Título original: The End of Alice
Año de publicación: 1996
Valoración: Está bien
Me gustaría poder hablar bien
de esta novela, tanto por el asunto que trata como por el título de bad girl americana ostentado (y probablemente
perseguido con tesón) por su autora. Me gustaría pero no voy a tener esa
suerte. Homes comenzó a publicar a finales de los 80. Ya era hora, en esa recta
final del siglo XX, que las escritoras cultivasen todos los subgéneros, incluso
aquellos que las obligaban a descender a terrenos pantanosos. Y pocos temas tan
resbaladizos como los que llevan en el título la palabra Fin junto a un nombre de mujer. No hace falta añadir mucho más para
que todos nos hagamos cargo.
A causa de una estructura más
bien deshilvanada, tardamos mucho en conocer a esa Alice que debería ser la
protagonista absoluta, tardamos tanto que cuando llega nos deja un poco
indiferentes. Y es que durante doscientas páginas se nos han puesto tantas
excusas, narrado tanto hecho irrelevante, presentado a tanto personaje
secundario para no entrar en el meollo de la cuestión que cuando llega quizá
nos encuentre un poco escépticos. Al menos en mi caso ha sido así, y este es
uno de los lastres que me han impedido disfrutarla.
Imposible asegurarlo tratándose
de una traducción, pero creo que el mayor mérito del El fin de Alice reside en la brillantez de algunos fragmentos. A
destacar, los momentos de amarga introspección de Chappy y el paródico retrato
de la madre de Matt representando un tipo social muy concreto.
No era fácil, de todas
formas, asumir las riendas de una trama cuyo personaje principal –la mente más
tortuosa que podamos imaginar, sumida durante décadas en la degradación más
absoluta– además de repulsivo hasta la nausea, es el depredador natural del
grupo (en este caso sexo) al que representa quien escribe. Más aún si se pretende,
como hace Homes, entrar en su conciencia desde la primera persona, justificarse,
tergiversar hechos etc. Y si además no conoce bien el terreno que describe –una
cárcel masculina de alta seguridad, por ejemplo– la cosa se complica. Para
resolverlo ha recurrido a subterfugios, como una ambigüedad deliberada, aunque
no demasiado bien resuelta, y un enfoque psicológico en el que tampoco se
desenvuelve muy bien. Esto explica que, a pesar de lo seductor del
planteamiento, se mueva demasiado a menudo por terrenos banales y tópicos.
Nos encontramos, pues, ante
una trama secundaria que sirve para dilatar lo que la autora se propone
contarnos. Para ello recurre a una curiosa técnica que podríamos denominar “de
los espejos”. Me explico, el protagonista se comunica por carta con una de esas
admiradoras que suelen aparecer en casos así. Lo original –y, en mi opinión,
bastante inverosímil– es que ella pretenda imitar el historial delictivo del
sujeto convirtiéndolo en su mentor de alguna forma. Habría hecho falta diseñar muy
bien la personalidad de la chica en lugar de recurrir a lugares comunes y,
desde luego, mostrar cómo evoluciona esa relación epistolar, y no perderse en inconcreciones
poco o nada convincentes. Hablando de personajes, solo al protagonista se le
dota de cierta entidad, no exenta de tópicos, el resto, o son meramente
funcionales –como los compañeros de penal– o presentan comportamientos que
rozan la parodia. Con unos mimbres tan básicos, lo explícito se vuelve desagradable,
por gratuito, reiterativo y poco creíble.
Da la impresión de que Homes,
más que construir un relato convincente desde una perspectiva sincera, se ha
propuesto sorprender, impresionar y hasta escandalizar al lector, y eso produce
una impresión de acartonamiento y falta de naturalidad que no beneficia a la
novela. En definitiva, una lectura que me hubiese ahorrado con gusto pero,
sobre todo, otra ocasión desaprovechada para
tratar con la altura de miras que merece un tema que levanta ampollas y admitiría
abordajes muy diversos.
Es probablemente la novela más desagradable que he leido.
ResponderEliminarHomes escribe estupendamente pero está más preocupada en meterle el dedo en el ojo al lector que en contar la historia.
Me he quedado con ganas de leer más cosas suyas pero esta novela me costó un mundo terminarla (y eso que es cortita)
Totalmente de acuerdo, incluido el último párrafo. Puede que "Ojalá nos perdonen" te guste más. Es bastante más larga pero también más madura, mejor llevada y, desde luego, menos desagradable.
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