Título original: Lady Susan
Año de publicación: 1871 (Póstuma) (Se cree que fue escrita en 1793 o 1794)
Valoración: Recomendable
Jane Austen, una mujer que escribe, y tan
alejada de nosotros en el tiempo que no puede tener nada que decirnos. Seguro
que ha quedado anticuada, obsoleta, confinada en un mundo de mujeres que –si
hoy día nos parece estrecho por doméstico y poco interesante– a comienzos del
siglo XIX debía ser el colmo del aburrimiento, la banalidad y la ñoñería.
Un momento. Esto no lo está afirmando la
persona que escribe, se trata de un recurso retórico llamado ironía que afirma lo contrario de lo que
quiere transmitir y que, supongo, conocerán de sobra los aficionados a los
libros. En este caso, me pongo en el lugar de los que piensan así para seguir
argumentando sobre el asunto. Aviso, porque la última vez que utilicé el
procedimiento algunos lectores parecían un poco confundidos.
Bien, continúo. Decía que el reducido
universo femenino de hace un par de siglos quizá no fuese muy interesante, y
que traerlo a colación no parece tener mucho sentido en nuestra avanzada
sociedad tecnológica en la que se han superado las diferencias. Ya no se mata
por racismo, como tampoco se maltrata a las mujeres. ¿O sí?
En fin, no nos vayamos tan lejos. Quizá no
tengamos que hablar de muertes, tampoco se puede exigir tanto, después de todo no muere una mujer ni un negro todos los días. Estamos diciendo que ahora
todos vivimos en igualdad de condiciones: la mujer tiene acceso a estudios
superiores con la misma facilidad que el varón y puede trabajar si quiere. A
no ser que…
A no ser que en el hogar familiar se
alojen personas dependientes (niños, enfermos y/o ancianos), pero esto, lo
mismo que el asesinato, son episodios aislados. Sólo fallecen por esta causa unas cinco mujeres al mes en el país desde el que escribo, eso sin contar las ejecutadas fuera de la pareja, una nadería ¡vaya!. Lo
que importa es que la mujer ahora trabaja, aunque su sueldo sea bastante menor
que el de sus compañeros de igual categoría. Lo malo es que esto la hace
depender de su pareja y se ve obligada a asumir las tareas domésticas. Pero
eso tampoco tiene mayor importancia, porque si su formación es mayor y da la
casualidad de que lleva a casa la mayor parte de los ingresos familiares también va a llevar sobre
sus hombros la responsabilidad y las tareas.
Quiero decir con esto –recobrando el tono
asertivo y volviendo a Jane Austen y su Lady Susan– que la situación de las
mujeres, salvo excepciones, sigue siendo bastante precaria incluso en ambientes
acomodados, pues por un motivo u otro se llevan –ahora y entonces– la peor
parte del pastel. En aquella época se veían obligadas a casarse y, si podían
presumir de cierta distinción, a hacerlo ventajosamente desde el punto de vista
social y económico. Se instalaban así en un matrimonio que, sin tener en cuenta
sus respectivas afinidades, les solucionaba la vida y, con suerte, les permitía
vivir con desahogo. Pero, ¿y si enviudaban sin una renta vitalicia que cubriese
sus gastos? En casos así, tal como se refleja en la novela, debían
ser acogidas por algún familiar varón con posibles. Incluso si el capital
heredado fuese suficiente para llevar una vida cómoda, ¿debían encerrarse en su
jaula de oro a llorar al difunto hasta el fin de sus días sin poder aprovechar
la riqueza para alternar, presumir y divertirse?
Nuestra protagonista ha superado todo eso,
es lo suficientemente inteligente para que no le afecten las convenciones
sociales y tan hábil que logra convencer a los más ingenuos de que cumple
rigurosamente las reglas. Pero en el estrecho círculo social en que se mueve
todo acaba sabiéndose y, debo resaltar, carece completamente de escrúpulos. Es
evidente, pues, que no está reivindicando nada sino aprovechándose de todo y de
todos. El personaje le ha salido redondo a su autora, aunque reconozco que el
contexto resulta un tanto maniqueo. Me explico: todos son bastante bondadosos y
ella refinadamente malvada, pero en la vida real nada es blanco o negro del todo, por suerte contamos con una extensa gama de
grises.
Volvamos a lo que comentaba al principio.
¿Les parece poco interesante un riguroso análisis sociológico, que afecta a un
porcentaje tan significativo de población como es el cincuenta por ciento? Un
análisis que se realiza a pie de siglo y no de forma retrospectiva, por parte
de una mente observadora y sagaz que transmite con bastante detalle cómo vivía
la gente en esa época, las estratagemas que debían poner en marcha para
adaptarse a unas convenciones injustas, o la displicente actitud de los
privilegiados, que pueden permitirse ser intachables y no revolcarse por el
barro de la despiadada vida real. Ojalá encontrásemos ahora obras de ficción
tan claras y certeras, y hablo de ficción porque ensayos hay muchos y muy documentados,
pero no suelen llegar al gran público.
Por si fuera poco, Austen también es
una maestra de la sátira. Y hay más: su prosa es impecable, los caracteres y ambientes están
perfectamente dibujados, sabe mantener intrigado al lector, consigue poner el
foco dónde quiere, y que lleguemos a las mismas conclusiones que ella solo a
través de la acción, sin que le haga falta premiar y castigar a sus personajes
según su código ético. Añado que no solo es sagaz, además es muy divertida e irónica, yo me la imagino escribiendo con una sonrisita malévola. Y la publicaban, que ya tiene mérito, y no lo digo por decir, pues solo a las mujeres con auténtico talento se les permitía despuntar por entonces. Aún así, no es exacto hablar de triunfo si tenemos en cuenta que ninguna de sus obras se publicó con su nombre en vida.
A pesar de todo ello, Lady Susan es una obra menor dentro de la producción de la autora,
por su corta extensión, por la temprana fecha en que fue escrita –que la
convierte en más valiosa aún– y porque los estrechos márgenes del género
epistolar la obligan a hacer concesiones que afectan a la verosimilitud de los
textos. Estos resultan demasiado explícitos, transmiten una sinceridad que no
es más que el vehículo para informar al lector de los hechos pero que en la
pluma de una consumada mentirosa no resulta muy convincente. Un defecto insignificante
en una primera obra escrita apenas alcanzada la veintena.
Qué interesante, sabía de la existencia de esta obra pero no sabía que la protagonista era una "villana", algo que no es habitual en la obra de Austen. Ya solo por eso me ha picado el gusanillo de leerla.
ResponderEliminarEn cuanto a la parte activista de tu reseña, sería una fantástica noticia saber de lectorEs que disfrutan de las obras de Austen y no tienen problema en reconocerlo. Fíjate que los últimos años se han reeditado sus obras (como las de las Bronte) hasta la extenuación, en ediciones "de coleccionista" pero siempre para un público femenino, no hay más que ver el tono de los anuncios y el diseño de las cubiertas... ains!
Un abrazo, compañera.
Al hilo un poco del comentario de Beatriz, entiendo que ese "posicionamiento" por parte de las editoriales con respecto a Austen, las Bronte, etc es algo deliberado, pero flaco favor hacen a su literatura. De hecho, y por prejuicios estúpidos (lo reconozco) no he leído nada de nada de ninguna de ellas. No es algo de lo que me sienta orgulloso (sería la hostia), pero si sumamos a mi falta de inquietud una mala política de comunicación por parte de las editoriales, acaban pasando estas cosas.
ResponderEliminarPrometo enmendarme, compañeras (y creo que lo haré con "Orgullo y prejuicio", que para más inri se lo regalé a mi madre hace poco).
Abrazo!
P.S.: La reseña me parece magnífica
Montuenga, sin duda lo leeré.
ResponderEliminarMe he puesto manos a la obra como se propone Koldo , y ya llevo "Cumbres borrascosas" y "Jane Eyre" desde que se decretó el estado de alarma, y ambas son excepcionales. El siguiente es ,en mi lista de autoras del XIX, "La abadía de Northanger", de Jane Austen precisamente.
Me ha encantado la reseña, además justo hoy estaba leyendo "Como educar en el feminismo", de Chimamanda Ngozi Adichie, que me ha dejado con la boca abierta.
Lo dejo, que me vais a dar el premio a la comentarista pesada.
Saludos
Holaaaa, precisamente hace dos dias me leí de un tirón Lady Susan.... Desconocia que la había escrito y buscando información de Sanditon la encontré en la red en pdf. Y me dejó anonadada ver que la protagonista es una villana.... Me encantó el estilo epistolar, y el epílogo tiene algunos apuntes que rozan la perfección de la ironia. Del género epistolar sólo había leido Las amistades peligrosas. Pero esta pequeña obra la supera. Y pensar que la escribió con tan sólo 20 años!!! Un genio, Jane Austen. Si no la habeis leido, es superrecomendable. Lo pasareis muy bien. Y la reseña, genial.
ResponderEliminarEnhorabuena por la reseña. :) Yo leí Lady Susan hace unos años y recuerdo que me gustó, pero que no me dejó demasiada huella. Sin duda le debo una relectura para apreciar todo lo que has mostrado en tu reseña. ;-)
ResponderEliminar¡Besos!
Empezé con orgullo y prejuicio y desde entonces me encanta como escribe me remonta a ésa época excelente
ResponderEliminarMe encanta todas sus obras pero orgullo y prejuicio mi favorita gracias
ResponderEliminarHe visto adaptaciones tv. Pero nunca lei nada gracias montuenga.... Mayor Thompson
ResponderEliminarHola Beatriz. Lady Susan entra perfectamente en la categoría de los villanos literarios junto a su amiga Alicia, la receptora de la mayor parte de las cartas que aparecen en la novela. A esta la conocemos poco, pero da la razón a Susan las pocas veces que la oímos, y sobre todo, si es su cómplice incondicional ya podemos imaginar el tipo de persona que es. En cuanto al público potencial de Austen, Brönte y compañía seguimos estando casi igual que hace doscientos años. Ahora ya pueden publicar con su nombre, pero algunos varones siguen arrugando la nariz como si el libro en cuestión no fuera digno de ellos. Lo llaman "folletín" y creen que lo que cuenta pertenece a otro mundo, todavía no se han enterado de que todos habitamos el planeta Tierra. Lo constato porque he podido confirmarlo hace poco, aunque creo y espero que ahora mismo serán los menos y estarán en peligro de extinción. ¡Ojalá!
ResponderEliminarPor supuesto, Koldo, las editoriales tienen gran parte de culpa. Cuando vemos anacronismos en una novela de hace siglos lo entendemos porque los tiempos han cambiado, pero si la autora es una mujer, pasa directamente al cajón de lo obsoleto. Y eso se puede hacer de muchas formas: por ejemplo, asignándole portadas pastelosas, tal como indica Beatriz. Pero es que quienes gestionan los grandes grupos editoriales no son precisamente mujeres, y hasta que eso no se equilibre seguiremos igual.
Lupita, por favor... Pesada, dice. Tú lo que eres es una más del equipo y de nuevo has dado en el clavo. Las mujeres que publicaban entonces eran excepcionales, las mediocridades se admitían solo en el otro sector. No he leído La abadía de Northanger, pero supongo que es una novela más madura que esta, así que tú verás, aunque yo me lo he pasado muy bien leyéndola. Sobre ensayos feministas, creo que los básicos, los que aclaran conceptos que están tergiversados por la costumbre, son los que más merecen la pena. Luego, quien quiera tratados filosóficos, pues muy bien. Pero lo importante es comprender el terreno que pisamos sin perdernos en bosques conceptuales, y a la mujer se la ha mantenido en una inopia injusta, se la ha convertido en una ingenua crónica con independencia de sus titulaciones, categoría laboral etc. Por eso, cuando alguien se toma la molestia de abrirles los ojos entienden por fin como funciona el mundo y se quedan de piedra. Supongo que te refieres a eso.
Pues muchas gracias, BIP, por la parte que me toca. Me alegro de que te haya gustado la novela, y eso que es solo una pequeñísima muestra de todo lo que puede dar de sí Jane Austen.
Me alegro, Narayani, de mostrarte nuevas facetas de esta historia. Si la vuelves a leer y te apetece pasar otra vez por aquí, dinos algo.
Por supuesto, anónimos, siempre es bueno volver a los clásicos.
Pues eso hay que remediarlo, Thompson. Un saludo.
Hola, Montuenga:
ResponderEliminarAlguna vez oí a una mujer decir que es fácil creer que existe la igualdad cuando eres muy joven y más si te han educado en un hogar donde no te hayan marcado un camino por ser chica, pero según se va creciendo, te vas topando con multitud de trabas que te hacen volverte "feminista radical" e incómoda. La rabia y la frustración vienen a veces de no se sabe dónde, no se encuentra el cabo de la madeja del que tirar, y justamente, ese librito fantástico y claro encuentra muchas claves.
No dejes de ser una persona plena, y no pidas perdón por trabajar.
Una por una iba leyendo esas sugerencias para educar a una hija en el feminismo y me sentí como si en mi cabeza se terminara de armar un puzzle que buscaba resolver hace mucho tiempo.
Ese talento, claridad expositiva y facilidad de encontrar las claves de un problema son los que me dejaron con la boca abierta. Ese es el poder de la lectura, al final.
Semejante impacto sentí al leer "Jane Eyre", que es un libro que directamente me ha enamorado, y he sentido cada una de las emociones de la protagonista.
Por cierto, gracias por lo de "parte del equipo"
Saludos
Pues, Lupita, me alegra saber que no me equivocaba, había captado perfectamente tu frase. Yo lo expliqué a mi manera pero estamos diciendo lo mismo.
ResponderEliminarSaludos lectores.