Idioma original: Castellano
Año de
publicación: 2019
Valoración: Muy
recomendable
Retratar la
infancia y salir airoso del empeño tiene mucho mérito literario. Es el caso,
desde luego, de Vozdevieja, el relato del verano del 93 que Marina Marrajo,
nueve añitos, depara en primera persona a través de las doscientas cincuenta
páginas de esta sorprendente novela. Marina está por supuesto desorientada,
confundida y temerosa pero también es curiosa, atrevida y resulta tan divertida
como inquietante y seductora. La gracia de todo esto radica –en mi opinión- en
todos los ingredientes (claridad, mesura, desparpajo, verosimilitud) que Elisa Victoria (Sevilla, 1985) ha sabido aunar en su escritura para caracterizar
sobre todo tres personajes que son los surcos por los que va rodando la novela;
la propia protagonista además de su madre y su abuela.
Aunque pueda sonar
a Perogrullo, un primer acierto radica en no caer en el error de querer
construir el personaje de Marina poniéndose en la piel y expresándose como se supone que lo haría alguien de esa
edad; lo que siente y nos cuenta la protagonista tiene la dosis precisa de elaboración
y sofisticación como para resultar interesante y atractivo. También su
contexto. Ambientada un verano después de la celebración de la Expo en Sevilla,
Marina nos va retratando a su madre, joven y soltera, enferma y luchadora,
humilde y malhablada, con sus novios raros, sus vaivenes, sus recaídas y, sobre
todo, su íntegra insolencia: “Me ha tocado nacer en un hogar frágil y
cambiante. Lo único que permanece en mi vida es ella. Donde esté ella estará mi
casa”. Quizás ese halo misterioso y ausente de la madre, con muy poca presencia
directa en las páginas, sirva para proporcionarle una nueva capa de
significado; ya no se trata sólo del propio personaje sino del personaje
recreado con los ojos de la niña, con todos los matices que implica, como puede
ser la relación que establece con sus novios.
Por su parte, la
abuela de Marina tiene setenta y dos años y se nos informa que es bajita,
barrigona y no se arrepiente de nada. Exhibe como no podría ser de otra manera,
costumbres, hábitos y creencias firmes pero a la vez prodiga atención, cariño y
complicidad en abundancia, lo que confiere a la relación con su nieta fluidez y
densidad. Así se nos pinta el mundo de Marina Marrajo, frágil y entrañable,
humilde pero vigoroso, lleno de estímulos y posibilidades Y decididamente
femenino: “Mi herencia viene transmitida solo por mujeres, nadie más cuenta las
historias familiares, nadie más toma las decisiones importantes”. Y probablemente
la autora haya intuido que en definitiva los tres personajes bien podrían ser
el mismo, la misma niña con diferentes edades.
En cualquier caso,
Vozdevieja está envuelta en una atmósfera luminosa y sugerente. El
personaje de Marina es enrevesado, tiene momentos tiernos y momentos afilados,
tiene juegos con muñecas y juegos eróticos, destila ingenuidad y segrega mala
baba y se sabe un angelito de Satán. Tiene, por supuesto, esa imperiosa
necesidad de quemar etapas, de saltarse los obstáculos que le impiden tener a
su disposición todo lo que intuye le gusta a los adultos, aunque por supuesto
ya hace sus incursiones en ese territorio prohibido cuando, por ejemplo, logra agenciarse
alguna revista de cómics o de contenido guarrillo. Pero lo que le confiere un
ritmo, una cercanía y un atractivo tan potente, tan mágico, es, a mi entender,
el sentido del humor, el humor corrosivo que desprende: “No tardes, Señor, en
permitir que me apodere de la parte prohibida del diccionario. Consiente,
querido Señor, que esta sierva se esté ensuciando pronto la boca”. En definitiva, una novela tan cautivadora como recomendable.
Para mí junto con Milkman la sorpresa positiva del año.
ResponderEliminarEs tierna y divertida, la protagonista tiene una personalidad tremenda.
Una autora que espero que sea muy prolífica, porque me apetece leer más cosas suyas
Coincido con anónimo. En lo que llevamos de año, una de las lecturas más gratamente sorprendente.
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