Año de publicación: 1937
Valoración: muy recomendable
"La causa de la libertad entonces en España no había quien la defendiera."
Resulta curioso lo socorrido que es el recurso de enmascarar situaciones reales de guerra alterándolas parcialmente. Cambiando nombres de los que participan en ellas, alterando trazos de personajes sea para difuminarlos sea aportándoles algún rasgo que permita que se adapten mejor al entorno de ficción. Esto ya lo había hecho Chaves Nogales en la excelente El maestro Juan Martínez que estaba allí y aún se justifica más en A sangre y fuego. Porque Chaves Nogales escribió estas siete historias sin que el conflicto que las provocó estuviera resuelto (aunque todo hacía presagiar cómo acabaría) y lo que iba a pasar después aún resultaba algo incierto. Chaves Nogales ya había salido del país y ya había tomado partido no por un bando u otro sino por defender la libertad, que las actitudes de ambos bandos ya habían amenazado por igual aunque por diferentes pretextos. De ahí la frase que encabeza esta reseña, y de ahí ese cierto tono premeditadamente equívoco en algunas situaciones.
Pues los relatos incluidos se sitúan siempre en esas líneas de frente que cambiaban de manos conforme el conflicto evolucionaba. Y cuando cambiaba de manos un pueblo siempre sucedía lo mismo: los nuevos ocupantes se lanzaban casa por casa a acabar con sus enemigos, que harían lo propio cuando las tornas se invirtieran. Un conflicto desigual, y de ahí lo cruel y descarnado que éste fue: un ejército que se subleva contra una población que apenas sabe organizarse cuando quienes deberían defenderles les traicionan y se alzan contra ellos. En eso consistió: en una traición desde la comodidad de la posición de fuerza. Y el rápido surgimiento de los dos bandos en medio de la confusión. Encima, el bando débil en plenas disputas internas. Que si anarquistas, que si comunistas, que si socialistas. Un caos absoluto el que se inició en 1936, un caos cuyas consecuencias aún se arrastran y cuyas heridas no pueden cerrarse mientras el poder establecido en 1939 sobre la fuerza y su purga posterior se vea representado en una solución de continuidad que parece programada para perpetuarse.
Pero eso es harina de otro costal. Los relatos de Chaves Nogales son, otra vez, ejemplares. Casi siempre en entornos rurales, lo cual los hace aún más escalofriantes. Porque los que se persiguen entre ellos para ajusticiarse, para delatarse, para eliminarse, suelen ser personas que convivían poco tiempo atrás. Personas que podían tener diferencias sociales, económicas, religiosas, ideológicas. Pero a las que ese repugnante alzamiento las obliga, a todas, a tomar partido. Esa toma de partido se radicaliza y se hace visceral a medida que avanza el conflicto y se asume su irreversibilidad. Entonces esos cuentos de fugitivos, de personas escondidas, de llamadas a la puerta a deshoras, mutan en auténtica literatura de terror. Las cunetas, las listas, los paseos por el bosque, las delaciones, el rumor, el engaño hacia el que era, anteayer, un vecino o hasta un amigo. Terror, sí. Nogales puede describirlo con ese sentido común y ese pesar de quien ve a sus compatriotas entrar en una espiral de locura. Pero estos relatos son terroríficos por su enorme sentido de la realidad y su estremecedora cercanía. Vemos a los milicianos con sus precarias armas al hombro. Vemos a la maquinaria de guerra italiana y alemana echando una mano en el abyecto plan franquista. Pasados los años, los palpamos y los imaginamos en esos entorno de caos y descontrol. Chaves Nogales, insisto, no se decanta por otra cosa que por lo que cualquier persona cabal y honesta haría. Paz y libertad. Qué lógico y qué coherente. Quién discutiría eso.
Pues tuvo que salir huyendo.
Otros libros de Chaves Nogales en UnLibroAlDía : Juan Belmonte, matador de toros, La agonía de Francia, El maestro Juan Martínez que estaba allí
Pues los relatos incluidos se sitúan siempre en esas líneas de frente que cambiaban de manos conforme el conflicto evolucionaba. Y cuando cambiaba de manos un pueblo siempre sucedía lo mismo: los nuevos ocupantes se lanzaban casa por casa a acabar con sus enemigos, que harían lo propio cuando las tornas se invirtieran. Un conflicto desigual, y de ahí lo cruel y descarnado que éste fue: un ejército que se subleva contra una población que apenas sabe organizarse cuando quienes deberían defenderles les traicionan y se alzan contra ellos. En eso consistió: en una traición desde la comodidad de la posición de fuerza. Y el rápido surgimiento de los dos bandos en medio de la confusión. Encima, el bando débil en plenas disputas internas. Que si anarquistas, que si comunistas, que si socialistas. Un caos absoluto el que se inició en 1936, un caos cuyas consecuencias aún se arrastran y cuyas heridas no pueden cerrarse mientras el poder establecido en 1939 sobre la fuerza y su purga posterior se vea representado en una solución de continuidad que parece programada para perpetuarse.
Pero eso es harina de otro costal. Los relatos de Chaves Nogales son, otra vez, ejemplares. Casi siempre en entornos rurales, lo cual los hace aún más escalofriantes. Porque los que se persiguen entre ellos para ajusticiarse, para delatarse, para eliminarse, suelen ser personas que convivían poco tiempo atrás. Personas que podían tener diferencias sociales, económicas, religiosas, ideológicas. Pero a las que ese repugnante alzamiento las obliga, a todas, a tomar partido. Esa toma de partido se radicaliza y se hace visceral a medida que avanza el conflicto y se asume su irreversibilidad. Entonces esos cuentos de fugitivos, de personas escondidas, de llamadas a la puerta a deshoras, mutan en auténtica literatura de terror. Las cunetas, las listas, los paseos por el bosque, las delaciones, el rumor, el engaño hacia el que era, anteayer, un vecino o hasta un amigo. Terror, sí. Nogales puede describirlo con ese sentido común y ese pesar de quien ve a sus compatriotas entrar en una espiral de locura. Pero estos relatos son terroríficos por su enorme sentido de la realidad y su estremecedora cercanía. Vemos a los milicianos con sus precarias armas al hombro. Vemos a la maquinaria de guerra italiana y alemana echando una mano en el abyecto plan franquista. Pasados los años, los palpamos y los imaginamos en esos entorno de caos y descontrol. Chaves Nogales, insisto, no se decanta por otra cosa que por lo que cualquier persona cabal y honesta haría. Paz y libertad. Qué lógico y qué coherente. Quién discutiría eso.
Pues tuvo que salir huyendo.
Otros libros de Chaves Nogales en UnLibroAlDía : Juan Belmonte, matador de toros, La agonía de Francia, El maestro Juan Martínez que estaba allí
Mejor que El maestro Juan Martínez que estaba allí por lo que entiendo, no?
ResponderEliminarParecen sus dos libros más interesantes...
Los toros, como toda violencia contra alguien o algo, deberían estar prohibidos, pero su libro sobre Belmonte, es literatura de la buena.
ResponderEliminarOtra cosa por muy verdad y bien explicado que este, es no dejar claro que como dice Paul Preston, lo que ocurrió en la guerra civil, y posterior, en este caso el autor ya había fallecido, por parte de los franquistas sobre la población española, fue un genocidio, solo disimulado por el holocausto nazi que realizaron sobre judíos, gitanos, homosexuales o disidentes politicos.
Muy adecuado para que la gente joven sepa qué pasó aquí en 1936-9. Debería ser ficción y no lo es. Incluso se queda corto. Aquella guerra tuvo lugar en el Infierno, pero por alguna razón los nombres de personas y lugares intervinientes son en español.
ResponderEliminarAnónimo 1. El nivel de ambos libros es estratosférico, más escorado hacia la ficción en El maestro... y más hacia la crónica este de hoy. Pero interesantes, reveladores, y, me da la impresión, muy verídicos en los hechos que describen.
ResponderEliminarAnónimo 2. De acuerdo en todo. Aunque ya vayamos un poco cargados de polémicas.
Sandra. Vivimos en un país curioso, donde se prefiere mirar a otro lado la mayoría de las veces. Qué podemos hacer.
Gracias a todos por los comentarios.
Tras leer "El maestro Juan Martínez ...", que me encantó, me lancé a por éste porque muchas críticas lo ponían por delante de aquel. En mi opinión, no tienen nada que ver. Los relatos, aunque aportan una visión más imparcial y acertada de lo que fueron los primeros meses de la contienda, no aportan nada nuevo. A mí es que no me suelen gustar los relatos porque se me quedan cortos, necesito más desarrollo, más profundidad ...
ResponderEliminarEn cualquier caso, caerán más Chaves Nogales.
Enhorabuena por el blog.
Toni.
Tengo 41 años y creo haber sido un buen estudiante (hijo de mi época: de la EGB, los ochenta, etc), amante además de las letras y la literatura. Sin embargo, solo tuve noticia de la existencia de Manuel Chaves Nogales a partir del año 2009, en el acto de presentación de "La noche de los tiempos" de Muñoz Molina, en la Residencia de Estudiantes. AMM precisamente citaba a Chaves Nogales como una de las fuentes de las que se había nutrido para su novela.
ResponderEliminarPongo este ejemplo para ilustrar el olvido (¿intencionado?) en que se ha mantenido a un autor como Chaves Nogales, quizá por no pertenecer éste a ninguna de esas "dos Españas", sino a una tercera que fuera cual fuera el bando vencedor hubiera de todos modos perdido la guerra.
Tras aquel descubrimiento tardío y casi casual, mi primer contacto con MCN fueron los relatos de A Sangre y Fuego. Recuerdo sobre todo su prólogo, que contiene a mi juicio una insuperable manifestación de coraje y dignidad en un momento en el que lo más fácil y seguro era tomar partido por una de las facciones en lucha. Tras ello he leído La Agonía de Francia, El Maestro Juan Martínez y Juan Belmonte. Nunca decepciona. Es una satisfacción observar la recuperación de un autor de esta talla, quien parece que, como Arturo Barea, pronto ocupará también un modesto pero no por ello menos importante lugar en el callejero madrileño.
Pelín demagógico esto de "un caos cuyas consecuencias aún se arrastran y cuyas heridas no pueden cerrarse mientras el poder establecido en 1939 sobre la fuerza y su purga posterior se vea representado en una solución de continuidad que parece programada para perpetuarse.". Hombre, que también ha habido 22 años de gobierno del PSOE. Llegará un momento en que, nos guste o no, habrá que concederle a España el derecho a que existan opciones conservadoras, como sucede en el resto de países, sin emparentarlas necesariamente con la dictadura.
ResponderEliminarGran libro, por lo demás.
Uy. Perdón. Sí, el PSOE. El de Felipe González, Bono, y Susana Díaz (yo la conozco más como Lady Abstención)
EliminarEl libro, según algunos autores, es de lo mejor escrito sobre la guerra civil. Creo que ha tenido buena prensa (de derechas) debido a que reparte bien para los dos bandos. Yo digo que está bien, que debería leerse en las escuelas incluso, porque describe de manera desgarradora la sinrazón del conflicto, y que es imprescindible para el interesado en la Guerra Civil, pero no sé si la consideraría una obra de primera magnitud. Lo mejor, el prólogo del autor y los relatos "Y a lo lejos una lucecita", "La Columna de Hierro" y "Consejo obrero". Le tenía muchas ganas y quizás tenía las expectativas muy altas.
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