Año de publicación: 2019
Valoración: Recomendable
Publicar una primera novela que ha sido un éxito de crítica y público puede ser un arma de doble filo. Por un lado, puede facilitar la publicación de novelas venideras; por otro, la presión por estar a la altura, por querer “evolucionar” como escritor, puede hacer que el autor se enfrente a riesgos casi contrarios: si escribe una novela muy parecida, le dirán que se copia a sí misma; si hace algo completamente diferente, puede perder a los lectores de la primera novela y que le digan que se ha alejado de su estilo.
No ha sido el caso, en nuestra opinión, de Edurne Portela. Formas de estar lejos supone la confirmación de Portela como una autora a tener muy en cuenta, y consigue huir de los dos peligros que mencionábamos, ya que aunque el tema es diferente a Mejor la ausencia, mantiene algunas de las constantes preocupaciones de su autora, tanto en su ficción como en sus ensayos o columnas: la violencia y sus efectos en las personas y en las sociedades, la memoria (traumática) de esta violencia y la forma en que puede ser narrada. De hecho, casi se podría considerar esta obra como una segunda parte (con personajes diferentes) de Mejor la ausencia, en el sentido de que Alicia, la protagonista comparte con la autora, y con la Amaia de la primera novela, algunas características vitales y políticas: como si Portela estuviera ficcionalizando diferentes etapas de su propia trayectoria.
En esta ocasión, Edurne Portela traslada la acción a los Estados Unidos, en el contexto de un campus de una universidad del interior del país, y se centra en la violencia de género dentro de un entorno que al principio parece ideal (pareja de clase media, jóvenes, licenciados universitarios, etc). El comienzo de la novela no da lugar a engaño: encontramos Alicia dentro de un armario, muerta de miedo y completamente devastada. Desde ahí, Portela construye la relación entre Alicia y Matty y su progresivo deterioro, apenas perceptible pero imparable.
No podría decir cuándo empezó todo. Cuando mi vida comenzó a torcerse y esa que fui dejó de existir y se convirtió en una mujer que se encerraba a llorar en un armario. Y todo lo que vino después.
Que el foco principal de la novela sea la violencia de género no excluye la presencia en la novela de otras formas de violencia: la violencia física, psicológica,
política o racial en el ámbito familiar, académico, laboral, etc. Muchas de estas violencias aparecen en forma de capítulos casi independientes como relatos, historias secundarias que podrían dar lugar a
un mayor desarrollo pero que sirven para mostrar destellos de otras realidades traumáticas. Así, por ejemplo, la escena de la entrada en la clínica abortista (una escena que desgraciadamente no tiene nada de ficticia), o los casos de acoso (sexual y de otros tipos) que se describen en los campus universitarios.
Dos son, para nosotros, las principales virtudes de la novela. La primera sería el propio personaje de Alicia y su evolución, su paulatino desgaste físico y psicológico que se manifiesta a través de la paralización, los miedos, las disculpas, la asunción de culpas que no son suyas, etc., una evolución que recuerda a la de la pequeña (y luego ya no tan pequeña) Amaia de Mejor la ausencia.
La segunda sería la capacidad de Portela para decirlo todo sin necesidad de explicarlo, insinuando o mostrando lo justo; de hecho, en alguna entrevista la escritora ha explicado que rechaza incluir escenas de violencia gratuita que puedan servir para satisfacer cierto morbo del lector. La parte negativa de esta decisión es que la segunda parte de la novela resulta muy elíptica, y el desenlace peca de cierta precipitación; parece que se nos ha escamoteado una parte de la historia, y que la trama principal, y alguna de las tramas secundarias, se cierran de forma precipitada...
A estas alturas parece claro que Formas de estar lejos ha conseguido satisfacer a los lectores que ya conocían a Edurne Portela por sus obras anteriores, y probablemente incluso ampliar su base de seguidores y seguidoras. Con un estilo crudo y realista, las dos novelas muestran las diversas violencias que conviven en nuestras sociedades (la estadounidense, la vasca, la española), tanto a un nivel privado como público, tanto íntimo como político. Cabe esperar que esta investigación -literaria, en este caso- se prolongue en las siguientes obras de la autora.
También de Edurne Portela en ULAD: Mejor la ausencia y El eco de los disparos
Firmado: Koldo CF y Santi
Una novela que promete y a la que llegué tarde, antes, incluso, de que fuese publicada.
ResponderEliminarEntiendo que tanta reserva de la autora puede deberse a que, en el fondo, las escritoras se autocensuran, aunque se pongan excusas a sí mismas, porque es muy duro enfrentarse a un estado de cosas secular. Todavía han de pasar años para que esto cambie.
Me da la impresión que aparecen muchos tipos de violencia pero que casi todas son machistas. Pero ya os contaré cuando lo lea.
"La capacidad de Portela para decirlo todo sin necesidad de explicarlo" es exactamente lo que más me impactó a mí de esta novela, los silencios y las elipsis, hay que poner mucho de tu parte para leer lo que sucedió y ella no ha escrito. Yo creo que en este caso no cuesta mucho, no sé si la autora hace esto mismo en Mejor la ausencia porque no la he leído (aún). Estoy con Montuenga en que la mayoría de las violencias que aparecen aquí (si no todas) son machistas, y que tal vez haya habido autocensura o autocontrol para no entrar al trapo en un tema como este (porque sí, hay demasiadas cosas que todavía tienen que cambiar).
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