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martes, 7 de mayo de 2024

Giosuè Calaciura: Yo soy Jesús

Idioma original: italiano

Título original: Io sono Gesù

Traducción: Miguel Ros González

Año de publicación: 2021

Valoración: Se deja leer


Interesante, atractivo. No me refiero a ningún actor famoso, sino a un libro que promete contar la historia de Jesús de Nazaret en sus años jóvenes, esa etapa de la que aquello que se llamaba Historia sagrada no dice casi nada, al menos que yo sepa. El Mesías de los cristianos, profeta para los musulmanes, era un hombre de carne y hueso al margen de otras consideraciones, y debió tener una infancia, una adolescencia y una primera juventud. Ante este vacío, Calaciura ofrece una versión posible, fantaseando sobre cómo pudo ser, creando algo que con un criterio laxo podríamos clasificar como novela histórica. Y sí, me parecía interesante, aunque no del todo novedoso, porque otros ya lo hicieron antes, como el conocido El evangelio según Jesucristo de Saramago, que no he leído y creo que se adentra en el mismo tema. 

Las expectativas son importantes cuando leemos un libro, lo que uno espera de él antes de empezar o consumidas unas pocas páginas va a determinar en buena parte la opinión que finalmente nos formemos. En este caso yo esperaba una recreación en la que el necesario grado de imaginación entroncase con lo que sabemos (en mi caso, muy poquito) por los pasajes bíblicos, pero también con el contexto histórico, una visión diferente, laica si se quiere, de una etapa que resulta desconocida, quién sabe si por desinterés de los evangelistas o por la voluntad deliberada de ocultarla.

Jesús escribe en primera persona, una especie de memorias de juventud que se inician a una edad indeterminada que podríamos situar en la adolescencia. Y el relato que se monta Calaciura lo describe mejor que nadie uno de los inevitables elogios que adornan la solapa: ¡El Evangelio de Calaciura es una novela de aventuras! (lo dice Tutti Libri). Al margen de la rima, supongo que involuntaria, y del muy discutible carácter elogioso de la cita, es exactamente así. En vez del niño seriecito que se perdió y fue encontrado en el templo discutiendo con los sacerdotes (episodio por cierto ausente del libro), lo que sí tenemos es un circo ambulante, un par de novias, bandidos no identificados que arrasan la aldea, ataques de perros asilvestrados y una sequía que calcina los campos. En algún momento se puede pensar que el autor está dándole una vuelta a las siete plagas de Egipto, pero lo dudo mucho, creo que simplemente se ha lanzado a un relato de acción, en general además bastante deficiente.

Deficiente porque tiene el tono algo recargado de cierta literatura juvenil y, al margen de algunas incongruencias y anacronismos, sobre todo porque casi todas estas aventuras resultan simples, reiterativas y gratuitas, sin un origen justificado ni desarrollo o conexión a una idea coherente. Una especie de pasatiempo que podría haberse prolongado doscientas páginas más si Calaciura hubiera seguido tirando de esa inventiva un poco pueril, o su editor se lo hubiese aconsejado.

Pero, claro, le he puesto una valoración en la que algo se puede salvar. Quizá el aderezo de algunas escenas y personajes bíblicos muy conocidos (aunque creo entender que colocados de forma bastante caprichosa), insinuaciones bastante bien traídas en torno a la ya clásica disquisición sobre la virginidad de María, o ligeros apuntes (insuficientes) relacionados con la suspicacia de Roma ante cualquier atisbo de rebelión en sus posesiones. Tal vez lo más logrado es la muy diferente relación que José y María tienen con su hijo. El padre parece intentar marcarle el camino hacia una vida normal de carpintero honrado, ella aparenta ocultar tras un velo de silencio el secreto decisivo que solo ha de revelarse cuando llegue el momento. Esa lucha interior de María se transmite de alguna manera a su hijo, que a veces es consciente de que hay algo importante que no conoce y que quizá no le permitirá vivir la vida normal que ahora le seduce. En este sentido, siendo generosos podríamos ponerle la etiqueta de novela de formación.

Esto, más alguna que otra escena bastante lograda, y un par de giros hábiles sirven para suavizar el fiasco. Pero, como decía antes, todo dependerá de las expectativas del lector cuando empieza el libro: he intentado advertir de lo que hay, pero si alguien gusta de una narración simple, entretenida y sin pretensiones, con el toque de color que le pueden dar personajes muy conocidos, adelante con el asunto.  


lunes, 6 de mayo de 2024

Ottessa Moshfegh: Mc Glue


Idioma original:
inglés
Título original: Mc Glue
Traducción: Inmaculada C. Pérez
Año de publicación: 2014
Valoración: está bien

He de reconocer que cierto perfil de autor tiene la cualidad de atraerme hacia sus obras. Tampoco voy a negar que el aparato promocional de las editoriales obre su cometido y, en el caso de Ottesa Moshfegh, tanto Eileen como Mi año de descanso y relajación contaron con el suficiente atractivo para captar mi humilde atención, si bien para el caso de esta última aprecié cierta unanimidad entre sus lectores que me hizo albergar la esperanza de un cierto salto y que resultó, ecuación que no suele fallar, en una cierta decepción. A pesar de eso, Moshfegh me parecía una autora a seguir, por juventud y actitud y ante la constatación de que las carreras literarias pueden tener cierta fluctuación.

Primer contratiempo: en el mundo de los fajines y la sutileza (o no tanto) promocional, esta Mc Glue publicada en castellano en 2024 es una primera novela. No queda claro (me pasó hace un año con Mairal y Asteroide) si no se accede a la solapa interior, por lo cual el equívoco es, aunque sea sibilinamente, demasiado fácil. Esta no es la novela siguiente a un año... sino el debut de su autora. ¿Un engaño? Bueno, cada uno se pronunciará, pero, a un mes de Sant Jordi, y de una escritora que ya genera cierta expectación en fin, vamos a dejarlo y no nos metamos en especulaciones.

Mc Glue, al margen de estas reticencias, es, como mínimo, una novela valiente en su planteamiento. Nick Mc Glue está encerrado en un camarote en un barco, allá por 1851. Custodiado por marineros mientras el barco en el que navega se dirige al puerto donde será entregado para ser juzgado pues, dicen, ha asesinado a su amigo Johnson. Esto, amigos, es una novela psicológica donde asistimos a toda la reflexión de Mc Glue que se encuentra aturdido y confundido sobre los hechos, y sus 140 páginas (una primera parte en el barco y una segunda ya en tierra, recibiendo visitas de madre y abogado) representan un ejemplo de lo que se diría corriente de conciencia, pues hasta los diálogos son meros asideros para evaluar la progresión del personaje, errático y meditabundo, inseguro en todo momento debido a los efectos del alcohol, los pasados y los presentes, cosa que adscribe esta ópera prima en varias corrientes a la vez: la narrativa alcohólica, la confesión personal de cierto calado, la situación claustrofóbica propia de las novelas marineras. Con lo cual uno puede referirse tanto a Melville como a Saer (efluvios muy tenues de El entenado pueden surgir aquí) e incluso a obras emblemáticas como El túnel, pero siento advertir que esas referencias son solo temáticas. Me temo que Moshfegh alarga en exceso el planteamiento y convierte el texto más en una suerte de suspense sobre los hechos que veo irresuelto y que deja el valor de esta obra en meramente testimonial de ( e insisto en la valentía de la autora en elegir este escenario) un inicio de carrera.

domingo, 5 de mayo de 2024

Fernanda Melchor: Falsa liebre

Idioma original: español

Año de publicación: 2013

Valoración: recomendable

Durante una entrevista, cuestionaron a Juan Rulfo sobre cómo logró capturar con maestría las voces del campo mexicano en sus cuentos y novelas, como si hubiera grabado conversaciones de la gente de los altos de Jalisco para luego transcribirlas. Al sumergirnos en sus relatos, es posible "escuchar" las voces emergiendo de la tierra. Rulfo respondió de manera muy honesta, aunque un poco avergonzado: “Tuve que inventarles el modo de hablar y de expresarse, porque ellos no se expresan así. Cualquier persona que tratara de encontrar esos paisajes o esas personas, no las encontraría. Quise retratar los rostros de esos personajes, pero la gente es común y corriente como en todas partes. No tenían nada de especial”. En “Falsa liebre”, se cae en la misma trampa.

Con una habilidad extraordinaria, Melchor otorga voz a sus personajes de una manera que recuerda a Rulfo; parece replicar fielmente su lenguaje, en este caso, el de jóvenes marginales de una ciudad costera mexicana. Aunque desconozco los antecedentes personales de Fernanda, es posible que su niñez en ambientes similares o su labor periodística le hayan permitido acercarse a la realidad de quienes poblarían su novela. Sin embargo, sospecho que, al igual que Rulfo, todo es inventado, resultado de la gran capacidad de fabulación de Melchor. Y con esto no me refiero a que Fernanda esté dándonos una visión manipulada de la realidad, si no que ha tenido que recrear y revivir esas personas imaginándolas como ella querría que fueran, tomando como punto de partida su ubicación y su contexto.

La obra narra dos historias: la de dos chicos que recurren al robo y la prostitución para sobrevivir y la de un joven que espera anhelante el nacimiento de su hijo, al tiempo que vive una vida sin significado ni motivación mas allá de las drogas. Ambas tramas se desarrollan en un contexto de marginación, violencia, adicciones, etc., entrelazándose fatalmente, muy al estilo de “Amores perros”. Lo destacable no es tanto la trama, que aborda la miseria y violencia (temas que personalmente me tienen un poco cansado), sino el estilo de Melchor, el cual es muy fluido.

En entradas previas de este blog, al reseñar otras obras de Melchor, se ha elogiado su destreza para emplear un lenguaje que combina la crudeza y pasión del habla cotidiana con su vasta cultura literaria, y concuerdo plenamente. La voz del narrador describe con precisión los escenarios, el ambiente, las motivaciones y conflictos de sus personajes. No obstante, al llegar a los diálogos, no puedo evitar recordar esas palabras de Rulfo, “ellos no se expresan así”. Aunque la ficción concede numerosas licencias, incluyendo la libertad en el uso del lenguaje, resulta chocante cuando un joven desfavorecido, carente de educación, afectado por las drogas y sumido en la pobreza, pronuncia diálogos que bien podrían rivalizar con los de Hamlet, pero aderezados con vulgaridades y blasfemias. Esta discrepancia me saca de la ficción y, hasta cierto punto, me hace sentir ligeramente defraudado, especialmente cuando se busca una representación fiel de la realidad. Es como ver a los indigentes en las telenovelas que, aunque despeinados y cubiertos de suciedad, lucen dientes blancos y ropa perfectamente planchada.

No me malinterpreten, leer a Fernanda Melchor es un verdadero placer. Y considero que esos aspectos que personalmente me resultan desagradables se atenúan en sus obras posteriores. Tanto el libro como su autora son altamente recomendables. Sin lugar a dudas, de las mejores escritoras hispanohablantes de su generación.

Otras obras de Fernanda Melchor en ULAD: Temporada de huracanesAquí no es MiamiPáradais

sábado, 4 de mayo de 2024

Reseña + entrevista: Esta es tu casa, Fidel de Carlos D. Lechuga

Idioma original: Español
Año de publicación: 2024
Valoración: Bastante recomendable

Cuba es una de las protagonistas de la historia política del siglo XX. Ya 1898 parecía presagiar que la isla se encontraría en el centro de la vorágine del siglo XX. Y, aunque quedó fuera de foco en la primera mitad de siglo, la revolución de 1959 tuvo una innegable influencia en buena parte de los movimientos políticos de "izquierda" / anticolonialistas de América Latina, África o Asia.
No temáis. Hoy no hablaremos de Historia (con mayúsculas) sino de historias (con minúscula) y, en todo caso, de historias dentro de la Historia.

Porque "Está es tu casa, Fidel" es un libro de memorias que se sustenta en tres patas (la personal, la familiar y la colectiva) que no son compartimentos estancos sino vasos comunicantes. 

Y es que Carlos Lechuga Hevia, abuelo del autor, fue, entre otros cargos, embajador del gobierno revolucionario en Naciones Unidas y, por tanto, la familia del autor formó parte de la élite (o jetset) de la isla. Vamos, que no era de la familia real pero sí que estaba muy cerca.

Esta posición social, unida al culto a la personalidad del líder, hace que el Carlos Díaz Lechuga niño sienta una especie de fascinación por la figura de Fidel. El problema radica en que uno se hace mayor, ve cosas (contradicciones, disparates, etc) y esa imagen inicial vira hacia el desencanto, el miedo y el asco a medida que el aparato del estado pone el foco en uno, ya sea por un comentario, una película, un comportamiento sexual "inadecuado", etc.

Puestos a elegir, me interesa mucho lo que el libro tiene de indagación en la moral del esclavo, en la supresión de la incredulidad que acompaña a utopías devenidas en distopías (por tragicómicas que estas sean) y lo que el libro tiene de crónica, alejada de simplificaciones más afines a lo ideológico que a lo real, de un país de máscaras y mentiras, de susurros y silencios.

Pero mejor que todo esto nos lo explique el propio autor. En este vídeo de nuestro canal de Youtube podéis verlo:




viernes, 3 de mayo de 2024

Clara Obligado: Las otras vidas

 Idioma: español

Año de publicación: 2007

Valoración: está bien

Me decidí a leer algún libro de la hispanoargentina Clara Obligado (o argentina residente en España, para ser más exacto) impelido por la admiración que le profesa cierta booktuber de la que yo, por mi parte, me suelo fiar. Vaya por delante que creo que me equivoqué con el libro elegido para comenzar con esta escritora, una recopilación de cuentos bastante delgadita y que, por tanto, parecía idónea para tal fin. No diré que el libro se me haya hecho largo, porque materialmente es imposible, ni tampoco que estén mal escritos -al contrario- o resulten dificultosos para leer, pero, a decir verdad, me han parecido que ni chicha ni limoná: en general, no me han dejado demasiada huella, e incluso, si no fuera porque he ido tomando notas de ellos según los leía, me costaría bastante recordad algo de aluno de los cuentos, incluso justo después de haberlos leído.

Podemos distinguir dos tipos de relatos en esta recopilación: por un lado, los más largos -tampoco mucho- y con un tono mucho más "serio", en ocasiones melancólico e incluso trágico, tocando temas como el exilio, la memoria y la muerte. Por otra parte, cuentos cortitos, de apenas una página o dos, más divertidos y con un trasfondo  erótico; de éstos, destacan, a mi entender, La sirena, en la que un pescadero venden una sirena en su establecimiento, Lenguas vivas, sobre las diferencias entre el castellano de Argentina y el de España -sobre todo en lo que toca al asunto que ya os podéis imaginar-, Los pecados de la carne, delirio erótico de una señora que hace cola en una charcutería, entre tanta salchicha, longaniza y demás embutidos y el cuento que abre el volumen, Yo, en otra vida fui avestruz, que va...exactamente sobre eso.

Por lo que respecta a los relatos más largos, es evidente que tienen un desarrollo narrativo mayor, más personajes, los protagonistas recorren un arco más amplio, etc. Pero esta mayor complejidad no siempre juega a favor de un resultado más satisfactorio; ejemplo de ello serían los cuentos más trabajados en el aspecto narrativo: El enviado, sobre la amistad entre un chico de "familia bien" de Madrid y el hijo de la portera de la finca, desaparecido de forma enigmática, y Paternidad, sobre la crisis de la mediana edad de un profesor universitario que acaba de ser padre por primera vez. Son relatos que, pese a su ambición y corrección formal -porque hay que señalar que la prosa de Obligado es siempre excelente-no acaban de despertar el interés del lector. O de este lector, cuando menos. otra cosa es lo que ocurre con los dos relatos largos que más me han agradado: Exilio, variaciones sobre las vidas posibles (o reales) de una(s) exiliada(s) política(s) y Con las mujeres nunca se sabe (Homenaje a Raymond Carver), en el que dos amigas inseparables de la infancia y juventud se reencuentran al cabo de los años al morir el marido de una de ellas y volver la otra, exitosa diseñadora de modas, al pueblo del interior de Argentina donde se crió. Un cuento en el que la autora consigue dar con el tono exacto de fría familiaridad, sin descartar la sorpresa.

En suma, una colección de relatos no diré decepcionante pero que tampoco mueven al entusiasmo. Repetiré con esta escritora, sin duda, pero dentro de un tiempo y quizás con alguna novela cuyas críticas sean positivas, de forma unánime, para no pillarme los dedos. Hasta entonces, chau, doña Clara


jueves, 2 de mayo de 2024

Elizabeth Bowen: L’amant del diable

Idioma original: Inglés
Traducción (al catalán): Carme Geronés
Año de publicación de este volumen: 2023
Valoración: Recomendable

L’amant del diable es una antología editada por Laertes. Recoge diez relatos de la escritora irlandesa Elizabeth Bowen, escritos entre 1929 y 1952.

Todos ellos se podrían definir como sutilmente inquietantes. Priorizan la atmósfera y psicología a la imaginería; asimismo, abordan sus temas y mensajes oblicuamente, en vez de explicitarlos. No en balde, recuerdan poderosamente a algunas ficciones de autores como Walter De la MareRobert Aickman, Algernon BlackwoodShirley Jackson o Amparo Dávila.

En "Mabelle morta" ("Dead Mabelle", 1929), un hombre solitario e introspectivo se obsesiona con una actriz de cine mudo. El pulso narrativo de Bowen, la forma en que la autora insufla vida al protagonista o el final redondo con que cierra la historia elevan una premisa simple al estatus de relato sobresaliente.

En "Ja hi tenim un peu" ("Foothold", 1929), una pareja invita a un amigo que acaba de llegar de España a su nueva casa. Este es un relato sumamente ambicioso, en el que el lector debe leer entre líneas o interpretar silencios para descifrar las relaciones que mantienen los personajes.

En "El gat salta" ("The Cat Jumps", 1929), una pareja de «agnósticos devotos» compra Rose Hill, casa donde un hombre asesinó brutalmente a su mujer, para pasar los fines de semana y los veranos. Este relato tiene un desarrollo poco convencional y un desenlace deliciosamente cruel; asimismo, lo permea una ironía tan fina como incisiva.

En "La pomera" ("The Apple Tree", 1931), el trauma de la infancia de una joven recién casada drena su vida e incluso la de su propio marido. El final de este relato tiene unas connotaciones bastante interesantes.

En "Un esperit animat" ("The Cherry Soul", 1941), una joven llega a la casa donde una familia la ha invitado a pasar la Navidad, pero no encuentra más que a la tía junto a la chimenea. Su estructura circular y sus implicaciones se antojan tremendamente audaces.

En "L'amant del diable" ("The Demon Lover", 1944), una señora casada se reencuentra con un amante de juventud. El uso que Bowen hace del escenario medio derruido por los bombardeos, su capacidad para señalar detalles sin pecar de obvia y la tensión que imprime al segundo tramo de la historia contribuyen a que este relato sea sumamente efectivo.

"Els feliços camps de la tardor" ("The Happy Autum Fields", 1944) me resulta imposible de resumir. Es, quizá, el relato en el que me ha costado más entrar, y que menos he entendido. Aun así, de él me han fascinado las oblicuas interacciones de los personajes, los diálogos repletos de dobles sentidos y su inquietante desenlace.

En "L'arç rosat" ("Pink May", 1944), una mujer explica a una amiga cómo un fantasma al que nunca llegó a ver, pero que siempre presintió mientras se cambiaba de ropa, arruinó su matrimonio. Curioso retrato psicológico de alguien incapaz de asimilar que, en efecto, una persona puede destrozarse a sí misma su propia vida.

En "Grèvol verd" ("Green Holly", 1944), el fantasma de una joven se entromete entre dos hombres y una mujer que conviven en una mansión. Excelente retrato de la abulia, la insatisfacción, pero también de la negación a aceptarlas del todo.

En "Com un guant" ("Hand in Glove", 1952), dos hermanas huérfanas que viven con su tía buscan casarse. La ambigüedad de su final y la caracterización de cierto personaje perturbarán a más de un lector.

En resumen: me ha sorprendido gratamente el nivel de refinamiento de los relatos de Bowen, pues son capaces de llevar con destreza tanto premisas algo formulaicas como propuestas más atrevidas. También querría destacar que las historias de fantasmas de la autora me han recordado mucho a las de, por ejemplo, Violet Hunt o Edith Wharton. Y es que las tres escritoras eluden los tropos del subgénero para entregar ficciones simbólicas donde el espectro pocas veces llega a aparecer como tal.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Tomoka Shibasaki: El jardín de la primavera

Idioma original: japonés

Título original: Haru no niwa (春の庭)

Traducción: Madoka Hatakeyama

Año de publicación: 2014

Valoración: está bien

Si entran a la cuenta de Instagram de Tomoka Shibasaki (es un perfil público, no crean que soy un acosador) tendrán una idea muy aproximada del tono de esta novela. Ciudades desiertas, paisajes desenfocados, callejones en penumbra, flores… Apenas hay personas, y aquellas que aparecen están de espaldas o son vistas desde lejos, haciendo imposible discernir sus rostros con nitidez. Parece que Shibasaki busca revelarse de manera indirecta a través de aquellos elementos que la influencian y obsesionan. De forma similar, "El jardín de la primavera" (premio Akutagawa 2014) está poblado por personajes de contornos difusos, con personalidades ambiguas y, en ocasiones, impredecibles, asemejándose a fantasmas que deambulan por una urbe donde el tiempo transcurre de manera distinta.

Taro, un oficinista que reside en un complejo de apartamentos condenado a la demolición, se enfrenta al inevitable desalojo. El trasiego constante de mudanzas de los otros inquilinos se vuelve parte de la rutina. Aún sin decidir su próximo destino, Taro no se opone al cambio; más bien se sumerge en una profunda indolencia. Su calidad de superviviente de ese éxodo le hace trabar amistad con otra de las inquilinas que permanece obstinadamente en su apartamento. Esta mujer le cuenta su obsesión con la casa vecina, una edificación de estilo occidental y peculiar diseño. Dicha casa fue el hogar de una pareja de artistas, cuya cotidianidad quedó inmortalizada en un álbum fotográfico que acabó publicándose, y que aquella vecina estudia como una especie de Manuscrito Voynich.

Por una parte, Shibasaki trasmite la incesante mutabilidad de una ciudad como Tokio, donde los negocios abren y cierran, las casas son demolidas o renovadas, el paisaje nunca es el mismo. Pareciera un lugar donde es imposible echar raíces. Todo es provisional y, sin embargo, la rutina persiste, a pesar de cambiar de trabajo, de amigos, o incluso de casa. Tal vez esa crisis existencial pueda orillarte a obsesiones absurdas.

Por otro lado, esta pequeña novela tiene un aura de misterio, aunque muy tenue. Los personajes parecen esconder algo, ya sea de su pasado o de su carácter. Por alguna razón, Taro guarda los restos funerarios de su padre en el armario. La inminente demolición del edificio de apartamentos da la impresión de nunca llegar a culminar. La vecina no tiene otra razón de existir que aquella casa y sus habitantes. Todo así puesto sobre la mesa provoca desasosiego.

Shibasaki logra capturar un sentimiento de alienación y abandono no solo a través de sus personajes, sino también mediante el entorno que los rodea. La narrativa fluye entre lo real y lo onírico, enfocándose en crear una atmósfera de contemplación y misterio. La fascinación por la casa vecina y su historia inmortalizada en un álbum fotográfico se usa para contrastar el paso del tiempo de todo y todos los que la rodean. A través de estos elementos, Shibasaki sugiere cómo los espacios y los recuerdos configuran nuestra identidad y percepción del mundo.

"El jardín de la primavera" es una obra que, pese a su aparente sencillez, nos hace pensar sobre la existencia, la soledad, y cómo creamos un espacio personal que, a su vez, acaba por limitarnos. Con una prosa lírica y evocadora, este libro agradece las pequeñas revelaciones y los placeres efímeros de la vida que, en última instancia, es a lo más que podemos aspirar.

Finalmente, tengo que dar una advertencia para todos aquellos que aborrecen la ambigüedad y los finales abiertos. Leer este libro puede llegar a sentirse como ver una película mientras te quedas dormido.


martes, 30 de abril de 2024

Serguéi Dovlátov: La filial

Idioma original: ruso

Título original: Филиал

Traducción: Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea

Año de publicación: 1990

Valoración: Está bien


La valoración Se deja leer equivale, o así lo veo yo, a decir si lo lees no te va a pasar nada malo, tu sentido estético y tu espíritu no se verán ofendidos, ni tu estómago dañado. Pero tampoco esperes más. De ahí al Está bien hay un escalón. Es lo mismo pero el libro tiene algo más, es entretenido, tiene cierto interés en algún campo, es novedoso, divertido, con una prosa especialmente agradable. Alguna de estas características me ha empujado a subirle la calificación a este libro de Dovlátov, que aunque tiene aspecto de semi-tocho, incluso con tapas duras, se lee en un pis-pas. Ágil, ligero, son para empezar algunas de esas virtudes que a veces agradan, quizá a falta de otras cosas más valiosas. (Además, como sé que el autor ruso tiene en este blog algún defensor destacado, es obligado andarme con ojo)

Dovlátov emigró a Estados Unidos a finales de los 70 del siglo pasado, tras comprobar que su estilo irónico y su tendencia a ir por libre no agradaban precisamente a las autoridades soviéticas. Tras ir dando tumbos por diversas publicaciones del exilio ruso, se empieza a hacer un nombre en el mundo occidental, y en esta su última novela se centra en un simposio de intelectuales eslavos celebrado en Los Ángeles en 1981. Con un lejano eco a un relato parecido de David Lodge, Dovlátov hace repaso de buen número de autores rusos emigrados, siempre con su tono caricaturesco. El problema es que (a pesar del ilustrativo y muy loable apéndice que ofrece, como es marca de la casa, la traductora Tania Mikhelson) es difícil que cualquier lector ajeno a la literatura y el pensamiento rusos del momento conozca a prácticamente ninguno de los nombres que se enmascaran tras los sosias propuestos. De manera que, en este aspecto, la sátira queda en buena parte devaluada.

Otra cosa es que nos pueda atraer el peculiar estilo del autor, estilo por cierto muy americano y que parece que provocaba sarpullidos en los más irreductibles defensores de la prosa tradicional rusa, con su componente trágico y algo grandilocuente. En Dovlátov domina por completo la frase corta y el parrafito redondeado con una humorada, la agudeza que, hay que reconocer, a veces hace reír aunque ni siquiera identifiquemos a sus protagonistas.

Por lo demás, y salvo que nos interese mucho la biografía del autor, tampoco le encuentro nada mucho más atrayente. Tal vez lo único puede ser la peculiar relación del protagonista con una antigua novia, figura tras la cual se encuentra por lo visto la que fue la primera pareja (y no sé si esposa) de Dovlátov. Lo presenta el libro como un reencuentro con ocasión del citado congreso de intelectuales, relatando la extraña coincidencia en paralelo a los pormenores de su antigua relación, cuando todavía eran universitarios en la URSS. La relación estaba ya entonces llena de encuentros y desencuentros, supuestas infidelidades, arrebatos amorosos y distanciamientos sin una explicación clara, algo con un componente tóxico que el autor no llega a explicarse del todo y que, pasados muchos años, sigue sin ser capaz de desentrañar. El dibujo está muy logrado, seguramente porque, como a veces ocurre, la situación da por sí misma para un buen repertorio de matices, desde el humor a la desesperación, la indiferencia, el apasionamiento y puede que hasta el odio.

El conjunto del libro, con ese fuerte componente autobiográfico que personalmente no me agrada demasiado, recuerda algo a su compatriota y coetáneo Limónov, a quien de hecho se cita un par de veces, aunque afortunadamente sin su insufrible egolatría. En realidad, son dos personajes que presentan bastantes semejanzas, si bien se diferencian en que Dovlátov parece haber asumido con naturalidad cierto estilo de su país de adopción y, aunque sigue escribiendo en ruso, aquella vieja tendencia a la ligereza y al sarcasmo que suscitaron el rechazo en su tierra le han venido muy bien para integrarse en el panorama literario norteamericano. 

También de Serguéi Dovlátov en ULADaquí


lunes, 29 de abril de 2024

Lucía Lijtmaer: Casi nada que ponerte


Idioma original:
español

Año de publicación: 2023 (reedición de un primer texto publicado en 2016)
Valoración:bastante recomendable

Lucía Lijtmaer (esta introducción empieza a ser algo repetitiva) es una presencia frecuente en los medios. Como crítica, como algo entre una tertuliana en ciertos circuitos alternativos, como agitadora cultural. Por supuesto, en sus artículos y sus libros, alguno de los cuales ya ha sido tratado aquí con una contundente opinión por parte de Beatriz: lectura obligada. Yo no voy a llegar tan lejos con esta, su primera obra publicada (oportunamente rescatada por Anagrama), pero he de decir que la sorpresa ha sido muy agradable. Lejos de encontrarme con una prosa condescendiente y proclive a la exhibición, se trata de un ejercicio honesto, casi osado para una primera obra, que abarca varios estilos.

Para empezar, podríamos emparentar Casi nada que ponerte con cierta corriente literaria que tiene que ver con la búsqueda de orígenes por parte de aquellos que viven lejos de sus lugares de procedencia. Lijtmaer se autodenomina catalana nacida en Argentina con apellido polaco (y judío, añade) y aunque el tono político no es el centro del relato, digamos que es una presencia subliminal constante y decidida por cuanto el relato se sitúa referencialmente en las consecuencias de las sucesivas oleadas provocadas por la inestabilidad en Argentina: la de las dictaduras, la del corralito. Lijtmaer regresa a su país de nacimiento para reportar la historia de Simón y Jorge, una pareja de empresarios del mundo de la moda que ya están en la fase de decadencia de su negocio y a los que, junto a otras personas (modelos, clientes) toma testimonio no solo de la evolución de la tienda en la que lo instalaron sino del propio itinerario de un país tan rico y atractivo como proclive a las convulsiones. El reportaje, básicamente constituído por entrevistas y diálogos, se articula en torno a las vicisitudes de la escritora en su regreso, año 2008, las evocaciones de las circunstancias que condujeron a que la familia se trasladara a Barcelona, no solo la suya sino la de otras familias argentinas, que salpimentan la narración y, paulatinamente, justifican una cierta paradoja: que el origen puede pesar en el corazón, pero la razón pesa lo suyo: Lijtmaer evoca esa Argentina en la que no ha vivido pero se reafirma en su decisión de mantenerse como está, que es lejos de ella en lo físico. Esos colosales trece mil kilómetros son mencionados en varias ocasiones.

Todo ello en casi doscientas páginas que se leen con interés, en las que Lijtmaer sortea hábilmente la inflamación, manteniendo un ritmo vivo y preciso, cuidando las formas de forma escrupulosa, lo cual descarta cualquier atisbo de oportunismo mediático. Estamos ante una narradora sincera, segura y sólida, cuya actitud se percibe claramente entre líneas, y este libro es cualquier cosa menos frívolo y ligero, al contrario, es un pretexto para un análisis particularmente acertado de esa nacionalidad, la argentina, que parece imprimir un cierto carácter.


domingo, 28 de abril de 2024

Evelyn Scott: Escapada

Idioma original: Inglés
Título original: Escapade
Año de publicación: 1923
Traducción: Esther Cruz Santaella
Valoración: Recomendable (ver último párrafo)

Si esto fuera un telefilme de esos de domingo a la hora de la siesta, tendríamos un BASADO EN HECHOS REALES tamaño XXL. Porque Escapada es algo así como el diario de los dos años y pico que Evelyn Scott pasó en Brasil con su amante. Y digo "algo así como" porque aunque el texto no tiene estrictamente la forma de diario, con sus entradas fechadas y demás, hay un claro ejercicio de rememoración. Además, pese a que los nombres de los protagonistas aparecen cambiados, el recorrido y episodios narrados también fueron narrados por la parte masculina de la historia.

Si esto fuera un telefilme de esos de domingo a la hora de la siesta, tendríamos un dramón de tomo y lomo. Ingredientes hay de sobra: pobreza casi extrema, imposibilidad de salir del país a causa de la Primera Guerra Mundial, maniobras de la ex-mujer de él, habladurías, etc.

Si esto fuera un telefilme de esos de domingo a la hora de la siesta, tendríamos un texto autocompasivo y sentimentaloide que habría que leer con un paquete de kleenex y una palangana, por los litros de lágrimas que tratarían de hacernos verter.

Por suerte, esto NO ES UN TELEFILME DE ESOS DE DOMINGO A LA HORA DE LA SIESTA ni se le parece. Escapada es la autobiografía novelada de un período muy concreto de la vida de la autora, la historia de una conciencia fragmentaria y derivada, la crónica de una derrota, de una vida estancada entre la hostilidad, el vacío, la resignación y la esperanza.
He estado acostumbrada a pensar en el sufrimiento como algo que embellece y que ennoblece. Ahora lo reconozco como algo que distorsiona, que hace a la gente espantosa.
Si tuviera que definir la novela, diría que estamos ante un "impresionismo existencialista". Porque la mirada se dirige hacia el exterior, hacia paisajes exuberantes y/o desoladores que no son otra cosa que el telón de fondo de las corrientes que agitan el alma de la narradora y protagonista: vacío, ansiedad, miedos, esperanzas... vida y muerte entrelazadas. Aquí no hay apenas espacio para una mirada "antropológica", como tampoco lo hay para la acción "pura".

Escapada es, por el contrario, un espacio saturado de luz y color pero rodeado de muros invisibles, un texto en el que destacan las descripciones e imágenes, así como su relación con el paisaje interior.

En el lado menos bueno está el capítulo final, completamente diferente del resto del libro en tono y estilo. Podemos conjeturar sobre su sentido en la obra (¿liberación final?, ¿cambio de rumbo?), pero rompe de tal forma con lo anterior que creo que hasta podría haber sido obviado.

sábado, 27 de abril de 2024

Ira Levin: Rosemary's Baby

Idioma original: inglés

Titulo original: Rosemary's Baby

Año de publicación: 1967

Traducción: E. de Obregón 

Valoración: muy recomendable

Antes que nada, querría explicar por qué he mantenido el título original en inglés de este libro en la reseña, a pesar de que hace mucho que fue traducido y publicado en español. No, no es porque lo haya leído en inglés o finja haberlo hecho para darme pisto... La razón se debe a que, como sin duda sabrán muchos de quienes nos leen, este best-seller de Ira Levin tuvo muy pronto una estupenda adaptación cinematográfica dirigida por Roman Polanski y llamada también, lógicamente, Rosemary's Baby... título que en España alguien decidió cambiar por otro que supone un clamoroso spoiler para quien vea la película por primera vez... No sólo eso: cuando se publicó el libro en castellano se mantuvo decisión tan nefasta, que yo no pienso reproducir aquí. Para empezar, por no contribuir a estropearle a nadie ni la lectura de la novela ni el visionado de la película, pero además porque a mí me molestó bastante, en sí momento, que me arruinaran la trama (por cierto, que muchas de las cubiertas de la novela, incluso en inglés, también "espoilean", de forma más o menos sutil... Yo he puesto, para ilustrar está novela, la que he encontrado que resulta más aséptica).

No sé si hace falta siquiera incluir una sinopsis de la historia, de tan conocida que es, pero allá va: Rosemary es una joven católica oriunda de Nebraska que, junto a su marido Guy, un prometedor actor, se instala en el edificio Bramford, en la ciudad de Nueva York, un antiguo pero aún distinguido inmueble que arrastra cierta fama como escenario de sucesos luctuosos. La joven pareja trabará una estrecha relación con algunos vecinos, sobre todo con los Castevet, un matrimonio ya casi anciano y con otros amigos de éstos, todos también de bastante edad. Esta amistad resulta más o menos llevadera para Rosemary, hasta que se queda embarazada y sus atenciones comienzan a resultarle cargantes y hasta algo asfixiantes. Incluso comienza a sospechar que existe una conjura para apropiarse de su futuro bebé, una elucubración sin duda causada por el baile hormonal en su cuerpo, debido a su "estado interesante"... o quizá no. Y ya no cuento más de la trama, palabrita del Niño Jesús...

El caso es que está historia lo mismo podía haberse desarrollado en una mansión victoriana o una casa de estilo gótico californiano junto a un motel, pero Ira Levin, por su propia comodidad -y apremio, ya que necesitaba conseguir dinero cuanto antes, según sus propias declaraciones- prefirió ambientarla en su propio entorno, el Nueva York contemporáneo (es decir, de hace ya casi 60 años) convirtiendo un edificio de apartamentos en un lugar tan amenazante como pueda serlo el castillo de Drácula y las costumbres neoyorquinas del pleno siglo XX en tan exóticas y supersticiosas como las de los lugareños de los Cárpatos... Es más, de hecho, resulta la ambientación perfecta.

Ahora bien, siendo indudable que ésta es un a novela de terror, sección psicológico e inquietante, olvidémoslo por un momento; pensemos, en cambio, que el tema principal de esta historia es otro bien distinto (aunque también terrorífico, de otra manera): lo que tenemos aquí es una mujer, Rosemary, que trata de tomar sus propias decisiones sobre algo tan íntimo como es su maternidad -y, antes, su sexualidad- y un marido y un entorno social -representado aquí por los vecinos y el médico- que no sólo la coartan, sino que dirigen su comportamiento, por las buenas o por las malas. lo que se nos cuenta, pues, es la luvha de Rosemary por su independencia de criterio, por su empoderamiento, incluso, empleando un término en boga en los últimos tiempos... No voy a decir que estemos ante una novela feminista, ni creo que esa fuera la principal intención de su autor, pero, nacida en plena Segunda Ola del feminismo, hoy en día, cuando vivimos un nuevo auge de este movimiento, se puede leer perfectamente como una metáfora del mismo (*) (resulta curioso, no obstante, y perdón por el posible SPOILER, que frente a la reivindicación actual de las brujas como antecesoras de las feministas, para la protagonista del libro la supuesta amenaza viniera precisamente de un complot brujeril que ella creía percibir a su alrededor).

En todo caso, más allá de la interpretación que le demos a esta novela o incluso del infausto hecho de que su trama se haya destripado con la desafortunada traducción del título, con lo que es imposible no deleitarse es con la destreza narrativa de Ira Levin, que dosifica a la perfección la aparición de elementos turbadores y administra el creciente suspense firme sutileza. Ne sé si es representativo de cómo se escribían en aquella época todos los best sellers (mejor no comparar con el nivel actual, por favor), pero es que tampoco sé si este libro puede considerarse un mero best-seller, aunque naciera con ese propósito, o una de novela de terror, sin más, sino,  simple y llanamente, literatura, sin más etiquetas. Y de la buena, sin lugar a dudas.

(*) Habrá quien piense que me he dejado secuestrar por el "aliadismo" y que a lo peor hasta me gusta la 4ª temporada de True Detective o algo así... (pues sí, me gusta)

viernes, 26 de abril de 2024

Amor Towles: La autopista Lincoln

Idioma original: inglés
Título original: The Lincoln Highway
Traducción: Gemma Rovira Ortega para Salamandra
Año de publicación: 2021
Valoración: recomendable


Hay autores que, debido a su poca proliferación literaria, son bastante desconocidos para gran parte del público. Este sería el caso de Amor Towles quien, a pesar de ello y con únicamente unos pocos libros publicados, cada libro que publica es un acontecimiento. Así que, sucumbido a los encantos de «Normas de cortesía» y «Un caballero en Moscú», debía lanzarme a por su tercer y último libro publicado hasta la fecha.

Empieza la historia el 12 de junio de 1954 con la llegada de un joven Emmet a su casa en Nebraska (donde le espera su hermano Billy) tras pasar unos meses en el correccional de Salina por haber sido el causante fortuito de la muerte de otro chico. Emmet, un chico con una gran madurez, que lamenta lo sucedido y que sabe que, a pesar de haber cumplido sentencia, «cuando has puesto fin con tus propias manos al tiempo que otro hombre tenía asignado en esta tierra, demostrarle al Todopoderoso que mereces su misericordia no debería llevarte ni un solo día menos que el resto de tu vida», ve a su vuelta del correccional como un banquero le informa que, a causa de las deudas contraídas por su padre recién fallecido, él y su hermano deberán abandonar la casa pues esta pasará a ser propiedad del banco. Así que, debido a los problemas que podrían tener viviendo en la ciudad donde se produjo la muerte del chico y sin tener lugar donde residir, deciden marcharse a California donde supuestamente vive su madre quien los abandonó ocho años atrás y que a su partida les mandó una postal cada día durante los primeros nueve días desde cada una de las ciudades por las que pasó viajando por la autopista Lincoln hasta Sant Francisco. Pero, justo cuando están planificando el viaje y están dispuestos a partir, aparecen por sorpresa Duchess y Woolly, dos chicos fugados de Salina y amigos de Emmett que tienen otras intenciones muy diferentes.

Bastan apenas cuarenta paginas para cerciorarse del talento de Towles. La familiaridad y el acierto en el retrato de los personajes es magnífica y en la lectura uno se encuentra entre graneros y zonas agrícolas, entre la camaradería entre amigos y la fraternidad entre hermanos. Towles sabe como pocos conseguir que cojas cariño a sus personajes a quienes retrata y perfila con maestría. De esta manera, en un relato que a medida que avanzamos se va convirtiendo en más coral, el autor pone voz a los cuatro chicos que, de manera intercalada, protagonizan el relato y nos trasladan la historia desde su punto de vista con una narración en primera persona que se muestra muy personal y que facilita en gran medida la empatía del lector hacia cada uno de ellos. Así, uno se forma una clara opinión de sus pensamientos y sus diferentes caracteres pues Towles sabe manejar con gran destreza el ritmo narrativo y el reparto del protagonismo, retratando así a la perfección las personalidades de los cuatro protagonistas: Billy, el más joven, pero a su vez más instruido y racional, Emmett, con sus ideales y valores y un propósito firme y constante, Duchess, aventurado intrépido y temerario y Woolly quizá el peor retratado, siempre a la estela de Duchess.

En esta road movie literaria (no me gusta la expresión literatura de viajes pues puede llevar a equívocos), el autor nos describe el día a día de los cuatro personajes durante diez días en un corto espacio de tiempo que a los ojos del lector y de los protagonistas parece mucho más; las desventuras y adversidades por las que transcurren, los cambios de planes y de intenciones, los peligros que enfrentan y las situaciones que viven les hacen madurar de golpe y constatar que el mundo es hostil y que no es recomendable fiarse de cualquiera pues es bien sabido que «la bondad empieza donde la necesidad acaba». Así, las diferentes necesidades e intenciones de los personajes los lleva a descubrir quienes son y cómo son sus relaciones a la vez que vamos descubriendo su pasado. Por ello, lo que en un inicio parece un libro con tintes de aventuras postadolescentes se va tornando reflexivo y profundo, pues Towles ha escrito un relato en el que la madurez azota de golpe e irrumpe en la personalidad de cuatro jóvenes que, emprendiendo la aventura de ir de Nebraska a California, se encuentran con situaciones imprevistas y quienes encontrarán a su vez diferentes personajes que, con voz propia y personalidad bien trazada, les abrirán su mentes y enriquecerán no únicamente su experiencia sino también el relato. De esta manera, escrito de manera coral, el libro muestra una gran variedad de personalidades que se entrelazan y se alimentan, expandiendo de esta manera el cerrado mundo que les auguraba una tierra como Nebraska y ampliando de esta manera costumbres y experiencias a las que el lector los acompaña en sus contiendas. Lamentablemente, esos personajes secundarios que funcionan perfectamente cuando intervienen de manera tangencial en la historia pierden peso y desvían la atención del relato cuando toman parte en la narración del relato, cuando tienen sus propios capítulos y cada uno de ellos se convierte también en narrador en primera persona. Aunque bien es cierto que tanta variedad de personajes expande el arco narrativo, en ocasiones lo hace de manera excesiva perdiendo tal vez foco en la trama principal dejando de lado ocasionalmente a los verdaderos y más interesantes personajes con la intención de hacer una novela que trate más temas y puntos de vista. Es evidente la intención de Towles, pues cada personaje tiene su voz y sus motivos, sus ideales y sus objetivos vitales pero, a excepción de Sally, sus apariciones rompen el ritmo narrativo y causa que el lector, consciente de que se trata de personajes secundarios, aparte a su vez el interés en la historia central. El equilibrio necesario para conseguir que funcione es difícil y el libro lo consigue, aunque solo puntualmente.

Para finalizar, debo confesar que los libros de carretera siempre me han costado. Claro que hay excepciones, como «On the road» de Kerouac pero, aún y así, me cuestan. De todos modos, y a pesar de ello, iba completamente mentalizado de cara a la lectura de este libro porque, siendo escrito por Towles, pensaba que encontraría la manera de hacerlo interesante. Y debo decir que lo consigue, aunque a veces y prácticamente solo en la primera mitad. En cualquier caso, tal y como indica Towles, «para ambicionar, para enamorarnos, para tropezar tanto y, sin embargo, seguir adelante, de alguna forma debemos creer que eso que estamos viviendo nunca lo ha experimentado nadie tal como nosotros lo estamos experimentando». Y así creo que debemos afrontar la lectura, con la mente siempre abierta deseando que los libros nos hagan sentir algo único y quizás irrepetible… hasta la siguiente lectura.

Otras obras de Amor Towles en ULAD: Normas de cortesía, Un caballero en Moscú

jueves, 25 de abril de 2024

Tom Benn: Sangre Oscura

Idioma original:
Inglés
Título original: Oxblood
Traducción: Olaia Rodríguez
Año de publicación: 2023
Valoración: Irregular, aunque decididamente recomendable 


Sangre Oscura ganó en 2022 el Sunday Time Charlotte Aitken. Sin duda, la novela de Tom Benn es digna de dicho galardón, que premia al mejor escritor joven del año en Reino Unido. A fin de cuentas ha sido resuelta con una solvencia nada desdeñable; además, aunque nunca llega a arriesgar demasiado, resulta ambiciosa tanto en la forma como en el fondo.

Trata sobre Jan, Carol y Nedra, tres mujeres pertenecientes a generaciones distintas que luchan, cada una a su manera, contra el legado criminal del apellido Dodds.

Varias son, a mi juicio, las virtudes de Sangre Oscura:

  • Su ambientación. Tanto el retrato social de los suburbios de Mánchester en los 1960s y 1980s como las descripciones sórdidas de viviendas o pubs dan verosimilitud al escenario y la atmósfera.  
  • Sus personajes. Se sienten creíbles, vivos; incluso aquellos más pasivos y de carácter apagado, como Carol, intrigan al lector y tienen la oportunidad de hacer un gran gesto hacia el clímax de la historia.
  • Su argumento. Narrado orgánicamente a través de un ir y venir entre presente y pasado, se guarda también algún que otro giro bajo la manga.
  • Los temas. La obra baraja con pasmosa facilidad cuestiones de clase y de género. De sus muchas aportaciones me quedo con esas que giran en torno a la sexualidad femenina, aprendidas por las malas por Jan en su búsqueda desesperada de amor.
  • Su prosa. La pluma del autor dota a determinados pasajes de gran calado emocional, potencia lírica y calidad estilística.

Resumiendo: Sangre Oscura es una buena novela, digna de galardones literarios prestigiosos. Aunque como lector se llega a admirar más que disfrutar, hay que admitir que derrocha logros. Quizá, eso sí, le pondría alguna pega; por ejemplo, que apenas explora su vocación "noir", que durante su primera mitad no queda claro en qué dirección se moverá el argumento y que el personaje de Jan eclipsa al resto.

miércoles, 24 de abril de 2024

Reseña + Entrevista: Yeguas exhaustas de Bibiana Collado Cabrera

Idioma original:
español
Año de publicación: 2024
Valoración: Muy recomendable
 
Creo que es bastante evidente que en los últimos años se han venido diversificando las voces que conviven y dialogan en la literatura española (aunque obviamente aún quede mucho camino por recorrer), en primer lugar y sobre todo por la necesaria incorpración no solo de obras de autoría femenina, sino también de textos que presentan experiencias y perspectivas femeninas (y feministas, lo que no es necesariamente lo mismo). Dentro de esta creciente diversidad de voces y de experiencias, Yeguas exhaustas ofrece un cruce muy interesante, y mucho menos habitual de lo que debería ser habitual, creo: el de la perspectiva de género con la perspectiva (o conciencia) de clase. En una literatura fundamentalmente burguesa (aren't they all), se propone rescatar y reivindicar la memoria y la dignidad de los (y sobre todo las) de abajo, partiendo de una narrativa personal, pero con clara intención de representatividad.

Yeguas exhaustas es un ensayo, crónica, diario o autobiografía narrada por Beatriz, una chica afincada en la Comunidad Valenciana, descendiente de andaluces, de clase trabajadora, que actualmente trabaja como profesora aunque anteriormente ensayó un camino en la investigación académica. Muchos de estos rasgos coinciden con los datos biográficos de la autora, Bibiana Collado, como confirman las biografías que se pueden encontrar online. Con todo, hay en el texto una clara decisión de desligar la obra de la pura autobiografía, a través de la creación de ese personaje intermedio, Beatriz, cuyas experiencias pueden ser o no idénticas a las de la autora, y que en un nivolesco capítulo final llega de hecho a dialogar con su creadora. Así, Yeguas exhaustas se propone, creo, como un complemento del Cambiar de idea de Aixa de la Cruz, que se situaba más próximo de las memorias, añadiendo una capa de ambigüedad en cuanto a su estatuto de verdad/ficción, y añadiendo también una perspectiva de clase que se cruza con la de género, central en ambas obras.

Porque estas son, sin duda, las dos coordenadas a partir de las cuales se puede y debe entender la experiencia de Beatriz, y también la propia posición de la novela en relación con el canon literario español: la clase y el género. Beatriz es una personaje y narradora radicalmente situada en su clase, en sus orígenes de madre limpiadora de casas y de familia andaluza inmigrante en Valencia. Sus referentes, sus gustos, su formación y también sus conflictos y dudas provienen de esa marca de clase, que puede ser aparentemente indetectable, pero que resurge a la hora de separar a aquellos que tienen derecho a ocupar ciertos espacios y ciertas posiciones de poder o de habla, de quienes no tienen ese privilegio, sea en el mundo académico, artístico o literario. De ahí, también, muchas de las dudas, miedos y arrepentimientos que la narradora va sintiendo y anotando en el texto a medida que lo escribe: quien ocupa un lugar subalterno está obligado a dudar sobre su capacidad o su legitimidad para hablar o para decir según qué cosas. De ahí, también, el tono conversacional del libro, que puede resultar chocante al principio, por parecer "poco literario", pero que creo que responde igualmente a un cuestionamiento consciente de, precisamente, lo que llamamos literatura y arte (y por quién y para quién se crea ese arte).
 
Hay por lo tanto en el texto una reivindicación de los referentes y de la cultura popular (metonímicamente representada por Camela) que sin embargo no lleva, creo, a un cerramiento o retroceso ideológico como el que representa Ana Iris Simón, sino a una propuesta de relectura más igualitaria de la cultura y del arte. Esta conciencia de clase, y particularmente la defensa de la dignidad de las mujeres de clase trabajadora (las "yeguas exhaustas do título"), encarnada en la madre de la narradora, me ha recordado a la de La mala costumbre de Alana Portero, que comparte varias preocupaciones con estas Yeguas exhaustas, a pesar de que las vivencias de las protagonistas de ambas novelas difieran en muchos otros aspectos. 

Además de la clase, la segunda coordenada que atraviesa la novela es el género: Beatriz no solo siente los condicionamientos derivados de ser de origen trabajador y rural, sino también los que se relacionan con ser mujer en una sociedad patriarcal y en la que la violencia (de diverso tipo) sigue siendo un arma de subyugación de las mujeres. De hecho, una parte relevante de la novela muestra la relación abusiva mantenida por Beatriz con un hombre mayor que ella, que utiliza todo tipo de herramientas de manipulación y control, desde la humillación y la infantilización, hasta los gritos o la amenaza de la violencia física. La novela no explica exactamente cómo o en qué momento consigue Beatriz romper ese vínculo tóxico y destructivo; por suerte, una serie de capítulos intercalados, publicados en páginas de un tono más oscuro que el resto, nos la muestran un tiempo más tarde, en el momento de escribir el texto que estamos leyendo, en una relación saludable con otro hombre. 

No quiero extenderme más, entre otras cosas porque a continuación viene la entrevista con Bibiana Collado, que dice cosas muy interesantes. Termino, así, recomendando que leáis Yeguas exhaustas, una más que bienvenida adición al coro de las voces que componen la literatura española contemporánea.



martes, 23 de abril de 2024

Miriam Toews: No dejar que se apague el fuego

 


Idioma original:
inglés.
Título original: Fight Night
Traducción: Julia Osuna
Año de publicación: 2023
Valoración: recomendable

Perdonad que a estas alturas crea conveniente eludir estereotipos recientes como eso del empoderamiento que, en mi honesta y absolutamente criticable opinión, solo hacen que esconder una actitud de tolerancia condescendiente que blanquea la caduca superioridad moral tras la que se insiste en enfatizar logros como si hiciera falta cierto pulgar arriba. Que No dejar que se apague el fuego (curiosísima traducción del título) sea una novela que refleja el devenir de tres generaciones de mujeres que conviven en una casa en algún lugar del Canadá es una mera anécdota o un mero punto de partida situacional para una notable obra. Casi al uso de algún tipo de narrativa costumbrista, donde percibiría tanto aromas de literatura popular (lo siento, esa complicidad intergeneracional me recuerda cosas como Manolito Gafotas) hasta ciertas subtramas que me recuerdan a Junot Díaz. El caso es que a su autora, Miriam Toews, me cuesta identificarla - salvo las referencias a la comunidad menonita - como la misma que escribió  Ellas hablan, novela que me decepcionó algo y en la que la autora usó un rango de alcance más modesto.

Por el contrario, aquí estamos fuera de las claustrofóbicas comunidades religiosas ancladas en el pasado y ese cambio de entorno se agradece. Fuera del hábitat opresivo de creencias anquilosadas y ancladas en el pasado, aquí asistimos a un estimulante ejercicio que muestra a tres generaciones resueltas a ejercer dominio sobre el presente, y esa determinación aporta frescura a la narración que, a pesar de cierto componente de trágica cotidianeidad, resulta curiosamente teñida de humor y desparpajo, casi se diría que se desprende cierta sorna de esa curiosa convivencia, entendemos, obligada por cierta precariedad. Toews organiza un curioso triángulo donde Elvira, la abuela, y Swiv, la nieta de nueve años, interactúan en un diálogo algo caótico en una primera parte, mientras la generación intermedia, la madre, embarazada en su tercer trimestre, muestra una presencia más discontinua. Swiv ha sido expulsada del colegio y su abuela se está encargando de ella mientras la madre, actriz de escaso éxito, va y viene de forma atribulada. Espectacular omisión del rol masculino. Del padre nada se sabe. 

Lo que es curioso es que, a pesar de esa anárquica puesta en escena, la novela se concreta y se vislumbra sin la necesidad de un esqueleto argumental al uso. De hecho, parece más una buddy movie en que abuela y nieta se desafían y se retan constantemente, especialmente cuando Elvira relata sus hechos vitales, siempre en lucha contra la opresión social a la que parecía abocada, mientras la nieta, lenguaraz, aporta su réplica en una especie de reivindicación de que, dos generaciones después, no hay motivo de explicación o justificación.

lunes, 22 de abril de 2024

Jorge Volpi: Una novela criminal

Idioma original: español

Año de publicación: 2018

Valoración: muy recomendable

Una mañana de diciembre de 2005, las televisoras interrumpen su transmisión habitual para hacer un enlace en vivo con un corresponsal ubicado en la carretera México-Cuernavaca, a las afueras de la ciudad. La Policía Federal está por realizar un operativo para ingresar a una supuesta casa de seguridad donde, según la información obtenida por el equipo de inteligencia, se encuentran personas secuestradas. Las imágenes muestran a los agentes de la Agencia Federal de Investigación (AFI), encapuchados y equipados con armas largas, traspasando el portón y desplegando sus unidades por toda la finca, sin encontrar la menor resistencia. 

El audaz reportero, sin importarle su propia integridad, sigue a los encapuchados a través del patio de la finca, los cuales ingresan al cuarto de servicio, donde se ve que la acción ya había comenzado. La cámara muestra cómo los agentes de la AFI someten a un sujeto moreno de pelo corto, en estado deplorable, mientras el reportero hace una descripción detallada de los hechos. Uno de los agentes toma por el cabello al presunto secuestrador y levanta con brusquedad su cara para que pueda ser vista en vivo por millones de mexicanos. La cámara hace un recorrido exhaustivo por el desordenado cuarto, hasta posarse de nuevo de manera momentánea en la cama sobre la cual reposan varios rifles de asalto. El equipo de reporteros continúa su recorrido hasta encontrar a otra persona encogida en un rincón del cuarto, cubierta completamente con una cobija, la cual, al ser retirada por uno de los agentes, revela a una mujer pelirroja de tez pálida y rasgos afilados. El reportero interroga a la mujer (creo que ya está quedando claro lo absurdo de la situación) acerca de su relación con el hombre anteriormente sometido por los policías, que después sabremos es el líder de la banda, Israel Vallarta. La mujer, con el semblante descompuesto por el pánico, niega cualquier relación con Israel y dice desconocer por completo que en ese domicilio se encuentren personas secuestradas, pero es detenida igualmente. Lo que más llama la atención de la güera es su marcado acento francés, Florence Cassez.

Lo que pretendía ser el heroico rescate de unas víctimas de secuestro y el desmantelamiento de una de las bandas de secuestradores más peligrosas del país por parte de la recién creada AFI, resultó ser uno de los episodios más infames del periodismo mexicano. Televisa, la cadena de televisión más grande de México, en colusión con la Policía Federal, fue partícipe de un montaje televisivo que tendría repercusiones políticas, a tal grado de tensar las relaciones diplomáticas entre México y Francia al punto de ruptura, y abriendo viejas heridas producidas por las múltiples invasiones del imperio francés a la soberanía mexicana. 

Jorge Volpi desentraña en esta novela sin ficción (como él la llama) lo que a la postre sería conocido como “El caso Florence Cassez”, el cuál exhibiría ante los ojos del mundo (ahora ya incluso hay un documental en Netflix) lo surreal que es la impartición de justicia en México. Fabricación de evidencia, tortura de testigos, manipulación de la información, etc., todo esto combinado con la más vil y vulgar estupidez de aquellos encargados de establecer el orden. Volpi reitera en varias ocasiones que su libro es una novela “sin ficción”, sin embargo, no tiene reparos en llenar, desde la barrera de la ficción, todos los huecos (que no son pocos) que hay en este magullado caso. Fuera de eso, la novela no podría estar mejor documentada. La revisión de los expedientes es exhaustiva. Volpi incluso se entrevistó personalmente con los involucrados y con sus familiares, así como con los abogados y todas aquellas figuras del ámbito periodístico y jurídico que le pudieran aportar información.

A pesar de que este libro se acerca más al documental que a una obra de ficción, la impecable narración de Volpi hace que su lectura se disfrute como si fuera una novela policiaca (en el buen sentido del término). Lo que añade profundidad al libro es el hecho de que quienes presenciamos el desarrollo del caso en tiempo real, nos forjamos nuestras propias ideas y teorías sobre él. Descubrir detalles que no se hicieron públicos en su momento funciona perfectamente como un giro argumental post hoc. Si acaso, el único reparo que le pondría al libro es que aquellos que no estén familiarizados con el caso (no estoy seguro de qué tanto trascendió fuera de México y Francia) no lo podrán disfrutar al cien por ciento. Si sirve de algo, pueden empezar viendo el video que les dejo abajo para que se den un quemón del marranero que se hizo alrededor de esta historia.

Por cierto, para 2023, Cassez se encontraba viviendo libremente en Dunkerque, Francia, junto a su hija. Israel Vallarta, sus supuesto cómplice y líder de la banda de secuestradores “Los Zodiaco”, lleva 17 años en prisión preventiva, aún sin sentencia. Qué gran diferencia cuando no tienes al presidente de tu país para sacarte de la cárcel.

Caso Florence Cassez: 13 de febrero de 2006

Otras obras de Jorge Volpi en ULAD: Leer la menteLa tejedora de sombras

domingo, 21 de abril de 2024

Alberts Bels: La Jaula

Idioma original: Letón
Título original: Büris
Año de publicación: 1972
Traducción: Rafael Martín Calvo
Valoración: Bastante recomendable

La "contra" de este libro me recordó a La pesquisa de Juan José Saer. Terminada la novela, creo que hay algo de ese Saer, pero los principales nombres que me vienen a la cabeza son Kafka y Dostoyevski. ¡Toma ya!

Porque La jaula parece ser inicialmente una novela negra / policíaca, pero acaba convirtiéndose en un alegato en favor de la libertad individual en un mundo "estandarizado". O, mejor dicho, en un mundo en el que caminamos por senderos marcados, creyendo gozar de una libertad que solo abarca el perímetro de la jaula invisible que nos rodea. Por un lado, la jaula como metáfora, como aquel insecto, aquel castillo o aquel proceso del genio checo; por otro lado, la culpa, los dilemas morales, los propios actos como prisión autoimpuesta del genio ruso.

Estamos en 1972, en la RSS de Letonia y hay que pasar la censura como sea. De ahí, quizá, la opción del autor por un comienzo al más puro estilo "novela de misterio". Porque habemus desaparición de Edmunds Berzs, arquitecto de éxito, habemus investigación al mando del inspector Struga y habemus también misterio resuelto. Y habemus unos primeros capítulos centrados en la descripción física y psicológica de Berzs, de Edite (esposa de Berzs) y de Struga, pesquisas, pistas, sospechas, indicios, etc. 

Pero algo nos hace ver que la novela tomará otro rumbo: ciertas similitudes, jugueteos con la figura del doppelganger, etc. Es lo que ocurre a mitad de la novela. Hay un giro, un instante en el que el autor pega un volantazo a partir de cual lo que ha podido ocurrir con Berzs (¿con su cadáver?) pierde importancia. 

La novela gira de lo policial a lo puramente psicológico, se vuelve mucho más opresiva y asfixiante. Victimario, investigador y víctima ocupan el centro de la novela y sus reflexiones, disquisiciones, dilemas, decisiones acerca de la sociedad, del papel e influencia de esta en la individualidad se convierten en el quid de la cuestión.

Todos somos hijos de una sociedad, como las nueces de un nogal. El gusano entra en algunas y devora nuez, dejando un vacío. El viento derriba algunas antes de que maduren. (...) Todos somos tan parecidos y , sin embargo, tan diferentes en nuestro ser.

Toda novela es algo tramposa. La jaula también lo es. Juega con nosotros y con los censores (a veces dudo si leyeron la novela al completo) y convierte lo que parecía una buena novela policial, pese a cierta sensación de algo ya leído, en una muy buena novela filosófico-existencial. 

sábado, 20 de abril de 2024

Jerzy Kosinski: Desde el jardín

Idioma original: inglés

Título original: Being There

Año de publicación: 1970

Traducción: Nelly Cacici

Valoración: se deja leer

Desde el jardín, del escritor polaco-estadounidense Jerzy Kosinski y novela célebre, sobre todo, debido al éxito que tuvo su adaptación cinematográfica (protagonizada por Peter Sellers), parte de una idea ingeniosa, sin duda, en su momento, hace más de 50 años, pero que me temo que hoy en día suena más que manida: Chance, un tipo que desde niño ha vivido encerrado en la mansión de un viejo ricacho, encargándose de cuidar su jardín (lo que viene a llamarse secuestro de menores y esclavitud, vaya) y sin más conocimiento del mundo exterior que el que le llega a través de la televisión, se ve arrojado, de un día para otro, a ese mundo que casi desconoce y con un mano delante y otra detrás...

Sin embargo, por un azar realmente muy azaroso Chance entra en relación con la élite financiera y política norteamericana y aun mundial, entre la que, merced a sus sencillos comentarios, su buena presencia y, sobre todo, su laconismo que le dota de un aura de inteligencia, es considerado por todos como un prohombre e incluso un gurú en asuntos económicos. Todo sin que él llegue a enterarse de por donde le da el aire, ni siquiera en lo referido a cuestiones más íntima -de hecho, se describen un par de escenas eróticas bastante chuscas a causa de ciertos malentendidos-; tanta candidez, por no decir estulticia, podría resultar inverosímil, si no fuera porque estamos ya acostumbrados a ver cómo alcanzan el éxito personajes que parecen más simples que un capazo (eso, o directamente son unos perturbados: ahí tenemos a un ex-presidente de EE.UU. que puede repetir en el cargo, del que no sabemos si resulta ser más sinvergüenza que megalómano o viceversa, a un presidente de Argentina que habla con su perro muerto y se compara a sí mismo con Lobezno... o, sin ir más lejos, a una presidenta de Comunidad autónoma española claramente ida y cuya vocación de frutera no le ha impedido rodearse de chorizos...).

Así pues, la novela se puede leer como una renovación irónica del mito de la caverna de Platón o el del buen salvaje. Incluso, si se quiere, del cuento aquel del rey desnudo al que sólo un niño se atrevió a decir la verdad. Porque, pese a que encontremos algún momento más jocoso y/o cargado de mala leche, en general el libro no deja de ser un relato alargado en el que incluso el sencillo estilo utilizado recuerda un poco al de los cuentos infantiles. Lo cual, seguramente, era la intención de su autor y bien que está conseguido, aunque, a estas alturas de mi vida lectora, el resultado se me ha quedado un poco escaso y, como ya he comentado, un tanto manido. Puedo entender el entusiasmo que provocó esta historia cuando apareció, en plena era hippy, pero no el que, por lo visto, despierta aún en algunos lectores/as. De ahí mi valoración, que quizás pueda parecer un tanto severa, aunque, en este 2024, creo bastante justa. 


Otros títulos de este escritor reseñados en Un Libro Al Día: El pájaro pintadoPasos

viernes, 19 de abril de 2024

Natalia Ginzburg: Valentino

Idioma original: Italiano
Título original: Valentino
Año de publicación: 1957 
Traducción: Andrés Barba
Valoración: Recomendable

Me gusta visitar de vez en cuando obras que en el pasado disfruté. Una autora que nunca decepciona cuando lo hago es Natalia Ginzburg. No sólo porque sus libros suelen ser bastante cortitos y por tanto ágiles de releer, sino porque el paso del tiempo jamás empaña su calidad.

Prueba de ello es Valentino, una novela breve que me ha deslumbrado tanto ahora como cuando la caté por primera vez hace años. Todo en ella es pura Ginzburg: la prosa, el tono, el ritmo, la trama, los personajes, los temas...

Trata sobre una familia pobre que ha depositado demasiadas expectativas en su hijo varón, un vividor y vago de cuidado. Este hijo se casará con una mujer rica, para disgusto de sus padres y hermana. Otra hermana, la narradora de la historia, relata cómo semejante decisión afecta a cada uno de los implicados.

Ginzburg, siempre alejada de la hojarasca estilística y los histrionismos narrativos, nos obsequia con una ficción sencilla (que no simple). A dicha ficción la caracterizan una prosa de un oficio tan innegable como invisible, el costumbrismo de su argumento, lo verosímiles que se antojan sus personajes, la sensibilidad que derrocha y la tristeza que evoca. Insisto: Valentino es pura Ginzburg. 


También de Natalia Ginzburg en ULAD: Aquí

jueves, 18 de abril de 2024

Jon Fosse: El otro nombre (Septología I)

Idioma original: noruego

Título original: Det andre namnet

Traducción: Cristina Gómez Baggethun y Kirsti Baggethun

Año de publicación: 2019

Valoración: Muy recomendable


Estas cosas a veces pasan, pocas veces pero algunas sí. Ahora ya sé que Jon Fosse es un autor bastante prolífico, que lleva como cuarenta años publicando novela, teatro y poesía, y candidato in pectore al Nobel desde hace tiempo. Pero yo, ignorante de todo esto, le descubro por pura casualidad, podríamos decir por intuición, en la estantería de cierta librería de la que he hablado varias veces. Un libro que parecía tener algo interesante, el primero de una septología (¡), algo que ojeando sobre la marcha tenía pinta de prosa moderna, fresca… El caso es que el libro pasa a la cola de los pendientes, y queda ahí en la balda colocadito cerca de otros autores nórdicos, como Enquist, Ulven o Kivirähk. Y de repente, resulta que le dan el Nobel. Por una parte, me siento un poquito orgulloso de mi olfato literario, y por otra algo avergonzado de haberle tenido cogiendo polvo tanto tiempo.

La citada septología es una de sus obras más recientes, iniciada en 2019, y la que tenemos aquí, la primera de sus entregas que, por lo poco que sé, parece muy influenciada por algunas experiencias personales en relación con el alcohol y la religión.

El monólogo interior es un recurso narrativo del que yo creo que se ha abusado un tanto. Quizá seduce a algunos autores porque, aunque es ya bastante antiguo, conserva una apariencia moderna, más aún si se fuerzan un tanto las reglas de la sintaxis o se escamotean signos de puntuación, por ejemplo. Además, parece algo fácil de utilizar, suficiente con largar parrafadas mezclando muchas cosas, dejar fluir el pensamiento y generar una sensación de confusión e intensidad. El resultado no siempre es bueno, pero cuando se consigue, la lectura se hace sugerente y la información va calando de forma penetrante.

Jon Fosse lo hace muy bien. Su monólogo se funde a ratos con un relato en primera persona, y en él encontramos reflexiones, recuerdos, deseos, tal vez sueños, escenas reales, sin que sea posible, y es uno de sus grandes logros, determinar a cuál de estos grupos pertenece lo que se cuenta. Se presentan simultáneamente en un mismo relato, de apariencia coherente, distintas posibilidades de una misma vida, las opciones que se abandonaron y las que el destino convirtió en imposibles, todo protagonizado por un único personaje que se desdobla, se observa a sí mismo o a su otro yo posible, e interactúa en aquellos otros escenarios, pasados o imaginados, quizá intentando enmendarlos, o solo para rememorarlos. Si quieren, la monserga de la autoficción, sí, pero que cuando se le hace funcionar de verdad es una opción tan válida como otra cualquiera.

El pintor que colocaba los cuadros vueltos contra la pared hasta no haber encontrado en ellos la luz que buscaba, el alcohólico al borde del colapso, el hombre que perdió a su pareja y que no recuerda si tuvo un hijo o solo lo deseó, uno y varios personajes que desde sus pequeñas casas aisladas parecen ser atraídos hacia la ciudad, donde quizá se encuentre el nudo donde se reúnen todas las trayectorias. 

Esa inmersión entre tinieblas y nieve que cae incesante tiene algo de insana, provoca cierta desazón y transmite el profundo cansancio que pesa sobre el protagonista. Pero al lector, a mí al menos, le deja la gratificante sensación de darse cuenta de que está fuera de ese mundo sombrío y aplastante, y puede disfrutar de maravillosas escenas como la de la pareja que pasa el rato en un solitario parque infantil sin más aliciente que el sentirse juntos, o las sucesivas caídas del pintor, quizá un guiño bíblico, a la espera del aguardiente. La doble presencia del lector, dentro y fuera del relato, por momentos sumergido en la narración, viendo, sintiendo, quizá sufriendo, y un segundo después a salvo en el sillón de su casa.

Mucho talento para llevar a buen puerto toda esta complejidad, mejor dicho, primero crearla a partir de algo de apariencia tan sencilla, y después desarrollarla y culminarla creando la atmósfera adecuada, solo a base de inteligencia, buena mano y una prosa limpia, sin trucos ni artificios. Vamos, calidad como para dejarle a uno a muy poco de ir a por el segundo volumen, y empezar a corregir errores.


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