que estallara el boom mediático, Christiane —con apenas dieciséis años— logró desintoxicarse de la heroína. De ese modo el final de esta insólita bildungsroman dejaba una puerta abierta a la esperanza. 

Resumen resumido: las vivencias de Christiane desde los dieciséis años hasta el momento actual en el que —ya pasada la cincuentena—, sigue un programa de terapia con metadona, padece cirrosis crónica y vive sola con su perro desde que los servicios sociales le retiraran la custodia de su único hijo.

De nuevo nos hallamos ante la crónica biográfica alrededor de este personaje de gran magnetismo; la Christiane adulta revalida su sensibilidad, complejidad y lucidez, pero aunque su voz continua siendo igual de poderosa, su relato se ha debilitado respecto al primer libro:

  • Yo, Christiane F. Hijos de la droga tensaba el eje narrativo sobre la cuestión: ¿Cómo una menor que forma parte de una familia y de un «sistema» que deben protegerla acaba inmersa en la drogodependencia y la prostitución? La respuesta, aunque incómoda, no solo resultaba verosímil sino que, gracias al tratamiento de crónica periodística y a la voz directa y espontánea de la joven Christiane, se consolidaba en un relato abrumadoramente veraz, un puñetazo en la cara de la sociedad que insistía en mirar hacia otro lado.
  • En Yo, Christiane F. Mi segunda vida, la cuestión central es bastante similar: ¿Cómo una mujer inteligente y con recursos económicos tropieza en la misma piedra y arruina su vida y la de aquellos que la rodean? Sin embargo la respuesta no es sencilla (como no es fácil explicar la drogodependencia en el primer mundo) y además, al lector le cuesta aceptar que la protagonista —una mujer adulta con una lección supuestamente aprendida— sea una víctima.

Una vez se inicia la narración y Christiane va dando sus primeros tropiezos se hace evidente que, treinta y cinco años después, sus conflictos internos son los mismos sin que ella haga —en apariencia, al menos— nada por resolverlos; la empatía hacia Christiane se resiente y eso provoca que el interés por la historia decaiga. Es todo un reto leer algunos pasajes sin caer en juicios:
«Por las noches en el RipOff nos dedicábamos a empaquetar los envíos que hacíamos a las grandes tiendas de discos (…) pronto me vi superada por el trabajo en la librería y el empleo nocturno: casi no dormía, y empecé a meterme coca para mantenerme espabilada. Muchos de mis amigos consumían cocaína, pero la heroína no circulaba. No querían ni oír hablar de ella. En cambio, la coca era el pan nuestro de cada día. También fumábamos canutos, pero en aquella época estaba limpia en lo que a heroína se refiere».
A medida que las malas decisiones de Christiane desinflan la narración, va tomando protagonismo otra cuestión que es, a mi parecer, el verdadero germen de estas memorias: ¿Por qué Christiane nos explica su vida? ¿Qué la mueve a airear las miserias de su existencia?. Ya en las primeras páginas encontramos algunas pistas disuasorias: Christiane F. sigue viviendo de los derechos de su primer libro (no necesita dinero) y lleva años apartada del foco mediático, hastiada de la repercusión sobre su vida privada (tampoco busca visibilidad). Sin embargo, la voz de Christiane muestra la necesidad imperiosa de apelar a la comprensión del lector, pero ¿confía el lector en ella? 

En 2011, la periodista Sonja Vukovic convenció a Christiane para que le concediera una entrevista que se convirtió en la primera de una serie de encuentros; de ellos surgieron estas memorias. La parte de crónica ocupa tres capítulos de la periodista dedicados a exponer los antecedentes vitales de Christiane (al principio), a hablar de la necesidad de integración de los drogodependientes en la sociedad empleando el ejemplo de Zúrich (en medio) y a aportar su visión personal sobre Christiane F (al final). Y el resto de la narración está totalmente monopolizada por Christiane y su afán por seducir al lector, por lograr que se ponga en su lugar. Sabe que no cuenta con su beneplácito y, tal vez por eso, el texto rezuma conflicto y una lucha constante contra sí misma, contra los hechos e, incluso diría —aunque es una sensación personal— que contra la propia Sonja. Christiane bombardea con sus anécdotas mito maníacas (sus encuentros con David Bowie, entre otras muchas, aunque la aportación de todos esos nombres del panorama musical y del ambiente del momento, más allá de dar intensidad, detiene el ritmo de la narración) y, ya hacia la segunda mitad del libro, la narración se desvirtúa en algunos momentos, se torna errática y recurrente con ciertos asuntos, llegando casi al flujo de conciencia. 

Y detrás de ese derroche desesperado de energía está el motivo por el cual Christiane ha decidido exponerse de nuevo con estas segundas memorias. Christiane es una mujer lista e intuitiva, está gravemente enferma y lo que más le importa en el mundo es su hijo, por eso me aventuro a decir que quiere dejarle su propia versión de lo que ha sido su vida. 


El libro se acaba y seguimos sin saber muy bien cómo una mujer inteligente y con recursos económicos tropieza en la misma piedra y blablablá... Pero, contra lo que pudiera parecer, la no respuesta ya es una respuesta. Porque aunque no comprendamos que el mundo esté lleno de Christianes, ellas y ellos son el producto de un sistema que alimentamos entre todos. 

Recomendable porque es de nuevo una historia genuina donde el contenido y la forma, incluso cuando se desvirtúan, forman parte del mensaje; porque nos empuja a reflexionar sobre lo vulnerables y estúpidos que somos y a darnos cuenta de que muchas veces cuando juzgamos de forma categórica el comportamiento autodestructivo de algunas personas, no pretendemos encontrar soluciones, tan solo sentirnos bien. 



Otros títulos de Christiane F. reseñados en ULAD: Yo,Christiane F. Hijos de la droga

lunes, 26 de marzo de 2018

PoetiZoom: Hasta aquí de Wisława Szymborska


Idioma original: polaco
Título original: Wystarczy
Año de publicación: 2012 - Entrevista, 2014
Traducción: Abel Murcia y Gerardo Beltrán
Valoración: recomendable

Dos circunstancias se aunaban para que yo no leyera este libro: primero, que soy un lector bastante deficitario (por no decir deficiente) del género lírico; en segundo lugar está que, si bien no llego a desconfiar del todo, me tomo con bastante escepticismo cualquier premio Nobel de literatura (hasta que se lo den a Murakami, por supuesto), como el que recibió Wisława Szymborska en 1996. Fallecida esta poeta en 2012, este pequeño libro, oportuna e irónicamente titulado Hasta aquí (puesto que el anterior fue Aquí), es una reunión póstuma de los últimas trece poemas que escribió o que al menos dio por acabados, junto con una conversación sobre ella y su obra que mantuvieron Javier Rodríguez Marcos, periodista que la entrevistó en alguna ocasión y sus traductores al español, y amigos de Szymborska, Gerardo Beltrán y Abel Murcia.

Ya digo que la poesía de esta poeta he de juzgarla por este librito (y por alguna otra cosa que he picoteado por ahí); me parece una poesía poco dada a la exaltación retórica, pegada a la observación de ciertos detalles, diríamos cotidianos -no sólo-, pero  una observación un tanto sorprendida; a un humor bastante guasón, que a veces no se muestra hasta el último momento, de tal forma que deja un regusto a labio golpeado medio en broma, con un almohadón o un foulard, quizás, pero un poquito magullado, al fin y al cabo... En apariencia, es una poesía nítida, accesible, aunque tal vez con resortes ocultos que se intuyen sólo tras una segunda lectura. 

En los trece poemas que componen este pequeño volumen -algunos muy cortos, media docena de versos, los más largos no llegan a dos páginas- encontramos, sin embargo, cierta variedad temática: algunos parten, precisamente de es contemplación de lo cotidiano, como ocurre en Alguien a quien observo desde hace un tiempo -sobre la albor de un barrendero-, Cadenas -un perro encadenado- o En el aeropuerto. En otros casos, se trata de una reflexión acerca algún elemento que forma parte de nuestras vidas, pero sobre el que no solemos pensar: Obligación -sobre la de alimentarse-, La mano o El espejo; aunque también sobre asuntos que se suponen mucho más fundamentales, como en A todos alguna vez.

Hay también lugar para la ironía metaliteraria -aunque en realidad la ironía está presente en todos los poemas, de una forma u otra- de Reciprocidad o A mi propio poema, e incluso para la ensoñación borgiana de El mapa o el divertido juego de fantasía a lo Stanislav Lem (vale, referencia facilona... pues a lo Calvino) de Confesiones de una máquina lectora. Y como no puedo acabar un PoetiZoom (aunque me arrepiento un poco de la etiqueta "Zoom", porque este libro es pequeño en extensión, pero grande en contenido), sin transcribir uno de los poemas de esta autora, me permito alargar aún un poco la reseña con el que es mi favorito, Hay quienes:

Hay quienes llevan a cabo la vida más hábilmente.
Tienen orden en su interior y a su alrededor.
Para todo la manera y la respuesta adecuada.

Adivinan inmediatamente quién a quién, quién con quién, 
con qué objetivo, por dónde.

Ponen el sello en las verdades absolutas, 
arrojan a la trituradora los hechos innecesarios,
y a las personas desconocidas
a las carpetas destinadas a ellas de antemano.

Piensan justo lo debido
ni un segundo más, 
porque tras ese segundo acecha la duda.

Y cuando los dan de baja de la existencia,
dejan su puesto  
por la puerta señalada.

A veces los envidio; 
afortunadamente se me pasa.


Otros títulos de Wisława Szymborska reseñados en Un Libro Al Día: Dos puntosAquí

domingo, 25 de marzo de 2018

Eva Baltasar: Permagel

Idioma original: catalán
Título original: Permagel
Traducción: sin traducción a otras lenguas (a día de hoy)
Año de publicación: 2018
Valoración: muy recomendable

A aquellos a los que nos gusta la literatura nos alegra encontrar libros de autores desconocidos, que sobresalen de manera espontánea e irrumpen con fuerza en el mercado literario. Poco se sabía hasta ahora de Eva Baltasar, a pesar de haber ganado premios de poesía, pero ha bastado un único libro de narrativa para captar toda la atención. Y no es para menos, pues el libro que ha escrito merece todas las atenciones, y también los aplausos.

Así, en esta primera incursión de la autora al género narrativo, únicamente bastan las primeras líneas de esta novela para darse cuenta de la calidad de su prosa. La experiencia de la autora en la poesía se percibe perfectamente en su delicada elección de las palabras, de modo similar a cuando leemos al también catalán Roc Casagran o al napolitano Erri de Luca; hablamos de literatura en mayúsculas, de libros que se disfrutan más allá de lo que el propio relato cuenta, pues es inevitable gozar de la lectura del libro más allá de la historia narrada, poder saborear cada una de sus frases.

La historia que la autora nos cuenta es la historia de una joven lesbiana, de tendencias suicidas, con una madre protectora y omnipresente, que todo lo abarca y controla, y una hermana, de actitud ultrapositiva, que vive cada día como si fuera una novedad, mientras ella transita por el día como si se acercara la interminable noche. De carácter aparentemente fuerte y decidido, la protagonista alberga las dudas propias de la edad y observa con recelo la aparente felicidad que rodea a la familia, pues se le antoja lejana e irreal. Además, las expectativas depositadas en ella por parte de sus padres, no suponen un empuje en su desarrollo sino un lastre que la atan a un fracaso siempre posible, siempre al acecho, siempre listo a asomar en cualquier momento. Y, por si fuera poco, el descubrimiento del sexo y de la homosexualidad, de un deseo que asoma en formas no conocidas a su edad, hasta que encuentra el camino de su sentido.

Todo ello conforma una mezcla de difícil asimilación para la protagonista, desencadenando en ella una cierta tendencia suicida que la empuja a creer que su vida no le corresponde, que está en el mundo casi por un error del azar siempre incontrolable, que la vida es aquello que ocurre en las demás personas, como si ella estuviera de paso en una corta existencia. Esa tendencia que se convierte casi en una necesidad, en un estado de ánimo siempre presente, siempre flotando en su consciencia, siempre alerta para irrumpir en su realidad en cuanto los instantes de felicidad amenazan con quedarse. Y precisamente son esos instantes los que a su vez aplazan el desenlace fatal, pues la urgencia o la necesidad le demandan que espere, que aún no es el momento, que quedan cosas por hacer. El carácter de la protagonista la lleva a vivir al límite de la vida, hasta que el suicidio que siempre la tienta le ponga freno; necesita descubrir el mundo y explorar el suyo propio, porque en su mundo de final inminente necesita explorarlo todo antes de que llegue su fin.

De esta manera, la autora nos habla de la soledad, de la incomprensión, del difícil encaje de una persona con muchas dudas y cierta fragilidad en un mundo que se le antoja lejano, distinto y que, aunque altamente poblado, a su vez percibe vacío y ausente. Sin encontrar un lugar en el cual sentirse cómoda, la protagonista vive en una constante reflexión sobre ella misma y en ese análisis introspectivo existe un lamento por aquello que no ha hecho, aquello que no ha estudiado, por saberse distinta a los demás, por no poder romper la capa dura del caparazón que envuelve su personalidad y liberar aquello que habita dentro de ella. Esta capa, el Permagel que da nombre al título, que envuelve la personalidad de la protagonista formando un caparazón de hielo, un escudo de aparente dureza, difícilmente capaz de ofrecer una grieta por donde acceder a su interior.

Hay muchas cualidades a destacar de este libro, pero puede que, por encima de todas, esté la capacidad de la autora en conectar con el lector, de forma inmediata, inexorable, pues es instantánea la complicidad que se establece con la protagonista; la autora transmite tal honestidad y realidad, que su narración nos evoca a escenas que todos vemos posibles, reales y cercanas, porque la narración es bella por su estilo, pero también por su proximidad. A pesar de lo que pueda parecer a simple vista, a pesar de haber hablado de tentaciones suicidas, la autora nos transmite cierto punto de optimismo y vitalidad, pues somos conscientes que esa actitud aparentemente destructiva de la protagonista es, a su vez, la que la mantiene con vida, la que causa que necesite analizar constantemente su propia existencia, aunque tan solo sea para conocerse y descartar que definitivamente esta sí vale la pena. Así, la idea del suicidio está a menudo presente, aunque obrando como un estímulo, pues es la idea de la inminencia de la muerte la causante de que la protagonista quiera aprovechar todo el tiempo posible, hasta que llegue el fatídico momento final.

La novela que ha escrito Eva Baltasar aprovecha aquellas dudas que habitan en nosotros para realizar, a través de una introspección sobre la propia vida, un intento de tomar consciencia de que, más allá de que exista un incierto futuro, siempre hay motivos para aplazar un final del que no hay vuelta atrás. Y en ese instante de análisis y reflexión, la autora teje una historia que transcurre entre mujeres, entre esperanzas y desánimos, entre ilusiones y decepciones; una historia que, en la búsqueda de razones para poner fin a la vida, permita encontrar aquellos motivos por los cuales vale la pena seguir viviendo, día a día, aunque tan siquiera sea para poder seguir fantaseando con la muerte, o incluso con la vida.

También de Eva Baltasar en ULAD: Boulder, Mamut, Ocaso y fascinación

sábado, 24 de marzo de 2018

Colaboración: Así empieza lo malo de Javier Marías

Idioma original: español
Año de publicación: 2014
Valoración: muy recomendable
“No hace demasiado tiempo que ocurrió aquella historia, y sin embargo hoy sería imposible. Me refiero a lo que les pasó a ellos, a Eduardo Muriel y a su mujer, Beatriz Noguera, cuando eran jóvenes, y no tanto a lo que me pasó a mí con ellos cuando yo era el joven y su matrimonio una larga e indisoluble desdicha”.
Este es el comienzo de Así empieza lo malo “una historia tenue de la vida íntima, de las que no suelen contarse o sólo entre susurros”, contada por el narrador, testigo y partícipe de esa relación.

En este breve comienzo y en solo cinco líneas el autor nos presenta el triángulo en el que se desarrolla la novela, situando el punto de enfoque ya sea en el narrador, en Eduardo Muriel o en la esposa de éste Beatriz. O en la relaciones entre cada uno de ellos, equidistante y que se amplía en el mundo familiar y social del matrimonio.

La presencia reiterada de personajes es magnífica: el profesor Francisco Rico (personaje basado en el profesor Rico, amigo del autor y que aparece en anteriores novelas del mismo), el Doctor Vidal, cardiólogo y también basado en el Doctor Vidal amigo de Marías en la vida real), Van Vechten, pediatra y uno de los hilos conductores que nos llevan en la trama desde los oscuros y grises años de la posguerra española hasta los años 80 en donde se sitúa la novela. Artistas y directores de cine presentes en la novela por el trabajo de Muriel, como director y productor de cine, también permite introducir otro personaje real dentro de la novela, Jess Franco, tío de Javier Marías.

La capacidad de Marías de reflejar en su prosa larga, detenida, proustiana, cargada de relevancia filosófica y a la vez descriptiva de los personajes, de las situaciones, del contexto social del Madrid de la movida (años 80), pero siempre deteniéndose en pequeños momentos de la misma. Utiliza la narración de esos momentos para expresarnos como una onda que remueve todo el contexto humano y social la vida de aquellos años.

El desarrollo de la novela es magistral: siempre desde la visión de un narrador que lo ve todo, escucha todo y retiene todo aquello que ve y escucha (en esto el paralelismo entre el narrador,  el joven De Vere, y el joven Marías como se le conoció en sus inicios como escritor y hasta no hace mucho, quizás hasta que muere su padre el filósofo y escritor Julián Marías, llaman la atención). Pero también la habilidad de presentar a través de los personajes, alguno de ellos exagerados, bufones de sí mismos, en conversaciones en las que no estamos acostumbrados a presenciar en la vida real pero que el autor nos invita a ser también voyeur de las mismas (es relevante las conversaciones entre Muriel tumbado en el suelo, tuerto de un ojo y Marías de pie o sentado, testigo de los pensamientos, registrando como un psicoanalista o como una máquina registradora las palabras de quien le ha contratado como secretario).

En Marías no está solo la capacidad de describir y profundizar en la psicología de los personajes siempre a través de la descripción de pequeños detalles que amplifican y nos hace detenernos en los mismos. Siempre encontramos además una representación de los sentimientos y algunas pasiones humanas que ha ido desplegando a lo largo de los años en sus novelas. En esta novela nos cuenta de forma homeopática el desarrollo del rencor, de cómo algo que ocurre en la vida es imposible de olvidar y está presenta el resto de la vida, en este caso algo que ocurrió entre la pareja Eduardo y Beatriz y que se convierte en el peso que ya no podrá quitarse de encima. Y dentro de ellos, en la pareja la muerte de su hijo quizás tenga un peso menor que la ocultación y la mentira. Historia de una amistad, de una relación entre un joven de 23 años con la vida, con la vida de los demás de la que es testigo y de su vida personal. También de crítica hacia aquellos que vivieron amparados por el franquismo y que reinventaron su biografía en los años del tardofranquismo o bien iniciada la transición en España. Pero la traición va más allá a la infidelidad, es como si estuviera por encima de la misma y esta no fuera más que una consecuencia de la primera. Como muchas de las historias últimas de Marías también es una novela de amor, de la imposibilidad de dejar de querer a quien se ha querido, aunque las relaciones tengan un final ya sea a través del divorcio (que todavía no estaba legalizado en España en el momento del desarrollo de la novela) o través de la muerte de alguno de los protagonistas.

De nuevo una novela total, elegida por los críticos como la mejor novela publicada en el 2014 y que constituye un placer leer de cabo a rabo.

Autor: Juan Díaz 

viernes, 23 de marzo de 2018

Tom Wolfe: Lo que hay que tener

Idioma original: inglés
Año de publicación: 1980
Título original: The Right Stuff
Traducción: Angela Pérez, José Manuel Álvarez
Valoración: muy recomendable alto

Pues Wolfe no era un novelista en estado larvario hasta su eclosión en La hoguera de las vanidades. Diría que al revés: desde su paso a la narrativa de ficción parece que nunca haya dejado de ser un periodista en excedencia. Un nuevo periodista, más concretamente. Lo que muestra en Lo que hay que tener lo pone de manifiesto, y no creo equivocarme, aunque haya quien diga que no todas sus crónicas son de esta brillantez, con lo que he leído aquí mi juicio no va a cambiar mucho. 
El aire acondicionado les golpeó como un muro, Todos quedaron helados hasta el tuétano. Tenías la sensación de haber perdido los dientes. Resultaba que era allí donde iba a celebrarse el pequeño cóctel: en el Coliseo de Houston. Salieron por fin al campo del Coliseo, que era como una gran bolera cubierta. Había miles de personas dando vueltas por allí y una especie de olor increíble y una algarabía de voces y risillas dementes de cuando en cuando. Había unas cinco mil personas sumamente escandalosas, ávidas de lanzarse sobre el asado con ambas manos y devorarlo bien, regado con whisky. El aire estaba impregnado del hedor a carne de vaca abrasándose. Habían instalado allí unos diez hoyos de barbacoa, y estaban asando treinta animales. Y había cinco mil hombres de negocios y políticos con sus consortes, recién salidos de la torridez del centro en julio, deseosos de hundir sus fauces en ellas. Era una barbacoa tejana, estilo Houston.
No narra en este párrafo, es obvio, complicados accionamientos dentro del reducido espacio de una cápsula por parte de un héroe que sabe que en cualquier error se juega el pellejo. Esto es el exagerado agasajo de la ciudad de Houston a siete hombres.

Leer atentamente párrafos como estos es lo que me hace estar seguro de que Wolfe está detrás de algunos de las crónicas que aportan algunas de las mejores páginas de David Foster Wallace. Esa forma de narrar, perdonad que no me documente lo suficiente, no sé si era realmente nueva allá por l980, pero aún hoy suena fresca y descarada, lejos de la crónica y la entrevista felatriz que aún domina en muchas partes (ostentosamente en la televisión, ya que hablamos) y muy cerca de la perfección narrativa. Por eso este libro es un plato de cocción a fuego lento, porque todo lo que ello representa, esa información subliminal que Wolfe nos suministra es digno de disección en sus capas y en su desarrollo. Porque es completamente legítimo quedarse con la primera capa: la historia de los intrépidos hombres que, con muchas bajas de por medio (Wolfe no ahorra truculencias para describir la infinidad de accidentes), se encaminan hacia la gloria de las primeras misiones espaciales y experimentan el enorme subidón de convertirse en héroes de la  nación y depositarios de las esperanzas de Occidente frente al implacable y anónimo avance del bloque soviético, con su perra Laika y Yuri Gagarin y su Sputnik, siempre un paso adelante en la carrera espacial. Solo por la mera información suministrada sobre ese episodio de la historia de la humanidad (me he ahorrado alguna mayúscula, lo sé) el libro ya tendría un enorme valor.
Pero Wolfe deposita huevos de Pascua por doquier, y lo que podría ser narrativa épica y hasta propagandística viene a poner de relevancia todo lo que no es tan brillante. El machismo intrínseco a todo el despliegue (también los rusos fueron pioneros en enviar una astronauta), la sonrojante relegación de las mujeres ("esposas de"), la psicología de los aspirantes a los vuelos, el choque entre la conciencia civil y conciencia militar, la manipulación de la masa, el uso de la propaganda, el despliegue de medios y el despilfarro de recursos. 
Curioso: Wolfe mantiene intacto su toque irónico y su trasfondo crítico y solo levanta el pie cuando habla de Número 61 y Número 85, respectivamente Han y Enos, chimpancés con los que se experimentaron algunos de los viajes de prueba, primates sometidos a expediciones tripuladas en las que eran meros pulsadores de teclas a cambio de estímulos de castigo o de retribución. Curiosamente, en ese tramo del libro Wolfe renuncia a situarse en el cerebro de los aspirantes y a usar su habilidad para la disección psicológica. Una curiosa renuncia que tiene su significado, también. Nada aquí está por casualidad.

Otras reseñas sobre obras de Tom Wolfe publicadas en ULAD: aquí

jueves, 22 de marzo de 2018

VV.AA.: Momias y embalsamados


Idioma original: Castellano
Año de publicación: 2015
Valoración: Está bien 

Momias y embalsamados es una antología de relatos de terror escritos por autores patrios contemporáneos. Una antología, como aclara su prologuista, cuyos siete relatos pretenden explorar la figura de la momia sin recurrir a las (ya convertidas en cliché) maldiciones egipcias. A ver, tampoco estamos ante un libro que quiera revolucionar el subgénero, pero es innegable que cumple con la intención que proclama. Bueno, al menos así sucede en la mayoría de obras que lo componen. Otras, como es el caso de “Descenso a Duat”, acaban moviéndose por terrenos convencionales al aludir a construcciones faraónicas, ritos ancestrales, jeroglíficos... De todos modos, debo decir que incluso las historias más típicas de la antología me han parecido genuinamente entretenidas. Nada más. Ni nada menos. 

Mis relatos favoritos son “Cuerpo de niña”, de Daniel P. Espinosa, “Carcasa”, de Jorge P. López y “En el nombre del musgo”, de Jesús Gordillo. “Cuerpo de niña” está ambientado en un mundo postapocalíptico. Quizás lo que más me ha gustado de este relato es, precisamente, el mundo: contextualiza el argumento a la perfección, está desarrollado sin por ello acabar siendo una digresión y es bastante original. “Carcasa” se elabora a través de un diálogo. El final se me hizo algo predecible a medida que se acercaba, y la exposición mediante el diálogo no siempre es la mejor artimaña para narrar ciertas cosas... No obstante, su lectura ha valido mucho la pena. “En el nombre del musgo” nos sitúa ante una especie de Solomon Kane andaluz. ¿De veras necesita otra carta de presentación para que se le conceda una oportunidad?

El resto de relatos, como ya he dicho, no están mal, aunque no me gustaron tanto. “El señor de la nada” trata sobre una expedición española perdida en pleno desierto de Atacama. Cuando los integrantes de la misma se topen con un ser salido directamente de las profundidades del Infierno, la sed y el cansancio serán su menor preocupación. “Papel Maché” va sobre un trabajador de feria, Sammy, destinado a la llamada casa de la risa. En esta atracción se mece un inquietante ahorcado que en algún momento, hace años, respiraba. “Descenso a Duat” relata el descenso de un periodista, obsesionado por entrevistar a un misterioso asesino, a las profundidades subterráneas de la ciudad. Y por último tenemos “Expedición Newton-Jenney”, donde un ser del inframundo causa estragos en un fuerte del Viejo Oeste. 

Lo mejor de este libro es su versatilidad de registros. Es complicado que un amante del terror no encuentre en estas narraciones algo que le guste; al fin y al cabo, hay desde distopías cyberpunk hasta fabulaciones oníricas. Eso sí, tampoco se le debe exigir un alto nivel de innovación en lo que concierne a la figura de la momia a estos relatos o corremos el riesgo de salir decepcionados.  

miércoles, 21 de marzo de 2018

Harkaitz Cano: El puente desafinado

Idioma original: euskera
Título original: Piano gainean gosaltzen
Traductor: Harkaitz Cano
Año de publicación: 2000
Valoración: está bien

En el año 2000 Harkaitz Cano probablemente era un gran desconocido para quien no leyese literatura en euskera (no había publicado todavía Twist, quizás su novela más leída), pero ya era una figura reconocida de la literatura vasca, por libros como Kea behelainopean bezala (1994), Radiobiografiak (1995) o la novela Beluna jazz (1996). De ahí que cuando el escritor decidió irse a vivir unos meses a Nueva York en busca de inspiración para su siguiente novela, se llevase un encargo extra del editor del injustamente clausurado diario Euskaldunon Egunkaria, Martxelo Otamendi: escribir una serie de crónicas sobre la ciudad para publicar en su periódico.

Estas crónicas son, al menos en parte, el origen de El puente desafinado (en el original, Piano gainean gosaltzen, "desayunando encima del piano"), en algunos casos de forma directa, y en otros, cabe suponer, con alguna adaptación. Así, a lo largo de las páginas del libro asistimos a la vida diaria de Harkaitz Cano (los paseos, el cibercafé desde el que responde a los emails, las fiestas nocturnas, las sucesivas mudanzas de casa...) y también a algunas "digresiones" sobre la historia de la ciudad (por ejemplo, sobre la construcción del Puente de Brooklyn o sobre el Harlem) y sobre su actualidad, en particular sobre las tensiones raciales y la violencia policial bajo el mandato de Giuliani.

La visión que Harkaitz Cano da de la ciudad de Nueva York tiene, diría yo, dos características principales: primero, intenta escapar del estereotipo turístico, y segundo, está tamizada por la cultura literaria, cinematográfica y musical del autor. En relación con lo primero, es llamativo que Cano no cuente ninguna visita a ninguno de los numerosos museos de la ciudad, y que apenas mencione de pasada algunos de los más conocidos monumentos de Nueva York (el Empire State, las Torres Gemelas, entonces todavía en pie, o el Chrysler Building, por ejemplo). Los únicos atractivos turísticos que sí reciben la atención detallada del escritor son la Estatua de la Libertad (que inspiraría, al menos en parte, su futura novela Belarraren ahoa, El filo de la hierba); Ellis Island, por donde pasó un antepasado de Harkaitz Cano en su emigración a los Estados Unidos, o las misas de gospel del Harlem.

La segunda característica es casi inevitable para cualquier visitante de Nueva York: el texto está repleto de referencias musicales (al jazz, uno de los géneros favoritos del autor, pero también a la ópera, el soul, el rock...), cinematográficas (Woody Allen, Taxi driver, Lulu on the Bridge...) y sobre todo literarias, con Paul Auster ocupando un lugar muy destacado entre muchos otros escritores que habitaron, visitaron o mencionaron Nueva York en su obra.

Así, el Nueva York que Harkaitz Cano nos muestra en El puente desafinado podría calificarse como "centrífugo": aunque las primeras residencias del autor se sitúan en el centro de Manhattan, a partir de ahí su interés se concentra cada vez más en los márgenes, las periferias, los barrios con tradición conflictiva y creativa, y sobre todo los lugares intermedios: ríos, puentes y, en menor medida, túneles. El propio Cano reconoce tener una fijación con los puentes, que se traduce en capítulos dedicados al Brooklyn Bridge, Manhattan Bridge y Williamsburg Bridge.

No cabe duda de que muchos de los capítulos del libro son interesantes, curiosos, divertidos: Harkaitz Cano combina sensibilidad y humor para mostrarnos el paisaje y el paisanaje de la ciudad, mezclando lo histórico con lo trivial y lo grandioso con lo ridículo. Lo que le falta al libro para ser un gran libro, en mi opinión, es ofrecer una visión de conjunto, la impresión de una comprensión profunda de la ciudad o de sus habitantes, una visión que no sea tanto la de un visitante ocasional sino la de alguien que se ha integrado y entrelazado en un lugar. Al final del libro nos quedamos con unas cuantas anécdotas, unas cuantas horas bien pasadas, pero no con la sensación de haber aprendido nada esencial sobre una de las ciudades más representadas por el arte y la cultura popular en este inicio del siglo XXI

También de Harkaitz Cano en ULAD: Aquí

martes, 20 de marzo de 2018

Brian W. Aldiss: Bang, Bang


Idioma original: inglés
Título original: Brothers of the head
Traducción: Víctor Conill
Año de publicación: 1977
Valoración: Está bien

Díganme ustedes cuántas veces ocurre algo como esto: en apariencia un libro plantea algo interesante, lo que sea; su arranque parece confirmar esa impresión, la cosa promete. Pero continuamos adelante y el asunto parece desinflarse, el enfoque pierde vigor, o por algún motivo el texto se aleja de nuestras expectativas. Uno piensa: jo, era buena idea, se le podía haber sacado partido, se ha quedado a medias (claro, se me dirá: qué fácil es decirlo si no eres escritor. Pues sí). Lo han adivinado, eso es a grandes rasgos lo que pasa con Bang, Bang.

Brian Aldiss es un autor prolífico en materia de ciencia-ficción y literatura fantástica, y uno de sus relatos inspiró la relativamente famosa película A.I., rodada por Spielberg sobre un guión de Stanley Kubrick. En esta ocasión sin embargo se aleja claramente de esos ámbitos. Presenta Aldiss a un personaje poderoso que seguramente tendrá pocos parentescos en el mundo de la ficción; o mejor, dos personajes, o hasta tres: los siameses Tom y Barry Howe, en el hombro del último de los cuales emerge una tercera cabeza, aparentemente inerte. Los encontramos como dos fornidos muchachotes de aspecto y maneras salvajes que viven en un desolado paraje de la costa inglesa, un lugar cenagoso y batido por el viento que no parece muy lejano de los Fens, donde Graham Swift ubicaba la historia de El país del agua, si no recuerdo mal.

No se podrá negar que la cosa tiene un tono punk de cierta entidad, muy atractivo. Al lector casi le recorre un escalofrío solo de pensar en semejante fenómeno, algo que evoca violencia y aberraciones sin cuento, una existencia unos cuantos pasos más allá del límite de lo humano. Más aún cuando el libro arranca con una primera declaración, sincera y teñida de pesadumbre y horror retrospectivo, de la muy sensata hermana de los siameses. El padre de las criaturas es un tipo solitario, absorto en su trabajo con la fauna de la región, y que pasa bastante del panorama que tiene en casa, lo cual tampoco es para sorprenderse.

Como el relato está construido sobre testimonios de distintas personas que tuvieron relación con la pareja protagonista, el siguiente documento marca un cambio de rumbo en relación a lo que inicialmente esperábamos: el abogado Henry Couling es comisionado por un promotor musical para sacar a los Howe del páramo y hacer de ellos un buen negocio, explotando desde luego el morbo. Aquí el asunto toma un derrotero un tanto tópico que, en mi opinión, estropea el impacto inicial y, con los hermanos ya como grupo musical Bang, Bang, se inicia una serie bastante previsible de broncas y excesos, teñida de cierta moralina –tampoco muy definida- sobre la utilización del monstruo como gancho publicitario. Yo creo que Aldiss se mete en un terreno que no domina y la historia resulta un poco deslavazada. Entre los nuevos testimonios se puede destacar el personaje, algo más complejo, del compositor Paul Day y, sobre todo, de Laura Ashworth, convertida en una especie de groupie, cuyo personaje sirve para introducir el muy espinoso tema de las relaciones sexuales de los siameses. La cuestión hubiera dado pie a un buen abanico de escabrosidades, y hay que reconocer que Aldiss no lo rehúye pero tampoco se empacha, lo que es de agradecer.

Tratándose, como decía antes, de relatos parciales a cargo de los distintos personajes que giran alrededor de los Howe, se echa de menos un poco más de trabajo literario, todos hablan prácticamente igual, aunque sí hay que reconocer que el reparto de papeles –cada testimonio ocupa una determinada secuencia en la aventura de los hermanos- está bastante bien trenzado.

En definitiva, la sensación es de que Aldiss se queda un poco a medio camino, o mejor, que quizá le ha faltado atrevimiento (o recursos) para convertir la brutalidad de la idea inicial en una historia realmente potente. Sólo la parte final nos devuelve hasta cierto punto al desasosiego del principio, para lo cual parece determinante mantener a la criatura en ese enfermizo entorno natural que el autor presenta -en este caso sí- con solvencia . Ah, bueno, ¿y la tercera cabeza? Pues sólo adquiere algún protagonismo en ese tramo final, de forma bastante forzada y tal vez llamada a interpretaciones más metafóricas del relato, que sinceramente me interesan poco.

El volumen se completa con el más breve 'Donde las líneas convergen’, un curioso relato, con la tensión bien dosificada y de nuevo un buen escenario desolado, sobre cierta anomalía en la teoría de la evolución de Darwin.

P.D: Me he permitido poner la portada (a medio camino entre Dalí y Escher) de la edición en inglés, porque la única que creo que existe en español (la de Ultramar) es tan infantil y abominable que espantaría a cualquier posible lector de la reseña (pero mira lo que lee este tío, y tal).

lunes, 19 de marzo de 2018

Enric Aguilar: La Fallera Calavera

Idioma original: valenciano
Título original: La fallera calavera
Año de publicación: 2015
Valoración: ¡De categoría!  o sea... bueno, que te ríes

Tal vez alguno de ustedes, estimados seguidores de Un Libro Al Día, se encuentre ahora mismo, 19 de marzo, día de San José, en la abarrotada plaza del Ayuntamiento de Valencia, aguardando a que tenga lugar la última mascletà de las Fallas, un espectáculo pirotécnico-sensorial sin parangón en el mundo (con permiso de la Descarga de Cangas del Narcea) y decida amenizar la espera leyendo la reseña diaria de ULAD (si es que ningún carterista les ha mangado antes el smartphone). Pues han de saber que hace unos años, en ese mismo emplazamiento y misma fecha, tuvo lugar una súper-híper-mega-mascletà, la más grande de la Historia, en la que un desgraciado accidente provocó la muerte de una de las falleras de la Corte de Honor, que se encontraba, como es preceptivo, en el balcón del Ayuntamiento del Cap i Casal.

Una muerte que fue ocultada por los poderes públicos, comenzando por la poderosa Alcaldesa perpetua de la ciudad, de tal modo que al cabo de un año nadie recordaba lo sucedido... hasta que la fallera muerta, la Fallera Calavera, regresó de la tumba para averiguar la verdad y buscar venganza. No estaba sola en su empresa; por el camino se encontrará con otros emblemáticos zombis que la ayudarán: la Delicá de Gandía, una Bellea del Foc alicantina y nada menos que el legendario rey Jaume I, célebre sobre todo por haberle puesto nombre a la horchata... Zombis bastante simpáticos, en realidad, y nada proclives a zampar cerebros humanos, aunque nuestra fallera se vuelve irracional cuando se encuentra con, cómo no, una auténtica paella valenciana...

Ya se habrá dado cuenta, quien aún siga leyendo esto, que La Fallera Calavera no es, precisamente, una complicada novela de tesis, ni mucho menos un sesudo ensayo político sobre la valencianidad, aunque sí es evidente que toda la trama gira en torno a los símbolos más conocidos del País Val... quiero decir el Reino de Valen... la Comunid... en fin, la Región 39-47-N-0-37-O, como se la denomina en el libro. Cierto que eso dificultará su comprensión para aquel que no los conozca, ni tampoco las peculiaridades socio-políticas de Valencia en los últimos años, pero quien pille alguna de las alusiones se puede partir de risa, porque la ironía, o más bien la retranca mediterránea de la que hace gala la novela es considerable. Un libro, por cierto, que nació de manera harto peculiar: a partir de un juego de cartas con los personajes que aparecen aquí, y del que, al parecer, se realizan incluso encuentros y campeonatos.

Ahora bien, por mucha coña que se traiga, el libro no deja de ser un homenaje a la (bien que autodenominada) millor terreta del món. Pero a su manera: de ahí que aparezcan incluso elementos de lo más chocarrero o personajes variopintos, como la ya citada Alcaldesa (*) o el recordado Joan Monleón -con sus "monleonetes", claro-, mítico presentador de Canal 9 (la televisión zombi por excelencia, por cierto) en los 90. Y vale que no es una de las joyas de la literatura valenciana; ni es el Tirant lo Blanch ni los poemas de Aúsias March ni de Vicent Andrés Estellés. Ni tan siquiera uno de los innumerables novelas de Blasco Ibáñez o un cómic de Daniel Torres o Paco Roca, pero... xé, qué voléu? No todo van a ser autores austrohúngaros rarunos y cosas así... ; )


(*) Para los muchos indignados de piel fina que pululan por la Red (ya sé que no frecuentan este blog, pero por si acaso), hay que precisar que la figura de la Alcaldesa, a pesar de que sus rasgos y características guardan un asombroso parecido con los de la finada Rita Barberá, no pretende hacer una burla irrespetuosa y ventajista de alguien que ya no se encuentra entre nosotros, puesto que el libro se publicó en el 2015 y doña Rita pasó en 2016 a disfrutar del "caloret" eterno. Del "caloret faller", se entiende, no del otro...



Casi lo olvido: con ilustraciones de Esther Méndez 



domingo, 18 de marzo de 2018

Elizabeth Burgoyne Corbett: Nueva Amazonia

Idioma original: Inglés
Título original: New Amazonia. A foretaste of the future
Año de publicación: 1889
Traducción: Susana Prieto Mori
Valoración: De plena actualidad

1889, centenario de la Revolución Francesa, de la toma de Bastilla, de las guillotinas, del "Liberté, égalité, fraternité"... ¡Y una mierda! No hablaremos de la "liberté" o de la "fraternité", sino de la "égalité", la cual digamos que se aplicó a un sector muy reducido de la población en el que no entraban la inmensa mayoría de las mujeres.

Por suerte, las protestas siempre han estado ahí. Tenemos muy reciente la histórica jornada de este 8 de marzo, pero no está de más recordar que las demandas de igualdad real vienen de lejos. Cambian las formas, pero no los objetivos. Así, por ejemplo, una serie de escritoras de la Inglaterra victoriana se lanzaron a protestar por su injusta situación y a imaginar lugares y tiempos futuros en los que los roles de la mujer fueran radicalmente diferentes a los que hasta entonces les "correspondían en suerte". Una de esas escritoras fue Elizabeth Burgoyne Corbett, y el mundo que imagino lo llevó al siglo XXV y le dio el nombre de Nueva Amazonia.

A esta Nueva Amazonia llega la narradora y protagonista del relato junto al engreído y ridículo Augustus Fitz-Musicus, y allí descubrirán sorprendidos un territorio gobernado en exclusiva por mujeres, pero en el que la igualdad entre hombres y mujeres es absoluta en el resto de aspectos (nada de brecha salarial, nada de violencia de genero, etc).

Realmente, como suele ocurrir el libros de este estilo (utopías, distopías, etc), el fondo prevalece sobre la forma. El mensaje que Corbett pretende lanzar es claro y la narración y el estilo están supeditados al mensaje. No esperéis, por tato, encontrar un argumento elaborado, personajes complejos ni nada por el estilo. Diría incluso que se trata de un "ensayo novelado". El objetivo de la autora es presentar una sociedad ideal y para ello conduce a los protagonistas a través de la Historia y del día a día de Nueva Amazonia, los cuales contrapone frente a la Inglaterra victoriana.

En la parte "histórica", se presentan los hechos que llevaron a la creación de Nueva Amazonia y los motivos por los que se halla gobernado por mujeres. Entre estos hechos y motivos destacan las guerras que asolaron al territorio, la discriminación por razones de género, las protestas y la preponderancia numérica de la población femenina.

En la parte de organización social, política, económica, cultural, educativa o religiosa de Nueva Amazonia es donde, a mi entender, se halla lo más interesante del libro. Como ya he dicho, se trata de una sociedad gobernada en exclusiva por mujeres pero en la que la igualdad entre hombres y mujeres en el resto de ámbitos es total, lo que permite que Nueva Amazonia sea la comunidad más perfecta, próspera y moral del mundo. Ahora bien, este grado de perfección deja entrever algunos de los males que décadas más tarde anunciaron autores distópicos como Zamiatin, Orwell o Huxley. Y es que en algunos aspectos la sombra de la eugenesia y de los estados totalitarios que gobernaron buena parte de Europa en la primera mitad del siglo XX sobrevuela las páginas del libro. Con esto no quiero decir, ni mucho menos, que la autora apoyara estas tesis (de hecho, lo desconozco), pero resulta curioso comprobar hasta que punto puede ser cierto eso de que "el sueño de la razón produce monstruos".

Pese a esto último, me atrevo a decir que se trata de un texto visionario en algunos aspectos y absolutamente necesario, por desgracia, en otros, como el de las críticas furibundas al machismo imperante o el de la demanda de igualdad real. Ojalá dentro de un tiempo lo más cercano posible libros como Nueva Amazonia sean simples objetos de curiosidad. En nuestra mano está.

sábado, 17 de marzo de 2018

Don Thompson: El tiburón de 12 millones de dólares


Idioma original: Inglés
Título original: The $ 12 million stuffed shark
Traductora: Blanca Rivera 
Año de publicación: 2008
Valoración: Recomendable para interesados

Don Thompson, economista y profesor de empresariales, revela en El tiburón de 12 millones de dólares los entresijos del mercado del arte contemporáneo. Lo hace de forma amena y cínica; salpican su texto divertidas anécdotas y alguna que otra maliciosa observación. 

Thompson me ha parecido una persona implicada en la situación, que dispone de conocimientos que van más allá de su disciplina y que la mayor parte del tiempo sabe de lo que habla. Aún y así, no siempre coincido con él. Mi mayor problema con el autor (y, por extensión, con su ensayo) reside en algunas de sus apreciaciones. Así pues, primero que nada dejad que os aclarare mis discrepancias:

  • Thompson parece alabar a menudo un modelo de arte que, a mi juicio, no es el único al que se debe tender. Ni tampoco es, ni de lejos, el más interesante: me refiero a un arte bello o decorativo. Incluso como razón de compra este es un argumento de lo más endeble. Para una institución de tipo museo, claro; un particular puede adquirir una obra siguiendo el criterio que le venga en gana. 

  • El escritor también habla de la relación que hay entre la “escasez” y el valor de la obra de arte. Supongo que su criterio concierne más a lo económico que a lo cultural (esto último vinculado al aura benjaminiana). Sea como fuere, pienso que en una era de arte reproducible, esta “escasez” ya debería haber dejado de ser una preocupación determinante en relación al precio o al valor artístico intrínseco de una pieza. 

En fin, vamos al grano. Como digo, pese a ciertas desavenencias puntuales que pueda tener con Thompson, su libro es de una relevancia incuestionable. En El tiburón de 12 millones de dólares, el autor nos explica por qué las obras de arte contemporáneo se cotizan a precios astronómicos. Todo ello guarda una estrecha relación con triquiñuelas e intereses económicos, así como un uso del marketing y de la manipulación por vía de la psicología. Como consecuencia de estas prácticas, la calidad artística de la obra ya no es un factor a tener en cuenta cuando se habla de su precio. Ni de su venta, claro. Su procedencia, la demanda que pesa sobre el artista, los caprichos del mercado del arte, son lo realmente significativo. Tenemos, por ejemplo, a coleccionistas que pujan por la obra del autor que coleccionan, subiendo así el valor de éstas. O a galerías que dotan de “contexto” o procedencia a obras menores para insuflarles algún que otro cero extra a su ya de por sí desorbitado precio. Otra de las repercusiones que tiene el mercado del arte contemporáneo en el arte es la ambigua legitimidad del mismo; en este contexto, la noción y naturaleza de arte se desdibuja. ¿Qué es lo que avala a una obra? ¿Que algo se venda o se exponga lo convierte automáticamente en arte?

Hasta aquí, todo bien. El ensayo me parece revelador e informativo. Thompson aporta ejemplos concretos de los casos que expone para ilustrar cada uno de sus puntos. Y, además, confecciona una serie de listas propias ("Los marchantes superestrella", "Récords de precio en arte"...) que contribuyen a ordenar sus ideas. En fin, que el libro es altamente recomendable para todos aquellos interesados en comprender con mayor profundidad la situación actual.  

Pero antes de seguir, permitidme otra disquisición propia. Tengo la impresión de que mucha gente aprovecha los datos que se aportan en este libro para eximir de sus fantasmas a paradigmas previos de lo que es y no es arte, o del mercado del mismo. Esto parecen demostrar, al menos, los comentarios en las reseñas de El tiburón de 12 millones de dólares de otros blogs. A ver, que nadie se escandalice. Está claro que este libro saca los trapos sucios del arte contemporáneo, que los tiene, y a puñados. Pero no me gustaría que ninguna de esas personas dispuestas a despotricar sobre este tipo de arte se viera ahora más autorizada a defender nostálgicamente tiempos pasados. Hay que recordar que todo paradigma artístico ha tenido sus cosillas. ¿Acaso los biógrafos de los Grandes Maestros no han atribuido datos apócrifos constantemente para mitificar a la figura del artista? ¿Acaso la influencia de los Médici no fue determinante en el éxito de Leonardo Da Vinci o Sandro Boticcelli? ¿Acaso los talleres renacentistas no vendían ya cuadros confeccionados por ayudantes, y no por los artistas que los firmaran? ¿Acaso el triunfo del Expresionismo Abstracto en los años 50 no tiene una explicación histórica y política, más allá de la que le puede granjear su calidad artística? Estas reflexiones no son negadas en ningún momento en el El tiburón de 12 millones de dólares, entendámonos. Esta intervención no era, pues, más que una forma de cuestionar a toda esa gente que lo emplea para exaltar tiempos pasados. 

Para acabar, mencionaré un último detalle del ensayo. Es harto curioso (y acertado) el término "marca", propuesto por Thompson. Como el autor deja claro con numerosos ejemplos, “la marca eleva el valor de lo ordinario”. Por marca se entiende el propio artista, a un coleccionista (pienso en Charles Saatchi), un museo, una ciudad (ahora, Londres y Nueva York) o un evento (como la Bienal de Venecia). Pues nada, no nos dejemos engañar ahora que hemos sido advertidosUna marca no tiene por qué garantizar la calidad de lo que la lleva... Salvo que hablemos de reseñas literarias y el blog Unlibroaldía, claro. Calidad incuestionable.