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miércoles, 31 de julio de 2024
Naka Kansuke: Perros
martes, 30 de julio de 2024
Liv Arnesen: Las niñas buenas no van al Polo Sur
Liv Arnesen fue, allá por 1994, la primera mujer en llegar en solitario al Polo Sur. Esos dos datos, primera mujer y en solitario, son fundamentales a la hora de hablar de este libro porque tanto uno como el otro determinan su contenido.
Así, este "Las niñas buenas no van al Polo Sur" inauguraría una nueva categoría que podríamos definir como literatura polar de género, aquel por obvio y este por su carácter más o menos excepcional en el círculo de aventureros polares.
Literatura polar, por supuesto, ya que el libro es, en términos generales, la historia de su viaje al Polo Sur, pero con un fuerte componente de género. Desgraciadamente, Arnesen no lo tuvo igual de fácil que aventureros hombres (los estereotipos y tabúes tan difíciles de romper, la incomprensión, la mayor dificultad a la hora de encontrar patrocinadores, etc) y lo deja bien a las claras en la primera parte del libro. Sin victimismos, pero llamando al pan pan y al vino vino.
Pero además de esto, el texto tiene varias subvariantes que lo hacen diferir del clásico relato de expediciones polares.
Por un lado, bascula entre el pasado histórico, el pasado más reciente y el presente porque el viaje no comienza al llegar a la Antártida y la idea del viaje no nace de la nada. Los pioneros Nordenskjoll, Nansen, Amundsen o Shackelton y viajeros más recientes como Erling Kagge son figuras clave para entender la atracción de Arnesen por la inmensidad blanca y azul de las regiones polares, y sus historias se entrelazan con la de la propia autora. Además, la parte dedicada a la preparación e intendencia (en su más amplio sentido) es tan importante o más que el propio recorrido en el continente helado.
Por otro lado, el texto tiene un marcado carácter intimista. Mientras que en su primera mitad predominan las reflexiones sobre sueños o metas, en su segunda mitad priman los comentarios sobre la propia interioridad, las tensiones y los miedos derivados del propio viaje y la forma de afrontarlos.
Este carácter intimista hace que a la historia de Arnesen le falte algo de "épica", tanto es así que la propia autora se refiere a sí misma "no como descubridora sino como turista extrema que está en la Antártida solo por el placer de hacer la ruta". No es que el viaje no la tenga (que Liv se hizo más de 1100 kilómetros esquiando y tirando de un trineo de 100 kilos de peso, joder!!) pero la autora opta por otra vía y eso es algo que puede decepcionar a quien busque algo más clásico.
Pero si buscas una aventura polar contada desde un punto se vista diferente y narrada de forma amena y sencilla, esta puede ser vuestra historia.
lunes, 29 de julio de 2024
Varios autores : Neorrancios. Sobre los peligros de la nostalgia
Idioma original: español
Año de publicación: 2022
Valoración:recomendable en general (imprescindible para afines)
Pues sí, puedo confirmar que el símbolo que se ve tras el título en grafía de ciertos aires constructivistas es el de la Falange. Aclaro, aunque no venga al caso, que si uso la mayúscula para la palabra Falange es para resolver una ambigüedad y no porque tenga el mínimo respeto por la gentuza que la ha integrado en algún momento. Aclaración que puede o no venir al caso para un eventual posicionamiento ideológico, aunque voy a suscribir esa máxima que Goebbels ayudó a aclarar cuando dijo lo de la palabra cultura y el cinto de su pistola. En cuanto a posición crítica y encono por enriquecer las opiniones de quienes lo frecuentan, el club de la cultura es un mundo más bien de izquierdas. Y la palabra nostalgia, en este contexto, acarrea ciertas connotaciones negativas.
Mencioné hace muy poco a Begoña Gómez Urzaiz. La periodista barcelonesa, cuya ecléctica sección semanal en el suplemento Cultura/s recomiendo encarecidamente leer, es la coordinadora de este Neorrancios, una decena de artículos que aportan diferentes enfoques para rebelarse contra ese oleaje neo-con (matiz: se publica en un mundo anterior a la Guerra de Ucrania ) basado en la reivindicación casi permanente de un pasado mejor y que cuenta con un arranque a raíz del éxito y repercusión de cierto libro, que Santi reseñó de modo certero en su momento. Feria, de Ana Iris Simón, y que es referenciado con cierta frecuencia en estos diez artículos con lo que se gana, de forma merecida o no, la condición de antagonista de esta colección. Aquí se trata un poco de todo y la óptica es algo generacional. Si hay algo que recriminaría a este libro, que recomiendo sin paliativos (aunque hay que considerar sus peros) es que la selección resulta demasiado cohesionada y en eso hay que tener cuidado: puedes pasar de informar a dogmatizar y de divulgar a elevarse al púlpito y lanzar soflamas. De hecho, entre estos diez colaboradores hay incluso un parlamentario electo, y eso es, a la vez que una toma de posición, un riesgo. Estos diez textos no solamente incluyen referencias culturales y menciones a artículos, a Tweets, también están trufados de situaciones del pasado que se denuncian y advertencias serias sobre los riesgos que implica extrapolar la añoranza de otros tiempos a demasiados ámbitos.
Hay artículos sobre las cuestiones que todos podemos tener en mente: racismo, inmigración, el problema de la vivienda, la integración de los colectivos con opciones sexuales diferentes a lo binario. He de reconocer que el lenguaje inclusivo aún me descoloca un poco. Aunque una óptica más global, no tan localista, le aportaría amplitud de alcance. Y hubiera agradecido algún riesgo superior en la elección del tono. En este sentido nos hemos quedado un poco a medias, y algún contrapeso ideológico le hubiera sentado bien, ni que fuera para mitigar una sensación algo abrumadora de cohesión, que para mi gusto le resta alguna credibilidad al conjunto que esta colección, con un arranque muy brillante, para evitar que definirla acabe pudiéndose reducir a una expresión parecida a diez intelectuales de izquierdas entre los 30 y los 45 años se despachan a gusto contra la reivindicación sesgada del pasado. Aunque sea por una cuestión de simpatía estratégica, esos titulares habría que evitarlos.
domingo, 28 de julio de 2024
Indro Montanelli: Historia de los griegos
Título original: Storia dei Greci
Traducción: Domingo Pruna
Año de publicación: 1959
Valoración: Recomendable alto
Aparte de los suculentos ingresos que nos reporta, que también hay que considerarlo, una de las cosas que más me gustan de este blog es que todos aprendemos de todos: los reseñistas, unos de otros (al menos yo quiero pensar que he aprendido cosas de los demás); nosotros, de los que nos leéis y comentáis; los lectores y comentaristas, de nosotros, aunque sea un poco; y todos, naturalmente, de los libros que leemos. Vamos, un win-win con solo dedicarle unos minutos cada día o de vez en cuando. Hecha sea esta almibarada introducción para subrayar que el libro que toca hoy fue, como otros antes, sugerido en uno de los comentarios, en este caso, si no me equivoco, por Beatriz Rodríguez Soto, compañera de viaje cuyas opiniones siempre valoramos mucho.
En el siglo pasado Indro Montanelli fue un periodista bastante conocido a nivel internacional. Fue una especie de verso suelto, que en su juventud tonteó con el fascismo aunque después apoyó a la República española, se rebeló contra la dirección del Corriere della Sera y fundó varios periódicos, se enfrentó con Berlusconi cuando este era una estrella emergente, y no sé cuántas cosas más. Pero en líneas generales era un tipo muy inteligente, de amplísima cultura y casi siempre escorado hacia lo que creo que llamaba anarco-liberalismo, que es algo que hoy suena verdaderamente mal, pibes. Y, añadiría yo, que con un sesgo bastante acentuado que encarna un poco los valores del conservadurismo de los años 70. Este señor escribe además un buen número de libros, entre los que destacan los dedicados a las civilizaciones romana y griega que, a fin de cuentas, es lo que hoy nos interesa.
Su historia del mundo griego es un libro que consigue algo bastante difícil: resultar ameno hablando de un tema y unos personajes que, hay que reconocerlo, se prestan un poco al bostezo en manos de historiadores y manuales de filosofía. La exposición arranca en la era minoica, centrada en Creta, y termina con la llegada del dominio romano, encontrando por el camino todos esos nombres que pueden sonarnos del ámbito de la filosofía, la geometría, la política o las artes. Atenas, Esparta, Tebas, Corinto, algunos mitos que se entrecruzan con la Historia, persas, macedonios y oleadas de pueblos que llegan del norte, las peleas entre las ciudades-Estado, algunas batallas, las primeras formas de democracia, asesinatos, destierros, escuelas, la influencia de las hetairas, las colonias mediterráneas. Asuntos todos ellos tocados con gracia y presentados a partir de un personaje de nombre sonoro y familiar que guía el relato de una época determinada.
Esta característica, la de una historia que siempre gira en torno a un personaje señero, puede ser un síntoma del deje liberal del autor, que puede dejar en segundo plano la influencia de la realidad social y económica, pero es también una de las razones que explican la vivacidad del relato, que siempre mantiene en primera línea un nombre que puede resultar atractivo, Arquímedes, Alejandro, Pericles, Sócrates, Platón, Temístocles o Aristóteles, entre otros muchos. Es desde luego un buen reclamo, aun a riesgo, en el que a veces puede caer, de convertir la exposición en un largo anecdotario.
Porque el otro rasgo dominante que define al libro es el tono desenfadado que impregna cada una de sus páginas. Montanelli huye de la gravedad que normalmente asociamos a la venerable civilización, y reviste de ligereza el tanto de erudición necesario para relatar algunos episodios. No creo que nadie haya conseguido exponer con tanta sencillez y claridad el mito del Minotauro como hace Montanelli nada más abrirse el libro. Agilidad, soltura, humor y una enorme capacidad para narrar sin aburrir dan lugar a una lectura agradable que podría resumirse en el clásico docere et delectare, enseñar y deleitar, esa combinación perfecta que todo divulgador busca, o debería (o quizá no tanto).
Es verdad que la dosificación puede ser a veces algo desequilibrada. Quizá su propio nivel intelectual o el excesivo interés en descargar de peso el relato (o la frivolidad de permitirse colocar ciertos mensajes) hacen que el autor pase demasiado deprisa por hechos o situaciones relevantes y muestre tendencia a irse enseguida al chascarrillo o la broma, no sea que el lector empiece a agobiarse. Así que el desenfado puede en ocasiones tomar un protagonismo exagerado, además de salpicarnos de comentarios de un inoportuno sesgo político o referencias irónicas a la actualidad italiana del momento que pocos conseguirán captar.
¿Se pasó de frenada don Indro a la hora de exponer la historia de la vieja civilización? Puede que un poco, quizá por subestimar a los potenciales lectores, porque a lo mejor quien se interesa por el tema no necesita de tanto chiste. Aun así ¿el libro es recomendable para quien busque conocer esos siglos que han dejado tanta huella en nuestro mundo europeo? Pues sin lugar a dudas, aseguraría que sí.
sábado, 27 de julio de 2024
Jordi Sarsanedas: El martell
- Su ingenioso primer capítulo, que inaugura la historia con una premisa, personaje y narrador distintos a aquéllos por los que se acabará decantando.
- Sus estimulantes secuencias oníricas.
- El simbolismo de las escenas en las que Deva intuye cosas con forma de martillo, descubre que hay una paloma tapiada en la pensión en la que se aloja o establece un paralelismo entre Sabina y un bonsai.
- Los deliciosos arrebatos líricos de la prosa de Sarsanedas (quien fue poeta).
- Pese a leerse con fluidez, el ritmo de su argumento se atasca en algunos tramos y su prosa es por momentos excesivamente minuciosa.
- Los elementos introducidos tardan bastante en confluir, por lo que la primera mitad de la novela se antoja dispersa.
viernes, 26 de julio de 2024
Paco Alcázar y Torïo García: Las 100 primeras películas de Nicolas Cage
Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable para todos públicos, pero, sin duda, imprescindible para fans...
El fabuloso actor Nicolas Cage(¿qué digo, actor? ¡La estrella!) brilla por derecho propio en el universo hollywoodiense y gracias a su magnífica labor interpretativa y a su indudable carisma ha ido generando a lo largo de su dilatada carrera todo un ejército de seguidores, que se pueden encontrar en los lugares más insospechados... Sin ir más lejos, en este benemérito blog cuenta, al menos, con dos: nuestro padre fundador, Santi y yo mismo (he de aclarar que soy fan, pero de baja intensidad; no duermo en unas sábanas estampadas con la cara de Nicolas Cage, ni nada de eso... Ojo, que tampoco estoy diciendo que Santi lo haga. Repito: NO ESTOY AFIRMANDO QUE SANTI DUERMA EN UNAS SÁBANAS ESTAMPADAS CON LA CARA DE NICOLAS CAGE... A mí, al menos, no me consta).
Como es de supone otros dos grandes fans de Nicolas Cage son los autores de este libro, Paco Alcázar, dibujante que ya había incorporado al actor como personaje de sus tiras cómicas, y Torïo García, autor en internet de una NicCagepedia; dos personas, por tanto, idóneas, para llevar a cabo la gloriosa recopilación de las cien primeras películas de este titán de la interpretación. Y sí, no me equivoco, porque Cage ha aparecido ya -y sin tener en cuenta el doblaje de dibujos animados- en más de cien películas, cien (bastantes más, a estas alturas), desde su primera aparición en la pantalla, siendo aún adolescente. Y también: cien películas puede parecer una barbaridad (lo es) para cualquier actor, pero es que Cage no es un actor, es toda un género cinematográfico, en palabras del propio libro... Entre estos cien interpretaciones encontramos, claro está simples cameos -bien es cierto que cuando hablamos de quien hablamos, nada es "simple"- y papeles más o menos secundarios, pero también claramente protagónicos e incluso dobles; películas de culto, blockbusters y de serie Z, cine experimental y palomitero, metaficción y adaptaciones de cómics. películas dirigidas por grandes directores contemporáneos -ojo ahí, porque Nicolas Kim Coppola, a.k.a. Cage, ha sido dirigido por los hermanos Coen, David Lynch, Paul Schrader, Martin Scorsese, Brian De Palma, Werner Herzog, Ridley Scott, Oliver Stone, Spike Jonze (con guión de Charlie Kaufman) y, por supuesto, su tío Francis Ford... Bien es cierto que, salvo en el caso de Jonze, ninguna de las películas es de las mejores de estos directores,-, así como por artesanos del cine de acción -Simon West, Michael Bay-, visionarios de la ida de olla gore -Rob Zombie, Panos Cosmatos- o dobles de acción, operadores de cámara y debutantes en busca de su oportunidad. Incluso ha sido dirigido por sí mismo, aunque en un papel secundario, que Cage puede tener algún que otro patito desalineado, pero no todos... Naturalmente el registro de personajes que ha interpretado en todas estas películas es inacabable, épico, aunque con alguna repetición de cierta tipología: agentes de la ley tanto corruptos como incorruptibles, delincuentes variados -gángstwr, ladrones, traficantes diversos-, guionistas, borrachos o no, rebeldes juveniles y maduros, vampiros, caza tesoros, leñadores, superhéroes, motoristas fantasmas y, sobre todo, vengadores de diverso tipo y condición, porque puede que ningún otro actor se haya vengado tantas veces en la pantalla, excepción hecha de Liam Neeson...
jueves, 25 de julio de 2024
Sergio Villanueva: Los adioses póstumos
Idioma original: Español
Año de publicación: 2024
Valoración: Está bien
«Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera».
León Tolstói
Este puede ser uno de los comienzos más populares de la historia de la literatura y podría funcionar como resumen de Los adioses póstumos porque esta es la historia los hermanos Marcelo y Sofía Martín-Santos Benedet y, por extensión, la historia de la familia a través de los últimos 100 años.
Toda la novela está construida a partir de contraposiciones: entre los Martín-Santos (familia paterna) y los Benedet (familia materna), entre Sofía y Marcelo, entre la España nacional y la España republicana, entre los valores de uno y otro lado de la historia. Revisitado de algún modo, pero la eterna dicotomía "civilización" o "barbarie".
Esta contraposición no es solo temática porque Los adioses póstumos se construye, en lo formal, en base a la utilización del presente y del pasado en el que transcurre la "historia dentro de la historia" que ocupa el centro de la novela y que pone de manifiesto recuerdos y olvidos compartidos, revelaciones, soledades e incomunicaciones que marcan vidas.
En el lado positivo de la balanza de esta novela vamos a situar:
- su parte proustiana, especialmente en el capítulo titulado "Trayecto". De hecho, al menos en la parte inicial de la novela, Benibaite podría ser el Balbec de Marcel Proust. Aunque luego ya...
- su retrato de la alta burguesía valenciana en una bien dibujada trama secundaria (o no tanto) que emparenta con el Chirbes de Crematorio.
- los diálogos, que son, por lo general, ágiles y creíbles.
- la tendencia del autor a la sobreadjetivación.
- cierto maniqueísmo en los personajes. Resultan, en mi opinión, demasiado arquetípicos y se echa en falta una gama de grises más amplia.
- ligado en cierta forma a lo anterior, creo que la parte más "panfletaria" se come a la novela, sobre todo en su parte central.
- algunas partes demasiado "paulocoelhescas". Entiendo la situación de los personajes, pero el texto bordea en ocasiones el manual de autoayuda
miércoles, 24 de julio de 2024
Reseña + entrevista: Mireia de Purificació Mascarell
- Comienzo con una curiosidad: ¿Hay alguna relación entre tu novela y la Mireia de Frederic Mistral, más allá de la coincidencia de nombres?
Sí que es curioso, porque solo tú y otra persona (un crítico musical catalán que conocí el año pasado en los Premis Ovidi de la Música), me habéis señalado esta conexión y preguntado lo mismo. Y no, la verdad es que no tenía en al radar ese poema del autor francés en lengua occitana. De hecho, busqué si existía alguna novela con el mismo título antes de apostar al 100% por él, sin pensar que podía haberse usado para otros géneros literarios. Y sí, resulta que, en 1859, ya alguien había titulado con ese nombre femenino, tan bello, por otro lado… Aunque una de las razones, en mi caso, para titular Mireia a mi novela fue su parecido fónico con un relato de femme fatale, muerte y misterio de Edgar Allan Poe que siempre me ha fascinado: Ligeia.
- En la novela se entrelazan varias tramas: la del presente de la narradora y de Mireia, y la vida del psicólogo Luis Simarro, hijo del pintor Ramón Simarro (y sus relaciones con Charcot, con Sorolla, etc.). ¿Cuál fue el primer impulso para escribir la novela: contar la historia de Simarro, o la de Mireia, o ambas surgieron juntas?
El primer impulso fue Simarro, porque al comenzar a leer sobre su vida me fascinó la modernidad que representaba en una España de atraso científico y gran peso de la religión. Podía hacer una biografía de este psiquiatra valenciano, pero la magia de la ficción me atrae tanto que decidí armar un artefacto literario para contar la vida y obra de Simarro a través de personajes creados por mi imaginación, Neus, la narradora, y Mireia, la investigadora en psicología experimental y autora de una tesis sobre Simarro: dos jóvenes del siglo XXI que se entralazan con las jóvenes del XIX que Charcot diagnosticó de histeria. Esa unión de líneas temáticas y temporales se fue construyendo de una manera orgánica y también muy divertida para mí.
- En el plano del presente, la historia se desarrolla como un relato fantástico, con una ambigüedad entre lo real o lo irreal. ¿Por qué optaste por ese género o por esa ambigüedad?
Porque me encanta el género fantástico, lo gótico, las historias de miedo, las mansiones apartadas a lo Daphne du Maurier, porque crecí leyendo a E.T.A. Hoffmann, a Guy de Maupassant, los cuentos de Emilia Pardo Bazán o las leyendas de Bécquer, que me sabía de memoria de pequeña. Y disfruto mucho rindiéndoles homenaje a todas las autoras y autores que me han hecho soñar. Además, ¿qué es la literatura sino ambigüedad, en todos los sentidos? Para forzarnos a mirar las cosas de una manera “recta”, plana, sin claroscuros, ya hay otros muchos discursos culturales. La literatura es la reina de la dilogía, de las interpretaciones abiertas, del juego vacilante perpetuo… Y me gusta que sea así.
- En la novela se habla de diversas violencias sufridas por las mujeres (a través de la idea de "histeria" por ejemplo) y con su representación y subordinación a lo largo de la historia. El personaje de Mireia se relaciona, por ejemplo, con el mito de la femme fatale, de Lilith, del súcubo, de la vampira... ¿Dirías que ese es el tema central que une todas las diferentes facetas del texto?
Las figuras vampíricas provienen de la tradición oral europea y son adaptadas perfectamente en la literatura gótica: son seres que viven succionando la vida a los humanos. Y ahí radica su potencia metafórica: ¿cuántos elementos vampíricos nos rodean, nos modelan, sin darnos cuenta? En Mireia, he querido jugar con la figura del vampiro a varios niveles que el lector va descubriendo a medida que avanza la trama. La iconografía de la femme fatale del XIX se relaciona directamente con la de las vampiras y simboliza el miedo masculino a la pérdida de poder, a ser “succionados” por la fuerza femenina. Mireia podría ser esa mujer fuerte, independiente, una vampira del siglo XXI. Pero poco a poco descubrimos otros vampirimos más ocultos ejecutados, sin escrúpulos, por los hombres del XIX y del presente. Y nuestra idea de lo vampírico muta…
- La pintura ocupa un lugar muy importante en la novela. ¿No resulta algo paradójico que la historia la cuente alguien que dice no ser muy buena con las palabras y sí con los pinceles?
Un aspecto que siempre me ha fascinado de las narradoras o protagonistas de las novelas victorianas escritas por mujeres es que son chicas jóvenes que se presentan ante los lectores exhibiendo una gran modestia, luciendo una humildad poco acorde con su auténtica valía. Neus nos advierte de que es una mala narradora, pero logra exponer perfectamente todos los hilos de una historia enrevesada y compleja. Y creo que también logra enganchar con ese hilado a los lectores, algo que, en realidad, no es algo fácil. Así que podríamos decir que Neus opta por ser discreta y no envanecerse de sus capacidades, aunque se le den tan bien las teclas como los pinceles…
- Otro aspecto importante en la novela es su localización, Xàtiva, que te resulta tan próxima y tan querida. ¿Qué implicaba para ti situar la acción de la novela en Xátiva, y recuperar también a personajes nacidos o fallecidos en ella?
Bueno, ha sido un acto de reivindicación histórica y cultural de mi ciudad, pero sobre todo, un acto literario de amor: Xàtiva es un personaje más de la novela y, además, se presenta lejos de la imaginería tópica valenciana de “sol, playa y fiesta”. Aquí es una ciudad sobria y misteriosa, con muchos toques góticos y modernistas, con una densidad histórica muy decimonónica, y las aventuras de Mireia y Neus no podían disponer de un escenario más idóneo.
- La novela se escribió y publicó originalmente en valenciano, y ha sido después traducida al castellano por ti misma. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Hiciste una traducción "pura" o reescribiste el texto a medida que lo traducías? ¿Y cómo ha sido la recepción del libro en ambas versiones? ¿Has notado diferencias?
Intenté, sobre todo, que fuera una traducción fiel al ritmo, al tono y a la cadencia del original, porque estos aspectos los había cuidado mucho en valenciano y quería mantenerlos. Al principio de mi tarea traductora, me iba resultado extraño leer mi texto en castellano, pero cuando terminé todo el proceso la impresión fue estupenda: la verdad es que estoy muy satisfecha con cómo suena Mireia en castellano y, sinceramente, ambas versiones me satisfacen por igual.
Sobre la recepción: es curioso descubrir cómo un sistema literario pequeño, minoritario, más débil, recibe con mayor mimo e ilusión lectora un nuevo texto en el panorama literario, que un sistema macro y ultrasaturado de novedades como el del castellano. Y no me refiero a la prensa o los medios: en ambas lenguas la atención ha sido excelente, ninguna queja. Me refiero a la atención de los lectores: mucho más fiel, comprometida y duradera en valenciano y mucho más fugaz y dispersa en castellano. Algo completamente lógico y previsible, teniendo en cuenta la cantidad de novelas que se publican en España cada semana… Ya me parece todo un logro haber llegado a las dos ediciones en castellano con Dos Bigotes tras haber vendido más de tres mil ejemplares en el original…
- Por último, quería preguntarte qué proyectos literarios o editoriales tienes entre manos... Has editado libros de o sobre Elena Fortún, también una antología de relatos sobre animales... ¿Ahora mismo qué estás preparando?
Sigo, cómo no, trabajando con nuevas ediciones para Renacimiento de Elena Fortún. Lo próximo será la recuperación de un libro muy raro y especial dentro la producción fortuniana… Ya veréis. Y en septiembre de este año saco un ensayo literario con Ariel en el que he estado trabajando los dos últimos años: un recorrido a través de la narrativa escrita por mujeres que se ha ocupado de retratar la opresión dentro de la institución matrimonial. Un libro de alto compromiso feminista, humanista y, por supuesto, literario, porque la selección de autoras es muy potente. Y, por supuesto, siempre hay ideas anotadas para proyectos futuros, tanto de ficción como de no ficción. Pero hay que encontrar el tiempo, la disposición de ánimo y la energía física para llevarlos a cabo. Eso sí, no hay prisa alguna. Solo ganas de pasarlo bien.
martes, 23 de julio de 2024
Patricio Pron: La naturaleza secreta de las cosas de este mundo
Al hilo de mi última reseña, (porque quizás un día hubiera de establecerse - posible guion para una eventual serie abocada a una segura cancelación- una especie de hilo argumental por el que uno transita de una lectura a otra), he de decir que no hay nada más alejado a los escritores relativamente mediáticos que escritores como Patricio Pron. Que se limita a ir publicando sus novelas y continuar con una sólida carrera. Que tiene un nivel notable, de hecho ninguno de sus libros reseñados ha estado por debajo del recomendable y ya empieza a acumular un cierto número, esta sería su décima novela y que, hasta ahora, en todas las que he leído consigue mantener una cierta esencia y cuesta pocos párrafos reconocer su estilo y establecer una confortable y cierta familiaridad.
Para empezar, sus títulos se convierten en una marca de la casa. Hace unos días, tuve una relativa decepción al leer un artículo de la muy brillante Begoña Gómez Urzaiz sobre títulos de libros, en el que no se le mencionaba. Supondré que esa omisión fue un tácito reconocimiento de que en estas lides Pron merece un capítulo aparte. Con esta novela, Pron se incorpora al catálogo de Anagrama, proveniente de Random House, y he decir que, aunque sus portadas con la maquetación de su anterior editorial siempre me resultarán reconocibles, resulta un cambio nada discordante o traumático, casi un paso lógico, una secuencia natural. Me da que a Pron le sienta perfecto ese traje ya vestido por Bolaño, por Zambra, Villoro o Vila-Matas, todos ellos compañeros en intenciones y, lo suelto ya, en firmeza y seguridad a la hora de afirmar su narrativa. Permitid que reivindique por enésima vez a Bolaño como escritor de temeraria convicción en su obra y que se limitó (aunque los cálculos temporales le fallaron - él perdonaría esta broma) a esperar el reconocimiento.
Entonces, Pron no necesita epatar con la trama para noquear al lector. Le sería suficiente con la prosa y cómo esta serpentea y seduce. La historia está dividida en dos bloques. En el primero Olivia Byrne, joven actriz británica, reproduce a toda prisa su existencia, que ha quedado marcada y condicionada por la desaparición de su padre siendo ella una niña. En la segunda parte Edward Byrne, padre, narra su desaparición y su vida, dejadas atrás esposa e hija. Las dos narraciones tienen confluencias muy puntuales y evitan mencionar explícitamente causas y consecuencias, ya no juzgarlas o valorarlas, la figura del narrador está configurada con una extrema frialdad, reforzada por la práctica ausencia de diálogos y la propia composición narrativa, frases y párrafos extensos sin apenas pausas, Pron se extiende y retuerce hasta la extenuación, puede que hasta la veintena de páginas o así el lector pueda mostrarse hasta incómodo, pero, volvamos a mi modesto texto introductorio, Pron no escribe para ser gustado o interpretado o desentrañado sino para entregar una obra redonda, coherente y sin una sola grieta. Y esta novela puede interpretarse como una alusión a la huida como parte del tránsito vital o como ruptura que representa liberación, al reencuentro como cierre de círculo o como actualización de sistema. Pero nos queda una cierta sensación de expectativa de continuidad, de flujo. De hecho la novela menciona en sus agradecimientos no poco material en internet que puede usarse para complementarla y enriquecerla.
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